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El evento había empezado.

Seungmin ayudo a las cocineras a terminar de ordenar las cosas para que luego todas ellas pudieran ir a cambiarse para el baile. Ellas se encontraban muy emocionadas y charlaban entre todas lo mucho que esperaban que esa noche fuera inolvidable, ya que era la primera vez que los miembros de la realeza y el pueblo convivían juntos sin distinción.

— Mi vestido es hermoso, no puedo esperar a usarlo.

Somi asintió emocionado guardando las ollas. — El mío igual, Chungha noona y Nana se lucieron bastante — ella se giró a ver al pelirrojo que limpiaba los vasos y los ponía sobre una bandeja para que los mayordomos la llevaran al salón principal. —. ¿Cómo es tu traje Seungmin?

— Como un traje cualquiera. — respondió tranquilo.

Somi y Sumi se acercaron a él rápidamente una vez que terminaron. — ¡Dinos! ¿de qué color es?

— De un color.

— ¡Seungmin!

— ¡Señor Víctor he terminado!

El señor Víctor abrió las puertas en cuestión y una fila de cinco chicos bien vestidos aparecieron con la cabeza en alto y un brazo detrás de su cintura.

Cada uno tomó una bandeja y luego salieron al mismo tiempo, como si estuvieran marchando. Víctor los vió alejarse hacia el salón y luego miró a las cocineras con emoción.

— Estos son mis aprendices, ¿no son preciosos? ¡aprenden tan rápido!

El hombre se veía emocionado. Todos rieron y asintieron en su dirección, dejando que se marchara. Una vez que lo hizo las muchachas corrieron a la segunda puerta de la cocina que las llevaba al pasillo de sus habitaciones, apresuradas para poder asearse y cambiarse.

Seungmin se quedó solo en la cocina, mordiendo su labio inferior y caminando en círculos sobre su sitio.

Se sentía nervioso, era cierto. 

Hoy podría ser un gran día o un completo desastre. 

No sabía con qué clases de Reyes se encontraría. Había conocido muchos peligrosos con los que no se quería volver a encontrar, pero tal vez estarían ahí. 

— No te preocupes, solo quédate cerca de Hyunjin — se convenció a sí mismo mientras se sería una vaso de agua y lo tomaba de un solo trago. Lavó el vaso y lo volvió a dejar sobre la alacena. —. Ya firmaste el contrato y el también lo hizo. Es legal.

Cuando el Rey adquiere un Arlequín se realiza un contrato entre ambos, donde el Arlequín le prometía fidelidad al Rey y un permiso para que este tuviera poder sobre sus acciones. Se supone que ese contrato debieron hacerlo al día siguiente de que fue encerrado en su habitación, pero Hyunjin jamás se lo pidió y ya sabía porque. Él en realidad no lo quiso como su Arlequín solo quería mantenerlo ahí para protegerlo de otros Reyes que de seguro no serían tan benevolentes con él si osaba escapar. Pero Seungmin, claro, no habría podido imaginar eso cuando recién llegó y prácticamente empujó a Hyunjin a que lo tomara como Arlequín cuando le reclamó que de seguro solo lo quería como un trofeo para mostrar a otros. 

Aunque eso ya es pasado. Hoy habían firmado ese contrato con la fecha del día en el que Seungmin llegó al Castillo para no levantar sospechas. Y luego hicieron otro donde Hyunjin como su amo le otorgaba la libertad de su trabajo.

Solo el amo podía liberar al Arlequín de su trabajo. Ya sea que este se lo pidiera o no. En cuanto esto pasaba el antiguo Arlequín no podía volver a ejercer ese labor con ningún otro Rey porque la promesa de fidelidad no podía ser olvidada. 

Salió de la cocina en dirección a su habitación para cambiarse. Pero cambió su rumbo rápidamente hacia el cuarto de los niños para ver como iban a ellos.

Al llegar vió al señor Jungkook ya vestido, se encontraba ajustando la corbata de Soobin y peinando sus cabellos ligeramente hacia un lado.

— Buenas noches.

Jungkook se giró a verlo sonriente. — Hola Seungminnie — su ceño cambió a una fruncido. —, ¿por qué no estás vestido?

— En un momento me cambio, solo quería venir a ver como van los niños.

— ¡Perfecto! ¡mira a Hyuka!

Ambos buscaron con la mirada al menor pero este no saltó a la vista en ningún momento.

