𝑿𝑰𝑰. 𝑺𝑨𝑹𝑰𝑬𝑳
La Ciudad Plateada, un paraíso sin duda, mi hogar junto a mis hermanos y junto a mi padre, aunque por periodos de tiempo extrañaba a mi madre e incluso a Samael, y a veces no entiendo por qué nuestra familia se desmoronó, por qué tuvo que suceder así, un suceso tan fatídico, que nunca olvidaré. A veces, extrañaba cuando todos estábamos juntos, jugando entre las nubes, e incluso haciendo carreras aéreas. Pero todo pasó y ahora tengo que hacer mis tareas diarias, qué es encargarme de los pecados de las almas que son enviadas al paraíso, tal vez piensen que los que van al cielo no tienen pecado, pues esto es una idea errónea, ya que todos los humanos han pecado una vez en su vida, y ese es mi trabajo, descifrar todos los pecados de los humanos, y de ahí dictaminarles a un proceso de purificación, es algo complicado de explicar, pero eso es todos los días, sin descanso alguno.
De repente escucho una voz retumbar en mi cabeza, era la voz de mi padre.
«Sariel, hijo mío...Tengo una misión para ti».
«Sí padre» dije a través de mis pensamientos.
La comunicación con Dios es a través de telepatía, prácticamente todos los ángeles estamos conectados de esta manera, a excepción de Samael por supuesto.
Entonces mi padre me enseña una visión, dentro de aquella visión podía visualizar a una chica junto a mi hermano caído dentro de sus aposentos, parecía que tenían una charla profunda.
Así son las misiones de Dios, tú sólo tienes que descifrarlas, algo tan absurdo, y a la vez fascinante, un reto podría decirse.
«Que así sea, padre» le dije, para después desplegar mis alas e irme hacia la ciudad donde Samael estaba.
Samael, ahora qué has hecho... Tal vez podría llamarte Lucifer, pero siempre te llamaré como mi padre te puso, ya que añoro los viejos tiempos.
¿Qué exactamente debo de hacer?, ¿alejar a Samael de esa chica o viceversa?, como sea que fuera el asunto, debía de ir al Lux, el lugar donde vivía mi hermano.
Aterricé en una playa desolada, lo primero que pensé fue en cambiar mi ropa, puesto que poseía una armadura celestial. Y justamente cuando di el primer paso, me topé con un fajo de billetes tirados de 100 dólares en la arena, casi invisibles para el ojo humano, pues estaba atardeciendo. Ese debía de ser mi padre, era una ayuda para su enviado.
—Gracias —dije mirando al cielo.
Posteriormente escondí mis alas y tomé el dinero, dirigiéndome a uno de esos lugares donde los humanos compraban ropa normal.
Llegando a ese lugar, lo primero que vi fue un hermoso conjunto, una chaqueta negra de piel, junto con una camiseta de manga larga igual de color negro, todo esto en conjunto de un pantalón de piel negro, y unas botas negras cortas. Parece que mi color favorito es el negro, y cómo no si es un color elegante.
—Es una buena elección —me dijo la señorita que atendía—. ¿Acaso viene de una fiesta de disfraces? —se refirió a mi armadura celestial.
Ante tales palabras, yo sólo sonreí, y le dije:
—No exactamente.
— ¿De dónde eres? —me miró a los ojos aquella señorita, podía sentir su mirada de fascinación, esto lo había visto antes en mi hogar. Tal vez le gustaba.
—De muy lejos —me limité sólo a decirle, pero con un tono suave, para que no pareciera un tipo cortante.
—De acuerdo —asintió—. Entonces... ¿Se probará el conjunto? —cambió de tema rápidamente, para que su conversación no pareciera un coqueteo.
—Por supuesto —respondí, después de mi respuesta, aquella señorita sacó el conjunto de aquel maniquí, y me lo dio.
Me dirigí a los vestidores, y me puse aquella vestimenta, y por Dios, me quedaba bien, se sentía cómodo, me daba un toque de elegancia y casualidad. Después me dirigí hacia la caja registradora, dónde se encontraba la chica que me atendió, ella me vio de pies a cabeza y luego se remojó sutilmente los labios.
