Capítulo 20

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Poner las cartas sobre la mesa


El gatillo seguía apuntado a su cabeza a pesar de su repentina y abrupta visión. Oliver Seenwick no se fiaba de trucos baratos de actuación, como el que creía que acababa de ver.
Olive subió su vista hacia él.

— Tú dirás qué quieres — susurra, ahora demasiado cansada como para también ocuparse de su visión, debía seguir manteniendo el hechizo.

— ¿Quién eres realmente doctora Ámbar Witcheron? — pregunta con ironía, entrecerrando los ojos. Trataba de analizar todo de esa mujer de ojos azules que antes tenía distinta apariencia, era demasiado extraño para él.

— Olive Dahlian — murmuró  cerrando los ojos, intentando acumular energía y poder en las palmas de sus manos, no iba a quedarse respondiendo preguntas, solo lo necesario.

— ¿Y qué quieres de Hydra Olive Dahlian? Para venir aquí de esa forma con disfraces mágicos y aura de misterio — acusa, moviendo la pistola. No iba a dispararla, o bueno, no si no hacía nada como huir, necesitaba entender aquello, saber si era una amenaza para sí mismo.

— Creía que todos eran misteriosos aquí — alza las cejas mirándolo, el arma empezaba a temblar bajo su tacto, estaba dudando — Tan solo quiero algo que tienen nada más — resume encogiendo los hombros.

— Asumo que eso no me dirás que es, así que, ¿qué hacías en la salida? ¿De que estabas huyendo? ¿Qué has hecho? — vuelve a interrogar, y de nuevo miles de pensamientos le asaltan en su cabeza, miles de teorías y posibles respuestas.

— Mira querido, esto acabará muy rápido, en cuanto me recupere, ¿por qué no te portas bien y me dejas tranquila? — propone con simpleza notando el hormigueo y la magia latente en su mano derecha.

— No puedo, o los intereses de Hydra se verán comprometidos — afirma, repitiéndose eso una y otra vez cada momento en el que debía traicionar sus principios.

— Tú lo has querido —.

La azabache extiende su mano hacia delante lanzando una ráfaga de ondas ligeramente azules que le hacen salir expulsado hacia la pared y que el arma se caiga de sus manos, acabando en el suelo de piedra. Olive se levanta y la toma, ahora apuntándole a él.

— Oye, yo no busco hacerte daño a ti, pero no iba a dejar que tus sucias manos tocaran a ese niño, así que lo que he hecho es sacarlo en vuestras narices y si piensas por un momento en decírselo a…. —.

— ¿Lo has salvado? — la interrumpe con los ojos azules impactados. ¿En serio aquella mujer había hecho lo que él no había podido hacer aún?

— Si, ya te he dicho que si — habla Olive alzando una ceja, no creía a Seenwick tan estúpido, había algo en su mirada que le daba curiosidad, qué  pasaba por su mente.

— Gracias — susurra, le había salido por impulso — odio cuando nos traen a niños y quieren que hagamos esas cosas horribles que… —.

— Espera, haber — Dahlian le hace callar y frunce el ceño — no que debías proteger los intereses de Hydra y no sé qué más, ¿Tú qué haces aquí? —. Estaba empezando a sentirse perdida en el sentido de aquello.

— Si, bueno, eso es sólo a veces, en realidad sólo los protejo porque me dan más sueldo con los chivatazos, no estoy de acuerdo con los ideales de esta organización pero no hay más trabajos en Sokovia y tengo niños a los que alimentar — explica brevemente, moviendo las manos como si estuviera nervioso — supongo que te vi como una amenaza —.

A Olive aún le costaba seguir el ritmo de aquello, ¿por qué de repente se había vuelto tan amable?

— ¿Ya no sospechas de mí? ¿Y si estoy mintiendo? — acusa.

— No sé mucho de la clase de hechizo que me has hecho para lanzarme contra la pared, pero si puedes hacer más cosas como esas puedes haber salvado a Jake y realmente eso es como traicionar a Hydra, así que como tus intenciones no son malévolas, ni agresivas, creo que puedo confiar en ti —. Oliver se sorprendió de su rápido razonamiento, su madre siempre le había dicho que era un indeciso pero sentía que podía confiar en la mujer azabache ahora que sabía sus intenciones.

