21

Las calles de Transilvania se encuentran desoladas, la luna roja es bien conocida por traer consigo múltiples desastres. Los pueblerinos lo saben, conocen las leyendas y no pueden hacer nada para erradicar el mal que los acecha. Muchos transilvanos prefieren resguardarse en sus casas con puertas y ventanas cerradas. Mientras que los fieles creyentes de la religión, prefieren ir a la iglesia y orar desde esa mañana hasta la siguiente.

Los últimos son los mismos que han llamado innumerables veces a las personas del Vaticano rogando por ayuda, pero sin lograr obtener una respuesta. Nadie sabe sobre el acuerdo de paz que hay entre la iglesia y los Min, aquel que probablemente nunca se respetó y que bien podría terminar desecho aquella misma noche.

Una camioneta negra se estaciona en la fuente central del pueblo, de ella se puede ver que bajan dos hombres con sotanas negras y capuchas para cubrir sus rostros, lo único que se puede ver de ellos es su clériman y collares santos.

—Ella dijo que estaría aquí.— aseguró el de menor estatura.

—Esperemos que no haya sido una mentira, ya no hay marcha atrás, los vampiros saben que nos movemos.

La charla se quedó en eso, esperaron bajo la luz de la luna roja solo unos minutos más, hasta que una figura femenina se aproximó a ellos corriendo. La mujer era alguien mayor, probablemente de unos cuarenta y tantos años, llevaba sus manos unidas junto a un rosario enlazado en ellas a modo de protección divina.

—Lamento la demora.

—¿Tenía miedo?— preguntó el más alto de ellos, mirando como la mujer asentía y temblaba erráticamente —Esos demonios no se acercarán a nosotros, Dios nos cuida.— aseguró con una falsa voz amable.

—Alabado sea el señor.

—Amén.— dijeron los tres al unísono.

—Entonces...

—Oh, sí, qué torpe soy.— balbuceó la mujer un poco ida, sacando de entre sus ropas una foto arrugada —Este es mi pequeño, Kim TaeHyung, desde meses atrás descubrí que se veía con un demonio chupa sangre y aunque le he rogado mucho que se aleje de él, simplemente no me hace caso, debe haber sido hechizado.

Ambos hombres recibieron la imagen, en ella se podía apreciar a dos personas. Uno de piel aperlada, ojos cafés, cabello castaño oscuro y sonrisa cuadrada. El otro no era muy diferente al que obviamente era el humano, aunque poseía piel blanca y pálida, ojos miel, cabello castaño claro y una sonrisa que apenas mostraba dos colmillos puntiagudos.

—A estas alturas lo que me importa es que su alma se salve, sé que Dios lo perdonará si se arrepiente. Así que, ya sea vivo o muerto, es lo de menos, solo aléjenlo de esa aberración.— profesó ella con rabia, limpiando las innumerables lágrimas que bajaban por sus húmedas mejillas —Escuche que ellos se verían está noche en el bosque, espero que puedan ayudarlo a tiempo.

—Le prometo que así será, vuelva a la iglesia y ore a nuestro Señor para que su hijo sea encaminado al paraíso.

—Gracias.— dijo la mujer asintiendo con una sonrisa extensa antes de alejarse y volver por dónde había venido, regresaría a la iglesia con los demás creyentes.

El de menor estatura chasqueo la lengua, se giró a la camioneta y abrió la cajuela, de donde saco dos pesados maletines negros. El más alto se acercó y buscó un compartimiento secreto para sacar sus armas, balas de plata y estacas.

—Pensé que solo usaríamos la biblia y el agua bendita.

—Esta noche no somos sacerdotes, esta noche somos cazadores.

Dentro del bosque dos chicos se encontraban recostados sobre el césped, justo a un lado de ellos descansaba una canasta llena de comida hecha por SeokJin y un vino fino que TaeHyung había comprado para la ocasión.

—Vamos, Jinnie, sé que esta noche es especial.— insistió el menor con un puchero adorable en el rostro.

