⤹ · .˚🌤️ ⋆。˚ 01. ❛ 𝖠 𝗊𝗎𝖾𝖾𝗇? ❜
i. ¿UNA REINA? 🧚🏻♀️
Desde la danza nada había sido igual, todo era más sombrío y las ganancias eran mucho menos, como si el pueblo estuviera deprimido totalmente, el peor destino era el de los vagabundos, más él de Kaela que era la unica mujer que encontraba un refugio en laa peligrosas calles de Marcaderiva.
Ella siempre había sabido que era una semilla de dragón, que su padre era el gran príncipe canalla, Daemon Targaryen. El cual la había conocido y aunque no la rechazó, su vida no era apta para tener una bastarda. Al igual que Mysaria, no quería exponer a su hija al ambiente de esa profesión, no quería que acabara en eso.
Marcaderiva no la acogió bien cuando llegó, los primeros días con esa familia fueron oscuros, la señora de esa casa la hacía dormir en el patio de la casa con una sábana de seda, mientras ellos mismos se bañaban del dinero que Mysaria había dejado.
Su vida fue de mal en peor, desencadenando sucesos desgarradores como los maltratos físicos y ya de plano tirarla directamente a la calle por mucho tiempo, hasta que su madre la visitara de nuevo, una rutina que parecía interminable. Hasta la danza, la cual de por sí la dejó sin nada, sin madre y sin padre. Nada, una simple bastarda sola por el mundo.
Kaela caminaba por las calles empedradas de Marcaderiva, sintiendo cómo el viento fresco de la tarde le acariciaba el rostro. La ciudad estaba en un bullicio constante, pero ella se sentía como un fantasma, invisible entre la multitud. Había pasado varios días sin comer adecuadamente, y su estómago rugía como un dragón hambriento.
Mientras se movía entre los puestos del mercado, su mirada se posaba en los colores vibrantes de las frutas y verduras frescas. El aroma del pan recién horneado llenaba el aire, tentándola a acercarse. Sin embargo, sus manos estaban vacías; no tenía dinero para comprar nada.
Decidida a encontrar algo que llevarse a la boca, Kaela decidió aventurarse por un lado menos concurrido del mercado. Allí había un pequeño puesto de un anciano que vendía quesos y embutidos. Ella sabía que muchos solían dejar caer algunos restos al final del día. Con un poco de suerte, podría encontrar algo para saciar su hambre.
Mientras buscaba entre los desechos del puesto, escuchó risas y voces animadas detrás de ella. Un grupo de niños jugaba a atrapar una pelota desgastada, corriendo y riendo sin preocupaciones. La imagen le trajo una punzada de nostalgia; ella también había sido una niña feliz en esos días lejanos antes de que todo cambiara.
De repente, mientras se agachaba para mirar en una caja vacía, notó un brillo en el suelo. Era un pequeño trozo de pan duro que alguien había dejado caer. Con una mezcla de alivio y gratitud, lo recogió y lo guardó en su bolsillo. Aunque no era mucho, era suficiente para calmar su hambre por un tiempo.
Con el pan asegurado, Kaela decidió explorar un poco más la ciudad antes de regresar a su refugio. Se adentró en una calle lateral que nunca había visto antes. Las casas estaban decoradas con flores marchitas y las ventanas estaban cerradas con tablas. El ambiente era sombrío, pero algo en ella la impulsó a seguir adelante.
A medida que avanzaba, escuchó un suave murmullo que provenía de un pequeño jardín al final de la calle. Curiosa, se acercó y vio a una mujer mayor cuidando sus plantas. La mujer levantó la vista y sonrió al ver a Kaela.
── ¿Buscas algo, querida? ── Preguntó con voz suave con una sonrisa cálida.
Kaela dudó por un momento pero luego se sintió atraída por la bondad en los ojos de la anciana. ── Solo... explorando ──, respondió tímidamente.
La mujer asintió comprensivamente y le ofreció algunas hierbas frescas que había cosechado ese día ──Toma esto; son buenas para el estómago. ── Con esa misma sonrisa que no había visto desde hace mucho, acepto las flores. Desde hace un tiempo no sentía calidez en su corazón, nunca creyó haberla sentido realmente. Solo recordaba el dolor causa por todas las muertes en Westeros.
