Especial de Chris {Washington D.C.}

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- Es que es un pendejo -
- Es el pendejo de los pendejos -


La puerta se abrió de pronto, casi de golpe, y un acelerado Ezio entró por ella, con los ojos bien abiertos y las cejas alzadas en su máximo, luciendo casi espantado. Las dos jóvenes provenientes del mismo Reformatorio miraron al niño entre curiosas y sorprendidas por su repentina intrusión al cuarto, por lo que apenas se fijaron en el rubio acalorado que había tras el umbral, con los labios entreabiertos, como si le hubieran pillado con las manos en la masa.

-¡Tía, estas en la tele! -exclamaba eufórico el niño, alcanzando a llegar a Brooklyn para luego empezar a tirar de su brazo para que abandonase la silla, sin éxitos.

-¿Qué...? -.

-¡Hey! Tranquilízate Ezio, por favor -pidió Letchs, sonriendo- Si te llevas a esta loca de aquí -señala a Brooklyn con su mano- me quiero mover yo y debería saber si puedo, mi querido doctorcito -.

Ezio detuvo el jaleo de golpe, como si hubieran presionado su botón de apagado de pronto. Observó a Chris, y luego bajó sus ojos al torso de ella. Su expresión se volvió a ensombrecer como en la mañana, sus labios se volvieron una fina línea, y un aire demoníaco, peligroso, le rodeó. El niño parecía poseído por una entidad violenta y discreta, de esas que se mueven silenciosas pero atacan a matar, pues veía el vientre de Chris con una intensidad tal que parecía en cualquier momento soltaría rayos de los ojos.

Sin embargo, aquella apariencia poco le duró, pues no tardó en asentir, satisfecho con lo que veía, y le sonrió a Chris, espantando cualquier indicio de satanismo en su ser.

Me mira así un día a las tres de la mañana y salgo corriendo hasta China por mucho océano que haya en medio, pensó Chris, momentáneamente asustada por el pequeño, pero manteniéndose sonriente para que no se notase.

-Está todo en orden -asintió el LeBeau, orgulloso de su hermana- Pero recomiendo un soporte sólido, para que no cargues con todo tu peso tú sola. Ahora -agarró de nuevo la muñeca de Brooklyn y empieza a jalar- veEeEen -cantó.

-¿Y si voOoOooy -canta la morocha también, entretenida- quién va a ayudar a Chris?

-¡Eso! -habla la chica mirando al pequeño, al que agarró y dió un pequeño beso en la mejilla- Gracias por cuidarme, peEeEro -cantó también ella- un buen médico atiende siempre a su paciente -.

Ezio, con los cachetes sonrojados por el beso, hizo un puchero al ver que ante su petición se presentaban muchas réplicas. Hundió las cejas, buscando una solución que los ayude a todos, hasta que la encontró parada después del umbral mientras veía la escena con cierto brillo en los ojos, casi tan sonrojado como él lo estaba.

-¡Tío Steve te ayudará! -decidió, entusiasta. Luego agarró la muñeca de Brooklyn, y usando su fuerza psíquica, empujó a la pelinegro fuera de la silla exitosamente, que no paraba de repetir "¿Cómo que Tío Steve?" mientras ambos se perdían por el pasillo hacia pisos inferiores.

Los dos de ojos claros se quedaron solos, mirándose mutuamente la cara y sin saber exactamente que decir.

-Uhm, yo, ¡Sigues viva! -Steve abre mucho los ojos y alza las cejas, sin saber que más decir, o cómo actuar. Se sentía responsable de iniciar la conversación, eso no significaba que supiera como debía hacerlo. A Christine, por otro lado, le daba gracia.

-¿En serio? ¿Casi me muero y dices eso? -Se burló la chica del rubio, más relajada que hacía algunas horas. Le dió una mirada de arriba hacia abajo, y se paró en sus sonrojadas mejillas, un estado en el que las tenía casi siempre. ¿Cómo era que solo se ponía tan nervioso con ella?- Ni que hubieras estado espiando por detrás de la puerta, chico -rió suavemente, tomándole el pelo.

Steve soltó una risa exagerada, traicionándole los gestos al rascarse la nuca. Aunque Chris no reparó mucho en ello.

-Lamento no haberte salvado del balazo -expresó, con el arrepentimiento y resentimiento yendo a decorar su rostro- no creí que ese malnacido tendría las agallas de continuar atacándonos luego de que lo mandé a volar. Literalmente -.

