|25|
— Será mi última advertencia — después de tal declaración lanzada por el Rey ahora este se encontraba frente al joven pelirrojo que sostenía en brazos a su hijo quien ya había parado levemente su llanto y ahora solo se dedicaba a hipar con el rostro enterrado en el cuello del Arlequín. —. Si su actitud permanece igual no dudaré en sacarlos a la fuerza.
Los padres del Rey habían demostrado en tan poco tiempo la destreza de su terquedad. El Rey de Valt's separó los labios dispuesto a refutar. — Pero somos-
— No me importa.
Eso pareció ser todo, aún cuando se notaba que los Reyes intrusos tenían mucho más para decir u objetar no soltaron palabra alguna, dejando al aire su derrota frente a la disputa. La Reina giró su mirada levemente a las personas que permanecían de pie cerca de ellos, un público inquietante para los visitantes.
— Bien — a pesar de que ella estaba descontenta, cedió. Relajó su postura y tomó la mano de la callada chica que había estado observando todo sin atreverse a opinar. —, dejemos este... circo — soltó casi con asco reprimido. —, comamos.
La situación había dejado un aire hostil que rodeo a todos en el lugar. Para los que ya tenían rutina en el Castillo era difícil saber si tenían que actuar como si los invitados no estuvieran o tenían que tomar sus comentarios y comer en la mesa de la cocina, donde deberían estar.
Sin embargo el Rey aclaró sus dudas. — Tomen sus asientos. — dudosos, asustados, así fue como se encontraban mientras tomaban sus respectivos asientos, incluso Seungmin no estaba seguro de que debía ocupar su lugar de siempre, aunque, ¿desde cuando fue suyo? — Seungmin. — El Arlequín giró su cabeza en dirección del Rey viendo como este mantenía sus brazos extendidos mientras le señalaba con la mirada a Hyuka, quien aún seguía escondido en el huevo entre su hombro y cuello.
Trató de entregárselo pero Kai aferró sus manitas en su cuello, el pequeño pensando que lo dejarían sobre el suelo y tendría que ver de nuevo a sus "abuelos" — Bebé — llamó bajo. —, ve con papá.
Eso lo calmó. — ¿Papá? — preguntó separándose de su escondite, Kim asintió antes de volver a cargarlo en dirección a Hyunjin quien seguía con los brazos extendidos en dirección al menor, el pequeño no tardó en lanzarse a los brazos del Rey dejando que este acariciara sus cabellos y lo sentara sobre su regazo.
Seungmin se sentó en su asiento antes de escuchar la exclamación de la Reina Yongmi. Cerró un ojo ofuscado por su reclamo. — ¡Hyunjin! — El grito de la mujer le hizo palpitar la cabeza. — ¿¡Qué hace ese muchacho sentado ahí!? ¡Solo la pareja del Rey puede sentarse al lado izquierdo de este!
Cuando el Rey suspiró alto tomando entre sus dedos su cien Seungmin quiso estirar su mano y acariciar su cabeza para que dejara de estresarse, sin embargo, eso sería extraño, y consideraba que su pensamiento estaba fuera de lugar. ¿Qué le sucedía?
— Señora Yongmi, solo es un asiento. — murmuró entre dientes.
— ¡No hables entre dientes, pareces un perro!
Seungmin rodó disimuladamente los ojos. — Si tanto le molesta podría ladrar. — susurró lo suficientemente bajo para que la Reina no lograra escucharlo pero al parecer lo suficientamente claro para que Hyunjin lo hiciera.
— Tú, levántate — Seungmin estaba tentado a hacerlo si con eso evitaba que siguiera chillando. —. Ivette, toma su asiento.
— Seungmin se queda. — intervino Hyunjin al instante, tomando su brazo para evitar que se parara, el Arlequín le lanzó una mirada cansada, el solo quería evitarse problemas. — Ustedes tomarán asiento al final de la mesa.
— Al fi- ¿¡Como dices!? — Yongmi abrió sus ojos y boca incrédula, parecía que lanzaría humo de los oídos en cualquier momento. — ¿Quién es ese chico como para que le des un lugar así!?
Tomó la palabra. — Soy el- — Bueno; intentó tomar la palabra.
— Es el niñero de los niños. — abrió los ojos sorprendidos, ahora tenía nueva profesión, ¿por qué nadie le dijo? — Y, como ya dije, es solo un asiento — si la Reina seguía abriendo la boca Seungmin no dudaba con que Hyunjin atentara para coserla. —, si no le gusta entonces puede comer en su habitación.
— ¡Preferiría eso!
