ℂ𝕠𝕗𝕗𝕖
Modern Au••
Una cafeteria había abierto recientemente, como era obvio, requerían de personal para atender a los clientes que pasaran a comprar sus productos.
Normalmente, un empleado de estos lugares debe ser amable, responsable, empático, paciente y respetuoso...
Cosas que no entraban mucho en la personalidad de Gavril.
Entonces... ¿Cómo es que el había conseguido el puesto? Quizá porque estaba guapo... Quizá porque les urgía mucho el personal... Quién sabe, pero ahí estaba, atendiendo gente como de costumbre.
Y como de costumbre, una chica de cabello bonito, había entrado a la cafetería.
Se sentó en la barra, justo en donde Gavril estaba y sonrío.
—¿Que?— pregunto de mala gana
—Se un buen empleado— aquel comentario hizo que el chico rodará los ojos y suspirara.
—¿Que se le ofrece?—
—Quiero una malteada de chocolate— sonrío con inocencia y el chico se fue, directo a preparar la bebida.
No tardo más de media hora y llegó con un vaso de plástico de la tienda, lleno de una malteada de chocolate.
—Era en taza— la chica volvió a sonreír con inocencia y miró al chico irse, con unos aires de fastidio.
Nuevamente tuvo que cambiar la malteada de chocolate a una taza decorada con flores.
—Era frío— volvió a sonreír de igual manera Y nuevamente el chico fue la cocina.
Ya eran varios días de la misma rutina de ambos, desde que Gavril trabajaba en la cafetería, ____ iba cada día sin falta a molestarlo.
Nuevamente el chico llegó con una taza en su mano y se lo entregó a la chica quién sonrío nuevamente.
—¿Dije en taza? Oh lo siento, creí que había dicho en vaso. Es en vaso, lo siento—
Todo tiene un límite y en este caso Gavril habían llegado al suyo.
Al no soportar el seguir las órdenes de la chica, en un acto de ira, tomó la taza divirtió el contenido en la ropa de la chica.
Las demás personas a su alrededor incluyendo a ____, quedaron sorprendidas.
Durante unos segundos todo fue silencio hasta que el chico pelicafé hablo.
—Ay dios mío.— soltó un ligero suspiro a lo que su contraria se echó a reír.
—Oh dios mio, te van a despedir— y nuevamente soltó risas. —Vamonos de aquí — la chica se colocó su chamarra para intentar cubrir la mancha de chocolate que tenía en la playera y se levantó.
Gavril no lo pensó mucho y la siguió fuera de la tienda, dejando su mandil verde, en la barra.
Ambos empezaron a caminar en completo silencioambos empezaron a caminar en completo silencio, hasta que el chico hablo.
—Te odio.
—Gracias.
•••••••
Es una cosa muy corta, prometo traer más largos.
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