⤹ · .˚🌤️ ⋆。˚ 02. ❛ 𝖣𝗋𝖺𝗀𝗈𝗇𝗌𝖾𝖾𝖽 ❜
ii. SEMILLA DE DRAGÓN 🐉
El Lord de Driftmark estaba molesto, su hermano se casaría con una bastarda que había conseguido un dragón sin mucho esfuerzo, una chica que no tenía sangre pura.
Jacaerys estaba sentado en la mesa con una copa de vino en su mano, el anillo de oro relucía con el sol que empezaba a esconderse en el mar. El rey observaba el berrinche de su hermano luego de enterarse la noticia, pateaba todo lo que se atravesaba a en su camino.
── Solo es un matrimonio, Joffrey ── Las palabras de Jacaerys salieron serias, mientras tomaba un sorbo de vino. El rey se había endurecido bastante luego de la fatídica “Danza de dragones”
Jacaerys miró a su hermano Joffrey con una mezcla de preocupación y tristeza. Sabía que la noticia de su matrimonio con la bastarda había golpeado a Joffrey como un dragón lanzando fuego. Era difícil para él ver cómo su hermano se dejaba llevar por la ira, rompiendo cosas a su alrededor como si fueran simples juguetes.
── No entiendes, Joffrey ── dijo Jacaerys, tratando de mantener la calma. ── Esto no es solo un capricho. Es algo que necesitamos para el reino.
Joffrey lo miró con los ojos llenos de rabia. ── ¡Pero es una bastarda! ¿Cómo puedes hacer esto? ¡Es como si estuvieras escupiendo hacia arriba! ── Su voz resonaba en la sala, cualquiera podría encogerse.
── Lo sé, lo sé ── respondió Jacaerys, apretando la copa con fuerza. ── Pero piensa en lo que está en juego. Necesitamos aliados, y ella tiene un dragón. No se trata solo de nosotros, sino de todo el reino.
Joffrey se cruzó de brazos y frunció el ceño, como si estuviera tratando de resolver un rompecabezas muy complicado. ── Pero ¿y si ella no es buena para ser reina? ¿Y si hace que nos vean débiles? Estaremos necesitados si ella es la reina, son medidas precipitadas ── Su voz se calmó un poco, pero aún había un fuego en sus ojos.
── No lo sé ── admitió Jacaerys, suspirando. ── Pero creo que esto es lo mejor para los 7 reinos, Baela falleció... No tenemos herederos.
Jacaerys miró a Joffrey, sintiendo un nudo en el estómago. Su hermano estaba realmente molesto, y eso lo preocupaba. Sabía que Joffrey era fuerte y valiente, pero a veces su temperamento lo llevaba a hacer cosas de las que luego se arrepentía.
── Escucha, Joffrey ── comenzó Jacaerys, tratando de mantener la voz firme. ── No me gusta esta situación más que a ti. Pero debemos hacer lo correcto, aunque duela.
Joffrey soltó un suspiro pesado, como si estuviera cargando una roca enorme en sus hombros. ── ¿Y qué si ella no es quien dice ser? ¿Y si solo quiere usar nuestro nombre para ganar poder? ── Sus ojos eran como llamas, llenos de desconfianza.
Jacaerys sabía que su hermano tenía razón en cuestionar todo esto. Después de todo, el mundo estaba lleno de sorpresas desagradables. ── Es cierto, hay riesgos. Pero es una bastarda Joffrey, me han dicho que no tiene ni donde caerse muerta
Joffrey se pasó una mano por el cabello, frustrado. ── A veces creo que deberíamos hacer todo al revés y solo salir a pelear con espadas en lugar de andar haciendo alianzas con gente que no conocemos bien.
── Tal vez ── asintió Jacaerys con seriedad ── Pero no siempre podemos resolverlo todo con la fuerza. Tenemos que usar la cabeza y pensar en el futuro.
