𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 Ú𝖓𝖎𝖈𝖔
𝕻𝖊𝖗𝖉ó𝖓𝖊𝖒𝖊 𝖕𝖆𝖉𝖗𝖊 𝖕𝖔𝖗𝖖𝖚𝖊 𝖍𝖊 𝖕𝖊𝖈𝖆𝖉𝖔
Advertencia: Religión+Fornicación mención de pasajes de la biblia de modo distorsionado y retorcido, si este tema no es de tu agrado solo vete tranquilamente.
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Su día casi estaba por llegar a su fin, ese día sábado del mes de Junio.
Estaba agotado porque ese día el Sacerdote titular de la iglesia en la que asistía como Sacerdote suplente se había enfermado y le había tocado a él solamente oficiar todas las misas con ayuda del monaguillo que ya se había ido a casa.
El Sacerdote ya estaba algo viejo así que era común que días cayera en cama y pasara unos dos días en descanso. Ese era el real motivo por el cuál lo habían enviado a servir como clérigo suplente ahí.
Él estaba bien donde servía anteriormente, que era un pueblo pequeño con pocas personas que no lo conocían pero que lo adoraban como si fuera el mismo Dios.
No tenía que relacionarse mucho con las personas y no había demasiado trabajo por hacer, no como en una parroquia ubicada en la ciudad en donde todos los días llegaban miles de personas Buscando el consuelo divino y el perdón de Dios y se oficiaban misas de bautizo, primera comunión, confirmación y bodas; unciones para los enfermos eucaristías para esto, para aquello para lo otro, el rito de la confesión que celebraba cada sábado, más las actividades con las pastorales juveniles y las actividades con los seminaristas que deseaban algún día pertenecer al clero y en fin una cantidad de actividades que lo dejaban agotado al final del día y más cuando el sacerdote principal no estaba como era el caso de ahora.
Suspiró cansino mientras acomodaba su sotana negra, el crucifijo en su cuello se balanceó graciosamente mientras se acomodaba un poco el cuello clerical que a veces le asfixiaba.
Tenía tan solo 24 años y era alto de cabello negro, ojos grises y fornido con sus músculos bien disimulados bajo el rabatt. Pero a pesar de su edad llevaba tres años de haberse ordenado como Clérigo.
Todos los conocían como Padre Min y nadie lo llamaba por su nombre por respeto. Es más nadie sabía su nombre real.
¿Pero por qué se había ordenado?
Pues simplemente porque la vocación lo había llamado. Creció en una familia conservadora y muy religiosa y desde pequeño le inculcaron los conocimientos sobre la palabra de Dios.
Hubo un momento en que dudó que ese era el camino que debía tomar cuando se enamoró por primera vez pero cuando intentó tener una relación con alguien supo que no era un chico normal.
A los 18 años supo que era una persona asexual porque por más que estuviese con chicas o chicos jamás experimentaba atracción sexual y tampoco deseaba contacto sexual con nadie.
Para él el sexo le era irrelevante.
¿Qué más señal que esa de que su vida debía entregarla al celibato?
Y pues, después de haberse despedido de sus padres y del pueblo había viajado hasta la ciudad de Busan para servir en el eclesiástico del lugar.
¿Ya no había más gente que atender?
Quiza ya no porque el lugar estaba en silencio aunque decepcionado pero a la vez aliviado soltó un suspiro y comenzó a quitarse el cuello clerical para poder irse a su habitación a descansar.
¿Se sentía decepcionado? ¿Porque hoy no había llegado aquel chico de voz dulce a confesarse?
Siempre llegaba, todos los Sábados sin falta desde hacía seis meses.
Él lo esperaba ansioso casi hasta el final de la noche para escuchar con atención sus confesiones, sus relatos. No iba a negar que lo entretenían y mucho.
Hasta que lo conoció supo que su Asexualidad quizá no era tanto el problema con él, que es más, quizá nunca fue Asexual.
No lo era.
Le gustaba mucho perderse en aquella voz de terciopelo que lo arrastraba como un río furioso.
Hizo el además de levantarse para salir del cubículo de confesiones pero un murmullo lo detuvo.
El suave murmullo de la tela rozar y una respiración que él ya conocía muy bien.
—Lo siento mucho padre Min, me retrasé un poco pero estoy aquí para mi confesión de la semana.
El padre Min sonrió débilmente sintiéndose un poco feliz. ¿Lo hacía feliz escuchar las confesiones de ese chico?
No, en realidad era su voz.
Su suave voz de terciopelo como un suave algodón de azúcar. Así se lo imaginaba Yoongi ya que no habían cruzado jamás palabras fuera del confesionario.
—No hay problema muchacho todo está bien. ¿Comenzamos?
—Si padre Min. Ave María Purísima.
—Sin pecado concebida. —Respondió el padre Min.
—En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. —Respondió de vuelta el chico del otro lado.
—El Señor esté en tu corazón para que te puedas arrepentir y confesar humildemente tus pecados. Te escucho.