La joven sonrío. Le parecía tan dulce como actuaba Rogers la mayoría de las veces. Se giró y se colocó en la cama sentada, cuidando la herida, mirando hacia la puerta -Acércate -le pidió.

Como un fiel cachorro, específicamente un curioso Golden Retriever quizá, Steve entró dudoso al cuarto, mirando de reojo lo que existía a su alrededor, analizando el cuarto, por precaución o por puro muro morbo. Hundió las cejas, sorprendido al toparse con un muñeco del Capitán América en los estantes. Llegó hasta la cama, y como, naturalmente, quedaba muy alto, se puso de rodillas, a la misma distancia, y observó expectante a la azabache, esperando sus palabras dirigidas a él.

- Te perdono -soltó, sincera y agradecida- De todas formas, no tenías que disculparte, yo quise colocarme ahí arriesgando mi vida para calmarte. No pasa nada, no te me pongas tristón, Capi -guiñó el ojo, sacándole una sonrisa suave al contrario, y le miró. Estaban casi exactamente a la misma altura, mirándose justo a los ojos, tal vez hasta sus narices estaban a la misma altura. Una altura tan perfecta para... No, despacio Christine, recuérdalo, pero es que era tan... Dejémoslo ahí, se acabó, se reprimió ella.

-Tal vez debería alejarme de Edwards, me está volviendo impulsivo -bromea, sonriéndole a la atractiva mujer frente a él con suavidad- Me alivia que estés bien. Si necesitas algo, cualquier cosa, puedes decirme, ha sido mi culpa que estés así, así que yo me encargo de ayudarte. -entra en lucidez- Bueno, yo y tu doctorcito -arquea una ceja, fingiendo una mirada de celos para probar a dónde lo llevaba su actitud bromista.

-Ohh, ¿estás celoso de un niño que parece tener siete años? Por favor, Rogers -la de los ojos avellana le cogió por el cuello de la camisa y le estampó los labios en la mejilla de él, en un roce dulce y efímero- Listo, ¿ya estás contento?

Steve jadeó, más que impactado con la espontánea acción de la muchacha. Se esperaba muchas respuestas, y naturalmente una de ellas era el contraataque de estar celoso, ¿Pero un beso en el cachete? ¡Oh, no! ¡Ese sí que no se lo esperaba! Odió ser de piel tan pálida en ese momento, pues tenía todo el cuello y cara tan rojos como un ají morrón, su estómago a de estar igual, aspirando al escarlata. Es que aún no se lo podía creer ¡ella lo había besado! ¡a él!

- Vamos, ayúdame que quiero saber qué pasa con Brook, y luego tengo que ir a preguntarle a mi doctorcito si puedo comer o no -sonrió.

Steve boqueó cuál pez fuera del agua, sin tener nada que decir. Así que, decidió que no diría nada, como en la ocasión anterior que subieron los coqueteos en las escaleras del restaurante. Aunque ¿había sido aquello uno? Tal vez había sido un jugueteo, algo entre colegas. Dudaba que si él despertase algo más en Chris ella lo hubiese besado, es decir, tal vez le daría vergüenza, porque él le gusta ¿no?

Seguro que estoy exagerando pensó Rogers, parpadeando rápido y constante mientras tragaba en seco.

- ¿Hola? ¿Necesitas otro beso para despertarte? -rió la chica- Venga, que quiero enterarme de por qué Brooklyn sale en la tele -repitió, alargando el brazo hasta los hombros del rubio, incitando la acción de que la ayudará a levantarse.

-Pareces muy dispuesta a hacerlo -contraatacó el rubio, optando por hablarle para ganarle. La miraba desafiante, como retándola a decirle que sí, o algo parecido. No sabía que quería de respuesta, solo sabía que quería provocarle el mismo nivel de estupefacción y sonrojo a la contraria que ella le había provocado a él.

-¿Estás seguro de eso? -sonrió ladina, mirando sus imponentes ojos azules, con una sonrisa traviesa formándose en su cara.

-¿Lo estás tú? -y como si fuese necesario para activar la muy ya existente tensión, Rogers miró los labios de Chris, y luego entreabre los suyos, volviendo a mirarla a los ojos.

La azabache rizada no pudo evitar que un pequeño sonrojo subiera a sus mejillas por la acción, y bajó la cabeza.

