04
—Ellos son mis hermanos mayores, YoonGi y Agust.— presentó Suga animadamente, señalando a cada uno para que JiMin los conociera.
—Debiste dejarlo donde estaba, Suga.— reprochó YoonGi con desdén, haciendo referencia hacia su eternâ.
JiMin ni siquiera le prestó atención a su comentario porque estaba más entretenido tratando de asimilar sus diminutas diferencias, considerando que parecían casi copias el uno del otro. Los tres sin duda se parecían demasiado, al punto de que cualquiera pensaría que eran trillizos y no hermanos. Sin embargo, había ciertos detalles en cada uno que lograban ayudar a distinguirlos, como: el tono de sus cabellos, el color de sus ojos, los grosores de sus labios, la forma de sus cuerpos y la manera de expresarse.
—Parecía aturdido en el cuarto oscuro y quiero que sea mi amigo.— explicó Suga con cierto tono infantil, eso hizo que las presentes femeninas se burlaran de él.
JiMin se sintió inquieto por la situación, no encontraba agradable que se refirieran a su persona como si no estuviera presente para hablar por sí mismo. También considero irritante que esas mujeres hicieran alboroto y mofa sin motivo, ya que Suga no había dicho algo para provocar risas ni nada parecido.
Por un instante pensó en decirles, pero sintió que no debía porque podría provocar un problema y mejor se quedó callado. Simplemente esperando a ver qué era lo que sucedía o qué hacían, esto para saber qué clase de gente eran.
Entonces se dio cuenta de que el ambiente cambió y se tornó muy pesado, provocando que hubiese exclusivamente puro silencio. Asombrado por la transición tan repentina, decidió observar a Suga y pudo ver como sus iris grisáceos cambiaron a color rojizo, ya no había pizca de amabilidad en su rostro.
YoonGi y Agust no se encontraban afectados por verlo de esa manera, en cambio, las mujeres estaban despavoridas, parecía que estuviesen frente a un monstruo. Por su parte, JiMin se quedó congelado entre los brazos pálidos de Suga, quien ahora lo sostenía con más fuerza que antes y emanaba un aura atemorizante.
—Manda a estas rameras fuera del castillo, Agust.— ordenó Suga con ira, sabiendo de antemano que era él quien siempre traía ese tipo de compañías.
—Tranquilízate, Suga, solamente son nuestras neonatas.— respondió Agust despreocupadamente, mirando a una de las mujeres para regalarle un guiño.
Suga enfureció notoriamente con su respuesta, mucho más que antes, y alzó una de sus manos en el aire para, de alguna manera sobrenatural, levantar a todas las mujeres y lanzarlas contra la pared. El sonido del golpe fue estrepitoso y las neonatas temblaron por el daño en sus cuerpos, en cuanto pudieron salieron corriendo de la habitación sin siquiera mirar atrás por el pánico.
JiMin no comprendió lo que acababa de pasar, ante su perspectiva solo había visto un movimiento de mano normal, pero eso había causado un tipo de poder. Por primera vez no tenía ni palabras para preguntar, únicamente sentía un nudo en la garganta que lo impedía y mucha conmoción, así que intentó alejarse.
Suga entendió que quería bajar y lo deslizó con suavidad, permitiendo que se pusiera de pie sin su ayuda. No obstante, JiMin seguía incapaz de mantenerse solo y casi cae, de no ser por las fuertes manos en su cintura que lo evitaron.
—Eres muy delgado.— comentó Suga, sus ojos ya estaban en su tono gris natural y tenía una sonrisa inocente dibujada en el rostro, como si nada hubiese pasado.
JiMin no rehuyó a su tacto, pero se sonrojó al notar que estaban a escasos centímetros y sus respiraciones se mezclaban en una sola. Suga nunca había sentido atracción y ahora, suspiraba mientras observaba las pecas del rostro en su eternâ.
—No le des tanta importancia.— interfirió YoonGi con recelo, acercándose para separarlos de un movimiento rápido y brusco.
Fue demasiado veloz, JiMin no noto cuando se puso de pie y llegó hacia ellos para hacer tal cosa. Nuevamente, pasó algo que no tenía lógica y su mente lo conectó directamente con la posibilidad de algo que solamente había leído.
—No estás tan lejos de la respuesta correcta.— aseveró Agust.
JiMin reaccionó a sus palabras, había olvidado que Suga hizo lo mismo y recayó en que ellos podían leer su mente. Estaba muy aturdido porque no podía evitar pensar y a su vez, no quería que supieran las cosas que cruzaban por su cabeza.
—Deberíamos hablar, su mente es un lío.— opinó Suga, mirando a JiMin con un poco de pena y luego a sus hermanos mayores.
—¿Qué les dije cuando lo trajimos?— reclamó YoonGi con fastidio.
Agust interrumpió —Sí, blah blah blah, va a morir, pero es nuestro eternâ.
Suga estaba de acuerdo con él y se acercó de nuevo a JiMin para tomarlo por los hombros y llevarlo a sentarse. Lo dejó en el sillón de tres plazas, donde sus hermanos estaban antes de que hiciera volar a las neonatas y él se quedó de pie.