Los dos hermanos se quedaron en silencio por un momento, mirando hacia el mar en la ventana lejana donde las olas rompían contra las rocas. El cielo comenzaba a oscurecerse, y eso les recordaba que el tiempo no se detiene por nadie.
── Solo espero que esto no nos traiga más problemas ── murmuró Joffrey, su voz más suave ahora, aunque todavía había un toque de desconfianza.
── Yo también ── respondió Jacaerys con sinceridad. ── Pero tenemos que apoyarnos mutuamente en esto. Somos Targaryen, somos Velaryon, y eso significa que debemos enfrentar los desafíos juntos.
Ambos hermanos sabían que tenían un camino difícil por delante, pero también sabían que podían contar el uno con el otro. Y aunque la situación era tensa y complicada, al final del día seguían siendo familia y eso era lo más importante para ellos.
Junto con sus hermanos pequeños habían quedado solos, Jacaerys casi muere en la batalla de Gaznate, Joffrey hizo todo lo posible por proteger a sus hermanos cuando Aegon tomó King's Landing. Unos chicos fuertes que siempre lucharon por lo que era suyo.
El revuelo estaba presente por todo Driftmark, Caraxes sobrevolaba la isla de forma protectora cuidando a su nueva jinete. Kaela había reclamado al dragón pero no tuvo la oportunidad de montarlo cuando los pescadores la arrebataron y llevaron al Castillo Velaryon.
El Lord de Driftmark, Joffrey no se encontraba ahí, estaba en King's Landing por unos asuntos y por la muerte de su prima Baela. La llevaron hacia una habitación y simplemente la tiraron al suelo, cayó sobre sus manos y trató de buscar algún punto de luz en la sala.
Una vela se encendió y dejo ver a Cregan Stark, la actual mano del rey. Sus ojos grises ahogaban a cualquiera, parecían un eterno cielo nublado, parecía genuinamente un lobo. La bastarda relamió sus labios y trato de enderezarse levantándose. Sus piernas estaban llenas de rasguños al igual que las palmas de su mano, ella miraba al hombre con recelo sin saber quien era.
── ¿Por qué estoy aquí? ── La voz de la rubia salió temblorosa y ahogada, con los pelos de punta dio un ligero paso al frente. Miró a Cregan Stark, que la observaba con esos ojos grises que parecían saberlo todo.
── ¿Por qué estoy aquí? ──, repitió, esta vez con un poco más de firmeza. Quería que él le dijera la verdad, aunque le daba un poco de miedo su presencia.
Cregan suspiró y se cruzó de brazos. ── Te han traído aquí porque hay cosas que necesitas saber ──, dijo con voz grave. ── Eres la bastarda de Daemon...
── Lo sé ── Murmuro ella frunciendo el ceño confundida ── No es un secreto para nadie aquí en Marcaderiva... También soy hija de Gusano Blanco.
El hombre chasqueo la lengua, sus manos se apoyaron en el respaldo de la silla y se levantó, un hombre bastante más alto que una vagabunda extremadamente delgada. La rubia trago saliva cuando lo vio acercarse lentamente con mirada amenazadora.
── Exactamente por eso has podido reclamar un dragón... ── Su tono era indiferente y aunque no era grosero quería dejar en claro la posición de cada uno ── Caraxes eligió a una chica flaca y pequeña para ser su jinete luego de... ¿Aemon y Daemon? Wow...
── ¿Para que me llamo aquí, Lord...?
── Lord Stark
── Lo supuse... Lord Stark, ¿para que me llamó? ── Sus palabras eran toscas pero trataba de sonar más refinada, lo que podía.
Cregan la miró con seriedad, como si estuviera evaluando cada palabra que iba a decir. Kaela sintió un escalofrío recorrerle la espalda. No le gustaba cómo se sentía en su presencia, pero sabía que no podía mostrar debilidad.
── Te llamé aquí porque hay decisiones importantes que debes tomar ── empezó Cregan, su voz era firme y clara, pero había un peso en el aire que la hacía sentir inquieta.
