Especial de Chris {Washington D.C.}
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—Puedes hacer la prueba si quieres —
El restaurante italiano era hermoso. Aunque eso no debería sorprender a nadie, pues era natural que el local gozase de una buena estética para atraer al cliente, aunque sea para tomarse fotos para Instagram y aparentar que viven una vida Aesthethic. En cuanto Chris y Steve ingresaron al lugar un olor a salsa de tomate y queso los inundó, también el olor a vino tinto. Había muchos clientes, desde universitarios, hasta grandes familias, incluso una anciana pareja en el fondo. Todos o reían o sonreían, con sus platos llenos, y sus copas a medias. La chica de rizos negros recibió el lugar como si fuera su ambiente natural; entretenido, tranquilo y familiar, una atmósfera en la que estaba bastante a gusto.
Steve también se relajó, a gusto por las mismas razones. Siempre le habían gustado esos lugares de paz y armonía, le hacían sentirse menos solo, parte de una familia. A veces incluso dibujaba, o retrataba a alguien que allí estuviese. Luego les daba el dibujo a sus modelos, y recibía efusivos halagos sobre su técnica, delicadeza y belleza a la hora de dibujar.
— ¿Steve? —.
Una joven de grandes ojos marrones, cabello castaño oscuro, también largo, con ciertos rasgos latinos, y un cuerpo de volúmenes más que generosos, se acercó a ellos, con una gran sonrisa y ojos igual de castaños que su pelo, luciendo bastante sorprendidos. Traía un libreto en las manos, esas que utilizaban los meseros para anotar las órdenes de los clientes, y estaba vestida como el resto del personal del local; Camisa marrón, falda negra, y un delantal blanco. Era una mesera, de seguro que sí.
— ¡Steve! —exclamó, al ver confirmado que se trataba de él. Abrió los brazos, se colocó de puntillas, y se lanzó hacia el rubio para abrazarle con cariño, y luego besarle ambas mejillas. Steve se había limitado a regresarle el abrazo— Creí que no llegarías —se aleja, volviendo a colocarse sobre sus pies—, con todo el lío de que ahora eres un fugitivo. —le echa una rápida mirada de arriba hacia abajo, analizando su atuendo casual para pasar desapercibido.
—Y luego tiene la cara dura de no fiarse de mí —susurró Chris para ella, molesta, girando sus claros ojos. Bastarían treinta segundos, y una amenaza a los padres de esa chica, para que cantara cual alegre pájaro por la mañana todo lo que supiera sobre el Capi y le traicionara, como él tanto temía. Sin embargo, yo no tendría ése problema. No tengo padres, pensaba, soy todo ventajas. Ladeó una sonrisa por el pensamiento, el humor negro de este le había recordado a Brooklyn; solo esperaba que la pelirroja hubiese logrado salvarla.
Steve la miró de reojo, agraciado, la había escuchado.
—Necesitaba un lugar seguro —explicó Steve a la joven su razón de ir allí con su actual estatus—. Antonella, Christine Lechts. Chris, Antonella Auditore —las presentó, señalando respectivamente a cada una.
—Encantada — dijo la de rizos, sonriendo bastante natural, aunque fuera forzado.
—¡Yo soy la encanta! —chilla Auditore, lanzándose abrazarla con una alegría arrasadora— Mamma se pondrá feliz cuando vea que por fin conseguirá nietos de tú parte, Steve. —se aleja, aún sosteniéndole de los hombros, analizándola— Y es guapa —le hace ojos pícaros a Steve.
¿Es una señal, Dios mío? Gruñó internamente Steve, pues aparentemente el mundo entero conspiraba en su contra para relacionarlo de manera romántica con Chris. Y no era divertido. Por otro lado, Chris estaba algo cohibida con la mirada de la italiana encima, Oh Dios, pensaba ella, es estridente, creo que me rompió un tímpano. Se había quedado quieta al recibir su abrazo, devolviéndole el gesto a medias, y en cuanto la muchacha se alejó de ella, se permitió relajarse un poco, por lo menos, ha puesto a Rogers nervioso. Lo que ya sabemos que es su nuevo hobby. Sonríe, posando su mirada en él.
