Especial de Chris {Washington D.C.}
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— Ojalá volviera a cuando no podía sentir nada —
Christine se despierta poco a poco, buscando la compañía con la que había dormido, se incorpora, notando que se encontraba en su cama y el Capitán América ya no estaba por la habitación, sonríe un poco y va a levantarse, para darse cuenta de que la muleta seguiría tirada en el suelo al pie de las escaleras, donde la dejó el día anterior, resopló. Bajó suavemente de la cama, se vistió, con cuidado de no tocar mucho las vendas, pues antes llevaba un pijama, y comenzó a andar lentamente apoyándose en las cosas hasta la cocina.
— Si es que ya me vale — dice divertida, tomando su muleta al final de las escaleras.
De la cocina salía un ligero bullicio, con voces entremezcladas y choque de sartenes, a la vez que se oía uno que otro chirrido de aceite. Chris se movió hasta allí con cuidado, viendo a la familia completa de Edwards y los dos Vengadores. Se fijó en todos, notandolos somnolientos, a excepción de Steve y Manhattan, que conversaban animadamente sobre algo de Frank Sinatra mientras cocinaban algo que no identificó.
Se mordió ligeramente el labio al ver al Capitán y sus mejillas se sonrojaron. Giró su cabeza, buscando a Brooklyn para sentarse a su lado — Buenos días a todos — saludó.
Michelle y Natasha soltaron murmullos somnolientos que parecieron ser correspondencia del saludo, Chris decidió que así era cuando vio su pobre intento de saludo con la mano. Manhattan la saludó, bastante animada mientras revolvía frescas verduras en un tazón. Steve le dedicó una sonrisa tímida desde su propio sitio en la cocina, ayudando a Manhattan con el desayuno como el caballero que era. Ezio, Remy y Brooklyn hicieron exactamente lo mismo con una sincronía sorprendente; estrujarse un ojo, bostezar y sacudir la mano para luego dejarla caer sobre la mesa y luego estrellar la frente en la mesa. Literalmente, los tres al mismo tiempo, como si lo hubiesen ensayado anteriormente. A una pequeña excepción de Brooklyn, que no "recostó" la cabeza en la mesa después.
Letchs rió por la sincronía exhibida, entre sorprendida y agraciada.
—¿Eres vegana, cariño? —preguntó Manhattan sin observarla al estar más concentrada polvoreando con orégano una pechuga frita ya servida en un plato.
—No, no se preocupe —Chris le sonríe, sentándose en el taburete vacío al lado de Brooklyn, dejándola un beso en la cabeza u revolviéndole el largo y enredado pelo en el proceso— ¿Quiere que la ayude?
—No te preocupes, querida —Manhattan palmeó sus manos con ligereza, buscando quitarse el orégano que se había quedado en estas— Ya casi terminamos —la miró con ojos encantados— aunque gracias por la ayuda —mira a Steve— A ambos —él le sonríe tímido— Al menos ustedes son conscientes. —Manhattan mira mal a Remy y a Brooklyn. El primero parecía dormido y la segunda poseída por su dibujo.
Chris ríe.
—La verdad son bastante parecidos —comenta, recordando la sincronía que mostraron— Y no hay de qué, debería darle yo las gracias a usted por acogerme temporalmente aquí —Su sonrisa se ensancha, con un especial brillo en los ojos. Hacía muchísimo tiempo que no desayunaba con tanta gente a su alrededor, en un especie de ambiente familiar. Observó el pequeño sonrojo del Capitán por el agradecimiento de la mujer con interés.
—Nada de eso. Todos los amigos de Brooklyn son nuestros amigos —asintió Manhattan, decidida.
Luego cogió dos platos y colocó uno frente a Chris y otro a Natasha, dejando una considerable pechuga frita humeante frente a ellas, con algunos vegetales rodeando. Steve le dejó uno a Remy y a Brooklyn, y se detuvo a observar el peculiar dibujo que ella observaba con fijeza.
—¿Y eso? —Steve miró de reojo a Brooklyn.
—Un dibujo.
—¿Lo has hecho tú?
—No, lo hizo Ezio. —Brooklyn suspiró al captar que Steve no comprendió el sarcasmo— Si, Rogers, lo hice yo.
—Está...
—¿Diabólico? ¿Terrorífico? ¿Intimidante? ¿Digno de una pesadilla retorcida o un futuro apocalíptico donde reinan las máquinas? —.
