09
—¿M-mi padre? ¿El vaticano?— dudo JiMin sin poder unir ni creer las cosas, todo estaba fuera de lugar.
Muy bien, todo esto se estaba saliendo de control, estaban hablándole de la única persona que estuvo para él toda su vida, quien lo escuchó y comprendió sin juzgarlo; su padre. Además, la iglesia era una potencia enorme y uno de los mayores miedos para JiMin, o por lo menos lo es después de escuchar la historia de los hermanos Min y no quiere involucrarse de ninguna manera.
—Así es, tu padre trató de protegerte y se opuso a tu madre. En cuanto a los del
Vaticano, ellos saben de nosotros y tenemos un tipo "acuerdo" de paz.— informó Agust, realizando unas comillas con sus dedos al decirlo, pues al parecer tal cosa no valía mucho — Aun así, ellos siempre buscan la reencarnación de Hilda para deshacerse de nosotros de una vez por todas y por eso cuando descubrieron por tu padre que SungRyung logró ponerla en ti fue un grave error. Enviaron a uno de sus fieles seguidores, NamJoon, para introducirse en tu vida, ganarse tu confianza y arrastrarte hasta ellos con el fin de dañarnos.
Para ese momento la cabeza de JiMin dolía sobremanera porque eran demasiadas cosas que no recordaba para poder comprender lo que le decían, todo estaba flotando sin un hilo que lo uniera en su mente. Se sintió mareado y con muchas ganas de vomitar, tenía un maldito nudo en la garganta que le prohibía opinar algo al respecto.
Suga pareció notarlo por la forma en que el escozor picaba en los ojos de JiMin, así que se sentó en sus piernas y lo envolvió entre sus brazos, ocultando el rostro entre su cuello. Después le dejó un pequeño beso en la zona provocando que se estremeciera, le acarició el rostro y le limpió las lágrimas para calmarlo, todo con extrema suavidad para no alarmarlo.
—Tu madre al darse cuenta de que todo su plan estaba en riesgo quiso matar a tu padre y a NamJoon, pero para ese momento nosotros ya estábamos buscándote y logramos detenerla.— dijo Suga, uniendo su frente con la suya.
—Nos deshicimos de NamJoon, enviamos a un lugar seguro a tu padre para que ella no lo asesinara y por el momento alejamos al Vaticano. En realidad, no estamos seguros de cuánto tiempo se puedan mantener las cosas como están, aunque nos involucramos porque quisimos y no desistiremos. — aclaró YoonGi con firmeza, llamando su atención.
Escuchar aquello tranquilizó un poco a JiMin, por lo menos ahora sabía que su padre estaba bien y que tenía la razón sobre lo extraña que fue la supuesta demanda. Entonces borró la imagen dolorosa que tenía en su cabeza de que su progenitor se encontraba en la cárcel y la reemplazó por la posibilidad de un sitio neutro, uno donde nadie lo lastimara.
—Desconocíamos casi todo esto, pero nos informamos muy bien mientras estuviste dos días inconsciente, ya que tu madre vino aquí por su propia cuenta.— agregó YoonGi, siendo sensato al decirlo con ciertas omisiones sobre sus demandas porque la cabeza de JiMin parecía un enjambre de asteriscos.
—Ella...— murmuró JiMin sorprendido —¿La convirtieron?
—Solo es una neonata más.— comentó Agust rápidamente, acariciando el cabello del menor con parsimonia, tratando de tranquilizarlo —Eso nos da ventaja sobre ella porque está bajo nuestro control, así que despreocúpate. Ahora solo tienes que aceptarnos y nosotros te protegeremos de todo.
La verdad tras esas caricias era la propia inseguridad de Agust reflejada, no quería decirle al chico que algo podría salir mal porque se veía tan devastado y algo dentro de él se retorcía por causarle esa sensación. Había probabilidades de que todo se dificultará en el futuro, no confiaba en SungRyung y mucho menos en la iglesia o sus creyentes. No quería que la historia se repitiera.
