𝑿𝑿𝑰𝑿. 𝑴𝑰 𝑳𝑼𝑪𝑰𝑭𝑬𝑹 𝑬𝑺𝑻𝑨 𝑺𝑶𝑳𝑶


Pactar con Lucifer me ha dejado nuevos aliados, la venganza fue mi punto de partida... Pero todo tiene un precio... No sabía en qué líos celestiales estaba envuelta, sólo sabía que dos amenazas cósmicas estaban detrás de mí...

Lucifer y Sariel no querían que yo tuviera mucha información, tal vez no la podría asimilar del todo; sin embargo, odio que me oculten la verdad, tener aquellas incógnitas rondando en mi mente era un martirio, y sólo quería tener todas las respuestas...

Cada vez que ellos me hacían a un lado, sentía un nudo en el estómago, una sensación rara de vacío... Incluso estas sensaciones eran iguales cuando me asilaban en la primaria... Estaba un poco enojada con mi novio, él no me tenía confianza, pero él me dio una explicación: "es por tu protección". No sé si existen los ángeles guardianes, de esos que te siguen a todas partes como una extensión tuya; sin embargo, con todas las pruebas que Lucifer y Sariel han demostrado, estoy segura de que ellos son mis ángeles protectores, o más bien un Diablo y un ángel... Además, había hecho las paces con mi amigo, Hans... Todo iba muy bien, hasta que llegó otro ángel a mi vida... Uriel.

No sabía de su existencia, hasta que él me raptó, el miedo que sentía de morir era inigualable, tal vez expresaba que no le tenía miedo a la muerte, puesto que la he visto muy de cerca, pero, todavía en el fondo de mi subconsciente se ocultaba mi principal temor a no existir, a dejar esta vida sin saber la chispa que me mantenía anclada al plano terrenal...

Sólo fue un mísero segundo de vulnerabilidad, así pasan las cosas: accidentes, secuestros, violaciones, y por supuesto las muertes. Bajé la guardia, y la fuerza cósmica acechante atacó... Solamente sentí su aliento recorrer mi oído, y en un abrir y cerrar de ojos me veía obligada a luchar por mi vida... Pensé que los ángeles eran buenos... Uriel no tenía esa pureza que caracteriza a los ángeles, sus ojos detonaban una frustración atorada.

El lugar donde me llevó ese celestial no ayudaba mucho a que me tranquilizara. Él me golpeó como cosa cualquiera, él hizo que me sintiera de nuevo vulnerable, él hizo que mi miedo interno despertara. Aquel golpe hizo que me adentrara en la oscuridad de la inconsciencia, donde tenía la incertidumbre si volvería a despertar o no. Por fortuna, aún estaba viva, pero adolorida y encadenada dentro de aquella iglesia tétrica. Respiraba rápidamente para calmarme mientras forcejeaba con todas mis fuerzas con aquellas ataduras... Uriel se había ido, y yo aprovechaba para gritar como nunca... Todo fue en vano.

Uriel quería destruirme, y en consecuencia tomé un respiro para encararlo, y por fin obtuve mis esperadas respuestas.

Por mi culpa Sariel cayó...

Por mi culpa Lucifer mató a su hermano...

La espada con la que él me amenazó se veía aterradora, incluso juraría que su filo es infinitamente mejor que la de cualquier cuchillo. Aquella arma me dejaría en pedazos, si ésta tocaba mi corazón...

Afortunadamente, Uriel sólo cortó mi cabello, para después traer a Lucifer hacia su trampa. Luego de eso, mis amigos sobrenaturales me salvaron... Pero todo tuvo su consecuencia...

Después de liberarme, Beelzebub me pidió prestada mis dos armas letales... Sabía que todos se enfrentarían a un ángel que no usa la fuerza, sino la astucia para ganar... Por consiguiente, Sariel me llevó al pent-house de Lucifer. Fue un trayecto de incómodo silencio, hasta que nos adentramos a los territorios del Diablo.