—... Bien elaborado, dibujado, rellenado a color, y otorgado fielmente al realismo por muy de ciencia ficción que se observe. —Steve alza las cejas por las opciones que la prodigio le había dado, algo incrédulo a lo que escuchó, aunque ella no estaba del todo equivocada a como se percibía. Sin embargo, era un dibujo admirable, fascinante, divino, encantador.
—¿Gracias...?
Steve le dedicó una sonrisa a medias y siguió con su camino, entregando platos. Al pasar al lado de Chris se sonrojó levemente, recordando que habían dormido juntos, y por el impulso que tuvo de ir a dejar un beso sobre su mejilla como hacían las parejas de la televisión. Había una parte de sí mismo que gritaba, indignado por su atrevimiento de dormir en la misma cama que una mujer a la que no le había brindado los respectivos votos o cortejos, pero otra vez, no podía evitar rememorar lo bien que encajaron sus dedos cuando él había entrelazado sus manos para hacerla sentir segura. O como se sentían las respiraciones de Chris contra su pecho y cuello.
La hacker de rizos pareció percibir lo que él recordaba, por lo que le guiñó un ojo con picardía. Steve se cohibió y desvió la mirada a su propio desayuno, pero Chris avistó que pinchaba los tomates con una sonrisita pequeña y tierna. Ella misma sonrió, tomando un poco de su desayuno, lento por si acaso, y cuando se percató del ensimismamiento de su mejor amiga, la movió con violencia para despertarla de su sueños, imaginaciones o lo que sea que la tuviese tan atrapada en sí misma.
—¡Wey está temblando la...! —Brooklyn se sobresalta, parpadeando rápido, causando que los trastes vibren al incorporarse de golpe. Remy es el primero en soltar una larga carcajada, sin olvidarse de comentarios burlones, y los siguientes son sus sobrinos. Brooklyn enrojece, sintiendo un hormigueo en la nariz, típico de cuando llorarás, pero las lágrimas nunca aparecen— Gracias, Chris —gruñó, sarcástica.
La de rizos también soltó una carcajada.
—No haberte dormido en la mesa —se justificó, luego puso su atención en Ezio, que las observaba divertido— Anda, agradece a tu madre por la comida, y desayuna —.
—Ni hibirti dirmidi in li misi —se mofa la pelinegro, poniendo una mueca odiosa al imitarla.
Ezio soltó una risita, luego pegó un sobresalto, como entrando en lucidez, y soltó sus cubiertos de golpe —¡Tenemos que orar!
El pequeño de apresura a coger las manos de su hermana y padre, que es entre quién está sentado. Michelle jadea cansada pero le sigue la corriente, cogiendo la mano de Natasha. Natasha agarra a Manhattan, Manhattan a Steve, Steve a Chris, Chris a Brooklyn y finalmente Brooklyn a Remy, no sin antes bufar.
—Señor Diosito —inició el Ezio, con tono solemne. Los Edwards repitieron con tono aburrido, excepto Manhattan, que parecía siempre estar energética—. Gracias por los ricos alimentos, por la buena compañía y la paz en éste día.
—¿Se imaginan que entre la policía de golpe ahora? —Brooklyn suelta una risita, agraciada con la propia escena que se había inventado en la cabeza.
—Silencio, Bryse. —gruñe Manhattan con aspereza. Bajo los párpados, Brooklyn rueda los ojos. Por otro lado, Chris tenía una pequeña sonrisa, con las imagen de su mano entrelazada con la del Capitán para la oración en la cabeza.
—Que nuestros objetivos sean realizados con éxito —prosiguió— Y que mi papá comprenda que ya soy apto para tener un perrito. —hunde las cejas.
—¿Espera qué? —ríe Letchs, al semi-repetir, pues las había dejado incompletas, las últimas palabras del pequeño inconscientemente. Brooklyn se río fuerte. Steve había repetido las últimas palabras sin querer.
—Lo eres, hasta que el perrito se caga en la alfombra —bufa Remy, Manhattan lo manda a callar.
—Sigan embobados en sus manitas unidas —se burló la prodigio por lo bajo, prácticamente susurrándole a Chris, pues no deseaba exponerlos ante todos... Aún.
—En el nombre de Jesús, amén —Concluye el pequeño, abriendo los ojos e ignorando las palabras de su padre.
