⤹ · .˚🌑 ⋆。˚ 02. ❛ 𝗥𝗁𝖺𝖾𝗇𝗒𝗋𝖺, 𝗆𝗒 𝗌𝗂𝗌𝗍𝖾𝗋... ❜

ii. RHAENYRA, MI HERMANA... 🌜


𝖢ada onomástico de la dulce princesa pasaba sin más, solo era un sombrío recordatorio de la Reina Aemma para el Rey Viserys. Aunque quisiera a su hija jamás tuvo el amor como el que le tenía a la heredera.

Rhaenyra, su hermana mayor, en casa cumpleaños le regalaba un pastel de limón con frases graciosas, cada cumpleaños que pasaba Jace y Luke lo celebraban junto a ella tan pronto nacieron, a pesar de las miradas imprudentes de los niños hacia la apariencia de su tía Naerys, principalmente sus ojos carecientes de iris, Nyra los enseñó que ellos jamás podían juzgar a alguien por su apariencia física, siempre en su corazón.

Las divagaciones de Naerys crecían con el tiempo, las visiones y las misiones que le daba la Diosa Luna, algo que jamás pudo entender. Tienes que conectar con los muertos, tu y la muerte son una sola, eso evocaba su segundo nombre "Nekravia".

Nekravia era un nombre envuelto en misterio y singularidad. Su etimología, derivada de "Nekros", que significa muerte, "esposa de la muerte" que evoca la idea de volar y libertad, sugería una entidad capaz de moverse entre los vivos y los muertos. Era como si Nekravia tuviera la habilidad de guiar a aquellos que necesitaban cruzar al otro lado, actuando como una amiga eterna en los momentos más oscuros. Su esencia reflejaba la conexión intrínseca entre la vida y la muerte, lo que la hacía aún más fascinante. La luna le contó todo eso en uno de sus sueños.

A parte de Nyra, la diosa siempre cuido de ella, aunque fuera dura y cruel muchas veces, siempre le dió manto y amor. Exigió por años que empezara a practicar su nigromancia, algo que estaba prohibido en King's Landing, solo podían practicarlo los Septones y ya casi no se usaba, no era nada esencial en su materia.

Empezó por pequeños encargos, una mujer más alta que ella siempre la acompañaba, aunque Naerys no lo tuviera seguro, por miedo a preguntar. Siempre supo que era la deidad quien la acompañaba. En cada encargo le pagaban monedas de oro, cosa que aceptaba porque se vería sospechoso.

Con el tiempo, Naerys comenzó a aceptar su destino como Nekravia. Cada encargo que cumplía se convertía en una forma de entender su poder y su propósito. La mujer que la acompañaba, siempre en las sombras, parecía ser un reflejo de su propia lucha interna: una guía silenciosa que la empujaba a descubrir lo que realmente era.

Cada noche, bajo la luz plateada de la luna, Naerys se sumergía en rituales secretos, invocando a los espíritus que habían cruzado al otro lado. Hablaba con ellos, les ofrecía consuelo y les ayudaba a encontrar paz. Era un don que había heredado, aunque nunca había querido aceptarlo. Sin embargo, se daba cuenta de que cada encuentro la acercaba más a su verdadera esencia.

Los murmullos en el palacio comenzaron a crecer. Algunos nobles comenzaron a notar cambios en ella: miradas más profundas, una serenidad inquietante que la rodeaba. Sus ojos, aunque carecían de iris, parecían brillar con un conocimiento antiguo. Rhaenyra, siempre atenta a las señales del mundo mágico, comenzó a preocuparse por su hermana.

── Naerys ── le dijo un día mientras estaban solas en los jardines ── he notado que has estado distante. ¿Te sucede algo?

Naerys dudó al principio, pero decidió abrirse a su hermana.

── He estado practicando... cosas que no debería ── confesó, sintiendo el peso de sus palabras.

Rhaenyra frunció el ceño, preocupada pero también intrigada.

── ¿Oniromancia? ── preguntó con voz suave. Sin mirarla la joven se hundió en la piedra detrás de ella, mordiendo sus labios negó nerviosamente ── Oh... Nigromancia... Es peligroso. La gente no entiende lo que significa realmente.

── Lo sé ── Respondió Naerys, subiendo lentamente la mirada, los ojos blancos de Naerys observaron a Rhaenyra, que parecía sin miedo, jamás pareció molestarla ── Hay algo mas fuerte que me llama a esto, mi siquiera me gusta. Siempre estoy cansada, pero es inevitable

Rhaenyra tomó las manos de Naerys entre las suyas. Agachándose a su lado, cuidando su barriga de embarazada para lo que sería un futuro Príncipe Joffrey.

