Capítulo 15

—Logré sacar de las galletas de chocolate que tu mamá preparó para que las comas en el camino —dijo Hyun Sik con una sonrisa, tendiéndole una caja con galletas a Jimin.

Jimin sonrió ampliamente y las tomó de inmediato.

—¡Gracias, Hyun Sik! —dijo alegremente. Las galletas de chocolate eran su perdición y amaba que Hyun Sik siempre lo consentía con ellas, ya fueran las de su madre o cualquier otra. Su cuñado, desde siempre, había sido quien le regalaba ese tipo de golosinas.

—No tienes que agradecer, Jiminnie, lo hago con gusto —respondió Hyun Sik, desordenándole el cabello a Jimin como si fuera un niño pequeño—. Que tengan un buen viaje.

Jimin se despidió con la mano de su cuñado antes de entrar al auto.

—No dudes en contactarme si necesitas algo, no importa lo que sea —le dijo Jungkook antes de tenderle la mano para un apretón.

—Te lo agradezco y cuida bien de Jimin —dijo amablemente, estrechando su mano.

Jungkook asintió y entró al auto, sentándose en el asiento del piloto. Había insistido en conducir él. Jimin, al principio, se había negado rotundamente a dejarlo conducir, pero Jungkook le había dicho que se lo debía, ya que el pelinegro lo había traído en el incómodo maletero, y solo de esa forma logró convencerlo.

No se despidieron de ningún otro miembro de la familia, ya que en la cena del día anterior les habían informado que él y Jungkook volverían a Seúl. Su padre se había opuesto de inmediato, pero Jungkook tuvo la excusa perfecta: había dejado asuntos en el hospital que necesitaban su presencia.

Jimin realmente no entendía para qué su padre los quería allí. Lo más probable era que para hacerlo pasar más malos ratos, y Jimin ya no estaba dispuesto a eso. Si su familia no cambiaba de actitud, por más que le doliera en el alma, no volvería a ninguna de las vacaciones familiares.

Así se quedara solo en el mundo, prefería eso a seguir siendo humillado y menospreciado.

Condujeron un momento en silencio hasta que Jimin no aguantó la tentación y abrió la caja de galletas que Hyun Sik le había regalado. Se llevó una a la boca.

—Mmm, están deliciosas —gimió para sí mismo.

Jungkook, que lo miraba de reojo, tragó grueso y llevó una de sus manos a la caja de galletas. Debía distraerse con algo. Estaba empezando a amar la forma en que Jimin gemía cada vez que probaba cosas deliciosas y lo imaginaba haciendo esos mismos sonidos y... ¡Diablos, estaba conduciendo! No era momento de pensar en eso.

—¡Oye, no robes mis galletas! Manos en el volante y vista al frente —se quejó Jimin cuando Jungkook tomó una galleta.

—Es que me di cuenta de que no tenías la intención de darme —dijo Jungkook, encogiéndose de hombros.

—No sabía que tú querías, señor comida saludable —se excusó Jimin, riendo.

Tomó una galleta y la llevó a la boca de Jungkook. Este la comió toda, de tal forma que hasta los deditos de Jimin mordió un poco.

—¡Ay! Sé que yo soy delicioso, pero no puedes comerme —dijo, retirando sus dedos y, por reflejo, llevándoselos a la boca.

—Lo siento —dijo Jungkook, riendo.

—Nada de lo siento, me duele mi dedito —se quejó Jimin.

—Eres un llorón, no te mordí duro —dijo Jungkook y, tomando la manita de Jimin, la acercó a sus labios y le dejó un besito.

Jimin se sonrojó por completo. Nunca creyó que Jungkook haría eso. ¡¿Por qué diablos Jungkook se la ponía tan difícil?! Estaban camino a Seúl, a sus vidas de vuelta. No era justo que el médico se portara así, porque para su tonto corazón esos pequeños actos significaban demasiado, y no debía tener falsas esperanzas.

Jungkook le gustaba un poco demasiado, y ese ya era un pequeño gran problema. No quería pensar en la idea de que estas horas de viaje en auto serían las últimas que pasaría con Jungkook, y desde allí ya no lo volvería a ver jamás.

¿Qué probabilidad tenía de encontrarse con Jungkook de nuevo en una ciudad tan grande como Seúl? Una en un millón, ¿quizás?

Sintió su corazón doler ante esa realidad y tomó su libro en sus manos. Tal vez leer un poco lo distraería. Pronto estuvieron en la carretera principal a Busan, donde le pondrían combustible al auto para seguir hasta Seúl.