── Cuídate niña, eres muy hermosa y grandes cosas te esperan ── La sonrisa de los labios en la señora se extendieron, Kaela asintió bajando la mirada algo apenada por no encontrar las palabras.
── Gracias señora, es usted muy amable.
A medida que avanzaba por las calles solitarias, sintió una extraña mezcla de esperanza y soledad. Sin darse cuenta del tiempo que había pasado, llegó hasta una colina donde podía ver toda Marcaderiva extendiéndose ante ella. El sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo con tonos dorados y púrpuras. El puerto abajo con algunos pescadores dado a que ya anochecía.
Un ruido de alas empezó a oírse por el cielo, las nubes escondían algo gigante, que se sentía a kilómetros de distancia. El único dragón que volaba a Marcaderiva era Tyrax o Vermax, así que fue extraño cuando un dragon rojo se asomo por el cielo con su largo cuello, dejando a todos confundidos poe su parecido con Caraxes. Debe ser porque era Caraxes.
Con el rugido resonando en sus oídos, el instinto de supervivencia tomó el control. Sin pensarlo dos veces, dio la vuelta y comenzó a correr hacia el bosque que se extendía detrás de la colina. Los árboles altos parecían susurrar secretos mientras las hojas crujían bajo sus pies, como si el propio bosque la animara a seguir adelante.
El aire fresco le golpeaba el rostro, y cada paso que daba era una mezcla de adrenalina y terror, una de sus manos tomaba el trozo de pan en sus bolsillos. Miró hacia atrás una vez, solo para ver la sombra de Caraxes surcando el cielo, sus alas enormes cortando el aire con un sonido ensordecedor. El miedo se apoderó de ella; no podía permitir que ese monstruo la atrapara.
Las ramas se entrelazaban sobre ella como un manto protector, pero también como un laberinto que dificultaba su escape. Se adentró más en la espesura, donde la luz del sol apenas podía penetrar. Cada sombra parecía alargarse, cada ruido del bosque sonaba más amenazador. El canto de los pájaros se había silenciado, como si todos los seres vivos supieran que un depredador acechaba en las alturas.
Corrió sin rumbo fijo, confiando en que su instinto la llevaría a un lugar seguro. De repente, un tronco caído apareció frente a ella; saltó por encima de él con agilidad, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza en su pecho. La brisa traía consigo el aroma a tierra húmeda y hojas secas, un recordatorio de que estaba viva y debía luchar por continuar.
Mientras se adentraba más en el bosque, comenzó a escuchar un sonido distinto: el crujir de las ramas detrás de ella. No era solo el eco del dragón; había algo más. Se detuvo un momento para escuchar mejor, tratando de calmar su respiración agitada. El sonido se acercaba cada vez más, como si algo o alguien estuviera persiguiéndola. Por su mente ni siquiera pasaron los pescadores que trataban de ayudarla.
Sin embargo, no podía detenerse a investigar. Con renovada determinación, continuó corriendo, zigzagueando entre los árboles para confundir a su perseguidor. Las raíces sobresalientes amenazaban con hacerla caer, pero su mente estaba enfocada en una sola cosa: sobrevivir.
Finalmente llegó a un claro donde la luz del sol iluminaba todo a su alrededor. Se detuvo por un instante para recuperar el aliento y observar si había alguna señal del dragón o de lo que pudiera estar tras ella. Pero lo que vio la dejó sin aliento: en medio del claro había una antigua piedra tallada cubierta de musgo, con símbolos extraños grabados en su superficie.
Era su única esperanza; quizás esa piedra guardaba algún poder ancestral que podría ayudarla a enfrentar lo que se avecinaba. Sin embargo, justo cuando iba a acercarse para examinarla más de cerca, escuchó ese rugido otra vez-más cercano esta vez-y supo que no tenía tiempo que perder.