── Escucha, hermana. Te amo y siempre estaré aquí para ti. Pero debes tener cuidado; el camino de la muerte es oscuro y puede llevarte a lugares donde no querrías estar.

Naerys asintió, sintiendo el amor incondicional de su hermana envolverla como un abrigo cálido en una noche fría. Rhaenyra sonrió y le acaricio el cabello dulcemente.

── Deberías entrar, tus ojos son débiles ante el sol ── La adolescente asintió y se levantó del suelo antes de ayudar a su embarazada hermana.

Una brisa chocó repentinamente su rostro, el ruido ensordecedor llenaba el aire, sus ojos se abrieron lentamente, el cielo nublado con predicción de lluvia seguía ahí. Rhaenyra había desaparecido, por un momento se permitió soñar con esos viejos momentos, antes de que Rhaenyra pensara que ella era una traicionera. Su pequeña y dulce hermana traicionandola cruelmente y dejando a su hermana sola, sin volar en su dragón hacia Dragonstone.

Luego de la lucha por la legitimidad de los hijos de Rhaenyra, el encuentro de ambas hermanas y la muerte del rey, todo habia pasado rápido. Ella quiso escapar, de verdad quiso, pensó en su hermana cuando la deidad dijo que su parto estaba complicandose y después que su hija había muerto. Pero los verdes no se lo permitieron, al igual que la Diosa Luna, ella tenia que hablar con Viserys antes de que su alma pasará a otro plano astral. Hablar con Viserys resolvería todas las dudas, su padre muerto resolverá todo, hipotéticamente.

Un gran dragón sobrevoló casi todo el palacio haciendo una gran sombra, Vhagar y Aemond acababan de llegar, un suspiro pesado salió de los labios de la mujer. A pesar de ser primavera, las flores parecían marchitas, los colores apagados, Pero cada vez que Aemond volvía el palacio se volvía más pesado. Un presentimiento se instalo en el pecho de Naerys.

Se levantó del suelo y camino hasta las grandes puertas del castillo, su vestido color negro parecía resaltar entre las cortinas de todos los tonos de verde, lo más rápido que pudo caminó hasta la puerta de la entrada luego de dejar al dragón, su hermano menor apareció con esa sonrisa malévola, algunos guardias detrás de él mientras hablaba con suficiencia.

Su mirada se posó en su hermana mayor, que aunque tenía una apariencia extraña, siempre había sido una de sus debilidades, irónicamente para su madre, que moría de la rabia cada vez que la elegía ella. Los ojos muertos de Naerys analizaron con cansancio a Aemond que se acercó apretando el mango de su espada.

── Hermana ── El principe apretó sus labios, con su único ojo observando a la mayor.

── ¿Ahora que has hecho, Aemond? ── Desde el homicidio de Lucerys, Naerys se volvió seca con su hermano, mirándolo siempre con indiferencia

── ¿Por qué crees que he hecho algo malo? ── Murmuró soltando un suspiro resignado. Ella negó.

── Porque no confío en tí, ahora responde mi pregunta ¿Que hiciste?

Él soltó una risa burlona ── He cerrado algunos tratos y terminé mi acuerdo con Lord Borros, me casaré con una de sus hijas.

Naerys miró por la ventana del castillo, pensando en la traición de Aemond. Su corazón se llenó de dolor al recordar a Lucerys, su sobrino querido, cuya vida fue arrebatada en un instante. La usurpación del trono por parte de Aegon había dejado una herida profunda en su familia; Rhaenyra, como legítima heredera, había sido despojada de su derecho solo por ser mujer.

── No puedo creer que mi propio hermano haya hecho esto ── murmuró Naerys para sí misma, apretando los puños. ── La ambición lo ha cegado.

Aemond había cruzado una línea que no se podía deshacer. Las palabras de su hermano resonaban en su mente: "La lealtad y la traición son dos caras de la misma moneda". Pero Naerys sabía que no podía permitir que esa visión distorsionada definiera su propio camino. Aunque la cara de Aemond se contrajo por un segundo z la ignoro caminando hacia en frente, esperando una reacción diferente, siempre había sabía que ella era de su tío Gwayne, pero no evitaba que sus sentimientos siempre salieran.

Decidida a actuar, comenzó a trazar un plan. Sabía que Rhaenyra necesitaría apoyo para recuperar lo que le pertenecía. La lucha por el trono Targaryen no solo era una batalla física; era una lucha por el legado y la justicia.

── Debo encontrar a Rhaenyra ── se dijo a sí misma. ── Juntas podemos enfrentar esta oscuridad.