— Que raro eres… — la ojiazul da un paso atrás con una expresión de disgusto, era demasiado fácil.

— En realidad es simple, creí que eras alguien distinto, una zorra maldita sin sentimientos o corazón que disfrutaba escuchando a los demás gritar y llorar en las torturas; y por lo que me has dicho solo eres una ladrona, pero con valores morales por lo que los dos tenemos el mismo propósito para estar en Hydra, el interés.  A mi me interesa ganar dinero para poder mantener a mi familia y a usted robar lo que quiera robar — clarifica, dispuesto a formar una alianza con aquella científica de ojos azules.

— Eso tiene sentido, tienes un punto — le da la razón, aún algo desconfiada — Entonces… ¿Sólo estás aquí por necesidad? Nada de nazis, experimentación mental, tráfico de super humanos… — sugiere bajando la pistola.

— No, de veras y ¿Tú? ¿Algo que tenga que ver con esas cosas? — devuelve intrigado.

— En absoluto, vine para ayudar a un amigo y robar una de las millones de cosas que tienen por aquí, con fines buenos, nada de destruir el mundo — se explica, guardando la pistola.

Oliver Seenwick había pasado su primera prueba, no creía que fuera a chivarse a Hydra, al menos de momento, y no parecía con las ganas de matarla con las que le miraba habitualmente así que supuso que por el momento podría fiarse de él, pero necesitaba más información.

— ¿Y entonces…estás aquí por tu familia? — se sienta enfrente.

— Si, en Sokovia no hay grandes ofertas de trabajo, ¿Sabes? A mi esposa la echaron del suyo cuando empezó la decadencia de la ciudad y con el mío y otra criatura en camino, no llegábamos a pagar nada; fue  cuando está organización llamó a mi puerta, me ofreció un buen sueldo por hacer lo que pidieran, con la mayor discreción, y no era una opción obviamente. Así que acepté, ya llevo dos años aquí, los mismos que tiene la pequeña Anastasia, es mi hija menor, la mayor se llama Clarise como su madre y conozco a Jake porque es un amigo suyo, y mi hijo mediano es Ellon. — le explica con media sonrisa.

— Te das cuenta de que no me conoces de nada y puedo realmente trabajar para Hydra y buscarte problemas, ¿No? — alza una ceja, divertida, o aquel castaño intentaba tomarla el pelo mintiendo, o de verdad estaba confiando mucho en ella.

— Tengo la sensación de que puedo fiarme de ti, y delatarnos entre nosotros no serviría de nada, así que, he pensado que ser sincero y dar el primer paso era lo mejor — alzó los hombros, bajando sus ojos azules a las losas de piedra y empezando a jugar con restos de partes rotas. — ¿Cómo es tu familia? —.

Olive desvía la mirada de sus acciones a las losas rotas — Yo… ya no tengo nada a lo que llamar familia, y no soy una buena amiga así que… supongo que estoy sola — hace el intento de una sonrisa hasta que nota su magia yéndose y su ceño se frunce para devolverla de nuevo a su control, no podía pararlo hasta aquella noche. No podía dejar que sus sentimientos la consumieran.

— Bueno, supongo que la soledad hace que entrar en Hydra parezca una opción sin riesgos — opina, mirando a la azabache, sin ningún plan oculto entre manos. — ¿Y cómo haces lo de…? piun piun — hace gestos expresivos con las manos.

— Oh, eso es, secreto profesional — responde efímeramente, queriendo no confiarse demasiado, ni perder la concentración.

— Vaaale — alarga la a, con ganas de reírse — y… — frunce el ceño al pensar en algo — ¿cómo has salvado a Jake si está ahora mismo en la celda? — entrecierra los ojos.

— Eso también es secreto profesional, es como piun piun, pero más, suhh, igual que me cambio de aspecto — explica también con gestos.