—Por un momento pensé que de nuevo te perdería, ángel —él me recostó en aquel sofá anaranjado—. Lamento ocultarte la verdad... Debí de advertirte sobre Uriel.

—Lo sé —suspiré. Estaba en estado de shock, nuevamente, en sólo unas semanas he visto cosas de otro plano que cualquier humano jamás ha visto.

—Fue un error estar lejos de ti —Sariel se echó la culpa.

—No —objeté—. Es mi culpa que tú hayas caído —expresé cabizbaja.

—Nunca ha sido tu culpa, Scarlett Knight —Sariel levantó delicadamente mi barbilla para que lo mirase.

—Sí lo es... —susurré.

—Escúchame, ángel —él me tomó ambas manos, para después acariciarlas suavemente—. Me cortaría las alas una y otra vez sólo para verte a salvo...

Me quedé callada ante su respuesta, impactada por sus palabras de valentía y sacrificio. Él me ama demasiado... Por lo que opté por besarlo lentamente, sentimos nuestras respiraciones cálidas que se mezclaban con el sonido rítmico de nuestros latidos.

De repente, el sonido del elevador nos interrumpe, y la Diosa hace su aparición.

— ¿Sariel? —Ella ensanchó sus ojos al verlo.

—Mamá —él respondió, y entonces ella corrió a abrazarlo

—Sé lo que sucedió hijo, y lo lamento tanto —ella dijo con empatía, lo que provocó que la mirara con furia, ya que ella oculta algo de Azazel, y solamente se hace la inocente.

La Diosa quería a sus hijos o sólo los utilizaba, esa era una incógnita que se formuló en mi mente.

—Pensé que entre todos nos protegíamos, y ahora ellos me han hecho daño... —una lágrima salió del ojo de Sariel—. Madre, odio que nuestra familia esté rota...

—Tranquilo, Sariel —ella todavía lo estrechaba entre sus brazos, y lo hacía con una fuerza maternal inigualable—. Muy pronto todo se arreglará, te lo prometo, hijo.

De un momento a otro, los seres celestiales se fueron al balcón para hablar, la Diosa quería privacidad... Vaya mi suegra es muy tóxica, e intuí que me quería alejar de Sariel.

Pasaron minutos angustiosos, dónde no sabía si Lucifer y los otros demonios estaban a salvo.

De pronto, el elevador abre sus puertas para revelar así a Lucifer, quien tenía un aura melancólica.

— ¿Qué pasó? —le cuestioné a Lucifer mientras me levantaba de mi asiento.

Los ojos del Diablo se cruzaron con los míos, y sus lágrimas estaban por escaparse. Observé detenidamente el aspecto de Lucifer, y su elegante traje se veía manchado de sangre, a lo que intuí que algo desastroso había ocurrido.

— ¿Qué fue lo que hice? —Lucifer expresó casi sollozando—. Él era mi hermano, Scarlett —sus ojos llorosos me pedían a gritos que lo abrazara, a lo que obedecí sin más preámbulos.

Ambos nos estrechamos fuertemente, y esto Lucifer lo aprovechó para llorar como nunca, para desahogar su pecado.

No sabía qué decir, tenía miedo de que cualquier palabra incorrecta lo haga desmoronarse, por lo que opté que el silencio hablara por sí solo.

En eso, se nos acerca Sariel y la Diosa, quienes preguntaron al unísono lo siguiente:

— ¿Dónde está Uriel?

Lucifer los volteó a ver con sus ojos rojísimos de dolor, a lo que ellos reaccionaron de manera expectante, y a la vez su inminente tristeza los estaba inundando.

—No, no, no, mi pequeño —la Diosa se llevó las manos a su rostro, tratando de aguantarse el trago amargo de perder a su hijo.

Sariel no emitió ninguna palabra, solamente se quedó cabizbajo, llorando en silencio.

Uriel podría tener un propósito oscuro, pero era un ser querido, y Lucifer lo mató por mi culpa, por protegerme de él...

De pronto, mis demonios aparecieron todos golpeados... Parece ser que he hecho muchos problemas. Me acerqué a ellos para apapacharlos, para darles la fuerza que necesitaban.