Jimin intentó, de verdad intentó con todas sus fuerzas concentrarse en la lectura de su libro, pero llevaba más de media hora sin pasar de página. Miraba a Jungkook de reojo, intentando grabar en su mente las atractivas facciones del doctor. El tiempo pasó tan rápido que ni siquiera notó cuando llegaron a la ciudad.

—Voy a llenar el tanque, ¿quieres que te compre algo? —preguntó Jungkook al estacionarse.

—No, aún tengo galletas —respondió Jimin, de repente se le había quitado hasta las ganas de comer.

Jungkook bajó del auto, pagó el combustible y entró a una pequeña tienda para ver si conseguía un teléfono. Necesitaba llamar a alguien y reportarse como vivo. Tal vez, por la forma en la que estuvo por los problemas de salón de HyeBin y después de su muerte, sus padres estuvieran preocupados por su desaparición.

Aunque no estaba seguro de querer hablar directamente con sus padres, ellos lo llenarían de preguntas que no sabría cómo contestar en ese instante, así que optó por una mejor opción en ese momento.

Su mejor amigo.

Tres timbrazos después escuchó la voz de Yoongi.

—Hola, Yoongi...

—¡¿JUNGKOOK!? ¿Eres tú? —escuchó su nombre en un grito de su mejor amigo y se apartó el teléfono del oído.

—Sí, Yoongi, soy yo, casi me dejas sordo —se quejó.

—¡Eres un maldito imbécil! Dejarte sordo es lo menos que te mereces por mantenerme tan preocupado. ¿Dónde diablos estás? Te he estado buscando por todo Seúl, no llegas a tu casa, no contestas mis malditas llamadas, hoy iba a ir a reportarte como persona desaparecida! —Escuchando la voz un poco quebrada de su mejor amigo, Jungkook se sintió mal.

Pero claramente no había estado en sus planes ser secuestrado por un lindo chico para hacerse pasar por su novio en frente de su tóxica familia.

—Yoongi, lo siento de verdad, no quería que te preocuparas —dijo sonando de verdad arrepentido.

—Un lo siento no quitará lo mal que me he sentido en estos días, sin saber de ti, eres un idiota, Jungkook —dijo Yoongi con voz temblorosa—. ¿Dónde estás metido?

—Estoy en Busan, ahora mismo saldré para Seúl —dijo, carraspeándose la garganta.

—¿En Busan? ¿Qué diablos haces tú allí?

Jungkook se pasó las manos por la cabeza.

—Estoy con alguien —fue lo único que logró decir.

—¿Estás con alguien? ¡Eres un completo bastardo! Te largas de vacaciones con alguien y yo aquí sintiéndome como el peor mejor amigo del universo por no haberte podido apoyar en un momento difícil. Realmente eres increíble, ¿Puedo saber quién es ese alguien? —Jungkook sonrió, este era Yoongi.

—No lo conoces.

—¡Ah, no me digas! Es obvio que no lo conozco, idiota. He estado buscándote con todos los conocidos que tenemos en la ciudad para ver si sabían de ti.

—Ya te dije que lo siento, Yoongi... mira, cuando llegue a Seúl hablamos. Te prometo que te lo voy a presentar. Todo sucedió demasiado rápido. Él me está esperando en el auto, por favor llama a mamá, dile que hablaste conmigo, que estoy bien.

—Está bien, yo le hablo. La próxima vez que me hagas esto te voy a cortar las pelotas, Jungkook —lo amenazó.

Jungkook soltó una carcajada.

—Conociéndote, sé que lo harías. Saluda a TaeHyung de mi parte.

—Menos mal lo tienes claro. TaeTae también estaba muy preocupado por ti. Adiós, lo llamaré para decirle que estás vivo —dijo al colgar.

Jungkook dejó el teléfono en su lugar y le pagó al empleado de la gasolinera por dejar que lo usara. Sabía que esa conversación con Yoongi no había terminado allí, esa no era ni la cuarta parte del sermón que le daría su amigo.

—Perdón por tardar, tuve que hacer una llamada —dijo Jungkook una vez que estuvo de regreso en el auto.

—Está bien —fue lo único que dijo Jimin—. Te dejé más galletas, ¿quieres?

—Sí, estas me mantendrán con energía hasta llegar a Daegu —dijo Jungkook, comiéndose un par.

—Más te vale estar despierto y con los ojos bien abiertos, estoy muy joven para morir —dijo Jimin en broma.