—Nosotros no somos... —Rogers rasca su muca—... Somos amigos ¿verdad? —mira a Chris, esperando su aprobación para la relación que él mismo les dio. No sabía si era prudente llamarse así mismos amigos luego de todo lo que pasaron; aún no se conocían lo suficiente, y apenas llevaban una semana y poco socializando con el otro, ¿era tiempo suficiente para volverlos amigos? Quizá.
—Sí, algo así —corrobora, asintiendo. Su sonrisa se había ensanchado; nunca se había sentido tan bien metiendo a alguien en ciertas situaciones embarazosas como con él, podría hacer esto con Rogers durante toda su vida— Nos estamos conociendo —guiñó el ojo a la morena, ya estaba pensando la excusa perfecta para que el Capitán no pudiera reprocharle nada.
La chica emitió un chillido de emoción suprimido, mordiendo su labio inferior mientras daba pequeños y rápidos aplausos, viéndose algo infantil y energética. Como un pequeño duendecillo entusiasta.
—Oh, Steve —reía—, estarás tan jodido cuando le cuente esto a Andrew. —se burló.
Rogers suspiró. Lo confirmaba, sin importar con quien se relacionara, que tipo de persona sea, o que edad tenga, él siempre tenía que ser la víctima de las burlas y el bullyng de la gente a la cual conoce. Se sentía como el hermano menor al que siempre joden los mayores cuando lleva a una chica a la casa. Solo que él era mayor que toda la gente en él restaurante. No tiene hermanos. Y no llevó a Chris al restaurante por razones exactamente románticas.
—¿La terraza está desocupada, Antonella? —preguntó mientras emitía un suspiro cansado, resignado a que pronto oiría a Andrew burlándose de él y su supuesta virginidad. El tema favorito del castaño, al que a veces se le unía la propia Señora de Auditore.
Antonella asiente.
— Siempre lo está —arruga la nariz— La gente sólo sube a tomarse fotos para el Instagram —rueda los ojos— Ya nadie disfruta de un almuerzo al aire libre —refunfuña, ofendida con la sociedad.
—No saben disfrutar lo bueno de la vida —habla Chris, apoyando el punto de la morena, mientras también arrugaba levemente la nariz— Entonces, ¿subimos, o nos quedamos en mitad del restaurante todo el día? —soltó con un tono de chiste.
—¿Vamos? —Steve le ofrece el brazo, con una sonrisa.
—Por supuesto — le agarra del brazo, aceptando su caballerosa oferta de ser escoltada, haciéndola reír por dentro, pues le recordaba los años que tenía realmente el Capitán y su manera tan educada, dependiendo de la ocasión, de ser.
Mientras ambos subían hacia los pisos de arriba, sostenidos cual pareja de ancianos de los cuarenta, Antonella mordió su labio inferior, entre emocionada e ilusionada. Quería mucho al Súper Soldado, aunque tampoco fuese aquello una novedad con la gente con la que él se permite confiar. Tenía ya varios años conociéndolo gracias a que Andrew un día lo trajo al restaurante luego de que éste se metiera en problemas con el bando rival de la familia, y Steve lo salvara de morir a balazos limpio, por lo que había sido muy bien acogido en la familia como uno más.
Y como uno más en la familia, todos velaban porque estuviese bien, y gracias a ese ojo observador y constante que tenían siempre sobre él habían notado la soledad eterna en la que aquel simpático hombre se encontraba, sin importar cuánta gente tuviese alrededor, cuánta gente tuviese de apoyo, siempre tenía ese halo de vacío y melancolía que nadie podía espantar. Estaban de acuerdo con que tal vez una compañera de vida podría espantar aquella soledad, tal vez sería la opción perfecta, pero Steve estaba reacio en tener una pareja.
Por otro lado, estaba la sonriente Chris, tan ansiada de tener una familia real como nunca la había tenido. Las relaciones tampoco habían sido lo suyo, y estaba totalmente rendida a adoptar treinta gatos y quedarse viendo películas con sus amigas por la eternidad. Aquel era un buen plan para su soltería, pero en el fondo de toda la alegría que hay en el exterior, se almacenaba un pozo de tristeza. Y aunque el de Chris no era profundo, dolía de vez en cuando.