Todos abren sus ojos y sueltan sus manos, excepto Steve, que agarra la de Chris con firmeza y simplemente las oculta bajo la mesa, con una expresión serena, como si no hiciese absolutamente nada comprometedor. Christine le da un codazo a Brooklyn al escuchar su murmullo, y se sonroja ante la acción del rubio, volviendo la vista a su plato.
—¡Deja de pegarme! —exclama a susurros la azabache, mirándola ceñuda.
—Pues no digas tonterías —refunfuña, acariciando suavemente la mano de Steve.
—¿En serio lo son? —Brooklyn mira debajo de la mesa, sarcástica, comprobando su ironía— Remy ¿qué pasó con tú amigo?
Chris está apunto de soltar su mano de la de Rogers por vergüenza, pero él la mantiene ahí, junto a la suya y espera a que Remy responda dándole una mala mirada a Brook.
—Ah, sí —Remy cortó un trozo de carne. La noche anterior, luego de haber discutido "un poco", habían acordado de que el LeBeau se contactaría con alguien de la mafia en Nueva Orleans, el próximo destino de los fugitivos. Pues Remy tenía varias amistades en esos mundos por su tiempo con los LeBeau, que no, no era su apellido biológico, que fueron líderes de la mafia mutante-no mutante en Nueva Orleans en sus tiempos—; Aceptó recibirlos a las afueras de Nueva Orleans, para que no sean vistos por ningún mal ojo. —los señala con su tenedor— Deben irse pronto, y en extrema discreción. Nada de helicópteros metralletas, o un escuadrón de SHIELD disparándole al monumento de Lincoln —dibuja una línea recta en el aire con su palma— O los matarán a todos. —encoge los hombros— Tal vez antes los torturen —sonríe cínico, y se lleva el trozo de pollo a la boca.
—Que aliviador —susurra la prodigio sarcástica.
—¿Y tú quieres que me quedé detrás de la pantalla sabiendo esto? —Chris miró a Brooklyn con los ojos como platos, apretando la mano de Rogers.
—Tú sabes bien la reputación de cada uno. ¿Realmente crees que una banda de... —mira a los niños—... estúpidos, podrán localizarnos? La mayoría aquí alguna vez fue espía, un poco más de confianza ¿no? —Brooklyn hunde las cejas.
—Y tú sigues herida —Steve tomó la palabra, su voz sonando con la típica autoridad—, no hay mucho que puedas hacer por nosotros y la causa por el momento, Chris. —la mira comprensivo. Entendía su necesidad por ayudar aunque la creyeran incapaz, ¡el mismo se había sentido así en su momento! Pero esa vez no podía ceder, la probabilidad de que Chris muriera si iba con ellos era casi sin duda, sin titubeos o réplicas. Rogers no iba a provocar a la suerte, la última vez que lo hizo se llevó un balazo en el hombro que aún duele.
—Ya lo sé, y tenéis razón pero... —soltó un suspiro de decepción— Me frustra no poder hacer más, al menos, que digitalmente.
—Lo dices como si hacer logística fuera algo sin una mínima de importancia —murmuró Natasha, tragándose un trozo de ají morrón con elegancia— Ya eres bastante útil, Lechts. No te acomplejes.
—Es que lo es —replica Christine. Para ella, hacer logística en aquello era como llevar una flauta a un tiroteo. Además, ¿acababa de llamarle útil? Pero si el día anterior era distinto para la pelirroja— Ah, ¿Ya no soy una carga? — devolvió, no se imaginaba jamás compartir mesa con alguien como ella.
—Mientras te mantengas lejos de nosotros y del fuego —encoge los hombros— no eres una carga, Lechts.
La de ojos avellana resopló, el fuego en su cabeza tenía un significado horriblemente distinto a la definición de las balas que había dado la pelirroja, uno que poblaba algunas de sus pesadillas, con ira contenida, a la vez que jugaba con el cuchillo que usaba para la carne, clavándolo suavemente en la mesa con su mano libre, aunque le gustaría más si estuviera en la anatomía de Romanoff, específicamente en su garganta.
—Lo tomaré en cuenta —respondió impotente, mirándola con el ceño fruncido.
—¿Le ha dicho una hora exacta? —Steve miró a Remy, apretando la mano de Chris para que se calmase. Él conocía los jueguitos de Natasha y por eso no le importaban, pero sabía que Chris podía ser otra historia porque no estaba familiarizada con la obsesión del “Gato y el Ratón” a la que a Natasha le gustaba someter a la gente.
