PRÓLOGO

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⚰️  시작 ‧ ִ ۫  BYE TO MY YOUTH 
CAPÍTULO CERO › 'PROLOGO,  ﹒.

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──── Estás detenida por asesinato en segundo grado. ──me acusó el oficial mientras me arrastra hacía la celda de aquella comisaria. ──── Adentro. ──murmura haciendo un ademán con su cabeza una vez que abre la reja metálica. Caminé hacía el interior de esa pequeña habitación la cual era algo obscura y un poco fría. 

──── ¿Puede... decirme si... si mi hermano está aún con vida? ──temblé un poco al murmurar aquello. El oficial me mira con una mueca y niega con su cabeza.

──── Lo siento, podría interferir con la investigación. ──responde con pena. ──── En unos cuántos días te van a trasladar al reformatorio, ahí tomaran tu caso y entonces sabrás más. ──informó a la vez qué cerraba nuevamente con llave la puerta y una vez que la aseguro se fue sin decir más.

Suspire mientras que analizaba el pequeño lugar en el que me encontraba, hice una mueca y me dirigí a lo que se suponía que era la cama, ya que solo era un pedazo de colchón pegado a una superficie plana. Me recosté y le resté importancia al hecho de que era bastante incomodo, cerré mis ojos y pase mis manos por mi rostro, frustrada por lo que me estaba pasando.

Estoy muerta, pensé. Estoy deshecha, arruinada, destruida, acabada. Así me sentía y así me siento ahora, vacía.

No podía dejar de pensar en lo que sucedió en las últimas horas. Tampoco dejaba de pensar en la gran basura de persona que era, que fui y que claramente sería. No podía olvidarme de su voz, su mirada y mucho menos de sus lagrimas.

Era un fracaso y uno muy jodido.

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Cinco días. Cinco largos, apestosos y repugnantes días en prisión. Cinco días sin él.

Sentía que mi alma se rompía más en cada segundo de mi miserable existencia. Sentía también un ardor en mis ojos y un terrible hueco en mi corazón, pues estuve llorando en las últimas noches y no por el hecho de estar encerrada aquí, si no, por lo que perdí y jamás volvería a ver.

Estaba en prisión, y aún no podía creer que me encontraba aquí por algo que no hice, por algo que nunca me atrevería ni podría hacer.

Dejé de mirar el techo de la celda para ver lo que sea que ocurría allá fuera, ya que pude ver de reojo como dos policías corrían algo alterados. Seguí observando por un par de minutos más, pero les resté importancia al no suceder nada más.

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Veía fijamente un punto imaginario desde donde estaba acostada, deseando con todas mis fuerzas que todo esto se tratara de una maldita pesadilla. Aún no podía procesar todo lo que había pasado algunas noches atrás, sin creer que me habían arrebatado a esa persona que más amaba en el mundo.

──── ¡WALSH! ──exclamó fuertemente un sujeto que recién entraba al lugar, asustándome y llamando mi atención. Se trataba de dos policías que cargaban con algo de dificultad a uno de sus compañeros, ya que parecía estar herido. ──── ¡SHANE! ──volvió a gritar el hombre asoleado, cansado y frustrado por la situación. ──── ¡NECESITAMOS TU AYUDA, CON UN DEMONIO! ──gruñó y unos cuántos segundos más tarde, del piso de arriba bajó un oficial, a quién pude reconocer de inmediato, poniéndome nerviosa.

Éste último, mientras bajaba recorrió el lugar con la mirada, hasta que sus ojos chocaron con los míos. Me vio detrás de esa reja que nos separaba, pero nuestras miradas de sorpresa e incomodidad duraron segundos, debido a que cuando vio a aquel tipo herido corrió hacía él.

──── ¿Qué sucedió? ──preguntó en cuanto se acerco a ellos, admirado por lo mal que lucía. Desde mi celda no podía apreciar el estado de ese hombre, pero lo que pude ver fue como Shane lo recostó sobre el piso revisando sus heridas haciendo algunas muecas de disgusto y a la vez, sus otros dos compañeros intentaban pedir ayuda por sus Walkies Talkies que parecían no poder agarrar señal y pude notar como Walsh me volteaba a ver "disimuladamente" sin creer que fuese yo.

