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P R Ó L O G O
THE BROKEN-HEARTS KILLER
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NO HAY MAYOR fortuna que la capacidad de relacionar todo lo que ocurre en tu cabeza con lo que estás viviendo. Vivía temporalmente en un mundo de ignorancia aunque rodeado de personas felices y ajenas a todo lo que ocurría a su alrededor, entre ello, el cómo él mismísimo diablo se paseaba entre ellos con su elegante y presumido porte digno de un celestial de su nivel.

Cada uno seguía con su destino propio sin indagar mucho en una ciencia que les permitiera explicarles el porqué su vida va por esos rumbos, solo dejándose llevar.

Los envidiaba en secreto, siempre fueron la prioridad de su querido padre, dejándolo a él y muchos de sus hermanos de lado asignándoles tareas simples para atenderlos como ángeles guardianes. Era injusto ver cómo disfrutaban de muchos privilegios sin que estos se dieran cuenta. Nunca se sintió con un final predestinado, más sabía que esté estaba en algún lugar de la retorcida mente de su creador, aquello lo mantenía mordiéndose las uñas ansioso por intentar evitarlo a toda costa, no quería nada que tuviera que ver con Él.

Cada vez se sentía menos seguro en su adorada tierra. Amaba el lugar y muchas de la gran creación de su padre, más este mismo hacía su estadía en ella cada vez más difícil o eso creía.

Aquella angustia en su pecho nunca lo abandonó desde que inició el caso de June Lee, una química que vivía en un barrio muy decente y perfecto, y con base fue avanzando la investigación la intranquilidad lo invadía cada vez más y más.

Los animales suelen dar señales cuando algo grande y peligroso se acerca, una terremoto, tsunami, entre otros desastres, era como un sexto sentido. Estos días tuvo la idea de compararse con ellos unas cuantas veces al asegurarse a sí mismo que algo grande y maligno estaba por arribar, no tenía idea de qué o cuando, pero aquella sensación lo atemorizaba en cierto sentido, ni siquiera cuando su hermano Uriel estuvo de "visita" llegó a preocuparse.

Y lo que lo volvía peor era ser espectador en un pecado complejo. Asesinato, envidia, celos. La asesina de la joven cometió aquel terrible acto que la llevaría muchos años tras las rejas por sospechas de una infidelidad de su esposo con la fallecida, las cuales resultaron erróneas ya que la asiática simplemente era la dealer personal de aquel hombre.

No estaba sorprendido, aunque suene tétrico muchos casos así arribaban en la tierra y demasiados homicidas por el estilo llegaban al infierno a diario. Lo que si lo mantuvo algo ocupado y distraído de aquel malestar en su pecho fue el como relacionó dicho caso con su vida íntima, como siempre.

Los celos lo carcomían sin reparo alguno. La detective y Pearce pasaban demasiado tiempo juntos tanto como en el trabajo como fuera de este. Estaba seguro de no aceptar el "milagro" que Dios preparó para él, no lo sentía real, nuevamente era como estar bajo sus hilos siendo controlado como una simple marioneta y no le daría el gusto. Aunque muy a pesar de su reniego con la relación que pudo darse con la rubia aquel sentimiento de apego seguía ahí, no podía ignorarlo así como así cuando hablaban de su supuesto destino.

Aunque aún más molesto era el ver como Chloe casi babeaba por el teniente y este parecía igual tener un interés en ella mas lo ignoraba.

¿También era el destino el que preparó que Pearce se entrometiera y también se fijará en Chloe? Ó ¿Realmente la detective era para él?

Gracias a ella pudo sentir amor después de mucho tiempo, hubiera deseado que fuera mutuo pero deseaba aún más que solo fuera una rama en su existencia y que no estuviera destinado a ello en verdad, no podía pasar la eternidad lamentándose por el "hubiera" esperando por el inevitable envejecimiento de la detective, no podría soportarlo.

Quería algo más, algo que de verdad fuera para él y por decisión propia.
     
De verdad que ponía todo su esfuerzo en dejar pasar el tema pero con el primer asesino del mundo coqueteándole a la detective a todas horas era imposible dejarlo de lado.