El silencio se hizo presente del otro lado por unos instantes hasta que nuevamente aquella voz flotó a través de la maya de madera.
—Padre, perdóneme porque he pecado... nuevamente. —Se oyó el Susurro del otro lado.
—¿Volviste a hacer lo mismo Park Jimin?
—Si padre Min pero usted sabe que yo no lo puedo evitar, estoy enfermo yo lo sé y el problema es que lo hago y luego no me arrepiento porque me gusta hacerlo. Soy un pecador.
El Padre Min escuchó atento las palabras del Joven Park porque sí, él sabía muy bien que era él porque el mismo Jimin se lo había confesado.
También le había dicho que sufría de una enfermedad mental conocida como Satiriasis que en resumen era el deseo desenfrenado tener relaciones frecuentes con varias parejas, hombres o mujeres diferentes, así como a practicar la masturbación varias veces al día. Pero sin sentir el placer y la satisfacción que busca. Algo que tenía que vivir desde que descubrió su sexualidad.
Vivía desdichado sin sentirse pleno cuando terminaba sus rondas de sexo.
Yoongi aún recuerda la primera vez que fue a confesarse con él.
Le había contado todo con lujo de detalles como se haba cogido al esposo de su mejor amiga.
"Su pene no era tan grande como el de Taehyung, pero era grueso y eso me hizo correrme sobre su mesa"
Min había escuchado todas y cada una de sus aventuras detrás de aquella pared de maya de madera sin inmutarse.
Ni si quiera eso le provocaba morbo o placer alguno.
Solo la voz del chico lo hacía sentirse extraño.
Unas suaves cosquillas en su interior que trataba de ignorar a más no poder pero a veces perdía la lucha y se descubria en la noche imaginando aquella voz de seda.
Pero Park Jimin no era solo un niño santo atormentado por su afición al sexo.
No.
Él sabía lo que buscaba y lo iba a encontrar cueste lo que cueste, porque ya le había contado todas las veces que tenia sexo con su círculo social, todas las posiciones, todos los fetiches Pero el padre Min jamás se alteraba de más ni si quiera mostraba interés alguno.
Pero esta vez sería diferente.
Esta vez tenía otro plan porque ya estaba desesperado, llevaba más de seis meses de ir cada sábado al rito de la confesión de la iglesia a donde su madre iba y aún no conseguía su más grande objetivo:
Coger con el padre Min.
Ese apuesto Sacerdote de cabello negro azabache como la brea y ojos gatunos color gris que lo hacian ponerse duro con solo verle de lejos dando la misa.
—Si te arrepientes, puedes aún entrar en el reino del señor Jimin. —Respondió con voz suave y normal después de escuchar por vigésima vez como alguien que no conocía cogia con Jimin de una y mil maneras.
Hasta ese momento todo estaba bien porque él no era un hombre normal, así que Park podía contarle todo lo que quisiera que jamás le haría cosquillas.
Vuelvo y resalto que lo único que había logrado hacer sentir algo a Min era la voz de chico.
—¿Y si no merezco el cielo padre Min? Me refiero... ayer me jodieron dos chicos a la vez... y aunque fue bueno al final me sentí como siempre, vacío pero aun así no me arrepiento y siempre quiero más... quiero que me den lo que jamas me han dado, quiero...quiero llegar al cielo pero mientras estoy cometiendo pecado.
Park Jimin ya se había comenzado a excitar porque mientras decía todo aquello se imaginaba a ese Sacerdote de ojos grises comiéndole la boca, el cuello y el culo.
Sin importar nada pasó sus dedos en sus labios y los mojó después los bajó lentamente sobre su cuello mientras le describía a Min lo que deseaba sentir, lo que quería que él le hiciera.
—Oh cielos —Jadeó con el calor en su rostro. Se había imaginado los labios de Min demasiado bien.
Min del otro lado había escuchado aquel suave jadeo que lo hizo abrir de golpe los ojos y su corazón comenzó a bombear un poco más rápido pero no tanto como para entrar en pánico.
Esa voz tan suave...
—¿Q-Qué haces Park? ¿A caso estás...
—Imagino a alguien padre Min... ¿Estoy cometiendo pecado también? Solo lo imaginaba, sus labios en mi cuello y bajando por mis pezones y mordiendo ¡Oh!
Otro jadeo que hizo a Min removerse inquieto.
—¿Has rezado tus oraciones Park? —Trató de desviar el tema porque se había dado cuenta que del otro lado Jimin tocaba su cuerpo, podía saberlo por el suave murmullo de la tela y también una cremallera siendo abierta.
—Oh si Padre Min rezé mis oraciones... ¿con ello podre ir al cielo? ¡Mggh oh!...
¿Pero que estupidez?
Hasta Min sabía que con ello no se iba al cielo, para ganar el paraíso debía hacer más que rezar. Empezando por arrepentirse y eso era algo que Jimin le había dejado claro que no haría.
