|06|
A la mañana siguiente despertó por ligeras risas desconocidas para él, confundido y aún cansado abrió los ojos con lentitud y pesar.
— ¡Cállate! ¡Mira! ¡Ya lo despertaste! — susurro una voz aniñada, no lograba distinguir si era de una niña o un niño pero descubrió que era niño porque los únicos que estaban a su alrededor eran niños, muchos, demasiados.
Frunció el ceño antes de sentarse de golpe sorprendiendose al ver a un niño sentado en su regazo mirándolo curioso.
— ¿Tú quién eres? — preguntó con la cabeza inclinada a un lado el pequeño niño de cabellos castaños sentado en su regazo.
Seungmin imitó su acción e inclinó la cabeza.
— ¿Tú quién eres?
¿Es el juego de las cabras? Esperemos a ver quien grita primero.
— Yo soy Beomgyu — el pequeño se señaló a si mismo y luego su dedo apuntó al chico a su izquierda — el es Taehyun.
— ¡Hola! — chilló el señalado.
— Y él es Soobin — señaló al chico de ojos grandes a su derecha.
— Buenos días — saludó el último y le dió la sensación de que era el mayor, el que cuidaba de los otros dos. —, pe-perdón por haberlo despertado...
— ¿Cómo entraron? — preguntó, se supone que la puerta estaba con candado.
Taehyun se apresuró a contestar.
— ¡Vinimos con Nana y Noona! — el menor bajó con dificultad de la cama y corrió sin pensar al armario para abrirlo con algo de esfuerzo — ¡Mira! Te trajimos nueva ropa.
En efecto, el armario estaba abarrotado de ropa, cargó al niño en su regazo y se paró de la cama riendo al escuchar a Beomgyu presumir que ahora era más alto que ellos, Soobin caminó a su lado mientras se acercaba al armario, habían camisas blancas, negras, azules y las demás eran de colores claros y pasteles.
Alzó los hombros antes de sacar una camisa color crema aún con el niño en sus brazos y un pantalón de seda color marrón junto a unos zapatos de vestir del mismo color.
La puerta fue tocada y el saltó en su sitio antes de girar a ver la puerta, esta estaba abierta y ahí parado se encontraba el Rey Hwang sosteniendo de la mano a un niño de cabellos ligeramente largos.
— ¿Interrumpo? — preguntó él a lo que frunció el ceño, el Rey rió por su expresión y volvió a tomar la palabra — niños vayan a la cocina, Nana los está esperando, lleven a Hyuka.
— ¡Vamos! — contestaron los niños, Beomgyu pataleó en sus brazos hasta que lo dejó en el piso y junto a los otros corrieron fuera de la habitación siendo Soobin quien tomó la mano del pequeño niño de cabellos largos jalandolo para llevarlo con los demás.
Una vez que se encontraron solos el Rey cruzó sus brazos sobre su pecho entonces Seungmin calló en cuenta de su vestimenta, pantalones de seda color negro y una camisa azul con los dos botones desprendidos y zapatos de vestir también negros, no era la vestimenta común de un Rey, generalmente estos llevaban siempre una gran capa y por supuesto sus coronas.
— Esperaré a que termines de cambiarte, apresúrate quiero desayunar. — y con eso cerró las puertas de la habitación.
Aún confundido y muy fuera de lugar miró las prendas en sus manos y empezó a cambiarse no tardando demasiado arregló su cabello antes de abrir las puertas y descubrir al Rey recostado en el muro del pasillo esperándolo.
— Muy bien — dijo al verlo —, vámonos.
Asintió y lo siguió en silencio con la mirada vagando por todo el pasillo.
Oye... la puerta estaba abierta durante todo el tiempo que estuviste con los niños.
Paró en seco con la mirada puesta en sus pies.
— ¿Estás bien? — preguntó el Rey Hwang al verlo.
Aunque aún si hubiera salido de la habitación no hubiera podido hacer nada con los guardias de afuera como le dijo Chan.
— Estoy bien.
Siguieron su camino y bajaron las escaleras en completo silencio hasta doblar en uno de los pasillos, el Rey Hwang abrió las puertas de par en par dejando ver una enorme mesa en el centro de la gran habitación iluminada por los fuertes rayos de sol que permitía pasar gracias a las enormes ventanas de todo el lugar.
Algunas chicas estaban dejando canastas de panes en el centro mientras otras arreglaban los adornos florales y servían el jugo.
— Buenos días — saludó el Rey recibiendo una respuesta igual de parte de todos en conjunto.
A donde se había ido a meter, esto ya estaba pasando sus límites de extrañeza, era como entrar a una casa de locos y eso tan solo hacía que quisiera hacerse chiquito y esconderse en una esquina.
Si seguía así estaba seguro que iba a empezar a temblar.
Olvídalo ya lo estás haciendo.
Jugó con sus manos incapaz de decir algo o de siquiera seguir al Rey hasta la mesa.
Puedes huir.
¿A dónde? A fuera debe haber cuatro decenas de guardias listos para saltarle encima en cuanto lo vieran intentar salir del Castillo o del Reino.
A la habitación ¿queda de otra?
Ciertamente no.
Sin importarle nada el corrió fuera de esa habitación, subió de dos en dos las escaleras escuchando detrás de él al Rey gritar su nombre.
Al llegar a la habitación sintió su corazón latir como un loco, como si hubiera dado la carrera de su vida.
Esa definitivamente había sido la carrera de su vida.
Sin importarle otra cosa se tiró sobre la cama y se tapó con estas escondiéndose, suspiro pesadamente y se aferró a las mantas cuando escuchó pasos acercarse a la habitación.
Seguramente era el Rey.
Prepárate para el regaño.
Negó y se hizo bolita en su lugar hasta que sintió un peso extra a un lado de él, se tensó inevitablemente y cerró los ojos.
— Seungmin — llamó el Rey. — ¿qué pasa?
No contestó, mantuvo sus ojos fuertemente cerrados y respiró hondo varias veces para tratar de calmarse.
Era demasiado para él, demasiadas emociones juntas hicieron una explosión dentro de él, jamás se había encontrado en una situación como esta, nunca, y no estaba seguro de como actuar, decir o hacer.
Por una vez se sintió perdido en un lugar tan nuevo y extraño para él.
Extraño... esa palabra quedaba tan bien con todo esto.
— Déjame ir...
No creía poder soportar otro segundo ahí, sentía que la ansiedad se hacía cargo de todo en él y no sabía manejarla.
— ¿Es por eso? ¿Quieres seguir tu vida de Arlequín por una noche?
Se destapó lo suficiente para que sus ojos lograran ver al Rey y en un susurro confesó.
— No se que quieres que haga aquí — dijo atrayendo la atención del Rey quien se dedicó a observarlo —, esto no es algo que haya echo antes, jamás me quedo por mucho tiempo y y-yo no se qu- hacer y-yo...
Hubo silencio por un largo rato, la oración estaba atrapada en su garganta sin saber si dejarla salir o no.
Al final lo hizo.
— Estoy asustado.
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