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Despertar esta vez había sido completamente distinto a las demás veces anteriores, YoonGi, Agust y Suga estaban con él, pero se sentía de una manera muy diferente. Estaba consciente del roce de sus pieles contra la suya en un nivel indescriptible, cada vello erizándose por su contacto, los sonidos de sus respiraciones, el soplo del viento, el canto de los pájaros y el movimiento de los árboles fuera del castillo eran detallados. Era casi aterrador y desconcertante la forma en que podía ver, oler, sentir y escuchar todo, era como si sus sentidos estuviesen hiperdesarrollados y lo estaban porque podía recordar como ayer por la noche prácticamente destrozó la pared al empujar a YoonGi contra ella. De alguna manera no se sentía culpable por haberlo atacado, tampoco por comportarse como un bruto con Agust y Suga, simplemente sentía que eso fue lo normal y ahora podía entender cuando ellos tenían sus acciones repentinas, era su naturaleza.
—¿Cómo te sientes?— preguntó Agust, siendo el primero en hablarle.
JiMin aún miraba alrededor intentando adaptarse, los hermanos Min habían despertado casi al mismo tiempo que él, pero parecía que le habían dado el tiempo que creyeron suficiente para valorar su nueva percepción y comprobar sus nuevas habilidades por sí mismo.
—Es... extraño.— murmuró, alzando la mano y mirándola, el tono de piel perlado había casi desaparecido, estaba pálido.
—Déjame mirarte.— pidió YoonGi, tomándolo por el mentón y girándole el rostro para detallarlo con sus azulados orbes —Tus ojos siguen rojos ¿Tienes hambre?— dudo, sonriéndole a medias.
JiMin negó —No, de hecho, me siento lleno.— aseguró, tocando su estómago brevemente para luego tocarse los colmillos, recordando que ahora tenía un par de esos.
—YoonGi.— llamó Suga, su tono sonaba preocupado y vio a ambos hermanos ponerle atención —No es normal que continúe con los ojos en ese tono.— señaló, mirando a JiMin un poco, su reacción era neutra, pero podía distinguir que definitivamente estaba ocultando su estado de ánimo verdadero.
—Me siento bien.— aseguró JiMin, pues era la verdad, no había nada mal con él, o no que lo supiera, aunque tenía un dolor de cabeza que retribuyo a dormir mucho.
—Deberíamos llevarlo con HoSeok.
Agust negó lo dicho por Suga —No estoy de acuerdo.
—Deberás aceptarlo si queremos asegurar el bienestar de JiMin.— siseo YoonGi en respuesta, se podía notar que había cierta burla en sus palabras.
Mentalmente, JiMin se preguntó qué había pasado para que Agust se negara a la ayuda de HoSeok, siendo que los hermanos eran muy amigos del mago. Entonces los tres lo miraron cuando el pensamiento cruzó por su mente, nuevamente había olvidado que podían leerlo y bufó un tanto exasperado porque realmente odiaba eso de ellos.
—Ahora también puedes hacerlo.
—No sé cómo hacerlo.
—Aprenderás poco a poco, no te desesperes.— respondió Suga, alentándolo mientras lo envolvía en sus brazos.
—Está bien, pero no me gusta que hagan eso.
—A veces no lo controlamos.— se defendió Agust enfurruñado, JiMin lo miró atentamente interesado por su reacción —Fue así como descubrí que HoSeok se besó con mi hijo, maldito mago aprovechado.
Inevitablemente, JiMin se echó a reír por su actitud celosa y posesiva, tal como un padre, pudo ver su pálido rostro tornarse rojo y las risas de YoonGi y Suga sumándose a él. Parecía que pensaban lo mismo, que estaba recibiendo un karma enorme con JungKook, pero no se lo echarían directamente en cara. Ver a Agust comportándose de esa manera hizo que el peli rosa sonriera extensamente, había estado muy asustado cuando no lograba despertar e imaginaba que no los volvería ver.
Cada uno de ellos era especial, aún tenía mucho que conocerlos y se había aferrado tanto a ese anhelo que logró volver, fueron su aliento en la desesperación. Si meses atrás le hubiesen dicho que se enamoraría de un vampiro, se hubiese reído en sus caras, pero ahora lo había hecho y no de uno sino de tres.
—¿Ellos están juntos entonces?— interrogó JiMin verdaderamente interesado al respecto.
Lo último que recordaba de JungKook fue haberlo tenido entre sus brazos, acariciarle los cabellos y consolarlo, sus ojos eran como los de un niño, llenos de inocencia ingenua. También recordaba haber pensado en todo lo que tuvo que vivir solo en el Vaticano, las cosas que debieron hacerle en ese lugar y sus sospechas fueron confirmadas cuando Hilda le mostró fragmentos donde ella iba y lo veía.
JungKook no era malo, solo era la víctima de muchas mentiras y torturas, no estaba molesto con él y no podría estarlo porque ahora era como un hijo ¿No?
—Lo es y te ha estado esperando, JiMin.— comentó Agust alegremente, atrayendo su atención, claro que le encantaba la idea de ser ambos padres de JungKook.