—Jimin, ¿Qué estás haciendo? Deberías... detenerte.
Del otro lado ya se podía escucharse a la perfección el chapoteo que provocaba Jimin mientras se practicaba una masturbación.
Sus jadeos comenzaron a volverse más fuertes, si con ello no lograba alterar al padre Min entonces dejaría de ir a visitarlo y buscaría otra solución a su obsesión con el sexo.
—N-no no puedo padre Min, oh padre... ¿Le digo que ha-hago? Oh... ¡mierda si! Me imagino a alguien aquí junto a mi ahora mismo, yo estaría sentado sobre él y ahh Mggh j-joder... me enterraría tan profundo su pene... ohhh mmggh.
El chapoteo era insistente pero lo que a Min le estaba causando un calor intenso era escuchar la voz de Jimin cargada de placer y entrecortada.
Lo que hizo al continuación fue inconsciente, su mano resbaló hasta su pantalón y con enorme sorpresa descubrió que comenzaba a tener una erección.
¡Una puta erección!
Él, el padre Min tenía una erección entre sus pantalones causada por más ni menos que la voz de un chico lujurioso.
Se había olvidado de la última vez que había tenido una quizá ya hacía más de cinco años, una que se provocó el mismo para probar como era sentir deseo sexual pero no sintió absolutamente nada.
¿Y ahora que hacía?
—J-jimin... sigue hablando ¿Puedes?
Con cuidado subió su sotana y bajó el cierre de su pantalón para tomar en la palma de su mano su pene ya duro, caliente y palpitante por atención.
De verdad la voz de Jimin había logrado excitarlo mucho.
Comenzó el vaivén lento acostumbrando su cuerpo a esa extraña sensación que comenzaba a recorrerlo.
Una corriente electrificante que nunca en su vida había sentido.
¡Y joder que le estaba gustando!
—Ohh Mmhg padre Min Oh si...
—¿A caso me imaginas a mi Jimin? —Preguntó lo más obvio pero él quería seguir escuchando su voz, quería oír del propio Jimin que si.
—S-sii padre Min ¿Hago m-mal? Mmm ahhh... ¿N-no lo hago más? Uhhh, es que no puedo no hacerlo.
Del otro lado Jimin se masturbaba con ferocidad mientras que la otra mano se había deslizado debajo de su camisa y apretaba sus pezones y los pellizcaba.
—La lujuria y la fornicacion son un pecado grave Jimin. —Dijo apretando sus dientes para no jadear. —A Dios no le gusta eso.
Min tenía su cabeza pegada a la pared de madera y sus ojos cerrados concentrado en oír la voz de Jimin mientras se practicaba también la masturbación.
—¿Y si esto no es bueno..? mggh oh... ¿Por qué se siente tan bien? ¿Mhhh? Padre Min... ¿Usted también se está tocando? P-puedo oirlo aquí... Joder, me gustaría saber como es su polla padre ¿Es grande y venosa? ¡Mhhh mierda si! Seguro es así, ¿Me deja llevarla a la boca padre? ¡Por favor!
El "Por favor" más hermoso que escuchó Min en toda su vida.
Su pene casi revienta al oírlo, jadeo fuerte tratando de calmarse.
Estaba cometiendo el sacrilegio más grande para su comunidad pero ¡Mierda! Había descubierto que no era Asexual como asumía... porque Park Jimin logró crearle una erección con tan solo su voz.
Era un pecado y un insulto a su sotana santa pero ¡A la mierda!
—¿Seguirás hablándome así Park? —Preguntó con la voz jadeante.
Estaba por cometer pecados pero ¿Y qué? Del mismísimo vaticano venía la peor perversión del mundo.
¿Los Borgia? ¿El Papa?
Todos los que habían hecho sus votos sabían las cosas atroces que ocurrían en todos lados precedidos por los "Enviados de Dios"
—Le hablaré cuanto quiera padre Min —Fue su respuesta.
Del otro lado no se oía más que al padre Min masturbarse y su respiración cortada.
Lo hacía ahora o no tendría el valor después. Quería probar si su repentina erección no era pasajera, quería realmente probar si podía sentir algo más que repulsión al tocar a alguien de manera sexual.
—Ven aquí Park.
Del otro lado Min pudo escuchar perfectamente como el joven subía de nuevo su cremallera y se acomodaba la ropa para después salir del cubículo el cual era lo suficientemente espacioso.
Jimin tuvo cuidado de ver a todos lados para que nadie viera que se metía al cubículo del sacerdote pero el lugar estaba totalmente vacío y a oscuras.
Mordió su labio, feliz de haber conseguido lo que ansiaba, al Sacerdote apuesto, del cual hablaban todos y todas, unos lo adoraban y alababan poniéndolo en un alto altar y otros cuchicheaban sobre lo guapo que era y el desperdicio de hombre que era.
