•○°-Capitulo 15-°○•
[Narrador/a POV]
El camino hacia la tienda de helados estuvo lleno de risas y bromas. Freedom no podía resistirse a molestar un poco a Hangman por su caída.
—¿Y bien, Hangman? ¿Fue tu entusiasmo por el helado o estabas probando una nueva forma de volar?
Hangman resopló, cruzándose de brazos.
—Me caí porque quise, obvio. Sólo quería probar cómo se siente el suelo después de un rato en las alturas.
Victim rió bajo, sacudiendo la cabeza. Era reconfortante estar con ellos después de todo lo que había pasado en casa. Freedom siempre sabía cómo iluminar su humor, y Hangman... bueno, Hangman era único.
Al llegar a la tienda, un pequeño lugar acogedor con un mostrador al aire libre, Victim casi podía saborear los helados antes de pedirlos.
—Yo quiero uno de chocolate con doble crema —dijo Victim rápidamente, señalando el cartel con entusiasmo.
—Yo quiero... mmm, vainilla y chispas de colores —añadió Hangman, ya distraído mirando los colores de los helados.
Freedom miró al vendedor con una sonrisa confiada.
—Uno de fresa para mí y los otros dos también, por favor. Y, Hangman, no te subas al mostrador esta vez, ¿sí?
Hangman levantó las manos, fingiendo indignación.
—¡Una vez me caí en un mostrador y no me lo dejan olvidar!
Victim rió mientras recibía su helado, lamiéndolo con entusiasmo. El chocolate siempre había sido su favorito, y con el calor del día, sabía aún mejor.
—Esto es justo lo que necesitaba —murmuró Victim, dejando que el dulce frío aliviara el resto de su frustración.
Freedom se sentó en un banco cercano y lo invitó a unirse.
—¿Te sientes mejor ahora? —preguntó con calma, dando una probada a su helado.
Victim asintió, sentándose junto a él.
—Sí... supongo que necesitaba un poco de espacio. Los chicos en casa son geniales, pero a veces me sacan de quicio.
Hangman, que ya estaba terminando su helado a una velocidad alarmante, se unió a la conversación.
—Es normal, Victim. Todos necesitamos un respiro de vez en cuando. Aunque, si necesitas compañía, siempre estamos aquí, ¿no, Freedom?
Freedom sonrió y asintió.
—Siempre.
Victim dejó escapar un suspiro, sintiéndose agradecido por tener amigos así. Mientras el helado se derretía lentamente en sus manos, decidió que, después de este pequeño descanso, estaría listo para enfrentar lo que viniera en casa.
—Gracias, chicos —dijo finalmente, con una sonrisa honesta en su rostro—. Realmente lo necesitaba.
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Freedom lo observó detenidamente mientras seguía lamiendo su helado, la mirada seria y un poco preocupada. Luego, con un tono casual pero cargado de intención, lanzó la pregunta:
—¿Y cómo te ha ido con Smith últimamente?
El rostro de Victim cambió al instante. Su expresión animada y tranquila se apagó, y su mirada se desvió hacia el suelo. El helado, que hace un momento parecía ser lo más importante del mundo, quedó olvidado en su mano.
—No hemos hablado mucho —dijo Victim después de unos segundos, con un susurro apenas audible—. Es complicado...
Freedom inclinó la cabeza, notando el cambio en su amigo, y decidió no presionar demasiado, pero Hangman, siendo más directo, intervino sin rodeos:
—¿Pero no era que ustedes dos iban a arreglar las cosas? Pensé que Smith sólo necesitaba tiempo, ¿no?
Victim suspiró, un peso invisible cargando sus hombros.
—Sí... eso dijo. Pero no es tan fácil. Después de que... —hizo una pausa, tragando el nudo en su garganta—. Después de que yo muriera y regresara... diferente, todo cambió. Smith... ya no podía verme como antes. Decía que yo ya no era el mismo Victim del que se enamoró.
Freedom, con su tono más suave, habló esta vez.
—Eso debió ser duro, Victim.
Victim asintió, su mirada perdida en el recuerdo de aquellos días.
—Lo fue. Pero lo entiendo. Yo tampoco estaba preparado para todo esto. Cambiar tanto... revivir de esa forma... Necesitaba tiempo para entender quién soy ahora. Y creo que Smith también lo necesitaba. Decidimos darnos espacio. Tal vez, algún día, podamos volver a estar juntos... pero ahora mismo, no estoy seguro de nada.
El silencio que siguió fue lleno de comprensión, sin juzgar. Freedom le dio una palmada en la espalda, mientras Hangman se limitó a observarlo con un gesto de apoyo poco usual en él. Victim se permitió sonreír un poco, aunque con tristeza.
