|27|

— De las promesas vacías que escaparon de tus cerezos, de las mentiras piadosas que suavizó mi dolido corazón, de las miradas cálidas y confusas que me dieron tus luceros, por todo eso se que me amaste pero mala suerte la mía, no duró. — sus labios se volvieron una fina línea frente a la suave y calmada voz de Ivette mientras apretaba más fuerte el libro entre sus manos. Libro que se trataba de una leyenda urbana romántica, algo cliché pero muy melancólica.

Una mujer maldecida a observar a su amor desde donde nadie la alcance pero todos la vean, viéndolo morir y crecer de nuevo repitiendo el ciclo de la vida y con eso… todas las vidas de su amado.

Muy diferente a las muy elaboradas y hermosas poesías que Ivette leía ahora para Hyunjin, a pedido de este.

Respecto a lo que leía, él sentía que era una buena obra, estaba tentado a llorar pero no podía hacerlo frente al Rey y la refinada chica. Por lo que no le quedaba más que apretar los bordes del libro cada que sentía las lágrimas amenazar sus ojos.

Esto era lo que pasaba cuando ibas a la biblioteca real muy temprano por la mañana, cuando llegó, estaba vacío y junto al silencio pacífico se encontraba él algo desorientado pues acaba de despertarse. Momentos después, tal vez luego de algunos largos minutos de búsqueda por una nueva obra víctima de su mirada, encontró una que le llamó la atención suficiente para tomarla. Y justo en ese momento entro por la puerta Ivette.

Él se hubiera ido luego de saludarla, la presencia de la chica era suficientemente intimidante para él y no creía soportar un silencio incómoda con ella.

Ivette caminó confiada, como si conociera ya la gran biblioteca, bueno, después de las tantas veces que ella había llegado ahí no dudaba que lo hiciera, a él aún le costaba, el lugar era bastante grande; y llegó hasta la estantería detrás de él buscando con la mirada y tanteando con los dedos hasta que paró en un libro de tapa color salmón.

Entonces luego del bajo y quedito; "Buenos días." Que fue recíproco por la dama, se bajó de las escaleras y caminó hasta la salida, estaba pasando cerca de los escritorios de madera y los sillones acolchados de color marrón claro.

Y cuando la puerta de la biblioteca se abrió de nuevo y reconoció la cabellera del Rey su cuerpo fue rápido y se dejó caer sobre uno de los sillones, dijo: "Él está aquí así que puedo leer tranquilo sin preocuparme por ella."

Aunque el pensamiento de estar junto al Rey, tan cerca, lo hizo sonrojar por lo que trató de ocultarlo abriendo el libro y poniendo este frente a su rostro, fingiendo que leía.

— Que sorpresa verlos aquí — fue la respuesta del Rey, este le dedicó una mirada sonriente y luego se dirigió a la muchacha que sostenía el libro sobre sus manos y la mirada gacha con una pequeña sonrisa, el Rey formó una O con sus labios. —. Es mi libro de poesías favorito.

Ella leyó la portada. — Me pareció bueno de leer para empezar la mañana. — contestó ella aún más sonriente.

Lo demás es historia.

— Es increíble, de te dan muy bien los poemas — halagó el Rey, sus labios inconscientemente formaron un puchero y en cuanto notó esto su mente no dejo de repetir. "Celoso, estúpido celoso de atención." —. Seungmin.

Sus ojos captaron la última línea del libro dándolo por finalizado. Un final trágico, ¿Por qué tenía que leer libros totalmente trágicos? ¿Era masoquista acaso?

— ¿Sí, majestad? — su mirada encontró la del Rey y quiso no hacerlo.

Deja de hacer eso, tonto, me pones nervioso. — pensó en cuanto vió como el pelinegro relamía sus rosados belfos.

Hyunjin volvió a enfocar su mirada. — ¿De que trata tu libro? Te vi muy interesado, no has hablado en toda la mañana.

Formó un puchero mientras cerraba el libro. — Es un libro cruel. — confesó, su cabeza se movió de izquierda a derecha, negando.

Hyunjin e Ivette rieron hacia él. — Ya veo, ¿qué aprendiste de él?

Su cabeza se fue hacia atrás mirando esta vez al techo. Pensó en la maldición de la mujer y lo que hizo para obtenerla, un error que la castigo con el dolor eterno de un corazón que latía enamorado pero no podía ser correspondido.