Indignada la Reina dió media vuelta llevando a rastras con ella a la chica, que al parecer se llamaba Ivette, mientras su Esposo la seguía en silencio mientras negaba cansado con la cabeza. Eran una pareja de locos.
Cuando los reyes visitantes abandonaron el comedor todos suspiraron alto y cansado, tan fuerte que fue difícil ocultar que estaban aliviados de que la causa de sus dolores de cabeza ya no estuvieran en la misma habitación.
— ¡Al fin! — Seungmin ocultó su rostro entre sus manos mientras negaba por la exclamación del Rey. — ¡Nana, ya puedes salir!
Las puertas de la cocina se abrieron con gran estruendo. — Estaba a nada de salir convertida en un gato callejero para agarrarle toda la cara y darle unos buenos zarpazos que nunca olvidaría, otra palabra más y practicaría mi nueva técnica de cosido con su boca —, la mujer mayor dejó las grandes bandejas sobre la mesa mientras no dejaba de parlotear sobre las ideas que quería practicar con la exagerada y chillona Reina Yongmi. — ... si se le ocurre pedirme algo como que le ajuste el corsé se lo voy a amarrar tan fuerte que morirá asfixiada con la cara morada como un uva.
El Arlequín rió por las palabras de la mujer y tomó su plato mientras servía de las muchas cosas que estaba puestas en las cazuelas de metal y bandejas del mismo material, ayudó a Beomgyu con el pollo en su plato también, haciéndolo de la manera más rápido que podía porque este quería devorar aquel gran y jugoso pollo de una buena vez. En cuanto dejó el plato de Beomgyu en paz se giró a ver curioso al Rey por su silencio luego de la entrada de Miriam, descubriendo entonces que este lo observaba atento, con una mirada indescriptible que lo ponía incómodo.
Se sintió desfallecer cuando ubicó la mirada del Rey en su pecho, bajando sin vergüenza hasta su cadera, entonces decidió tomar la atención de Hwang golpeando la mesa levemente. — Hey — llamó, Hyunjin alzó la vista hasta sus ojos con rapidez. Bufó. —, eso, mis ojos están aquí arriba. — señaló estos mismo para destacar su punto y al mayor no se le ocurrió nada más que reír.
¿De qué se reía? ¿Qué era tan gracioso?
Tsk, si que es un raro.
— Se donde están tus ojos, Seungmin. — contestó calmado antes de girar su mirada a los dos platos frente a él, uno por supuesto era para Kai.
— Si claro, pareciera que te olvidas a veces.
¿Él? Él sabía lo que se sentía salir de la rutina, lo había hecho cuando llegó al castillo, y ahora, lo hacía debido a la visita de los reyes y... Ivette.
Bien, vamos a comentar algunas cosas que Seungmin ha aprendido estando relativamente cerca de la chica, número uno; ella si hablaba, pero lo hacía en un idioma raro para el Arlequín, el idioma de la intelectualidad y la sabiduría, Seungmin se mareaba cada que ella hablaba con él. Dos; la muchacha era talentosa, no vamos a negarlo, desde a poseer sabiduría respecto a temas políticos y filosóficos hasta saber cantar, cabalgar y como disparar una flecha a un arco, no es como que las dos últimas cosas Seungmin no las pudiera hacer, amaba cabalgar, sin embargo prefería los deportes de agilidad y flexibilidad física. Si, estaba orgulloso de decir que, para ser un varón, era muy flexible. Tres; ella de verdad, de verdad, que es muy hermosa y amable.
Seungmin ha estado tentado a encerrarse en su cuarto con tal de no salir y verla caminar por los pasillos, está bien, es estúpido, al menos así lo piensa él, pero se siente amenazado por Ivette. La joven muchacha a estado empeñada en acompañar al Rey Hwang en todas sus actividades porque: "Me gusta observar los deberes de los reyes, aprendo mucho de ellos." ¿Y que sale como consecuencia de ello?
Que Hyunjin ya no lo llame más porque está muy ocupado con Ivette hablando sobre política, leyes y Dios sabe qué más cosas.
Se siente intimidado por la belleza de la chica y su ingenio, y como parece ser fácil para ella obtener la atención del Rey Hwang con sus palabras.
Lo único que lo ha tenido feliz y distraído esos días ha sido la compañía de los niños, al parecer si se estaba encargando completamente al cuidado de estos, y... bueno, es vergonzoso. Pero en las pocas ocasiones que Hyunjin y él se han encontrado y hablado no había pasado por alto el hecho de que el Monarca parecía perder su mirada mucho en la zona de su pecho y caderas, no iba a señalar lo extraño que era eso, solo iba a declara que, aunque lo ponga nervioso y algo tímido, le gustaba que el Rey lo mirara así, no pregunten porqué, pero le gusta que el Rey tenga algo de fascinación por su cuerpo.
