XVII 𝓢adness

Todo se movía a su alrededor. 

La oscuridad que una vez la había arropado ahora se desvanecía gradualmente al igual que sus deseos por asumir sus responsabilidades, por moverse, por respirar.

 La iluminación era débil en la pieza donde estaba, unas pocas velas se encontraban dispuestas en una cómoda a la distancia, y otra a los pies de un espejo alargado, haciendo así que el dormitorio tuviese un tizne dorado. Se removió incómoda mientras unos quejidos se gestaban estrangulados desde el fondo de su garganta, y con la poca fuerza que poseía, refregaba sus ojos con una de sus manos frías.

Con los ojos algo entornados, atisbó a la distancia una puerta abierta frente a ella y una silueta oscura recargada en el marco de la misma. Se removió adolorida mientras giraba sobre su espalda y hundía el rostro en lo que se asemejaba a una almohada. Al girar su cuerpo una tela de textura sedosa acarició su piel, como si de una caricia se tratase.

Aún sobre la almohada, aspiró la colonia profundamente con suma lentitud. Desprendía una fragancia marina y un sutil aroma a cigarrillos con algo cítrico mezclado en ello. Cerró sus ojos embriagada mientras su entrecejo se funcía en confusión, sin dejar de sucumbir ante aquella suave tela donde su rostro ahora reposaba.

Aquel aroma le era familiar, y su atestada mente no podía identificar con exactitud de qué se trataba. De pronto toció sin poder evitarlo, obligándole a alejar el rostro de aquella reconfortante sensación y arqueando su espalda hacia atrás, con sus antebrazos ahora apoyados sobre el colchón.

-¿Zoe?- Se escuchó a unos metros. El propietario de aquella aterciopelada voz avanzó en su dirección con pasos pesados hasta detenerse junto a la cama. Ante su falta de respuesta, volvió a reiterar sumido en preocupación. -Zoe, ¿Me escuchas?

Y con tan solo girar el rostro en aquella dirección, los recuerdos acribillaron su mente, trayéndola a la realidad. 

Se giró del todo para enfrentarle, sentándose para verle. -.- Musitó intranquila, no se le había olvidado nada de lo transcurrido, aún seguía algo cabreada con la situación. Lo último que buscaba era lidiar con sus demonios, su dolor de cabeza ya era más que suficiente. Solo necesitaba verlo para sentir aquella molesta presión en el pecho.

Jungkook suspiró con algo de alivio al obtener respuesta de aquella persona previamente inconsciente. Se había meditado el llamar a la emergencia, pero Haeri le había pedido encarecidamente que no lo hiciera; según la rubia ella estaría bien y si la llevaban al hospital quizás la retendrían ahí más tiempo del necesario. Zoe realmente debía volver, tenía proyectos en los cuales trabajar, y Haeri no podría soportar su histeria si no pudiese llegar a completarlos. Su rubia amiga se había marchado ya de los aposentos de Jungkook; su cacería por carne fresca había dado resultado y en el dormitorio de la universidad podría darse su merecido festín, por ende le solicitó al pelinegro que le dejara pasar la noche allí a Zoe.

El morocho no ofreció resistencia alguna, era lo menos que podía hacer ante aquella situación de la que se sentía responsable. Es así que, una vez la chica pasó a aquel estado símil-inerte, optó por llamar a Haeri y posteriormente acatar sus órdenes. Debió cargarla en brazos hasta su apartamento que, por fortuna, no estaba muy lejos de allí. Ningún taxi los hubiese recogido en aquel estado en el que ella se encontraba.

Zoe observó aquel par de ojos negros que aguardaban en silencio con un deje de angustia en ellos, como si hubiese mil palabras no dichas. O por lo menos eso es lo que prefería imaginarse porque era masoquista.

Su cabello se encontraba húmedo, y fue allí que notó como algunas de las gotas que este desprendía iban a parar a sus hombros y pectorales desnudos, para luego perderse en el dobladillo de sus jeans caídos por la mitad de su pelvis, y que debido a su diseño ceñido se ajustaban fuertemente a sus fibrosos muslos. Un elástico blanco con la marca Calvin Klein emergía en aquel lugar que su jean fallaba en esconder.

Jungkook no llevaba su chaqueta, ni tampoco su camiseta.