Kaela frunció el ceño, tratando de entender. ── ¿Decisiones? ¿Qué tipo de decisiones? ── preguntó, su voz temblaba un poco. No quería que él viera su miedo, pero era difícil.
Cregan se acercó un poco más, sus ojos grises fijos en ella. ── La situación en el reino es complicada. Estás en peligro y ese dragón es la razón. El rey necesita aliados fuertes y tú... ── hizo una pausa ── eres valiosa por tu dragón.
Kaela sintió que su corazón se aceleraba. ── ¿Valiosa? ¿Por un dragón? ── repitió, confundida. ── No soy solo eso. Puedo devolver el dragón, no puedo hacer nada con el.
── Lo sé, pero no es tan fácil como eso. ── dijo Cregan, y por un momento, su tono era más suave. ── Ahora mismo, lo que importa es que tienes que casarte con el rey Jacaerys. Es una orden.
El soltó eso sin ningún tipo de tacto, la chica sintió como su mandíbula caía al suelo de la sorpresa, su cabeza empezó a doler por la noticia y su estómago vacío. ¿Casarme con él rey? Lo confuso que era eso.
── ¿Que carajos? ¿¡Se ha vuelto loco!? ── Sus palabras se volvieron ásperas sintiendo como el miedo se filtraba por sus venas, su garganta estaba apoderada por un nudo que no la dejaba respirar. Esto no tenía sentido en ningún universo ni espacio.
Muchos podían decir que la chica no tenía gracia, su cabello que aunque era de un color rubio amarillento, como el de la reina buena no parecía ser de un Targaryen, sus ojos violetas eran tan oscuros que parecían negros y su forma de ser era vulgar y grosera, parecía tenerle y no, miedo a nada.
Lord Cregan estaba impasible, como si ya supiera cómo iba a reaccionar la rubia ── Así es ── Su voz resonó como un témpano de hielo. Era difícil llevarle la contraria a hombres como el, su actitud y sus ojos grises de depredador solo ayudaban a crear un aura más fría. ── Serás llevada al Desembarco sin ninguna objeción, tu dragón estará bien en la foza, tendrás comida, los vestidos y joyas que quieres-
Ella lo interrumpió antes de que el siguiera hablando ── ¿Así de fácil? Soy una bastarda, no una estúpida.
── Solo tienes que verte bien y tener a los hijos del rey, no más que eso ── Le dió una sonrisa ladina.
Kaela soltó una risa amarga mientras se cruzaba de brazos, tratando de no parecer intimidada ── Si me quieren matar, matenme ahora; no tienen porque alargar el sufrimiento. La muerte sería incluso mejor que el frío suelo empedrado de Marcaderiva.
── Entiendo que esto es sorprendente, pero es una orden de la capital. Tienes que ir ── No hubo discusión con su tono otra vez frío. Los dientes de Kaela tiritaban por el frío. El movió la mano y unos brazos fuertes tomaron a la chica y la sacaron de la habitación oscura.
Ella protestó, claro que protestó pero esos hombres eran más fuertes que una vagabunda que moría de hambre la mayor parte del mes. Fue llevada a un lugar junto a unas criadas que al igual que ella, parecían asustadas; las únicas que le dieron frases un poco más dulces fueron ellas "No te resistas, es más fácil así".
Fue desnudada y metida a una tina con fuerza al principio pero al final se resignó, las esponjas tallaban duramente su piel curtida por el barro y su cabello era despojado de aquella grasa espesa que lo hacía parecer manteca.
Las siervas claramente sentían pena y envidia por ella, una vagabunda, semilla de dragón y "fea" había obtenido un dragón de la nada y ahora iría a Kings Landing por orden el rey con intenciones que aún todo Westeros desconocía. Unas cicatrices recorrían la blanca espalda de la mujer, rasguños recién hechos por sus brazos y piernas.
