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— ¿Cómo van sus heridas, señor Min?

Seungmin caminó con los niños hacia el salón principal para ver como iban las decoraciones para la fiesta de Navidad que no tardaría nada en llegar. Solo faltaban ocho días para la gran celebración.

— Están bien, ya no duelen. 

Eso era lo importante después de todo. Al final, el Rey se encargó de curar perfectamente sus heridas, lo tuvo vistiendo pantalones cortos por tres días hasta que la herida formó una dura coraza y dejó de doler lo suficiente.

Poco después esa coraza se fue cayendo poco a poco sin ayuda hasta que no quedó nada del accidente, solo una pequeña franja blanca en una de sus rodillas.

— El señor Víctor parece muy cansado. — señaló Kai mientras veía a través de los muros separados de la terraza del segundo piso. 

Beomgyu imitaba su posición viendo en su dirección mientras Seungmin se apoyaba sobre la terraza.

— Es seguro, todos tienen mucho trabajo y- — Seungmin entrecerró los ojos cuando dos cabelleras pequeñas llamaron su atención. — ¡Soobin, Taehyun! ¿Qué hacen?

Los niños en cuestión voltearon a observarlo y sonrieron en grande mientras elevaban la larga tela que sostenían.

— ¡Estamos ayudando a papá Tae! 

Seungmin y los niños corrieron hacia los menores animados.

— ¡Yo también quiero ayudar! — chilló Beomgyu — ¡Puedo llevar los jarrones!

— Ningún hijo de plebeyo se entrometerá en las decoraciones de esta celebración, yo-

— ¡Ay Reina Nam! ¡Que preciosa está! 

La mujer bufó cuando Jungkook la arrastró lejos de los niños, dando una suave seña con su mano para que continuaran con lo que querían hacer.

Seungmin sonrió agradecido con el hombre y se arrodillo frente a los niños.

— ¿Qué les parece si dejamos que Soobin y Tae terminen con las telas y nosotros vamos por las sillas?

— ¡Si!

Yongmi observó al hombre pelirrojo salir con los niños hacia la pila de sillas en fila del otro lado del salón. Inhaló tratando de calmarse antes de mirar al hombre frente a ella.

— Jungkook, eres un buen hombre querido, todos pueden verlo.

El educador parecía escéptico frente a la declaración aduladora de la Reina. — Gracias...

— Pero creo que podrías tener una mejor vida.

Su expresión se volvió una de total disgusto e incredulidad. No podía creer lo que la mujer osaba decir. — Reina Nam, tengo un excelente trabajo que amo, dos hermosos hijos ¡y vivo en el castillo! ¿qué mejor vida que eso?

— Sería una digna vida si consiguieras una esposa.

— ¡¡Tengo un esposo!! — gruño. Respiró profundo y se obligó a calmarse. — Soy feliz con lo que tengo, señora, si una vida digna es con una esposa entonces no la tengo, yo tengo una vida feliz y encantadora. Déjeme con eso porque es todo lo que necesito. 

Y se fue a grandes zancadas con el veneno de las palabras que quiso escupirle a la mujer atorado en su garganta.

Taehyung paró su paso cuando caminó por su lado. Lo tomó por la cintura y le hizo dar una vuelta hasta que sus manos estuvieron sobre el pecho del caballero.

— ¿Problemas de autocontrol? — preguntó picaron el más alto. Jungkook rodó los ojos antes de tomar el cuello de la camisa de su esposo y lo empujó contra él, aplastando sus labios con los suyos, reclamando un beso que le supo a calma. Al separarse Taehyung tenía una tonta sonrisa que contagió a Jungkook. — Me parece que eso es un si, ahora somos dos.

— No — negó al instante —, lo mío es leve, lo tuyo necesita medicina.

— Tú eres mi medicina.

— Y eres un sucio por eso.

— Sabes que te encanta.

Taehyung y Jungkook se acercaron a sus dos niños y recibieron la tela que estos les extendían. Jungkook tarareó mirando a sus costados.

— ¿Dónde se supone que tiene que ir esto?

Soobin señalo el techo. — La reina Nam dijo que los quería colgando de los muros superiores.

— ¿Ah sí? no me digas — ironizó el educador con una falsa sonrisa antes de girarse a su esposo. —. ¿Ella está loca? las escaleras no son tan altas.

— Ella siempre estuvo loca, amor. Pero veremos que hacer.

— El señor Min puede ayudarnos, el sube siempre allá arriba.

Los esposo giraron a ver a Taehyun. — ¿Cómo? 

Los dos menores asintieron volviéndose a señalar al joven pelirrojo que acomodaba las sillas en las mesas junto a Kai y Beomgyu. 

— El señor Min sabe subir a los muros superiores, lo hemos visto hacerlo muchas veces.

Asintieron hacia Soobin antes de acercarse al joven pelirrojo que suspiró luego de acomodar la última silla. Era una buena actividad para matar el tiempo ya que ese día los niños no tendrían clases. Así lograba mantenerlos en un solo lugar sin correr.

— Seungmin.