— Chris — llamó Steve, sin mirarla, mientras aún subían las escaleras hacia la terraza.
— Dime —.
— Confío en Antonella porque la conozco de años, y conozco en todos los líos turbios en los que está metida su familia. —hunde las cejas, recordando la larga y compleja lista— Creo que conozco más de ellos que ellos mismos... —sacude la cabeza, espantando la culpa que empezaba a embargarle— No lo hago sólo porque es atractiva. No soy así —.
—¿Admites que es atractiva? —cuestiona, burlándose del soldado, entendiendo ahora porqué confiaba en la muchacha, que vendría siendo como su segunda, y única, familia. Que suerte que él si tenía una.
—¿Prefieres interrogarme eso en lugar de preguntar a que me refería con “lios turbios ”? —contraatacó el Soldado, burlándose de regreso— ¡Eres una caja de sorpresas, Christine! Te juro que creí que me lo preguntarías —mira al frente, riendo.
—Steve, por favor, soy hacker, puedo saber todos los secretos de todas las personas en menos de 10 teclas, prefiero interesarme en lo que esconden vuestras cabezas —dice, siendo obvia, con una sonrisa en el rostro.
—Uhm, cierto —asiente. Luego la mira con picardía—; o tal vez estás celosa porque dije que era atractiva —.
—Oh —se ofende Chris—. ¿Cómo te atreves después de cambiar la emisora muerto de vergüenza por que hablaban de masturbarse? —le devuelve la sonrisa aún más pícara.
—¡Chris! —exclamó, y volteó hacia atrás, buscando a alguien que pudiese haberla oído— ¿Cómo dices ésas cosas así? ¿estás loca? —.
—Madre mía tienes un problema con hablar de sexo Capitán —ríe Chris, bajando la voz, para que no se pusiera de color rojo otra vez— Estamos en un nuevo siglo, ya no es un tema tabú —.
— Esos temas se quedan en la alcoba —refunfuña—. Es como si fuésemos pareja y yo te preguntase en medio del autobús, con todos oyéndonos, que al llegar a casa haremos... —abre los ojos como dos huevos fritos— ¡Que estoy diciendo! Dios mío, perdóname Chris. No quiero ofenderte, yo jamás haría algo así contigo —.
Chris estaba muerta de la risa.
—Cómo qué... La has cagado por todas partes. — le miró graciosa — Primero, entiendo que te sientas nervioso al hablarlo, es algo que no se pensaba ni hacer en tus épocas. Segundo, hay más gente de la que piensas que cuchichea sobre eso con su pareja en el autobús. Tercero, ya te gustaría a ti, rubito, hacer algo así conmigo — terminó, con una sonrisa triunfante. Siendo sincera si podía imaginarse a Steve y ella en un autobús, sería ella la que le dijera que iban a hacer en casa, mientras Rogers se volvería de color bermellón por toda su vida.
Steve miró al frente, medio pensativo, con el ceño fruncido. Mordió su labio inferior, ladeó una sonrisa, y detuvo sus pasos. Chris volteó a verlo, confusa, antes de que el imponente cuerpo del Capitán se cerniera sobre el de ella, acorrándola contra la pared.
—Tal vez nos gustaría a ambos —insinuó, con una sonrisa coqueta, los ojos pícaros. Él bajo sus amplias manos a las caderas de Chris, las agarró con firmeza, se inclinó hacia ella, pero antes de que sus narices se rozaran él la alzó, medio cargándola, hasta dejarla sentada en el borde del piso de la terraza, con los pies colgando— Pero te sientes la última coca cola del mundo —.
—Ahora no sé si debería estar asustada o excitada —habló, poniendo sus manos en los hombros del Capitán, con temor a caerse, la verdad era que le aterrorizaban las alturas, por pequeñas que fueran— y aunque no soy la última Coca cola, soy la que sabe mejor —responde, inclinándose hacia él, buscando huir de la caída, por mucho que las firmes manos de Rogers la sujetaran.
