Caramelo Suave
Advertencia: Lectura para mayores de 18 años en adelante, contiene temas de violencia y situaciones de connotación erótica y sexo explícito. Lenguaje ofensivo y vulgar.
WenDip
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Capítulo II: Caramelo Suave
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Mi primer crush amoroso fue a los 13 años el día que pedí trabajo en la Cabaña del Misterio Shark, sabía que ese viejo museo de la rareza no tendría fama en un viejo pueblo escondido en los rincones del estado de Oregón. ¡Pero vamos! No entrarías a esa cabaña al menos por tres razones; o eres un turista demasiado ingenuo o listo para picar tú curiosidad por las extrañas historias del pueblo de Gravity Falls, o tal vez vengas por necesidad de trabajo (Como yo) o solo conoces a la gente que vive dentro de esa cabaña y a sus allegados conocidos. Técnicamente eres de un pre apocalipsis del cual no estuve muy enterada. Pero la razón por la que me quede en esa cabaña fue porque me enamore perdidamente de aquel chico.
- ¡Hey Wendy! – Dijo un sujeto de cabello marrón oscuro levemente ondulado y brillante de ojos avellanados. Mientras posaba su mano encima de la cabeza y revolvía la melena de la distraída adolescente que cobraba al cliente. – Me gusta tú camisa.
- Hola Dipper – Dije sonrojada y dando cambio de más al cliente antes de recibir un regaño de Sr. Pines.
- ¡Niña cuidado con el dinero! – Dijo. – No crece en los árboles.
- Lo sé. – Sintiendo mis mejillas arde de la vergüenza por mi torpeza.
- Mejor no te distraigo. – Soltando una risita el mayor. – Tío Stan ¿Has visto a Ford?
- No, pero saldré un rato. Tengo un negocio que atender. – Tomando su abrigo. – Cierren la tienda por mí.
- ¿Y Soos? – Pregunto.
- Anda en una cita. – Dijo Stan antes de tomar sus llaves de su viejo Cadillac. – Me pidió permiso hace unos días y se lo concedí.
- De acuerdo le diré a Mabel. – Dijo Dipper.
Como no enamorarme de ese maldito y atractivo chico nerd, cuando lo conocí por primera vez fue cuando Sr. Pines me estaba instruyendo a utilizar la caja registradora. Recuerdo que él me ayudo a guardar en unos estantes bolas de nieve, mientras teníamos una charla sobre pasatiempos y música. Supe que era universitario y que ayudaba de tiempo libre un rato en la cabaña en algunas investigaciones paranormales con su tío abuelo Stanford Pines.
Normalmente no le prestó atención a los cerebritos, pero con Dipper... hasta clases extras tomo.
Mi nombre es Wendy Corduroy soy ahora una adolescente de 15 años de edad, pelirroja y de complexión delgada, pecas por cualquier parte de mi cuerpo – Cualquier parte – No hay excepción en ninguna zona, mi piel es nívea y hace que mi rubor se note, ojos verdes como las esmeraldas, un busto de buen tamaño como diría mi mejor amiga Tambry y con una actitud rebelde y ruda. Y debo decir que mi crush imposible fue con el sobrino nieto de mi jefe. ¿Por qué imposible? Bueno es porque... Mason Pines alias Dipper, está interesado en cierta rubia.
- ¡Dipper! – Grito una rubia de ojos zafiro y vestimenta elegante mientras entraba a la cabaña y se abalanzaba abrazando al castaño. – ¡Te encontré!
- ¡Hey, Paz! – Devolviendo el abrazo. - ¿Cuándo volviste de Aspen?
- Hace poco – Colocando una sonrisita. – Te dije que volvería en un parpadeo y aquí estoy.
- Eso fue hace dos semanas – Cruzándose de brazos.
- Mi padre tardo en hacer negocios con sus socios.
- Mientras tú derrochabas con una tarjeta las tiendas. – Menciono el castaño mientras recibía un codazo de la rubia.