El Arlequín se giró hacia el duque Kim quien llegaba con sus dos hijos y su esposo. Y la extensa tela color rojo en sus manos.

— Ah señor Kim, ¿qué se le ofrece?

— ¡Alguien se va a morir hoy y creo que voy a ser yo! 

— ¿Podrías no gritar?

— ¡Voy a ser yo! 

Rodaron los ojos cuando su atención fue robada por los caballeros Yang y Bang, quienes cargaban estatuas blancas hacia el exterior del Castillo, a los caballeros les había tocado decorar la entrada y nadie estuvo contento.

Mucho menos Jeongin.

Taehyung carraspeó. — Si, verás, esta tela tiene que colgar de los muros superiores del salón, en una curva pero que no se noten los extremos — Seungmin asintió lento comprendiendo. —. Pero las escaleras no llegan hasta tan alto, y los niños me dijeron que sabes como subir.

Seungmin miró a los niños con los ojos entrecerrados y ellos no borraron su sonrisa. El Arlequín suspiró, bueno, ya no era tan secreto que era un mono que escalaba los muros.

— Si, si, así es. ¿Necesita que suba la tela?

— Si pudieras, por favor. 

— No es un problema.

Cuando estuvo en la cima acomodó las telas sobre los muros con los extremos entrelazados y doblados dejando caer parte de estos para que quedaran colgado en forma de "~"

— ¿¡Así está bien!? 

— ¡Bajala un poco más!

Hizo lo pedido y luego miró a sus costados. Maldijo elaboradamente al ver que se había olvidado las sogas con las que iba a sujetar la tela al muro.

— ¡Señor Kim! ¿¡Podría tirarme las sogas!? ¡Las olvidé abajo! 

— ¡Seungmin qué haces allá arriba!

Miró a Jeongin desde su posición y elevó las telas. — ¡Decoro!

— ¡Ahí te van!

Taehyung lanzó las cuerdas enrolladas entre sí. Seungmin se inclinó para atraparlas pero la voz del Rey casi hizo que caiga por la sorpresa.

— ¡Seungmin baja de ahí!

Lo observó mientras ataba las telas. — ¡Ya voy, majestad!

Hwang se acercó al duque y su esposo mientras veía a Seungmin trabajar con las cuerdas.

— ¿Por qué está allá?

— La loca Nam- — Kim se cortó así mismo antes de carraspear. — es decir, la Reina Nam pidió que las telas colgaran de los muros superiores, pero las escaleras no llegan hasta allá. Como Seungmin sabía escalarlos le pedimos ayuda.

Hyunjin frotó su sien, la Reina Nam estaba pidiendo imposibles últimamente. Incluso se atrevió a negar su demanda de que su pueblo asistiera a la celebración de Navidad. Ella alegó que el evento solo sería para Reyes vecinos de alta influencia.  

Aún así eso no paró a Hyunjin, rápidamente mandó a que se hiciera el anuncio en el pueblo. Cualquier persona interesada podría asistir. Hyunjin tenía un anuncio importante para dar.

Aprovecharía la oportunidad para descubrirse a su pueblo. Sería la primera vez que todos ellos sabrían quien era su Rey ahora.

Seungmin terminó de ajustar las sogas y luego se paró sobre el puente de piedra y caminó hasta el muro más cercano para poder bajar. Sin embargo se paró a si mismo y miró hacia abajo.

— ¿¡Ya no falta nada más!? 

— ¡No! ¡Baja!

Asintió y pronto sus pies tocaron suelo firme. El señor Kim se acercó con una sonrisa.

— Muchas gracias Seungmin, si no lo conseguíamos Nam hubiera explotado contra nosotros.

— Si. No ha sido un problema Duque Kim. Cuando guste.

El mayordomo real del Rey, Víctor, que había regresado recientemente luego de sus vacaciones, caminó hasta ellos sujetando un hermoso jarrón blanco con diseños de flores de distintos colores. 

— Su majestad, los Reyes Nam y la señorita Ivette lo esperan en el jardín lateral. 

Hwang asintió distraído. — Si, ya voy.

— ¿No almorzará con nosotros? — cuestionó Jeongin al llegar a ellos.

Hyunjin negó luego de suspirar. — Pero será por unos días, luego de las fiestas ellos se irán por fin y todo volverá a ser como antes.

Todos alzaron una ceja, escépticos. Incluso Seungmin no se creía eso.

El Rey hizo un gesto vago con la mano. — Se irán enserio, se los prometo. 

— ¿Cómo?

— Tengo un plan.

— ¿Vas a hablarles de nuevo? creo que te han dado suficientes pruebas de que eso no funciona.

— Saca sus cosas y déjalas afuera, cuando salgan ¡ciérrales la puerta en la cara!

— Eso no es ético, duque Kim.

— ¡Ellos no son éticos!

Hwang puso una mano en el hombro del duque. — Confíen en mi, se irán apenas termine el evento.

Todos se miraron entre sí antes de levantarse de hombros. Caminaron en grupo hasta el comedor, incluso Víctor los siguió. 

