Capítulo 2

— Tranquilo, puedes llevarte el dinero. — La voz del castaño se escuchó serena a pesar de tener un arma en la cabeza, sintiendo cómo sus manos eran esposadas en su espalda, dejándolo inmovilizado.

— No quiero tu dinero, ahora entra allí. — Ordenó Jimin con la adrenalina recorriendo su cuerpo; el corazón le bombeaba tan rápido que el pelinegro sentía que se le podía salir del pecho.

El castaño, con rigidez, obedeció.

— No tienes que hacer esto, eres muy joven... — Le dijo con cautela, mirando el rostro del chico que lo apuntaba con el arma.

Jimin lo ignoró y, con manos temblorosas, rompió un poco de cinta adhesiva.

— Si haces algo tonto, te vuelo los sesos. — Usó esa frase para parecer rudo.

El hombre se veía temeroso, sus ojos estaban algo en shock, la hermosa piel de sus mejillas estaba pálida; no era para menos, un loco desconocido le amenazaba con volarle la cabeza.

— No sé por qué estás haciendo esto, pero puedo darte...

— ¡Cállate! — Ordenó Jimin, le puso cinta en la boca y el arma en la frente.

El pelinegro vio cómo la nuez de Adán subió y bajó en el cuello del castaño, la mirada del hombre estaba llena de desconcierto y algo de miedo. Jimin arrugó el ceño; con amenazas logró hacer que el sexy desconocido cupiera en el reducido espacio. Los pies estaban sueltos, así que se quitó el fajón de tela de su abrigo y se los ató. Cerró el maletero con llave, subió al auto y comenzó a andar.

¡No fue tan difícil! Pensó, aun con la respiración acelerada.

¡Había secuestrado a un hombre!

Tenía a un desconocido atado en el maletero de su auto, y lo llevaría a casa de sus padres. ¡Mierda! Tenía que encontrar la forma de convencerlo de ayudarle con el plan; lo mantendría amenazado. Si el castaño tenía un poco de sentido común, haría cualquier cosa para sobrevivir.

Jimin tomó la autopista rumbo a Busan, conduciendo lo más rápido que su auto le permitía, pero sin rebasar los límites de velocidad. Lo que menos quería era tener a policías detrás de él.

Estaba cometiendo un delito, ¿verdad? ¿Cuántos años le darían si su plan fallaba? Se preguntó después de horas, cuando pasaba por Daegu.

¡Por el diablo y todos sus jodidos demonios! ¿En qué se había metido?

No tenía a nadie a quien llamar, solo contaba con Baek, y el chico se había ido de viaje con su novio. Se mordió el labio inferior hasta casi reventárselo. Si sus padres se enteraban de que él había secuestrado a ese chico, ellos mismos lo entregarían a la policía. Sintió ganas de llorar en ese momento.

¿Por qué diablos nunca se le ocurría nada bueno?

Jimin suspiró y apretó el volante. Bien, ya estaba hecho. No podía abrir el maletero y decirle al castaño:

— Oye, no era mi intención secuestrarte. Bueno, sí, pero no te haría daño. Solo quería que te hicieras pasar por mi novio ante mi familia y luego te dejaría ir... ¡Ah, y mira, el arma con la que te amenacé ni siquiera funciona!

Patético, ya no se podría echar para atrás. Debía llevar sus planes hasta el final. El problema era que había decidido todo en un instante de desesperación, y no tenía un maldito plan concreto.

A las afueras de Daegu había una gasolinera. Su auto necesitaba combustible; afortunadamente, parecía estar solitaria. Ordenó que llenaran su tanque y se bajó. Aún faltaban unas horas de viaje y tenía hambre. Con hambre no podía pensar bien.

Además, debía comprar algo de comer para su "novio". Se rió por pensar de esa manera y pasó a ver qué tenían en la pequeña tienda. Al menos el castaño no estaba haciendo ningún ruido. ¡Mierda! ¿Y si se había quedado sin aire y se asfixió? Ahora no solo sería un secuestrador, sino también ¡un asesino! La sangre se le heló con ese pensamiento.

Tomó unas frituras, panes y un par de Coca-Colas. Eso serviría. Tenía que alejarse lo más pronto posible de la civilización para poder cerciorarse de que el castaño seguía vivo. Pagó todo rápido y, al darse la vuelta...

¡Oh, santa mierda!

El pelinegro pensó que podía hacerse en sus pantalones. Junto a su auto estaba una patrulla, y un policía estaba justo al frente de Jimin. Tragó grueso. ¿Correr o morir? Si corría, daría más sospechas. Caminó despacio hacia el vehículo.

— ¡Ey, chico! ¿El auto es tuyo? — Preguntó.

— S-sí — Respondió, intentaba no sonar tan nervioso como estaba, pero falló desastrosamente.

— Mi padre tenía uno como este. Me lo regaló en secundaria. Era un gran auto. Al tuyo solo le falta un poco de mano de obra y pintura, y quedaría perfecto. ¿No estás interesado en venderlo?

— P-por el momento no, lo restauraré en cuanto pueda.

El oficial miró todas las bolsas que Jimin traía en las manos.

