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Luna llena de antaño con hojas secas sobre el asfalto, luces bajas en el cuarto y una voz que te tendrá encantado.
En cuanto aquel joven de tez pálida y ojos brillantes apareció frente a las puertas del Castillo el Rey cayó embelesado por tal figura llena de encanto, en cuanto sus labios dejaron libres las palabras él nada pudo hacer para negarle algo.
Caminaron juntos por el extenso pasillo siendo las puertas del palacio cerradas a sus espaldas, el Rey estaba curioso por aquel chico de ojos azules y cabellos rojizos, aquel muchacho que caminaba con total naturalidad pero dando una distancia de un paso entre ambos.
— Y dime... — dijo entonces, ansioso por romper el silencio entre ambos, curioso, bastante intrigado quizás era la manera correcta de decirlo. — ¿que te trae por aquí?
El chico forastero lo miró de reojo antes de sonreír mostrando su perlada dentadura y paró en seco frente a las grandes escaleras.
— Perdone mi atrevimiento majestad, no he podido presentarme como se debe — contestó el joven, dio un paso para quedar frente a él y se inclinó levemente en una reverencia con la cabeza gacha y las piernas cruzadas e inclinadas de manera elegante, como todo en él. —, mi nombre es Seungmin, Kim Seungmin, y he venido aquí para ser su Arlequín.
El muchacho de cabellos rojizos levantó la mirada con sus ojos brillando con emoción mientras una sonrisa ladeada decoraba su rostro, en cuanto a su posición el no abandonó su labor de estar inclinado para el Rey.
— Levántate — susurró el hombre y fue lo que el menor necesitó para dejar su posición —, ¿mi arlequín dices? — el muchacho dió un asentimiento — entonces tú-
— Así es, Rey, esta noche le concederé el placer de un show, usted decidirá de que tipo, cualquiera de sus órdenes yo las cumpliré, hasta la media noche...
El Rey ignoró sus últimas palabras como era previsto.
— ¿Cualquier cosa?
— Cualquier cosa, mi Rey.
Aquella noche el dió uno de sus más grandes shows en la sala del trono, siendo el Rey y sus guardias sus únicos espectadores.
Con su cuerpo cubierto por una camisa blanca y delgada y un par de pantalones de lana negros junto a un chaleco de colores rojos y azules, y joyas en el rostro, bailó por el gran espacio con torpeza y diversión por el gran salón. Respondía cada pregunta o afirmación del Rey con algo tonto y sin sentido que lograba sacarle a todos una carcajada.
Ese era su trabajo. Servir, entretener, actuar.
Un arlequín servía a su amo, un arlequín cumplía cualquier orden, un arlequín... solo era un bufón para los reyes, un bufón de sonrisa hipnotizante y ojos atrayentes.
En una de las órdenes del Rey el muchacho tuvo que actuar.
Seungmin estuvo contento con esto y en su rostro se pintó una mueca de confusión y desconcierto, miro a los lados interpretando un acto mudo y elevó una pierna haciendo el amago de caminar un paso, apoyó la punta en el piso y luego sonrió antes de bajar todo su pie e imitó la acción con el contrario, suspiró feliz pero luego cayó al suelo, al encontrarse sentado sobre el frío piso cruzó sus brazos con un puchero en labios ocasionando la risa del Rey y sus guardias.
Esto era lo que les divertía a ellos, ver como alguien más actuaba como un manso e inútil.
En cuanto el gran reloj sonó marcando las doce de la noche el muchacho de cabellos rojizos dejó de lado su actuación y sacudió sus prendas.
— ¿Qué haces? ¿Por qué te detienes? — preguntó el Rey al ver que había parado con su actuación, el menor caminó dos pasos al frente e hizo una última reverencia.
— El tiempo se acabó, Rey de Mackstey, la media noche a cantado y el tiempo para marcharme a llegado.
— ¿Qué? No- — el Rey se levantó de su sitio de un salto y lo enfrentó — quédate Arlequín, te lo ordeno. Dijiste que cumplirias todo lo que te ordenara.
Seungmin sonrió victorioso.
— Así es, lo dije, "cualquiera de sus órdenes yo las cumpliré — el Rey asintió en acuerdo recordando que eso era lo que había dicho —, hasta la media noche."
Dejando al Rey callado en su sitio dió media vuelta y caminó sin dudar hasta la salida del Castillo pasando por el pasillo por el que había llegado, sin embargo se obligó a echar a correr cuando escuchó al Rey gritar.
— ¡Tráiganlo aquí!
En cuanto su rostro fue atacado por el frío de la noche sonrió una vez más y las puertas del Castillo se cerraron a sus espaldas por los sirvientes del rey que no tenían idea de que lo que había pasado.
Bajó los escalones entre saltos y al llegar al final giró su rostro cuando escuchó las puertas ser abiertas.
— ¡Hey tú! ¡Vuelve aquí! — gritó uno de los guardias.
— Yo no lo creo.
No esperó más tiempo para volver a correr sintiendo como los guardias le pisaban los talones, cruzó por en medio de dos grandes carretas ingresando al mercado del reino de Mackstey, recorrió el gran bazar entre malabares y piruetas esquivando a los guardias del castillo, saltó entre los tejados y por sobre una casa en construcción para luego caer de cunclillas al suelo y mirar hacia atrás.
— ¡Alto! — escuchó pero no hizo caso y siguió en su carrera hasta encontrar una carreta que transportaba cerdos. — ¡Detenganlo!
Subió los hombros y se metió entre los animales hasta lograr esconderse.
Los guardias pararon frente a la carreta observando a sus alrededores.
— ¿Dónde está? — preguntó uno de ellos mirando de izquierda a derecha mientras su armadura sonaba con cada movimiento.
— No lo sé, pero debemos encontrarlo ¡Dividanse!
No perdieron más tiempo en salir corriendo.
El pelirrojo suspiró aliviado hasta que sintió como la carreta se movía, alzó su cabeza solo para ver que un hombre había puesto la carreta en marcha.
— Hum... bueno, supondré que saldrá del reino. — susurró antes de volver a sentarse en medio de todos los cerdos, su nariz se frunció levemente cuando captó un olor nauseabundo dirigiendo su mirada entonces al puerco a su lado. — ¿Que has comido? ¿Frejoles?
Un "Oing" demasiado escandaloso fue su respuesta y el bufó cansado antes de acomodarse mejor para soportar el largo viaje, sus ojos se cerraron por inercia y se obligó a descansar pero el olor de aquellos animales era un gran problema a decir verdad.
Entonces el consideró el pensar, por un corto tiempo el repasó la situación en la que estaba, las joyas en sus manos eran un dineral bien ganado, el dar show a los reyes no siempre era un servicio gratis y bien prestado, no, el siempre cobraba algo, a parte claro de la diversión de sus actos.
El bolso de monedas escondido en su chaleco le alcanzaba para unos meses de buena vida, tal vez debería tomar un pequeños descanso en el Reino al que se dirigía aunque no sabía con exactitud cuál era.
— Mhm... no, un Rey más y entonces tomaré mis vacaciones.
Tal vez si debió tomar esas vacaciones.
Psdt: Arlequín es un personaje de la comedia antigua, no es algo así como un esclavo sexual por si algunas lo piensan, el Arlequín es como un bufón más elegante entre los reyes, no importa la orden que se les dé ellos la cumplirán y tienden a actuar como personas estúpidas pero en realidad son muy astutos, pero en esta historia cambiaremos un poco su roll.
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