-Vamos, llévame a dónde esté la puñetera televisión -dijo, mientras borraba ciertas imágenes algo pasionales de su cabeza- Y te daré tu respuesta.

Steve sonrió grande, sintiéndose orgulloso de su reciente triunfo en la discusión, pensando que ya había sido hora de que él ganara una de las batallas de sonrojos entre ambos. Se puso sobre sus pies, pasó el brazo de la morocha por sus hombros, tras su nuca, le ayudó a pararse y una vez estuvo seguro de que ella contaba con la fuerza para caminar, rodeó su cintura con el otro brazo para cargar parte de su peso, como había recomendado que hiciera Ezio. Que por cierto, le parecía curioso, más no negativo, que un niño aparentemente supiese de Medicina.

- Gracias -susurró la chica a la vez que caminaban lentamente hacia la sala. Colocó su mano libre sobre la de Steve en su cintura para apoyarse mejor-. Por esto. Aunque no debería porque es culpa tuya -habló, mirando al rubio rápidamente para que notara que era una broma.

-Me sacaste de toda culpa, ya no puedes volver atrás -le regresó la broma, con tono gracioso, pero sus ojos se habían perdido, recordando la poca información que lograron sacarle al Piloto y su frase final. Por la reacción de Edwards, que lo había asesinado con una frialdad que sorprendió a incluso los Auditore, aquello debía de tener un trasfondo oscuro.

Llegaron al piso de abajo, en la sala de estar. Ninguno de los dos tardó demasiado en fijar su atención en la gran pantalla que transmitía una noticia, aparentemente hablando sobre lo que había ocurrido en el Restaurante de los Auditore. Su fotografía dominaba la esquina de la pantalla, decían lo real; Alguien había atentado contra la vida de Steven Rogers y exceptuaron toda la culpa del Gobierno. Grant torció los labios, recordando la inestabilidad actual de su vida. Se sorprendió al ver una fotografía, claramente un recuadro pausado de un vídeo, y ese vídeo era el asesinato del piloto, que seguro ya habían transmitido. Leyó el pie de las noticias, esperando que no fuese lo que temía, pero sus temores se hicieron realidad cuando terminó de leerlo. Para rematar, la conductora del programa retomó la palabra, dando sus sentencias finales.

" La mujer identificada como Brooklyn Edwards ha sido oficialmente declarada enemiga del Estado y fugitiva del gobierno estadounidense. La recompensa por su captura es de 8 millones de dólares, y la recompensa se dobla en 24 de entregarla junto a su colaborador, el Capitán América "

- Malditos hijos de puta -Susurró Chris, más enfadada que nunca, si, llevaba dos semanas en un búnker y para los días que salía recibía un disparo, la de rizos era paciente, pero todos tenemos un límite.

-La boca -reprendió Steve, casi en automático- Hay niños presentes.

-Mierda -soltó sin querer, y miro de nuevo a Steve, quién ya la veía irónico, para disculparse- Perdón, perdón...-mira a Brooklyn- ¿Dónde está mi portátil Brook? -preguntó, algo autoritaria, ese objeto era lo más preciado de su vida.

-Y yo que coño voy a saber -murmuró, con la cara oculta en las manos, presa de la impotencia y la rabia a sí misma por haberse expuesto de ésa manera tan negativa. Su fantasía era aparecer en la televisión por sus innovaciones tecnológicas, por sus importantes colaboraciones con científicos e ingenieros de prestigio, y ahora es conocida como una puta criminal. Es decir, siempre había sido una puta criminal, pero ahora todos lo saben.

Chris se reservó sus opiniones, entendiendo que Brooklyn estaba tocada por la situación, y giró la cabeza hacia Rogers, habiendo dado por perdido su objeto más importante.

-¿Tienes teléfono? - cuestiona, a saber dónde estaba el suyo, es lo malo cuando te meten una bala por la espalda, pierdes cosas, la conciencia, la sangre, tu mochila con todos los aparatos necesarios...

-Bueno yo... Me puse paranoico y... -respiró hondo- Lo arrojé, no recuerdo dónde -.

-Pero si será imbécil -murmuró Brooklyn, mirándolo entre dedos- si no te han encontrado antes por el teléfono no lo harían ahora -.