— Ahhh — exhala como una gran revelación — ya te pillo — asiente con la cabeza varias veces.

Luego ambos se miran y se ríen por lo absurdo de la situación.

— Y… ¿no has pensado en irte de aquí? — Olive le mira, él llevaba dos años, tenía amigos, familia, alguna vez habría pensado en dejar ese mundo, ¿no?

— Realmente… si — encoge los hombros recostándose en la pared — cuando las cosas mejoraron y mi mujer empezó también a tener un pequeño trabajo parcial de costurera, quise volver a mí anterior puesto, dejar de jugarmelo todo aquí y.. disfrutar de mis niños — hace una pausa— pero Hydra no te deja salir nunca de sus garras, a no ser que sea en una bolsa para cadáveres — termina, con rostro intranquilo— así que supongo que aunque quiera irme tendré que seguir trabajando aquí para que no hagan daño a mi familia — supone con mirada triste.

— Lo siento — Olive le da unas palmaditas compasivas en el hombro y le ofrece una sonrisa — buscaremos una manera de que puedas volver a tu vida —.

— Yo podría ayudarte con eso de volver a la tuya, habrá alguien al que quieras volver a ver, ¿No? — observa sus ojos azules.

Olive mira los ojos de Seenwick, del mismo color de los suyos y asiente suavemente. Al principio esos ojos los asoció con Stephen Strange, tal y como habían acabado tal vez si tenía ganas de volver a ver al azabache para arreglar algo. Aunque sí que quería a alguien que tenía esos flamantes ojos, pero ya no podría volver a verlos. Christine también apareció en su mente, hacía algunos días que no rondaba por allí, ya que lo de Jake había acaparado todo, pero sí que le seguía causando remordimientos lo que le hizo a la rizada. Bajó la mirada al suelo pensando en alguien más, su padre no estaría para recibirla en casa y no iba a pensar en buscar a la maldita de su madre, no la necesita. Fue entonces cuando se fijó en el reloj de su muñeca, estaría bien visitar a ese gigantón de venas de lava que le había comprado un Hennessey, cuando tuviera información de sus hijas.

Puso media sonrisa — Si, supongo que sí — susurró.

El castaño se levantó del suelo, sacudió su pantalón y le ofreció su mano.

— ¿Es un trato entonces? — sonríe.

Olive toma su mano con firmeza — Es un trato — ambos se ponen de pie y continúan el camino del túnel al unísono.

— Entonces… tres hijos eh, ¿Cuántos años tienes? — pregunta Dahlian.

— Treinta y uno, y ¿tú? — responde.

— Veintiséis, los cumplí en enero — informa, luego una sonrisa pícara aparece en su cara — así que treinta y uno y tres hijos, sabéis cómo entreteneros ¿eh? — bromea.

— Qué puedo decir, me has pillado —.

[...]

A la mañana siguiente, los dos ojiazules compartían mesa en la sala de descanso del mediodía.

— Tienes mala cara — susurra divertido Seenwick.

— Aguanta tú un hechizo así todo el rato, además ayer me destrozó darlo todo, hoy estoy como sin pilas — le sonríe, apartándose un mechón pelirrojo.

— Toma — Oliver la mira y le ofrece un termo de café con leche caliente que deja en sus manos — te ayudará —.

— ¿Me lo has hecho tú? ¿Para mí? — Dahlian entrecierra los ojos, dudosa, destapa y huele el contenido, el olor del cacao y el azúcar eran demasiado buenos, con lo que cierra los ojos para disfrutarlo.

— En realidad mi mujer — ríe, a lo que Olive ríe también y bebé un sorbo — me dijo que agradeciera a mi jefa por aguantarme todo el día —.

— Tu mujer es la mejor — degusta el café — y esto está riquísimo — admite, con sus ojos chocolate encantados.

— Le daré las gracias de tu parte, por cierto — comienza un susurro extremadamente bajo — ya he visto que no está, ¿has deshecho el hechizo? — mira curioso.