— ¿Cuánto sería? —pregunté.
—$1500, pero puedo darte un descuento —fijó una mirada coqueta.
—No gracias, así está bien —le respondí cortésmente, ya sabía a lo que conllevaría ese tal descuento, quería una cita conmigo, pero yo no quería, tenía que enfocarme en mi misión, no venía a Los Ángeles por placer.
—Por cierto me llamo Judith —y aún seguía con su intento de coqueteo.
—Sariel —le dije mientras le daba el dinero correspondiente.
—Bueno Sariel, y ¿a qué vienes a Los Ángeles?, ya que vienes de muy lejos —preguntó de repente, esto para hacerme una conversación profunda.
—A una misión —le respondí sinceramente.
— ¿Eres militar?
—No exactamente.
—Bueno, y no ¿quieres un trago? —ella dijo, y luego se me vino a la mente el Lux, por supuesto, no sabía su ubicación, y tenía que ir ahí.
—Este... ¿sabes dónde está el Lux? —omití su propuesta, por ahora no quería diversión. Y no con ella, ya que podía percibir sus pecados.
—Vaya manera de decir que sí a un trago —rio—. Pero claro que conozco el Lux, está a dos kilómetros de aquí.
—Gracias —sonreí, ya me había dado la ubicación, pero quería zafármela de encima, estaba siendo un poco insistente—. Tengo que encontrarme en ese lugar con mi hermano y una chica.
— ¿Una chica?, pero pensé que podríamos pasar un tiempo, ya sabes conocernos.
—Sí, una disculpa. Pero no puedo —dije para después irme de ese lugar.
Posterior a eso, escondí perfectamente mi armadura entre los callejones de la ciudad, pues tenía el presentimiento que luego lo usaría. Y entonces desplegué mis alas, y me dirigí hacia los aposentos de Samael.
Mientras iba en camino hacia el Lux, no podía evitar pensar en los ojos de la señorita que me atendió, aquellos poseían una larga lista de pecados. Lo bueno de mi habilidad era que puedo ver, a través de los ojos de los pecadores, sus mismos pecados, y si quiero puedo hacer que ellos me los digan. Este poder se parece mucho al de Samael, solamente que en vez de sacar los más profundos deseos de los humanos, yo sacaba sus pecados.
Al llegar al mencionado club nocturno, entré sin problema alguno, y entonces me encontré con un trío de demonios muy conocidos.
— ¿Beelzebub?, ¿Astaroth?, ¿Mazikeen?, ¿qué hacen aquí?
—Más bien, ¿tú que haces aquí angelito?, ¿a qué te envió tu papito? —me respondió muy tajante Astaroth, típico de él.
—Mucho cuidado con ese lenguaje, demonio —lo enfrenté, a veces los demonios se ponían muy pesados con los ángeles, y cómo no hacerlo si somos enemigos naturales.
—Vaya vestimenta que tienes, nada mal —Beelzebub me miró completamente.
— ¿A qué vienes Sariel? —Me preguntó Maze—. ¿Qué te trae al Lux, a este lugar de pecado y perdición?
—No es de tu incumbencia —le respondí, y ciertamente no podía decirle mi misión—. Solamente necesitó ver a Lucifer, sólo necesito verlo y hablar con él.
—No está —dijo Astaroth, quien se acercó con un aura amenazante—. ¿Qué es lo que quieres con nuestro rey?
—Enserio, no te puedo decir, no les puedo decir, por las reglas —quise calmar la situación, ya que no quería comenzar una pelea de inmortales, no en un lugar lleno de personas inocentes.
En un momento a otro Maze sacó uno de sus cuchillos infernales y me amenazó.
—Empieza a rezarle al de arriba —ella me susurró al oído.
—Por favor Mazikeen —rodeé los ojos—. No comiences con tus cosas —posteriormente ella dejó de amenazarme, pero me dirigió una mirada de coraje.