-Cállate, Brie. Que de lógica simple no sabes mucho tú -Manhattan señaló la pantalla, donde el recuadro de la menor de las Edwards sosteniendo un arma seguía protagonizando la pantalla- Te habrías alzado la capucha como mínimo, estúpida.

-¿En serio no hay nada en esta casa para que pueda hackear? -se exasperó- Sin ofender -Habló, disculpándose con la mujer.

Natasha apareció, surgiendo de la cocina, para sorpresa de todos. La espía pareció haber surgido de la maldita nada. Sacó su propio teléfono celular del bolsillo trasero de su pantalón y se lo lanzó, sin pensárselo mucho. Luego miró la televisión sin reparar si la hacker lo había atrapado con las manos o con la cara. De todas formas, no fue ninguna de las dos, Steve lo atrapó con la mano derecha en el aire, echándole una mirada ceñuda a la pelirroja, y luego le pasó el aparato a Chris con gentileza.

-Gracias -Le susurró la chica a Steve, agarrando el dispositivo- Ahora, sujétame de la cintura con ambas manos, necesito todos los dedos para hackear -.

-Puedo ayudarte a que te sientes si prefieres -alza las cejas, siendo amable, tal vez hasta caballeroso, y puede que demasiado. ¿Qué se lo decía? La mirada incrédula de Brooklyn.

-Es que es un pendejo -susurró, sorprendida por su respuesta- Es el pendejo de los pendejos -hace ademanes con una mano para exagerar sus palabras.

-¿Qué vas a hacer, ponerte de silla? -Letchs rió, agarró ambas manos del Capitán y las colocó en su cintura, guiñándole un ojo, para después comenzar a teclear rápidamente en el móvil de la rusa, con una arruga empezando a formarse en su entrecejo por la concentración. Rogers desvío su mirada a cualquier parte de la habitación distrayendose de que sus manos tocaban la cintura de la chica, para no volverse del color del tomate. Hubo unos momentos de silencio, todos atentos a la hacker, hasta que la pantalla cambió la programación, haciéndolos relajarse- Listo -dijo, con una sonrisa en los labios.

Había hackeado la red de comunicaciones de televisión principal y había bloqueado cualquier noticia que incluyera Capitán América o Brooklyn Edwards. También las búsquedas que tuviesen que ver con Fugitivos, o Recompensa. Por lo que la televisión delante suya se volvió negra y saltó de canales, hasta llegar a uno de dibujos animados.

-Es inútil -comentó Manhattan, viendo las caricaturas- Todo Estados Unidos sabe de Brooklyn ahora, y si la televisión está bloqueada siguen las redes sociales.

-Puedo hacer lo mismo con las redes sociales -frunció el ceño- Nadie va a llamar a mis amigos criminales, y menos por culpa de Hydra o El Círculo -sentenció firme.

-Lo que tenemos que hacer es huir del país, cambiar nuestras identidades, hacernos una cirugía plástica y vivir vidas falsas ¡por el resto de nuestras vidas! -Brooklyn se deja caer de espaldas en el sofá.

-No pienso dejarte hacer eso, dramática -Chris le lanza el teléfono a la rusa, indiferente, poniendo su mano libre sobre una de las del Capi para sostenerse- Además esto debe de tener una manera de solucionarse.

-La manera es sencilla, hay que derrocar a Hydra tumbando a sus miembros más importantes. -sugiere la pelirroja, guardando su teléfono de regreso al bolsillo- Hay que cazar a los políticos que no están metidos en El Círculo pero tienen relevancia, eso mandará un mensaje -.

La de rizos apretó los labios. No soportaba a aquella mujer, y sus razones eran completamente entendibles, sin embargo que esta tuviera la solución en cuanto al problema que tenían entre manos le sacaba de sus cabales. Y, no, no iba a hablar para decir que estaba de acuerdo. Nunca lo haría.

-Es buena idea -reflexionó Brooklyn, mirando el techo-, pero tarde o temprano tendremos que enfrentarnos a las fuerzas de El Círculo. Hay que escoger cuidadosamente los objetivos, si pueden ofrecernos una protección luego... Mejor.

-¿Sugieres aliarnos con sus enemigos? -Steve levantó las cejas, curioso, pensativo, viéndole todos los lados a aquella opción.

-No es inteligente matar directamente a los políticos sin tener conexiones que nos respalden -justificó sus motivos. Comprendía que a Steve no le hacía gracia enlazarse con gente de esa calaña- Eso solo aumentaría las cifras sobre nuestras cabezas. Hay que aprovechar que vamos a arriesgar el trasero y hacer buenas relaciones en los bajos mundos -.