— ¿Hyuka?

Beomgyu señaló el armario mientras se miraba en el espejo, arreglando su camisa y cabello. Seungmin se acercó a él y puso la camisa dentro de sus pantalones para luego ver su cabello.

— ¿Te peinarás tú?

Beomgyu negó. — Mamá va a venir en un rato, ella me peinará. — Seungmin asintió y lo dejó esperando a Chungha noona.

Fue hasta el armario y tocó la puerta dos veces.

— ¿Hyuka? ¿no vas a salir?

La respuesta fue inmediata. — No.

— ¿Por qué no?

Hubo un pequeño silencio antes de que Hyuka abriera la puerta ligeramente, asomando uno de sus ojitos.

— Me da vergüenza...

Seungmin rió ligeramente ante su tono enfurruñado. Era adorable.

— ¿Por qué te da vergüenza?

— No se... pero no quiero que todos me vean así.

El pelirrojo tarareo pensativo. — Nuestros trajes son casi iguales, ¿que te parece si salimos juntos? así nos mirarán a los dos. 

Kai abrió un poquito más la puerta, dejando su cabeza fuera.

— ¿Me lo prometes?

Asintió rápidamente. — Estás listo, solo espérame aquí, vendré e iremos juntos al salón. ¿Bien?

Kai asintió y salió por completo del armario. Su traje era de color rojo, con pequeños bordes negros en el cuello, unos zapatitos y un collarín del mismo color que los bordes. 

Jungkook chilló al verlo y fue rápidamente a llenarlo de elogios y besos.

Entonces se giró hacia su hijo mayor y habló con convicción. — Lo quiero como yerno. 

El niño giró a mirar a otro lado y se hizo el desentendido, distrayéndose con cualquier otra cosa.

Seungmin rió y le dió dos pulgares arriba a Kai y salió de la habitación de los niños para ir a la suya y cambiarse de un vez.

Cuando terminó se arregló ligeramente el cabello, viendo si lo dejaba hacia adelante, lo separaba hacia un lado o lo partía a la mitad. Al final se decidió por partir una línea a la mitad, y así listo salió a buscar a Kai. 

El lo estaba esperando en la puerta de la habitación de los niños. El señor Jungkook y Chungha noona estaban ahí también, cada uno con sus niños a cargo.

Tomó la mano de Kai cuando este se la extendió en su dirección.

— ¿Listo? — Hyuka asintió lentamente. — no te preocupes, te ves muy guapo, si todos te miran es porque quedarán asombrados con tu belleza.

— Y tú no te quedas atrás, ¿trajes a juego? — molestó Chungha divertida — ¿que ha dicho Hyunjin con que pretendas a su hijo? 

Seungmin sonrió orgulloso. — El no se opondrá, pero temo más por Soobin. 

— ¡Usted es muy mayor! — reclamó Soobin.

Los adultos rieron por la muestra de celos. — La edad son solo número Soobin. — lo molestó Seungmin.

El niño se cruzó de brazos con el ceño fruncido. — Y el calabozo solo una habitación. 

El pelirrojo rió esta vez con nerviosismo y declaró que avanzaran. Así lo hicieron, molestando de vez en cuando a los niños. 

Una vez llegaron a las escaleras fue inevitable que una que otra cabeza volteara a verlos. Las escaleras se encontraban en el medio del salón y quienes bajaran de esta era porque pertenecían al Castillo aunque nadie sabía exactamente si eran de la familia Real u otra cosa. Fuera lo que fueran para los ciudadanos eran importantes.

Avanzaron por el salón, saludando a algunas figuras conocidas hasta que llegaron a Somi, Sumi y Miriam.

— ¿Saben donde está mi esposo? 

— El duque de Hweslot lo ha tomado. 

— ¿¡Minho está aquí!?

Seungmin frunció el ceño escuchando curioso. — ¿Quién es Minho?

— Ese soy yo — Hyuka se rió cuando saltó repentinamente frente a la voz divertida detrás de él. —. Mucho gusto, soy Lee Minho. — se presentó el hombre cuando Seungmin por fin volteó a verlo.

Taehyung puso su brazo alrededor del hombre. — Seungmin, este es mi amigo Minho, duque del Reino del Este. 

El pelirrojo inclinó la cabeza ligeramente. — Un placer señor Lee, soy Kim Seungmin.

