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CADÁVER DE LA NOVIA : kyoyuki's book.
Sigilosos han de ser los pasos que provocan el más mínimo de los ruidos al contornearse en aquella madera de antaño roble; deslizándose con una facilidad inaudita al tener puestas esas medias de dedos entrelazados que tanto caracterizaban aquel periodo histórico, era Taisho, Japón. Cómo si fuese su pan de cada día, y siendo sincero, si que lo era; Yukiya abre paso entre las rígidas paredes de su gran morada con algo más que discreción, más bien, parecería que un espíritu errante hacía acto de presencia en el lugar. A medida en que se acercaba a su destino, se pudo encontrar con disímiles miembros de su familia, ya sea personas de sangre más pura y unida, como aquellos con los que estaba unido solamente por una muy fina línea de diferencia; se dedicó a saludar con esa sonrisa tan gentil que amenizaba sus fauces, pequeños hoyuelos marcándose en los costados de sus labios, muchos dirían que Yukiya es un alma infantil a pesar de cargar poco más de 19 años entre sus pieles. Sin embargo, tal bondadoso acto no ha de ser devuelto de la misma manera, y aunque ya haya acostumbrado su alma a aquellas acciones, el trato indiferente y hasta asustado de sus propios vínculos sanguíneos lograba ponerle los pelos de punta: ¿es que acaso era un criminal?
No tuvo que andar mucho más, finalmente llegando a la espaciosa sala de estar perfectamente acomodada de su casa. Este lugar, a pesar de tratar con una gran belleza tradicional japonesa e incluso contar con grandes puertas corredizas que acostumbraban a mantenerse abiertas, brindando la mejor de las mejores vistas al gigantesco jardín de plantas medicinales exquisitamente sembradas; contaba sin lugar a dudas con un ambiente tenso y ciertamente triste. Es como si toda la hermosura del lugar fuese solo un adorno mal creado para tapar las verdaderas emociones que se respiraban en aquella casa. Decidió sentarse, no había momento más pacifico que este, aquel donde solamente estaba él; solamente Yukiya, su eterna soledad y el paisaje que se dignaba a apreciar con paciencia y candente necesidad de perderse en sus propios pensamientos. Sus deditos alargados y pálidos jugaban nerviosamente con la gruesa tela de los bordes de su haori, aquel que poseía tonalidades marrones y un diseño bastante otoñal que parecía opacares ante la sombra que entraba por las ventanas y puertas abiertas de la sala; nada ponía más ansioso al menudo chico que el hecho de tener que esperar a alguien, fundamentalmente porque la mayoría del tiempo el lugar de encuentro para las visitas, era en aquella zona específica de su casa, y con honestidad, sus nervios se disparaban al saber que en cualquier momento llegase alguien de su familia y perturbase la paz que tanto se esmeraba por atesorar justo en este momento.
Sus nervios fueron dejados a un lado cuando a la distancia, pudo escuchar con algo más que pura claridad la estridente y activa voz de aquel ser que lograba sacarle a diestra y siniestra cada suspiro y jadeo de su pobre alma en despertar. Esta vez la sonrisa que recorrió su rostro tildaba sentimientos ansiosos y emocionados, la alegría podía distinguirse en cada poro de su ser ante la inminente llegada de dicho hombre. Cómo si no pudiese mantenerse quieto en su lugar de espera; se levanta rápidamente y casi tropezándose sobre sus propios pasos, sale de las paredes de su hogar, prácticamente trotando por el jardín para dirigirse al encuentro entre dos almas que morían por abrazarse. Fue entonces cuando lo vio, conversaba animadamente con uno de los infantes de su clan, él aura que emitía era digna de ser comparada con el mismísimo sol, o más bien, con el protector y cálido fuego que crispa la madera al compás de una fogata; a pasos lentos se aproxima a la escena una vez que el mozo se despide del pequeño niño.
━━━ Tiempo sin verte, Kyojuro ━━━sus rosados y carnosos belfos se movieron al compás de la tonta sonrisa asomándose entre los mismos; sus ojitos achinándose levemente ante la felicidad retenida entre sus rasgos. Acorta la distancia entre ambos, jóvenes ánimas perdidas en la dulce mirada arrulladora de su contrario. ━━━. Me alegro de verte sano y salvo.
Imitando el accionar de su compañero, el de cabellos similar a una eterna llamarada lanza una bonita y animada sonrisa, lo suficientemente cálida como para iluminar una habitación en penumbra y desolación. Extiende una de sus manos y sin dudar ni un segundo, esconde uno de los largos mechones frontales del cabello de Yukiya tras su pequeña oreja, no perdiendo nunca la oportunidad de rozar con su pulgar la suave piel de su mejilla: ━━━ No me permitiría volver lastimado, sabiendo que alguien espera ansiosamente por mi llegada. Así que, ¡aquí estoy! ━━━el tono tan animado en su voz, aún sin perder la seriedad en sus palabras, son suficientes para hacer suspirar a un cautivado Yukiya.
✶ ۫ la novia cadáver alzaba su quijada con la
más alta de las dignidades; nadie podía hacerla
dudar de sus facultades ni de los valores que resi
dían en su peculiar corazón. sin embargo, no pasa
ría mucho tiempo, antes de que su entorno y la corrup
ción que reinaba en las personas que le rodeaban terminasen
manchando el templo de felicidad del pequeño yukiya.
OH, POBRE NOVIA CADÁVER, TU DESTINO YA ESTABA ESCRITO EN LOS CAMINOS DE LA VIDA
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Los jadeos que se escurrían de sus hermosos belfos solo podían ser descritos de una manera: agonizantes. Cerraba sus ojos con la mayor de sus fuerzas tratando de disipar aquel horroroso dolor que, a pesar de concentrarse mayormente en su rostro, parecía querer extenderse a todo su cuerpo y de paso, contaminar su dulce corazón. El temblor en su mano era más que evidente ante la presión ejercida por la figura frente a él, aquella que lo miraba con compasión y miedo, pero aún así, la indiferencia en su personalidad era lo suficientemente fuerte como para no evitar las acciones del mozo de cabellos blanquecinos. Mordió su labio inferior con tal fuerza, que pudo sentir el líquido carmesí de la vida deslizarse entre sus fauces, siendo paralelo con los chorros de la misma que salían a borbotones de los costados de sus ojos y frente; estaba a punto de sucumbir ante la angustia y el dolor ejecutado por sus propias manos: clavándose sin misericordia alguna en sus propias facciones con aquel Tantō entregado por su propia familia. El primer trozo de piel cortada cayó al suelo, y con ello el llanto del muchacho se hizo inevitable, aunque, en un intento de resguardar su dignidad, ejercía muchísima más fuerza en su belfo ensangrentado con sus dientes, tratando de callar el cantar eufórico y rencoroso de su alma en constante agonía.
━━━ " no seré una molestia para usted, madre. he de afrontar mi destino y aunque ahora agache la cabeza ante usted, prometo que viviré con la dignidad que se merece un Gekkai. lo siento que tenga que pasar por esto, no merecía tener un hijo como yo."
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