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「Flashback」
El sol se ocultaba en el horizonte, tiñendo el cielo de un naranja cálido. Victim estaba sentado en un banco en el parque, esperando nervioso. La brisa de la tarde soplaba suavemente, pero no era suficiente para calmar los temblores de sus manos.
Smith llegó poco después, con una expresión seria en el rostro. Siempre había sido alguien elegante, con una presencia que imponía sin necesidad de esfuerzo, pero en ese momento, Victim sintió que esa distancia entre ellos era aún mayor.
Smith se sentó a su lado, en silencio durante un momento antes de hablar.
—No sé cómo empezar esto —dijo finalmente, con una voz tensa.
Victim apretó las manos sobre sus piernas, buscando algo que decir.
—Sólo dilo, Smith. Lo que sea que tengas que decir... puedo soportarlo.
Smith lo miró, y por un instante, Victim creyó ver el amor que una vez compartieron reflejado en sus ojos. Pero ese momento pasó rápido.
—No eres el mismo —dijo Smith, las palabras cayendo como una cuchilla—. Y no me malinterpretes, Victim. No digo que eso sea malo, pero... yo... no puedo ignorarlo.
Victim sintió que su corazón se rompía, pero logró asentir.
—Lo sé. Yo tampoco me siento como antes.
Smith bajó la mirada, jugando con sus manos.
—Te amé, Victim. Lo hice con todo mi corazón. Pero ahora... todo es diferente. Tú eres diferente. Y no sé cómo manejarlo.
Victim tomó aire profundamente, intentando mantener la compostura.
—Entonces... ¿qué hacemos?
Smith lo miró, sus ojos llenos de tristeza.
—Creo que necesitamos tiempo. Ambos. Para entender lo que queremos, lo que somos ahora. Quizá, algún día, podamos encontrarnos de nuevo... pero ahora mismo, no puedo.
Victim asintió lentamente, aunque el dolor era casi insoportable.
—Está bien, Smith. Si eso es lo que necesitas...
Se quedaron en silencio por un momento más, antes de que Smith se levantara.
—Lo siento, Victim.
Y entonces se fue, dejando a Victim solo en el banco, con el corazón roto y una sensación de vacío que aún lo perseguía hasta el día de hoy.
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El flashback terminó como un eco lejano en la mente de Victim. Sus dedos jugaron con el papel del helado, arrugándolo sin pensar, mientras miraba al suelo, sumido en sus recuerdos. La voz de Freedom lo sacó de su trance.
—Eso suena complicado, pero no imposible —dijo Freedom con un tono cálido y esperanzador—. Tal vez ambos necesitaban ese tiempo, y ahora las cosas se den cuando estén listos.
Victim se encogió de hombros, intentando esbozar una sonrisa que no llegó a sus ojos.
—Quizá. Pero no quiero aferrarme a esa idea. Si Smith vuelve algún día, bien. Si no... bueno, supongo que aprenderé a seguir adelante.
Hangman, quien ya había terminado su helado, se apoyó en el tronco del árbol con aire despreocupado.
—Pues parece que ya te estás ocupando de eso, ¿no? Con Orange y todo...
Victim lo fulminó con la mirada, pero Hangman solo sonrió con picardía.
—¡No es así! —replicó Victim rápidamente, pero su tono traicionó una mezcla de vergüenza e incomodidad—. Orange y yo no...
—Claro, claro —interrumpió Hangman, levantando las manos con burla—. Es solo una amistad súper cercana que incluye citas y miradas intensas. Lo entiendo, lo entiendo.
Freedom se rió entre dientes, pero le dio una palmada en el hombro a Victim.
—No le hagas caso. Es Hangman siendo Hangman. Lo importante es que te sientas bien con lo que estás haciendo ahora. Tómate el tiempo que necesites, ya sea para Smith, para Orange o para ti mismo.
Victim asintió lentamente, sintiendo un poco de alivio al escuchar esas palabras.
—Gracias, Freedom. De verdad, gracias.
—Para eso están los amigos —respondió Freedom con una sonrisa amplia antes de levantar su cono de helado vacío—. Ahora, ¿alguien más quiere otro helado? Porque yo sí.
Victim rió entre dientes y Hangman rodó los ojos, pero se levantó del suelo, sacudiéndose las hojas.
—Tú solo quieres una excusa para seguir gastando dinero —dijo Hangman con un tono burlón mientras comenzaban a caminar hacia el puesto de helados nuevamente.
A pesar de todo, Victim se sentía un poco más ligero. Quizá no tenía todas las respuestas, pero en ese momento, rodeado de sus amigos, encontró algo de paz.