Abrió con cuidado la puerta del cubículo donde se encontraba Min y cerró con pasador para luego voltear y ver por primera vez de cerca aquellos ojos grises que protagonizaban su más oscuros deseos en sus sueños.
Para el sacerdote fue como una aparición divina que bajaba del cielo y él que sí creía en los santos y cosas divinas, Park Jimin parecía una de ellas.
El chico del que solo conocía la voz era un poco más bajo que él de unos 18 años si mucho y rubio de ojos azules.
Si Min no conociera con que intenciones ese chico estaba ahí con él diría que era un Angel pero Park Jimin era todo lo contrario; El pecado hecho persona era Park Jimin.
Con solo verle cualquier hombre caía rendido a sus pies.
—Padre Min...
—De rodillas Joven Park y dime tus pecados —Dijo Min con la voz bastante gruesa y agitada por la expectación que lo que iba a pasar le provocaba.
Jimin sonrió de lado y se relamió los labios al mismo tiempo que se ponía de rodillas frente al Sacerdote que permanecía sentado en su lugar.
—Mejor se los muestro padre Min —Respondió, y de inmediato llevó sus manos por debajo de la sotana buscando el borde del pantalón de Min.
Sin perder mucho tiempo sacó de entre el pantalón del sacerdote su miembro duro una vez más, sus ojos brillaron en excitacion al verlo, grande, bastante de hecho, grueso y con sus venas marcadas y la punta rosada.
Se relamió los labios a punto de devorarlo por completo.
Dio una primera y rápida pasada de su lengua a toda la longitud empapando con su saliva. Pudo escuchar perfectamente el jadeo de excitacion que soltó Min cuando su lengua comenzó a juguetear con su pene.
Después de ello se lo llevó por completo a la boca enterrandolo hasta el fondo de su garganta.
—¡Oh Park! —Min soltó un jadeo más profundo y luego apretó sus labios para no hacer tanto ruido.
Aquello que sentía era la puta gloria, jamás había sentido algo tan fuerte como eso y es que antes cuando era adolescente se había masturbado, había tratado de tener sexo tanto con hombre como con mujer tratando de encontrarle un gusto a la sensación del sexo pero no lograba conectar con nada. Solamente sentía asco.
Pero ahora era diferente, Jimin se la chupaba con tanta devoción que hasta quiso bendecir ese momento y canonizar a Jimin.
¡Santo Park Jimin!
El joven rubio tenía sus ojos llorosos por la dificultad de llevar ese gran trozo de carne hasta su garganta y sus labios rojos e hinchados y eso no hizo más que excitar en demasía a Min.
Llevó sus manos al cabello rubio de Jimin y los enredó en las hebras instandolo a seguir y a aumentar el ritmo. Finas gotas de sudor comenzaban a recorrer la frente de Min quien disfrutaba demasiado esta nueva sensación.
El sonido de la succión que Jimin provocaba con su boca era adictivo tanto como aquella sensación que le recorría el cuerpo al Sacerdote quien soltaba gruñidos tratando de retenerlos y cuando abrió sus ojos su corazón casi se sale cuando vio a Jimin masturbandose con su diestra mientras se la chupaba a él.
La garganta del Joven rubio lo apretaba mucho y ya sentía aquella sensación de electricidad nacer desde su interior cuando se iba a correr pero entonce detuvo los movimientos de Jimin.
Cuando el rubio enfocó sus ojos pudo ver en los de Min algo extraño, lucía diferente a cuando lo vio por primera vez, sus pupilas dilatadas y oscuras.
Yoongi lo ayudó a poner de pie y apartó la mano de Jimin sobre su polla y la sustituyó con la suya, comenzó a masturbar al rubio con un movimiento rápido de su muñeca haciendo a Jimin jadear por más.
—Mmhhg Ahh P-padre...
Min veía satisfecho como tenía a Jimin ahí hecho un desastre.
—Córrete —Le Ordenó Min con aquella voz tan gruesa y demandante que con solo el hecho de oírla Jimin ya se había corrido en la mano de Min.
Jimin dejó caer su cuerpo en el pecho de Min y éste lo sostuvo con una mano en su cintura y la otra aún llena de semen la llevó a la boca del rubio quien al ver la intención del sacerdote no pudo evitar ponerse duro de nuevo. Abrió la boca y gustoso comenzó a lamer los dedos de Min saboreando su propio semen y acto seguido Min arremetió contra su boca en un beso ardiente y sucio.
Tan lascivo.
A Jimin jamás lo habían besado así de esa manera.
Él había llegado con la intención nuevamente de tentar al Sacerdote y creyó que si le hacía la mamada bastaría por el momento pero al parecer el sacerdote tenía otra idea.
Y es que para Min ahora que había despertado su sexualidad ¿Cómo por qué iba a dejar pasar la ocasión?
Jimin lo sabía y no dudaría en pedirlo.
Los ojos azules de Jimin penetraron con profundidad al Sacerdote.
—Padre Min, folleme.