- Ten. – Entregando una tarjeta de expansión de memoria. – No volveré a esos lugares nuevamente, está lleno de sujetos raros y sudorosos.
- ¡Woow! Gracias, lo ocupaba mucho. – Dijo emocionado el chico.
- Otra cosa más... - Dijo hurgando en su bolsa de marca Channel.
"Oh no, tiene que ser una broma. Ella no le dará un.... Oh tal vez si lo dará."
Apretó su mochila que estaba debajo de la caja registradora, mientras visualizaba el calendario que marcaba esa fecha especial para todos.
"14 de febrero"
- Te traje esto - Extendiendo una barra de chocolate lujoso. – No a todos les doy algo tan bueno y delicioso, y mucho menos lujoso.
- Oh gracias, Paz. – Tomando el dulce con las mejillas rojas. – Pero... a mí no me gusta tanto el chocolate jeje
- ¿Y lo despreciaras? – Frunciendo el ceño la rubia. – Dipper Pines no deberías hacer eso con las chicas.
- Entiendo, entiendo... pero es difícil de explicar. – Dijo avergonzado antes de darle un beso en su mejilla. – Gracias de todos modos.
- Mucho mejor. – Soltando una risita la rubia.
La pelirroja se deprimió un poco al escuchar esa declaración, bajo su mirada a su mochila antes de sacar el regalo y estrujarlo para después tirarlo al bote de basura.
- uff~... jamás funcionaria. – Suspiro decepcionada en voz baja, agachando la cabeza. – Tal vez debería irme a casa.
- Tierra llamando a Wendy~ – Le hablo en el oído a la adolescente de 15 años llegándola sorprender. Soltando una risita mientras extendía una tarjeta de San Valentín. – Te noto distraída que de seguro ni me escuchaste.
- ¿Eh? – Mirando a la castaña de suéter blanco con corazones que sostenía varios dulces y tarjetas de San Valentín.
- ¡Lo sabía no me escuchaste! – Inflando sus mejillas. – Wendy ¿Qué vamos hacer contigo? Hasta pienso que estás tan ensimismada en tus pensamientos.
- Estrella fugaz, tu apareciste de la nada estrellando esas tarjetas coloridas y hablando con una velocidad que ni se te entendían nada. – Mientras pichaba las mejillas de su novia. – Entiende a la saco de carne con cabello color menarca, ¿Qué no ves que está en modo idiotizada por Pino? Ten más consideración.
- A mí no me gusta Dipper, estúpido tuerto. – Dijo ruborizada la pelirroja.
- Claro que se te nota, incluso no te diste cuenta cuando te robe 50 dólares frente a tus narices. – Pasando tres billetes enfrente de ella.
- ¡Hey regresa eso! – Dijo molesta Wendy.
- Ves anda idiotizada. – Soltando una sorna risa.
- Silencio Cipher. – Empujando al rubio para colocarse encima del mostrador. – No molestes a Wendy. – Viendo a la pelirroja. – Descuida se pone pesado cuando ha caminado más de 1 kilómetro por todo el pueblo.
- Estrella fugaz, no me llames así. – Abrazando a su novia. – Es un día... especial, ¡Eso! Tú lo dijiste. Me debes algo. – Besando su mejilla.
- ¿Van a una cita? – Viendo a la gemela muy arreglada y a lado de su novio que vestía un traje colorido muy especial. Amarillo casi piérdete y quémame los ojos.
- Sí – Dijo ella sonriente. – Bill me debe la cena y una ida al cine con un regalo que yo elija.
- Y luego terminaremos en el hotel hacer un bebé. – Asintiendo la cabeza.
- Exact... ¡Oye eso no! – Jalándole las orejas al demonio. – Compórtate.
- Ya te dieron clases de sexualidad y ya sabes de donde viene los bebés, ¿cierto? Todo humano lo sabe, ¿cierto? – Refiriéndose a Wendy.
- Cierto – Dijo Wendy con una sonrisa de complicidad. – Sí logras embarazarla, pediré organizar el Baby Shower.