—Mis demonios guardianes —les dije.

—Él obtuvo lo que se merecía —Astaroth me susurró para que los otros presentes no lo escucharan.

—Hicimos lo que pudimos, no importan las heridas, por lo menos estás a salvo —Beelzebub dijo—. Incluso, por un momento perdí mis manos, pero por fortuna utilicé a mis moscas para sanarme.

—Lamento escuchar eso, no debieron de arriesgar sus vidas —comenté.

—Cuidarte es mi deber de pacto —Beelzebub respondió.

—No hay de qué lamentar, Scarlett —Astaroth añadió—. Lucifer nos dejó a tu merced. Tienes a una fuerte guardia de tu lado.

—La mejor guardia, de hecho —sonreí mínimamente, ya que no era un buen momento para sentirme feliz, Lucifer y Sariel estaban devastados, y su vibra la sentía demasiado pesada, tanto así que ya me sentía melancólica.

Era una noche fría y solitaria, el silencio retumbaba en aquel pent-house, Lucifer, Beelzebub y As habían decidido irse al club para embriagarse, mientras que Sariel optó por irse a dormir, y por ende lo acompañé, intenté que el sueño me consumiera, pero me era imposible con Sariel sollozando por lo bajo, se sentía muy desanimado, tanto por Uriel como por sus alas.

Lo abracé con ternura para que él sintiera mi calor, eso lo tranquilizó un poco, su respiración calmada rozaba por mi mejilla, de un momento a otro, besó aquella parte, sus cálidos labios me proporcionaron aún más tranquilidad.

—Ya estás a salvo —Sariel susurró—. Ya estás a salvo —repitió lentamente en mi oído.

Sus palabras retumbaron en mi mente y sueños una y otra vez...

Al día siguiente tenía que ir a la escuela, tenía miedo de volver a caer en el vacío; no obstante, tenía que sobreponerme a ese pensamiento, ya que no dejaría que el miedo me paralice. Sariel se quedó muy dormido, intenté despertarlo, pero él era renuente, por lo que decidí irme sola, tal vez Sariel acompañaría a Lucifer y a los demonios en su fiesta infinita. Observé el rostro de mi novio, y pude visualizar la evidente hinchazón de sus ojos por llorar tanto, estaba afectado, muy afectado; debo de darle su tiempo para que se tranquilice, eso siempre funciona.

Hoy era Halloween, una de mis festividades favoritas; terror, disfraces, diversión, dulces y decoración acorde al día.

¡Maldición, no tengo un disfraz para la fiesta de disfraces de mi preparatoria!

Por consiguiente, decidí ir a mi antigua casa, en el garaje tendría algún disfraz. Al llegar a dicho lugar, me encontré con un disfraz de demonio, ¡qué irónico!, pareciera una gran coincidencia ahora que he estado muy cerca del Diablo. Además, aquel traje lo llevé hace algunos años, era de un material elástico, así que decidí usarlo, ¿no es malo repetir disfraz? Sinceramente, esto representaba mi pacto con Lucifer, un buen mensaje para la noche de brujas.

A veces siento que pertenezco a ese lugar mundano... He soñado con el Infierno varias veces, antes de conocer a Lucifer...

De repente, una llamada suena en mi celular, que por cierto aclaro, que cuando estuve en la casa de mi hermano días atrás, extraje dicho aparato de sus territorios, él me lo quita yo lo recupero, así de simple. Aquella llamada era de Zara.

—Hola, ¿qué pasa, wey? —Respondí al instante.

— ¿Lista para este día? —Zara dijo.

—Obvio —respondí sonrientemente, aunque ella no me viera mi expresión.

—Te estamos esperando, el convivio de Halloween en el salón acaba de comenzar —ella informó.

—Sí wey, allá voy, fui por mi disfraz.

—Anda, mueve esas nalguitas y apúrate —mi mejor amiga bromeó.