Se sintió avergonzada de verlo así por más que se lo hubiese imaginado antes de incontables maneras. No fue capaz de dejar de escrutar su torso trabajado con la mirada, cuyas líneas húmedas y la poca iluminación no hacían más que darle un aspecto más seductor. Le sorprendió que no tenía muchos más tatuajes en su torso, había alguno que otro desperdigado por su pectoral, sin embargo eran sus brazos la parte más tatuada de su cuerpo junto a su cuello. La palidez de aquel torso desnudo enfundado en una humedad apetecible  brillaba por la luz de las velas, era prohibitivo, y sabía que Jungkook era más que consciente de que le estaba devorando con la mirada. Se sentía fatal, mirándole como un pedazo de carne, pero es que iba más allá de su atractivo físico. Aquella belleza tan simple y aún tan etérea no permitía que pudiese dar el tan añorado paso de superarlo o de olvidarlo con otra persona. 

Totalmente presa de sus instintos y el efecto residual del alcohol, tragó saliva audiblemente.

-Ah...-Musitó Jeon con repentina timidez de la que ni él se creyó capaz. Llevó una mano a su nuca, para luego revolver algunos cabellos húmedos de forma nerviosa.- Hubo un inconveniente... por eso estoy así.-  Enganchó sus pulgares en las presillas delanteras de su ceñido jean torpemente para subirlos. Jaló hacia arriba algunas veces toscamente, y de forma contraproducente, hizo que el botón del mismo se desprendiera. Zoe tuvo una taquicardia en el momento que, por inercia pura y debido a lo ajustado del jean de Jeon, el cierre del mismo se abriera de sopetón revelando así una tela de licra del mismo color que teñía ahora a las mejillas de ella. Lo escuchó maldecir por lo bajo pero con una sonrisa de diversión, mirándola expectante.

A ella no le divirtió en lo absoluto. Era como si el destino estuviese haciendo todo lo posible para que no dejara de pensar nunca en él a partir de este día. Desvió la mirada de la ropa interior de Jungkook fingiendo desinterés. - ¿Inconveniente?- Cuestionó ella incitándole a que siguiera hablando.

-Sí, nada importante. - Buscó evitar aquel tema el muchacho aún incómodo por toda la circunstancia.

-Oh, vamos, ¿Por qué? - Insistió adoptando una postura más erguida. - ¿Qué pasó? ¿Te robaron la ropa de camino a casa?- Bromeó con algo de hipo, buscando reprimir una sonrisa ya que aún quería mostrarse molesta con él. Se giró a verle una vez reunido el valor de hacerlo.

Él esquivó su mirada, llevándola instintivamente a un montículo de ropa donde su sudadera reposaba con heridas de guerra. - Pues... no te has sentido muy bien en el camino...

Y solo aquella frase bastó para darle a entender que, indudablemente, había vaciado el contenido de su estómago sobre el pobre Jungkook.

Le miró con vergüenza en su estado más puro, y cuando este la miró, bajó su mirada a sus rodillas desnudas y raspadas.

Un momento.

Autoexaminó sus piernas. Sus muslos. Su torso.

¿Dónde estaba su ropa? ¿De quien era aquella camiseta holgada y enorme?

Abrió sus ojos de sopetón, mirando a Jungkook como si hubiese visto a un fantasma. Este de inmediato entendió su reacción y optó reanudar su narración de los hechos. - Cuando te desmayaste, caíste sobre el barro, realmente eras un desastre, Zoe...-Se lamentó el muchacho luciendo apenado. Aún algo cabizbajo, y buscando la mirada de la chica, avanzó unos pasos en su dirección de forma sigilosa, sentándose junto a ella en la cama. - Te juro que no te he hecho nada inapropiado. Pero tenía que sacarte esa ropa embarrada para que pudieses dormir, incluso consideré darte un baño pero no quería violar tu privacidad y por eso no lo he hecho. - Soltó penoso, luciendo incluso más avergonzado que ella. - Opté por pasarte una toalla humeda, y eso sirvió. No te lavé el cabello ni nada porque lo tenías bien, luego te puse una de mis camisetas para que durmieras con algo.

¿Dormir?

Notó como la luz anaranjada de la mañana comenzaba a filtrarse entre las rendijas de la ventana, creando un show de sombras alargadas contra una de las paredes.

Jungkook se sentó junto a aquel cuerpo atemorizado y aún confuso. - ¿He pasado la noche aquí?