-Es cierto -dijo Christine- Podría crearnos unas identidades falsas e infiltrarnos entre ellos -.

-¡Uh! -alarga la vocal- Ese "infiltrarnos" me suena a manada -la mira, arqueando una ceja

-Ehm, es que es lo que vamos a hacer -reafirmó sus palabras, sintiendo enseguida los ojos de Steve encima- Quiero ayudaros.

-Claro, ayúdanos -Brooklyn asintió, aceptando la ayuda que la muchacha le ofrecía-, pero bien, bien, BIEN de lejitos. -asintió otra vez, confirmando para sí mismas sus palabras

-Pero... -Replicó, mirando a los ojos del Capitán y después a los de Brooklyn- Quiero estar aquí con vosotros, si os pasa algo no puedo ayudaros desde New York -.

-Con esa herida tampoco -observó la muchacha de ojos anómalos- ¿O cómo? ¿De pronto has desarrollado la habilidad de disparar balas por la herida? ¿cuchillos? -se burla, sonriente, Chris rueda los ojos, obviamente no, pero tenía cosas con las que defenderse.

-Concuerdo -dijo Steve.

-¡Se va acabar el mundo! -exclamó Brooklyn sorprendida.

Steve le lanza una mala mirada a Brooklyn, pero ella no dejó de sonreír, así que él la dio de caso perdido y giró a ver a la rizada -No puedo arriesgarte otra vez, Chris. Y con una herida lamentablemente no puedes ayudarnos como quisieras -.

-En otras palabras serías una carga -sonrió Natasha, soltando las palabras que los otros dos suavizaron para que la morocha no se ofendiera.

-Maldita asesina -soltó Letchs bajo, harta del comportamiento de la pelirroja y haciendo fuerza para intentar caminar, aún teniendo las manos del Capitán en su cintura, que la retuvo e incluso la acercó un poco a sí mismo, por la fuerza que hacía contra sus manos.

Natasha solo le sonrió.

-Podrías ser nuestra logística, que bastante nos hace falta -propuso Brooklyn buscando cambiar el tema-. Es lo único que te permitiré hacer ahora, Christine. Y si tengo que amarrarte...

-Si, si, está bien -habló, quizá demasiado brusca, con la mirada puesta en Natasha. Si las miradas mataran, la pelirroja ya estaría varios metros bajo tierra. No eran simples celos o respetos, a Christine le quemaba la lengua por decir lo que quería, por destaparla.

[...]

Christine se encontraba en su cama, después de una charla con Brooklyn en la cocina le había llegado algo de sueño y era prudente aprovecharlo, sin embargo, esos mismos sueños no la estaban dejando descansar.

Las luces del entorno tililaban y parpadeaban, la chica de rizos estaba en un hospital, oscuro, parecía que abandonado, todo con un aire ciertamente de película de miedo, y no le gustaba a donde la estaban llevando sus piernas. Según pasaba por distintas salas veía diferentes situaciones de su vida, de sus recuerdos, como regalos de cumpleaños o cenas románticas, en las que solo quedaban los objetos, desgastados, con ese humo misterioso alrededor.

Se detuvo a recoger una caja de compromiso que había en el suelo, cerca de una habitación a la que no había llegado, abrió la pequeña cajita y observó el contenido, un anillo de oro con un bonito diamante, pero negro, oxidado y perdido en el tiempo, una fuerza la empujó a entrar en la habitación.

Fuera de sus sueños, se revolvía contra la cama, haciendo aspavientos con las manos como para parar algo y gritando " ¡No! " de forma continua.

Steve abrió los ojos de golpe al escuchar los murmullos acelerados de Chris. Aunque tampoco era como que estuviese durmiendo de manera muy profunda como para no percatarse de los ruidos. Se sentó en la cama y agudizó el oído, buscando escuchar nuevamente el sonido para confirmar que no eran cosas de su mente. Cuando volvió a oír el jadeo asustado de Letchs, se bajó de la cama definitivamente y salió del cuarto en dirección al de Christine .Tocó varias veces, llamándola a un volumen bajo pues no quería importunar a los que sí dormían. Sin embargo nadie contestó, del otro lado solo se escuchaba la respiración cada vez más acelerada de la chica y sus constantes y más altas negaciones a lo que fuera que le estaba pasando.

