Sweet Pops
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Capítulo IV: Sweet Pops
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Mitad de la noche en la cabaña se encontraba Mabel preparando dulces en la cocina, había corrido a la mayoría de su familia evitando que se comieran los ingredientes. En una estufa vieja se encontraba calentando el chocolate color rojo y el otro oscuro, mientras que en otro bol preparaba un poco de azúcar glas con colorante rosa.
En ese momento escucho que alguien tocaba el marco de la cocina. Vio por el rabillo del ojo al demonio de la psicosis su guardián, embozo una sonrisa y le hizo una seña para que se acercara.
- Con que aquí estabas, Sweety Pie. – Dijo Tad acercándose a ver el desastre de dulce y azúcar en la cocina.
- Estado aquí desde toda la tarde. – Comento la chica mientras se frotaba la mejilla. – El hecho de que no estabas y no me hubieras visto, es tu asunto.
- ¿Estas enojada? – Pregunto mientras se remangaba las mangas de su camisa y comenzara ayudarle a envolver las paletas terminadas.
- No lo estoy. – Bajando la mirada. – Tuve un poco de ayuda.
- ¿Dipper?
- Umm... sí.
- ¿Bill estuvo aquí?
- También.
- Vaya. – Dijo un poco molesto. – Tratare de no irme tanto tiempo, lo prometo no te dejare muy sola.
- Es tu derecho.
- No, si eres mi protegida. – Comento –Es mi deber vigilarte.
- De acuerdo. – Dijo sonriente. - ¡Ouch!
- ¿Qué sucede? – Viendo que la chica se había quemado el dorso de la mano.
- Fui algo tonta. – Buscando el guante cocina con su mirada. – Sabia que debía ponerme guantes.
- Déjame ver – Noto lo enrojecido de su piel, no era la única quemadura que tenía había varias. Invoco una llama violeta acariciando la zona adolorida. – Ten más cuidado.
- Umm... sí – Dijo sonrojada la castaña ante ese pequeño acto.
- Por cierto, ¿Por qué andas haciendo estos dulces? Acaso vas a abrir un puesto o hacer un negocio.
- No Tad, jeje – Moldeando la masa de dulce. – Mañana es San Valentín y es un día muy especial para celebrar con tus amigos y también para declarar algunos sentimientos al chico que te gusta. – Sonrosándose de sus mejillas. – Pero yo más bien quiero dar algo a mis amigos.
- Oh de eso se trata – Menciono sin interés.
- Oye Tad... - Cubriendo la paleta con chochitos de corazón. – ¿Tienes planes para mañana?
- No – Menciono mientras envolvía una paleta con una bolsa de celofán. – Pero no me interesa en las festividades mundanas donde consisten en demostrar un amor falso, solo por mero interés monetario y comercial o simplemente por obligación.
- Oh... - Viendo la paleta con desanimo, mientras dudaba en hacer las siguientes.
- Pero Sweety Pie no lo hace por eso. – Acariciando su cabeza. – Veo que le pones empeño en darles dulces a tus amistades, a pesar de que te quemaste la mano fundiendo el chocolate. – Subiéndole los ánimos, ante lo que había mencionado anteriormente en su comentario. Aun le costaba hablar sin que llegara a ofender a sus más cercanos. – Es algo digno de admirarse.
- Sí. – Continúo metiendo las paletas de pastel en el chocolate y adornarlas con azúcar glas y chispas. – Mañana es un día que puedo darles algo a mis amigos, siempre están ahí para ayudarme en los peores momentos y quiero agradecérselos.
- Eso es bueno – Dijo – Pero una duda Sweet Pie – Terminando de hacer un moño a la paleta. – ¿Cuántos de estos dulces harás?
- ¿Por qué lo dices? – Dijo curiosa e inocente mientas adornaba una de los colores mencionados.
- Bueno, horita que llegue veo que llevas más de 20 paletas. – Viendo la pila acomodada en una caja. – Y no recuerdo que seamos más de 20.
- Son poquitas.
- ¿Son poquitas? – Frunciendo el ceño. – ¿A quién planeas dar? Por qué te andas quemando las manos cada vez que preparas chocolate, ¿Por qué tanto esmero en hacer los dulces de pastel?
Unos minutos duraron haciendo más paletas de pastel antes de que Mabel se pusiera a contar.
- Ya me dirás ¿de quién son?
- Pues... son de mis amigos Tad - Contando. – Llevo para Candy, Grenda, Gideon, Pacifica, Wendy, Tompson, Lee, Nate, Robbie, Tambry, el viejo McGucket, su esposa la mapache...
- ¿Le hiciste uno al mapache? – Enarcando una ceja como no pudiendo creerlo.
