🌵 𝓤𝓷𝓪 𝓹𝓲𝔃𝓬𝓪 𝓭𝓮𝓵 𝓹𝓪𝓼𝓪𝓭𝓸 🌵

Insomnio, eso era lo que Rusia tenía. Daba vueltas en la cama tratando de conciliar el sueño. Era imposible. México se encontraba en la misma habitación durmiendo a su lado tranquilamente. Tenía el sueño pesado, pues por más que su novio se movía, no despertaba. Harto de aquella situación, Rusia se levantó y fue por un vaso de agua. Al llegar a la cocina, sintió un escalofrío recorrer su espalda, no estaba del todo acostumbrado al clima de ahí y el sudor se hacia presente en su cuerpo.

¿Por qué no prende el aire acondicionado? —pensó Rusia para después bajar la temperatura del aire.

Tomó agua y volvió a subir. Se acostó al lado de México y lo vio durmiendo. Sus labios entreabiertos y sus ojos cerrados. El sueño llegó poco a poco. Rusia se quedó dormido mientras observaba el rostro de su amado.

Al despertar, Rusia vio a México dormido temblando de frío mientras se tapaba con las cobijas. El de Ushanka se dio cuenta de que había exagerado un poco con la temperatura. Abrazó al de sangre Azteca causando que despertara.

¿P-Por qué está tan frío? —preguntó castañeando los dientes.

Perdón, tenía calor.

Ay, Rusky.

Aquel momento, ese momento que tanto habían estado esperando. Sus rostros se acercaron, temiendo volver a ser interrumpidos. Sus labios ansiaban el sabor de los otros después de tanto tiempo. El palpitar de sus corazones era acelerado y violento. Se ruborizaron al sentir como sus labios rozaban para después unirse después de años separados. Mariposas en el estómago, una bomba de sentimientos. Se abrazaron para profundizar aquel beso, no querían separarse aún sabiendo que debían hacerlo por la falta de aire.

Se separaron unos segundos respirando agitados. Volvieron a besarse siento el mayor quien mordió un poco el labio del menor abriendo su boca. Empezaron una batalla de lenguas disfrutando cada segundo de aquel instante. Iban lento, con calma, no tenían prisa en terminar aquel beso. Finalmente se separaron finalizando aquel bello momento. México se ruborizó y cubrió su rostro con sus manos. Rusia sujetó sus muñecas descubriéndolo.

No te avergüences, te amo demasiado y te extrañe tanto...

Yo también te extrañe demasiado —se quedó pensando un poco—. Ruso, quiero hacerte una pregunta, ¿por qué nunca respondiste mis cartas?

Mi padre las escondió. No me explicó su razón, sólo recuerdo su sonrisa cuando me las entregó —mencionó con molestia—. Mi turno, ¿cómo es eso de que salias con Austria?

—Rusia...

—Lo digo de buena manera, solo quiero saber qué te hizo ese imbécil.

México se giró en su cama dándole la espalda, no quería que lo viera llorar. Pero no pudo contener sus sollozos.

Tenía solo catorce años cuando todo ocurrió. Había finalizado una guerra que me dejó casi en la ruina. Mi pueblo pedía ayuda a los Europeos quienes solo atinaron a entregarme a un príncipe Austriaco. Con el venía Austria —soltó un sollozo algo fuerte para continuar hablando—. Al principio se portaba amable conmigo pero poco a poco se fue haciendo controlador. Napoleón veía potencial en mi, creyó que podría convertirme en una potencia, y así también lo pensaba Austria. Me obligó a salir con el o mataría a mi gente. Mi única salida era Juarez, así que acepté salir con el mientras armaba un laborioso plan con los liberales.

México sollozó un par de veces y se limpió las lágrimas. Rusia se arrepentía, no quiso hacerlo llorar y recordar aquello.

Austria me golpeaba y me repetía que era horrible. Que estaba gordo y que no valía nada. Fue por eso que dejé de comer, o comía lo menos posible. Rusia, cuando te digo que casi me mata era porque buscaba todos los medios para hacerlo. Me envenenó, me tiró desde un segundo piso, casi me atropella, intentó ahogarme... Simplemente me duele mucho recordar aquello. Nunca nos besamos ni intentó violarme, yo le daba asco a pesar de que me dijera que me amaba —ya no pudo más y se echó a llorar.

Rusia lo abrazó por la espalda consolándolo. Besó su cuello causándole escalofríos al más bajo. Le pidió perdón en voz baja.

T-Todos se han aprovechado de mi... Menos mal que tu no lo haces, Rusky —lo abrazó fuertemente.

Más tarde bajaron a desayunar. Esa tarde, Rusia debía volver a su país, pero le prometió a México volver y visitarlo.

No importa qué tan lejos esté...

—Yo estaré aquí...

Bueno, Andymontse1 me pidió que como ella escribió el lemmon en La Mucama, recomendara su historia: Cartas de Amor a las Estrellas. Esta muy reflexiva y habla de algunos problemas de su vida diaria, así que no se si gusten darle un vistazo.

Me siento patrocinadora :v

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top