— ¿Vas a viajar muy lejos? Te ayudo con eso...

— ¡No! — Jimin se abofeteó mentalmente por contestar de manera tan brusca. — Me dirijo a Busan, debo irme.

El policía lo escaneó.

— ¿Viajas solo? Llevas mucha comida allí.

Piensa, Jimin, piensa...

— Me da mucha hambre cuando conduzco. ¡Tenga un buen día! — Dijo de manera atropellada y caminó hacia su auto.

— ¡Espera! — El oficial caminó tras él.

Jimin suspiró, le temblaban las piernas. — ¿Sí?

— Si te interesa vender tu auto o necesitas algo... — El chico le entregó un papel. — Llámame — Dijo guiñándole un ojo.

Jimin le dio una medio sonrisa, subió al auto y se puso en marcha. ¿Ese oficial estaba coqueteándole o qué mierda? Miró el papel. Efectivamente, había un número de teléfono: Oficial Choi Young Jae. Jimin tiró el número por la ventana. Lo que menos quería en ese momento era tener a un policía cerca.

Condujo todo el camino a Busan hasta entrar en los terrenos de su familia y tomó un desvío hacia una zona boscosa. Estacionó el auto y suspiró. Puso su frente contra el volante. Era hora de hablar con el tipo.

Se bajó con el arma en la mano y abrió el maletero. El castaño apretó los ojos para acostumbrarse a la luz repentina. Le dolía todo el cuerpo al estar en esa incómoda posición tantas horas.

Jungkook miró a todos lados, parecían estar en algún lugar con árboles. Sus ojos fueron de nuevo a los del chico de cabello negro que le apuntaba con el arma.

— Escúchame, si quieres vivir, ¿entendiste? — Preguntó Jimin. El castaño asintió. — Ahora te quitaré esto y, si gritas, sabes lo que pasará, ¿cierto? — Volvió a asentir.

Jimin le quitó la cinta de la boca.

— Bien, te explicaré cómo están las cosas. Yo estoy en serios problemas...

— Puedo pagarte si son de dinero.

Jimin arrugó la nariz.

— No te dije que podías hablar. — Gruñó, metiéndose en el papel de secuestrador. — Yo le mentí a mis padres diciéndoles que tenía pareja, y no la tengo. Ahora ellos esperan que lleve a mi novio a casa, así que tú te harás pasar por mi novio. Serás bueno, amable y fingirás amarme por el resto de la semana — Le contó Jimin su plan.

Bien, eso en su cabeza había sonado mejor, pero ahora que lo decía en voz alta, sonaba como lo que era: un completo disparate.

El castaño lo miró como si fuera un extraterrestre.

— ¿Estás loco? ¡Me has secuestrado para que me haga pasar por tu novio! — Exclamó, aun sin poder creer lo que le estaba pasando. Había temido por su vida durante horas metido en ese maletero, y resultaba que estaba siendo secuestrado por un chico porque este no tenía pareja. ¿Era esto una broma? — Mira, no sé quién eres y no haré nada de eso, pero si me dejas ir, te prometo que no le diré a la policía.

— Solo tienes que fingir ser mi novio. Ya te dije que lo tienes que hacer. Ahora te sacaré de allí y te sentarás conmigo adelante. Estamos cerca. Debemos ponernos de acuerdo en los detalles. Mis hermanos son muy quisquillosos y te harán preguntas.

— Ya te dije que no lo haré. Tú estás loco, desquiciado o no sé qué te pasa. Esto es una locura y no me prestaré para esta desfachatez — Dijo el castaño renuente. — Conozco a una gran psicóloga, es amiga mía, te atenderá incluso sin cobrarte.

Jimin tuvo ganas de hacer una pataleta en ese instante. ¡Él no estaba loco! Aunque actuando de esa manera, sí lo parecía un poquito.

Pero, ¿por qué este sexy hombre no quería comprenderlo? Arrugó el ceño e hizo un puchero inconscientemente.

— No dije que tuvieras opción. Estamos muy lejos de la ciudad, nadie podrá ayudarte. Así que, o haces lo que digo, o te mueres. — Jimin se encogió de hombros.

El castaño escudriñó al chico de pies a cabeza.

— No te creo capaz de matar a alguien.

— No debes subestimar a las personas. — Jimin lo miró mal. Era cierto, no era un asesino.

Jimin era solo un chico patético, que ni siquiera era capaz de conseguir un novio, y tuvo la loca idea de secuestrarse uno.

— No te ves como un asesino — Refutó Jungkook.

— No tengo que verme como uno para serlo, y ya cállate. Saca tu trasero de allí y haz lo que te diga — Ordenó.

Jungkook miro a sus pies atados, y le hizo señas con la cabeza para que lo soltara si seguía el juego del lindo chico cuando llegaran a casa de sus padres, les diría la verdad además de recomendarles un buen manicomio para internarlo.

Jungkook estaba seguro de que ese chico estaba loco.

Hola mis amores ya saben que a mi descabellada mente solo se le ocurren pendejadas, espero que les haya gustado este capítulo y no olviden que los amo.









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