Hyunjin los vió alejarse y volvió su vista al frente, Seungmin lo miraba con una mueca preocupada y los brazos cruzados.

— Ellos son persistentes, ya sabes...

El Rey asintió y extendió una mano hacia él, sin embargo antes de tomar la del pelirrojo se paró a si mismo y se alejó un paso. Fue fácil notar la decepción de Seungmin, pero no se dejó amedrentar.

— Solo tenemos que esperar, ¿bien? Cuando ellos se vayan todo será mejor.

— ¿Cómo estás tan seguro? 

Negó. — De que se irán, lo estoy. De que todo sea mejor... lo veremos ese día.

— Ay Hyunjin, ¿de qué hablas ahora?

El Rey sonrió rodeando a Seungmin antes de caminar a la salida, de espaldas, mientras seguía observando al pelirrojo.

— Ya no me tratas formalmente.

— ¡Tú dijiste que te llamara Hyunjin!

— Ve a almorzar, Seungmin.

— Mi amor, si sigues comiendo apresuradamente vas a manchar toda tu camisa — Kai dejó que limpiara su boca con el pañuelo antes de volver a devorar su estofado. Seungmin bufó, el menor solo le hacía caso cuando le convenía. —. Kai. — advirtió.

El menor hizo un puchero. — Pero está muy rico.

— Lo se cariño, pero te estás ensuciando todo y de seguir comiendo así de rápido te vas a empachar y te dolerá el estómago, ¿quieres eso?

Hyuka negó. — Está bien.

— Un bocado a la vez, ¿vale?

El menor asintió y siguió comiendo, esta vez más lento. Seungmin asintió orgulloso y luego empezó a comer de su propio plato.

— El joven Kai se ve muy pequeño en esa gran silla — comentó Víctor, enternecido con el menor. —. Espero estar aquí cuando crezca y la llene completo. 

Seungmin sonrió extenso al hombre. — Lo estará señor Víctor, y lo verá.

Imaginarse a Kai como Rey hacía que se le hinchara el corazón. Sabía que sería tan increíble como su padre, era tan maduro e inteligente tomando decisiones y realizando actividades que llenaba el título aún siendo un niño.

Rey Kai. 

— Es una pena que el Rey Hwang no nos acompañe hoy a comer. — se lamentó una de las mucamas. Ya habían pasado dos días desde que Hyunjin empezó a comer en el jardín con sus padres, pero seguían sin superarlo.

Miriam asintió. — Lo es, pero solo será por unos días más — la mujer mayor suspiró. —. Siento pena por él, tener que aguantar a los Reyes Nam todo el almuerzo, él solo.

Todos sintieron un escalofrío y compartieron la pena del Rey.

— ¿Escucharon que el Rey Hwang quiere que participemos como invitados?

Todos prestaron atención a Chungha noona y ella dejó en paz su plato luego de terminar de comer. 

— ¿Cómo dices? — preguntó Jeongin.

— Como lo oyen, él quiere que tengamos todo listo para después de las ocho y después nos unamos al evento como invitados.

— No puede ser cierto. ¿Y qué dijo la Reina Nam?

— Que importa lo que ella diga — gruño Miriam. —. Este es el Reino de Hyunjin y lo que él diga se hace. Ella solo es una invitada no deseada. 

— Nana tiene razón, nos enfocamos mucho en cumplir los caprichos de los Reyes Nam cuando ni siquiera son nuestros gobernantes. El Rey Hwang lo es. 

— ¡No hay nadie como el Rey Hwang!

— ¡Él incluso invitará a todo el pueblo!

Las exclamaciones siguieron en la mesa después de eso. Seungmin observó a los niños mientras ellos aplaudían emocionados porque sería una fiesta como ninguna otra. 

Un gran evento, y todos estarían invitados, sin importar su rol.

Definitivamente, el Rey Hwang era grandioso gobernando.

— ¿¡Pero que nos vamos a poner!? — chillaron las hermanas Jung aterrorizadas.

— Tienen mucho tiempo para encontrar un vestido chicas o... pueden dejar que Chungha y yo nos encarguemos. Haremos los vestidos más preciosos para ustedes.

— ¡Nana!

— ¡Noona!

— ¡Ustedes son las mejores!

— ¿Y a mi quién me hace un traje? Aaah... — Jungkook suspiró antes de chasquear sus dedos. — Iré a la sastrería, Seungmin — el pelirrojo giró a ver al educador y este puso una mano sobre su brazo, por encima de la cabeza de Soobin. —. ¿Quieres ir conmigo y los niños a la sastrería?

Puso una mirada divertida y obvia. — Solo me lleva porque sabe que se como controlar a los niños.

— Te lo compensaré comprandote un traje.

— Señor Kim, no tiene que hacer eso.

— ¡Oh pero quiero hacerlo! Será un día para nosotros y los niños, pediremos un traje y de paso mandaré a hacer uno para mi esposo. 

— Bueno, si usted lo dice...

— ¡Perfecto!

Ahora la perspectiva del evento no le parecía tan mala. Sería emocionante.

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