Capítulo 11

— Jimin, soy tu padre y quiero lo mejor para ti, ¿lo sabes, verdad? — Inició la conversación Sung-rok una vez dentro de su despacho.

— Claro, papá. Jimin no estaba muy seguro de querer escuchar el resto de lo que su padre quería decir.

— Bien, entonces quiero que empieces a portarte como un buen hijo y me escuches. Te he dado mucho tiempo para que te des cuenta de que la vida que llevas no es para ti. Eres un Park, tu deber es portarte como uno. Eres inteligente, Jimin, pero tu rebeldía te ha echado a perder. Así que te daré un puesto en la compañía y poco a poco irás aprendiendo el manejo del negocio. Esta es tu última oportunidad. — Sentenció.

Jimin abrió los ojos con asombro, mirando a su padre. — ¿Qué?

— Lo que escuchaste, Jimin. Estoy harto de sentirme avergonzado de tener a uno de mis hijos haciendo pasteles y postres, cuando perfectamente podrías estar liderando algún proyecto en la empresa. Eres mi hijo menor, desde que eras un niño fuiste voluntarioso y decidido, nunca te rindes y tienes más carácter que DaHyun y Jae Hyun juntos. Pensé que tú me reemplazarías y tomarías las riendas de la familia, hasta que se te metió en la cabeza que querías bailar. Tienes 24 años, Jimin. Es hora de que despiertes. No vas a lograr nada en la vida si sigues con eso, solo decepcionarme más. — Dijo seriamente.

A Jimin se le pusieron los ojos acuosos y tragó grueso, estaba sorprendido por escuchar a su padre hablarle así. No tenía ni idea de que Sung-rok pensara que él podría tomar las riendas de la compañía.

— Aunque te agradezco que pienses que yo podría llevar esa responsabilidad, no puedo aceptarlo. Tú quieres que yo renuncie a mis sueños, y lo dijiste bien, no renuncio, soy un bailarín, está en mí y quiero seguir luchando por esto, no me importa si lo logro o no, al menos voy a tener la satisfacción de que no me di por vencido. Siento mucho decepcionarte más, pero mi decisión sigue siendo la misma de hace 6 años. — Respondió lo más firme que podía.

— ¡No puedo creer que seas tan estúpido, Jimin! Mira cómo vistes, el auto que conduces, y ni siquiera quiero pensar en el cuchitril donde vives. ¿Quieres seguir viviendo en la miseria el resto de tu vida? ¿Cómo un pastelero de quinta? ¿Qué has logrado con tu obstinación? Deja de llevarme la contraria, muchacho. — Sung-rok golpeó su escritorio enojado, haciendo exaltar a Jimin.

— No es por llevarte la contraria, papá, es mi vida y yo decido qué hacer con ella. — Dijo Jimin con los puños apretados. — Y ya no trabajo en esa pastelería, ahora lavo platos en un restaurante y doy clases de baile a algunas personas dos veces a la semana.

Las facciones de Sung-rok se llenaron de indignación. — ¿Eres un lava platos? Perteneces a una de las familias más poderosas del país y tú lavas platos en un maldito restaurante. ¿Tan bajo has caído?

— ¡No he caído bajo! — Respondió Jimin en un tono airado. — Me gano la vida por mí mismo, porque mi familia me dio la espalda por tener metas diferentes. Tengo un trabajo honesto y eso es más de lo que tú puedes decir. — Afirmó por primera vez mirando los ojos de su padre directamente. Estaba harto de ser tratado de manera tan despreciable. Jungkook tenía razón, él no tenía por qué estar soportando esto.

— ¿Qué es lo que quieres decir con eso? — Preguntó en un gruñido Sung-rok.

— Tú lo sabes, muchos de los negocios de la compañía Park no son tan honestos y prefiero seguir lavando platos a ensuciarme las manos de esa manera. — Dijo Jimin sin bajar la mirada.

— No sabes lo que dices, muchacho estúpido. Sigue siendo un fracasado si eso es lo que quieres, de mi parte no verás ni un won. — Amenazó.

— No he necesitado ni un won de ti, desde que tenía 17 años. Créeme que no voy a necesitarlo ahora. — Dijo Jimin con la voz temblorosa y un nudo en la garganta.

