O9: el cumpleaños de steve

el cumpleaños de steve.

El cumpleaños de Steve está a la vuelta de la esquina, muy encima de sus hombros que no puede controlar. Nancy está tan emocionada que mencionó algo sobre una sorpresa, no es algo que no le guste en si tiempo amaba las fiestas las borracheras y podía ser abiertamente el rey Steve.

Sin embargo, sino fuera porque podemos invitar a todos tus amigos , y aquello fuera una estúpida vil mentira, sería genial. No. Perfecto.

Es entonces dónde puede recapitular que Nancy lo dice con ese tono, ella sabe a la perfección que desde que dejaron todo el asunto de la escuela secundaria Steve no tiene tantos amigos como lo recuerda ella. De primera instancia está sumergido con niños cinco años menor, tal vez seis, con dos inadaptados bastante enamorados el uno del otro y con otro sujeto con problemas de ira.

No, no se siente listo para eso, no.

Y no es problema los amigos, tampoco es problema a lo que le llaman fiesta, solamente que quiere algo sencillo.

Algo así como ir a Filadelfia con sus padres.

 —Para mí suena bien —dijo Jonathan cuando hizo corrección Nancy de su persona—. Supuse que querías una borrachera sólo nosotros cuatro.

 —¿Cuatro? —Pregunta Steve confundido.

 —Sí, tú, Billy, Nance y yo.

Algo extraño sucede, Nance y yo, ya no suena de esa manera estúpida y sin remedio con la que solía decirse, ya no duele como solía hacerlo hasta hace apenas unos meses, es como si por fin aceptara que Nancy y Jonathan están juntos o mejor aún enamorados.

Y lo sabe, sin embargo no recuerda exactamente cuando fue la ultima vez que sintió el vacío, fue como por parte de magia, un poco exagerado para su gusto, pero lo suficiente creíble para creer que fue por algo tan sencillo como una chasquido.

No es molesto, se siente liviano como si su alma y todo el pesar del año anterior fuera tan pasajero y tan lejano que su alma puede ser una pluma.

Ya no hay más dolor.

—¿Steve? —Pregunta Nancy, Steve se ha ido unos minutos,— ¿todo bien?

—Sí, —balbucea un poco, como si de un susurro se tratara.

Nancy encarna su ceja. —¿Cómo es que Billy durmió en tu habitación?

Steve enrojece y la pareja ríe divertidos.

—Era de noche, y sabes que aún no se puede confiar estar de noche en este lugar —está nervioso y no sabe exactamente porqué.

Cuando llego la hora de dormir (sólo dormir, gracias) era extrañamente cómodo, Billy lo dijo que quería el lado derecho de la cama, no obstante no fue problema de Steve dejar su cama sola, es decir Steve odia la soledad y en especial en una casa tan lejos y grande como la suya, aquello sólo hizo recordar cuando Nancy estuvo por primera vez con él.

Curiosamente, eso fue diferente, Billy no estaba ahí para tener sexo con él claro que sus mejillas enrojecieron pensando en él con Billy de esa manera. Sino estaban ahí como amigo s que cuidan uno del otro.

Billy había estado ahí y Steve apenas estaba comenzando a estar con Billy.

Aquello no hizo más que acercarlos, de una extraña forma, con Billy en su cama sin camisa pudiendo ver el gran cuerpo que tiene y Steve con un suéter largo regalo de la abuela, era algo más íntimo.

—Deja de comerme con la mirada, princesa. —Le habría dicho Billy cuando ambos estaban sentados en la cama sin estar acostados, no había ruido en las habitaciones posiblemente Jonathan y Nancy dormían, Nancy había bebido un poco.

—No lo hago — se limitó a decir Steve claramente sonrojado.

Billy le mira divertido y sus ojos están tan oscuros que por un momento siente que se ahoga en esos bonitos ojos azules.

—Sí, claro lindo —Billy puede ser un bastardo sarcástico cuando se lo propone. Y para ser sinceros a Steve le gusta esa faceta de Billy aún cuando hace unos meses lo odiaba era la cosa que más podía detestar en ese momento.

—No soy lindo —determina Steve con un mojín en los labios, cierto siempre se ha considerado guapo, pero la manera en la que Billy le dice lindo no es grato y menos si el sonrojo en sus mejillas aparece.

—Lo eres —dice Billy divertido buscando entre los cajones del buro de Steve —y más cuando hace eso— señala con el dedo el rostro de Steve. Por su parte solamente tira un manotazo a la mano de Billy.

—¿Qué tanto buscas en mis cosas? —pregunta Steve recalcando mis.

—Condones o cigarrillos, ambos pueden ayudar.