──── Solicito refuerzos inmediatamente, el oficial Grimes ha sido herido. Repito, solicito refuerzos. ──todos volteamos a ver el lugar de donde provino el mensaje algo distorsionado por la mala señal que seguramente el sujeto con voz rasposa y desesperada tenía.

──── ¡Maldición! ──refunfuño Shane, levantándose del suelo y caminando de un lado a otro despeinando su cabello y pensando en que hacer, ya que en ambos lugares parecía tener problemas. ──── Quédense aquí hasta que llegue una ambulancia. ──les ordena por fin a sus compañeros, quienes asienten y continúan intentando hacer funcionar sus radios. ──── ¡SMITH, ESTÁS A CARGO! ──alzó la voz, dirigiéndose a la planta superior. 

Caminó rápidamente hacía la pequeña recepción que se encontraba en medio de la habitación, para tomar de ahí una gorra y una escopeta, junto con algunas municiones para la misma, me mira mientras acomoda lo que tomó y después sale apresuradamente del lugar.

Los dos alguaciles que se quedaron levantaron a su compañero para llevarlo a una silla. Lo acomodaron más cerca de mi y es cuando pue verlo mejor, pude ver que tenía un pequeño vendaje alrededor de su cuello que se encontraba empapado de sangre, manchando parte del mismo y parte de su rostro, también tenía otro vendaje en su hombro llenó de sangre, al igual que tenía otro en su antebrazo.

──── Esto... esto no se ve nada bien. ──balbuceó nervioso y preocupado uno de los hombres al destapar la gasa que cubría el antebrazo, dejándome ver que faltaba un pedazo de carne y que brotaba demasiada sangre, manchando el suelo.

──── ¿Qué le pasó? ──pregunté con una mueca de dolor, imaginando lo mal que se ha de sentir y horrorizada por la gravedad de la misma herida.

──── ¡CÁLLATE! ──se giró y exclamo con frustración el policía que aún intentaba pedir ayuda, ahora por los radios de la recepción.

Hice una mueca y solo me dedique a observar al sujeto que estaba mal, deduje que por las grandes heridas y la cantidad de sangre que había y estaba perdiendo, no le quedaba mucho tiempo de vida, al menos no sobreviviría hasta que llegase esa dicha ambulancia.

Todos los presentes en esa habitación dirigimos nuestra atención a la entrada principal de la estación cuando comenzamos a escuchar unos gritos de horror por parte de las personas que se encontraban allá fuera.

──── Iré a ver que está ocurriendo. ──avisó uno de los individuos temeroso, tomando un arma para salir del lugar.

Cuando salió, ya no sucedió nada relevante y todo dentro se calmo, por lo que me aleje de la puerta y volví a recostarme en la incómoda cama, suspirando y acomodando unos mechones de mi cabello y es entonces que mi atención se desvió hacía las palmas de mis manos, en donde aún había algunas pequeñas manchas de sangre de aquel día.

Las toque suavemente con las yemas de mis dedos, haciendo que los recuerdos invadieran mi cabeza.

Lagrimas, sangre, gritos, suplicas, armas, golpes. Él, sus ojos y su voz.

Cerré los ojos con fuerza, intentando reprimir las lagrimas, pero aún así sentí como mis mejillas se humedecían poco a poco. Pero, segundos más tarde, abrí los ojos de golpe cuando escuche un fuerte grito.

¿A qué se debía tanto alboroto? ¿Acaso no podía deprimirme en paz? pensé al instante algo cansada.

Limpié mis lagrimas rápidamente, me levanté de la cama y me acerque nuevamente a la reja y lo que vi me dejó paralizada. Se trataba del policía que llegó mal herido y que estaba al borde de la muerte, esté se encontraba comiéndose literalmente a su compañero justo enfrente mío, joder.