— El placer es mío.

Jungkook saltó hacia adelante, tomando a Minho del cuello y zarandeándolo. 

— ¡¡Donde está!! ¡dime donde lo tienes escondido!

— Jungkook ya basta.

— ¡¡Dime secuestrador de niños!!

— Jungkook soy solo dos años menor que tú. 

— ¡Jisung!

El señor Lee casi cae de espaldas cuando el señor de Kim lo empujó con relativa fuerza para pasar de él y correr hasta los brazos de un chico peli rubio de ojos color miel claros. 

Seungmin apuntó al chico, Miriam hizo que bajara su mano. 

— Es el hermano de Jungkook. 

— ¿¡Hermano!?

— Hermanastro, el papá de Jisung lo adoptó cuando él estuvo en Hweslot, le dió educación y un techo. En el tiempo que estuvieron de vacaciones fueron allá a visitar a Jisung y su esposo, el duque Lee. 

— Oh...

Eso explicaba lo cariñoso que se mostraba el señor Jungkook con el muchacho. No lo soltaba para nada y caminaban juntos así, con Jungkook rodeando el cuello del peli rubio con sus brazos. 

— Bien, hay que disfrutar de esta fiesta. Quiero probar esos bocadillos que hizo Nana. — Chungha fue rápidamente a la mesa de aperitivos, siendo seguida por los niños sin dudar.

Seungmin vió divertido como Hyuka corría para llegar primero, olvidándose de él.

Supuso que estaría bien sin él, por lo que empezó a caminar mirando los alrededores. Pudo vislumbrar a Chan y Jeongin en la entrada, con la vista al frente y portando trajes en ves de armaduras. Se preguntó porqué.

Así que fue a preguntarles.

— No pudiste ignorarnos, ¿verdad? — negó hacia la pregunta de Chan. Ya acostumbrado a su habitual tono hostigado. — las armaduras son pesadas. Si alguien nos necesita solo nos estorbarían. 

— Creí que las armaduras eran para protegerlos.

— No estamos en la guerra.

— Además nos queda mejor los trajes. — Jeongin elevó su cabeza destilando vanidad.

Seungmin sonrió de lado. — Si, mas o menos.

Jeongin lo fulminó con la mirada. El pelirrojo le sacó la lengua y luego se giró para seguir paseando por los alrededores.

Entonces llegó a tiempo para ver a Ivette bajar por las escaleras, portando un hermoso vestido largo de manga corta, con escote de corazón y guantes largos color blanco. Ella traía el cabello suelto, amarrado solo en una media cola.

Se veía hermosa, todos empezaron a susurrar al verla.

Seungmin que estaba cerca de un grupo de mujeres jóvenes y mayores que pertenecían al pueblo no pudo evitar escuchar de lo que hablaban.

— Ella se ve como una princesa... — dijo una de las mayores.

Otra de vestido violeta oscuro asintió. — Así es... tal vez es la novia del Rey.

— ¿Tú crees? ¿qué tal si es su esposa?

— No seas tonta, si fuera su esposa habría habido una celebración. Quizás están comprometidos pero aún no se casan.

— Oh ya veo... ¿creen que ella sea una buena Reina?

— No puedo saberlo con solo mirarla, pero me crea esa ilusión. 

— Ella solo es una invitada del Castillo. 

Realmente no pudo evitarlo. En cuanto esas palabras salieron de sus labios se arrepintió en el instante, ni siquiera pudo pensar en porque lo dijo, solo podía ver asustado la mirada del grupo de chicas que lo observaban atentas.

Una de ellas dió un paso hacia él. — ¿Quién es usted? — preguntó sin tapaduras. — creo que lo ví bajar del segundo piso también, ¿es acaso familiar del Rey?

— Ah... yo- yo soy-

— Arlequín de medianoche.

Mierda.

Se giró tan rápido como escuchó ese título, encontrando a tres Reyes parados ahora frente a él. Los conocía, el primer Rey con el que trabajó, el Rey del cual más le costó escapar y el último al que visitó antes de llegar a Heeglof. 

Estaba en serios problemas.

— Eh- no, ese- ese era ¡si! ¡era yo! pero ya no más. Soy solo-

— Un charlatán mentiroso, escapaste de nosotros ¡tus reyes!

— ¡No firme nada con ninguno!

— ¡Dijiste que serías nuestro Arlequín! ¡te burlaste de nosotros!