—Soy un gran conductor —dijo Jungkook, arrogante.

—Eres un gran presumido —se burló Jimin.

Jungkook rió negando con la cabeza. Unos kilómetros después de haber salido de Busan, Jimin llevó su dedito índice a la radio para encenderla y poner algo de música.

Jungkook le palmeó la mano, alejándola de inmediato.

—Conductor elige la música, esa es una ley en los viajes en auto —dijo divertido, encendiéndola él.

Jimin bufó. Empezó a sonar una canción de su grupo favorito, pero Jungkook la cambió.

—¡Oye, deja esa! Es CN-Blue —se quejó para ponerla de nuevo.

—Pero el conductor elige la música.

—No me importa, este es mi auto y mi radio —refutó Jimin.

—Pero no me gusta esa canción —se quejó Jungkook.

—A mí sí, ese es mi grupo favorito.

—¿En serio?

—Sí, su vocalista es sexy —dijo Jimin sonriendo—. Amo verlo tocar la guitarra, que un hombre toque un instrumento se me hace muy atractivo para mí.

—Yo toco el piano y también sé algo de guitarra —dijo Jungkook sonriendo.

—¿De verdad? —preguntó Jimin con mucho interés.

—Sí, soy bueno en muchas cosas —contestó Jungkook.

—Definitivamente eres un presumido —dijo Jimin, riendo.

El ambiente estaba siendo más relajado entre ellos, tarareando las canciones que salían en la radio y hablando de cualquier tontería que se les ocurriera, mientras se terminaban las galletas.

Hasta que unas horas después llegaron a Daegu. Estaban bien de combustible, pero Jimin necesitaba ir al baño, así que pararon de nuevo en una gasolinera, la misma en la que Jimin había comprado las frituras cuando iba a casa de sus padres.

Cuando terminó, fue directo a la parte de la tienda. Necesitaba comprar muchas de esas frituras para llevar, para tener con qué atiborrarse cuando llegara a su departamento y estuviera deprimido por despedirse del guapo médico.

Tenía los brazos llenos de todo tipo de frituras cuando se tropezó con alguien que pensó que nunca vería de nuevo.

—Veo que te gusta llevar muchas frituras cuando viajas. Iba pasando por aquí y vi tu auto afuera —sí, era el mismo policía con el que había hablado.

—Sí, ¿cómo está, oficial? —fue lo único que se le ocurrió.

—Bien, aunque definitivamente me quedé esperando tu llamada —dijo arqueando una ceja.

Jimin hizo una mueca. En ese momento lo que menos deseaba era un policía cerca, y había tirado su número por la ventana del auto.

—Ups, es que no estoy interesado en vender mi auto y perdí su número, lo siento.

—Está bien, si quieres, tú me das el tuyo, así yo podría llamarte...

—Cariño, ya me preguntaba yo por qué tardabas tanto —la voz de Jungkook se escuchó detrás de Jimin, interrumpiendo al oficial—. Como tu novio amo consentirte, pero como tu cardiólogo no puedo dejar que comas tantas frituras, bebé, no es bueno para tu salud —dijo, rodeando la cintura de Jimin con uno de sus brazos.

Jimin se sonrojó.

—Eres un exagerado, cielo, solo son unas pocas —dijo entre dientes, viendo el rostro lleno de incomodidad del oficial.

Choi se carraspeó la garganta.

—Que tenga buen viaje —dijo, dándose la vuelta.

Jungkook sonrió. —Bien, ¿qué tal si escoges las frituras que más te gustan y las compramos? Porque definitivamente no voy a dejar que lleves todo eso.—

Jimin hizo un puchero. —Está bien, pero entonces también llevaré unas Coca-Colas—, dijo, escogiendo sus frituras.

El pelinegro intentaba manejar todas las sensaciones que estaban en su interior. Jungkook se había comportado como su novio sin la presencia de su familia. No quería darse falsas esperanzas, pero no podía evitarlo.

¿Pero cómo no hacerlo?

Para el momento en que llegaron al auto, Jimin prefirió no hablar sobre el hecho de que Jungkook se había portado como su novio frente al oficial. No quería que el resto del viaje fuera incómodo y se limitó a hablar de cosas tontas, como sobre su actor de dorama favorito y pequeñas cosas simples.

Todo estuvo bien hasta que llegaron a Seúl. Jimin tomó un suspiro. —Creo que deberías dejar que yo conduzca desde aquí. Lo menos que puedo hacer por ti es llevarte a tu casa—, dijo, carraspeando su garganta.