Él asintió mirándole entre unos mechones desordenados. - Sí, yo he ido al sillón de la sala para que cuando despertaras no te infartaras...-Bromeó aludiendo a las pintas que ambos llevaban. Zoe le dedicó una leve sonrisa, su vergüenza comenzaba a ser reemplazada por un extraño sentimiento que pensó haber dejado atrás durante la discusión de hacía horas. Jugó con las manos sobre sus muslos desnudos, con su mirada fija en las sábanas desordenadas. Le atribuyó al alcohol el sentirse extrañamente tranquila junto a él, menos nerviosa que de costumbre a pesar de su estado y de que posiblemente la hubiese visto en ropa interior. Observó de soslayo el rostro de Jungkook, se sorprendió al notar la intensidad reflejada en su mirada, como si procurara leer su inexpresivo rostro. Se giró a verle del todo, se quedó en silencio por un breve instante. Detalló su rostro húmedo, su cabello desordenado y absolutamente empapado. Sus tatuajes expuestos ante sus codiciosos ojos parecían suplicarle que los inspeccionaran de cerca.

Suspiró pesadamente, alejando aquellos pensamientos inauditos.

-¿Qué hora es?- Consultó finalmente con desconcierto ella.

-Las 9 de la mañana.- Confirmó con una mueca extraña Jungkook sabiendo exactamente porqué lo preguntaba.

El tiempo pareció frenar su andar de forma brusca.

-Oh demonios...- Maldijo audiblemente Zoe con el corazón en la garganta, sus oídos comenzaban a palpitarle mientras su respiración irregular le imposibilitaba pensar con claridad.- Maldita sea...-Se quejó nuevamente poniéndose de pie y ganándose una mirada confusa del pelinegro, quien aún le observaba desde la cama destendida con sus brazos cruzados sobre el pecho desnudo. La muchacha recorrió con sus ojos toda la pieza mientras pensamientos intrusivos no hacían más que disolver su cordura.  -¿Hoy es lunes? ¿No?- Se preguntó a sí misma.- ¿Por qué demonios he ido a una fiesta un domingo por la noche? - Cuestionó al borde de las lágrimas sintiéndose la persona más mediocre e irresponsable del universo. Sus ojos le ardieron. Caminó de un lado a otro zarandeando sus brazos de forma frenética, como el estereotipo de toda una reina del drama.

-¿Zoe? - El muchacho cuestionó con el entrecejo arrugado, sus ojos negros buscaron los de ella a duras penas. - ¿Qué pasa?

La castaña le osbervó como su hubiese hecho una pregunta ridícula. - ¿Qué pasa? - Repitió jocosa soltando un suspiro audible. -Pasa que tengo clase, Jungkook. Y pasa que hoy era muy importante que fuera...- Susurró sintiendo una presión empezar a carcomerle los adentros. Un mareo repentino la invadió, su vista pareció volverse borrosa. Optó por sostenerse del armario detrás de ella mientras miraba sus pies llena de temor.

Jungkook se puso de pie de forma automática para socorrerle. Se colocó a su lado meditando cómo sostenerla sin asustarla. Con una de sus manos sobre el antebrazo y la otra en su espalda baja, buscó llamar su atención. - Zoe, no vayas a clase hoy, por favor. - Solicitó con una dulzura que a Zoe le revolvió el estómago y le hizo cuestionarse cuáles eran sus intenciones detrás de aquel tono de voz. - No puedes ir así, ¿No ves? Sigues borracha...-Continuó suplicante mientras, finalmente, lograba conectar sus ojos con los suyos. -Te llevaré al campus, de eso no te preocupes. Pero quédate en tu dormitorio, no puedes ir a una clase en este estado.

Zoe fingió desinterés mientras entornaba sus ojos y alzaba el rostro para verle. -¿Quién eres? ¿Mi padre?- Vociferó con desprecio sin explicarse el porqué. Buscó escaparse de su agarre sin éxito alguno.

Definitivamente ver a Zoe borracha había sido toda una experiencia para Jungkook. Una parte escondida en lo recóndito de aquella despistada personalidad relucía frente a sus narices. La ternura habitual parecía adoptar ahora una nueva forma. 

Una pequeña sonrisa triste se dibujó en los labios del pelinegro mientras detallaba aquel pequeño rostro enojado que maldecía por lo bajo y ahora lo miraba fijamente, con nada más que amargura. -Escucha...-Buscó apaciguar aquel nerviosismo galopante que empezaba a inquietarle a él también. -Una clase no es más importante que tu salud, ¿No crees?

Ahí es donde se equivocaba Jungkook, por un gran margen.