Y lo que más lo enfurecía es que le hizo una promesa y definitivamente no era conocido por no cumplir sus pactos, además, le convenía demasiado.

Debía matar al humano inmortal.

Gracias a su tiempo juntos como "esposos" logró descifrarlo, pudo comprenderlo y aunque le asqueaba la idea de haberse sentido identificado con él era la única forma de sobrellevar la situación.

Justo en ese momento después de un largo día en la comisaría molestando a la rubia y comiéndose el pudín del detective inútil sentía como el hijo de Adán y Eva entraba a su loft por petición propia horas atrás.

— Finalmente te descubrí. — Musitó suavemente al sentir su presencia a sus espaldas mientras bebió de su vaso de whiskey teniendo la vista en las luces de la ciudad de Los Ángeles.

— ¿En serio? — exclamó su nuevo acompañante con su tono serio y sarcástico de siempre.

— Si. — dirigió una mirada hacia él presumido — Te aterra el que alguien se te acerque porque finalmente te abandonarán. — sonrió triunfante dando otro sorbo de la fuerte bebida — Tu vivirás más que ellos. Quieres morir, porque no quieres estar solo.

— Si, bueno, obvio — el teniente rodó los ojos no dejándose tocar por las palabras de Lucifer — ¿Cuál es tu punto?

— Si voy a matarte, entonces hay que hacerlo juntos.

A pesar de ser su rival de amores se sentía bien con la compañía del humano inmortal, lo entendía de una u otra forma.

— ¿En serio? — Pearce siguió con su rostro serio — No creo que quisieras pasar tiempo conmigo solo para descubrir cómo matarme. — acusó — Creo que querías pasar tiempo con alguien más a quien tu papá haya fastidiado tanto como a ti. Tú eres el que no quiere estar solo. Necesitas compañía por un igual.

Lucifer se sintió desarmado ante sus palabras, el maldito tenía razón.

Se sintió defraudado de si mismo, ¿qué tan bajo tuvo que caer para hasta recurrir a Pearce para tener un poco de comprensión?

— A lo largo de la existencia han habido muchas personas en esa lista, — susurró el diablo nostálgico recordando su vida hace milenios más a nadie en especial — lastima que no estén aquí en Los Angeles.

Sonrió al instante volviendo a su postura egocéntrica tan natural a pesar del fuerte viento que se desató al terminar su oración.

Fue como un susurro helado que congeló su espina dorsal causándole escalofríos que penas y pudo disimular.

— Es un trato con el diablo, nada más. — Bramó de forma lenta el humano de facciones serias — No una amistad o un club de malditos. — aclaró antes que nada.

— Eso lo sé, — respondió rápido — así como tú sabes que no eres mi persona favorita en el mundo. Por eso, cuando te mate todo volverá a la normalidad.

Ambos hombres se miraron con seriedad y cierta molestia para después chocar sus vasos de vidrio y terminarse de un sorbo la bebida alcoholica.

Esa noche no fue como las otras.

Por alguna extraña razón el rey del infierno no sintió la necesidad de compañía por ninguna mujer, fue igual a la vez en que por fin admitió estar enamorado de Chloe.

Varias chicas en el Lux se acercaron hacia él con oscuras intenciones, algo habitual, pero a todas las rechazó. Lo hizo de una forma tan natural que se extrañó mucho consigo mismo, el no perdía oportunidad alguna de estar con una hermosa joven. Casi podría decir que para ello vivía.

Sus miembros masculinos gritaban "si" con todas sus fuerzas, pero su boca decía "no".

Desde el último sorbo a su vaso de whiskey se sintió mareado y fuera de si, como si estuviera hipnotizado.

Era consiente de lo que ocurría a su alrededor muy a pesar de su vista poco borrosa además de tener cuerpo presente más su mente estaba apagado, igual a él, tomó unas vacaciones momentáneas y algo más lo controlaba jugando con su ser a su antojo.

Pero aquello era imposible, él era el mejor en esa área, nadie podía dominarlo.

Por la madrugada también tuvo una fuerte migraña, se extrañó aún más, él siendo un ser celestial no puede tener dolores ni heridas, a no ser que le de resaca y la detective esté cerca, pero descartó esa opción de inmediato, era imposible.