El agua recorría la tina con un color marrón sucio, toda la arena y toda la suciedad que había sido acomulada en meses, incluso años. Quitaron las legañas de sus ojos y enjugaron su cabello antes de cambiar el agua a agua limpia. Los últimos toques fueron dados en el baño y ambas criadas salieron a buscar la ropa de la chica.
Ella salió de la bañera, una toalla estaba posada en la esquina de un largo espejo. Las lágrimas eran disimuladas por el agua, de su cabello ya no escurría sucio, sino gotas de agua limpia, sus uñas anteriormente llenas de arena ahora estaban de un color rojizo como su piel. Su cuerpo estaba despercudido de todo ese sucio, solo había pequeñas y grandes cicatrices casi del color de su piel que se veía aún más blanca.
Sus pezones ahora eran rosados y no estaban fríos, se sentía mejor pero peor al mismo tiempo. Kaela se miraba en el espejo y no podía creer lo que veía. Su piel, su cabello, toda ella, ahora brillaba un poco con el agua limpia. Pero no importaba cuánto se veía mejor; en su corazón, seguía sintiéndose como una vagabunda atrapada en un cuento de niños.
Mientras ella trataba de entender qué estaba pasando, las criadas regresaron con un vestido. Era de un color dorado brillante, como las joyas que su madre le traía cuando era pequeña. "No es tan malo", pensó Kaela mientras se lo ponían. Pero mirándose al espejo, no podía dejar de pensar en el rey. Había oído que lo llamaban bastardo, oyó que muchos en el reino hablaban que su padre era un tal Harwin Strong y no Laenor Velaryon, el hijo de la serpiente marina; recuerda haberlo visto una vez junto a su hermano Luke, ambos tan atractivos como cualquier Targaryen, como su padre.
"¿Por qué yo? ¿Por qué me eligieron?", se preguntaba, sintiendo que su cabeza daba vueltas. La idea de tener que ser la esposa del rey le daba miedo y un poco de rabia. No quería ir hacia allá, todos los malos recuerdos que vivió allá y aunque Marcaderiva no era el lugar más ameno, era su hogar y el único lugar que había conocido los últimos 15 años.
Las criadas le hicieron peinados bonitos, pero Kaela solo quería gritarles que la dejaran en paz, estuvo tentada a hacerlo un par de veces cuando daban tirones a su cabello que ahora era sedoso. Cuando ellas terminaron, la llevaron a una habitación más grande y lujosa. Había un gran espejo, y muchas joyas brillantes en un cajón pequeño. Todo era tan diferente de su vida en la calle, donde apenas tenía comida para comer.
De repente, alguien tocó la puerta. Era Lord Cregan otra vez. ── Es hora de irnos ──, Dijo con su voz fría como el hielo. Kaela sintió que su corazón se aceleraba. ── Esos regalos son de parte de la corona para la próxima reina de Westeros... Debemos irnos ya que Lord Velaryon llegará pronto y no está del mejor humor.
── ¿Tan pronto? ── Palabras sin aire salieron de su pecho que parecía estar siendo apretado ── ¿Que pasará...?
La mente de Kaela empezó a recordar a la pequeña chica que estaba con ella desde que era una niña. Lord Stark hablo ── Daella fue llevada un refugio con una familia que la acogerá temporalmente...
── ¿Que? ¿Cómo saben de ella?
── Eres una vagabunda reconocida por la calle al ser tan bonita, palabras de muchos mercaderes. Varios comentaron sobre una niña que llevabas en tus brazos desde que eras una pequeña adolescente. Dicen que tú misma le pusiste su nombre ¿Es tu hermana de sangre? ── La mujer relamió sus labios y negó con la cabeza.
── Ella estaba tirada en medio de la calle, yo simplemente la recogí... ── El le miró por unos segundos, como si buscará la mentira en el rostro de la rubia, pero no había rastro de ella.