— Bien, sigue siendo un mediocre el resto de tu vida, porque tampoco creo que tu relación con ese doctor funcione. Un hombre como él nunca va a tomar en serio a alguien como tú. Lo tendrás atrapado ahora con tu atractivo físico, pero después te desechará como un juguete, porque ni para conseguirte un buen marido sirves. — Le aseguró a su hijo.

Jimin sintió cómo su corazón se encogía y sus ojos se llenaban de lágrimas, claro, su padre tenía tan pésimo concepto de él.
—Yo no necesito un marido para estar bien. Jungkook es mi novio y nuestra relación durará lo que tenga que durar. Solo sé que es mi vida y voy a estar orgulloso de ser yo mismo, y no un títere más de la familia Park. Créeme que si pudiera quitarme tu apellido ahora mismo lo haría —dijo Jimin antes de darse la vuelta y salir del despacho de su padre.

Tenía el corazón roto, hecho pedacitos. Sus dos rupturas con sus anteriores novios no se comparaban en nada con lo que estaba sintiendo ahora mismo. Sus esperanzas de algún día tener la aprobación de su padre se habían ido a la basura. Su familia nunca lo aceptaría como era, y por más que quería que no le doliera, lo hacía. Le dolían demasiado las palabras de su progenitor, como si estuvieran abriéndole un hueco en el pecho, dejándole una herida mortal.

Su hermana estaba en la sala cuando salió de casa. Escuchó que lo llamaba, pero la ignoró por completo. Lo que menos deseaba en ese instante era pelear con DaHyun. Se sentía tan dolorido como si le hubieran arrancado el alma.

Las gruesas y frías gotas de lluvia lo golpearon sin piedad. Ni siquiera se había dado cuenta de que estaba lloviendo, hasta que estuvo totalmente empapado. El gélido viento lo envolvía. No sabía a dónde ir en ese momento, se sentía tan ajeno a este mundo. El agua golpeaba su rostro con fiereza, cegándolo, mezclándose con sus lágrimas y haciéndole estremecer.

Se sentía defectuoso. Había luchado con todas sus fuerzas para encajar, pero ya se daba por vencido. No lo lograría ahora, ni nunca, y tampoco renunciaría a ser él, ni a sus sueños. Ya no iba a dejar que lo que su familia dijera lo definiera. Iba a dejar de importarle su aprobación.

¡Hasta había secuestrado a una persona para obtenerla! Y eso había sido llegar demasiado lejos.

Caminó por el jardín como si fuera altibajos y cayó de rodillas, sollozando sin importarle nada más, sintiendo los espasmos del llanto estremecer su cuerpo. En ese momento quería simplemente estar solo, dejar de sentir.

                                  ♡

Jungkook se despertó de repente y vio la hora. ¿Cómo diablos había dormido tanto? Se levantó bostezando. El sueño había sido reparador, hacía mucho no se sentía así de relajado, a pesar de estar "secuestrado".

No se preocupaba mucho por su familia, puesto que su padre mismo le había ordenado tomar vacaciones obligatorias después de la muerte de Hyebin, así que ellos no se extrañarían de que él no apareciera durante una semana.

Se levantó de la cama y se dirigió al baño para lavarse la cara. Cuando salió de la calidez de las sábanas, se dio cuenta del frío que estaba haciendo. Afuera llovía a cántaros otra vez. Esperaba que eso no impidiera de nuevo el despeje de las vías para ir a la ciudad.

Salió hasta la sala para encontrar el sofá vacío y el libro que Jimin estaba leyendo boca abajo. Lo tomó en sus manos con cuidado de no perder la página por donde iba el pelinegro. Se le hizo gracioso que Jimin leyera ese tipo de historias, alienígenas con súper poderes. No parecía ser el tipo de persona que creía en ovnis o algo así, aunque tal vez solo estaba leyendo eso por la trama del libro. Tenía entendido que esta era una saga. Si Jimin no tenía los demás libros, él se los compraría cuando tuviera la primera oportunidad. Incluso podría hablar con su hermana Tzuyu y, a través de sus contactos, conseguir los libros originales.

Dejó el libro en su lugar y miró por la ventana. Si Jimin no estaba aquí, debía estar en la casa principal, y por muchas razones, a Jungkook no le agradaba la idea de Jimin estando solo allí, con su tóxica familia.