— Si, ayer por la noche, estaba drenando mis fuerzas, es complicado y cuesta que encima puedas tocar y sacar sangre a algo que no lo tiene — contesta murmurando, y luego vuelve a su café.

— Tienes que enseñarme esas cosas — protesta gracioso y su cara se tensa por un segundo al mirar a la puerta, luego adecua una mirada seria.

En apenas unos segundos un doctor, la mano derecha del Barón Strucker, se plantó frente a su mesa.

— Señorita Witcheron, traigo estás indicaciones para usted del Barón, hágalo lo más pronto posible — le entrega unas hojas y vuelve por dónde ha venido.

Dahlian procede a leerlas con una ávida rapidez y se levanta de la mesa, era un simple trabajo de recopilación y programación de la información chitauri del sótano, haber si podía ir y extraer algo.

— Solo es un trabajo normal tranquilo — le dice a Oliver al ver que la miraba expectante — me voy, gracias por el café — le guiña un ojo y sale por la puerta mientras su pelo pelirrojo, atado en una coleta, se mueve con sus pasos.

Vaga por los pasillos con las claves de las puertas en el informe que debe rellenar, y rehace el camino que una vez hizo para intentar robar la gema de la mente, no había bajado allí desde entonces. Recorre las escaleras hacia abajo lentamente, notando como el frío del subsuelo se colaba por aquellas paredes.

El enorme espacio estaba casi tal y como lo recordaba, el monstruo chitauri colgado del techo, armas por todas partes, algunas piedrecitas de colores que suponía que daban energía a las naves voladoras o a las armas chitauri; y en el centro, tan imponente como siempre, el cetro de Loki, ahora que lo pensaba, seguramente Amora conocía al loco hermano de Thor que intentó conquistar la Tierra, pero eso no era lo importante, si no el reluciente brillo de la gema de la mente amarilla que se veía tras su protección azul.

Caminó hacia alguna de las mesas con rocas chitauri mientras el zumbido particular que le llegó la primera vez al salir de allí volvía a inundarla, la gema de nuevo parecía querer hablarla, no sabía que serían esos sonidos de abeja pero no los entendía y no debía dejarse engatusar por la gema, no sabiendo que en cualquier instante podrían llegar y verla.

Comenzó a apuntar en sus papeles la consistencia y textura de los materiales que encontraba, a la vez que les hacía diversas pruebas químicas para ver si su estructura se derretía al tocar el ácido o si había algo que lo hiciera reaccionar y saltar y explotar como el sodio con el agua. Sin embargo, a la vez que intentaba ignorar más la gema, está más inundaba su mente, hasta que  no pudo evitar despegar la vista de lo que estaba haciendo y dirigirla hacia ella, tan brillante, tan imponente… tan peligrosa.

Es en ese momento de contacto visual cuando Olive da un paso hacia ella y otro más, y cuando intenta detenerse, un brillo salvajemente jalde invade su mente.

El apartamento estaba silencioso y tranquilo, apenas eran las ocho de la mañana y los primeros rayos del alba se colaban por los grandes ventanales de la estancia.
El doctor Stephen Strange se encontraba sentado en su mesa, desayunando su café negro a la vez que repasaba una de las operaciones que haría aquel día, centrado completamente en su trabajo, hasta que un bostezo le distrajo.

— Te dije que no te quedaras a dormir señorita — musitó suavemente en tono de reproche.

Olive estiró su cuerpo hacia arriba, desperezándose y bostezando de nuevo, mientras salía del dormitorio de la casa únicamente con su ropa interior y una blanca camisa de Strange.

— Y yo te dije que haría lo que quisiera — sonrió arrogante, tomando otra taza y sirviéndose café — eran las cuatro de la mañana y no me iba a ir por mucho que lo dijeras, además, me gusta tu casa — contrapone.

Stephen levanta sus ojos del papel para mirarla y reprime la sonrisa que quiere escapar de sus labios, estaba jodidamente sexy así, sobretodo con su camisa puesta, pero tenía sus razones para que no se quedase a dormir, ellos no eran una pareja, eran compañeros, porque tal vez amigos era decir mucho, que disfrutaban teniendo desenfrenadas noches con el otro, y eso implicaba, no tener sentimientos románticos, él no era alguien que se comprometiera, ya estaba comprometido con su trabajo y no creía poder llevar una relación, aunque su corazón le gritase por intentarlo, todos sabemos que la vida del doctor la guiaba su cerebro.