—Bien, ya sabes quién soy yo ¿No es así?— cuestionó Suga.
JiMin asintió —Eres Suga y la galletita de peluche es Shooky.
Suga se alegró mucho con su respuesta y casi estaba eufórico, abrazó su peluche para luego girar en conjunto, pareciendo realmente un niño pequeño. Eso hizo a JiMin sonreír por un instante, pero desapareció cuando recordó la posición en la que se encontraba.
—La diversión se tuvo que ir por tu presencia ¿Acaso piensas tomar la responsabilidad?— preguntó Agust queriendo llamar su atención para que no pensará en nada más, tomó asiento a su izquierda y atrevidamente pasó su musculoso brazo por el cuello para rodearlo e inmovilizarlo.
—N-no.— balbuceó JiMin al entender a qué clase de "diversión" se refería.
—Agust.— advirtió YoonGi, tomando asiento en el lado derecho del sillón.
—Ese es mi nombre, no lo gastes de esa forma, por favor.— dijo Agust hacia su hermano mayor y luego miró a JiMin mientras se mordía el labio inferior —Tú si puedes, de preferencia cuando estés en mi cama gimiendo por más.
La descarada invitación entre líneas para follar dejó a JiMin un poco ido y pálido, no los conocía para nada y ya temía por su preciada virginidad. No obstante, se recuperó con rapidez al rememorar que había mujeres casi desnudas hace unos minutos en ese mismo lugar y consideró que eran heteros jugando con él.
—En realidad ninguno lo es, todos tenemos una orientación distinta.— informó YoonGi, haciéndolo recordar por tercera vez que pueden leer su mente.
—¿Podrían dejar de hacer eso?— preguntó JiMin, enarcando una ceja por no poder tener algo de privacidad y sus mejillas regordetas ardieron del sonrojo.
Tanto Agust como YoonGi consideraron que se veía adorable enojado, quizás por la forma en que sus labios fruncidos parecen un pico, muy similar al de un pollito. Muy a su diferencia, Suga lo encontró sumamente atractivo y dejó de jugar con Shooky para colocarse de rodillas entre las gruesas piernas de JiMin.
La cercanía de los tres hermanos puso a JiMin muy nervioso y no ayudaba para nada que se rieran de su comportamiento avergonzado. Trato fuertemente de no pensar en nada indecente, aunque tenía la extraña necesidad de hacerlo.
Últimamente, estaba haciendo muchas cosas que no quería. Debería estar más preocupado por su vida que por estas tonterías, pero había algo en esos chicos que lograba alterar sus emociones y lo alejaba de las interrogantes importantes.
¿Qué eran?
¿Por qué querían matarlo?
—Somos los hermanos Min y no es que queramos matarte, Dios lo dictó así.— aseguró YoonGi, llevando una mano hacia su mejilla para acariciarla levemente.
—Es un viejo imbécil.— gruñó con odio Agust —Se divierte provocándonos dolor, como si no pudiéramos sentir y eso que antes éramos sus fieles creyentes.
Suga asintió, colocando sus codos en los muslos de JiMin para apoyarse y recargar el mentón en sus manos —Si fuera por nosotros te dejaríamos aquí para siempre, serías como un cuarto hermano, pero no podemos hacerlo.— afirmó tristemente, aunque pensándolo mejor no podría verlo como hermano.
—No entiendo de qué hablan.— confesó JiMin confundido.
Los tres hermanos lo observaron fijamente con sus penetrantes ojos y se sintió muy pequeño ante ellos, como si sus miradas tuvieran algo que lo doblegaba. No solía comportarse tan sumiso, pero con YoonGi, Agust y Suga parecía que no tenía otra opción porque poseían una dominación que lo persuadía.
JiMin no es tan ignorante sobre las religiones, aunque su madre nunca le inculcó una en específico y cuando leyó la biblia, por mera curiosidad, descubrió que no era de su agrado. Claro, era asombroso imaginar que el mundo fue creado por alguien todopoderoso como Dios, pero no estaba de acuerdo con lo que se consideraba pecado y su forma de perdonar tantas crueldades con solo fe.
Esa era su opinión, que no existía nadie verdaderamente digno de juzgar y condenar a los demás. Mucho menos un Dios que veía el mundo arder y no hacía nada al respecto, aun cuando supuestamente tenía el poder para evitarlo. Si existe y permite todo lo que le sucede a los inocentes, debía ser perverso.
—Lamentablemente, Dios existe, tiene tu vida en sus manos y te ha condenado como a nosotros.— argumentó Agust con cierto toque de cinismo.
—¿Por qué?
No comprendía el motivo de su "condena", si él no había hecho un verdadero mal, aunque ser homosexual y no creer en la palabra eran ciertamente dos puntos que le habían echado en cara antes. Sin embargo, ambas cosas ni siquiera deberían ser castigadas, eran parte de él y su libre albedrío.
—No pienses demasiado, JiMin, Dios hace cosas que no podemos comprender, pero tenemos la oportunidad de sobrellevar sus dictaduras.— animó Suga.