Con cada paso que daba hacia la sala del trono, sentía cómo crecía su determinación. Las llamas del dragón ardían en su interior, y sabía que sería una fuerza a tener en cuenta.

Ella tenía que escapar, pero sería un gran problema por todos los guardias, tendría que dejar atrás a Helaena y sus pequeños hijos, la única inocente en esa situación. Una pobre alma perdida y atrapada en sus visiones. Solo con pasar por en frente de la sala del trono le decepcionaba, Aegon bebiendo como si no hubiera un mañana mientras que el pueblo hervía en la miseria, víctimas de las acciones de los Targaryen.

Empezó a caminar hacia su habitación, oscura como siempre, con ese olor a incienso y rosas. Las criadas salieron tan pronto como ella entró, ella camino lentamente hacia su cama apretando sus labios, tratando de buscar una solución hacia todo este problema, en el que ella también estaba involucrada.

Mientras la luz de la luna se filtraba a través de la ventana, la habitación comenzó a llenarse de un resplandor plateado. En ese instante, Luzia, la diosa luna, emergió de las sombras, su presencia etérea iluminando el espacio con una calma reconfortante. Su voz suave resonó en la mente de la joven, como un susurro en medio del caos.

── No temas, hija de la noche ── dijo Luzia ──. Tu valentía es el faro que guiará a otros. La oscuridad puede ser abrumadora, pero hay poder en la unidad y en el amor.

La joven sintió una oleada de energía y claridad al escuchar las palabras de Luna. En ese momento, se dio cuenta de que no podía enfrentar sola esta batalla. Necesitaba formar alianzas, no solo con Rhaenyra, sino también con aquellos que compartían su deseo de justicia.

Con renovada determinación, comenzó a trazar su plan. Primero, buscaría a los nobles que aún eran leales a Rhaenyra y convencerlos de unirse a su causa. Había escuchado rumores sobre un antiguo artefacto que podía invocar el poder del dragón y que estaba escondido en las catacumbas del castillo. Si lograba encontrarlo y usarlo para fortalecer a Rhaenyra, podría cambiar el rumbo de la guerra.

── Debo encontrar ese artefacto ── pensó ──. Con eso y el apoyo de los nobles, podremos desafiar a Aegon y reclamar lo que es justo.

La deidad sonrió desde su lugar celestial antes de desvanecerse lentamente en la luz de la luna. La joven se sintió llena de esperanza y propósito. Sabía que el camino sería peligroso y lleno de traiciones, pero con cada paso que daba hacia su destino, sentía cómo crecía su conexión con la diosa lunar.

Finalmente, antes de salir de su habitación para llevar a cabo su plan, miró por última vez hacia el reflejo plateado en el cristal. Su rostro mostraba una mezcla de determinación y vulnerabilidad.

── No estoy sola ── murmuró para sí misma ──. La luna siempre me guiará.

Naerys se encontraba en la biblioteca del palacio, rodeada de antiguos tomos que contenían secretos olvidados. Su mente estaba llena de estrategias y planes para el futuro, pero sabía que necesitaría más que solo inteligencia para llevar a cabo su misión. Decidió que debía actuar en secreto, buscando fortalecer su posición.

Mientras revisaba un libro sobre los antiguos pactos de sangre de su familia, encontró un ritual que podría ayudarla a consolidar su poder. Sin pensarlo dos veces, se dispuso a llevarlo a cabo esa misma noche. La atmósfera del palacio era silenciosa, casi mágica.

En un rincón apartado de la biblioteca, encendió velas y dispuso flores marchitas como símbolo de lo que estaba dispuesta a dejar atrás por el bien común. Recitó las palabras ancestrales con determinación, sintiendo cómo la energía a su alrededor comenzaba a cambiar.

De repente, una sombra se proyectó en la pared. Naerys se detuvo un momento, sintiendo una mezcla de miedo y curiosidad. Sin embargo, no podía permitir que nada ni nadie interrumpiera su ritual. Siguió adelante con su invocación, sintiendo cómo una fuerza poderosa comenzaba a fluir dentro de ella.

Al finalizar el ritual, Naerys se sintió renovada y más fuerte. Sabía que había tomado un paso importante hacia la consolidación de su poder y estaba lista para enfrentar cualquier desafío que se presentara en el camino.

Con una sonrisa decidida en el rostro, salió de la biblioteca. El futuro estaba lleno de posibilidades y ella estaba lista para aprovecharlas al máximo. Sin saber que algo sin precedentes sd acercaba.



























HOLAA, SEGUNDO CAPP. Si les gusta votan, que me estoy esforzando actualizando a la 1 am. Tengo clases JAJJAJAJA.

Comenten, los quiero, byee

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