—No entiendo a los ángeles, primero Amenadiel y luego tú —Astaroth dijo mientras apagaba su cigarrillo en la barra donde nos encontrábamos.
—Sabes, Astaroth... —empecé a decir, pero de repente siento un mensaje de mi padre, el cual decía "aléjalos del Lux", a lo cual yo obedecí a su voluntad—. Podemos ir a divertirnos, ya sabes, podemos ir a comer, por unas chicas, podemos tener una noche de chicos —cambié de plan, porque así lo deseaba Dios.
—Mmmm, puede ser una trampa —Beelzebub dijo.
—Mejor me voy de esto —Mazikeen salió de la barra de licores, dónde ella estaba de cantinera—. Tengo cosas importantes qué hacer —se dirigió hacia la salida—. Púdrete —finalmente dijo, mientras me hacía una señal obscena con su dedo de en medio.
Ayyy Maze, nunca cambies. Pero eso era lo de menos, puesto que ella ya se iba, mientras tanto tenía que encargarme de los demonios restantes.
—Y bien, ¿qué quieres hacer? —me dirigí a Beelzebub.
—Nada, sólo quiero ver a mi rey, y por supuesto cuidar a Scarlett —él me respondió mientras daba un sorbo a su licor.
— ¿Scarlett?, ¿quién es ella? —pregunté. ¿Será la chica de mi visión?
—No te incumbe angelito, son nuestras reglas —me respondió Astaroth mientras le daba a Beelzebub una mirada de odio, como si lo regañara por algo que no debía de decir.
—No importa, sugiero ir a pasear un rato, conocer el lugar —propuse.
—Suena bien —me sonrió falsamente Astaroth, quien sutilmente le guiñó un ojo a Beelzebub. Parece que algo tenían planeado, y eso lo quería descubrir.
—Sí, podemos ir a la playa, disfrutar de la brisa —Beelzebub sugirió.
Dicho esto, nos salimos del Lux, y en el auto de dudosa procedencia de Beelzebub nos dirigimos a la playa, mientras tanto en el camino podía percibir un ambiente tenso, y justamente así sería durante mi estadía en Los Ángeles. Pero la incógnita que tenía era, ¿cómo llegaron ese par de demonios a la Tierra?; ¿Acaso los sacó Lucifer?, ¿fueron invocados por alguien más?, esta y otras preguntas no dejaban de oscilar en mi mente, tenía que armar un rompecabezas y eso no sería sencillo.
De repente escucho susurrar a Astaroth, quien se dirigía a Beelzebub; ellos estaban en la parte del piloto y copiloto del auto, mientras que yo iba en la parte trasera, pero eso no dejaba de que los podía escuchar.
—Mira Beelzebub, tenemos que deshacernos de este angelito, ya tenemos suficiente con Amenadiel, y eso que Maze se encargará de él —alcancé a escuchar a Astaroth.
Sea lo que sea, no creo que Amenadiel caiga ante los pies de un demonio.
—Por supuesto, Maze secretamente te dio su cuchillo infernal, con esto será más que suficiente —Beelzebub le respondió en un tono de voz muy bajo.
«Estos demonios son muy listos» pensé, añadiendo una risa sarcástica dentro de mi subconsciente.
—Cállate, nos puede escuchar el hijito de papi —Astaroth le dio un ligero golpe a Beelzebub.
«Ustedes tranquilos, yo me encararé de ustedes, hasta puedo regresarlos al infierno».
— ¿Y entonces, ya llegamos? —pregunté, haciéndome el que no escuché nada de su brillante plan.
—Ya casi —sonrió de lado Astaroth.
Unos minutos después, Beelzebub se detuvo en una playa no tan transitada. Posteriormente nos bajamos y nos dirigimos a la arena.
—La brisa es fascinante, es lo que me gusta de la Tierra —dije.
— ¿Te gusta? —Me respondió Beelzebub—. Y ¿exactamente a qué bajaste a este plano terrenal?
—Por muchas cuestiones —le respondí, tratando de ocultar mi verdadera misión.
—Anda dinos por las buenas... —Astaroth se me acercó—. O te sacamos la información por las malas —añadió, no sin antes sacar uno de los cuchillos infernales de Maze.