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En su nueva habitación, Orange estaba ordenando con calma, colocando libros en un estante improvisado. La decoración era mínima, casi austera, como si no quisiera invertir demasiado en el espacio, pero cada objeto estaba colocado con precisión. Mientras movía una pila de ropa doblada al armario, la puerta se abrió sin previo aviso. Purple asomó la cabeza con una sonrisa traviesa.
—¿Ocupado?
—Siempre —respondió Orange sin siquiera mirarlo, concentrado en encontrar el lugar exacto para una chaqueta vieja—. Pero nunca demasiado para ti.
Purple entró completamente, cerrando la puerta detrás de él.
—Tengo una pregunta, y quiero que seas honesto.
—Si es sobre la cena, no me preguntes. Hoy le toca cocinar a Blue —dijo Orange con un ligero tono de broma.
Purple negó con la cabeza, cruzando los brazos mientras se sentaba en el borde de la cama.
—No es eso. Es sobre... Victim.
Orange hizo una pausa, dejando caer la chaqueta en una percha antes de girarse lentamente hacia Purple.
—¿Qué pasa con Victim?
—Bueno, he notado que han pasado mucho tiempo juntos últimamente. Quiero decir, todos lo hemos notado. Entonces... ¿tienen algo? —preguntó Purple, alzando una ceja con curiosidad.
Orange suspiró y se cruzó de brazos, mirándolo con paciencia.
—Ya sabes cómo soy con esas cosas, Purple. Ahora no siento nada, absolutamente nada, por Victim. Si parece otra cosa, no lo es.
Purple lo miró con escepticismo por un momento antes de sonreír ligeramente.
—Bueno, tú dices que no, pero Victim parece... diferente cuando está contigo.
—Eso no es asunto mío —replicó Orange, volviendo a su trabajo con calma—. Victim puede sentir lo que quiera, pero eso no significa que yo lo comparta.
Purple se quedó en silencio un momento, observándolo. Luego, como si quisiera cambiar el rumbo de la conversación, dijo:
—¿Y qué hay de Light?
El aire en la habitación cambió al instante. La postura relajada de Orange se tensó, y sus movimientos se detuvieron. Cuando habló, su voz era baja, fría como el hielo.
—No quiero hablar de eso.
Purple tragó saliva, sintiendo el cambio en la atmósfera, pero no desvió la mirada.
—Papá, yo solo...
—Dije que no quiero hablar de eso, Purple. Déjalo.
Purple asintió lentamente, pero no se rindió del todo.
—Está bien, no hablaré de Light, pero... en algún punto, sé que volverás a enamorarte.
Orange no respondió al instante. Su mirada seguía fija en la ropa que estaba ordenando, como si se estuviera esforzando por no perder el control. Finalmente, habló con un tono neutro.
—No te preocupes por eso. Hay cosas más importantes ahora.
Purple lo observó un momento más antes de levantarse de la cama y dirigirse a la puerta.
—Solo digo que no cierres todas las puertas, ¿sí? Mereces ser feliz, aunque no lo creas.
Cuando Purple salió, Orange se quedó solo en la habitación. Cerró el armario lentamente y se apoyó contra él, dejando escapar un largo suspiro. La conversación había removido emociones que llevaba tiempo enterrando, y aunque intentaba ignorarlas, las palabras de Purple seguían resonando en su cabeza.
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Orange se quedó inmóvil, apoyado contra el armario, mirando al vacío. Purple siempre sabía cómo darle vueltas a las cosas, cómo clavar comentarios que dejaban a Orange dándole vueltas al asunto incluso cuando no quería. "¿Victim?", pensó, su mente negándose a dejar ir el tema tan fácilmente.
Se pasó una mano por el cabello, agotado, y se dirigió a la ventana. Afuera, el cielo era claro, y podía escuchar a lo lejos las risas de algunos de los chicos en el patio. Victim probablemente estaba con ellos, haciendo alguna tontería como siempre.
"¿Cómo podría siquiera interesarme en ese chico?"
Era una pregunta que no parecía necesitar respuesta, pero ahí estaba, rondándole la cabeza. Victim, con su actitud despreocupada y su energía infantil, siempre tan impulsivo y desorganizado, era todo lo opuesto a lo que Orange buscaba en alguien. Era alguien que hacía bromas absurdas, que podía correr como loco detrás de un helado, o reírse hasta que los demás lo mandaran a callar.
"Es demasiado... infantil, demasiado caótico," pensó. Pero incluso mientras lo hacía, no pudo evitar recordar la risa brillante de Victim, cómo parecía llenar cualquier lugar con su energía, cómo siempre encontraba algo divertido incluso en las situaciones más tensas.