—Ya casi llego, wey. Tú tranquila —dicho esto colgué, luego de ello entré a mi casa para colocarme mi disfraz, me quedaba bien y aparte estaba cómodo, desearía que Sariel o Lucifer estuvieran aquí para divertirnos en esta fecha, pero no sé si los ángeles celebran ese día.

Minutos más tarde, me encontraba en la escuela, exactamente en mi salón de clases, donde la convivencia estaba a flote. Zara se había disfrazado de la cantante Selena Quintanilla, con un traje morado muy característico de ella (cuando dio su último concierto en 1995); Nicole se disfrazó de una bruja muy extravagante hasta se había puesto pupilentes de color rojo; Joy me impresionó, puesto que se disfrazó de una monster high, exactamente del personaje de Frankie Stein; y por último, Hans se disfrazó de un ángel, pero aquel ángel poseía unas alas muy oscuras, ¡qué extraño!

—Vaya, aquí tenemos a la chica demonio, wow —Joy se emocionó al presenciar mi disfraz.

— ¿Y Sariel? —Hans cuestionó abruptamente.

—Está muy ocupado —respondí evasivamente.

Hans siempre aprovecha la oportunidad para robarme un beso, tomarme la mano, o en dado caso, propasarse conmigo.

—Ohh, vaya —Hans dijo sorprendido.

—Como sea —observé a mi alrededor y todos mis compañeros estaban divirtiéndose, así como todos habían hecho su esfuerzo para verse espectaculares—. ¡Me han sorprendido con sus atuendos, se ven infernales! —me dirigí a mis amigos.

—Igual tú —Zara respondió.

—Este convivio está mucho mejor sin las tóxicas —expresó Nicole.

Ella tenía tanta razón, ahora podía ser libre sin el prejuicio mortificante de aquellas escorias, podía respirar tranquilamente, sin miedo, y sin angustias que me atormentaran. Ahora podría disfrutar plenamente mi entorno...

Aquel día de escuela básicamente era una gran fiesta, donde no había clases y todos los grupos celebraban a su modo; unos ponían una discoteca en su salón, otros veían una película, otros jugaban videojuegos de baile, y sólo algunos traían comida para compartir. Pero en mi caso, todo fue combinado: tenía dos compañeros llamados Patrick y Louis, quienes, por así decirlo, son los frikis del salón, y justamente ellos trajeron sus consolas de videojuegos; mientras que, otras dos compañeras llamadas Anne y Luna, optaron por traer el ambiente musical al salón de clases; y finalmente para alegrar la fiesta o "convivio", todos dimos dinero para ordenar pizzas.

En pocas palabras, todo fue espectacular. Sin embargo, sentía que Sariel me faltaba, él estaba sufriendo y yo sólo le di su espacio... Mantener una relación primeriza es algo complicado, pues se pueden cometer errores de novato. Algunas veces con el primer amor todo lo vemos como besos, abrazos, y otras cosas; pero en realidad todo se basa en confianza, apoyo y comunicación.

Por consiguiente, lo llamé, tenía que hacerlo...

—Sariel, ¿cómo te sientes? —dije inmediatamente, siempre se debe de preguntar por los sentimientos de tu pareja.

—De la chingada —él respondió con una voz rasposa y cansada—. Quiero emborracharme con Lucifer y los demonios, pero no podemos ahogar nuestras penas en alcohol, nuestro metabolismo lo evita —bufó pesadamente.

— ¿Quién es? —una voz conocida dijo.

—Es mi ángel —Sariel le respondió a esa voz.

—Y el mío también —aquella voz era sin duda alguna Lucifer—. Por eso la protegí a toda costa —sus palabras hicieron que me sonrojara levemente—. A ver pásamela.

—Espérate, hermano. Deja que hable a gusto con mi novia —Sariel le respondió levemente indignado.

—Ya pues, pinche tórtolo —Lucifer expresó muy a la defensiva—. A la chingada, iré con la detective, a ver si tenemos otro caso.

—Diablos, Lucifer está muy mal... —hablé preocupadamente—. Iré al club de inmediato.