— Que… el amor es hermoso y doloroso, te trae sufrimiento y castigos si no sabes valorarlo. Pero también te enseña, no solo a reconocer su importancia si no también a aceptarla y ser más fuerte — suspiró. —. Yo creo… que el que ama pero sabe que no puede tener ese amor y aún así es feliz de sentirlo es muy valiente.

Hyunjin asintió a sus palabras lentamente y Seungmin estuvo orgulloso de tener la mirada brillosa del Rey sobre él. — Es una reflexión bastante acertada.

La puerta de la biblioteca se abrió de repente y de esta aparecieron Hyuka, Soobin y Taehyung, este último duque del Reino.

— Majestad — hablo él, aunque sabía que solo llamaba a Hyunjin así porque se encontraba Ivette, el señor Kim y Hwang tenían una buena relación fuera de lo profesional además de que para Taehyung era extraño decirle majestad a alguien menor que él pero no se quejaba. —, el desayuno está servido.

Hyuka levantó los brazos emocionado, una de sus manos estaba unida a la de Soobin por lo que también levantó la mano de este. — ¡Papá, Noona y yo preparamos pastelitos!

— ¡Y yo también!

Los cuatro adultos presentes rieron por las exclamaciones de los niños y los tres que se encontraban sentados se pudieron de pie para abandonar el lugar.

Ivette puso el libro de poesías contra su pecho antes de observar a Hyunjin. — Será mejor que vaya con los Reyes Nam — ella reverenció. —, hasta luego, majestad, fue un placer compartir la mañana.

Hyunjin asintió y la chica caminó hasta la salida dejando escuchar el sonido de sus tacones debajo del largo vestido color coral.

Taehyung se hizo a un lado para que ella pasara y cuando estuvo lo suficientemente lejos de ellos hablo.

— Ella habla tan bajo que me da miedo.

Seungmin ocultó su risa con su libro. — A usted le da miedo casi todo, hyung.

El mayor lo señaló acusador antes de hacer una mueca. — Solo no le digas eso a Jungkook, arruinaría mi imagen.

Asintió, el duque salió de la biblioteca con los niños y tanto él como Hyunjin lo siguieron. Sin embargo antes de salir del lugar Seungmin fue sorprendido por un agarre en su cintura y el tibio aliento del Rey en su oído.

Y de no ser por el agarre del mayor en él se hubiera caído de la sorpresa al escuchar sus palabras.

— Esta noche te quiero de nuevo, Arlequín.

El ocaso pintó el cielo de colores naranjas y rosados, podía observar como la luz se extinguía detrás del gran muro que rodeaba el castillo y se perdió en lo que conllevaba la despedida del sol.

Como Chungha noona decía, es hora de trabajar.

Miriam aplaudió dos veces frente a él y del susto su mano voló hacia arriba chocando con las sartenes y ollas que colgaban sobre su cabeza, esto lo hizo chillar de la sorpresa y el dolor.

Se encontraba en la cocina ayudando a Miriam y las hermanas Jung a limpiar el desastre que habían causado él y los niños hoy por la tarde, cuando prepararon el pan para la cena. Pan que no salió nada mal a decir verdad.

La mujer mayor rió. — Que tonto — y eso le provocó un puchero, no se ría de mi desgracia. —, eso te pasa por distraído, ¿qué hacías llorandole al sol?

— No le estaba llorando.

Jung Suni dejó en sus manos un pedazo de pan que sobró y el lo tomó agradecido para llevarlo a su boca.

La chica se sentó junto a él sobre la barra. — Tiene razón no le estaba llorando — asintió contento de que alguien estuviera de su lado. —, estaba rogándole que se quedara.

Abrió la boca ofendido y pronto Somi, la otra hermana, se unió a la conversación. — Parecía como un joven enamorado que ve partir a su amada y no puede hacer nada para evitarlo. — dramatizó con un profundo suspiro y una mano en el pecho.

Bufó. — Exageradas, ni siquiera me gusta el sol, prefiero la Luna. — sonrió orgulloso dando el último bocado a su pan, tarareó gustoso por el sabor exquisito.

— Pues está de suerte, tu bella Luna ya salió. — Miriam señaló la ventana detrás de él y confirmó que, en efecto esta ya había salido. Eso lo asustó.