—Estás confiada — alza las cejas.
—Puedes hacer la prueba si quieres —susurra, mirando a sus imponentes iris azules, dejando olvidados sus miedos.
Steve se sonrojó, pero no dejó de sonreír.
—Es usted una atrevida, Señorita Lechts —mencionó, con voz cantarina—. Muy atrevida. —se aparta de Chris y empieza a subir los escalones faltantes.
—Oh no querido Capitán —sonríe ella— es usted el que me ha colocado justo aquí, por algo sería.
Chris se levanta divertida y se acerca a la mesa en la que está Rogers. Steve ya se encontraba sentado, y con el Menú entre las manos, ojeando la variedad que tan bien conocía.
—Leí que en este siglo los hombres no deben pedir por las mujeres —comentó de pronto, en medio de un suspiro—. Así que ¿qué querrás? —alza las iris, mirándola.
— Pensé que también me abrirías la silla — se burló la chica, mientras se sentaba — Dame un segundo para mirarlo —dijo agarrando el menú de Rogers, con una sonrisa traviesa.
Steve se volvió a sonrojar, esa vez levemente. Mierda, se le había olvidado.
— Creo que me decanto más entre los espaguetis a la boloñesa, o la pizza de la casa, ¿tú qué me recomiendas? —posó sus ojos avellana en los de él.
—La boloñesa es buenísima —sonrió, recordando cuando el mismo la había probado. Había sido tan buena que incluso sintió sus pupilas dilatarse, o tal vez fue su cerebro el que se lo advirtió.
—Entonces los espaguetis a la boloñesa —dejo el menú en la mesa— ¿Tú que vas a pedir?
—Pizza —cerró el menú—, por si se te termina antojando. La verdad yo no tengo hambre.
—Esta bien. Si acabas queriendo espaguetis puedes tomar de los míos —.
—Me parece justo —.
El Capitán desvío la mirada hacia la carretera bajo ellos y allí se quedó, mirando fijamente a la gente de la calle, con el pulgar acariciando su labio inferior, moviéndolo, pellizcándolo y a veces empujándolo a sus dientes que terminarían por moderlo, en un gesto de distracción. Chris, por otro lado, miró los labios del Capitán, atraída por los jugueteos que él mismo hacía con éstos. Rosados, suaves, rellenos, estaba segura de que serían muy dulces al besarlos. ¡Alto! Pensó, esto no era más que un trabajo, y él apenas confiaba en ella, literalmente el no confiaba en ella, por mucho que tuvieran esos extraños momentos de rubores cada vez más constantes.
—¿Han decidido que pedirán? —Antonella apareció, silenciosa, sigilosa, pero con una grandísima sonrisa y un aura escandalosamente brillante una vez te percatases de su presencia.
—Para mí unos espaguetis a la boloñesa —Miró a la chica, agradeciendo la presencia de esta para refrescar la dirección de sus pensamientos—, y para el caballero delante mía, la pizza especial —.
—Pizza especial —reiteró, lento, anotando en el cuaderno el pedido— Les traeré un buen vino, estoy de buenas, así que la casa invita. —le guiña un ojo a Chris.
—No le creas, Chris —habló el Cap, sin mirar a la joven italiana—. Me lo cobrará en cuanto tenga oportunidad —.
—Miserabili pezzi di merda! —exclamó ofendida— ¿Cuándo he hecho yo eso? —.
La morena rió ante los comentarios de ambos.
—Puedo pagar yo, no te preocupes, me pagan bien —sonríe de lado.
—¿Qué clase de hombre sería si te dejo pagar? —Steve la miró, medio ceñudo— Yo pagaré —.
—¿Uno del siglo XXI? —contraatacó— Ya te lo he dicho Steve, es adorable que hagas eso por mi, pero podemos pagar a medias —.
—No soy un hombre del siglo XXI, ¿recuerdas? — alza las cejas.
—Y yo no estoy pintada —se metió Antonella— la casa invita, he dicho. Ahora, si me disculpan, tengo que entregar esto a la cocina —.