Dio vueltas de un lado a otro por unos minutos, decidiendo qué hacer. La lluvia parecía menguar un poco y quería asegurarse de que Jimin estuviera bien. Y estando allá, con esa bola de alacranes, no lo estaría.

Tomó un largo suspiro y regresó a la habitación, buscó en unos cajones y encontró lo que deseaba: un impermeable. Se puso las botas y salió de la casa. Parecía que llevaba horas lloviendo. Se apresuró lo más que pudo, con cuidado de no caer por lo resbaloso que estaba el suelo. Subió al porche y abrió la puerta de la casa, encontrándose con la mirada de DaHyun, que estaba en el sofá.

—¿Dónde está Jimin? —preguntó de inmediato, sin tomarse la molestia de saludar.

Ella arqueó una ceja.
—Yo no sé, creí que estaba en la cabaña contigo. Salió del despacho de papá y ni siquiera me prestó atención cuando le advertí que estaba lloviendo fuerte —dijo simplemente.

—¿Salió mientras llovía? ¿Por qué no hiciste nada para detenerlo? —

—No soy su niñera, y tampoco estoy loca para salir afuera con una tormenta —dijo ella, rodando los ojos.

—¿Hace cuánto fue eso? ¿Alguna idea de dónde pudo haber ido? —preguntó Jungkook desesperado, sintiendo su pulso acelerarse.

—No lo sé, una hora, quizás más —se encogió de hombros, restándole importancia—. Y no tengo idea de dónde ese gnomo se haya metido.

Jungkook se pasó las manos por su cabello mojado, que se le pegaba a la frente, y caminó hacia el garaje. Si Jimin estuvo hablando con Sung-rok, conociendo a ese hombre, las cosas no terminaron bien. Tal vez buscó refugio en la tormenta, en su auto.

Pero no lo encontró ni allí ni en ninguna otra parte. Jungkook estaba empezando a desesperarse.
—¡¿Maldición, dónde estás, Jimin?! —gruñó, con los nervios de punta.

La lluvia había cesado por completo, dejando un sereno, pero aún corría el aire frío. Con pasos apresurados, Jungkook dio la vuelta a la casa y, en el otro extremo del jardín, lo vio. Jimin estaba acostado en el césped, hecho una bolita.

Jungkook sintió como si su corazón se detuviera y sus piernas no fueran lo suficientemente rápidas para llegar a Jimin a tiempo. Se arrodilló a su lado. Estaba casi inconsciente. Jimin estaba temblando, sus dientes castañeaban y su piel estaba tan fría como el hielo.

Adrenalina recorrió el cuerpo de Jungkook y, rápidamente, tomó a Jimin en brazos. Casi corrió a la cabaña y tuvo la suerte de no resbalar. Debía hacer que Jimin entrara en calor, y lo primero que debía hacer era quitarle esa ropa mojada. Lo dejó en el sofá, le quitó el suéter, las botas y los pantalones en tiempo récord, dejándolo completamente desnudo. Buscó una toalla y trató de secarlo y quitar el barro de su cuerpo. Lo volvió a cargar para meterlo en la cama, cubriéndolo de mantas.

¡Desearía tener una maldita manta térmica en ese momento! Necesitaba que el cuerpo de Jimin se calentara lo más pronto posible, así que, sin dudarlo, se empezó a desvestir también, quedándose solo con su bóxer, y se metió a la cama con Jimin, abrazándolo por completo, transmitiéndole su calor corporal.

—Vamos, Jimin, tú puedes reaccionar. Eres fuerte, bonito —suplicó Jungkook, con voz temblorosa.

Pero por dentro, estaba furioso. ¿Qué diablos le había dicho Sung-rok a Jimin para dejarlo así? Se juró a sí mismo que no volvería a dejar que ninguno de ellos lastimara a Jimin jamás. No tenía ni idea de qué iba a hacer, pero por su cuenta, corría para que Jimin no sufriera más por la maldita familia en la que le tocó nacer.

Jimin se quejó un poco y se acurrucó más contra su cuerpo, buscando calor. Jungkook, sin dudarlo, apretó más a Jimin contra él, pasando su mano de forma repetitiva por la espalda del pelinegro.
—Vas a estar bien, lo prometo —susurró, dejándole un beso en la cabeza.


Hola corazones, acabe de terminar este cap. y se los traje de inmediato, espero que sea de su agrado, besitos a todos.



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