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—JiMin...— llamó YoonGi suavemente, tocándole el hombro —¿Estás bien?— preguntó ante su silencio, tenía el rostro demasiado pálido y la mirada perdida.

—Él.

—¿El demonio?— dudo Suga, tomándole por el rostro ensangrentado y limpiándole con sus propias mangas, importándole poco si se ensuciaba en su lugar.

JiMin asintió lentamente con sus ojos acuosos, sentía que el alma se le había ido, tenía un horrendo sabor en el paladar aún. Había vomitado un sin número de veces debido al corazón crudo del animal, el estómago se le retorcía de dolor y asco.

—Debe estar en shock.— opino Agust, acercándose y tomándole por la cintura junto con las piernas para cargarlo en brazos —He perdido la cuenta de las veces que hemos tenido que estar al pendiente de ti en estos pocos días, eres todo un caso.— le dijo en broma con una mueca en el rostro, su tono sonó como si estuviera molesto, pero no lo estaba en realidad.

—L-Lo s-siento.— murmuró JiMin, abrazándolo por el cuello y empezando a llorar desconsoladamente, tenía tanto miedo y pena.

—Todo estará bien, Minnie.— aseguró Suga cariñosamente, dejándole un casto beso en la frente —Siempre vendremos por ti, no importa el sitio e incluso si se trata de la muerte.

—Es mejor que nos vayamos al castillo, enviaré a SeokJin para quemar este lugar mañana por el atardecer y se deshaga de las cosas que hay aquí.

Los dos menores asintieron a las palabras de YoonGi, por otra parte, JiMin solo se aferró más fuerte al cuello de Agust, quien juguetonamente le susurro al oído "¿Pretendes matarme de asfixia?". Claro que había sido juego, ya que era inmortal, pero JiMin no se rió ni un poco, aflojó su acción y cerró los ojos intentando borrar las imágenes de unos instantes atrás. Agust al verlo tan indefenso no tuvo remedio, más que acariciarle los cabellos rosas en un intento vano por calmarlo, sentía su delgado cuerpo temblar contra él.

Algo retumbaba en su cabeza, tenía la enorme sensación de culpabilidad, pues ¿De verdad pensó por unos instantes entregar a JiMin? ¿Siquiera era verdad el que existía la posibilidad de que su preciosa Hilda estuviera vagando en el bosque de la perdición junto a su bebé no nacido, JungKook? YoonGi a su lado negó silenciosamente mientras le daba una palmadita en la espalda para que despabilara, sabía lo que pensaba y dudaba de esa posibilidad.

Después de todo, Hilda había sido sacrificada junto al pequeño JungKook aún dentro de su regordete vientre ¿No?

Los neonatos estaban reunidos en la sala principal del castillo, YoonGi, Agust y Suga se encontraban sentados en unas elegantes sillas de madera ubicadas en el centro. Estaban anunciando los acontecimientos previos del bosque y las acciones que se tomarían para que las personas del pueblo no se encontraran con la cabaña. La lluvia se había encargado del incendio forestal, pero eso no evitaba que fueran a revisar que todo estaba bien. Es por eso que debían actuar rápido y borrar todo rastro de brujería o comenzarían a buscar culpables; la locura religiosa era una enfermedad contagiosa muy difícil de curar.

—Te ves muy pálido para estar vivo.— dijo amigablemente un chico, acercándose a JiMin, tenía facciones muy delicadas, hombros anchos y cabello castaño —¿Has comido algo?— preguntó, colocándose a un lado con total familiaridad y confianza.

JiMin no sabía quién era, pero para ser el primer vampiro en acercarse supuso que era alguien cercano a los hermanos Min. Con desconfianza, guardó silencio unos instantes y dirigió su mirada al centro. Entonces YoonGi le sonrió levemente mientras asentía, estaba seguro de que le había leído la mente y estaba afirmando que era alguien de su estima.

—La verdad es que no tengo mucha hambre.— respondió sinceramente, el sabor del corazón crudo persistía en su paladar y recuerdos, no pretendía tocar ni un bocado.

—Debes comer, eres un humano y necesitas energía, aprovecha que la comida te sabe.

La forma en que lo dijo y el puchero que realizó con sus labios hizo que JiMin sonriera, le había parecido adorable para alguien que parecía ser mayor, aunque siendo conscientes era obvio que todos aquí lo eran.

—Vamos, te prepararé algo delicioso, un platillo digno de un rey.— insistió el chico, tomándolo confiadamente de la mano y arrastrándolo hacia alguna parte del gigante castillo.

Por un instante, JiMin pensó en desistir, quería darse en la reunión que daban los hermanos Min con los neonatos, pero era bastante tarde y estaba agotado. Quizás si comía y luego se iba a su casa, el pensamiento se rompió porque ahora no estaba seguro de tener una.

¿Podría volver a casa sin su madre? Solo habían rentado el sitio y sin ella tal vez no serviría de nada, vivir solo después de los acontecimientos parecía inadecuado. Además, algo le decía que YoonGi, Agust y Suga no estarían contentos con esa decisión porque desde un inicio lo habían traído. Claro que la primera vez fue por la fuerza, pero ahora era su elección.

—Ellos estarán bien si te vas unos minutos nada más, debes quedarte con nosotros. Hay una habitación especial para ti, si quieres puedes ir a ducharte y yo te llevo la comida ¿Te parece?— preguntó el contrario con bastante calidez, leyéndole la mente —Soy SeokJin, puedes decirme Jin.— se presentó con una sonrisa extensa.