—De preferencia antes de las dos de la tarde —Remy asiente— Mañana un miembro del El Círculo organizará un evento enorme y si es que se quieren infiltrar será mejor que vayan con tiempo para informarse y equiparse —.
Brooklyn perdió la mirada en su plato, como si la mención de El Círculo desbloqueara algo en ella, una nueva habilidad que debía reclamar y sería útil en el juego al subir de nivel.
—¿Antes de las dos? —observa Chris, ya más relajada por las suaves caricias de Rogers, mirando momentáneamente su reloj y apoya su mano en el hombro de Brooklyn para que regresase de su trance.
—Eso dije —Remy levanta las cejas.
—Tenemos que irnos ahora —Brooklyn parpadea y deja los cubiertos sobre la mesa. La cerámica de los trastes nuevamente vibra cuando ella se incorpora de su asiento—. Las fiestas de Los Mescherano empiezan temprano y son ostentosas. Si queremos siquiera ser considerados entre la gente hay que conseguir un tremendo cochazo, del año, si es posible.
—En eso sí puedo ayudar —Chris sonríe, sintiéndose útil, e intentando ignorar que se irían en menos de 30 minutos y la dejarían allí— Robaba coches de lujo antes de ir al... —Para al ver que todos la miran sorprendidos—... Mmm —soltó incómoda— todos tenemos un pasado, ¿no? —.
[...]
Steve parpadeó, confundido y algo enfadado con las sentencias de Brooklyn. También frustrado, detestaba que aquella muchacha todo el tiempo le llevase la contraria y se negara a decirle lo que sabía respecto a los temas de El Círculo. Lo veía, el pequeño momento de agrado que habían vivido en el Restaurante se había esfumado, llevándose consigo toda simpatía que pudiese sentir la de ojos de distinto color para con él.
Sacudió la cabeza, resignándose por el momento a la situación, y terminó de salir del baño, caminando hacia dónde había visto a Chris la última vez para despedirse. Sería un viaje largo sin la morocha, teniendo que soportar las miradas afiladas entre Edwards y Romanoff y el tenso silencio de la expectativa.
La chica estaba en su cuarto con la puerta cerrada, más bien el cuarto de Brooklyn, tumbada bocarriba en su cama. Se había quitado el colgante de su cuello y jugaba con él frente a sus ojos, no se sentía capaz de despedirse de ellos sabiendo que podría perderlos a los dos, no tras volver a recuperar a Brook y esa noche con Rogers, que como se descuidaran se escondería en el maletero e iría con ellos.
Se imaginaba a la rusa todo el rato volviendo a los dos días de partir contando que estaban muertos, no le gustaba ni un pelo todo aquello, y menos ser tan inútil, cómo querían siquiera que fuera de logística si no tenía su ordenador.
Tomó el bonito diamante, aquel que había visto oscuro y desgastado en su sueño, que llevaba al cuello y lo arrojó contra la pared, arrepintiéndose al instante, frustrada.
Unos suaves toques la distrajeron de su pequeña miseria. Eran golpes tranquilos, como si apenas emplearan fuerza al chocar los nudillos —¿Se puede? —dijo la voz de Steve al otro lado, dudoso.
Chris suspiró, no quería dejarle entrar, no sabía si saldría tan bien parada de esa conversación como ayer, se deslizó por un lado de la cama y con cuidado recogió la cadena plata, tomándola delicadamente en sus manos.
— Si — susurró, aunque lo suficiente alto para que la escuchara.
Steve abrió la puerta con lentitud, siendo una costumbre vieja que tenía de sus tiempos, y luego asomó la cabeza, topándose con Chris en el suelo mirando su colgante, pensativa. Suspiró, contrariado, y entró con cautela al cuarto, manteniendo un aura serena. Alzó con suavidad a Chris, tomándola de la cintura hasta dejarla sentada en la cama, e hizo que lo viese a los ojos.
—¿Estás bien? — ambos sabían que el gran Capitán América no se refería únicamente a la integridad física.
— No quiero que os pase nada — se sinceró, mirando sus ojos azules, para segundos más tarde bajar su mirada al colgante, aliviada de que el diamante fuera el mineral más fuerte y no se hubiera roto, aunque parcialmente lo hacía para evitar esos iris añiles que sentía que si le pedían cualquier cosa, lo haría.
—Vamos, llevo años dedicándome a esto, más confianza —bromeó Steve, soltando una breve risa nasal—. Yo cuidaré a Brooklyn aunque se vuelva un pequeño dolor de cabeza, lo prometo. Regresaremos a salvo —.