Orange frunció el ceño, irritado consigo mismo.
—No es mi tipo —murmuró, casi como si estuviera tratando de convencerse de ello.
Pero Victim no era solo eso. Había algo más en él, algo que a veces lograba salir cuando bajaba su fachada ruidosa. Orange lo había visto. Momentos en los que Victim se quedaba en silencio, mirando al horizonte con una expresión melancólica, o cuando hablaba de su pasado, de cosas que lo habían cambiado. Había una profundidad allí, escondida bajo toda esa energía infantil, algo que parecía más real de lo que Orange estaba dispuesto a admitir.
Se apartó de la ventana, regresando a su cama.
"¿Por qué estoy pensando tanto en esto?"
Sacudió la cabeza, frustrado consigo mismo. Victim no era más que un amigo, alguien que había empezado a seguirlo como una sombra desde hacía semanas. Orange no podía negar que Victim le caía bien, incluso le resultaba entretenido a veces. Pero interesarse en él... eso era algo completamente distinto.
"No tiene sentido," pensó. Victim era demasiado impulsivo, demasiado… inmaduro. Orange necesitaba estabilidad, alguien con quien pudiera hablar sin rodeos, alguien que entendiera su manera de ver el mundo. Victim era todo menos eso.
Y aun así, por alguna razón, su sonrisa seguía apareciendo en su mente.
Orange se dejó caer en la cama, cerrando los ojos con un suspiro.
—Deja de pensar en eso —se dijo en voz baja, como si al verbalizarlo pudiera arrancar esos pensamientos de su cabeza.
Pero sabía que, aunque no quisiera admitirlo, Victim ya estaba dejando una pequeña marca en su interior, una que no estaba seguro de querer entender.
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La casa estaba tranquila, al menos en apariencia, pero dentro de la cocina reinaba el caos. Blue estaba rodeado de ollas y utensilios mientras intentaba preparar algo que él mismo había denominado como "una obra maestra culinaria."
—¡Pásame la harina, Green! —dijo Blue, con un toque de desesperación en su tono mientras removía una mezcla en el bol que tenía frente a él.
Green, quien estaba picando verduras con una precisión que dejaba ver su experiencia, levantó la mirada con una ceja arqueada.
—¿Harina? ¿No estabas haciendo sopa? —preguntó mientras alcanzaba el saco de harina que había sobre la repisa y se lo lanzaba con cuidado.
Blue sonrió de lado mientras vertía la harina en la mezcla sin pensarlo dos veces.
—¡Es un experimento! Confía en mí, Green.
Green lo observó con una mezcla de escepticismo y diversión antes de volver a sus verduras.
—Eres un desastre, pero admito que tus experimentos a veces funcionan... a veces.
Mientras tanto, desde la sala se escuchaba la voz de Red. Cantaba a todo pulmón una canción completamente inventada, improvisando versos con rimas ridículas que parecían sacadas de la nada.
—¡Las zanahorias y el arroz se llevan bien, pero no tanto como Yellow con su estrés! —gritó Red, asomándose a la cocina con una sonrisa burlona, apuntando hacia Yellow, quien estaba sentado en el sofá con su computadora.
Yellow levantó la vista solo para fulminarlo con la mirada.
—Red, deja de cantar y haz algo útil.
—¡Cantar es útil! —respondió Red, girando sobre sí mismo mientras seguía su improvisada "actuación."— Además, ¿quién más va a alegrar la casa?
Yellow solo negó con la cabeza y volvió a concentrarse en su pantalla, murmurando algo sobre "infantiles" mientras sus dedos tecleaban rápidamente.
En una esquina del sofá, Second estaba completamente ajeno al ruido. Dormía profundamente, abrazado a una almohada que parecía haber adoptado como su compañera inseparable. Su respiración era lenta y tranquila, y de vez en cuando murmuraba algo entre sueños, palabras ininteligibles que hacían que su expresión cambiara brevemente, para luego volver a relajarse.
Green, que se había asomado a la sala con un cuchillo aún en la mano, sonrió al verlo.
—Mira a Second... siempre en su propio mundo —comentó en voz baja, casi para sí mismo, antes de volver a la cocina.
Blue, sin embargo, tenía otras prioridades.
—¡Alguien despiértelo! Necesito probadores oficiales para este platillo.
—No te atrevas a darle de eso, Blue. Lo último que necesitamos es que Second despierte con una intoxicación alimenticia —dijo Yellow desde su lugar, sin apartar la mirada de la pantalla.
—¡Es arte culinario, no veneno! —protestó Blue, alzando el bol como si estuviera mostrando un trofeo.