Con el rugido de Caraxes resonando en su mente, Kaela sintió que cada latido de su corazón era un recordatorio de lo frágil que era su vida en ese momento. Sabía que Caraxes no era un dragón cualquiera; había sido el dragón de guerra de Daemon Targaryen, conocido por su ferocidad y su imponente presencia en el campo de batalla. La leyenda del dragón y su jinete había viajado a través de generaciones, y ahora, ver a esa criatura majestuosa volar sobre ella era una pesadilla hecha realidad.
Al llegar al claro, la piedra tallada parecía brillar con una luz tenue, como si respondiera a su desesperación. Sin pensar en las consecuencias, se acercó rápidamente, sus manos temblorosas recorriendo los símbolos grabados en la superficie. Eran antiguos, llenos de historia y poder, un eco de tiempos pasados donde los dragones y los hombres coexistían en un frágil equilibrio.
Sin embargo, el estruendo cercano de Caraxes hizo que se diera cuenta de que no tenía tiempo que perder. Justo cuando estaba a punto de girar sobre sus talones para escapar, el dragón aterrizó frente a ella con un golpe ensordecedor. Sus escamas relucían bajo la luz del sol poniente, y sus ojos amarillos la miraban con curiosidad y desafío.
Ella sintió un escalofrío recorrer su espalda mientras el dragón se acercaba lentamente. Pero en lugar de dejarse dominar por el pánico, algo dentro de ella comenzó a despertar. Recordó las historias sobre los jinetes de dragones: aquellos que no solo domaban a las bestias, sino que forjaban un vínculo inquebrantable con ellas.
Con una mezcla de valentía y determinación, la rubia levantó la vista hacia Caraxes. ── ¡No tengo miedo de ti! ── Exclamó con fuerza. Las palabras resonaron en el claro como un eco poderoso. El dragón se detuvo, sorprendido por la audacia de la joven.
Caraxes inclinó su cabeza hacia ella, observándola detenidamente. En ese instante mágico, sintió cómo una conexión indescriptible comenzaba a formarse entre ellos. Con cada latido del corazón del dragón, sentía como si le estuvieran hablando sin palabras. Ella no hablaba alto valirio, pero el la entendía perfectamente.
Extendió su mano hacia él, y para su asombro, Caraxes bajó aún más la cabeza. Sus labios temblaron ligeramente, no entendía lo que había sucedido, ¿Un dragón herido y con marcas de guerra la había buscado para que ella lo reclamara?
Sentía como su sangre se calentaba y Caraxes refunfuñaba con particular rugido, su cuello rojo estaba lleno de cicatrices, la más insignificante persona en Westeros se enteró que Daemon y Aemond Targaryen murieron junto a sus dragones en el "Ojo de los Dioses" haciendo que esto fuera casi imposible.
Pronto varios pescaderos se acercaron sigilosamente a ambos, haciendo que Kaela los mirara con nervios, ellos estaban sorprendidos por la escena ── ¡No te le acerques mucho! ── Gritó un pescador moreno mientras se acercaba lentamente a ella. El cuello de Caraxes se dobló hasta el haciendo que retrocediera.
── No se lo que ha sucedido... Pero creo que lo he reclamado... ── Murmuró la bastarda lo suficientemente alto para que ambos hombres la escucharán y se sorprendieran mucho más.
﴾🩸﴿
La noticia no tardó en llegar a King's Landing, dandole una sorpresa al pequeño consejo, trataron que el rumor no se extendiera más de lo que ya contaban por ahí.
El rey joven entro por la gran puerta del consejo, con su porte recto y rizos perfectos, en la danza había crecido considerablemente en estatura y compostura, su expresión parecía sería siempre mientras miraba interrogativo a los hombres del consejo. Todos se inclinaron lentamente mientras el llegaba a sentarse en su silla.
La mesa se mantuvo en silencio perpetuo mientras trataban de medir sus palabras, intentando encontrar las perfectas ── Buenos días, mi rey ── Dijo su mano primero, Cregan Stark sentando a su lado mientras que toda la junta lo miraba.
── Buenos días, Lord Cregan. Mis Lores ── Dijo el con una pequeña sonrisa, con la mirada aún fija en su esfera, tensó su mandíbula antes de hablar ── ¿Alguien me quiere explicar cómo es eso de que Caraxes está vivo y alguien lo ha reclamado? Creí que habían encontrado su esqueleto incluso.