Sus cejas se fruncen un poco y con valentía sube su cara a mirarle — confío en tí, pero hay cosas contra las que ninguno de los dos puede, y El Círculo es demasiado peligroso — muerde su labio, intentando no dejarse llevar por sus malos pensamientos — No quiero perder a nadie más —rememora de ayer.
—Y no lo harás —le sonríe y aprieta el hombro— Además, sabrás cada uno de nuestros pasos. Tú decides a dónde vamos, que pisamos, si morimos será tú culpa —se queda un rato en silencio— Eso sonó terriblemente mal —gruñe para sí mismo
— Si — corroboró la chica, soltando una pequeña carcajada — terriblemente mal —.
—Soy pésimo para esto, perdón — sus ojos daban solos las disculpas.
— Eres una ternura Steve — sonríe la de rizos, dejando un beso en la mejilla de él — Me has hecho reír, eso es lo importante. Y prometo protegeros haciendo que piseis suelo seguro todo el rato, tú prométeme que tendréis cuidado — acaricia la nuca del rubio, peinándolo.
—Lo prometo —sonrió, ahogando el suspiro que le quiere salir por las caricias de Chris.
—¡Chris no me creas si no quieres pero acabo de ver a...! —Brooklyn se detiene de golpe en el umbral de la puerta— ¡Oh, mierda! ¡No me digan que los interrumpí otra vez! —da media vuelta y golpea la pared con su palma— ¡Maldita sea!
— Si — admitió Chris, refunfuñando — Lo jodiste.
—Lo siento, lo siento —Brooklyn sonríe apenada—, yo me voy y ustedes…
—No es necesario que te vayas —Interrumpe Steve, siendo algo brusco. Brooklyn se guardó la sonrisa sarcástica— Estamos cortos de tiempo, tenemos que irnos —Steve titubea, suspira, y se limita a apretarle otra vez el hombro— Hasta luego, Chris.
— Espera, tonto — Christine le sonríe, indignada de que no le devolviera siquiera un mísero beso en la mejilla y su despedida fuera una cutre presión en el hombro.
Tomó la cadena con el diamante y la enganchó alrededor del cuello del rubio, observándolo.
— Es de mi anillo de compromiso, solo un préstamo, ¿tienes que devolvermelo vale? — le susurra cerca de su cara, mirando sus iris, sintiendo próximos sus labios.
—Curiosa forma de encadenarme a volver —expuso sus planes, sonriendo con picardía.
— Así me aseguro de que cumplas tu promesa — respondió bajo, cerrando sus ojos y dejando un beso algo largo en su mejilla, esperando que él hiciera lo mismo al separarse.
Steve sonrió, cerrando los ojos, y cuando Chris se alejó él dejó un casto beso en su nariz que prometía más, luego finalmente se apartó y al pasar al lado de una confundida y sorprendida Edwards le palmeó el hombro.
— No te tardes —.
—Oh, jódete. —gruñó, mirándolo por encima de su hombro. Steve soltó una risilla.
— ¿Qué te pasa con Rogers? — se burla Christine sonriente.
—Me toca los cojones que no tengo todo el tiempo —explicó adentrándose al cuarto—. ¿Qué te pasa con Rogers? —repitió, con sonrisa irónica.
— Oh, vamos tampoco es tan malo — intenta no sonreír más — y pues no sé — suspira romántica — nos llevamos bien.
Brooklyn la cogió del cuello y la puso contra la cama. Cuando Chris estuvo en una pose beneficiadora Brooklyn se sentó a medias sobre ella y ejerció una presión juguetona en su cuello.
—¡Yo te mato ahora mismo! —exclamó, alzando las cejas— ¡Estuvieron apunto de besarse, vete a tú saber si no lo hicieron sin que yo pudiera ver, en mi cara! ¡¿Y me saltas con él “nos llevamos bien”?! ¡Se llevan bien mis cojones! ¡Y mis ovarios también! —.
— Joder Brook dilo más alto que creo que no te han escuchado en Australia — replicó ante la exagerada acción de su amiga, con las mejillas realmente coloradas.
—¿Quieres que lo grite? ¿Realmente lo quieres? —alza la cabeza, mirando el techo— ¡Que alguien me jodidamente explique porque Christine Lechts estaba en una cama con Stev…!
