𝑰𝑿. 𝑨𝑺𝑻𝑨𝑹𝑶𝑻𝑯
El infierno es un lugar de tortura, de sufrimiento, de pecado, el infierno es mi lugar favorito, y no cambiaría eso por nada.
Aunque seamos sinceros, extrañaba a Lucifer condenando a una que otra alma, así como a Maze, ella sí que es buena torturando a los humanos producto del falso Dios. Ellos le daban sentido al infierno, y más Maze mi mejor amiga, bueno es mi hermana, pero la considero mi mejor amiga, con ella siempre nos turnamos a las peores almas, y vaya que es divertido escuchar los alaridos de esos podridos. Lo bueno es que tengo contacto con esa diablilla, esto gracias a dos espejos forjados en el infierno, lo cual es nuestra única conexión, si no pudiera comunicarme con Maze, estaría muerto del aburrimiento.
—Hola, demonio —saludé. Eran nuestras charlas matutinas.
—Extraño el infierno, As. Pero lo bueno de la Tierra es que puedo torturar a humanos vivos, como en los viejos tiempos, no exactamente, pero el placer de torturar sigue —me detalló Maze. Cuando ella hablaba de la Tierra más ganas me daba ir a visitarla, por desgracia Lucifer se cortó sus putas alas, así que no me podría llevar.
—Quisiera ir a visitarlos —hice un puchero, bueno un intento de puchero, ya que siempre tenía mi cara de malo, típico de demonio.
—Ojalá, Astaroth. Así tendría alguien con quien jugar por un buen rato —me guiñó el ojo, qué pícara—. Los humanos me sirven por un buen rato, pero no como tú —rio.
—Bueno, desearía escuchar más de tus asuntos terrenales, pero me tengo que ir a torturar a nuevas almas —sonreí para después romper la conexión. Me quise hacer el interesante, aunque por dentro moría de ganas de estar en el plano terrenal, junto con Maze y Lucifer.
Los espejos se parecen a esos aparatos que usan en la Tierra, celulares creo, pero estos son aún más especiales porque son infernalmente mágicos, así como tienen una gran cobertura hasta el quinto infierno, jajaja.
Cuando rompí la conexión, sentí la presencia de un alma que no estaba muerta, un alma que estaba susurrándome al oído cosas en latín, por lo que con mi mirada la busqué y la encontré, estaba en las tinieblas altas, y era una chica. Le agarré su muñeca para atraerla hacía mí, pero cuando estaba a punto de llevarla hasta el fondo del infierno siento una energía que me transporta a un lugar oscuro, era una cueva. Mi visión nocturna me ayudó a ver el lugar de una manera apropiada, y de nuevo vi a la chica que vi en el infierno, ella estaba sentada en medio de un pentagrama de sangre. No entendía lo que pasaba, pero si no mal recuerdo, esto era una invocación, y eso se me hizo extraño, ya que desde hace muchos años no he sido invocado. Y justamente detrás de esa chica pude ver a Beelzebub.
— ¿Qué estoy haciendo aquí? —le pregunté a Beelzebub.
—Así que tú eres... Astaroth —titubeó la chica.
—Obvio que sí, pequeña humana —rodeé los ojos, ciertamente no me agradan los humanos.
—Me encantó tu entrada, As. El frío en la cueva, el aire caliente, el tornado de fuego y el olor a azufre. Técnicamente me superaste en mi fabulosa entrada —dijo con sarcasmo Beelzebub, a veces quisiera darle una buena bofetada a ese demonio, que no lo odio, pero no es de mi agrado.
De repente, la chica que estaba sentada en el pentagrama se desmayó, cayendo de lado su cuerpo, a lo que Beelzebub corrió a sostenerla.
—Y ahora qué... ¿qué hacemos con esta porquería? —bufé señalando al cuerpo humano de esa chica.
—No es porquería, es una humana que nos contactó —dijo Beelzebub, haciendo énfasis en la palabra "contactó".
—Y qué tiene de especial que nos contactara —caminé hacia la salida de la cueva, quería salir de esa pocilga para buscar a Maze, si estaba en la Tierra entonces tenía que ir con ella a divertirme.
—Que ella, una sola humana nos contactó, a dos de los demonios más temidos seguidos de Lucifer, y claro Maze —Beelzebub cargó en sus brazos a la humana, y caminó también a la salida de la cueva—. Entiende As, un solo humano no podría contactarnos, deben de ser varios para acumular energía, energía que tiene que ser suficiente para un transporte, y Scarlett tiene mucha energía, lo siento en su sangre.
—Tenía energía, ya que se desmayó —reí, a lo que Beelzebub frunció su ceño.
—Deja de hacerte el gracioso, y mejor vayamos a decirle esto a Lucifer, bueno aparte de que la humana te invocó para que nos guiaras hacia Lucifer —pude percibir su tono absurdo de molestia—. Conoces a Mazikeen, así que ella te dijo dónde está nuestro rey.
—Sí, sé dónde está. Pero antes de buscarlo, necesito un cigarrillo —dije. Enserio necesitaba un cigarrillo, puesto que en el Infierno no hay, y aparte hace mucho tiempo que no fumo algo.
—De acuerdo —rodó los ojos Beelzebub, para después colocar a la humana en el asiento trasero del hermoso vehículo.
—Pero, vaya, qué vehículo genial. Quiero conducir —toqué suavemente el metal que caracterizaba a ese automóvil.