- Trato hecho. – Extendiendo una mano envuelta en llamas.
- Mira Bill será mejor que te quedes calladito o me regreso en este instante a la sala a ver la maratón Harry Potter que está en la televisión. – El demonio se quedó callado entendiendo la amenaza de su novia. Antes de deshacer las llamas azules.
- De acuerdo.
- ¿Dipper no le gusta el chocolate?
- Pino odia el chocolate. – Dijo Bill cruzándose de brazos. – Ni se te ocurra darle, yo siempre le recuerdo eso a esta adicta de los dulces. – Señalando a Mabel.
- Cierto, lo olvidaba... a mi bro-bro no le gusta el chocolate. – Soltando una risita. – Aun me odia por la última vez que le di un Ferrero Roche enorme de chocolate.
- Me lo imagine.
La gemela mayor miro a la adolescente pelirroja con un semblante decepcionado y triste, antes de empujar un dulce y la tarjeta.
- Alguien no está de ánimo para el día del amor y la amistad.
- Solo que no es un buen día. – Dijo ella viendo como Dipper conversaba con la rubia. – Y ni lo será.
- Estrella fugaz. – Tomando de los hombros a la castaña. – Alguien olvido alimentar a los gatitos del parque esta mañana. – Comento el rubio refiriéndose a los mininos abandonados en el parque. – De seguro se morirán de hambre.
- ¡Cielos olvide los gatos! – Dijo Wendy con los ojos abiertos. – Ahmm.... Estoy segura que lo guarde por aquí... - Sacando una bolsa de croquetas.
- ¡Oye! – Dijo Mabel comprendiendo lo que quería decir su novio antes de detener a la pelirroja. – No es necesario que salgas corriendo, amiga. – Dijo la chica dando una mirada al rubio para guiñarle. – Bill y yo podemos ir a darles de comer. Mientras tú, Pacifica y Dipper cierran la tienda.
- Pero...
- Confía en mí. – Dijo la castaña mostrando una sonrisa.
- No olvides poner seguro. – Aviso Bill.
La castaña se acercó a saludar a la rubia de forma amistosa, mientras tenían una conversación rápida. Wendy se levantó de su asiento para apagar las lámparas de los estantes y cerrar la caja registradora. Tomo su mochila y su suéter para cubrirse del frío. Vio a la castaña irse con su novio agarrados del brazo, con el saco de croquetas de Whiska.
En ese momento Wendy vio como Pacifica y Dipper seguían en el marco de la puerta, ella apretó las llaves antes de hacer lo que tenía que hacer.
- Dipper y Pacifica. – Llamo la pelirroja. – Porque no se adelantan... yo cierro aparte mmm... voy esperar un poco. Mi papá aun no llega a casa y pues no quisiera arruinarles su salida.
- Oh no pasa nada – Dijo Pacifica. – En realidad yo ya me iba, debo salir en unos días a un viaje.
- ¿Otro viaje?
- ¿Qué puedo decir?, estoy llena de planes en este día babe.
Wendy apretó las correas de su mochila y se alejó de ellos.
- Yo necesito estar sola un momento. – Musito la pelirroja entrando a la cabaña.
Subió por aquellas escaleras que daban al tejado y se quedó unos minutos sentada en aquella base secreta que usaban los gemelos y ella. Sentía muchos celos pero tampoco no podía culpar a Pacifica, ya que ella tenía más derecho a estar con Dipper. Eran de la misma edad y era mucho más bonita y atractiva, la chica ideal para él. Amigos desde la infancia, jamás podría competir con eso.
- Solo es algo pasajero Wendy... ya pronto lo olvidaras. Como todo... – Dijo la menor viendo el firmamento lleno de estrellas en el cielo, era una noche hermosa.
Cerro sus ojos y dejo que aquellos sentimientos no la abrumaran por completo. Busco en el bolsillo de su suéter aquellos caramelos de sabor cereza que podían mordisquearse si problema alguno. No era propio de ella sentirse celosa, pero jamás podría odiar a Pacifica era como su mejor amiga, su casi hermana. Jamás podría odiar a la Noroeste. Aunque le doliera verla con Dipper.