Chris hace fuerza y tumba a Brook en la cama, tapándole la boca en el proceso con las pupilas dilatadas — Uno, eres una puta exagerada, no quiero que nadie se entere, y dos, es Letchs, que todos lo decís cómo el culo y no es tan difícil de pronunciar bien — replica, mirando a la azabache.
Brooklyn hundió las cejas, balbuceando una oración inteligible para la contraria, pues seguía cubriéndole la boca, mientras la miraba incrédula, con las cejas hundidas.
— ¿Qué? — frunció el ceño y destapó la boca de Brooklyn.
— Que eso no se lo reclamas a Steve, desgraciada. —sonríe y aprovecha el estupor de Chris para cambiar posiciones— Anoche tuve un sueño.
La de rizos responde a su oración con una mala mirada de burla y dse centra en lo último que dice Brooklyn. La aparta y hace que se siente delante suya en la cama, para no hacer más daño involuntariamente a su herida — ¿Que pasaba? —.
Brooklyn se recuesta, quedándose con la mirada fija en el techo, recordando aquellas noches del reformatorio —Tenía todo lo que quería —sonríe de lado— No es como tú crees. Y si soy sincera, pudo haber sido pesadilla.
— ¿Por qué? — pregunta.
—Porque no era feliz. Es extraño ¿sabes? Había conseguido por todo lo que lucho ahora. O luchaba antes de este embrollo. Y sin embargo todo era tan... Falso, se sentía tan mal y plástico. —hunde las cejas— No se sentía como un buen sueño.
— A lo mejor, es porque eso por lo que luchabas, no era realmente lo que te haría feliz — Chris hace una mueca — a veces luchamos por cosas que luego nos dejan de importar, y nuestra felicidad cambia a otro camino — responde.
—Moría al final —contó, con ojos perdidos— Yo misma me pegaba un tiro. Sin embargo no dejaba de ver, así que observé como la bala me atravesaba y seguía con una sonrisa —hunde las cejas.
— ¿Qué? — se asustó Christine, tomando a la morocha de los hombros — Sabes que eso no es bueno, ¿no? Ni nada sano, mentalmente hablando, verte morir y sonreír... — bien, aquello le estaba dando pánico.
—Relájate LETCHS —recalca con burla— No me siento atraída a la idea de pegarme un tiro... Oh bueno, tal vez sí, sobretodo cuando vi mi maldita cara en la televisión —despotrica en su contra, haciendo graciosas caras de odio.
— Vamos, no hagas bromas ahora — medio sonríe — no quiero que te mueras, ni yo, ni tú en el fondo, así que renombro a ese sueño como pesadilla y deja de pensar en ella, céntrate en cuidarte para la misión — habla.
Brooklyn enfocó sus ojos en ella.
—Que estricta. Ya sabes quién ¡No va a ser —empieza a gritar— la pasiva en la relación con ciert…!
Le tapa la boca con fuerza de nuevo — te acabaré cortando la lengua como sigas hablando de Steve y de mí a un volumen más alto que los susurros — amenazó.
Brooklyn volvió a balbucear, esa vez con ojos llenos de picardía y perversión.
Lentamente, temiendo a los trucos de Brook retiró su mano, esperando sus palabras.
—Que quede en tu consciencia la restricción oral que estarás haciéndole a mi futura pareja —y luego balancea las cejas, con una sonrisa pervertida dándolo todo el sentido sexual a sus palabras.
— Oh, dios Brooklyn — suspira algo asqueada — No me hagas pensar esas cosas — intenta no reír.
—Ay, babosa —rueda los ojos— Como que tú nunca lo has hecho.
— No volvamos a hablar de eso — rió, recordando la cara de Brook pidiendo detalles cuando le confesó que no era virgen en el reformatorio — Fue vergonzoso.
—No lo fue. La actividad sexual es completamente normal. Tal vez por eso Rogers es tan jodidamente frustrante. Han de pesarle las joyas al pobre —.
— ¡Brook! — exclama ante el poco filtro de esta, riendo — ya me ocuparé yo del Capitán — sonrió alzando las cejas.
Brooklyn abrió la boca en su máximo. La mandíbula se le cayó de la sorpresa, sin haber visto ese comentario venir —Se lo diré a Rogers.
— ¡No! — dijo riendo desesperada, con pequeñas punzadas en el estómago — ¡No se lo digas!
Se bajó de la cama y salió corriendo del cuarto, riéndose a carcajada limpia mientras llama al mencionado rubio.
— ¡NO BROOKLYN! — corre tras ella veloz, como si no la hubieran disparado hace dos días, ayudándose de la muleta.