El dolor al igual que la falta de cabeza para pensar lo llevaron a dormirse "temprano" agotado de dicho desorden mental.

Él sentimiento de angustia se volvió más fuerte y pesado. Miró la hora dándose cuenta que faltaban trece minutos para la una de la mañana deseando que su sufrimiento termine pero en cuanto cerró sus ojos todo se volvió paz.

Raras eran las veces que soñaba algo, más no irrealizables.

Durante su descanso se sintió muy relajado,
como si flotara en una nube esponjosa, con un sentimiento de tranquilidad increíble, como si después de tanta inquietud por fin pudo estar libre.
No quería despertar nunca.

Todo fue mejor cuando pareció tener una suave y delicada mano pasando por su rostro haciendo leves roces en sus párpados sin preocuparle ni un poco. Siguió así por lo que le pareció una eternidad hasta que sintió un beso casto en su frente que lo obligó a despertar.

Se levantó de golpe sintiendo una repentina falta de aire en sus pulmones obligándolo a tomar una fuerte respiración mientras arañaba su cuello y sin encontrar a nadie más a su alrededor.

Miro en todas las direcciones confundido, aún era de noche para su sorpresa. Aquella siesta la sintió eterna, no podía ser verdad que solo pasaran dos minutos desde que cerró los ojos.

Se pasó la mano por su cabello cayendo en cuenta que había un poco de sudor en su frente hasta que le resto importancia y prefirió concentrarse en que el intenso dolor de cabeza se había esfumado como por arte de magia.

Y de esta misma forma dejo de sentir control de su cuerpo.

Se levantó de su cama y se dirigió al elevador como si de un robot se tratase y bajo hasta el Lux y vio todo el lugar lleno de gente aún.

Se dio un paseo por todo el lugar, varios lo veían raro por estar en sin camisa y en pantalones de pijama pero lo ignoró. Era tan extraña el Aura a su alrededor, más que personas extrañadas por su apariencia parecían jueces en un juicio de brujas mirando de forma asesina al acusado, o sea él.

Más ninguno llegaba a acercarse o tocarlo, casi como si tuviera una tóxica enfermedad en la piel y fuera un pecado tocarlo. Cada paso que daba la multitud se apartaba de su camino con respeto y temor pero aún así con esa mirada de odio.

Pero aquello poco o nada le importo, solo se extrañó. Pues estaba acostumbrada a dichas miradas cuando paseaba por el infierno y las almas condenadas no le dirigían más que ojos furiosos, como si fuera su culpa que estuvieran allí. Odiaba ese lugar.

Por el momento lo único que quería saber era porqué demonios no podía tener control de si mismo.

De pronto las luces se apagaron repentinamente y un sonido en seco retumbó por el lugar. Nadie se inmutó. Después a los pocos segundos luces moradas y rosas inundaron el lugar a la vez que se reproducía una canción muy característica en la cultura latina.

Hips don't lie, si no se equivocaba.

Y fue entonces cuando las luces más aclaras se enfocaron en una persona al centro de un pequeño escenario que se abría paso en medio de las mesas con tubos especiales para sus bailarinas.

Ahí fue cuando cayó en cuenta que en realidad ese no era su Lux. Miró ceñido la sombra que se movía a la par de la canción entre el humo y las luces para luego observar más detenidamente el lugar.

No había nada reflejante, los escalones parecían ser más altos y había muchos detalles de terciopelo rojo cuando en realidad lo que más abundaba era el negro y colores opacos en lugar de brillantes.

Frunció más el entrecejo y volvió a girar en busca de alguna respuesta justo cuando se encontró con la extraña saliendo a la luz de entre el humo meneando sus caderas y mirada seductora.

Y fue entonces cuando pudo verla bien quedando lo que seguía de encantado, casi de forma literal.

Una exquisita pelirroja bailaba de forma exageradamente sensual y atrayente que a Lucifer se le hizo imposible no terminar de acercarse, aunque más bien era como una orden, pero a pesar de ello no tuvo ninguna objeción.