Aquella petición no fue más que un aliciente para que todo aquello que estaba sintiendo el sacerdote desbordara.
—Oh pequeño, claro que lo haré...
Min se desabrochó su clerigan para luego sacarse el cingulo, el rabatt y la sotana quedando solo en una camisa negra de botones y un pantalón igual de negro que le quedaba bastante bien, de hecho Jimin repasó con deseo el cuerpo del sacerdote que parecía tener sus músculos escondidos debajo de tanta ropa.
Entonces sin previo aviso Min tomó a Jimin de la cintura y lo acercó a él. Lo primero que hizo fue lo que primero deseo hacer cuando lo vio entrar y fue enterrar su nariz el ese cuello tan suave y aspirar el aroma del rubio y tal y como se lo imaginó olía tan bien, olía a fresas.
Sus labios comenzaron a recorrer en su esplendor el cuello de Jimin y poco a poco fue quitando botón por botón de la camisa blanca del rubio sin despegar sus labios de su cuello.
Jimin soltaba cortos jadeos al sentir aquellos labios fríos y suaves de Min. Se sentía tan bien, porque el chico frente a él besaba muy bien, era demandante y suave a la vez que casi se sintió derretir con aquellos besos, la lengua de Min exploraba cada rincón de la boca de Jimin y éste no dudaba en darle acceso y también enrollaba su lengua con la del contrario volviendo el ósculo uno muy ferviente y necesitado. Nada les importaba, ni quedarse sin aire.
Eran unos totales desconocidos ahí a punto de entregarse al pecado.
Cuando por fin Jimin estuvo sin camisa él mismo se bajó el pantalón para quitárselo quedando solo en su ropa interior.
Min pudo admirar así aquellas dos largas y gruesas piernas bien tonificadas y estilizadas que de inmediato llevó sus manos hacia atrás para apretar el trasero del rubio, uno que era bastante voluptuoso y apretable y se dió gusto amasando esa parte de infarto del menor pegándolo contra sí rozando su erección contra la del muchacho que jadeaba con aquel contacto.
El sacerdote se volvió a sentar acomodando bien su cuerpo y atrayendo a Jimin para que se sentase sobre él y Jimin lo hizo después de haberse sacado su ropa interior, jadearon ambos al sentirse piel con piel. Min no perdió el tiempo en acercar de nuevo a Jimin, una de sus manos se dirigió al cuello del rubio para hacerlo acercarse y poder besarlo a su antojo, con una de sus manos jugaba y pellizcaba los pezones ya duros de Jimin.
—Mmmgh padre Min —Jadeó separándose sólo un poco de la boca contraria, boca que ya lo había vuelto loco totalmente con aquellos besos húmedos y fogosos.
Jimin alargó una mano hasta su pantalón que había quedado por ahí tirado y sacó de uno de sus bolsillos una tira de preservativos.
Claro que siempre andaba cargando una buena dotación, era adicto al sexo y siempre se protegía. Con cuidado rompió el envoltorio y lo sacó y con la otra estimulaba la polla del sacerdote quien jadeaba ante la ola de calor que lo consumía.
Poco a poco Jimin fue colocando el condón cubriendo toda la extensión de Min y sonrió con lascivia al verlo ya listo, solo faltaba una cosa. Tomó los dedos del sacerdote y se los llevó a la boca donde los succionó y los chupó llenándolos bien con su saliva.
Min sonrió de lado sin apartar la vista de él en ningún momento pues no se quería perder la mueca de satisfacción del rubio al llevar sus dedos a su entrada.
Jimin jadeo al sentir el primer dedo abrirse paso en su esfínter, el dedo de Min le penetraba con ritmo constante preparando el canal que lo recibiría completo y con ello sintió endurecerse más aún porque Jimin apretaba mucho, muy rico.
Min jadeó al imaginarse enterrado ahí adentro tan profundo que tuvo que morder su labio para no soltar un gemido desesperado, porque ahora mismo metía un dedo más en el rubio y seguía estando apretado.
Jimin también jadeba sin control mientras sus caderas se movían involuntarias para encontrarse con los dedos del sacerdote que lo jodian delicioso.
—Ohh Mmhg...
Luego de haber introducido el tercer dedo ya Jimin no podía contenerse más, quería sí o sí sentir a Min dentro de él, quería que se lo jodiera duro y delicioso. No sabía si esa era la primera vez que el sacerdote haría eso pero parecía ser un experto.
Cuando Jimin estuvo listo se aseguró de quitar la camisa del sacerdote y no pudo evitar volver a relamerse los labios cuando vio el torso desnudo del sacerdote, tenía todo bien marcado en los lugares adecuados, sus bíceps y sus músculos y esa piel lechosa que Jimin no pudo evitar tocar, acariciar y besar.
Incluso se llevó a la boca el crucifijo que colgaba del cuello de Min y lo chupó también.