El hombre caníbal tenía todo el rostro manchado de la sangre del hombre al que se devoraba, haciendo el momento aún más aterrador. Dejó de masticar el pedazo de carne del hombro, para dirigirse al piso de arriba cuando escuchamos ruido allá.

Miré aterrorizada el cuerpo que parecía estar ya sin vida a unos cuantos metros de mi, comenzando a sentir asco por lo mal que se veía.

Un suave destelló llamó mi atención de los bolsillos del pantalón del cadáver, parecía ser un llavero.

Y a pesar del inmenso miedo, asco y frustración que sentía por ver el cuerpo en ese estado y por no saber nada de lo que estaba pasando, me arme de valor para animarse a sacar mi brazo por los barrotes de la reja para tomar la pierna de aquel cuerpo y acercarlo a mi. 

Fue realmente complicado, ya que pesaba bastante, pero puede acercarlo lo suficiente para poder buscar entre sus bolsillos hasta encontrar las llaves. Intente sacarlas de su bolsillo, lo cual fue un poco difícil por los barrotes que limitaban mis movimientos. Deje de moverme cuando sentí que el cuerpo se movía, por lo qué rápidamente metí mi mano a la celda.   

El hombre que creí que estaba muerto se levanto, tratando de atraparme metiendo sus manos ensangrentadas por las rejas, me alejé lo más que pude quedando contra la pared, mientras lo miraba sin entender nada, asustada. ¿Qué mierda sucedía?

──── ¡AYUDA, POR FAVOR! ──entró una persona gritando por ayuda, aterrorizada tanto como yo, llamando la atención de la cosa que estaba frente a mi y cuando esa cosa se dio vuelta para ahora seguir a esa persona, las llaves cayeron, pues había girando de una forma rápida y exagerada, además de que había dejado las llaves un poco afuera. 

Ambos salieron de la estación, uno siendo perseguido por el otro.

Saqué mi brazo para recoger el llavero y abrir la reja para poder salir de ese maldito lugar. Después de varios intentos con diferentes llaves y maldecir por ello, por fin logré dar con la llave. Salí, arrojando las llaves y dirigiéndome a la pequeña recepción. Lo único que veía eran hojas, documentos, lapiceros, notas, una mapa y un teléfono el cual tome, pero no tenía señal por lo que lo arroje desesperada.

Encontré algunas armas y municiones después de hurgar el lugar, dude por unos minutos el si debía tomar las armas o no. Escuché unos pasos bajar los escalones, gire mi mirada hacía el lugar y vi dos cuerpos llenos de sangre bajar torpemente, acercándose. Mire nuevamente las armas y pensé en que debía hacer.

Tomé una escopeta, que era lo primero que estaba a mi alcance y sin tener la más mínima idea del como usarla, intenté recargarla, pero fracaso debido a lo desesperaba y asustada que me encontraba. Los seres que emitían gruñidos débiles estaban cada vez más cerca, haciendo que mis movimientos fueran más torpes e inútiles.

Y una vez que se encontraban a escasos pasos de mi, suspiré abrumada y rendida, tiré las municiones y tome fuertemente el arma con miedo, esperando a que esas criaturas se acercarán lo suficiente a mi, y cuando lo hicieron, golpee su cabeza con la culata del arma, haciéndolo caer y una vez en el piso, lo continúe golpeando hasta que deforme su rostro. E hice lo mismo con la otra cosa.

Me levanté con la respiración agitada por todo el esfuerzo que había hecho, y con sangre salpicada por toda mi cara el cual limpie con mi camisa. Presté atención a mi alrededor para asegurarme de que no hubiese nadie más cerca y cuándo lo confirmo, suelto la escopeta un poco más relajada.

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Salí de aquella estación después de un largo rato de buscar cosas que me fuese útiles, por si es que había más de esos seres extraños o simplemente, para poder escapar del país, ya que después de haber asesinado a esas dos personas, era seguro de que me buscarían por mar y tierra.

Cuándo abrí la puerta principal para salir, todo lo que pude ver fue...

Caos, destrucción; parecía ser que el mundo se había ido a la mierda.

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