—Ah no hermano —protestó Beelzebub—, consíguete el tuyo.
—Lo haré —le contesté de una manera retadora—. Como sea, dónde consigo un puto cigarro —gruñí.
—Pues no sé, hace mucho tiempo que no he estado en la Tierra —él me respondió.
— ¡Y aun así conduces, debes de conducir como una abuela! —me burlé.
— ¡No conduzco como una abuela! —me reprimió—. Sé conducir perfectamente, además soy uno de los pocos demonios que ha estado recientemente en la Tierra con Lucifer, en una de esas misiones —dijo el soberbio, sabiendo que yo no he estado en la Tierra en estos últimos siglos. Aunque sí sabía sobre vehículos gracias a las almas de los condenados.
—Sí claro —dije burlonamente, mientras me subía al asiento del piloto—. Te enseñaré cómo se hace esto.
—No, no, no —enfureció Beelzebub—. ¡NO QUIERO QUE TOQUES MI CARRO!
— ¿Acaso temes que yo te gane en cómo conducir un carro? —lo reté.
— ¡Claro que no! —contestó—. A ver, quiero ver cómo lo haces tú, mi querido Astaroth —se subió al automóvil, dando un portazo de lo furioso que estaba—. Pero no quiero que choques mi carro, ¡entendiste! —me miró de una manera amenazante.
—Sí señor —respondí sarcásticamente, haciendo un saludo militar.
Después de ese mini enfrentamiento, me dispuse a conducir sin rumbo alguno, con una velocidad que hasta el mismo Beelzebub se sorprendió.
—No vayas tan rápido, acuérdate que tenemos a una mortal, si ella se muere, entonces, automáticamente, nos regresamos al Infierno —me dijo.
—Tranquilo —le contesté.
Luego de unas horas, por fin la debilucha humana despertó.
— ¡Estoy hambrienta! —bostezó la humana al despertarse.
—Sí, sí, a la chingada —le respondí—. ¿Dónde puedo conseguir un cigarrillo?
—Pues en una tienda de autoservicio, pero para eso necesitamos dinero —me dijo la humana.
— ¿Dinero?, no hay problema con eso —dijo Beelzebub—. Hay mucho en esta guantera —abrió dicha guantera, revelando así un fajo de billetes de 100 dólares.
— ¿Qué idiota escondería dinero en su carro? —pregunté.
—Uno muy grande, al cual Beelzebub le robó el auto —respondió la humana, creo que ya me cae bien esta tipa.
— ¿Cómo te llamas bicho raro? —miré por el espejo retrovisor a la humana.
—Scarlett Knight —respondió un poco molesta la humana, molesta porque le dije bicho raro—. ¿Y bien dónde está Lucifer?
—Te lo diré cuando me digas dónde hay una tienda de autoservicio —miré de nuevo hacia el espejo retrovisor, esperando la respuesta de Scarlett.
—Ahora tú eres el que pone las condiciones —dijo la humana muy molesta—. Pero como tengo hambre, te diré dónde hay un 7-Eleven —creo que ya me agrada la Scarlett, me agrada su osadía.
Ella por unos minutos observó en su celular el camino, hasta que me dijo:
—A unos dos kilómetros hay una gasolinera, en donde hay un 7-Eleven.
Dicho esto, sólo seguí instrucciones hasta que nos detuvimos en ese establecimiento. Scarlett por una parte tomó comida, deberás cómo son los humanos; y yo por otra parte, le pedí a la bella cajera una caja de los mejores cigarrillos; mientras que Beelzebub tomó una botella de alcohol.
— ¡¿Qué?! Tengo sed —me dijo Beelzebub.
Después de pagar, nos fuimos con destino a Luciferlandia.
—Y bueno, Scarlett, ¿por qué nos invocaste? —cuestioné a la humana.
—Porque unas tipas merecen un castigo, se lo dije a Beelzebub, pero eso lo veré directamente con su rey —respondió, dando un sorbo a su sopa instantánea.
—Quiero saber los detalles —me volteé hacia la humana, ya que después de comprar, Beelzebub me quitó de mi asiento de piloto.
—Pero antes, dime dónde está Lucifer —contestó Scarlett.
—Está en Los Ángeles, tiene un club llamado el Lux, eso es todo lo que sé, bueno es todo lo que me informó Maze —dije.
Al decir esa confesión, la humana se me quedó viendo, con una mirada estúpida de perplejidad.
— ¿Es enserio lo que acabas de decir? —Beelzebub se dirigió hacia mí.
—Sí —respondí—. Eso es lo que me dijo Maze.
— ¡No puedo creerlo, que anoche, justo anoche pasamos por ahí! ¡Y no puedo creer que mis amigos, los cuales ya han ido allá, sepan cómo es físicamente el Diablo! —gritó Scarlett.
—Pues sí, Lucifer es dueño de uno de los mejores clubs de Los Ángeles —le respondí. Era obvio que mi rey fuera dueño de un lujoso club, lleno de pecados, así es Lucifer, siempre rodeado de los mejores lujos, y claro de lujuria.
—Es muy suertudo —rio Beelzebub, y no era precisamente una risa de burla, sino de orgullo.
—Acelera, Beelzebub, necesito ver a Lucifer —ordenó Scarlett, a lo que Beelzebub sin más preámbulos obedeció.
Y así fue como nuestra aventura comenzó, quién diría que una chica mortal estaría entre la vida de seres celestiales e infernales.
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