JiMin resopló —Te dije que me desagrada que hagan eso.
—Acostúmbrate, en algún momento podrás hacerlo con nosotros y no lograrás evitarlo.— intercedió YoonGi, poniéndose de pie y caminando hacia el closet, estaba aún desnudo por lo que paseo su mirada en el pálido cuerpo.
JiMin no respondió nada más y apartó la mirada de él porque su cabeza dio una fuerte punzada en uno de los costados, llevó una mano hacia la zona y apretó con fuerza, intentando apaciguar la incomodidad. Poco a poco las imágenes de su padre, su madre y su vida en Corea del Sur volvieron, las partes que SungRyung con su hechizo borro estaban regresando, una a una, como golpes.
—¿JiMin?— dudo Suga.
—No puedo saber qué le pasa, no lo leo.— dijo Agust en respuesta.
Los recuerdos continuaron llegando, ahora los espacios vacíos se estaban llenando y saber la verdad nuevamente, aunque mucho más clara esta vez, lo hizo jadear de dolor. Ella realmente había hecho tanto daño y su padre ya no era quien recordaba, tras haber buscado la ayuda de la iglesia y enfrentar a su madre, cambió totalmente.
—¿Dónde está mi padre?— preguntó JiMin a sabiendas de que ellos habían dicho saber su paradero, que lo protegían y sabía que los tomó por sorpresa porque su reacción fue inmediata.
YoonGi regresó a la cama con ropa en sus manos, tomó asiento en la orilla y lo miró al rostro fijamente, con sumo cuidado. Había incertidumbre en sus acciones y JiMin podía distinguir como claramente se encontraba nervioso por responder a eso.
—Hablamos con él cuando estuviste inconsciente.— inició diciendo, suspiro y apartó sus ojos de los contrarios, al parecer no era nada bueno —Cuando le dijimos que tuvimos que transformarte, enloqueció, dijo que no quería verte y a nosotros tampoco.
JiMin no supo cómo reaccionar a eso, solamente logró tragar saliva sonoramente y agachar la mirada porque se le había hecho un nudo en la garganta, podía imaginárselo. En sus recuerdos su papá, quien lo amó como nadie más, lo vio con algo parecido al asco y la lastima. Por otra parte, a su madre ni siquiera la quería mirar y hablaba despectivamente de los seres chupasangre que el Vaticano le comento. Ahora su hijo era uno de esos y debía estar culpando a los hermanos Min del suceso porque ya no quedaba nadie más para eso.
—Tu papá se encuentra con otras personas.— agregó esta vez Agust —Creo que por eso no quiso saber nada más, solo pidió que no lo entrometiéramos en todo esto, que le aseguráramos su seguridad y la de su nueva familia.
—¿N-nueva familia?— JiMin tartamudeo incrédulo.
—Lo siento, JiMin, puedes ir a verlo y tratar de hablar tú mismo con él.— dijo esta vez Suga intentando consolarlo, pero solo logró que se apartara de su lado.
Había llegado a la fractura de todo, JiMin comenzó a llorar porque su padre había sido tan lindo durante toda su infancia y siempre vio por él. Lo que lo había hecho cambiar fue todo lo que descubrió de su madre, saber que SungRyung era en realidad una bruja y que los utilizó lo rompió. Podía entenderlo si se ponía en sus zapatos, pero dolía y eso no podía aceptarlo tan bien como el hecho de que fue reemplazado.
Si tenía otra pareja y otros hijos... ¿Era por qué no le importaba? ¿Estuvo siquiera preocupado por su bienestar durante todo este tiempo? No lo creía porque jamás llamó y aunque intentó buscarlo por todos los medios, nunca lo logró. Siempre pensó que era porque estaba en la cárcel y eso porque su madre se lo repetía constantemente, lo que esperaba fuese mentira y se encontrara en Corea del sur por la orden de alejamiento.
—Comprendo... yo... quiero estar solo... ¿Pueden dejarme solo?— JiMin tardó en formular la pregunta de manera correcta, limpiando sus mejillas y sorbiendo sus mocos, apenado.
JiMin ni siquiera esperaba una respuesta de parte de ellos, solo sintió a Agust y Suga salir de la cama en silencio, mientras que YoonGi dejaba la ropa que le había traído en el buro. Se recostó en la cama y se cubrió con las sábanas hasta la cabeza, mientras los escuchaba vestirse y luego salir, ellos realmente le habían hecho caso.
Estaría bien, solo necesitaba su propio espacio para procesar todo porque había perdido a su familia y ahora tenía otra totalmente distinta, su vida había cambiado drásticamente. Antes no tuvo tiempo para desahogarse de toda la confusión, miedo, preocupación, ira, desesperación y todas aquellas emociones que mantuvo reprimidas porque solía guardarse todo. Lo que no vio venir fue sentir la calidez y apoyo a través de las marcas en su cuello, aún separados, los hermanos Min estaban allí para darle consuelo y hacerlo sentir amado.
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