—Oh, querido ¿Tú qué sabes sobre la luna roja?— cuestionó incrédulo SeokJin, realmente se negaba a decir que sucedía en esta fecha porque no quería alimentarse de su pareja, temía lastimarlo en el proceso.

TaeHyung verdaderamente ofendido, se sentó y giró levemente su rostro para ver fijamente al mayor. Él más que nadie sabía sobre los vampiros, llevaba tiempo investigando al respecto, sobre todo porque los tenía frente a sus narices.

Hace años atrás inició por mera curiosidad, los rumores en el pueblo solo fueron un incentivo, las insistencias de sus amigos y familia sobre "cuida tu cuello por las noches" fueron las verdaderas razones de su indagación. De niño recuerda que su madre siempre solía colgar crucifijos en todas las entradas posibles de la casa, su padre le decía que no era bueno vagar por las calles al anochecer y sus compañeros de escuela solían alardear sobre quién había o no visto a un "chupasangres" real.

TaeHyung como todos tenía miedo, pero la necesidad de saber más le ganaba y por eso empezó a buscar todo lo referente a ellos. Fue así como envalentonado una noche decidió salir y buscar en los alrededores hasta llegar al mismo bosque donde ahora se encontraban. Justamente ahí mismo conoció a SeokJin, el hombre que casualmente encontró alimentándose de un ciervo ante la escasez de sangre en los hospitales de los Min.

Después de eso, comenzó una amistad para nada recíproca con el vampiro, prometió no decirle a nadie sobre lo que vio, siempre y cuando se encontrarán algunas veces para platicar. Tras varias noches TaeHyung terminó enamorándose de ese ser tan divino y hermoso, se motivó a sí mismo para encontrar una cura, ya que SeokJin solía decirle lo mucho que deseaba volver a ser humano.

Jamás la encontró.

Sin embargo, eso no impidió que comenzarán una relación, una que TaeHyung ocultó lo más que pudo. Claro que su madre lo había descubierto y le había insistido hasta el cansancio que se detuviera, pero él no planeaba dejar a SeokJin.

—Sé que tienes sed, que te mueres por probar mi sangre y que te has abstenido por qué crees que no estoy preparado.— señaló el menor, mirándole fijamente —Pero, Jinnie, yo quiero que lo hagas, quiero compartir esta noche contigo algo que verdaderamente puedas degustar.— insistió obstinadamente, colocándose sobre él, sobre sus piernas.

El mayor a pesar de tenerlo tan cerca y tan dispuesto no sucumbió, apretó la mandíbula con fuerza para mantenerse firme y dirigió su mirada al cielo estrellado para observar a la luna roja con coraje. En sus adentros se repetía que no deseaba sentir sed, que no quería ser un vampiro y que no se permitiría anhelar de esa manera a TaeHyung. Pese a eso, no tenía otra opción, sus colmillos picaban por clavarse en la acaramelada piel de su pareja y saborear su sangre. Era su instinto, su naturaleza, por más que lo negara.

—SeokJin.— le llamo el menor, tomándole por la mandíbula y obligándole a qué lo viera —Confío en ti, no me harás daño.

—Odio tanto ser esto.

—Aun así, sigues siendo tú y a final de cuentas agradezco que seas un vampiro porque si no jamás nos hubiéramos conocido.— dijo TaeHyung cálidamente, intentando consolarlo.

SeokJin le sonrió, sus mejillas se tornaron rojizas como la luz de la luna y se sentó para acomodar bien a su pareja sobre su regazo. Ladeó el rostro, se acercó a TaeHyung y comenzó a besarlo de una manera apasionada. El menor le correspondió, le rodeó el cuello para hacerlo con más intensidad y permitió que SeokJin le desabrochó los primeros botones de su camisa.

—Por favor, dime si te hago daño.— le imploro el mayor, separándose de los adictivos belfos y pegando su frente con la contraria para descansar un poco, demasiado enamorado.

TaeHyung no le respondió, en cambio, prefirió llevar una de sus manos hacia los cabellos de SeokJin para tomarle de ellos y acercarlo por sí mismo a su cuello, una clara incitación de que lo hiciera.

Que hiciera lo que quisiera con él.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top