Gracias a los movimientos de su baile su hermoso cabello cubría la mayoría de su rostro, lo cual hacía más difícil su tarea de identificarla, pero eso no importaba, estaba fascinado, por no decir hechizado.

No supo cuánto tiempo estuvo parado frente a ella mirándolo completamente hipnotizado mientras ella seguía bailando como si no hubiera un mañana sin dar crédito a su existencia, se sentía transparente ante sus ojos.

Él era un imán de mujeres y el que ella lo ignorara como si fuera poca cosa le causaba demasiada impotencia.

La chica le resultaba demasiado familiar, sabía que ya la había visto antes, pero algo impedía que el recuerdo de su cara y nombre se le vinieran a la mente, lo tenia en la punta de la lengua pero simplemente no salía.

No supo cuánto tiempo pasó exactamente, la canción parecía ser más larga o no tenía idea si en realidad se repitió varias veces, perdió la noción del tiempo pero en cuanto la música se fue apagando poco a poco fue cuando por fin pudo tener control de su cuerpo.

Pero antes de siquiera poder moverse las luces volvieron a apagarse y encenderse en menos de un segundo.

Ya no había nadie en el Lux.

Parpadeo confundido mirando a los alrededores. Era imposible, apenas hace cinco segundos había una tribuna de personas a su alrededor.

Solo quería saber que estaba pasando.

Todo lo estaba comenzando a desesperar de sobremanera pero a su misma vez ese sentimiento de placer que la pelirroja ocasionaba lo recluía de hacer algo al respecto.

Cada segundo que pasaba y que seguía viendo a la mujer una llama de pasión se encendía en su interior como nunca antes había ocurrido. Como si la mismísima pasión lo estuviera seduciendo.

Gritaba para que ella lo volteara a ver, anhelaba ver su rostro, por todo a su alrededor estaba seguro que sería totalmente perfecto. Incluso pensó en rezar suplicante por una sola mirada. Era una verdadera tortura, no pedía mucho, solo que lo notara.

Y después de lo que se sintió una eternidad por fin la extraña tuvo compasión por él y finalmente le dirigió una mirada justo cuando una luz potente cayó directo en su rostro imposibilitándole mirar el rostro de la pelirroja.

Cubrió sus ojos con su mano izquierda a la vez que achinaba los ojos tratando de ver aunque sea lo más mínimo, más lo único que alcanzó a mirar fueron sus labios.

Eran gruesos y rojos como la sangre, lo llamaban más no podía acercarse. Ella en cambio sonreía ladina, casi con burla, como si le divirtiera tener al diablo como loco, a sus pies.

Casi entrando en desesperación por no poder llegar a ella pero como si hubiera escuchado sus súplicas internas se acercó a él a paso vacilante e igual de forma lenta y sensual hasta el con una extraña sombra cubriendo su rostro.

Cuando estuvo frente a él lo tomo de la mano mientras acariciaba su brazo con sus delicados y suaves dedos logrando que con ese simple roce se le erizara toda la piel.

De un movimiento rápido está lo empuja sin cuidado alguno a uno de los sillones del Lux que juraba nunca estuvo detrás de él pero no le dio mayor importancia y se concentró mejor en la exquisitez que tenía en frente.

Sin pudor ni vergüenza se sentó a horcadas sobre él. Era una verdadera tortura el que él no pudiera moverse. Después, ella pareció dar indicios de besar sus labios pero antes de  completar dicho acto se detuvo a milímetros de sus labios rozándolos con los de él y cuando Lucifer hizo su máximo esfuerzo en inclinarse hacia ella, la pelirroja lo detuvo tomándolo de la mandíbula.

— Te veré pronto... — susurró sin dejarlo reaccionar.

Entonces despertó de verdad.

Sintió la falta de equilibrio repentino y cayó de espaldas debido a que anteriormente se encontraba a mitad del Lux sonámbulo.

¿Fue un sueño?

Se puso de pie de un salto y tocó su rostro a la vez que se pellizcaba sus brazos corroborando que esta vez si estuviera despierto de verdad y después rápidamente fue a checar la hora.

«4:17 AM»

« ¿Qué demonios? » pensó.

Tenía tantas preguntas en su cabeza junto con una gran erección en sus pantalones de dormir.