En todo el día, el Rey se había mantenido dedicándole miradas extrañas, se sentía evaluado por él y su declaración y orden de la mañana lo tenía nervioso.

Con Hyunjin todo era nuevo, emocionante y algo peligroso, lo que le hacía sentir con cada orden era en resumen: una bola de sentimientos encontrados en donde solo podía reconocer la ansiedad y la euforia.

Él quería saber, de donde el Rey sacaba todas sus ideas, sus mandatos hacia él en su papel de Arlequín, los actos que le pedía hacer; bailar, tocarlo, posar para él… ¿qué seguiría?

Estaba ansioso y asustado por descubrirlo.

Se despidió de Miriam y las hermanas y abandonó la cocina habiendo terminado su labor, en el camino se encontró con Chungha noona quien regresaba de dejar a los menores en su habitación.

En cuanto estuvo en el pasillo que daba a los aposentos de Hwang no pudo evitar suspirar cada dos segundos tratando de aliviar su tensión.

Pero cuando se encontró frente a su puerta el solo pudo pensar. — Sea lo que sea, sé que será bueno.

El Rey era astuto e impredecible, así como extraño, pero eso le gustaba. Todo en él le gustaba porque era algo nuevo, algo que nunca había visto y sentido.

Tocó la puerta dos veces, y al no escuchar respuesta del otro lado simplemente se decidió por entrar. Entonces encontró al Rey parado frente a un espejo de cuerpo completo al lado derecho de la cama.

— ¿Majestad? — llamó, Hyunjin se giró a verlo y extendió una mano en su dirección, su mirada brillosa como cada vez que estaban solos hizo que fuera a él sin dudar luego de cerrar la puertas detrás suyo.

Tomó la mano del Rey y este lo jaló hasta ponerlo frente a él, hizo que su cuerpo quedara frente al espejo y tomó su mentón para que observara su reflejo.

Hyunjin lo observó en silencio, aún detrás de él y se sintió nervioso por como el mayor recorría con la mirada su cuerpo a través de su reflejo.

Se sentía expuesto.

— Hay tantas cosas que quiero pedirte, Arlequín — confesó entonces, en voz baja, y de no ser por la increíble cercanía no lo había escuchado. —, tu me das tantas ideas, pero temo que no puedas cumplir todas ellas.

Ha cumplido todo lo que el Rey le ha pedido hasta entonces, por lo que — ¿Por qué crees que no podría?

Dejó que las manos del Rey bajaran por su pecho, hasta posarse en su cintura, y ahí, dió un ligero apretón.

— Te asustaría lo que podría llegar a pedirte.

Seungmin podía reconocer el tono de advertencia, ¿debería temer por las órdenes del mayor? No, el estaba ansioso por conocer estas. Quería saber, ¿qué pensaba Hyunjin cuando lo veía? Que idea surcaba su mente misteriosa y reservada.

Que cosas tenía él que pudieran asombrarlo.

— Eso no lo sabes — sus propias manos fueron hasta las del Rey, posándose sobre estas y sus ojos observaron la figura del mayor a través del espejo. —, quiero saber — pidió. —, soy tu Arlequín, un Arlequín complace a su Rey.

Había fuego encerrado en la mirada de Hwang, Seungmin podía verlo y estaba dispuesto a caminar sobre esas llamas para llegar al Rey.

Sería un tonto si no notara la tensión entre los dos, esa que al principio no parecía nada más que simple curiosidad el uno por el otro, era más que eso y ambos lo sabían. Y querían descubrir hasta donde podía llegar.

El deseo que encerraban, ¿que tan fuerte era?

— ¿Recuerdas el día en el que llegaron los reyes Nam? — asintió lento. — en el almuerzo, cuando Miriam salió, dijo algo sobre un corsé.

Frunció el ceño levemente. — ¿Eso que tiene que ver, mi señor?

Hyunjin gruño, no sabe si por frustración de que no entendiera o por como mencionó la última frase.

Las manos del pelinegro volvieron a apretar su cintura. — Me gustaría verte con uno de esos.

El sonrojo bañó sus mejillas de manera instantánea, no era algo que esperaba, de nuevo, el Rey Hwang lo sorprendía cada vez más.