Al fin y al cabo, su integridad como persona educada e inocente estaba en juego por culpa de la morocha.
Ambas entre risas y vergüenza llegaron al living, donde Natasha y Steve agradecían la breve estadía y hospitalidad al matrimonio LeBeau-Edwards. Los cuatro voltearon hacia las dos, confundidos por el alboroto. En cuanto Christine alcanzó a la loca de su amiga, le tapó la boca, la tercera vez en 20 minutos.
—¡Chrms dmams qnsms tmam lmsm chsms! —balbuceaba, ahogada entre la mano de Chris y las risas, roja como las iris de Remy por el agite y demás. Odió en ese momento ser más pequeña y bajita que Chris, pues eso le daba ventaja a la otra para cubrirle la boca.
—¿Qué? —Remy llevó su mano a su oreja y ladeó la cabeza— Tienes un poco de cara en la mano.
— Naaada — dramatizó Chris, poniendo una terrible sonrisa forzada — es que no sabe cuándo NO hay que contar ciertas cosas — recalca, echando una mirada rápida a Rogers, con la que se sonroja de vergüenza — ahora vamos a subir arriba, callada, señorita — amenazó a Brook.
Los ojos de Brooklyn se llenaron de pánico y empezó a forcejear contra Chris como si fuese el Winter Soldier el que la arrastraba lejos.
Rogers arqueó una ceja, agraciado y se acercó a ambas para intervenir. La escena era demasiado linda y divertida para él, pero debían irse. Urgentemente.
— Para estúpida, que me das en la herida ¡Bruta! — exclamó intentando subirla por el primer escalón, parando al ver al Capitán América acercarse.
—¿Cuál es el problema? —levanta las cejas, guardándose la sonrisa para parecer severo.
— Como abra la boca esta señorita, va a arruinar mi existencia contando mentiras —miró a Steve, luchando por contener a la morocha.
Brooklyn balbuceó, haciendo expresiones firmes, como quien defiende su inocencia con montones de pruebas.
—¿Es eso cierto, Edwards? —Steve miró a Brooklyn, entrecerrando los ojos mientras cruzaba los brazos.
Brooklyn hundió las cejas, incrédula, y sus ademanes aumentaron de intensidad. Si, ella estaba ofendida.
— Pero serás mentirosa — habla Chris ante los gestos de Brooklyn — lo hace para putearme, ten amigas para esto — resopló.
Brooklyn rodó los ojos, separó los labios y pasó su lengua por la palma de Chris.
— Ahrg que asco — actuó, limpiando rápidamente la mano en su pantalón, para segundos después darse cuenta de la estrategia de Brook — Mierda —.
—¡Victoria! —alza el puño en una infantil pose heroica— Solo iba a decirle que ya podemos irnos —agarra sus manos tras su espalda y se balancea de sus talones a puntas de los pies— ¿O tienes algo que ocultar, Señorita Golosa?
—¿Golosa? —Steve hunde las cejas ante el término desconocido— ¿Qué es eso?
— Yo te mato — dice Chris gesticulando con las manos como si le estrangulara el cuello — y, no te preocupes por eso son tonterías de desequilibrada, goloso es que te gusta mucho el dulce — explica, intentando salir de esa encrucijada.
Brooklyn apretó los labios, aguantándose como podía la enorme carcajada que le quería salir de lo profundo mientras asentía fervientemente. Dando credibilidad a las palabras de Chris.
—Uhm —Steve hunde las cejas, guardando esa información en su mente— Entiendo. ¿Nos vamos, Edwards? —la mira, y ella asiente. Steve le sonríe a Chris y regresa sobre sus pasos, se despide por última vez y sale de la casa.
Brooklyn mira a Chris e imita su ademán de ahorcar —Otra cosa vas a agarrar así. Y no es exactamente mi cuello, o algo mío —.
— Maldita — le golpea el hombro — sea Brook, no me pongas en tanto compromiso — y deja de ser tan pervertida —.
—Jamás —pone labios de pato y hace un triángulo a medias con sus dedos, al lado de sus ojos— No entiendo como son tan cohibidos. Cuando ocurra el milagro de que consiga pareja haremos de todo —.
— Ay, Brook, no te quiero imaginar haciendo esas cosas — sacudió su cabeza — y, deja de evitar el tema de que os vais.
—¡Wow! ¡Cuánto quieres que me quede! ¡Pero si fuera St…! —
Le da una mirada amenazadora, no, ya estaba harta de tener que taparle la boca.