Green solo suspiró, mientras Red, como siempre, reía a carcajadas, comenzando a improvisar una nueva canción:
—¡Second duerme, Blue cocina, y Yellow trabaja mientras Green opina! ¡Y yo, como siempre, soy la estrella divina!
El caos era típico en la casa, pero también era lo que los mantenía unidos. Aunque todos tuvieran personalidades tan distintas, ese desorden compartido era parte de su día a día, y, de algún modo, funcionaba.
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Red no dejaba de improvisar canciones mientras se movía de un lado a otro, pero esta vez, decidió subir la apuesta.
—¡Vamos, Yellow! No te hagas el serio, que en esta casa también se baila con criterio —dijo mientras se acercaba rápidamente a Yellow y lo tomaba del brazo para levantarlo de donde estaba sentado.
Yellow apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de verse obligado a ponerse de pie.
—¡Red, déjame trabajar! —protestó con el ceño fruncido, intentando regresar a su computadora.
—¡Nada de excusas, amigo! Vamos a sacudir esos pies aburridos —canturreó Red, dando vueltas y jalando a Yellow para que lo siguiera.
Sin embargo, los movimientos de Yellow eran tan torpes y poco entusiastas que parecía más un robot descompuesto que una persona bailando. Red lo miró, fingiendo un profundo suspiro de decepción.
—Tú sí que necesitas clases de diversión urgente.
De repente, sus ojos se iluminaron con una nueva idea. Dejó ir a Yellow, quien inmediatamente volvió a su computadora con un suspiro de alivio, y Red corrió hacia el rincón donde estaba el pequeño conejo café de Yellow y el, Algodón.
—¡Muy bien, Algodón, es tu momento de brillar! —exclamó mientras lo alzaba con cuidado entre sus brazos.
El conejo parpadeó lentamente, observándolo con una mezcla de incredulidad y desinterés. Red, sin embargo, no se dejó intimidar. Comenzó a dar vueltas con Algodón en brazos, como si fuera su pareja de baile.
—¡Mira, Yellow! Algodón sí sabe divertirse. Aprende de él —dijo, girando mientras hacía una pequeña pirueta.
Yellow levantó la mirada de su computadora justo a tiempo para ver cómo su conejo, lejos de participar en la "diversión," lo miraba con una expresión que solo podía describirse como puro juicio. Sus ojos parecían decir: "¿De verdad, humano? ¿Esto es lo mejor que puedes hacer?"
Green, quien acababa de asomarse de nuevo desde la cocina, soltó una carcajada.
—Creo que Algodón te está juzgando, Red.
Blue también se rió mientras limpiaba una cuchara.
—¡Y con razón! Ese baile es un desastre.
Red frunció el ceño, deteniéndose un momento para mirar al conejo.
—¿Tú también, Algodón? ¿Ni siquiera tú me apoyas en esto?
El conejo no respondió, obviamente, pero su mirada seguía siendo igual de seria.
—Lo tomaré como un sí —dijo Yellow desde el sofá, reprimiendo una sonrisa mientras volvía a concentrarse en su computadora.
Red, sin embargo, no se desanimó.
—¡Pues seguiré bailando hasta que alguien más se una! —anunció, comenzando a girar otra vez con Algodón en brazos, mientras el resto de la casa se llenaba de risas y comentarios burlones.
Incluso Second, quien seguía durmiendo en el sofá, murmuró algo entre sueños, como si también estuviera participando de la diversión sin darse cuenta.
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Mientras Red seguía bailando con Algodón, el sonido del ambiente alegre en la cocina y las risas de todos llenaban la habitación. De repente, el suave murmullo de Second rompió la atmósfera ruidosa.
—Mmm... sí... me gusta mucho... —dijo Second, aún dormido, abrazando su almohada con más fuerza, dándole un beso en la tela.
Todos se quedaron en silencio por un momento, mirando a Second, que seguía abrazando la almohada y susurrando cosas entre sueños. La situación era tan peculiar que nadie sabía si reír o quedarse en silencio.
Green fue el primero en romper el silencio, mirando a Blue con cara de incredulidad.
—¿Qué está soñando? —preguntó, no pudiendo evitar sonreír.
Blue se encogió de hombros, sin dejar de cocinar, aunque claramente le había llamado la atención.
—No tengo idea, pero parece que lo está disfrutando. —Su voz sonaba divertida mientras miraba a Second.
Red, aún con Algodón en brazos, se acercó un poco más al sofá, con una sonrisa maliciosa.
—Oye, Second... ¿estás soñando con alguien? —bromeó, acercando su rostro a la almohada.
Second, en su sueño, pareció no escuchar, o tal vez lo hizo, pero siguió susurrando sin cambiar su expresión de calma.