── Sí, mi rey. Sucede que...- ── El gran maestre comenzó a hablar antes de que Jacaerys lo cortará.
── ¡No hay explicaciones! ¡Una semilla tiene un dragón de guerra! Solo causará problemas ── Su mirada ahora estaba centrada en los hombres del consejo que parecían encogidos en sus asientos.
La tensión en el consejo se hacía palpable. Jacaerys, con su voz llena de frustración, se levantó de su asiento, su mirada ardía con determinación. ── Si Caraxes ha sido reclamado por una bastarda, eso significa que hay un nuevo jugador en el tablero. Y no podemos permitir que eso ocurra sin una respuesta.
Cregan Stark miró a Jacaerys con una mezcla de preocupación y curiosidad. ── Debemos entender la situación antes de actuar. No sabemos quién es esta joven o cuáles son sus intenciones. A veces, los aliados más inesperados pueden ser los más valiosos.
── Pero también pueden ser los más peligrosos ── interrumpió un Lannister, sus ojos brillando con desconfianza. ── Los dragones son armas de destrucción masiva. Si ella tiene control sobre Caraxes, podría desestabilizar todo el reino. Westeros no aguanta otro ataque, así sea el más mínimo.
La mandíbula del rey parecía tan tensa y temblorosa que todos estaban nerviosos ── ¿Acaba de morir la reina y ya hay otra crisis? ¿Acaso en Driftmark no vieron cuando estaba un dragón rojo? ¡Solo quedan 5 dragones aparte de este que acaba de aparecer!
── Tiene razón mi señor. ── Dijo Lord Cregan mientras se enderezaba en su silla ── Pero creo que hay una solución para esto y que no se extienda por el pueblo ── Cregan asintió lentamente, una idea tomando forma en su mente. ── Si queremos asegurar la estabilidad del reino y a la vez mantener la legitimidad de nuestra línea de sangre, podríamos considerar una opción más audaz ── comenzó, mirando a Jacaerys con determinación. ── Podríamos legitimar a esta joven como parte de la familia real y... casarla con usted.
El consejo se quedó en silencio, procesando la sugerencia. Hacia una luna la reina Baela había fallecido de parto y el dolor por la muerte de su esposa seguía vigente en el corazón de Jacaerys, ella era la única que lo comprendía profundamente.
Un Lannister frunció el ceño, claramente escéptico. ── ¿Legitimar a una bastarda? Eso podría causar un revuelo en todo Westeros. La nobleza jamás aceptará que alguien fuera de la sangre "pura" ocupe un lugar en nuestra casa.
── Pero piensa en las implicaciones ── continuó Cregan, su voz firme. ── Si ella tiene control sobre Caraxes, podríamos canalizar ese poder a nuestro favor. Al legitimar su linaje, no solo aseguramos su lealtad, sino que también fortalecemos nuestra posición frente a otras casas que podrían ver esto como una oportunidad para desafiar nuestro dominio.
Jacaerys se cruzó de brazos, su mirada fija en el suelo mientras reflexionaba sobre la propuesta de Cregan. ── Legitimar a una bastarda... ── dijo finalmente, su voz cargada de dudas. ── No puedo evitar sentir que esto va en contra de todo lo que hemos defendido como Targaryen. La pureza de nuestra sangre ha sido un pilar fundamental en nuestra historia.
El mismo sabía que su legitimidad siempre había estado en duda, pero el se consideraba totalmente un Targaryen y Velaryon, no un Strong. Ninguno de sus padres le hizo creer eso jamás.
Cregan no se amedrentó ante la resistencia del rey. ── Lo sé, Jacaerys, pero estamos en un momento crítico. La legitimación podría beneficiarnos, sería una casa vasalla de los Targaryen y así tendríamos sangre pura en el trono.
El señor Lannister relamió sus labios no convencido ── No es beneficioso
── En realidad... ── Comenzó a hablar el maestre mientras miraba al rey, que parecía más tenso al hablar del tema sobre el matrimonio ── Sería la sangre Targaryen mas pura que podríamos tener por el momento; ella es la primera bastarda del principe canalla y gusano blanco, una mujer con ascendencia valyria...
