🌵 𝓒𝓮𝓷𝓪 🌵
Rusia iba preparado para la cena con la familia de México. Sabia que no irían todos sus hermanos, pues es una familia enorme. Pero si algo debía hacer era llevarle un obsequio a su novio o al padre de este. Un traje negro acompañado de una corbata roja. Llevaba un ramo de flores en la mano y un poco de Vodka. Al llegar a la casa de su suegro, quien le había mandado la dirección, se paró frente a la puerta y respiró profundo antes de tocar. Lo recibió cierto bicolor de amarillo y rojo afilando un cuchillo.
—B-Buenas tardes —Rusia sonrió tímido—. ¿Es esta la casa de España?
—Estáis hablando con el, niño —el Español se recargó en el marco de la puerta observándolo de pies a cabeza.
—Soy Rusia, el novio de Méx...
—¿De Nueva España? Pasad, no tarda en llegar.
El de Ushanka entró a la casa. Era espaciosa y algo antigua. Claro, considerando que ahí se quedaban a dormir más de diez países. Se sentó en un sofá y observó a sus alrededores. Las paredes color tinto y cuadros artísticos por doquier. Se escuchaba el sonido de alguien cocinando. Chile salió de la cocina comiendo papas y galletas saladas. Algo muy inusual. Al ver al Ruso, lo saludó y se acercó a el.
—Po, ¿qué tal? —Chile había ganado algo de peso.
—Bien, ¿y tú?
—Sinceramente me encuentro mal. ¿Qué queri' que te diga? Se me antojan estas weas y he ganado peso.
—Ya veo.
Chile se sentó a su lado acompañándolo. Comió sus galletas y papas en silencio. Rusia notó que el Chileno se puso pálido, al parecer mareado. Al poco rato se dio cuenta de que México no era el único que podía embarazarse en aquella familia.
—¡Ya llegó su lodo, puercas!
—¡Conchetumare! ¡Cierra el hocico!
—¿Qué pedo, Chile?
—Nueva España...
—¡Qué soy Méxi...!
—Me alegra que llegaras. La comida está lista, ¿vos queréis ir?
—Yo si voy, weon.
Chile acompañó a su padre. Rusia se acercó a México y lo abrazó. Este le sonrió y recibió el ramo de su novio. Acercaron sus rostros buscando sus labios...
—¡Se me separan 10 centímetros!
Ambos hicieron caso a la petición de el Gallego. Fueron a sentarse en la mesa. Perú había cocinado carne y verduras.
—Wey, dime que no es una paloma —recibió un sape de parte de su hermano.
En esa cena los acompañaban Perú, Chile, Belice y Guatemala. Todos cenaban en silencio, Rusia se sentía algo intimidado por la mirada de España. Este empezó a partir la carne con un cuchillo afilado.
—Y dime, ¿cuáles son vuestras intenciones con mi Nueva España? ¿Por qué queréis salir con el? —metió un trozo de carne en su boca.
—Las mejores. Quiero algo serio y no estoy jugando con el. Creo en un futuro con México y quisiera que usted acepte que yo salga con el.
—Espero que no seas como Austria...
—Jefe, ya basta.
Se volvieron a sumir en un silencio incómodo. Esta vez fue Belice quien habló.
—Are you two having children? (¿Ustedes dos tendrán niños?)
Tanto España se atragantó con la comida. México solo se ruborizó incómodo. Rusia soltó risas nerviosas. Belice no volvió a hablar en toda la cena. La situación se volvió más tensa e incomoda. No era la clase de cena que ninguno esperaba.
—Decidme, Rusia, ¿fumas o tomas?
—Yo... Traje Vodka, ¿quieren?
Los hermanos se pasaron la botella sirviéndose un poco. España siguió mirando al Ruso.
—¿Te gusta cazar, chaval? Podemos quedar algún día y no lo sé... Tal vez os enseñe mi colección de armas —sonrió malicioso.
—Gracias, así estoy bien —le devolvió la sonrisa algo asustado.
—¿Tenéis planes para tu futuro? ¿O sólo queréis casaros con Nueva España?
—Si tengo planes, además de casarme con el, quiero encargarme de mi país y ayudar a mis hermanos.
México sabia que su padre estaba poniendo a prueba a su novio. Sabia que debía interferir o algo, pero España atacaba con una nueva pregunta. Notó a sus hermanos, comían en silencio y no se atrevían siquiera a respirar o meterse en el interrogatorio.
—¿Vos te crees capaz de proteger a mi hijo?
—Por supuesto, señor.
—Jefe...
—Dime.
—Ya basta, es una cena, no un interrogatorio.
—Nueva España, mi intención es saber con quien os estáis liando. No conozco a este tío y quiero saber si no os haréis daño.
—Jefe, ¿me ve moretones en la cara? ¿Ve que haya vuelto a perder peso tremendamente como solía hacer antes? —ahora era el Mexicano quien lo cuestionaba—. Estoy bien, jefe. Ha sido el quien me ha ayudado con mis problemas.
España miró a su yerno detenidamente. Rusia sostuvo la mirada intentando no parecer nervioso y asustado. El Gallego miró a su hijo y asintió con la cabeza aprobando su relación.
—Solo prometeme algo. Y quiero vuestro juramento más puro —Rusia levantó su mano en señal de aceptar—. Juradme que cuidarás de Nueva España y no os aprovechareis de el. Juradme que lo amarás y respetaras siempre.
—Lo juro.
España sonrió con amabilidad. La primera vez que lo hacia sinceramente en toda la cena. El ambiente se descenso y finalmente todos pudieron comer en paz.
—Chile, no mames, regresame mi plato de comida.
—Po, ya me lo comí.
—Chingado...
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