Steve aprieta los labios, suspira y empuja suavemente la perilla, abriendo la puerta con calma, luego entró al cuarto, avistando los movimientos intranquilos de la rizada. Reconoció inmediatamente que sucedía, Chris tenía una pesadilla. Avanzó a paso apresurado y empezó a moverle el hombro mientras repetía suavemente su nombre.

En la ensoñación de Christine, luchaba por no entrar en la habitación de hospital, sabía la imagen que le esperaba tras la puerta y no quería, no podría soportarlo de nuevo. Por suerte, cuando ya no podía dar más de sí para resistirse, despertó.

- ¡No! - se incorporó de golpe, empezando a aguarse sus ojos y recibiendo un pequeño pinchazo, por la rápida acción, en su herida.

-Hey, Chris, Chris -nombró Steve, dándole un apretón en el hombro para que se enfocase en él.

La de ojos avellana se llevó la mano al pecho, acelerada, tocando en el proceso su colgante, para después girar hacia el Capitán América, percatandose de su presencia.

- ¿Estás bien? - preguntó con los ojos en la azabache.

- Si, si... - tragó saliva, parpadeando rápidamente para que las lágrimas no salieran, recordando la pesadilla, evitando mirar al rubio.

-No pareces estar bien -observó Steve, ladeando la cabeza- ¿Quieres hablar?

Christine frunció el ceño, no, no creía estar preparada para una conversación tan destructora para ella misma, ni siquiera Brooklyn sabía de aquello, Olive era la única que había podido consolarla cuando ocurrió.

- Emm - dudó, secándose una lágrima escurridiza - No lo sé - admitió, aún en shock por el tenebroso sueño.

Steve hundió las cejas, sin saber como proceder a una pesadilla. Las suyas ya no eran tan recurrentes como antes, sin embargo a veces venían a visitarle para despertarlo agitado, horrorizado con lo que su propio cerebro le muestra. En la oscuridad del departamento en el que vivía, mientras lágrimas salen sin su permiso, hay solo una cosa que anhela, y es lo que le ofrece a Chris, esperando que sea suficiente. Los brazos de Steve la rodean con delicadeza y la atrae a sí mismo con calma, con las cejas hundidas.

Letchs se acerca al borde de la cama, dónde está Steve y apoya la cabeza en su hombro, aceptándolo, comenzando a soltar las lágrimas que retenía por vergüenza a que alguien la viera llorar. Lágrimas que ya había soltado antes al tener esas pesadillas, siempre distintas, pero que terminaban en el mismo sitio, aquella sala de hospital. Estrecha sus brazos alrededor del cuello de Rogers y suelta un pequeño sollozo, acariciando su nuca, sintiendo el apoyo moral que el rubio le brindaba.

- Era horrible - susurró contra su piel, con las gotas saladas bajando por sus mejillas.

-Ya todo acabó -murmuró, paseando su mano de arriba hacia abajo sobre el brazo de Chris, reconfortándola con caricias suaves- Estas a salvo.

- Yo no era la que necesitaba estar a salvo - musitó, expirando, mirando un momento a los ojos azules del Capitán, para después acercarse más en su abrazo, volviendo a colocar la cabeza en su hombro, dejando resbalar más lágrimas, ahora más silenciosas.

-¿Quieres hablarlo? -volvió a preguntarle, en medio de un suspiro.

Christine se separó para mirarle a la cara, de su garganta no podían salir las palabras y sentía que cada vez que se lo guardaba le dolía aún más, era hora de compartirlo con alguien más, así que asintió repetidas veces, casi desesperada, se separó de él para hacerle hueco y que subiera a la cama, y cerró sus aguados ojos avellana, dejando caer más gotas.

Steve dudó unos segundos, viendo el hueco vacío que le había hecho Chris. Con un suspiro cedió a sus impulsos y se recostó a su lado, fijando su mirada en el techo para que la chica a su lado no se sintiese presionada para retener sus lágrimas

-¿A quién perdiste? -.

Chris se acurrucó a su lado sobre su pecho, sintiendo como el Capitán dudaba en poner la mano sobre su cintura en un semi abrazo, al final, la puso. La de rizos respiró hondo, intentando no ahogarse en el llanto con las palabras que iba a decir, rodeó el pecho de Steve con uno de sus brazos, y cogió fuerza.