Jacaerys se pasó una mano por el cabello, sintiendo la presión de la situación. ── Pero, ¿qué mensaje enviaríamos al resto del reino? ¿Acaso no estaríamos creando un precedente que podría ser utilizado en nuestra contra? La nobleza nunca aceptará que alguien fuera de nuestra línea directa ocupe un lugar en el trono.
── A veces, las decisiones más difíciles son las que traen los mayores beneficios ── insistió Cregan con determinación. ── Si la legitimamos, te podrás casar con ella y habrá herederos para el pueblo. Un dragón más y una casa que posiblemente nos ayudará en un futuro.
La sala estaba llena de murmullos mientras los consejeros intercambiaban miradas. Jacaerys sintió el peso de sus palabras y, aunque le costaba aceptar la idea, sabía que tenía que pensar en el futuro del reino. Estaba resignado a casarse con una bastarda, vagabunda, una aventura de unas noches y tirada por ahí. Una mujer que no merecía un dragón.
Luego de las traiciones de Ulf y Hugh los bastardos habían sido totalmente despreciados para él, Joffrey odiaría la idea de que su hermano se casara con una bastarda
── Ella es una bastarda y es imposible su legitimización. ¿Cómo justificariamos si nacimiento? ── Pregunto Jacaerys poniendo sus manos sobre la mesa, el septon que no se había pronunciado luego de mucho tiempo, seguramente se debatía sobre lo que estaba bien y mal; habló levantando su mano
── Un matrimonio anulado de Mysaria y Daemon, dónde haya nacido ella ── Respondió el septon, Gusano blanco y Daemon jamás se habían casado, Pero era la lógica que estaba llevando el consejo, documentos en los que se pueda legitimar para poder volver a una bastarda reina.
Jacaerys relamió sus labios y luego los apretó. Su cabello rizado revoloteaba por la brisa del viento, en su mente había muchas dudas sobre lo que quería hacer y lo que debía hacer.
Jacaerys se sintió atrapado en un torbellino de emociones que lo consumían. "¿Por qué debería considerar a esa bastarda?" pensó, apretando los puños sobre la mesa. "Ella no es más que un recordatorio de las debilidades de mi familia, de las traiciones que han manchado nuestro linaje." Su mente viajaba a los rostros de Ulf y Hugh, esas serpientes que habían traicionado todo lo que representaba.
── Legitimizarla sería una afrenta a la pureza de la sangre Targaryen ──, reflexionó con desdén. ── ¿Cómo podría el reino aceptar a alguien así en el trono? La gente murmura ya sobre la debilidad de nuestros gobernantes; no puedo permitirme ser el blanco de sus burlas. ── La imagen de Joffrey, con su rostro enrojecido de ira al enterarse, le atravesó la mente como un rayo.
Pero había algo en su interior que no podía ignorar. ─¿Y si ella es más fuerte que todos nosotros? ¿Y si su vida ha forjado un carácter que nosotros hemos olvidado?─ Esa idea lo irritaba. ── No quiero una reina cuya sangre esté manchada. No quiero una historia más de traiciones y escándalos.
La voz del rey salió grave y con claridad pero algo dudativa. El se levantó de la silla, su mente parecía un caballo de lo rápido que corría, los pensamientos malos y horribles lo invadieron. Sus hermanos llorando por su madre mientras el no podía hacer más nada
Sin embargo, la presión del consejo y la necesidad de asegurar el futuro del reino pesaban sobre sus hombros como una cadena. ── Si no actúo ahora, todo lo que he luchado por proteger se desmoronará. ¿Qué opción me queda? ¿Seré recordado como el rey que dejó caer el reino por orgullo?
Finalmente, con un suspiro pesado, se obligó a aceptar la realidad. ── Si debo casarme con ella para mantener la paz y asegurar el futuro, así será.
Primer cap, aquí con sueño. Ojalá les guste y puedan comentar para yo seguir haciendo estos fanfics.
Les agradezco el apoyo y gracias, BYE.
── LOS QUIERE, CAMII
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