Algo o alguien había provocando todo eso, pero no tenía idea de quién. No se le venía nadie a la cabeza. Pero tendría que descubrirlo lo antes posible y no volver a caer en sus juegos.

Pues ahora si excitación pasó a enfado. No negaba que por un momento estuvo babeando por esa extraña ilusión pero aún así la mayoría de sus deseos eran producto del engañoso sueño en el que estuvo encerrado.












( 🐍 )










Los siguientes días fueron igual o peores previos a su extraño sueño. Aquella incomodidad en su pecho era aún más fuerte que nunca manteniéndolo alerta las veinticuatro horas del día también haciendo que tuviera insomnio, igual esto gracias a su condición y siendo quien era, no le afectaba en realidad pero aún así añoraba el descanso. Otra cosa por la que también tuvo que pasar toda la semana era el tener ciertas apariciones de una mujer pelirroja sin rostro.

Cada que se encontraba solo aparecía repentinamente sacándole buenos sustos y cuando estaba en público juraba verla por el rabillo del ojo, incluso llegó a confundirla con dos mujeres en la calle pero al detenerlas se daba cuenta que al final no tenían ni siquiera el cabello rojizo. Todo era un juego mental y estaba a punto de volverse loco.

Claro que aquello no pasó desapercibido por la detective Decker, la cual, tratando de descifrar las metáforas que Lucifer le daba no pudo llegar a una conclusión concreta, pues, el creía qué tal vez era una clase de alma en pena que se escapó del infierno y ahora lo estaba atormentando, esa era su teoría más fuerte pues la otra era que su padre estaba jugando con él pero este nunca hacía algo tan directo. Lucifer no sabía que ocurría y la rubia no tenía idea de que creer por lo que dejó de lado el asunto de su compañero hasta que el lo descifrara por sí mismo y después le dijera que resolvió su conflicto mental, como siempre.

Por fin había podido conciliar el sueño, podría decirse que se obligó a dormir. Pero, a diferencia de los anteriores días en los que no había podido soñar nada, como era costumbre, esta vez despertó en un cuarto completamente rojo y oscuro, el sonido de olas de mar hacía eco por el lugar mientras caminaba por el largo lugar mirando con esfuerzo las pinturas renacentistas en las paredes, eran obras de arte muy reconocidas, como La última cena, Dios crea a Adán, El juicio final, La caída de Lucifer...

Miró esta última detenidamente y con cierto aire melancólico. Las lágrimas en el hermoso ángel pelirrojo en el cuadro lo representaba perfectamente en cada momento de su vida, nunca lo dejaban solo y el recuerdo de su exilio al peor lugar del universo siempre estaba presente. No se arrepentía de aquel hecho por nada, pero si hubiera deseado que fuera diferente.

Entonces cayó en cuenta que estaba en una especie de copia de La capilla Sixtina más todo tenía un aspecto diabólico. Los mismos cuadros que vio y otros más parecían tener detalles hechos por sangre además los risottos de ciertos ángeles y Jesus fueron intercambiados por demonios haciendo travesuras en las pinturas.

Casi al instante un coro retumbó por las paredes haciendo eco en el enorme lugar, forzó un poco más su vista dándose cuenta que al final había una gran multitud vestida con grandes capas rojas y cruces invertidas.

Se acercó con lentitud siendo precavido pero al llegar no daba crédito a lo que veían sus ojos.

Seis criaturas parecidas a gigantes sapos venenosos junto a los peses piedra con piel rojiza y cuernos en todas partes tenían cautiva a una cabra hasta que el más alto de todos empuñó una de las sagradas dagas del infierno y en un rápido movimiento sacrificó al animal manchando al diablo de sangre.

Cuando los demonios notaron su presencia sonrieron ladinos sacando su lengua tal cual serpiente y después le arrojaron la cabra muerta a sus pies.

— Para usted, mi señor. — Se arrodillaron frente a Lucifer el cual estaba mudo.

Lo siguiente que ocurrió fue que dos largas y huesudas manos con filosas garras se situaron en sus hombros girándolo sorpresivamente encontrándose con una mujer casi esquelética con aspecto monstruoso pero lo que más resaltaba en su rostro eran sus inexistentes ojos de donde lloraba un extraño líquido negro.