—Mmm... sí... quiero que me abraces... —murmuró, y luego dio un suave beso en la almohada.
La mirada de todos pasó rápidamente de la confusión a la diversión.
—¿Qué... qué significa eso? —preguntó Yellow, mirando a Second con una ceja levantada, aún sin poder dejar de reír.
—¡Vaya! Parece que se está enamorando de su almohada o algo así... —comentó Red, con tono burlón, mientras comenzaba a imitar el gesto de besos en su propio brazo.
Green rió abiertamente, echándose hacia atrás.
—¿Se imaginan que lo que está soñando es una cita romántica con alguien? —dijo, tapándose la boca para ocultar su risa.
—No... no puede ser... —respondió Yellow, riendo también. —Aunque, si es así, que se prepare, porque todos lo estamos viendo.
Por un momento, la sala se llenó de risas, mientras Second seguía abrazando su almohada, inconsciente de la conversación que se desataba a su alrededor.
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Purple entró a la casa, y al notar la risa generalizada, se detuvo en seco, mirando a todos con una mezcla de curiosidad y confusión.
—¿Qué está pasando? —preguntó, frunciendo el ceño mientras observaba a sus amigos.
Red fue el primero en girarse hacia él, con una sonrisa traviesa en el rostro.
—Oh, Purple, justo a tiempo para ver la nueva obsesión de Second —dijo, señalando al joven que seguía abrazando su almohada, como si nada estuviera fuera de lo normal.
Purple miró a Second, quien estaba tan inmerso en su sueño que no parecía percatarse de la atención que recibía. Los demás no podían evitar reír a su alrededor.
—¿Está soñando con... algo? —preguntó Purple, sin entender completamente lo que ocurría.
Green, con una risa contenida, se acercó a Purple.
—Parece que está teniendo un sueño bastante... peculiar. Está hablando dormido, diciendo cosas como "quiero que me abraces" y... —Green hizo una pausa, mirando a Second con una expresión divertida—... y dándole besitos a su almohada.
Purple parpadeó un par de veces, su expresión una mezcla de sorpresa y diversión. No sabía si debía reír o preocuparle.
—¿De verdad? —preguntó, alzando una ceja.
—Sí, algo así... —dijo Yellow, sin apartar los ojos de la computadora. —Debe estar soñando con algo muy... interesante.
Red, con tono bromista, se acercó a Purple y, sin dejar de mirar a Second, añadió:
—¿Te imaginas que en realidad está soñando con una cita o algo romántico?
Purple hizo una mueca, tratando de esconder su risa.
—No puedo... ¿pero qué está pasando con todos hoy? —respondió, cruzando los brazos y mirando a Second con una expresión divertida.
Todos continuaron mirando a Second, quien seguía abrazando la almohada con una sonrisa en el rostro, ajeno a la atención que causaba.
Purple observó a Second con una expresión neutral al principio, pero poco a poco su mirada se fue endureciendo. Se cruzó de brazos, incómodo, mientras veía cómo Second abrazaba la almohada con tanto cariño y le daba pequeños besos.
—¿De verdad? —murmuró, apretando los labios.
Green, que estaba cerca, notó la tensión en Purple y se inclinó hacia él con una sonrisa traviesa.
—¿Estás bien, Purple? ¿O acaso… tienes celos de la almohada? —preguntó en un susurro divertido.
Purple se giró hacia Green, frunciendo el ceño.
—¿Qué? ¡Por supuesto que no! —respondió rápidamente, aunque su tono lo delataba.
—Ajá... seguro. —Green se cruzó de brazos, claramente disfrutando la situación.
Purple volvió a mirar a Second, quien seguía murmurando cosas como "Quédate conmigo" o "Eres tan cálido". La escena solo logró que Purple apretara más los puños, como si estuviera perdiendo una absurda batalla contra un trozo de tela.
—Es solo... que no entiendo cómo alguien puede estar tan apegado a una almohada, eso es todo. —Intentó justificarse, pero Green no dejó pasar la oportunidad.
—Claro, claro. Porque tú no querrías ser esa almohada, ¿verdad?
Purple le lanzó una mirada fulminante, pero decidió no responder. En su lugar, caminó hacia Second y lo observó detenidamente, tratando de decidir qué hacer.
—¿Qué vas a hacer? —preguntó Red, notando la actitud de Purple.
—Nada. Solo... —Purple se inclinó hacia Second y tiró suavemente de la almohada, intentando quitársela sin despertarlo. Sin embargo, Second soltó un pequeño quejido y la abrazó con más fuerza.
—No te vayas... —murmuró Second, con una sonrisa soñadora.
Purple bufó, claramente frustrado.