— Tú me echaste de tu casa la última vez y también era tarde — alza las cejas, mordiendo su tostada.

— Eso fue otro contexto, Christine volvía de sus vacaciones, no podía estar escuchándonos — se excusa, robándole los papeles de su operación para leerlos.

— Christine no, pero mis vecinos sí, ¿no? — juguetea con la cucharilla del café, mientras mira sus ojos azules moverse por las líneas del informe.

— ¿Me estás llamando ruidosa, Stephen? — Dahlian alza una ceja divertida, y deja el papel en la mesa.

— Es Strange, pero si Olive, eres bastante ruidosa — sonríe con suficiencia.

— Oh — se hace la ofendida — ¿Yo? Ayer fuiste tú el que gemiste más fuerte, Strange — escupe el nombre con burla — y es Dahlian — le repite.

— Yo no lo recuerdo así — dice fijándose en la azabache.

— Creo que tendré que refrescartelo entonces — sonríe, a la vez que se desabotona la camisa y lo lleva al sofá para montarse en su regazo.

— Estaré encantado de demostrarte que tengo razón — acepta, comenzando a besar su cuello.

— Y yo estaré encantada de enseñarte — lo aparta suavemente hasta tenerlo frente a su cara — que te equivocas — susurra sensualmente, y es entonces cuando junta sus labios con los del newyorkino como si de un postre de chocolate se tratasen.

La azabache, aún pelirroja, parpadea repentinamente, acelerada porque de repente hubiera surgido sin quererlo ese recuerdo de su vida, había sido... ¿Ella? Ladea la cabeza mientras que mira a la gema, ¿ella había sacado y reproducido ese momento de su historia con el cirujano, sin forma de evitarlo? Eso le parecía.

Sin embargo, no tuvo ninguna opción de pensar en nada porque ya había alguien en la puerta de entrada, expectante.

El Barón carraspeó y ella volvió a su sitio rápidamente, levemente asustada por todo lo que él hubiera podido ver.

— ¿Tiene ya completos los informes señorita Witcheron? — pregunta como si nada.

— Tan solo me faltan unas pruebas más jefe, se los daré en cuanto estén listos — contesta, forzándose por mantener la compostura.

— Está bien — asiente — no se distraiga… — advierte, echando un último vistazo y sale del cuarto.

Es entonces cuando Olive puede volver a respirar tranquila y a preguntarse qué demonios le había hecho esa gema, mientras cumplía con lo que debía hacer.

Horas más tarde, con el sol llegando al ocaso, la azabache se reunía con Seenwick tras haber entregado los informes de todas sus tareas de hoy, y con una carta informativa en sus manos.

El castaño sonrió al verla y emprendieron su camino juntos a la salida.

— ¿Qué es? — pregunta al ver el sobre.

— No lo sé, aún no lo he abierto — dice, a lo que comienza a rasgar el papel y sacar su contenido, era un tipo de carta y tipografía que nunca antes había leído.

Comenzó su lectura intentando comprenderlo todo de la forma más clara posible, con la atenta mirada de Oliver sobre ella, y su ceño se iba frunciendo con cada párrafo que leía, hasta que terminó con la firma del Barón.

— Me trasladan de base — susurra a la vez que en sus ojos marrones se encendía un brillo azul.

— ¿Qué? ¿Cuándo? ¿Por qué? — pregunta Seenwick, tomando la carta amablemente de sus manos.

— Mañana, a primera hora — cierra su puños e intenta mantener la cordura, su plan se jodía por momentos.



[...]


