🌵 𝓢𝓪𝓵𝓲𝓭𝓪 🌵
México estaba vomitando de nuevo. Eran las cuatro de la mañana así que procuraba ser silencioso. Tal vez Rusia no despertó aquella vez, pero Chile si. Se acercó a su hermano viendo como este jalaba la palanca.
—¿Te encuentras bien, sapo culiao?
—S-Si... Recuerda, son sólo síntomas —respiró un poco recuperando el aliento.
—Weon, esto ya no es normal. Vomitas más seguido cada día y dices que te duele la cabeza y el estómago —Chile miraba preocupado al Mexicano.
—Tranquilo, son sólo seis meses, ¿no? ¿Qué podría pasar?
—Weon, te lo diré una sola vez. Tienes que cuidarte. Lo que llevas en tu vientre no es cualquier cosa, es un niño, es tu hijo y el de Rusia. Es un ser viviente y si no lo cuidas, tanto tu cómo el se verán afectados.
Las palabras del Chileno le llegaron al corazón. Agachó su cabeza y empezó a llorar. Su hermano posó su mano en su hombro en señal de apoyo.
—Lo siento, wey. Es que tengo miedo. Tengo miedo de perderlo de nuevo. ¿Qué tal si voy al hospital y me dicen que no va a durar o qué está muerto? —se limpió las lágrimas y sollozó—. Me importa más la salud de mi pequeño que la mía. Pero no quiero ir a un hospital... No quiero saber si va a morir...
—Sólo hazlo, po. Hazlo por Rusia.
México no pudo responderle de otra manera más que asintiendo. Aquella noche, ambos fueron al hospital más cercano. Fue una visita rápida. Los resultados de la prueba:
«Embarazo saludable. Feto estable.
A pesar de estar saludable, no debe descuidarse ya que en cualquier momento puede ponerse crítico. Las molestias que siente se deben a un aborto espontáneo de un embarazo anterior.
Recomendaciones:
- Recuerde mantener una dieta saludable sin ignorar los antojos.
- No haga mucho esfuerzo, pida ayuda si es posible.
- Mantener vigilado al paciente.
- No viajar en avión.
- Si siente malestares muy fuertes, avise a alguien.
El hospital de Santiago, Chile le manda una cordial felicitación».
México observó el documento. ¿Saludable pero con riesgo de volverse critico? Estaba alarmado.
—Chile...
—Tranquilo, México. Solo volvamos a casa.
México estaba devastado. Significaba que podría volver a tener otra pérdida. Al llegar a la casa de Chile, encontró a Rusia cargando con AleChi en sus brazos. Fue muy conmovedor, pero no era el momento. Subió a su habitación con lágrimas en los ojos.
—¿A dónde fueron?
Chile no dijo nada y le extendió el documento frente a el. Rusia lo leyó tres veces sin querer aceptarlo. Las lágrimas querían escaparse de sus ojos. Aun frente aquella situación, sabia que había una luz en la oscuridad.
Esperanza. Eso que muchos dicen haber perdido. Otros dicen que es lo ultimo que se pierde. Es indescriptible, está ahí acompañandote durante un trayecto para luego abandonarte para que veas los resultados. Ya depende de cada quien si son buenos o malos. Aquello que sentía Rusia era aquella esperanza.
México estaba arriba de un auto con Argentina de chofer y Brasil de copiloto. Miraba a la ventana algo nostálgico. A los hermanos les había costado bastante sacarlo de su habitación.
—¿A dónde me llevan? —realmente no le interesaba, pero el silencio se hacia incómodo.
—Oh, ya verás. Te va a encantar, pelotudo.
Siguieron manejando en silencio. México sintió unas pequeñas contracciones y agarró su vientre con cierto dolor. Respiró tratando de calmarlas pero se sentían cómo golpes en el estómago.
—México, você está se sentindo bem? (México, ¿te sientes bien?)
—Si, sólo son contracciones —estaba feliz, le emocionaba saber que su pequeño estaba vivo y se lo hiciera saber.
—Você vai dar à luz?! (¡¿Darás a luz?!)
—¡No! ¡Tranquilo, Brasil! Aún faltan seis meses.
—No asustes, che.
México puso una mano en su vientre acariciándolo con cariño. Vio que Argentina se estacionaba frente a una pizzería.
—Boludos, llegamos a nuestro destino. Bajemos.
Todos bajaron del auto y entraron al establecimiento. Se sentaron en una mesa y vieron el menú. Habían tantas cosas apetitosas para el Mexicano. Sabia que debía cuidar su dieta, pero este era uno de sus antojos y también le habían dicho que no ignorara aquello.
—Buenas tardes, caballeros, ¿puedo tomar su orden?
—Si, che. Queremos una pizza...
—... La más grande que tengan. Con todos los ingredientes y orilla de queso.
—De acuerdo. ¿Algo más?
—Eu quero sopa do macaco (Quiero sopa de macaco)
—Disculpe, esta es una pizzería —Brasil borró su sonrisa—. Bueno, si no van a ordenar algo más...
—¿Puede traernos una Coca?
—Está bien —la meseta se llevó los menús y su libreta.
No pasó mucho tiempo para que les entregaran su orden. Puede que no sea la comida favorita del Mexicano pero creo que es suficiente con decirles que de acabo media pizza. Al terminar de comer fueron a caminar un poco. Brasil puso su mano en el vientre del Mexicano.
—você vai ser um menino comelon (Serás un chico comelon)
México río un poco. Estar con sus hermanos siempre le hacia olvidar sus preocupaciones. Aquella pequeña salida le había ayudado a superar lo que se enfrentaba, y les agradecía bastante a Brasil y Argentina.
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