Todo lo que Zoe Lewis hacía estaba condicionado por el futuro que buscaba percibir en algún momento; aquel futuro del que en algún momento estuvo cerca pero la vida no deseó para ella.

Quedarse hasta tarde estudiando, estar al borde de inyectarse cafeína en las venas, adoptar las ojeras pronunciadas como parte de su look habitual. Haber experimentado aquel cambio radical junto a su familia, como Jungkook bien ya estaba al tanto, y estar al borde de la pobreza no le hacía gracia alguna. 

El no saber era aquello que la carcomía cada noche. Las lágrimas marcaban su paso en las páginas de sus libros de texto como un tatuaje no voluntario, como finos hilos que buscaban figurar y recordarle lo infeliz que era al estudiar cada noche; eran como ríos, como charcos de agua impura estancada en su rostro y en lo más fondo de su alma.

No saber si tendría dónde dormir y qué comer una vez la ayuda de la universidad se le acabara al graduarse la atormentaba. No saber qué sería de ella mientras sus compañeros de clase consiguen trabajos por contactos de sus padres o amigos. No saber si viviría abajo de un puente, o si debería ir a probar suerte a otro país. No saber si su obra se publicaría, o si aquel tiempo empleado en ello solo la ha robado juventud. 

No saber.

No saber si luego sí sabría algo, y si al hacerlo eso la haría infeliz. 

O si quizás en la ignorancia decidiría yacer al fin.

Ella arqueó una ceja con incredulidad pura, como si aquello le hubiese causado gracia. - No creo que entiendas de lo que estás hablando...- Soltó fríamente, sintió las manos del muchacho tensarse sobre su cuerpo.

Ahora él arqueó una ceja interesado.- ¿No? ¿Qué concepto tienes de mí, Zoe?- Inquirió él algo cabreado.- ¿Por qué piensas que no entendería lo que sea que te pasa?- Su respiración caliente ahora chocó contra el rostro de ella, quien lejos de inmutarse, se sintió entumecida.- ¿Qué sabes tú de mí?

-Creo que tú no sabes lo que es ser extranjero en un país como este.- Aclaró con molestia Lewis, su mirada perdida ahora sobre la de él. - Fui testigo de como a mi padre le dieron la espalda, y lo he visto con otras personas también...-Su voz se quebró al final. Manteniendo la compostura y, respirando hondo, reconoció para sus adentros que Jungkook tenía razón. Ella realmente no lo conocía y él sabía más de ella que ella de él. La escrutó con la mirada luciendo algo acusador por el intercambio momentos atrás, mas sin dejar que aquello se reflejara en la forma en que la sostenía entre sus manos. -Yo no sé...-Soltó ella en un susurro igual de débil que la luz de las velas que comenzaba a morir. Cerró sus ojos buscando centrarse, y con ello algunas lágrimas brotaron perdiéndose en sus labios. -No sé qué hacer.

El muchacho suspiró, no de hastío, sino preso de la misma frustración que a ella la corroía. Sin decir nada, la condujo entre sus brazos. Eran dos fósforos consumiéndose en conjunto, compartiendo su calor. Jungkook con su mejilla apoyada contra la de ella, y las manos abiertas sobre su espalda para atraerla a su pecho desnudo. Zoe no opuso resistencia y en su lugar optó por fundirse entre aquel par de brazos que lentamente se iban convirtiendo en su lugar favorito. La mejilla tibia de Jungkook y su cabello húmedo cosquilleaban, pero le hacían recordar que había alguien más allí, junto a ella. Ahora ella deslizó su rostro hacia el pecho de él, quien sin inmutarse la refugió con su cuerpo, como si lo único que empezaba a desear fuese protegerla de todo mal que caminaba en el mundo. Ni él mismo se entendía para ser sincero, no sabía porqué se comportaba de esa forma por más que su buena naturaleza solía servirle de justificación suficiente. Ella escuchó los latidos de Jeon, su piel se sentía suave contra su oreja. El ritmo cardíaco de él, pausado y suave, la inducía en un estado de tranquilidad afín a un sedante.

Se dejó estar allí, quizás por un minuto, por cuatro, por diez, o quizás fue media hora la que estuvo perdida en aquel par de brazos cálidos y latidos lentos. 

Él también se dejó estar, disfrutando del tacto, aunque no tanto de los cuestionamientos que comenzaban a hostigarle.


Ⓘɳƙҽԃ So̴υℓs̴

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Si les ha gustado háganmelo saber porfis :D

Dulces sueños <3

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