Christine Letchs se encontraba en el salón de su apartamento, pasando canales de televisión, aburrida. Aún tenía el recuerdo de los últimos días con Steve y no había nada que la pusiera más feliz, pero ahora mismo estaba ocupado y había vuelto a la ardua monotonía de siempre. El aburrimiento y la frustración. Tyler, rondaba por la casa cotilleando cosas, sobretodo la habitación de Olive, parecía gustarle el olor a lavanda que tenía, así que la cama de la azabache se había vuelto suya.

La rizada resopló, sin querer volver a pensar en la pelea del día anterior, estaba cansada de aquello, de que la tachasen de culpable, que intentaran encima sacárselo a la fuerza, que su departamento no encontrase nada… Era demasiado. En ese momento, cuando todas las cosas parecen acumularse sin sentido en tu mente, y no poder encajar,  su cerebro la sorprende, si la DEA no daba con el traidor, lo haría ella. Era una hacker demonios, de las mejores del país, tal vez del mundo, aunque Chris no era tan ególatra como para aquello; era buena, y los móviles, los ordenadores, todo estaba conectado a la red, y lo más importante, todos guardan ahí secretos, todos hablan y todos discuten, si no podía desmantelarlo todo en la vida real, lo haría en su terreno.

Se levantó del sofá, apagó la televisión y sacó varios portátiles de su habitación, algunos los conectó entre ellos, otros a unos móviles y otros a aparatos complejos de protección. Había hecho ya el primer paso, una clasificación. En sus cinco portátiles tenía los doce expedientes de las personas de su departamento con más poder, experiencia y responsabilidades, es decir, cualquiera que hubiera tenido la potestad de pasar información, incluida ella.

Anuda sus rizados cabellos sueltos en una coleta, y empieza con el primero de los motivos que puede tener cualquiera: secretos que no quieres que salgan a la luz.

Dos largas, tediosas y exhaustas horas después, se daba golpes contra la mesa, había encontrado cierta información, emails, chats, una enrevesada red de hilos que ella no podía desenmarañar sola, había mucho ahí, demasiado, necesitaba ayuda de alguien de la AHP, y Kiara Meyers estaba en la ciudad. Toma el teléfono y le manda un mensaje urgente para después volver a la faena.

Estaba leyendo unas conversaciones sospechosas de emails borrados de uno de sus compañeros a la vez que bebía el tercer o cuarto café del día, al parecer, había un lío romántico entre Patrick Smith y Cynthia Anderson… lo cual significaba mucho porque ella estaba casada con uno de su departamento, el agente Ian Walker. El chisme era interesante ya que a lo mejor ella estaba embarazada pero, nada que le dijera a Chris que alguno de los dos fuese el culpable.

Pasó a la siguiente tanda, el mismo Ian Walker, sabía que a él era de los pocos que también le habían caído cosas por considerarle un posible topo, y con él no le hizo falta buscar demasiado para dar con sus antecedentes penales. Releyó dos veces el motivo de encarcelamiento porque no creía que con lo bromista y maravillosa persona que era Ian, hubiera matado a alguien. Tampoco había mucho del contexto de lo ocurrido, pero eso estaba ahí. ¿Tal vez alguien del pasado querría venganza? Todo eran conjeturas.

El siguiente email trataba de Barbara Howard, una persona algo prepotente y manipuladora, parecía estar queriendo extorsionar al remitente del correo, pero luego cambiaba su actitud de repente, como si nada, de todos modos, ser una persona borde no es un motivo que puedas dar en los juzgados.

Dió otro sorbo más a su café y cambió de postura en la silla, se giró a su espalda para ver por dónde andaba su pequeño y volvió la vista hacia el portátil cuando lo vio en la habitación de Olive, entre sus almohadones. Suspiró de frustración y agachó la cabeza, era como dar vueltas en círculos.

Para cuándo la de ojos marrones y piel pálida llegó a su casa Chris podría perfectamente haber perdido la cabeza. La mesa se encontraba revuelta, tanto como si hubiera sido Olive la que hubiera estado ahí buscando cualquier punto de información posible, como hizo para encontrar la gema de la mente. Sin embargo Christine buscaba otra cosa, buscaba algo más concreto y a la vez algo tan inconcreto que la hacía perderse entre el maremoto de información que allí encontraba, sinceramente le venía muy bien la compañía, porque sentía que si leía otra página más sin encontrar nada o sin entender nada lo suficiente, se volvería loca.