—Sí, sí. Fiesta y más fiesta, así se entierran las preocupaciones —él respondió sarcásticamente, su actitud se tornaba compleja—. He pensado que el estilo de Lucifer no es tan malo después de todo —confesó, y esto hizo que me extrañara, Sariel está empezando a cambiar...

—Nos vemos allá —finalmente dije, para después colgar la llamada.

Y tal como prometí, aquí estaba en el club favorito de Lucifer, sin embargo, mis amigas me acompañaron, ellas pensaron que sería una buena idea animar a Lucifer en grupo, así como, evidentemente, Hans se coló entre nuestros planes.

El club estaba casi solitario, esto ya me sonaba mal, el Lux siempre está a reventar de personas... El día de hoy es muy gris, hasta juraría que el mismo Dios estaría llorando la muerte de su hijo Uriel.

Busqué a Sariel con la mirada, pero él no se encontraba. En cambio, visualicé a Astaroth, quien caminaba en mi dirección, y por ende cuestioné lo sucedido:

— ¿Dónde está Sariel?

—Se fue con su madre y con Amenadiel a una caminata familiar —él respondió inmediatamente, para después dirigir una sonrisa pícara a Joy, quien se encontraba a lado mío—. Te extrañé —le expuso a mi amiga.

—Igual yo —Joy se abalanzó hacia él, un abrazo que ambos necesitaban con urgencia, y luego de eso se besaron desesperadamente.

—Los dejaré en su nidito de amor —le di un codazo a Joy, como símbolo de complicidad.

—Alguien encontró a su alma gemela —Hans bufó cruzándose de brazos, al parecer estaba celoso... ¿Pero de qué estaba celoso? ¿De Joy? ¿Acaso le gustaba ella? O ¿Estaba celoso de la situación?

—Esto parece un funeral —Nicole expresó al mirar alrededor, en donde se apreciaba que en el club no habían puesto nada de música para animar el Halloween—. Iré con el DJ ahora mismo para arreglar la situación —ella informó para después desaparecer de mi vista.

No sabía qué hacer en realidad, puesto que todas mis amigas se dispersaron y tomaron su camino de diversión, incluso hasta Zara se fue a charlar con Beelzebub... Vaya, estoy segura que esos dos terminarían juntos.

Al fin y al cabo, el único que se quedó a mi lado fue Hans. Él y yo estábamos hablando de cosas sin sentido, mientras que tomábamos algunos tragos de la barra, esto con el fin de matar el tiempo, y esperar a Lucifer y a Sariel.

Pensándolo bien, Lucifer está pasando por un gran choque de emociones, desahogándose con atajos humanos, como el alcohol... Una pérdida de un ser querido te deja en shock y en melancolía, pero asesinar a tu hermano para proteger a una chica, es algo inimaginable, incluso Lucifer está afrontando la culpa misma, culpa que es equivalente a la condena directa al Infierno... En pocas palabras... Mi Lucifer está solo... Está solo afrontando sus sentimientos, está solo afrontando las consecuencias de sus acciones... Y más que otra cosa, está solo en mente, puesto que para estas circunstancias el pensamiento te nubla la visión de la realidad y te sumerge a un mundo gris y sin salida.

Fueron largas horas de esperar... Pero finalmente visualicé a Lucifer entrar al club, su aspecto demacrado hacía evidente su dolencia. En eso, decidí aproximarme hacia él para darle un sincero abrazo, pero me ignoró...

¿Qué le sucedía a mi Lucifer?

Su indiferencia me dejó helada... Y de paso, algunos recuerdos de mi pasado surgían para atormentarme.

De repente, otra vez esa maldita voz se internó en mi mente.

« ¿Qué te ocurre, dier? ¿Acaso tu pasado te duele demasiado? El Diablo hace que tus heridas se abran...».

Notaba algo extraño a Azazel, sus palabras se debilitaban poco a poco, pero aun así él persistía en mi mente, tratando de manipularme. Por lo que, decidí ignorar la voz para concentrarme en Lucifer...

El tiempo pasó muy rápido, era como si estuviera atrapada en una burbuja, lejos del tiempo y del espacio.