La italiana se alejó a paso alegre, determinado, y a ambos les pareció oírla murmurar una canción en italiano. Tal vez la que actualmente sonaba en los pisos de abajo. Steve regresó la mirada a la calle, volviendo a juguetear con su labio mientras veía ansioso a la gente que se movía. Habían pasado los 15 minutos y ni rastro de las dos mujeres. Estaba preocupado, tal vez él debió haber sido quien fuera a por la hacker.
—¿Nervioso? —.
—¿Hmm? —voltea a verla, distraído— Disculpa, estaba... Pensando —se acomoda mejor y le otorga su completa atención— ¿Qué me decías?
—Si, estas nervioso —observó—. Yo también, pero vendrán pronto, creéme —habla, mordiendo su labio inferior y sacando el portátil— De todas formas, tenemos algo que ver, ponte a mi lado —.
Steve boqueó, pero se resignó rápido a tener que refutar. Había dicho que sería optimista, bueno, se tragó las mil tragedias que podrían haberle sucedido a las dos mujeres, y se obligó a pensar que seguro había tráfico, aquello era un comienzo. Un comienzo absurdo, pero lo era. Se levantó, cogió la silla y se acomodó a un lado de Chris, con su mandíbula casi rozando el hombro de la morena.
La computadora se oscureció por completo, luego, apareció un Pacman amarillo, que fue comiéndose la nada mientras subía hasta toparse con un cúbito azúl, lo comió, aparecieron dos "x" en el lugar de los dos puntos que eran sus ojos, y se abrió una pestaña. “¡El Pacman ha muerto por tú culpa, Asesino puto! Para salvarlo, me respondes correcto o te parto la madre” decía “Fecha Importante del Bhris: __/__/__” “Pista: Desde ese día me puedes acosar como tóxica”
—¿Qué cojones? —respondió la chica, impactada, encima de una cuenta atrás tenía un encriptado con contraseña justo después y dudaba tocar las teclas por si se aurodestruía la información. Para sorpresa de Chris, Steve echó una carcajada, llenándole él oído a la morena del ruido ronco por ser gutural del Súper Soldado.
—Esto es obra de Brooklyn. —sentenció Rogers, más agraciado de lo que uno se esperaría con la situación.
—Eso parece —dice, confusa—, ¿pero porque encriptaría ella un pendrive de Hydra, supuestamente? —girando la cabeza hacia el capitán, dándose cuenta de que les separaban menos centímetros de los que pensaba.
—Imagina que el pendrive cayera en manos enemigas. Absuelto de cualquier seguridad. Disponible a cualquier mente perversa que sepa como dominar la información. —señala la pantalla— Eso es ser precavido. Lo cuál me sorprende viniendo de Edwards —.
— Si, ha sido buena idea por parte de Brooklyn protegerlo más — sonríe Chris, fijándose en la pista, aunque no le hiciera falta. — Es muy lista.
—Si quitamos lo impulsiva que es... No, creo que es por lo impulsiva que es que podría ser una segunda Stark. —arruga las cejas— Y eso sería extraño...
—Sería divertido que fuera hija de Stark —ríe, mira la hermosa pulsera de su muñeca y empieza a teclear—, 25/12/2006 —... En el código que exigía.
—Sería perturbador —corrige Grant, fingiendo un escalofrío.
“Lo has logrado, Chris. Espero que la bonita cita a costa de mi trasero esté yendo bien entre tú y el Cap. Procedo a exigir ser la madrina de los futuros hijos por mi noble sacrificio, y aquí está la información que nos ha hecho gastar dos semanas ;'v” Luego, una serie de pestañas se abrieron, mostrando distintas carpetas con nombres llamativos.
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¿Cuatro capítulos? Si, jsjs
Peeero, ya me va a matar por seguir diciendo esto... louismoraj es su magia, jsjs vas a estar en todos mi capítulos agradeciendotelo.
Y mi recomendación es que vayáis a Power y la leáis porque este capítulo, es una revelación en su historia :3
Darle love 💣❤️
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