—¿No es mucha molestia?

—Claro que no, ve todo derecho por este camino.— señaló SeokJin al fondo del pasillo con uno de sus largos dedos —Luego das vuelta a la izquierda y abres la puerta roja, sabrás rápidamente cuál es la habitación principal.

—Gracias, Jin.

SeokJin le regaló una despedida a JiMin mientras entraba a la cocina y él se dirigió hacia donde le había dicho. Nuevamente, se dispuso a ver las pinturas durante el trayecto, como la primera vez, y encontró la puerta roja. Una vez allí, la empujó para encontrar otro pasillo más elegante que el anterior. Las paredes estaban decoradas con tapiz en tonos grises con negro, las cortinas eran doradas con vino y se encontraban asegurando las ventanas. Al final se encontraba una puerta que reconocía a la perfección, pues recordaba haberse aferrado a ella anteriormente. Aquel pensamiento lo hizo estremecerse de pies a cabeza, se acercó hasta encontrarse delante y admiro las marcas de sus propias uñas en el marco.

—Shooky.— murmuró JiMin al recordar que lo llevaba en brazos cuando eso sucedió.

Estaba cien por ciento seguro de que no había viajado con él al bosque, probablemente debió quedarse aquí tirado, así que lo busco en el pasillo con la mirada. Al pasar el tiempo no logró encontrarlo y se sintió preocupado de la reacción que podría tener Suga. Estaba bastante decepcionado, terminó entrando a la habitación, yendo directamente hacia la cama y entonces lo vio, Shooky estaba colocado en medio junto a un cambio de ropa limpio.

—Esto es bastante bonito.— mencionó JiMin para mí mismo, tomando las prendas.

Se trataba de un pantalón negro de vestir entubado, una camisa de botones blanca con pequeñas flores negras, ropa interior y unos zapatos negros de charol que parecían bastante costosos. JiMin no toco nada porque aún llevaba puesto su suéter de colores lleno de sangre, los pantalones de mezclilla estaban rasgados y negros por el lodo que había en el bosque, así que me empezó a desvestirse.

Una vez se quedó solamente en su bóxer color azul, doblo la ropa sucia y la acomodo sobre una silla, ya después planeaba llevarla a la lavandería o donde pudiese limpiarla. Seguidamente, busco con la mirada y ubicó rápidamente el baño para ducharse, realmente necesitaba quitarse la sensación de suciedad, por lo que tallo con fuerza su piel.

A continuación, salió para vestirse y se dio cuenta de que Jin le dejó la comida sobre una de las mesitas de noche, ni cuenta se había dado de que estuvo allí. Se acercó para ver que era y tanto su paladar como su olfato enloquecieron al notar una deliciosa sopa de verduras, extrañamente de un tono rojizo que quiso atribuir probablemente a los tomates.

Considerando que no tenía tanto apetito, decidió primero cambiarse, la ropa le quedaba a la perfección, aunque los pantalones estaban bastante ajustados. No le desagradaba porque se sentían como las mayas que utilizaba para practicar danza. Echaba de menos bailar, también tenía la necesidad de ir a buscar el telescopio que su padre le había regalado.

No quería ponerse sentimental, por lo que dejó de pensar en esas cosas y se sentó en el mullido colchón para estirarse por Shooky. El peluche se encontraba entre sus brazos, lo apretó con fuerza, adorando la sensación cálida que le brindaba y le dejó un besito.

—Perdón por abandonarte.

—No lo abandonaste, no hay nada que perdonar.— contestó la aniñada voz de Suga a sus espaldas, cerca, tanto que sentía su aliento caliente golpeando contra su sensible cuello.

—¿Terminaron?— preguntó JiMin, tratando de ignorar el escalofrío que lo recorrió.

Suga asintió, sentándose a su lado —Desde hace un buen rato, vine antes, pero estabas bañándote y no quise interrumpir.— comentó, evitando mirarlo al rostro y tenía sus mejillas en un tono rojizo tan leve que casi pasaba desapercibido.

—No sabía que los vampiros se podían sonrojar.— dijo JiMin sin pensar, riéndose un poco, pero a él no pareció hacerle la misma gracia porque su rostro se tornó rotundamente serio —Perdón, no quise burlarme.— agregó, intentando reparar su error.

—Hay muchas cosas que los vampiros podemos hacer.— respondió Suga con voz grave.

—¿E-en serio?— balbuceó JiMin, echándose un poco para atrás por su repentino acercamiento y es que era una posición comprometedora, casi como si fuera a besarlo.

—Sí.— respondió Suga, remojando sus labios de manera lenta y sensual.

JiMin sintió su rostro arder al perderse en el movimiento hipnótico que realizó su lengua y Suga sonrió victorioso al ver su reacción, aunque de una manera distinta a la usual. No parecía el mismo chico dulce, sino alguien más, un lado oscuro y dominante.

Con eso, JiMin se sintió cohibido, también podía sentir una sensación de lujuria en sus hermosos ojos grisáceos. Por inercia se alejó más de él y terminó topando contra el respaldo de la cama, no tenía ninguna escapatoria.

—Me pareces un pequeño conejito a punto de ser devorado por un lobo feroz.— dijo Suga palabra por palabra, subiéndose sobre JiMin y una de sus grandes manos lo encerró entre la fina madera y su cuerpo —Ahora tú eres el que está sonrojado.— finalizó, alejándose de la nada y le guiñó un ojo antes de irse, dejándolo atontado.




¿Qué tal les va pareciendo? Me gustaría leer sus opiniones, mis galletitas :3

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