- Aja. – Dijo ella. – También hice una para el multi osos, linda Susan, Tío Stan, Tío Ford, Dipper, Bill, Pyronica, Kriptos, Hectorgon, Forma Amorfa, Pacifier, Xanthar, Cerradura...
- Un momento ¿Por qué a Bill y a su pandilla de maleantes? – Dijo enfurecido.
- Dijo que me llevaría mañana. – Encogiéndose de hombros. - ¿Cuántos son en la dimensión de las pesadillas?
- No, no, no... tu no iras a ninguna dimensión. – Haciendo una negativa en sus brazos. – La última vez que Bill te llevo regresaste con un chichón en la cabeza y tu ropa muy sucia y quemada.
- Pero fue porque estábamos jugando Pin Pon con su amigo Tom – Dijo animada la adolescente.
- Sí... y luego tuvimos que llevarte al hospital porque Stanford se preocupó por el crecimiento anormal en tu frente. – Menciono el demonio de la psicosis. – No le hagas a ellos.
- ¿Y si Tom va? – Pregunto la menor. – Se va sentir mucho... y pensara que no somos amigos.
- Tom no ira y no harás más paletas. – Dijo – Ahora termina esa para que te duermas.
- Pero no he acabado aun.
- Con esas son suficientes. – Dijo algo fastidiado al ver los dulces y a quienes les iba entregar la castaña. – De haber sabido que estábamos haciendo para la pandilla de Bill, me hubiera detenido.
- Pero aun no hecho la de Bill ni la de sus amigos, esa son para los gnomos.
- ¡¿Qué?! Los gnomos. – Dijo con su orbe amatista en grande. – ¿Y porque ellos? Te secuestraron y casi te casan, ¡Casi te casan Mabel! Con 200 gnomos.
- Al final se casaron con un afiche de cartón. – Menciono la menor. –Jeff me invito a su boda.
- No le hagas a esos seres inferiores.
- Bueno tan siquiera le haré a Bill.
Mabel moldeo la masa de pan de chocolate en forma de triángulo antes de cubrirlo con el chocolate rojo y cubrirlo de chispas de colores y corazones.
- ¿Crees que le guste?
- Se come todo lo que haces. – Dijo refunfuñando mientras envolvía la paleta. – No la merece.
- El de Dipper será un pino. – Dijo entusiasmada la adolescente.
- Mabel, mirarme. – Se acercó el demonio colocando una mano sobre la suya. – Detente ahí vamos a que descanses.
- Sí cierro mis ojos no me hipnotizas. – Soltando una risita la menor. – Buen intento Tad, pero no funcionara.
- Hacer estas paletas es peor que estar encerrado en la eternidad con el bebé tiempo.
- Vamos Tad, solo cinco más y acabamos.
- ¿Y si hacemos un trato?
- No.
- Son las doce de la noche y si Stanford sube se enojara. – Trato de convencerla pero la castaña se rehusaba descansar.
- Si Dipper y el tío Ford no hubieran causado desastre en la cocina habría terminado esto más temprano.
- En realidad fue porque te quedaste acostada viendo Patotective toda la tarde – Sabía que su protegida veía ese programa infantil repetitivo.
- Fue el mejor programa. – Se excusó la chica.
- Tienes razón. – Afirmando su gusto por la caricatura.
Los minutos en la mesa de la cocina pasaron en la que el demonio envolvía las paletas, aunque veía a su protegida cabecear y frotarse los ojos manchando sus mejillas de dulce y chocolate. Tad se dispuso a dar un chasquido en sus dedos limpiando la mesa, solo para escuchar una protesta de parte de la chica.
- Tad, no termine los otros.
- Que se conformen con caramelo barato del supermercado – empujando a Mabel fuera de la silla. – Anda ve a lavarte las manos y el rostro.
- No hice el tuyo – Menciono la chica mientras inflaba sus mejillas y se lavaba las manos.
- No ocupo un dulce para meros sentimientos de amistad.
- Pero.... – Se acercó el demonio a recogerla en sus brazos. Ella envolvió sus brazos a su cuello recargando su cabeza en su hombro. Se reconforto con la calidez del cuerpo que emanaba su demonio guardián. Le gustaba su aroma masculino y elegante de cítricos y maderada.
- Vamos a que duermas a la habitación.
- Sí – Abrazándose más.
Tad estaba acostumbrado a que su protegida fuera testaruda en irse a dormir, más no le incomodaba cuando ella se quedaba dormida en sus brazos.