De pronto, me percaté que Lucifer se quedó viendo a un punto fijo en el club, seguí su visión para ver qué era lo que estaba presenciando, y si mi percepción no me fallaba, Lucifer estaba viendo a "Uriel", quien estaba dándole la espalda a su hermano.

— ¿Uriel? —Lucifer murmuró, y entonces se acercó a paso lento y tambaleante hacia él... Pero, algo surgió, él se había tropezado con una chica, lo cual hizo que ella derramara su bebida en el traje de Lucifer.

—Ay —expresó apenada la chica.

En eso, el tal "Uriel" volteó su mirada hacia Lucifer, y el Diablo al ver que el tipo no era su hermano, se queda decepcionado... Aquel hombre tenía la misma sombra que el arcángel Uriel...

—Perdón, lo siento tanto —Lucifer le respondió a la chica.

—No, no te preocupes, no es tu culpa —la chica dijo.

Esto me olía a una señal sobrenatural...

Las palabras de aquella desconocida hicieron que Lucifer se pasmara, y por ende esto hizo que él se estremeciera más de lo que ya estaba, él sabía que su padre le había mandado una señal.

Mientras tanto, no podía hacer nada para moverme, era como si mi cuerpo se quedara quieto y obedeciera a otro pensamiento, y al entrar a mi mente, me di cuenta de que Azazel me estaba controlando con un conjunto de conjuros en hebreo, los cuales poco a poco perdían su esencia, ya que por momentos podía mover mis dedos, más no el resto de mi cuerpo.

¿Qué insinuaba el maldito? ¿Cuál era su propósito para que no fuera a consolar a Lucifer?

Largos minutos pasaron, no sentía gran parte de mis músculos, y sólo mi visión funcionaba a la perfección, tanto así que observaba como si fuera un ser omnipresente, y en consecuencia a esto, veía los movimientos de Lucifer, de mis amigas, de los demonios, y hasta de otras personas que permanecían en el club; mientras que ellos no me veían a mí... Pinche, Azazel.

Dicha situación me hizo recordar a otro de mis miedos, a la exclusión...

Ni siquiera mis amigas y aliados se dieron cuenta de mi situación de parálisis, puesto que ellas estaban en lo suyo: Joy se fue con As al pent-house, Zara y Nicole se fueron al baño, Beelzebub decidió irse al almacén de licor para tomarse todo, y por último Hans no estaba en mi vista, como si él se hubiera esfumado.

Intentaba moverme, pero sólo obtenía una gran punzada en mi mente... No lo entendía... Con Lucifer era invulnerable a cualquier ataque... A menos que la mente y los poderes del Diablo no estén al 100%, debido a su culpa... En ese caso la culpa debilitó a Lucifer.

De un momento a otro, Lucifer se postró en su piano, para luego fumarse un cigarrillo... Intentaba apaciguar su dolor, sus ojos no observaban a ningún punto, puesto que él estaba clavado en sus pensamientos. Luego de un tiempo, una de sus cantineras le puso un trago en su piano, a lo que Lucifer aprovechó aquel líquido para apagar su cigarro.

Entonces mi diablillo se puso a tocar una melodía melancólica, se concentró en plasmar sus sentimientos en aquella pieza musical, él quería sacar toda su culpa... A cada segundo que pasaba, la melodía más se volvía pesada y oscura, todos los presentes escuchaban con asombro la melodía, mientras que yo al escucharla, podía sentir cierto alivio en mi parálisis, y dentro de pocos segundos pude mover mis manos... Lucifer no pudo darle un final digno a su obra musical, puesto que a lo último desafinó un poco, connotando así su evidente derrumbe emocional. Y justamente cuando él dejó de tocar su canción, pude mover todo mi cuerpo, el efecto de los conjuros de Azazel se había esfumado, por lo que corrí hacia mi Lucifer.

Al llegar a él, presencié una cosa horrible...

Lucifer cerró su piano, respiraba fuertemente, su mirada se volvió fría hacia los presentes, e incluso se dirigió hacia mí con brusquedad.