- A mi prometido - dijo, para luego volverse a sumir en un sollozo que tapó con su otra mano.

Steve aspiró profundo, reteniendo un poco de su aliento, luego lo exhaló suavemente y se obligó a espantar sentimientos confusos -¿Accidente de coche? -.

- Cáncer - suspiró, soltando más lágrimas en el proceso, buscando abrigo y apoyo en el abrazo del super soldado.

-Oh Dios mío -susurró Steve, aferrándola aún más a su cuerpo- lo siento mucho, Chris.

- Lo sé - susurró, levantándose un poco de su pecho para mirar sus ojos azules - fue hace año y medio y no siempre tengo las.. - hace una pausa ahogando un sollozo - pesadillas pero... Siento haberte molestado - unas lágrimas descendieron por sus mejillas - le sigo echando de menos.

Steve esbozó una sonrisa tranquila, pasando su mano de la cintura de Chris a su nuca, recorriendo sus dedos suavemente por esta, acariciando el inicio de su cabello.

-No me molestas, Chris -aseguró, con ojos dulces- ¿Cuál era su nombre? -.

- Ty-Tyler - tartamudeo, tomando sus caricias como incentivo para soltar más lágrimas, acostándose de nuevo y ahuecando la cabeza en el cuello del rubio, que sentía los suspiros de la chica en esta parte.

-Seguro que era un muy buen hombre -murmuró, continuando sus tranquilas caricias.

- Lo fué - corroboró dejándose hacer por Steve, pues la relajaba para poder hablar - no sé cómo se le ocurrió pedirme matrimonio, a mí, con el desastre que soy - intentó bromear, aunque le quedó más como una declaración triste - lo peor fue verle en el hospital... - las gotas volvieron a bañar sus mejillas.

-Bueno, él seguro amaba el desastre que eres. Es decir, es imposible no caer bajo tus encantos -Steve alzó las cejas- No soy Tyler, no tuve el honor de conocerle, pero estoy más que seguro que a él no le gustaría que lo recuerdes en su estado en el hospital, que te atormentes por verlo en una camilla. Estoy seguro de que él querría que lo recordaras en sus mejores tiempos, amándote con intensidad -.

Christine se enterneció bajo las palabras de Rogers, ella intentaba recordarle feliz todos los días pero sus pesadillas, de noche, era cuando llegaba al hospital y eso la derrumbaba por dentro.

- Le hubieras caído muy bien - sonrió centrando sus pupilas en los iris azul cielo del Capitán - eras su vengador favorito, después de Iron man - bromeó, con menos gotitas bajando por sus mejillas.

-¡Oh! -se lleva una mano al pecho- Justo en el orgullo

Chris rió un poco, si, estaba segura de que estuviera donde estuviera Tyler, estaría feliz de verla reír, quizá no por alguien más, pero feliz.

- Steve no mientas, tú no tienes de eso - dijo, con el ánimo de abandonar la triste conversación, levantando un poco la cabeza para plantarle un beso en la mejilla y después volverse a colocar en su cuello - Muchas gracias -.

-¿Por qué? -pega su mentón a su pecho, dirigiendo sus ojos a Chris- ¿Por decirte la verdad?

Christine sonrió - por ayudarme con mis pesadillas - miró sus celúreos ojos, observando cómo podía ver el cielo en ellos - estoy segura de que él te lo agradecería mucho, y yo también - una última lágrima bajó por su mejilla.

Steve la retiró con su pulgar dulcemente. -Fui educado para ayudar -le sonríe con amabilidad.

- Si quieres puedes irte a dormir, no tienes porqué estar aquí incómodo - habló la de rizos, deseando que se negara y durmiera con ella, espantando sus malos sueños.

-Ohhh ¿ya quieres que me vaya? -Steve levantó las cejas, fingiendo un tono indignado.

- No - negó con la cabeza - por mí... Quédate toda la noche - susurró con un pequeño y disimulado sonrojo formándose en sus mejillas.

-Bueno -Steve desvío la mirada al techo- la verdad estoy muy cómodo aquí -insinuó, con una sonrisilla.

La de ojos avellana suspiró - yo también... - acarició la mejilla de Rogers - ¿Tú tienes pesadillas? - pregunta curiosa.

-Nope -.