—Ridículo... —murmuró para sí mismo, cruzándose de brazos nuevamente.
Los demás se miraron entre sí y apenas pudieron contener la risa.
—Sí, claro, no estás celoso —dijo Green con una sonrisa burlona.
Purple los ignoró, pero en el fondo no podía evitar sentirse molesto. ¿Por qué estaba tan molesto? Era solo una almohada… ¿no?
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Second abrió los ojos lentamente, todavía medio dormido, y se encontró abrazando la almohada con fuerza. Sus labios aún tenían una ligera sonrisa somnolienta. Al notar que todos lo miraban, se enderezó un poco, parpadeando confuso.
—¿Qué...? ¿Por qué me miran así? —preguntó, su voz cargada de sueño mientras seguía sujetando la almohada.
—Oh, nada. —Green fue el primero en hablar, ocultando una sonrisa detrás de su mano—. Solo te escuchamos decir cosas interesantes mientras dormías.
Second frunció el ceño, todavía algo perdido, y entonces notó que Purple estaba parado cerca, con los brazos cruzados y una expresión extraña que no podía descifrar.
—¿Qué dije? —preguntó Second, soltando finalmente la almohada y pasándose una mano por el cabello.
—Nada importante... —respondió Purple, desviando la mirada, aunque había un leve tinte de irritación en su voz.
—¿Seguro? —insistió Second, mirándolo con curiosidad.
—Seguro. —Purple apretó los labios y dio un paso atrás, pero Green no pudo resistirse a intervenir.
—Bueno, mencionaste algo sobre no dejar ir a alguien... y parecías estar disfrutando mucho de esa almohada. —Green dejó escapar una carcajada mientras señalaba el objeto abandonado en el sofá.
Second lo miró, incrédulo, y luego a la almohada, recordando vagamente lo que había soñado. Su rostro se sonrojó un poco al entender por qué todos lo observaban tan divertidos.
—¿En serio? ¿Por eso me están mirando? —intentó sonar molesto, pero la vergüenza en su tono lo traicionó.
Red, que hasta ahora había permanecido en silencio, decidió añadir más leña al fuego.
—Tienes que admitirlo, Second, estabas muy… cariñoso con esa almohada. Si fuera Purple, estaría celoso.
Purple lo fulminó con la mirada.
—¡No estoy celoso! —protestó de inmediato, pero su tono fue tan rápido y defensivo que solo logró que todos se rieran más.
Second los miró a todos, confuso pero divertido, y luego se encogió de hombros.
—Bueno, al menos alguien me aprecia mientras duermo —dijo en tono burlón, abrazando de nuevo la almohada como si fuera un tesoro.
Purple apretó los labios, visiblemente molesto, mientras los demás seguían riendo. Sin embargo, Second no pudo evitar notar la reacción de Purple y, aunque no dijo nada, se permitió una pequeña sonrisa al darse cuenta.
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Second respiró hondo, todavía sonrojado, mientras los demás seguían esperando que revelara con quién había soñado. Miró de reojo a Purple, quien parecía más tenso de lo habitual, casi como si realmente le importara lo que iba a decir.
—Está bien, lo diré... —empezó Second con una sonrisa juguetona, pero justo en ese momento, Victim apareció en la sala, irrumpiendo con su energía usual.
—¡Hey, chicos! ¡No saben lo que acabo de ver afuera! —exclamó Victim, con las manos en el aire para enfatizar su emoción.
Todos voltearon a mirarlo, algunos confundidos, otros aliviados de que hubiera interrumpido la conversación.
—¿Qué viste? —preguntó Green, tratando de contener la risa por la oportunidad perdida de escuchar a Second.
Victim se acercó al grupo con pasos rápidos.
—¡Un maldito mapache intentando robarse una bolsa de pan del porche! Estaba peleando con un cuervo, ¡fue como un show de lucha libre en miniatura!
Todos rieron ante la descripción de Victim, excepto Purple, quien seguía mirando de reojo a Second, claramente molesto por no haber escuchado el final de su confesión.
—¿Un mapache y un cuervo? —preguntó Red, alzando una ceja—. ¿Seguro que no estabas soñando tú también?
—¡Te lo juro! Incluso traté de espantar al mapache, pero me miró como si fuera el dueño del lugar. Esos bichos son intimidantes —continuó Victim, cruzándose de brazos con fingida indignación.
Mientras los demás se reían, Purple seguía con la mirada fija en Second, esperando que retomara el tema. Pero Second simplemente se encogió de hombros y se unió a las risas, dejando claro que no tenía intención de decir más al respecto.
—Bueno, al menos tú no terminaste abrazando una almohada como Second —bromeó Green, causando que Victim levantara una ceja, confundido.
