Agradecimientos {Final acto 1}

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Hola a todos, este es el final del acto 1.

A partir de este punto se vienen grandes cosas mis queridos lectores.

Este apartado es un poco para recordarles que desde aquí empieza el acto 2, y también para agradecer a a las personitas que han aparecido por cameitos o me han ayudado  mucho a corregir y mejorar trama o capítulos.

Gracias.

Es un placer para mi terminar esta pequeñita parte de una novela increíble y un honor que leáis mis capítulos. Espero  realmente poder cumplir  las expectativas que pongáis en este segundo acto y que os guste mucho.

Algunas cosas para este acto no estaban realmente planificadas y ha habido bastantes cambios con respecto a lo que realmente tenía pensado desde un principio, pero al final, me ha gustado.
Ha quedado algo bonito, sutil y espero que a vosotros también os haya causado cierta impresión y gusto haberme acompañado en este acto.

Varias cosas como he dicho no estaban tal y como están ahora en los capítulos, pero han quedado bien, ha habido muy buenos cambios y siento que me ha quedado un buen acto, espero que vosotros también estéis satisfechos y ahora es quería deciros alguna de las canciones de la Playlist de play with fire por si os gustan, las tenéis aquí.


Estas serían,espero que os gusten. Nos vemos, in the next chapter.

Darle love 💣❤️

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Escena post-créditos

Las gotas de lluvia que llevaban acompañando toda la semana a los neoyorquinos repliqueteaban contra las ventanas del solitario apartamento de Christine, ya que Olive lo había dejado un tiempo atrás. La noche arropaba las sombras y el viento hacía que las personas tuvieran que subir sus sábanas para no perder el calor.

Unas botas negras sonaron suavemente sobre la madera del suelo, delicadas como una pluma, y un relámpago en el cielo iluminó la figura encapuchada de larga capa roja, que entró en la casa. Observó su entorno, las gotas de agua sobre el suelo, el sofá de terciopelo azul y la lámpara apagada del techo. Dejó las cosas sin importancia y se dirigió a su objetivo.

Grande fue la sorpresa de esta persona de rojo al llegar al cuarto de la mujer rizada y tranquila, que dormía plácidamente, pues una figura de capa negra se encontraba allí también, admirando como la azabache respiraba, sus pulmones se llenaban de oxígeno y luego el aire escapaba de ellos por su boca, acompasados.

No hizo falta ni un segundo para que el individuo de cuero negro levantara la vista hacia la puerta, dejando de mirar a la morena y se moviera hasta la encapuchada de la capa roja.

— Sabía que sería hoy — habló traviesa y fingiendo un tono dulce la voz de una mujer, aún con su rostro sin revelar — Diviértete — le dió un pequeño golpecito en el hombro y una suave risa escapó de la figura de rojo.

La persona de negro, habiendo terminado allí ya con todos su asuntos, salió a la terraza, se fijó como la luz de la Luna quería colarse entre los nubarrones negros que dominaban la noche, pero las corrientes iban en su contra, borrando cualquier rastro de luz.

Dió un salto y se agarró a una cuerda previamente preparada, con la que subió hasta el tejado de ese edificio.
Las luces de la ciudad iluminaban lo que podían las calles, pero las farolas no podían evitar titilar ante las descargas eléctricas que estaba habiendo, perecerían como un árbol ante una avalancha de nieve.

La mujer colocó bien su capucha, manteniendo su aura sombría y desconocida, sin importarte la lluvia, que bajaba por su capa. En unos minutos, sintió la compañía de alguien a su lado.

— Ya pensaba que no aparecerías — se burló, mirando de reojo a su acompañante.

El hombre la sonrió, perspicaz.

— Estaba pasando un buen rato, es raro que todo me vaya bien — sonrió de lado, dándole un pequeño empujón, juguetón — Tú deberías dejar esa seriedad un tiempo — aconseja.

Ella le mira completamente y alza un poco de su capucha, dejando ver sus fieros, penetrantes y brillantes ojos verdes. Ladea la cabeza, imitando a una niña curiosa, pero voraz.

— El trabajo es serio, Cazador, cada paso a de tomarse con cuidado — habla, frunciendo levemente sus perfectas cejas.

— Creía que tú esbirro lo había dejado todo atado — bromea, paseando por el tejado, le gustaba usar ese apodo con el subordinado de ella.

— El cirujano está lejos y el padre bajo tierra, si, Luke hizo un buen trabajo, pero aún queda por hacer — asiente, una idea aparece en su mente, una imagen, a la vez que una sonrisa sádica se forma en sus suaves y rosados labios.

— Tenemos buenos amigos — ríe El Cazador, viendo como la figura encapuchada roja salía de la terraza, se dejaba caer desde la barandilla, y desaparecía de la nada.

— Ellos sí que son eficaces — afirma contenta, aquel sombrío día cada vez iba a mejor. — Ve a disfrutar de tu noche, yo tengo que hacer algo — comienza a alejarse del hombre, delicada y sutil.

— No se te olvide el trato — advierte divertido.

— Lo sé — ríe, siempre se lo recordaba — que quede algo para ti, porque sabes que yo llegaré antes, me la pedí primero — bateó sus pestañas, inocente, por mucho que sus ojos mostraran justamente lo contrario.

— Tú recuérdalo, y tenlo presente — ladeó la cabeza, aún sin perder su feliz sonrisa.

— Por supuesto — hizo una exagerada reverencia y se subió al borde del edificio con gracia — tú no olvides quién manda en esto — le devolvió sonriente, aunque por sus facciones era una clara amenaza.

— ¿Ya te vas? — él alzó una ceja.

— Sí, está jugando con cosas brillantes por fin, y amo las cosas brillantes — le guiñó un ojo, dejó sus ojos verdes deslumbrantes sobre él un segundo y saltó hacia el siguiente edificio, con las gotas de agua camuflándola en la noche.

Olive Dahlian se escabulló de su sala de descanso por los pasadizos del castillo, con sus pies descalzos marcándose en la fría y dura piedra, hasta el laboratorio de pruebas e investigación.

Allí, colocada en el cetro, en medio de la sala, la gema amarilla daba luz a la completa habitación, como un reluciente y pequeño sol, que intentaba abarcar el gigante espacio, pero que solo conseguía una iluminación a su alrededor.

La azabache había estado pensando y esperando mucho por aquello, por ese momento, caminó hasta ella y la observó. Después, embelesada, como si viera lo más hermoso del mundo, extendió la mano, ella la llamaba.

Sin embargo, justo antes de que sus dedos la rozaran, sintió algo a sus espaldas, como una penetrante y feroz mirada. Se giró sobresaltada, pero no vio nadie, estaba demasiado oscuro.

En las sombras, unos labios rosados formaron una maléfica sonrisa, los ojos verdes de una mujer relucían con fuerza, deleitados con lo que veían, todo estaba saliendo tal y como debía ser.

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