En vez de llevarla de regreso a su cama a donde se encontraba su gemelo, decidió sentarse un momento en el desván de la cabaña junto con ella acomodándola a horcajas en su regazo. Mabel estaba muy cansada como para mantenerse despierta y ver lo que hacía su guardián con ella.
- No ocupo un dulce, porque el único dulce que quiero se encuentra aquí. – Tomo con delicadeza el mentón de su protegida levantando su rostro para acariciar con un dedo su labio inferior. – Sweety Pie, voy a besarte... si no despiertas.
Sin recibir una negativa de la menor se acercó sellando sus labios con los suyos, en un dulce beso suave. Moviendo sus labios lentamente sobre los de ella, probando un poco del chocolate y las chispas que la pequeña se comía cuando preparaba los dulces.
Mabel entre abrió sus ojos y se sonrojo ante ese beso. Tad se dio cuenta y se separó acariciando el rostro de la chica quien lo miraba apenada y con la cara ruborizada de un color cereza.
- ¿Estas molesta?
- No. – Dijo ladeando el rostro. – Siempre me besas cuando estoy dormida.
- Porque te ves hermosa y tentadora.
- Me gustaría uno... cuando estoy despierta. – Dijo con timidez.
- Sabes muy bien que entre un guardián y un protegido no debe haber nada de relación. – Le recordó a la gemela mientras acariciaba su cabello.
- Lo sé. – Soltando unas cuantas lágrimas. – Lo siento por pensar en ello.
- Pero por hoy podemos romper esa regla. – Se acercó capturando sus labios provocando roces lentos y suaves en la menor.
Mabel poso sus manos en su pecho aferrándose a su camisa mientras correspondía el dulce beso del demonio. Su corazón latía con rapidez y sus mejillas se teñían de un rojo escarlata, sus ojos cerrados y su respiración parecía detenerse de momentos. Ese contacto aumento cuando el demonio lamio su labio inferior pidiendo permiso a su entrada. La castaña suspiro y entre abrió su boca permitiendo que el adentrara su lengua y terminaran profundizando su beso en un estilo francés.
Su lengua acariciando la suya y explorando dentro de la cavidad húmeda de la boca de su protegida. Los movimientos de sus labios se hicieron un roce pronunciado y fuerte, que hacían resonar un poco en la habitación.
Rompieron el beso jadeando ambos y con sus labios conectados en un hilo de saliva. Tad abrazo a la castaña de su cintura dando caricias en su espalda baja, continuo colocando besos en sus pómulos y cerca de la quijada que descendían hasta su cuello.
- Tad... mmm – Mabel gemía agudamente y sentía un escalofrío recorrer su cuerpo, hizo que su corazón latiera como loco.
- Shh... Mabel – Le indico que bajara la voz. – Tranquila son solo besos - Provocando roces húmedos en la prístina piel de su cuello.
- ¿Qué haces? – Pregunto la menor sintiendo las caricias de su demonio ir en aumento, cuando las manos del mayor se colaban por debajo de su suéter tocando su torso y la base de sus pechos. – T-Tad... tus manos...
- Sweety Pie. – Beso más su cuello dando lamidas y mordiscos en su piel.
Mabel sentía que pronto se le saldría su corazón, sus mejillas rojas ardían y los besos que sentía de su guardián se tornaban muy calientes y sensibles en su piel. Sus gemidos no paraban de sonar y su mirada se nublaba por el placer que sentía.
El demonio regreso nuevamente a sellar los labios con los suyos realizando roces suaves y lentos, sus manos frotaban su espalda y la otra acariciaba su pecho. Se miraron fijamente un momento, la castaña pudo apreciar el color amatista de su orbe, colocando ambas manos en su rostro sintió otro beso corto del mayor. Que iba de la comisura de sus labios a sus mejillas hasta posarse en el puente de su nariz y frente.
Mabel soltaba una risa ante el cosquilleo de sus dedos en sus costillas y el toque de sus manos en sus senos que provocaban un gemido corto.
- Tad... - Besando sus labios. - ¿Es correcto? – Sintiendo sus dedos bailar sobre su piel.
- Ya no sé que es correcto... - Dijo el demonio mirando fijamente a la mortal. – Pero no quiero detener esto.
- Ni yo. – Sonriendo.
Su mirada se empaño cuando el calor era sofocante estando sus cuerpos juntos. Los besos se hicieron demandantes y con movimientos fuertes y los roces pronunciados.
Todo era nuevo para la menor ante las caricias y besos que se daba con su guardián, no eran los primeros, pero ahora los podía experimentar estando despierta. Las caricias del demonio iban en aumento y pronto avanzaría a algo más íntimo, cuando empezó a levantar el dobladillo de su suéter provocando que la menor comenzara a dudar en seguir.