── Toma la caja y nos iremos, no es un viaje demasiado largo ── Dijo esas palabras secas y se retiró. Kaela sintió que el mundo se le venía encima. Con el corazón latiendo rápido como un tambor, miró la caja llena de joyas brillantes. Eran tan hermosas que parecía que estaban hechas de estrellas. Pero no podía disfrutar de eso. Su mente estaba llena de preguntas y dudas.
── ¿Por qué me eligieron a mí? No soy una princesa, solo una chica de la calle ──, pensó en voz alta mientras se mordía el labio. Recordó a Daella, y cómo siempre habían estado juntas en las peores situaciones. ── ¿Dónde estará ahora? ¿Estará bien?
Se dio cuenta de que Lord Cregan no iba a esperar más. Con un suspiro profundo, tomó la caja con manos temblorosas. Las joyas brillaban aún más bajo la luz del gran espejo, pero no le importaban en ese momento. Lo único que quería era un milagro, llegar a Kings Landing y ser rechazada, no le importaba mucho el dragón, solo quería volver con su hermana.
Cuando salió de la habitación, el pasillo parecía interminable. Las paredes estaban cubiertas con tapices lujosos que mostraban batallas antiguas y héroes de leyenda en barcos y con dragones. Pero todo eso le parecía tan lejano y extraño. Su hogar eran las calles polvorientas, no este palacio lleno de riquezas.
Lord Cregan esperó pacientemente al final del pasillo, con su mirada fría como el hielo que Kaela había notado antes. ── Vamos ──, dijo otra vez sin emoción, como si estuviera hablando con un perro en vez de una persona.
Kaela lo siguió, tratando de no pensar en lo que estaba dejando atrás. “Tal vez pueda escapar”, pensó mientras caminaba tras él. Pero cada paso que daba hacia el rey era un paso más lejos de su antigua vida y de Daella.
Al llegar a una gran puerta dorada, Lord Cregan se detuvo y giró para mirarla. “Recuerda lo que te dije: debes actuar como una reina desde ahora”, le advirtió con voz seria.
Salieron por una gran puerta que daba al patio del palacio, había pasto y flores y al final una salida para llegar al mar que no se encontraba demasiado lejos. Llevaba la caja en sus manos que en esto momento pasaban a ser sus pertenencias, bueno, de algún modo.
Había un barco con las banderas Targaryen en sus velas, ella relamió sus labios al ver el imponente blasón, un dragón de tres cabezas. Un dragón rojo paso a toda velocidad por el cielo, la mirada de la chica lo siguió hasta verlo desaparecer entre las nubes; ella no podía decir que no le gustaba si dragón, no podía decir que no amaba sentirse importante por tener uno, a pesar de él olor a hollín y azufre que le había dejado en pocos minutos, jamás negaría que era lo único interesante que le había ocurrido en toda su vida.
Caminaron hasta el barco y algunos hombres se ofrecieron a ayudarla a subir a bordo. Después de una media hora en el puerto Kaela sintió cómo el barco se movía suavemente en el agua mientras se alejaban del puerto. El viento le acariciaba el rostro y, aunque todavía estaba nerviosa, había algo emocionante en la aventura que estaba comenzando. Sin embargo, su mente seguía volviendo a Daella, preguntándose si estaba bien y si alguna vez volvería a ver a su hermana.
Después de un tiempo que pareció eterno, al menos medio dia, el barco llegó a Kings Landing. Kaela miró con curiosidad mientras se acercaban a la ciudad. Desde lejos, todo parecía grande y majestuoso, pero cuando desembarcaron y empezaron a caminar por las calles, la emoción se desvaneció rápidamente.
Fleabottom era un lugar completamente diferente a lo que había imaginado. Las calles eran estrechas y oscuras, llenas de gente que parecía más preocupada por sobrevivir que por otra cosa. El olor a basura y sudor era abrumador, y Kaela se tapó la nariz con la mano. “Esto es aún peor que Marcaderiva”, pensó, recordando las calles de su hogar. En su mente, esas calles eran un laberinto de recuerdos felices y tristes, pero al menos tenían un aire de familiaridad.