—¿Qué? ¿Qué pasó con una almohada?
—Nada importante. —Second sonrió, cambiando de tema rápidamente.
Purple soltó un suspiro frustrado, desviando la mirada, mientras pensaba en cómo iba a averiguar con quién soñaba Second.
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Blue apareció en la puerta de la cocina con las manos en la cintura, claramente orgulloso de su obra.
—¡Es hora de comer! —anunció con voz alegre, moviendo las manos para llamar la atención de todos.
Los demás dejaron lo que estaban haciendo. Green fue el primero en acercarse a la mesa con entusiasmo, frotándose las manos.
—Por fin, estaba a punto de desmayarme de hambre —bromeó, oliendo el aire con exageración—. ¿Qué nos preparaste esta vez, Blue?
—Un clásico: pasta al pesto con un toque especial —respondió Blue con una sonrisa mientras empezaba a servir los platos.
—¿El toque especial no será que te confundiste de ingredientes otra vez? —se burló Red, llevándose un codazo de Green.
—¡Cállate, Red! Si Blue cocinó, seguro que está perfecto.
Yellow dejó su computadora a un lado, todavía algo desconectado del ambiente. Victim y Second se unieron al grupo, aunque Victim seguía contando su anécdota del mapache y el cuervo con demasiados detalles.
—...y entonces el cuervo simplemente dejó caer el pan, ¡y el mapache se fue corriendo como si hubiera ganado una medalla!
—¿Puedes dejar al mapache en paz? —gruñó Purple, quien aún no superaba su molestia, sentándose al lado de Second con los brazos cruzados.
—¿Qué te pasa? ¿Por qué tan gruñón? —preguntó Victim, sentándose también, mientras Second tomaba asiento tranquilamente a su lado.
—Nada, olvídalo —murmuró Purple, desviando la mirada.
Blue terminó de servir los platos y se sentó en su lugar.
—Bueno, chicos, a comer. Y que nadie diga que no está delicioso, porque me esforcé más de lo usual.
—¡Buen provecho! —dijo Green emocionado, ya empezando a probar el plato.
La sala se llenó de risas y conversaciones mientras todos disfrutaban la comida. Second, por su parte, notó la mirada de Purple y no pudo evitar sonreír para sí mismo, preguntándose qué pasaba por la mente del chico.
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Mientras todos estaban concentrados en sus platos, la puerta se abrió lentamente, y Orange entró al comedor con su típica expresión neutral, sosteniendo un libro en la mano.
—¿Llego tarde? —preguntó, aunque ya sabía la respuesta.
—Un poco —respondió Blue, señalándole un plato vacío que había dejado a propósito para él—. Pero tranquilo, aún queda bastante.
—Qué raro verte aquí, pensé que estabas demasiado ocupado siendo un ermitaño —bromeó Green mientras le pasaba el pan.
Orange no respondió y tomó asiento con calma. Su mirada recorrió la mesa, deteniéndose un momento en Victim, quien estaba ocupado jugando con su tenedor como si fuera una catapulta. Orange negó con la cabeza y dejó su libro al lado del plato antes de empezar a comer.
—¿Qué estás leyendo ahora? —preguntó Yellow, rompiendo el silencio.
—Un ensayo sobre estrategias de guerra y liderazgo. Nada que te interese —respondió Orange sin levantar la vista.
—¿Por qué no me sorprende? —murmuró Red, pero nadie le prestó atención.
Victim, que parecía haber escuchado la mitad de la conversación, soltó un comentario despreocupado:
—Podrías intentar algo más ligero, ¿no? Como un cómic o algo divertido.
—¿Por qué me leería algo tan inútil? —replicó Orange con frialdad, pero Victim solo se encogió de hombros con una sonrisa, como si no le importara la actitud del mayor.
Mientras tanto, Purple observaba la interacción entre Victim y Orange con una mezcla de curiosidad y recelo, pero decidió no decir nada.
—Bueno, ahora que estamos todos, propongo un brindis —dijo Green de repente, levantando su vaso de agua con dramatismo.
—¿Brindar por qué? —preguntó Second, entre risas.
—Porque estamos vivos, juntos y, lo más importante, ¡comiendo una obra maestra de Blue! —exclamó, ignorando las burlas de Red.
—Sí, claro, por eso —dijo Blue, rodando los ojos, pero sonriendo de todas formas.
Todos levantaron sus vasos, incluso Orange, aunque con menos entusiasmo.
La conversación continuó entre bromas y comentarios triviales, y aunque Orange permaneció mayormente en silencio, no pudo evitar sentir que, al menos por ese momento, formar parte del grupo era algo... agradable.
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[Continuará...♡]
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