El sacerdote volvió a buscar los labios del rubio porque sí, esos labios eran tan adictivos que quería todo con ellos, desde que le chuparan la polla hasta que lo besaran sin compasión. Hundió su lengua profundo mientras con una mano se alineaba para poder penetrarlo.
Logro introducir la punta en el esfínter de Jimin y acarició la espalda desnuda del rubio para hacer que no sintiera tanto la intromisión.
—¿Ya dijiste tus oraciones Park? —Preguntó mordiendo el cuello del rubio y succionado con sus labios y lengua todo el cuello y las clavícula del menor hasta llegar a sus pezones los cuales mordió a su gusto.
—N-no padre Min —Respondió con la voz agitada y entrecortada tomada por la lujuria.
—Pues comienza a rezar pequeño —Respondió tomando de las caderas a Jimin y bajándolo sobre su duro pene de un sólo movimiento.
—¡Mmmgh Oh por Dios! —Soltó un grito que Min tuvo que atrapar con otro beso feroz.
Jimin tuvo que cerrar sus ojos y respirar profundo para recuperar el aliento porque de verdad que Min si estaba bastante grande y grueso para él.
—¿Estás Bien? —Preguntó conteniendose de moverse hasta que Jimin le dijese lo contrario.
Jimin asintió aferrándose con su vida a los hombros del sacerdote.
Con eso Min se sintió más libre de poder moverse así que sus caderas tomaron vida propia cuando comenzaron a moverse y Jimin también comenzó a saltar sobre Min.
Los jadeos y gemidos por parte de ambos no se hicieron esperar y el calor los invadió por completo.
El interior de Jimin apretaba a Min de una manera tan abrumadora que temía perder el control.
—¡Oh Joder Park Jimin! Aprietas tan jodidamente bien, maldición...
Jimin jadeó y sonrió satisfecho, no todos los días se podía follar al Sacerdote más caliente de la iglesia de su ciudad y no todos los días podía escuchar a un sacerdote soltando maldiciones mientras lo follaba salvajemente.
—Mmmhg si, si, sí más P-por favor —Suplicó.
Jimin estaba delirando totalmente.
Y para Min Yoongi no era distinto, estaba en un torbellino de sensaciones y cegado por la lujuria totalmente.
Ya estaba... El sacerdote Min ya había corrompido sus votos constitutivos de la vida monástica. Como todo sacerdote debía seguir tres votos, la obediencia, la castidad y pobreza; Min sabía demasiado bien que si faltase a uno de ellos, faltaba también una parte esencial al todo.
Y él había caído sin freno en las caderas de Park Jimin que se movían tan bien, demasiado bien sobre su polla caliente.
—Oh Park Jimin, joder si.
Sus cuerpos chocaban violentamente mientras Jimin brincaba sin control y Min iba a su encuentro con duras estocadas.
—¡M-mas, más duro por favor! —Suplicó el rubio.
En ese momento Min se levantó tomando en sus brazos el sudado y caliente cuerpo del rubio y lo empotró como loco contra la pared del cubículo que daba gracias a que estaba bien construido o se hubiese venido abajo por la furia con la que Min lo golpeaba.
Sus embestidas eran más rudas y más fuertes y Jimin solamente gimoteaba y decía cosas sin sentido.
—Oh si si, P-padre Min q-que estas dentro mío, Santificado sea tu nombre Oh joder... d-dame hoy mi follada de cada día Mhhg mierda si...
Min sonrió escuchando como música celestial las oraciones dichas por Park con la voz ahogada, cometiendo total sacrilegio. Aquello no lo hizo sentir culpable para nada, al contrario se sentía más caliente.
Alejó una de sus manos y luego la dejó caer fuertemente en una de las nalgas del rubio quien chilló.
Jimin no pudo contenerse más y se corrió por segunda vez apretando el interior debido a los espasmos y Min tuvo que contenerse para no correrse también.
Jimin jadeó en sus brazos disfrutando de ese orgasmo tan fuerte.
Pero no era suficiente aún y Min lo sabía así que arremetió de nuevo contra la boca de Jimin comiendoselo, hundiendo su lengua hasta el fondo, repasando cada rincón de la cavidad bucal del rubio, ambos tragándose sus gemidos.
Min no le dio al rubio tregua alguna de poder recomponerse, un sexo inolvidable quería Jimin y eso le daría Min, que se le quitaran las ganas de salir y follar de nuevo con cualquiera.
La polla de Min volvio con sus insistentes golpes que le daba justo en su punto P cosa que lo hacía chillar con desesperación.
—P-padre... N-no m-mierda
—Yoongi, dime Yoongi.
El sacerdote movía con ritmo y desesperación sus caderas, su longitud casi salía por completo del interior del rubio y volvía a enterrarse con todo hasta adentro golpeandole duro en su punto y Jimin comenzaba a apretar mucho más cada vez con cada arremetida de Yoongi.
—¡Oh Yoongi Mgggh!
Una mano de Min se metió en medio de ambos y tomó el miembro del rubio para comenzar a bombear al mismo ritmo que lo embestia.