— ¡Dije que lo sería solo hasta la medianoche!

Para ese entonces ya todos tenían su atención puesta en ellos. Seungmin empezaba a temblar por cada paso que los Reyes daban hacia él.

Ivette apareció entonces, poniéndose en medio de él y los Reyes invitados.

— Caballeros, por favor, mantengamos la compostura. No pueden lanzarse los tres sobre el señor Seungmin.

Seungmin suspiró aliviado de que Ivette interviniera, ellos parecían ahora atentos a lo que ella decía.

Iba a agradecerle, pero entonces Ivette volvió a hablar.

— Solo uno puede quedarse con él, lo saben.

¡Eso no ayudaba! ¡lo empeoraba!

— ¡Me pertenece!

— ¡Vino a mi primero!

— ¡Se quedó más tiempo conmigo!

Seungmin quiso escapar, pero fue apresado por tres guardias, suponía que cada uno de parte de uno de los Reyes.

— ¡Escúchenme! — exclamó. Estaban haciendo un tremendo escándalo y no podía estar más avergonzado. — ¡¡Escúchenme Reyes idiotas!!

Los tres monarcas giraron a verlo molestos en cuanto escucharon el insulto.

Seungmin respiró agitado. — ¡Ya no soy Arlequín! ¡mi amo me ha liberado!

— ¡Imposible! ¡tú nunca tienes amo!

— ¡Lo tengo! ¡firmé un contrato con él, soy suyo! — dijo con desesperación. Empezaba a sentirse presionado cuando notó que todos los invitados en el baile los encerraban en un círculo, sentía que le faltaba el aire.

Ivette tarareo pensativa. — ¿Entonces vas a casarte?

Seungmin frunció el ceño, una pequeña capa de sudor cubría su frente. — ¿Q-qué?

— Una de las leyes para la derogación de un Arlequín es que si va a casarse el amo puede liberarlo de su trabajo pero no puede abandonar su fidelidad. Ya que puede ser vergonzoso para su familia que el hombre trabaje como Arlequín. 

Eso... esa ley había dejado de ser vigente hace mucho, antes era la única forma de que un Arlequín abandonara su labor. Ahora los Arlequín podían solicitar su libertad o el mismo amo podía dárselas si quisiera, sin necesidad de que se lo pidieran. 

— ¡Es cierto! 

Ay Dios... los ideales de Hyunjin parecían no llegar a otros Reinos. No pensó que todos siguieran en esa etapa del mundo, se supone que habían avanzado como sociedad, ¿qué les ocurría?

— Yo-

— El va a casarse.

El círculo se abrió, dándole pase a que Hwang Hyunjin entrara. Seungmin tragó al verlo. Asustado porque esto enojara a Hyunjin.

Aunque habían esperado algo como esto no creían que fuera a tal magnitud. Seungmin no podía lucir más abochornado por encontrarse siendo sujetado como un criminal por tres guardias. Creando una pelea entre tres reyes por él, se sentía... como un objeto que todos quieren, no como la persona que se suponía que era y que tenía voz para hablar.

Hyunjin miró fríamente a los guardias que lo sostenían.

— Suéltenlo. — ordenó. 

Los Reyes de los guardias dieron un paso hacia Hwang. — No lo dejaremos irse. — replicó uno.

Hwang no parecía contento con su respuesta. — El que da las órdenes aquí soy yo, y he dicho que lo suelten.

— Majestad, con todo respeto, usted no puede dar una orden a mi guardia. 

— Y ustedes no pueden inmovilizar a mi prometido. Podría considerarlo como una amenaza contra mi reino. 

— Pro- ¿prometido?

— Sueltenlo. — volvió a ordenar, esta vez con mucha más convicción. 

Los guardias acataron su orden luego de no recibir alguna señal de sus monarcas. 

Seungmin se quedó parado en su sitio, sin saber a donde ir exactamente, sin saber qué pensar.

¿Hyunjin había dicho que estaban... comprometidos?

— Pero él es un Ar-

— Él era un Arlequín, mi Arlequín, y como su amo lo he liberado siguiendo las leyes nuevas y antiguas, Kim Seungmin va a casarse, y lo hará conmigo. Por eso ya no es más un Arlequín y tengo el documento que lo comprueba. 

Se iba a desmayar ahí mismo, pero la Reina Nam le quitó el puesto.

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