Antes de que ella protestara con las mejillas cubiertas de un rubor lleno de vergüenza, inmediatamente cayó dormida profundamente en los brazos del demonio de la psicosis. Unas palmadas similares a los aplausos resonaron en la habitación llamando la atención del sujeto de cabello malva.
- Cipher. – Menciono molesto el demonio de la psicosis.
- Vaya, vaya, vaya. – Dijo el susodicho. – Te largas unas cuantas horas y regresas muy campante a verla. – Caminando por la habitación. – Que forma de recibirla, ¡por Axolotl! debí traer la cámara.
- No es tu asunto. – Abrazando a la adolescente de forma protectora.
- No, no lo es. – Recargándose en la pared mientras se frotaba sus afiladas garras. – Pero tampoco no es bueno hacerle eso a Estrella fugaz, tú me entiendes ¿oh no? – Levantando una ceja inquisitoria.
- ¿Por qué interrumpes algo privado? – Colocando una sonrisa tan grande como su ego. – Acaso no te enseñaron a tocar la puerta.
- El desván no tiene puerta. – Espeto – Es un lugar libre de andar a medianoche.
- ¿No tienes que vigilar a Pino?
- ¿No tienes asuntos en la dimensión de las pesadillas? – Le redirigió la pregunta a su compañero.
- Termine antes.
- Pino está perfectamente dormido. – Haciendo un gesto con la mano. – Dormido como un tronco. Así que estamos a mano.
- ¿Qué haces aquí a esta hora?
- Pensé que Estrella fugaz seguiría con lo de los dulces. – Dijo – Pensaba ayudarla, ya sabes una mano.
- Ya lo hice yo es mi obligación, no tuya. – Recalco con su semblante serio.
- Claro, y después que... ¿jugar a los besos? – Apretando sus manos hasta formar un puño.
- Un beso entre guardián y protegida no es nada malo, no rompo las reglas.
- Siempre he dicho eso. – Comento – Pero luego vienen las consecuencias.
- Entonces déjala. – Amenazo. – No te quiero ver cerca de ella y así no tendremos "consecuencias".
- Ja, ¿y tú me obligaras? – acercándose a ellos. – Yo no la forzare. – Menciono viendo a la chica dormitar. – Ella tendrá que elegir, aún es muy joven pero cuando tenga 18 años. Ya no tendrá tú protección. – soltando una risa. – Ella elegirá con quien quedarse, porque para entonces tendrá libre elección y el trato se romperá.
- Por el momento sigue a mi cuidado.
- Claro, está a tú cuidado. – Dijo. – Pero no la fuerces o de seguro te odiara.
Chasqueo los dedos haciéndola levitar y alejarla de Tad, aunque noto que la menor seguía aferrada a su camisa y se aferraba al cuerpo del mayor manteniendo una boba sonrisa.
- Maldita sea. – Chisto su lengua al ver con desaprobación como la castaña seguía aferrada a Tad. – Eres un tramposo Strange.
- Ella quiere que la lleve a su habitación. – Menciono sonriendo con satisfacción. – Ahora me la llevare a que se duerma en su cama.
- De acuerdo llévate a Estrella fugaz. – Levantando las manos en señal de rendición.
Tad la acomodo entre sus brazos de forma marital llevándola con cuidado a la habitación antes de voltearse a ver al demonio de los sueños.
- Por cierto. – Aviso – Es Sweety Pie, no Estrella fugaz. – Aferrando a la chica a su cuerpo. – No quiero que la llames de esa manera a Mabel Pines.
Bill miro sonriente mientras se desvanecía en la sombras, a veces el demonio de los sueños gustaba de irritar a su compañero. Pero también almacenaba un secreto que ocultaba con recelo.
Tad llevo a Mabel encaminándose con la mina de juguetes y peluches tirados en el suelo, para ser una chica de 13 años era muy fácil de dejar hecho un desastre en su habitación junto con la de su gemelo. Se acercó a la pieza a dejarla sobre el colchón apartándola de su cuerpo, a pesar de que ella se quejó por la lejanía de su contacto. Tomo la ropa de cama arropándola con las mantas y cobijas.
De algo debía agradecer a Bill y era que llego en el momento oportuno antes de que llegara a intensificar el asunto. Los demonios eran débiles cuando encuentran a la pareja que desean. Resultaba que Mabel Pines atraía bastante su atención, no por eso la evitaba a cada rato. Quedarse a solas con ella significaba que era algo malo o sumamente prohibido lo que podrían hacer.
- Eres un pecado tentador que tendré que esperar pacientemente – Dijo esto antes de darle un último beso en sus labios rosados. – Feliz San Valentín, Sweety Pie.
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