Jimin Lloró, jamás se había sentido así de esa manera tan bien, tan elevado, se sentía en el mismo paraíso.
Los labios de Min mordían sus pezones sin parar.
Literal Min se lo estaba comiendo completo.
Jimin negó con sus ojos cerrados, no podía más sentía que iba a colapsar, Min estaba traspasando sus límites y eso lo tenía tenía borde.
En un movimiento rápido y ágil Yoongi se salió de su interior y se sacó el preservativo, quería sentir a Jimin así sin nada porque despues de todo ya había caído bajo, lo recostó con cuidado en el piso de madera del confesionario donde toda la ropa estaba esparcida, le colocó de lado estilo cucharita le separó un poco las piernas llevando una hacia arriba cerca de sus costillas y volvió a penetrarlo con ímpetu y frenesí.
—¡Ahh Y-yoongi!
Jimin sintió lo caliente directamente de la polla de Yoongi y le encantó tanto que debía mantener su labio apretado entre sus dientes para no gritar pero ganas de hacerlo no le faltaban.
Quería gritar y berrear porque Min Yoongi le partía el culo tan bien, como jamás había sentido y se sintió el más afortunado.
—¿Te gusta Park? Estás tan apretado, tan rico —Susurró en su oreja mordiéndola con un poco de fuerza—. ¿Era esto lo que querías eh?
—Ujumm ahh s-si si...
Esa posición era perfecta porque Min podía saborear la piel perfecta de Jimin y más en aquella zona erogena de su cuello.
Así que se dio gusto mordiendo, succionando y chupando su cuello, su barbilla y oreja mientras jalaba su cabello rubio con algo de rudeza a la vez que seguía engullendose su culo con su polla.
Estaba cometiendo pecado, si así era y la biblia decía que tener relaciones sexuales era un pecado que debía ser castigado, la biblia condenaba el sexo entre hombres y el sexo en sí y los sacerdotes veían y te ponían a leer y leer la biblia porque decían que el mundo real te pudría la mente y que la santísima biblia era el escudo contra la perversión del mundo...
Pero ¿A caso no la misma biblia decía que Las hijas de Lot tenían sexo con su padre cuando lo embriagaban? A caso nadie sabía que el relato de la amistad entre David y Jonatán del Libro de Samuel no era más que una relación homosexual oculta?
"Huid de la fornicación, Todo pecado que un hombre comete están fuera del cuerpo, pero el fornicario peca contra su propio cuerpo y el cuerpo es el templo del señor"
¡Pues no! Se burló el mismo Min Yoongi saliendo del interior de Jimin y colocándole ahora bocabajo para después agarrarlo de sus caderas y levantarlo culo al aire y volverselo a follar con furia, fuego y sin cansancio, porque ese cuerpo que él poseía en ese momento, ese cuerpo del chico que gemia y jadeaba sin control debajo de él con cada metida dura de su polla y que lo hacía delirar de lo apretado que aún se sentía era de él.
Le pertenecía ahora al Sacerdote Min, ese era su cuerpo y su templo ahora, no del Dios que fingía ser justo y piadoso, era de Min Yoongi y por ende se lo iba a coger como quisiera y cuanto quisiera.
—¡Oh, Yoongi oh joder! —Yoongi tuvo que tapar la boca de Jimin con una mano porque casi gritaba.
Porque ahora sus cuerpos ardían de placeres y pecados, ahora se fundían en uno solo y no importaba nada, eran como Sodoma y Gomorra siendo consumidos por el fuego y la ira de Dios.
Y eso solo los enloquecía más y más al punto en que Yoongi alejó la mano que apresaba la boca de Jimin dándole así el permiso de gemir más alto.
—Toma y come Jimin porque este es mi cuerpo... y mi semen que será derramado para ti, para el perdón de tus pecados...
—¡Ah mierda Padre Yoongi!
Jimin sentía su cuerpo arder como en el infierno y eso lo hacía sentirse en el cielo, sus ojos se ponian en blanco total, su mente dejó de funcionar y casi estaba por perder el conocimiento.
Después de aquel sacrilegio de confesión y del grito desgarrador de Jimin al oír las sucias palabras de Yoongi llegó el momento final.
Cuando finalmente la bomba explotó en sus interiores, ambos alcanzaron el orgasmo al mismo tiempo y todo se conectó entre ellos dos.
Yoongi derramó todo su semen en el interior de Park Jimin y veía cautivado como salía de a poco de su interior, y lo bendijo como su obra maestra mientras Jimin yacía desmayado totalmente entre sus brazos.
Se dejó caer a un lado del sudoroso cuerpo del rubio e instintivamente le rodeó por la cintura y apartó los mechones de cabello mojado por el sudor de la frente del menor dejando suaves toques.
