🌵 𝓛𝓸𝓼 𝓱𝓮𝓻𝓶𝓪𝓷𝓸𝓼 𝓼𝓸𝓿𝓲𝓮𝓽𝓲𝓬𝓸𝓼 🌵
México sintió un peso sobre su abdomen. Al abrir sus ojos se encontró con la mirada inocente de un pequeño niño Ucraniano.
—¡Bu! —volvió saltar sobre el estómago del Mexicano provocándole ganas de vomitar por la presión, tuvo que aguantar—. Хочете грати зі мною? (¿Quieres jugar conmigo?)
—What did you said? (¿Qué dijiste?) —México le entendió menos que a Rusia.
—Come with me (Ven conmigo) —Ucrania hizo que México se levantara y lo jaloneo a uno de los enormes pasillos.
Bielorrusia los vio y camino hacia ellos. Los niños empezaron a dar vueltas alrededor de México. El tocó a uno de ellos.
—La traes —le dijo para después correr.
Los otros niños lo miraron raro. Ucrania tocó a Bielorrusia.
—"La trraes" —salió corriendo a donde México.
Bielorrusia los persiguió. Al parecer si habían entendido el juego de México. El norteamericano estaba riéndose y recordando cuando jugaba eso con su hermano Guatemala y sus hermanos latinos. Soltó una lágrima recordando aquel suceso. Los niños notaron que había empezado a llorar. Ambos lo abrazaron de las piernas, pues aún eran demasiado pequeños.
México correspondió el abrazo y trato de contener su llanto. Se incorporó y vio sus tiernas caritas.
—Are you hungry? (¿Tienen hambre?) —ambos asintieron y siguieron a México al comedor.
México pensó en un platillo que ambos niños pudieran disfrutar sin enchilarse como Rusia. Decidió prepararles unos sopes. Cuando se los sirvió, ambos niños dudaron un poco, pero finalmente optaron por probar aquella comida. La disfrutaron. México veía sonriente como ellos degustaban su comida.
—Are you going to eat something? (¿No vas a comer algo?) —Bielorrusia se percató de que el mayor no estaba comiendo nada.
—No.
Ambos hermanos se miraron algo preocupados, pero no dijeron nada. Cuando terminaron su desayuno, se llevaron a México a seguir jugando. Los niños corrían y se escondían por toda la casa mientras el latino los buscaba preocupado por no encontrarlos.
Estaba haciendo el papel de niñera. Temía que lo niños se perdieran en esa enorme casa. Se asomó por unas escaleras muy largas. Estaba pensando en si bajar o no al sótano a buscarlos. Ya iba a pisar el primer peldaño cuando Kazajistán, que también se había unido al juego de esconderse del Mexicano, corrió hacia el con intención de abrazarlo.
—¡Bu! —Kazajistan se tropezó con sus agujetas empujando al Mexicano quien cayó por las escaleras.
México rodó hasta caer en el frío suelo. Se apoyó sobre sus brazos para poder levantar un poco la cabeza, pero realmente le dolía todo el cuerpo. Los hermanos se encontraban arriba pensando que hacer. Prusia, el segundo hermano mayor, pasó por ahí. Ucrania corrió y pidió su ayuda, le explicó la situación y el Pruso bajó las escaleras.
Se encontró al Mexicano adolorido tirado en el suelo. Prusia lo miró preocupado. Intentó cargarlo en sus brazos y llevarlo arriba para poder verlo mejor, pero al ser menor que México y sólo unos centímetros más alto, no pudo hacerlo.
—Go away, I can do it (Vayanse yo puedo hacerlo) —volvió a tratar de levantarse, pero falló.
Prusia lo ayudó a ponerse en pie. Rodeó la espalda del Mexicano con su brazo y lo ayudó a subir las escaleras. Al llegar arriba se dieron cuenta de que México tenía varios moretones en todo el cuerpo y no podía mantenerse en pié. Prusia se dio cuenta de que tenía el tobillo fracturado.
—Well, I'm going to help you. My name is Prusia. (Bueno, te ayudaré. Mi nombre es Prusia) —tomó la pierna y el tobillo de México—. This... This is going to be painful. You need to be strong. (Esto... Esto será doloroso. Tienes que ser fuerte)
—¿A la cuenta de tres? Un-
México soltó un grito desgarrador. Las lágrimas no se hicieron esperar. Rusia llegó alarmado por el alarido y el escándalo. Vio la situación en la que se encontraban y llamó a un médico. Aquel hombre vendó el tobillo de México y le dio una muleta de madera.
Ahora a México le costaría más trabajo caminar y ayudar a limpiar la casa de los rusos. Rusia, quien era el único a quien México le tenía más confianza, lo acompañó a su habitación. En pequeño país caminaba con dificultad. Al llegar, el Mexicano le dio las gracias y entró a su habitación. Se aseguró de que Rusia se fuera y volvió a llorar.
Ahora más que nunca se odiaba por haber tropezado con aquel escalón. Estaba tan enojado consigo mismo. Nuevos cortes tapados con vendas aparecieron en su brazo.
El estómago de México rugió rogándole que comiera. Salió de su habitación y fue a la cocina. Tomó una naranja y la partió en gajos, le gustaba el sabor dulce de esa fruta, pero le causaba asco. Vio el lavatrastes, se asomó y se provocó vómito. Las arcadas eran muy fuertes.
Rusia lo miraba recargado en el marco de la puerta. México limpió el desastre que hizo y se lavó la cara pensando que nadie lo había visto.
—I didn't know that you suffered an eating disorder (No sabía que sufridas de un desorden alimenticio) —se acercó a el notando el nerviosismo del contrario.
—I-I... (Y-Yo...)
—Why do you do it? Why do you hurt this way? (¿Por qué lo haces? ¿Por qué te lastimas de esta manera?) —vio la cabeza del contrario inclinarse hacia abajo.
—I'm fat (Estoy gordo) —México recordó todas las veces que le habían dicho aquello.
—No, you're not (No, no lo estás) —Rusia trató de darle una mirada calmada—. You're perfect and thin (Eres delgado y perfecto)
—No es cierto, wey —México levantó su camisa un poco. Su cuerpo estaba lleno de cicatrices por todo lo que había sufrido a lo largo de su vida. Sus costillas se marcaban y su abdomen estaba ligeramente hundido mostrando lo delgado y desnutrido que estaba—. Did you see it? I'm just too fat. I'm horrible. No one likes me. I'm too fat to be pretty! I'm too ugly to be perfect! I haré my body! (¿Ya viste? Estoy demasiado gordo. Soy horrible. Nadie me quiere. ¡Estoy muy gordo para ser bello! ¡Y demasiado feo para ser perfecto! ¡Odio mi cuerpo!)
No pudo más y se fue a su cuarto lo más rápido que pudo. Rusia trató de detenerlo. La había vuelto a cagar. Lo había vuelto a hacer llorar, y tenía que hacer algo para solucionar aquello.
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