En cuestión de segundos Beelzebub me inmovilizó, mientras que Astaroth acercó su arma a mi garganta, y por ende tuve que defenderme, primero le di un golpe al hígado a Beelzebub, eso zafó su agarre; luego le quité el arma a Astaroth, mientras le torcía la mano, y él solamente gritó de coraje y dolor.
Rápidamente se inició una lucha muy injusta, ya que eran dos demonios contra un ángel. Beelzebub sacó su lado demoniaco e invocó a sus moscas para aturdirme, como odio esa parte de él; mientras que Astaroth, trataba de darme golpes con sus puños. Ante esas acciones no tuve de otra más que sacar mis alas, y usar mi fuerza divina contra ellos. Por suerte mis técnicas de ataque resultaron factibles a la hora de un combate cuerpo a cuerpo, ya que logré dejar inconsciente a Astaroth, ahuyentar a las moscas de Beelzebub, así como inmovilizar con una llave en el cuello a Beelzebub para que me dijera información.
— ¿Quién es Scarlett? —le pregunté al demonio.
—Nunca te lo diré —Beelzebub me respondió.
Ante eso, yo sólo procedí a hacer más presión en la llave para que me soltara aunque sea algo de información.
—Te lo preguntaré una vez más, ¿quién es Scarlett? —le dije al oído.
—Una chica que nos invocó —Beelzebub dijo, tratando de luchar por dar una bocanada de aire.
— ¿Y qué más sabes sobre ella?
—Ella ahora mismo está haciendo un pacto con Lucifer.
Por fin habría obtenido una pequeña respuesta a la visión de mi padre. Ahora sólo tenía que descifrar exactamente mi misión, salvar a Samael, o salvar a Scarlett. Aunque tenía que averiguar primero las intenciones de la chica, ya que es algo raro que ella haya invocado a dos demonios poderosos, al igual que tener los pantalones para encontrarse con el mismo Diablo. Pero qué mujer...
De pronto mi padre me envía una visión, la cual era la imagen de una escuela, tal vez a ese lugar debería de ir.
—Dulces sueños, Beelzebub —dije para luego dejar inconsciente a aquel demonio.
Ahora mi tarea era dejar a estos demonios al lugar donde pertenecen, al infierno por supuesto, así que cargué a los demonios en mis brazos, para luego irme volando hacia el infierno. Dios cómo me da mala espina ese lugar, pero un inconveniente se cruzó, y era que el mismo infierno rechazaba a los demonios, ¿qué pasaba? Cuando los aventaba a las fauces del infierno, ellos solamente volvían a mis brazos, ¿qué demonios?
Entonces, debido al problema, opté por encerrar a esos demonios en una cueva, de ahí no saldrían a menos que un ángel los liberara.
Por consiguiente, mi próxima misión era ir a esa escuela a espiar a Scarlett, o más bien conocerla, y con mis poderes sacarle sus más oscuros pecados, sólo así podría saber sus intenciones con Samael.
Al cabo de tres días, me alisté para ir a mi primer día de clases, por suerte habría encontrado un lugar donde pasar la noche, así como compré utensilios que me servirían para ir a la escuela. Al igual que me inscribí en la dichosa preparatoria.
Todo ese tiempo, estuve al pendiente de lo que hacía Samael, lo observaba desde las sombras, y aunque odiaba eso, tenía que hacerlo, porque quería ver su comportamiento después de conocer a la chica. Mi teoría era que Scarlett podía influir en el comportamiento de Samael, justo como lo hace la detective. Esta información me la dio Amenadiel.
—Sariel, hermano qué bueno que estás aquí —me abrazó Amenadiel cuando lo fui a visitar—. Juntos podemos enviar a Lucifer al infierno, donde pertenece.
—Lamento informarte que no vengo por eso, en realidad es por la chica que pactó con Samael —respondí.
—Entonces te diré la información que necesitas, tal vez sea parte del plan de papá —Amenadiel me dijo, sirviéndome una copa de vino, preparándome para una larga charla.