—Hay que contarle la historia de las eternâs.— opinó Agust.
JiMin no conocía el significado de esa palabra, pero sabía que estaba en plural y eso quería decir que no había sido el único. Se preguntó si todos murieron y se supuso que sí porque los Min parecían muy seguros de que también lo haría.
—Uh, las respuestas que quieras te las podemos dar nosotros.— Suga intentó tranquilizarlo porque la mente del chico parecía un ferrocarril de confusiones.
Agust asintió —Pregunta lo que quieras, tenemos tiempo y eso gracias a que arruinaste mi sesión sexual con las neonatas.— se quejó.
—Lamento eso, supongo.— dijo JiMin inseguro, pues desconocía si realmente debería sentirse culpable de eso —¿Por qué yo? ¿Qué son ustedes? Sé que no son humanos.— lanzó directamente, sobre todo al comentar su naturaleza.
Ninguno de los tres respondió al instante, Suga y Agust miraban atentamente a su hermano mayor para ver que decía. No obstante, YoonGi estaba algo molesto porque JiMin insinuaba que eran alguna clase de bestias o monstruos y lo son, pero también eran humanos.
—¿Cómo llegue aquí? ¿Dónde estamos? Solamente quiero volver a mi casa, no quiero estar aquí.— prosiguió JiMin con insistencia, siendo tan imprudente.
El primero en interceder fue Suga, no estaba ofendido, pero si herido por sus palabras y es que no aprobaba la idea de que les tuviera miedo. Desde el inicio no querían asustarlo, cosa que sabía de antemano era bastante complicado cuando ninguno tuvo tacto para tratarlo.
—Pensé que podríamos ser amigos, así que primero escúchanos y luego podrás decidir.— rogó con su mirada acuosa, deseando que aceptara y los entendiera.
El corazón de JiMin se apretó ante eso, Suga era demasiado tierno para el bien de cualquiera y se sintió culpable de ser la razón de su tristeza. Lo recapacitó un poco, si quisieran matarlo ya lo hubieran hecho y no estarían tan tranquilos.
—No sé si sea por el año en el que estamos, pero estás tomando todo esto con suma tranquilidad.— analizó Agust divertido —Años atrás, otra persona ya hubiera salido corriendo, estaría suplicando por su vida, llorando de miedo o intentando matarse, en el peor de los casos.
JiMin parpadeo sorprendido, dándose cuenta de que era verdad, una buena parte del pánico se había esfumado y hasta se sentía familiarizado con ellos. No era algo normal, menos cuando fue secuestrado por tres desconocidos que parecen ser seres paranormales.
—Pareces resignado a tu destino y ya no veo que tenga que preocuparme, si ya crees que somos inhumanos.— comentó YoonGi, luego de estar en silencio, se levantó del sillón para desaparecer y aparecer en cuestión de segundos.
—¿Qué es eso?— cuestionó JiMin, observando el libro desgastado que apareció entre sus manos y captó que YoonGi no lo tenía antes—¿Acaso te acabas de teletransportar?
—Es el libro familiar y no, solo somos muy rápidos.— respondió Suga, utilizando a Shooky para simular que corría sobre sus muslos.
YoonGi carraspeo para llamar su atención y JiMin se centró, aunque sentía el brazo de Agust acercarlo más y a Suga acomodarse mejor en sus piernas. Todos parecían atentos para lo que se fuera a leer y JiMin se dijo que debía tomar esto como una sesión de lectura grupal, eso lo hacía más fácil de procesar.
—Las preguntas que tanto amas hacer déjalas para el final, tienes que saber todo, desde el origen y así comprenderás el rumbo que está tomando tu vida.
—Lo intentaré entender, pero luego de esto me iré a casa.— afirmó JiMin.
YoonGi frunció el entrecejo y asintió, trató de ser comprensible como Suga había estado repitiendo a través de la telepatía que poseen. Empero, Agust no estaba de acuerdo, JiMin no debía irse y no importaba si se mostraba en desacuerdo.
—¿Crees que volviendo encontrarás a tu novio, a tu padre o a tu madre?
—¿Novio?
JiMin no tenía y nunca tuvo un novio, solamente tenía a sus padres, pero sabía que al volver a su hogar no estarían. HeeSoo estaba encarcelado en Corea del Sur y SungRyung seguramente debía estar muy ocupada en su trabajo.
—Podemos leer tu mente.— insistió Agust, golpeándole su frente con el dedo índice —Así puedo ver que hay un chico aquí, un tal ¿NamJoon?— indagó.
—¿NamJoon? — dudo JiMin, en realidad no recuerda a nadie con ese nombre.
—¿Cómo que no lo recuerdas?
JiMin negó —Tuve un accidente y perdí parte de mi memoria, quizás sea por eso.
YoonGi se carcajeó fuertemente ante su respuesta, tanto que se dobló y sostuvo su estómago. Ahora comprendía por qué el chico parecía tan malditamente perdido, alguien le indujo lagunas mentales para su conveniencia con magia.
—No tuviste ningún accidente y puedo decirte la verdad, solo si estás dispuesto a escuchar y quedarte.— ofreció tentativamente.
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