Mientras caminaba, vio niños jugando en el barro, mujeres gritando para vender sus productos y hombres sentados en las esquinas, con miradas perdidas. La vida aquí parecía dura y fría. En todo el viaje Kaela se preguntaba si había hecho bien al dejar todo atrás, aunque después de todo no tenía opción. Pero entonces miró hacia arriba y vio el gran palacio de los Targaryen brillando bajo la luna.
Era impresionante. Las torres oscuras se alzaban hacia el cielo, y las banderas ondeaban con orgullo. El dragón de tres cabezas parecía cobrar vida con cada ráfaga de viento. Kaela sintió que su corazón latía más rápido; nunca había visto algo tan grandioso.
A pesar de todo lo desagradable que había visto en Fleabottom, el palacio le daba una sensación de esperanza. Quizás allí podría encontrar una manera de ayudar a Daella, si lograba saber donde se encontraba la pequeña. Una reja grande fue lo primero que vio cuando llegaron a la entrada de la fortaleza, algunos guardias se encontraban en las puertas, con capas blancas y algunas doradas; estaban rectos y no parecían moverse ni un centímetro.
Al ver a Lord Cregan con algunos de sus sirvientes lo dejaron pasar, dejaron pasar también a Kaela luego de unos minutos analizandola. Mordió nerviosa su labio, ardía ligeramente por algunos fuertes mordiscos que se había dado. En el barco había comido un poco pero pronto lo vómito cuando estaban a "mar abierto".
── Tienes que seguir a la señorita ── Señaló el Lord lobo cuando vio lo desorientada que se encontraba la jovencita. Ella lo miro por unos segundos con cara de pocos amigos "esto no se quedará asi" dijo con sus labios ── ¿Es una amenaza? ── Pregunto con tono burlón, haciendo que ella asintiera antes de seguir a la doncella.
Caminó por los pasillos, eran oscuros, solo habia algunos candelabros encendidos con antorchas solo en los pasillos estrechos que tendian a estar muy oscuros. Pasaron por una sala que no tenía techo, las estrellas se apreciaban perfectamente y la brisa corría la piel ahora limpia de la rubia.
Llegaron pronto a un ala, alli habían varias puertas, todas de un color marrón oscuro, casi negro. En una de esas puertas entro la criada seguida de la bastarda. ── Estos serán sus aposentos, milady
Kaela frunció las cejas y miro a la chica ── No soy una Lady ── Respondió secamente antes de volver su mirada hacia la habitación, analizandola.
── Ahora es una Lady... Eso me han informado ── Kaela inclinó su cabeza hacia la doncella, parecía dócil, bajita y regordeta; pero en sus ojos había algo más, no solo era docilidad, había una llama, una llama que Kaela no logra descifrar. ── Puede dormir o puede solicitar un baño, pronto algunas vendrán a ayudarla.
La rubia se sentía importante, jamás había necesitado ayuda para bañarse, principalmente porque ella no tenía un baño, solo de vez en cuando se metía en la playa y aunque el agua salada no ayudaba mucho, le daba un consuelo. Ella asintió y la señorita salió.
Se acercó a la que se suponía que sería su cama ahora, parecía tan suave que incluso le daba miedo tocarla. Sus esbeltos dedos acariciaron la sabana de lino blanco, la cajita que tenía en su otra mano la coloco en la mesita al lado de la cama. Ella se sentó y sintió instantáneamente comodidad, como incluso el sueño la invadía. Era satisfactorio pero aún así le causaba incertidumbre lo que pasaría con ella.
Caraxes la había reclamado de la noche a la mañana, un día normal, bueno, eso parecía hasta que un dragón gigante la acorraló contra una roca mientras soltaba un raro chillido. Su mirada estaba inclinada en sus dedos, sus ojos estaban ligeramente pesados así que no oyó como la puerta se abrió y alguien entro silenciosamente.