—Bueno, me callo. —sonríe. Se acerca y le deja un beso fugaz en la mejilla— Te quiero, adiós.
— Te quiero, pero, no, Brook — la toma del brazo y la hace retroceder — Cuídate, que no me enteré yo de que te pasa algo por esa boquita tuya, y no solo de los de El Círculo, también de la rusa — dice, advirtiendola.
—Ya te dije. —le guiña un ojo— Natasha no es una preocupación.
— Si lo es, estuvo en la sala roja, una reproducción anterior y más dura que la habitación rosa, es una asesina Brooklyn — sentía la ira corriendo por sus venas. — No puedes fiarte nada de ella, la he investigado a fondo, desde hace años — declara, intentando mantener la calma.
Brooklyn alza las cejas — Un poco... Obsesionada ¿no? ¿Muy fan de Black Widow? —.
Había cierta ironía en lo último. No, definitivamente Chris no era fan de Black Widow. Brooklyn suponía que tampoco de ella.
— En absoluto — recriminó Chris, demasiado cegada como para notar la ironía — Ella asesinó a mis padres — soltó la bomba, feroz — y la haré pagar por ello, aunque ahora no pueda — sentenció, sus ojos se oscurecieron como lo hacían en el pasado, en una época en la que no estaba Brook en el reformatorio.
—¿Qué...? —soltó Brooklyn, estupefacta— Chris ¿qué carajo acabas de decir? —.
— Te lo dije una vez, yo si quería la verdad, y el rastro de sangre acaba en sus manos — cerró sus puños — esa zorra los asesinó — la miró a los ojos, con esa sombra de demencia en los de la azabache.
—Yo... —Brooklyn traga, sin saber que decir— De... De acuerdo —forzó una sonrisa—
no confiaré en ella. Adiós —.
Brooklyn se marchó veloz, sin despedirse del todo de Remy o Manhattan. Al salir se chocó con Rogers, y en lugar de reclamarle solo lo rodeó y se marchó al auto.
Chris parpadea, quitando esa fachada maníaca, para darse cuenta de que Brook ya se había ido — No.. Brook —suspiró, sus peores demonios la habían tomado de nuevo — yo también te quiero... — avanzó hasta la entrada, siguiendo sus pasos, encontrándose con Steve.
—¿Todo bien? —fue la voz de Remy que sonó, con cierta preocupación paternal sorprendente en su ronca voz.
— Eh, si, no te preocupes Remy — le dió una sonrisa rápida y algo forzada, centrando su atención en el rubio que estaba delante suya.
—Ahm, sí —Steve extiende una portátil hacia Chris. Cerrada lucía tan pequeña en la mano de Rogers— La recuperé del restaurante, está intacta.
— Ohh, gracias — lo tomó de sus manos y lo abrazó contra sí, ese portátil era su vida— muchas gracias Steve — susurró, observando lo bien que le quedaba su colgante en el cuello.
—Está bien. Ahora sí, adiós —.
— Emm, Steve —.
—¿Si? —Steve levanta las cejas, observándola atento
— Cuida de Brooklyn, no peléeis ¿vale? — suspira y le abraza — te quiero — susurra muy bajo.
—Lo veo difícil —admitió el rubio. Remy y Manhattan intercambiaron miradas y se marcharon—. Ahm, yo…
Se separa de él, con media sonrisa — No tienes que responderme si no lo sientes — muerde su labio — ahora ve, tienes cosas más importantes entre manos —.
—Lo siento... —murmura, incómodo, evitando su mirada.
— Yo también — se apoya en la pared.
Steve boquea como un pez, hunde las cejas, suspira y opta porque lo mejor era marcharse. Le dedicó una sonrisa a medias a Chris y luego dio media vuelta, marchándose hasta el coche.
— Bravo Christine, jodiste todo, a tu hermana de otra madre y a la persona que te gusta — susurra para sí, decepcionada, asqueada con como de había comportado — ojalá volviera a cuando no podía sentir nada — una pequeña y fugaz lágrima cae por su mejilla, la borra rápidamente, viendo al Capitán montarse en el coche — Era todo mucho más fácil.
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¡Hasta aquí todo! Es hora de que Christine vuelva a casa. Decidme qué opináis sobre este capítulo.
Gracias para la loquita de louismoraj jsjs, que estará cansada ya de que la mencione en los capítulos.
Darle love 💣❤️
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