Jungkook se mordió el labio inferior. —Yo creo que no. Dame tu dirección y te llevaré a tu casa. Luego yo tomaré un taxi a la mía.—

Jimin tragó grueso, sintiendo su pecho apretado. La desilusión lo invadió por completo, casi haciéndolo marearse y sus ojos ponerse acuosos.

Tonto, tonto, eres un completo tonto, Jimin. Es obvio que Jungkook no va a querer que sepas dónde vive. ¡Lo secuestraste, por el amor de Dios! Él no va a querer volver a verte jamás después de esto.

Suspiró mirando por la ventanilla. En ese momento, solo quería llegar a su pequeño departamento, meterse a su cama, comer mucho helado y todas sus frituras. Y ahora, por culpa de Jungkook, no tendría muchas.

Cuando el nudo en su garganta se aflojó, le dio su dirección al doctor. Conduciendo por las calles de Seúl, llegaron. Su edificio no estaba en la zona más exclusiva y estaba algo destartalado y descolorido. El portero era un anciano que dormía la mayoría del tiempo.

Jungkook se estacionó al frente y apagó el auto. Jimin iba a bajar, pero tomó aire. Tenía que hacer que Jungkook le dijera por qué se había portado de esa manera en la tienda de la gasolinera. Ese era su último gramo de esperanza, así que se armó de valor.

—¿Por qué hiciste eso en la gasolinera, Jungkook?— Fue lo único que pudo preguntar.

—Porque quiero cuidar tu salud, Jimin. No quiero que pienses que me preocupa que subas un poco de peso, porque estoy seguro de que te seguirías viendo hermoso, pero los malos hábitos alimenticios pueden cobrar la vida. No te imaginas cuántas personas pierden la vida por la mala alimentación.—

Jimin negó con la cabeza. —No te hagas el tonto, sabes que no es eso. ¿Por qué te hiciste pasar por mi novio frente al policía?—

Jungkook sonrió de manera ladina. —Oh, ¿eso? ¿Por qué crees que lo hice?— preguntó, arqueando una ceja.

—No lo sé, por eso te estoy preguntando. No tengo idea de por qué lo hiciste—. Jimin se pasó las manos por el rostro.

Jungkook tomó el rostro de Jimin, haciéndolo mirarlo, y levantó su mentón. —Jimin, ¿en serio no lo sabes?—

—No, no lo sé. No entiendo nada. Dices que podemos ser amigos, pero entonces te portaste como mi novio frente a ese policía. Deja de confundirme, por favor. Yo... yo... creo que es mejor que te vayas.—

—Jimin, dime una cosa. ¿Qué creías que pasaría una vez que llegáramos a Seúl?— preguntó.

—Que ambos regresaríamos a nuestras vidas. ¿No es obvio? No creo que quieras seguir en contacto con la persona que te secuestró.—

—Pues te equivocas. No te vas a deshacer de mí, Jimin. Me secuestraste y me hiciste pasar por tu novio con tu familia. Tienes que hacerte responsable, porque ya me acostumbré a ser tu novio y ahora no quiero dejar de serlo.—

Jimin abrió los ojos, tratando de asimilar la información. —¿Qué?—

—Lo que escuchaste, Jimin. Sé que pasó solo una semana desde que nos conocimos, me secuestraste con un arma que no sirve, tienes una familia horrible, eres torpe bajo presión, eres malo actuando, le temes a las mariposas, lavas platos en un restaurante... y eso no me importa. Quiero seguir conociéndote porque sé que debajo de todos estos defectos que crees tener, hay un hombre maravilloso, apasionado, talentoso, divertido, tierno y precioso con el que me gustaría salir.— Jungkook acercó su rostro al de Jimin, dejando solo unos centímetros entre ellos. —¿Tú quieres salir conmigo, Jimin?—

Jimin sonrió, aún sin poder creer lo que estaba escuchando, con el corazón acelerado como si hubiera corrido un maratón. —¿Salir con un médico presumido y amante de la vida saludable?— Jimin fingió pensarlo.

—Deja de pensarlo, te mueres por decir que sí— dijo Jungkook sonriendo.

—Ves, todo un presumido—, dijo Jimin antes de unir sus labios a los de Jungkook, sintiendo un cosquilleo en su cuerpo.

Hola bebés lindo hermosos, pechochos, espero que este cap les haya gustado

















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