Quiso retroceder algo asustado pero la mujer lo tomó con más fuerza y sin reparar en algún tipo de daño soltó un fuerte grito ensordecedor que le dio escalofríos al mismísimo Lucifer.

Volvió a despertar de un salto sintiendo un gran calor a su alrededor el cual se fue esfumando poco a poco.

Suspiro y se restregó los ojos cansado del tema.

Eran unos demonios que habitaban en el infierno, su antiguo hogar. No sabia porqué estos se colaban en sus sueños pero estaba seguro que todo eso no era por obra de ellos, pues su poder era muy por debajo del suyo y nunca se le revelarían, eran totalmente fieles a él a pesar de su abandono.

Agotado reviso la fecha y hora en su celular, tres de mayo, ocho cincuenta y seis de la mañana. Sabía que algo importante había pasado aquel día, pero no lo recordaba sinceramente, nunca le presto la mayor atención a lo que su padre hacía en la tierra desde su destierro. Además el sueño que tuvo no lo dejaba tranquilo, era una advertencia sin dudas.

Posteriormente se puso de pie decidido a buscar fechas importantes en su gran colección de libros antiguos. Pues más que una suposición estaba seguro que algo relevante pasó en la tierra hace muchos años.

Hojeo uno de los libros del fondo, uno de los más delgados buscando cualquier fecha cerca de esos meses. Hasta que lo vio y algo en su cabeza hizo click. ¿Cómo pudo olvidarlo? Era tres de mayo, el día de la santísima cruz, el día de crucificaron a Cristo.

Se sintió tan tonto, literalmente fue una fecha donde hubo una marca en la historia, en todos lados es antes o después de Cristo.

Resopló sintiéndose estúpido. Claro, el hijo humano favorito de su padre, incluso más que Adán, pues este último paso de su Santa devoción con la llegada de Eva, todo por esa manzana. A Dios no le gustaba que lo desafiaran ni desobedecieran.

Pero aún sabiendo el hecho ocurrido aquel día, no entendía que tenía que ver, miles de teorías locas cruzaron por su cabeza pero a su vez se sentía tonto, si no había ocurrido nada por miles de años ¿por qué ahora si?

Un santo murió hace mucho y era imposible que un contrario naciera, de eso de había encargado él, el anticristo no pisaría la tierra.

Sacudió la cabeza —que ya comenzaba a dolerle— alejando todas esas ideas era mejor dejar de atormentarse con eso.

Se ducho y arreglo para así ir a la comisaría esperando que la detective tuviera un nuevo caso interesante para despejarse.

Pero lo único que encontró no fue para nada de su agrado, tuvo nauseas instantáneamente.

Cuando llego busco inmediatamente a la detective pero grande fue su sorpresa al encontrarla con el teniente Pearce, alias Caín.

Echaba llamas —no literalmente— al verlos juntos. Sus celos ya no podían pasar desapercibidos ni siquiera para el mismo.

Aún a lo lejos, como buen entrometido, agudizó su oído para escuchar su conversación a pesar de la gran distancia. Al parecer la detective y Caín habían tenido una cita, un concierto, rodó los ojos ante dicho conocimiento, le pareció tan poco elegante y sencillo, Chloe merecía más, le daba náuseas el sólo imaginarlos juntos, aunque ella parecía... feliz. Eso fue como una gran bofetada con guante blanco de parte del humano inmortal.

A pesar de ello, se negaba a aceptar que ellos tuvieran algo, no había espacio para otro hombre en la vida de la detective, debía ser él, solo él.

Sin embargo Lucifer trataba de calmarse con esas ideas a su mismo pues era ilógico que entre Pearce y Chole fuera a haber algo, sino la logró conquistar él, con su encanto diabólico ¿qué podría hacer un simple humano?

Del coraje que sentía al verlos riendo tan de cerca ni siquiera se dio cuenta cuando la pequeña López se colocó a su lado. Ajena a sus celos ella fantaseaba y parloteaba sobre lo lindos que lucían el teniente y Chole. Y no e gana dispuesto a seguir oyéndolo.