—Largo —él me murmuró en voz baja... Entonces un infierno recorrió todo el ambiente—. ¡¡TODO EL MUNDO FUERA!! ¡¡LARGUÉNSE!! ¡¡LARGO!! —explotó en cólera, mezclado con un llanto ahogado que suplicaba por salir, y para calmar sus lágrimas Lucifer inhalaba y exhalaba pesadamente.

—Tranquilo, estoy aquí porque me necesitas —le tomé su mano, y la apreté suavemente para demostrarle apoyo mutuo.

En eso, Lucifer quita mi agarre bruscamente, y me mira con aquellos ojos furiosos, los cuales me recordaban a los de mi hermano. Me encogí de hombros debido a su mirada, por un momento me sentí insignificante.

—Lárgate —su tono de voz se quedó impregnada en mi subconsciente.

—Pero... —mi corazón se aceleró de los nervios, mientras que mis lágrimas de dolor emocional se estaban formando en mis ojos.

— ¡¡HE DICHO QUE TE LARGUES SCARLETT KNIGHT!! —Di un paso hacia atrás para alejarme de él, pero mientras yo daba pasos hacia atrás él daba pasos hacia adelante...—. TODO ESTO ES TU CULPA...

—No, eso no es cierto —dije con una voz inaudible, mi inseguridad me estaba matando por dentro.

—NO DEBÍ DE INVOLUCRARME CONTIGO, NO DEBÍ DE HACER ESE PACTO CONTIGO —juraría que su voz demoniaca me estaba hablando.

Quería correr... Quería huir de él... Quería ahogarme en mis propias lágrimas...

Me quedé callada por un tiempo considerable, los ojos de Lucifer me miraban con frustración y enojo... Eso era su dolor, dolor que yo le causé...

—Te odio —suspiré, por fin me digné a retarlo.

De un momento a otro, una furia descomunal se expandió por todo mi cuerpo, y un calor abrazador me empezó a consumir; y en consecuencia a ello, le obsequié un golpe certero a Lucifer, justo en el pecho... Aquel golpe hizo que el Diablo se estampara en una pared, y por consiguiente, él reconsideró su acción:

—Espera, Scarlett... Lo siento...

Pero era demasiado tarde...

No obstante, aquel ataque hizo que dudara de mi ser, puesto que al parecer tenía una fuerza sobrenatural, más poderosa que la fuerza del Diablo mismo.

Mis lágrimas se desparramaron en mis mejillas, sentía tristeza por el evidente rechazo de Lucifer, sentía mucho dolor por sus palabras... Yo no lo merecía...

Entonces corrí lejos del Lux, dejándolo atrás... Él quiso perseguirme, pero no logró atraparme... Me perdí entre un callejón sin salida, y por consiguiente me senté detrás de basurero para llorar amargamente...

Me arrepentía de todo... Todo fue mi culpa... No debí de existir en este mundo cruel...

De repente, escucho unos pasos cerca de mí...

— ¡No te quiero ver Lucifer! —grité con todas mis fuerzas.

—Así te quería agarrar hija de puta —la voz de Selina se hizo presente.

—Por fin, es hora de nuestra revancha —Judith sonrió con malicia.

Entonces ellas empezaron a patearme con todas sus fuerzas, dejándome daños internos horribles, hasta pude sentir a mis cosquillas quebrantándose en mil pedazos. Ellas no se detuvieron, pero una voz hizo que las tóxicas se apartaran de mí.

—Es suficiente —dijo la voz.

No pude ver el origen de aquella voz, puesto que el dolor hacía que mi consciencia se desvaneciera poco a poco.

En eso, las tóxicas se fueron de mi debilitada vista, y aquel sujeto se acercó a mí... Ahora su rostro tomó forma... Era Hans...

—Ayúdame —susurré en voz baja, tendiéndole la mano para que él me diera socorro.

Por fortuna, Hans me cargó entre sus brazos, y desde aquel momento mi visión se volvió negra, lo cual significaba una cosa... Había perdido la noción de mi existencia...

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