En fin, me dijo todo lo que tenía que saber, incluso sobre la vulnerabilidad de Samael, pero eso era lo de menos, ahora lo que me interesaba era Scarlett, y aunque no la conozco de vista, a puesto que llegando como un chico nuevo a su escuela podré conocerla profundamente, tal vez hasta hacerme su amigo y así ver su interior.
Llegué a la entrada de la escuela, con mi mochila en mi hombro, estaba preparado para mi clase de historia, y justamente estaba dentro del horario de Scarlett, ya que así lo planeé.
Crucé aquella puerta que me separaba de la chica, y ahí la vi, sentada junto a una chica morena, su amiga creo. La primera impresión fue un flashazo en mi mente, y un palpitar extraño invadió mi ser. Pero como no vine a sentir eso, me vi obligado a cumplir mi hazaña, y entonces me encaminé hacia el asiento que estaba al lado de ella; mientras pasaba podía sentir las miradas de sus compañeros de clase, unas de fascinación, otras de envidia; pero eso era lo menos, yo estaba enfocado en conocerla, sólo a ella.
Me senté a su lado, y luego ella me vio de pies a cabeza, y sus ojos, Dios, sus ojos eran como el paraíso mismo. Espera, por qué digo esto, concéntrate Sariel, ella puede ser peligrosa, ella sola invocó a dos demonios.
—Hola —su voz me sacó de mis pensamientos.
—Hola —sonreí.
Unos segundos de silencio incómodo nos invadió, y luego visualicé a una de las amigas de Scarlett darle un ligero golpe en el hombro para que reaccionara, y entonces ella articuló:
— ¿Cómo te llamas? —dijo apenada, podía sentir su timidez o su miedo a conocer a alguien nuevo.
—Sariel, un gusto, y dime... ¿a quién me dirijo? —dije cordialmente.
—Me llamo Scarlett —ella sonrió—. Así que eres nuevo, ¿de qué escuela vienes? —preguntó.
—De una escuela extranjera —le respondí, y prácticamente eso fue lo primero que se me ocurrió—. De muy muy lejos —añadí.
—Vaya, entonces vienes de intercambio, qué bien. Ser de otra parte del mundo ha de ser maravilloso —ella dijo.
—Créeme que sí —contesté.
Nos viramos unos segundos, analizándonos mutuamente. Y con mis poderes quise sacar sus pecados, pero no obtuve resultados, ni siquiera podía mirar, a través de sus ojos, los pecados que ha cometido, ni siquiera uno. Cuando de repente con mi visión periférica pude ver a una chica que se aproximaba a nosotros.
La chica golpeó la mesa de Scarlett con su puño, como si quisiera interrumpir la conversación, ante esa acción Scarlett se quedó paralizada, entonces la intrusa comenzó a hablar:
—Hola chico nuevo, me llamo Selina, un gusto conocerte —ella dijo con un tono de voz para nada agradable. Es más, podía ver en su mirada maldad, esta alma sí que está condenada en el infierno. No tiene remedio.
Me enojé, y no sólo por la acción déspota que hizo para cortar una conversación, sino porque la reacción de Scarlett fue de miedo, de un miedo puro. A lo que con serenidad decidí contestarle:
—Lamento no haberme presentado ante todo el grupo, pero veo que tu insistencia en conocerme parece un poco... urgida —ante esas palabras a Scarlett se le salió una risa, qué tierna...—. Pero déjame decirte que tu acción al cortar la conversación que tenía con la señorita Scarlett, fue algo descortés, y la descortesía no es de mi agrado, es más me pareces una persona desagradable, y quisiera pedirte que te vayas, para que pueda seguir hablando con esta dama —añadí, y justamente cuando dije dama, señalé a Scarlett, a lo que ella tenuemente se ruborizó.
Entonces la chica desagradable llamada Selina se fue de nuestra vista, pero se fue con una cara de avergonzada mezclada con furia, como si le dijeran sus verdades, y es que a decir verdad, siendo el ángel que descifra los pecados, es la cruda realidad de aquella alma.
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