Entre tanto parloteo de Elle — que le dejó de prestar atención desde hace mucho — observó que tenía razón en algo o eso quería creer, el no estaba celoso solo tenía "miedo" de que la detective y Pearce pasaran demasiado tiempo juntos y que lo dejaran de lado a él.

Aunque claro que no lo dejaría mostrar, simplemente le dijo que aquello era de sus últimas preocupaciones. Lo cual en parte era cierto.

Ese no era el único problema en su mente, también se encontraba el hecho de que tenía pesadillas con mensajes ocultos que no podía descifrar. Ni siquiera se animaba a pedirle ayuda a Amenadiel, era tan dramático que podría apostar a que iría rápidamente con su padre a buscar respuestas y era la última persona a la que Lucifer quería involucrar, a no ser que ya esté metido en ello.

Con los ánimos en el infierno y una cara de perro se acercó a la pareja preguntando sobre la misión de hoy, grato fue el momento en que la rubia le dijo que si había un nuevo caso y que saldrían en pocos minutos a la escena del crimen. Claro que no contaba con que Pearce se les uniera, todo parecía indicar que ya no quería separarse de la detective, su error fue usar el caso como excusa y Lucifer se encargaría de cerrarlo lo más pronto posible para volver a pasar tiempo a solas con Chole.













( 🐍 )











Estaba tan molesto. Pearce literalmente parecía un polluelo siguiendo a su mamá a todas partes. No había que ser un genio para saber quién era la "madre" aunque pensando bien el ejemplo fue algo perturbador contando con sus intenciones.

En fin, su nuevo caso era algo con referencia a un tal "asesino de los corazones rotos", como este se hacía llamar. Al parecer fue un asesino serial en los años cincuenta por lo que no veía lógico el que lo usaran aquel dato como pista. Pero Caín y Decker estaban seguros que tenía algo que ver ese ex caso.

Como odiaba que congeniaran y resolvieran cosas juntos. Estaba mal. Eran Lucifer y Chloe, no Pearce, Chloe y Lucifer.

Debía interferir cuanto antes.

Emma Mathews —la esposa de la víctima— había llegado, lo cual significaba un nuevo interrogatorio.

Lucifer siempre se iba por los sospechosos más "obvios", no buscaba patrones o correlaciones, la que se encargaba de todo eso era la detective.

Y austo ambos estaban por entrar a la sala de interrogaciones hasta que el teniente los detuvo.

— ¿Puedo acompañarlos? — hablo con esa seriedad fingiendo inocencia.

— Claro, entre más mejor — respondió de forma la rápida la detective.

El canoso estaba por ir detrás de ella hasta que Lucifer se interpuso en su camino haciendo un sonido negativo con su boca.

— Ah ah. Se lo que estás haciendo, Pearce. — Lo señaló acusadora mente.

— Me preparo para interrogar a una sospechosa. — dijo obvio y sarcástico, típico de el.

— Y odio arruinártelo Caín, pero solo hay un lugar para un ser inmortal en la vida de la detective y ese lugar ya se ocupó.

Al final Elle tenía razón, muchas cosas cambiarían, pero aún podía evitarlo, aun estaba a tiempo.

— Por favor, Lucifer... — comenzó con burla — Realmente no eres nadie para impedirme una relación con Chloe, solo eres su compañero.

Cuando termino simplemente se encogió de hombros y lo paso de largo antes chocando su hombro con el de él.

Lucifer en cambio frunció el ceño y miró indignado a la persona que entraba a la sala de interrogatorios.

Se aguanto las ganas de gritar al aire unas cuantas maldiciones y muy a regañadientes lo siguió hasta el cuarto donde la novia asesina se encontraba. Al entrar lo primero que hizo fue una mueca al ver al teniente en su silla junto a la detective no dejándole de otra más que estarse de pie detrás de ellos.

Las preguntas no tardaron en comenzar pero realmente no los llevaban a nada, pues la viuda se hacía la loca con la muerte de su ex y su amante, mientras que Lucifer rodaba los ojos ante cada palabra de aquella falsa mujer.