JiMin no supo qué responder a sus palabras, algo le decía que en parte estaba bien quedarse con estos tres hombres y que debía hacerlo porque ellos conocían el paradero de su padre. Si lo veía desde el punto de su historia, los habían salvado a ambos, aunque no estaba seguro del todo si era real y no una broma de muy mal gusto.
Aparte de eso, eran vampiros, hablaban de que él era un sirviente, una reencarnación y muchas cosas que aún no entendía del todo. Claramente estaba en un conflicto mental muy grande porque no sabía qué esperar, no cuando hasta su propia madre le había mentido e intentado utilizar.
¿Realmente podía confiar en los hermanos Min? Era algo que no podía saber con total certeza, pero lo que más le preocupaba era que si llegaba a hacerlo ¿Quién lo protegería de ellos? Tenía que pensarlo un poco más, buscar respuestas por sí mismo y enfrentar la situación sin necesitar de ellos.
—Q-quisiera volver a casa.— balbuceó JiMin tras varios minutos de silencio, colocando sus manos en las caderas de Suga para tratar de apartarlo.
Probablemente sonaba inseguro y vago, más no podía quedarse quieto tras escuchar esta versión. Debía comparar lo que ya sabía, preguntar y tratar de justificar los actos de su madre. Quería descubrir si todo esto era mínimamente verdad, también si era una reencarnación y si existían pruebas de todo esto.
—Pero, dijiste que te quedarías— puchereo el menor de los hermanos, sacando a JiMin de su trance para mirarlo con ojitos de cachorrito.
—Déjalo ir Suga, si se quiere morir puede hacerlo con toda libertad.— señaló Agust, poniéndose de pie para irse por donde las neonatas se habían marchado antes —Iré a hacer algo más divertido que perder el tiempo con alguien que duda de nosotros, mejor ahora y no cuando se cuele bajo la piel.— terminó con desdén, mirando a JiMin por el rabillo del ojo y simplemente desapareció.
—Suga.— insistió esta vez YoonGi, logrando que el hermano menor lo soltase —Vamos, te llevaré a tu casa.— le dijo al eternâ, no muy contento con sus propias palabras y señaló con su mano hacia una puerta de la habitación.
—Lo lamento Suga, fue un placer conocerte y también a Shooky.— aseguró JiMin
sonriéndole y tratando de no sonar grosero.
Suga no respondió, apenas y lo miró con sus peculiares ojos grises unos segundos antes de que en un parpadeo ya no se encontrara más delante de ellos. Sus acciones habían dejado a JiMin bien en claro que estaba molesto por su decisión, al igual que Agust y de alguna manera eso lo hacía sentir ansioso.
YoonGi lo hizo reaccionar cuando comenzó a caminar por los pasillos, pasaron
algunos lugares vacíos y otros más con personas, las cuales claramente eran
vampiros, o eso se suponía JiMin. Todas las decoraciones en el sitio eran elegantes, muchas de ellas estaban hechas de oro y diamantes, parecían ser de la realeza. Había múltiples retratos de los hermanos Min en las paredes que probablemente fueron pintados a lo largo de los años y eso atrajo un poco su interés porque los trazos le parecían levemente conocidos.
En el transcurso fue muy consciente de cómo algunas mujeres e incluso algunos hombres le dieron miradas lujuriosas, pero extrañamente no se sentía atraído por su deslumbrante ni antinatural belleza. También sucedió que más de uno trató de acercarse a ellos, aunque toda intención se desvanecía al notar quien estaba a su lado, no se atrevían ni a dar un mísero paso en su dirección.
—No se te acercarán.— dictaminó YoonGi con una sonrisa un tanto tétrica, burlándose porque con solo una mirada podía someter a los rebeldes neonatos.
—¿Por qué no? ¿Es acaso por qué te temen?