Steve enrojece aún más, hiperventila y mierda una imagen se instaura en su memoria. Una imagen muy inapropiada. Bien, la libido de Steve está cada vez más alta, eso pasa cuando no ha tenido sexo con nadie desde que rompió con Nancy.

—No hay cigarrillos más que en la cocina, y no hay condones, no desde que Nancy y yo...

No termina la oración, el buro fue azotado por Billy, Billy le mira de manera seria y molesta, es como si el viejo Billy del que todo mundo o adora o teme estaba ahí listo para golpear a Steve. No le teme, porque conoce a Billy. Es un sujeto formidable y buen amigo, no tiene porqué temer de él.

—Mierda princesa —a pasos seguros jala a Steve tumbado en la cama en el centro, las manos de Billy están impidiendo el movimiento de las manos de Steve, sus piernas están entre las de Steve que intenta cerrarlas.

Steve se siente vulnerable, la posición sólo es un poco sugerente, y no sería así si Billy no lo quisiera matar con la mirada. Bien, está encima de él, en una cama, impidiendo el movimiento de sus extremidades.

El aliento a menta y tabaco inunda las fosas de Steve, Billy le mira como si una presa se tratase.

—¿Qué mierda pasa contigo? —Pregunta irritado Steve, no por su espacio personal, sino por el cambio de humor de Billy que le causa un gran dolor de cabeza.

—Princesa, eres muy lindo pero a veces eres muy idiota.

—¿Gracias?

—Así que no tienes mi cigarrillos ni condones.

El tono sugerente y la posición, hace arder el rostro y piel nívea de Steve, se siente muy debilitado y sus rodillas están temblando bajo sí.

—Mira imbécil, si quieres diversión ve a la puta tienda y busca a Lora para que tengas sexo.

Está molesto, no porqué se sienta ofendido por Billy, sino porqué esa fue la causa por la que rompió con Nancy, quería solamente acostarse con ella y después quizá botarla, había sido un bastardo y Billy se estaba comportando cómo él.

Ni si quiera notó cuando Billy se quito de encima de él, estaba serio y con una tranquilidad que logró asustar a Steve, Steve se mantuvo sentado en silencio mientras Billy le miraba tranquilo arrodillado frente a él.

La mano de Billy acarició su mejilla y sin previo aviso mordió el cuello níveo de Steve dejando una marca bastante rojiza y sus dientes clavados.

—Mierda Billy ¡¿Qué carajos?!

—Eres mi amigos, lindo. Y yo marco lo que es mío.

Y sin más tomo su camisa y chaqueta, saliendo de la habitación de Steve.

—Idiota —murmura siguiendo a Billy por el pasillo— ¿a dónde va? es de noche.

—A un lugar, princesa.

Vira sus orbes con un descarado guiño.

—¿Steve?

Nancy le mira divertida.

Lo que le faltaba.

—Entiendo la parte donde él se queda a dormir. Pero es necesario que te haya marcado —Nancy está literalmente riendo mientras la marca rojiza pasa a un color morado, duele sí. Pero, duele más el que Billy lo haya dejado en la noche sólo.

—No tengo idea, —bufa Steve.

La clientela de la tienda es casi nula a excepción de la entrada que menos (desea que este) quiere, Billy entra con Lora, la ropa de Billy es de la noche anterior y el ambiente entre los dos jóvenes es de risas y sonrisas bobas. El cuerpo de Billy se ve sudorosa junto a rasgando el pecho de él.

Steve siente algo acumularse dentro de su garganta, pasa saliva y esta no se va.
Nancy le mira cuidadosamente, Jonathan entorna los ojos blancos, Billy se pavonea con Lora mientras le guiña un ojo a Steve.

—Idiota —susurra—y no quiero nada para mi cumpleaños, estoy harto.

—Lo siento lindo —dice Billy descaradamente enseñando los rasguños en su cuello, tuvo sexo piensa Steve con molestia— pero ni Nancy, ni Jonathan ni yo dejaremos que pases sólo tu cumpleaños.

—Junto a tu novia.

Lora está buscando cervezas, Billy le mira divertido y Steve los odia más de lo que les odiaba a Nancy ya Jonathan (incluso más).

—Ella no es mi novia.

—Tu amiga.

Dice con sorna Steve.

—No es mi amiga, tú eres mi amigo.

Y algo dentro de su estomago crece cuando lo dice con ese brillo con el que lo mira solamente a él.

Algo así como mariposas.

—Espero no la hayas mordido.

—No sabía que eras celoso, princesa.

—Idiota.

—Lindo.

Nancy ríe y Jonathan no puede creer que Steve no se percate que gusta de Billy.

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