- ¿Seguro? Yo estoy aquí para escucharte también - toma su mentón y le hace mirarla a los ojos - no puedes mentirme - sonríe con sus narices casi rozando.

-Bueno, si una que otra -confiesa a regañadientes, rodando los ojos- Pero llevo meses sin una.

- y... ¿Puedo preguntar de qué son? - le mira, retirando suavemente la mano de su mentón, pero no la de su mejilla.

-2012, cuando me hundí en el hielo -divaga, encogiendo los hombros- momentos traumáticos -.

- Entendible ... - acarició su mejilla, los ojos de ambos recorrían la cara del otro - ¿recuerdas algo del hielo?

-Susurros -Steve apretó las cejas y los labios- Muchos susurros, de una voz grave y robótica.

- Vale, no tienes por qué decirme más - sonríe, sabiendo que era mejor no hacerle recordar, revolviéndole el pelo.

-Mis sueños a veces no tienen sentido, lo siento -se burló, haciendo un puchero mientras batía sus largas pestañas.

- Ay por favor Steve, tienes que dejar de ser tan hermoso o no me resistiré - mordió su labio, mientras miraba sus ojos.

-¿Soy hermoso? -bate aún más sus pestañas, siendo tan malditamente encantador con esa mirada de inocencia fingida.

- Deja de hacer eso - le recrimina golpeando su hombro - o no me haré responsable de mis acciones y ya sabemos quién de los dos se sonroja antes - le sonríe pícara subiendo y bajando las cejas.

-Ay, por favor-rueda los ojos.

- Te estás sonrojado - le chincha - bueno quizá ahora no mucho, pero si hago esto... - con su mano derecha le atrae bruscamente a su cara, casi sintiendo el roce de los suaves labios del Capitán sobre los suyos.

-¿Chris qué haces...? -susurró, tenso, aunque expectante a la próxima acción de la morocha, con sus bellos ojos azules puestos en los de ella.

- Sonrojarte no lo ves - su sonrisa se ensancha, ahora ella también estaba nerviosa, tan cerca de Rogers y con sus hipnotizantes iris en ella. Su otra mano la coloca en el cuello del Capitán, haciendo rozar sus narices, mezclando sus respiraciones - pero... ¿Tú que quieres que haga? - sube la mirada de los labios de Steve a sus profundos ojos añiles.

Steve la miró unos segundos a los ojos, sin expresión, como pensando en que debería hacer. El súper soldado cerró los ojos, exhalando por la boca, y se inclinó hacia Chris, tan dispuesto a todo. Sin embargo, se detuvo a medio camino, con su aliento chocando con el de Letchs. Suspiró, y plantó sus labios suavemente en la nariz de la muchacha.

-Creo que deberías irte a dormir -acaricia su mejilla.

- y yo creo que tienes toda la razón - sonríe como una niña pequeña por el tierno gesto, le devuelve un pequeño besito en la comisura de los labios - pero, tienes que quedarte, para que no tenga pesadillas - le pide en un susurro, acariciándole la nuca y parte del hombro.

-Me parece un precio razonable -aceptó, removiéndose un poco para acomodarse mejor, girándose hasta estar bocarriba, pues antes estaba de lado al igual que Chris.

Christine sonrió y se acomodó a su lado, subió la manta hasta la cintura de ambos, colocando su mano en el pecho del Capitán y ahuecó su cabeza en su cuello, rozando su nariz suavemente con este - Ten cuidado con Brooklyn mañana - rió un poco, imaginando la cara de Brook si a la mañana siguiente les veía como estaban ahora cuando viniera a despertarla.

De parte de Steve solo recibió una risita nasal, Chris cerró los ojos y empezó a respirar lentamente, agusto entre los brazos de Rogers. Este mismo, acariciaba algo pudoroso su cintura, para relajarla, y al notarla parcialmente dormida entrelazó la mano que la de ojos avellana tenía colocada en su pecho, con una sonrisa, pues aunque estaba saltándose todos sus ideales sobre el cortejo, era un romántico empedernido, y estar con ella de esa forma, era idílico. Cerró sus ojos y se dispuso a dormir.

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Uhh, ¿nadie más ve el fuego aquí? Jsjs, aviso que ya se acaban estos capítulitos de Chris para volver con fuerza a New York.

Le agradezco como siempre a louismoraj por esto, si es que leedlo, es hermoso el capítulo.

Decidme si os ha gustado y...
Darle love 💣❤️

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