—Soy su rey, así que deben respetarme y tú, quieras o no, eres mi pareja. También la de mis hermanos, por esto es que no pueden tocarte ni pensar en hacerlo.— respondió tratando de sonar sin interés, más había una advertencia clara entre sus palabras —Fui el primero en convertirse, por lo que el puesto en la cabeza me fue cedido, Suga y Agust tienen los rangos superiores como mis manos izquierda y derecha porque solo nosotros tres somos puros.— explicó.
Pronto fueron terminándose las puertas y se quedaron quietos en la que parecía ser la única entrada y salida para este lugar. Ya se podía escuchar la lluvia caer junto a un par de relámpagos y truenos que les pusieron los pelos de punta.
—A nuestro lado nadie se atrevería a tocarte ni un solo cabello.— susurro YoonGi, quitándose un colgante con la llave y finalmente le abrió la puerta.
JiMin observó al mayor, dándose cuenta de que tal vez no había querido decir eso en voz alta, pero lo había hecho y las palabras se quedaron en su cabeza. Nuevamente estaba en conflicto consigo mismo, irse o no, sonaba tentador quedarse y ser protegido. No obstante, esa no era la clase de persona que era y prefería usar sus propios metodos para llegar a una conclusión primero.
YoonGi a pesar de querer detenerlo y encerrarlo, lo dejo salir porque sabía que tarde que temprano debía volver, no deseaba asustarlo más. Agust y Suga estaban igual de lúcidos con el tema, aunque ninguno de ellos quería que su eternâ se encontrara en riesgo y les molestaba la simple posibilidad de perderlo.
—Este es el castillo de Bran, una réplica del castillo Poenari. Creo que Lonela te comento algo al respecto, igual puedes indagar en algún libro y no con personas peligrosas.— dijo el pelinegro, haciéndose a un lado para que pudiera salir.
JiMin pasó por un costado de su persona solamente para darse cuenta de que se encontraba en un lugar no muy apartado de la civilización, había mucho viento y su cabello se revolvió. Terminó asintiendo a YoonGi, recordando a la anciana, el evento sin explicación y las cosas en otro idioma que le gritó. En su momento todo eso lo aterró, pensándolo bien ahora, probablemente ella intentaba avisarle sobre ellos y no lo había entendido.
—M-me gustaría saber dónde está mi padre.— murmuró JiMin nervioso, protegiéndose de las gotas bajo el techo en el alféizar de la puerta.
YoonGi negó —No, por el momento ve a casa y afronta la realidad. Cuando estés más tranquilo puedes volver para hablar con nosotros, tal vez aceptarnos y ver a tu padre.— ofreció tentativamente, alzando la mano para acomodarle un mechón tras la oreja y hacerle una seña a uno de sus choferes se acercará. Con este clima no pretendía dejarlo ir caminando y era mejor que alguien de su confianza lo llevará.
—Yo... no sé si quiera volver.
—Lo harás, nos necesitarás tanto como nosotros a ti.— aseguró YoonGi, tomando la pequeña mano del contrario para dejarle un casto beso en el dorso.
JiMin quiso negarlo, pero no estaba en posición de negarlo y tampoco había tenido tiempo de hacerlo porque el auto se estacionó para subirlo. Cuando se dio cuenta de que estaba alejándose del castillo, empezó a sentir una opresión en el pecho y la sombra de los acontecimientos estaban en su mente.
Los tres pares de ojos tan hermosos, los labios, las caricias y palabras, todo ahora, a mitad de camino, se sentía mucho más ardiente y atrayente. La amargura se instaló en su paladar y estaba sofocado por la desesperación, no quería perder el recuerdo del sabor en la saliva de YoonGi.
Quizás volvería, lo haría si encontraba las respuestas que necesitaba y tan pronto como llegara a su casa se encargaría de borrar las imágenes en su cabeza. Sí, aquellas de los hermanos Min tentándolo, incluso lo estaban mareando. Era difícil reconocer si fue un hechizo o el poder mismo de sus existencias, pero quedaron grabadas.
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