¿Muy extraño? Sí, tal vez ya perdió la cabeza.
Ahora se encontraba caminando por los pasillos del primer piso del castillo con un libro en manos, este era otra novela romántica que había encontrado en la biblioteca real del Castillo, biblioteca en la que se encontró con Ivette, la chica estaba buscando un libro sobre leyes de los años no sabe qué, y eso le hizo sentir un poco tonto pues él estaba leyendo un libro soso de cómo una joven chica de un pueblo bajo le rogaba amor a un general y él la rechazaba porque no quería comprometerla a un mundo tan peligroso como lo era el de él, donde solo había guerras, muerte y pérdidas. ¿Le gustaba el romanticismo, vale?
Por eso escapó de ahí, para no sentirse más tonto, no iba a abandonar sus gustos solo porque no era algo "educativo"
El libro que sujetaba pronto fue arrebatado de sus manos haciendo que elevara la mirada con el ceño fruncido por tal desliz. Entonces su mirada encontró a Hyunjin y veía como este revisaba el título de la obra.
— ¿Una historia romántica? — extendió la mano tratando de alcanzar el libro pero Hyunjin lo dejó lejos de su alcance alzándolo sobre su cabeza, diablos, ¿por qué Hwang tenía que ser tan alto? — que tierno.
— ¡Hyunjin, dámelo! Estoy en la mejor parte. — se quejó, una de sus manos se apoyó sobre el pecho del mayor y la otra se extendió hasta arriba. — ¡Oye!
Que obstinado era Hyunjin. — Ya lo creo, ya estás casi terminando, ¿cuándo empezaste a leerlo?
— Ayer, ¡dámelo! — Hyunjin rió en cuanto empezó a saltar en su lugar, elevando aún más su brazo, Seungmin bufó en medio de sus altos hasta que logró reconocer la voz de Ivette cerca de ellos.
— ¿Rey Hwang?
El sonido de tacos apuntaba en su dirección, Hyunjin lo tomó desprevenido, empujándolo detrás de una de las grandes cortinas del ventanal detrás de ellos, frunció el ceño mientras retrocedía con Hwang y este solo sonrió ladino antes de posar un dedo sobre sus labios e indicarle con la mirada que hiciera silencio.
¿Silencio?
Él iba a gritar si no le daba su libro, tenía que saber cuál era la respuesta final del general y si la muchacha por fin abandonaría su enamoramiento y se marcharía.
Quiso hablar pero una mano rodeando su cintura lo hizo saltar, Hyunjin entrecerró sus ojos mientras lo observaba y el brazo alrededor de su cintura se apretó, el Arlequín se sintió caer debido al repentino temblor en sus rodillas, la posición en la que se encontraba con el Rey lo tenía realmente mal. ¿Al menos podría separarse un poco? Podía sentir como su lenta y calmada respiración le acariciaba los labios, contrastaba bastante con su errático respirar.
— Lo sabía... — susurró él largos minutos después, Seungmin no pudo ser muy consciente de sus palabras, estaba más perdido en el hecho de cómo los oscuros ojos del Rey no se apartaban de su rostro mientras su mente parecía volar lejos.
¿En qué estaría pensando?
Los labios del pelirrojo se separaron levemente, tentado a inclinarse hacia el frente, pero siendo muy cobarde para intentarlo, su mirada inevitablemente cayó hasta esos labios gruesos y rosados del mayor, podía sentir el deseo subir por su garganta y quedarse atorado ahí, como una oración que no se atrevía a soltar.
Él de verdad quería...
Pero la conciencia llegó a él cuando el Rey puso sobre su mano derecha el libro que tan tercamente sostenía lejos de él, ahora entregándoselo con total naturalidad, como si su momento de molestarlo ya hubiese acabado.
— Ten — ¿ten? ¿qué ten? ¿qué es ten? —, el final es realmente trágico.
Parpadeó una vez mientras el Rey se alejaba de su cuerpo y salía del espacio, colándose de nuevo en el pasillo dándole una última mirada con una sonrisa de lado. ¿Cómo? ¿Se iba?
— Me cuentas si te gustó. — y se marchó sin más.
¿¡Osea que lo acorralaba, lo intimidaba, lo seducía y se iba!? ¿¡Así de fácil!?
— ¡Idiota! — chilló bajo antes de dar media vuelta y caminar con fuertes y molestos pasos hasta la cocina, necesitaba un té de miriam para devolverle la presión.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top