Pero Jimin no reaccionó a sus caricias por una sola razón:
Jimin se había desmayado por la fuerza con la que había arremetido en él su tercer orgasmo, Yoongi sonrió ante el suceso, quizá Jimin jamás había tenido un sexo de esa magnitud pensó el sacerdote y trató de despertarlo con suavidad.
Yoongi sabía de santos y santas que ponían en los altares pero Park Jimin era un pecador y aún así él lo colocaría en el pedestal más alto para adorarlo por la eternidad porque realmente merecía la pena hacerlo. Park Jimin era sin duda hermoso totalmente de pies a cabeza.
Luego de unos segundos tratando de que Jimin despertara este reaccionó.
Lucía como verdaderamente debía lucir, bien follado, rojo y sudado pero con una gran sonrisa en sus labios.
Jamás se había sentido tan satisfecho después de tener un maldito orgasmo. Hasta ahora, jamás había periodo el conocimiento de quella manera tan brutal.
—¿Estás Bien Park Jimin? —Preguntó Min Yoongi mirándolo fijamente.
Jimin era verdaderamente precioso.
—¿Te lastimé?
Jimin negó recuperando su aliento por fin.
—No padre Min, ha sido la mejor follada que recibí en mi puta vida —Respondió.
Min sonrió ladino mientras acariciaba suavemente la cintura desnuda del menor.
—Por decir groserías son 3 padres nuestros —Repuso.
—¿Y por follar con el sacerdote Min diré el padre nuestro de por vida?
Yoongi soltó una carcajada y sus ojos se achicaron.
Era una sonrisa preciosa de la que Jimin se enamoró al instante.
Después se quedaron en silencio solamente observándose fijamente en la oscuridad del lugar iluminado solo por los cirios y velas cercanas.
—¿Nos iremos al infierno Min Yoongi? —Preguntó Jimin después de un largo rato en el que solo se podían apreciar en uno al otro.
—¿Te arrepientes de tus pecados, pequeño? —Preguntó.
—No.
—Entonces si. —Fue la respuesta y eso hizo reír a Jimin.
—Lo bueno es que en el infierno la fornicacion no está prohibida y estaremos juntos follando por la eternidad —Soltó Jimin volviendo a sonreír.
Yoongi alargó una mano y con sus dedos acarició la fría pero hermosa piel del rostro de Jimin.
—Es la primera vez que tengo sexo con una persona Park —Confesó.
Jimin abrió sus ojos con asombro.
—¿Si? Oh porfavor... parecía todo un experto —Respondió Jimin arrugando el ceño.
Yoongi negó.
—Me consideré una persona Asexual durante mucho tiempo porque cuando trataba de tener intimidad me producía más que asco y repulsión pero contigo fue tan distinto. Sólo oír tu voz me hace estremecer. Has venido a darle vuelta a mi mundo Jimin y te juro que estoy más que satisfecho ahora. ¿Y tú?
Jimin mordió su labio antes de responder, replanteando su situación.
—Jamás me había sentido tan pleno después del sexo, me siento feliz como si flotara y a pesar de haber pecado con usted me siento en el mismísimo cielo. Eso es bueno ¿No? Porque ahora no siento la necesidad de salir corriendo de aquí y buscar otro hombre más para sasiar mi sed de sexo porque ya no siento más sed, no teniendo un manantial de agua eterna aquí.
Yoongi tragó duro pues acababa de comprender dos cosas.
La primera era que descubrió que no era Asexual como creyó si no que su definición correcta para darse así mismo era la Demisexualidad, quellos que no sienten atracción sexual por nadie si no hasta que a formado una conexión más profunda y más que física, una conexión casi espiritual con la otra persona y esa otra persona era Park Jimin, desde que llegó hace meses y se grabó su voz había conectado con él sin saberlo y Park Jimin quien había vagado como oveja descarriada por el mundo padeciendo de Satiriasis, de cama en cama y de polla en polla sin poder alguno que lo satisfaga hasta ahora, hasta que encontró al Sacerdote Min.
Esa era la segunda.
Eran la dupla perfecta en esta ecuación tan extraña. Una simbiosis maniática pero perfecta.
Yoongi sonrió.
Ambos se habían ajustado a sus propias necesidades sin buscarlo si quiera.
Se acercó a Jimin y buscó de nuevo sus labios robandole un nuevo beso lento lleno de pasión y cariño indescifrable que le robó un suspiro a Jimin.
Y así fue que a partir de ahí, Jimin iba los Lunes, martes y jueves y sábados por la noche y tenían sus encuentros íntimos donde Yoongi lo poseía como bestia salvaje sobre el altar, dando su propio banquete sagrado en la soledad de la iglesia, consumiendo a Jimin y haciéndolo suyo de mil maneras.
Y Jimin dejó de ir a confesarse porque no tenía más aventuras por confesarle al Sacerdote, porque estaba de más ya que en sus nuevas aventuras Min era su co-protagonista.
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Mis felicitaciones a MellaChur por su cumpleaños el dia de hoy.
Que lo pases bien, bonita.
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