— Emm Chris, ¿cuántos cafés has tomado? — pregunta la mujer recogiendo algunas tazas y vasos que podían caerse y destrozar los papeles de la rizada.

— ¿Cuatro? ¿Cinco? ¿Tal vez fueran siete si... ? — empieza a teclear con rapidez y cierto nerviosismo.

— Ay mi madre, demasiada cafeína para ti — aleja cualquier vaso con café de Christine —¿Se puede saber por qué demonios has tomado tanto?

— Necesito activación cerebral, necesito saber qué pasó Kiara — comienza a pasar sus manos por los rizos — necesito saber quién lo hizo, ¡necesito descubrirlo!

Meyers toma a la rizada por los hombros y la abraza — respira Chris, respira, ya estabas nerviosa de antes y tomar tanto café te hizo mal, te haré una tila — la suelta y le da una sonrisa, luego se va a la cocina.

El cachorro samoyedo se acerca y pasa su cabecita por las piernas  de la rizada que zapateaba constantemente.

— Es que, es que… necesito tener la mente ocupada, necesito solucionarlo, necesito… — susurra tapándose la cara con sus manos y frotando sus ojos.

— Necesitas calmarte — musita Kiara, dándole la tila, que Letchs toma con delicadeza y da un sorbo.

La morena asiente suavemente y mantiene su atención en Tyler y como mueve su colita.

— Bien, ahora que te veo más calmada, ¿me dices que ocurre? tu mensaje no era muy claro — ladea la cabeza.

— Estaba… frustrada y me puse con el topo de mi organización, el problema es que hay muchas cosas y otras tantas que no sirven, y no encuentro y no entiendo y.. —pasa la mano por su frente — y ya me pongo de los nervios y entro en un bloqueo.

— Entiendo, tranquila, nos ocuparemos juntas, ¿Si? — mira al perro poniéndole ojitos — y tú también nos ayudarás por supuesto pequeño — a lo que él ladra contento.

— Está bien, gracias — Chris sonríe y acerca una silla para que Kia también se siente y así repartan el trabajo.

Una hora y dos tés con galletitas de canela después, siguen igual de ocupadas que antes.
Tyler había vuelto aburrido a su huequito en la cama de Olive y Christine, aunque estaba más calmada seguía queriendo poder averiguar y desentrañar todo lo que pasaba desde los archivos que tenía en su parte, tan pendiente estaba que parpadeaba solo lo estrictamente necesario. Kiara lo llevaba con más calma, apuntando lo que más le llamaba la atención y a lo que aún no sabía bien como encajar, era un tema complicado y complejo aquel, y debía tomarse con minucioso cuidado si querían que todo saliera bien y no acusar a ningún inocente.

— ¿Cómo vas? — pregunta Letchs.

— Bien, apunto algunas cosas, pero de momento nada alarmante o concluyente, ¿y tú? — responde.

— Igual… — susurra — ¿Sabes? Esto me recuerda a nuestros trabajos en la AHP — comenta.

—  A mi también — ríe un poco — es como volver a la infancia… — achica los ojos para releer algo que había llamado su atención — Chris, mira esto… — le gira el portátil para que lo lea.

— ¡Dios Kia! Eres la mejor, una genia — la abraza contenta tras leer el contenido y luego se separa, saliendo corriendo a por su abrigo.

— ¿A dónde vas? — preguntá curiosa.

— Eso es una gran ficha — señala el portátil — y no la voy a desperdiciar. Ya va siendo hora de que hable cara a cara con mis sospechosos, así que… me voy a trabajar — la guiña un ojo y toma las llaves.

— No te metas en un lío señorita cafeína, actúa con cabeza — le aconseja.

— Lo haré — afirma, se despide brevemente de Tyler y sale por la puerta.

-ˋˏ ༻❁༺ ˎˊ-
Hola babyss

Espero que os guste
Darle love ❤️💣

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