Hyunjin estaba esperando una respuesta, lo sabía por como lo miraba, el no haría nada hasta obtener su permiso.

Hwang era un Rey excepcional, el no usaba su poder para obtener, cualquier Rey en su lugar habría dado la orden y el ordenado no tendría más opción que obedecer.

Asintió en su dirección, aceptando su orden y Hyunjin pareció estar entre confundido y feliz por su positiva. — Cierra los ojos. — ordenó.

Hizo lo pedido y lo sintió alejarse de él, el frío del lugar entonces volvió a sentirse y no se apaciguó hasta que Hyunjin regresó a su posición. Entonces sintió el conocido material medianamente duro siendo puesto sobre su pecho llegando hasta su cadera y luego rodeando su cuerpo mientras el Rey ajustaba las cuerdas.

— Volteate. — obediente se giró pero no tuvo el valor de ver al Rey a la cara por lo que ocultó su rostro en su cuello, con sus manos sobre su pecho. Sintió las cuerdas tensarse antes de ser jaladas para ajustar el corsé sobre él, cuando jaló por tercera vez no pudo evitar jadear por lo apretado que se sentía y Hyunjin se quedó quieto por un momento.

Con sus brazos alrededor de él parecía un abrazo y Seungmin lo sentía tan cálido como eso, pero pronto estos fueron quitados una vez que terminó de amarrar las cuerdas.

No quiso salir de su escondite y avergonzado se escuchó a si mismo suspirar cuando el Rey acarició la zona de su cintura, estaba empezando a pensar que el Rey tenía una manía con esa parte de su cuerpo.

Hyunjin estaba realmente tenso contra él mientras hundía su cabeza contra el costado derecho de su cuello pero mantenía las manos sobre su cuerpo, y Seungmin estaba regocijandose con su calor y su perfume pero necesitaba más de esa cercanía, quería fundirse en sus brazos, que lo sostuviera tan fuerte y que lo apretara contra él.

Necesitaba más tacto.

Hyunjin no quería hacer nada que asustara al menor y lo alejara. — Eres demasiado para mí, no me dejas contenerme. — susurró grave apretando su agarre en su cintura.

Y Seungmin solo quería que Hyunjin le diera eso con lo que lo ha estado provocando desde hace unas semanas. Con lo que no ha dejado de fantasear. — Pero yo no quiero que te contengas.

Seungmin tomó las mejillas del mayor y acarició estas mientras exigía su mirada y Hyunjin, él solo podía seguir la corriente que los llevaba y consumía, no necesitaban pararse más, no cuando ya quedó claro lo mucho que lo anhelan.

Serían dos tontos si no cedieran a esa tensión.

Con el calor de ambos rodeandolos tomaron eso que ansiaron, juntos dejaron que sus belfos bailaran unos sobre otros en un ritmo intenso pero lento, suave y calmado pero necesitado, tal como ellos.

Seungmin gimió agusto en el primer contacto, derritiéndose con la calidez y queriendo más de este, pero, inexperto como lo era, era difícil para él seguirle el ritmo a Hyunjin, era nuevo para él, por eso, cuando el mayor mordió su labio inferior entre abrió los labios dejando escapar un jadeo que murió en los labios del mayor, y Hwang aprovechó esto para adentrar su lengua en su cavidad, explorando su boca con ansias.

El agarre que Hwang mantenía en él solo se hizo más fuerte, cumpliendo sus silenciosos deseos y pegando su cuerpo al suyo, Seungmin se sentía perdido, consumido por el intenso sentir, era casi demasiado para él, su cuerpo temblaba levemente y sus ojos entrecerrados se empañaban en pequeñas lágrimas mientras el rojo cubría sus mejillas.

En tanto Hwang disfrutaba de la sensación burbujeante en su cuerpo, era como lava ardiendo intensamente quemandolo a él y su amante. Era más de lo que alguna vez imaginó.

Pero no quería que todo lo que tenía pensado se cumpliera en una noche, no, eso les llevaría más tiempo, pero estaba dispuesto a esperar para cumplir de su idea fantasiosa, con su musa.

¡Estoy viva!
Re tarde ando yo actualizando
Kskf en fin, capitulo largo
xq ¡105 y 75 comentario porque no se besaban! Soy un Arlequín
tengo que complacerlas ;b okno xd
¡Disfruten el capítulo! Bye~

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top