— Es obvio que es ella, ¡por favor! — exclamó en un grito saliendo de aquella sala cuando el interrogatorio concluyó.

— ¿Te lo dijo la mujer de tus pesadillas? — preguntó burlona la detective tratando de aligerar el ambiente; había notado al pelinegro molesto desde hace rato.

Lucifer en cambio bufo ante su pésima broma. No podía estar en paz de ningún lado.

— Son sueños húmedos, no pesadillas, detective. — la corrigió con una sonrisa cínica intentando cambiar el tema a lo cual Chloe le respondió con una mueca de asco.

Si bien su charla hubiera continuado de no ser por el teniente que llegó a su lado alegando con cosas absurdas de "confío en mi instinto" "no es ella".

Aunque sintiera una enorme satisfacción al ver que la detective no lo apoyaba y que esta vez se puso de su lado señalando a la mujer como culpable a los segundos todo se fue al averno cuando el detective inútil llegó anunciando otro homicidio en un motel igual al anterior.

Al instante los presentes se miraron nerviosos. No era un imitador cualquiera, era un asesino en serie.

— No es solo una pelea de amantes. — Mencionó Caín y sonrió triunfante en dirección a Lucifer.

— Es cierto, el imitador apenas inicia. — Se mordió el dedo ansiosa la rubia — Teniente lo necesitamos en el caso.

Sin más, Chloe corrió hacia la dirección de los hechos dejando al pelinegro con la palabra en la boca a pesar de sus intentos por evitar de que Pearce se alejará de ella.

Inmediatamente miró molesto al policía.

— No importa, yo amo los tríos normalmente.














(🐍)













El diablo miraba asqueado ciertas partes de motel Safari Inn, un motel barato, nada de su estilo. El prefería todo en su gran Lux, no como en ese tipo de lugares donde hasta las toallas tienen ácaros.

El lugar estaba rodeado de patrullas, en tanto la forense mexicana les hablaba sobre las características de este nuevo caso y que el asesino era técnicamente un profesional por cómo limpiaba las escenas. Lo cual significaba más trabajo, y lamentablemente más tiempos con Caín.

Decker y el teniente sacaban teorías mientras que Lucifer miraba alrededor, sentía una rara energía en ese lugar, no muy común, era pesada y caliente.

No era un fantasma, tampoco un demonio... Pero había algo.

Absorto en sus suposiciones apenas y alcanzó a escuchar la voz de la detective regresó al mundo real.

— No hay tiempo para la suerte — dijo con determinación — Volvamos a la estación, averigüemos la conexión entre las víctimas. —exclamó mientras salía de la habitación de motel.

— No podría estar más de acuerdo. — sonrió ante la prisa de la rubia — Entre más pronto terminemos este caso mas pronto volverá todo a la normalidad — Se acomodó su saco y comenzó a seguir a la mujer rubia hasta que paró en seco en la puerta.

El Aura caliente cambio radicalmente por una fría.

— ¿Lucifer estas bien? — Tomo su hombro preocupada por la expresión de extrañeza de su compañero.

El solo miró ceñudo a la detective.

— Hay alguien más aquí... — Hablo en un susurro.

De pronto todos giraron expectantes al escuchar un fuerte golpe de algo rompiéndose proveniente del baño del cuarto barato.

Chloe rápidamente saco su arma y corrió hacia el lugar y Lucifer igual se apresuró en ir detrás de la detective para cuidarla y protegerla por si la situación se ponía peligrosa. La rubia sin perder el tiempo, tiro la entrada de una sola patada mientras apuntaba el interior lista para todo.

— ¡Policía de Los Angeles, no se mueva!

Las tres personas que miraban atentos en el marco de la puerta, su ceño estaba fruncido a más no poder mientras veían a la persona dentro del cuarto de baño. Pero el más confundido de ellos era sin duda el mismísimo diablo.

No podía ser cierto.

— ¿Quiénes son ustedes? — preguntó la mujer pelirroja envuelta sólo en una delgada sábana blanca.

Su voz era temblorosa y parecía estar atemorizada.

Lucifer la miró sin poder creerlo.

Era ella, la mujer de sus sueños.





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Editado 12/08/2020

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