── Así que eres Kaela... ── Una voz profunda sonó a sus espaldas, aunque parecía la de un hombre, aún se notaba que no era completamente la de un hombre "adulto". Su cabeza volteo hacia donde venía la voz, un chico de unos 20 años estaba de pie junto a la puerta, con un cabello rizado, mandíbula marcada, nariz perfilada y una piel blanca. A pesar de no ser tan grande como Lord Cregan, claramente tenía un gran porte y aura. No podía ser otro que el rey Jacaerys Targaryen.
── Sí, soy yo... ── respondió ella, intentando sonar más segura de lo que se sentía en realidad. Se obligó a mirarlo a los ojos, pero lo que vio allí fue un vacío que la asustó.
Jacaerys se acercó un poco más, manteniendo una postura erguida. ── He escuchado sobre ti y sobre cómo reclamaste a Caraxes ── dijo, sin ninguna emoción en su voz. ── Es un dragón poderoso.
A pesar de ser frío, no parecía grosero, su voz era fuerte pero su actitud no parecía burlona, solamente seria. Apreté mi mandíbula forzando a qué mis dientes no temblaran.
── Yo no lo necesito, pueden quedarselo... Yo quiero volver a Driftmark ── La mirada del rey aunque seria, era incredula.
── Un dragón no es una moneda de cambio. Un dragón hace un lazo y no se romperá hasta que alguna de las dos partes muera ── Dijo el castaño. El sabía lo que era una conexión con su dragón, Vermax era su dragón y sabía que jamás podría desvincularse de el.
── Pero no lo necesito... Ni siquiera sé porque estoy aquí ── Ella mintió, Cregan le había dicho que se casaría con el rey pero eso era algo que ella no quería creer y era casi imposible, una bastarda mancharía la dinastía pura Targaryen.
Jacaerys miro por unos segundos a la chica sentada en la cama, un vestido dorado, un tocado en su cabello y aunque ella no parecía creyente, un pequeño dije de la Fé de los Siete se encontraba colgando en su cuello. La piel muy blanca y una belleza que resaltaba por si sola, cabello rubio sucio, casi blanco. La belleza valyria claramente estaba presente en su sangre.
Él soltó un suspiro y habló.── Serás legitimizada como parte de la dinastía Targaryen, tu apellido será Fyrebrand ── La chica lo miraba confundida e intimidada.
── ¿Legitimar? ¿Es darme un apellido?
── No serás más una bastarda, sino que una Lady, vasalla de la casa Targaryen, producto de un matrimonio de Mysaria y Daemon, serás su hija legítima ── Kaela jamás pensó escuchar esas palabras, sus ojos estaban atónitos en los oscuros de Jacaerys, el cual aún seguía erguido dando esas palabras. ── Y posteriormente una reina
── ¿Una reina? ── Ella soltó una risa irónica.
── Una reina... ── Respondió, con la expresión estoica. Unos segundos mirándose cuando Jacaerys bajo ligeramente su cabeza hasta estar algo más cerca de la chica ── Serás mi esposa... Solo mi esposa, tendrás a los herederos que el reino necesita y nada más... Es un mero contrato, lo tendrás todo, luego de haber herederos.
Él parecía tranquilo, pero su voz se volvió más baja, más rasposa, casi como si cada palabra le supiera amarga. Trago saliva y miro a la puerta, confundida por toda la situación. Jamás entendería la obsesión de los Targaryen por mantener su sangre pura, convirtiendo a todos en unos incestuosos.
Ella de verdad no quería esto, no lo quería...
Hola camaradas, actualice porque es de lindas actualizar (todas somos lindas 💋)
Quiero ponerle metas a esto. Quisiera que este capítulo llegara al menos a los 30 votos para actualizar.
NO SE OLVIDEN DE COMENTAR, POR FAVOR QUE NO CUESTA NADA Y VOTEN, MUCHO MUCHO.
Con amor,
CAMI ❤️❤️
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