Unos golpeteos en la compuerta la alertaron antes de ver una cabeza asomarse y verla.
- ¿Se puede?
- Es casi como tu casa, en realidad es tú casa, la casa de tus tíos abuelos. – Menciono la pelirroja. – Yo soy la invasora.
- Pacifica se fue. – Dijo terminando de subir al tejado y caminar sobre el piso de madera antes de recargarse en el barandal improvisado y a medio completar que construyo su tío Stan. – Esa mujer sí que no tiene límites ni un descanso en sus viajes.
- Debe ser genial viajar y conocer otras partes del mundo. – Sonriendo levemente la chica.
- Yo también saldré nuevamente... debo regresar a Portland y continuar con algunas partes de mi investigación en los campos gravitacionales. – Rascándose la nuca. – Serán meses y días un poco atareados en la universidad. Muy pocas veces vendría a Gravity Falls. – Comento. – Cielos no sé cómo explicar esto a Mabel y Stan, les prometí pasar más festividades con ellos y también con mi familia... pero siempre estoy lleno de tantos planes.
- Ya veo... - Viendo al mayor abrumado. – Pero son oportunidades que se presentaran nuevamente.
- Lo sé. – Respondió. – Muchos problemas para mí.
- Descuida, todos tenemos algo... que nos hace pensar mucho.
- ¿Mabel y Bill fueron alimentar a los gatos? – Enarcando una ceja de confusión.
- Sí. – Dijo impresionada la pelirroja. – Querían hacerlo.
- Vaya eso es bueno. – Dijo. – Aunque pienso que mi hermana tendrá un día muy especial.
- ¿Por qué lo dices?
Volteando a los lados y mirando bajo el pórtico. – Bien, parece que no hay nadie a la vista. – Dijo. – Tal vez porque el Dorito iluminati le dará un anillo de compromiso a mi hermana, esta noche.
- ¿Propuesta de matrimonio? – Dijo sorprendida.
- Sí, aunque ella no lo sabe.
- Va estar muy feliz. – Sin saber cómo reaccionar ante la noticia. – Cielos... Mabel se pondrá eufórica de felicidad.
- Sí. – Viendo a la pelirroja embozar una sonrisa. – Yo también espero que mi pareja reaccione igual.
- ¿Pareja?
- Sí, una pareja. – Menciono el castaño acercándose a la pelirroja, arrodillándose al frente de ella quedando a su altura. – Espero escuchar lo que deseo.
- Dipper... - Susurre suavemente sintiendo mi corazón latir, su mirada avellana con la mía verde se reencontraron.
El mayor acorralo a la adolescente en la pared de aquella cabaña, colocando ambas manos en la pared bloqueando su huida. La pelirroja paso lento la saliva y teniendo su rostro rojizo como un tomate maduro, sus pecas se hacían más notorias en su piel lechosa. Sus respiraciones eran cercanas y rápidas, que provocaban el momento más ansiado.
Solo se encontraban ellos dos solos esta noche en el tejaban de la cabaña, aquella tarde de San Valentín había sido muy dura y frustrante para la menor.
- Wendy, deja de huir por un momento pequeña traviesa. – Menciono el mayor de cabello castaño dejando que algunos mechones se revolvieran con el viento helado de febrero.
- Deja de decirme pequeña, Dopper. – Dijo en tono burlón la adolescente, aunque dudaba mucho en utilizar los apodos que le daba la gemela del mayor. Más cuando no sabía si se ofendería por tremenda confianza o arruinaría su relación de amistad.
- Que puedo decir... eres adorable.
- Lo sabía... - Bajando su mirada. – No me ves como mujer... no me ves, como ves a Pacifica Noroeste.
- ¿Pacifica? – Sorprendiéndose por lo que dijo la chica.
- Tú novia. – Menciono la adolescente.
- Vaya yo no sabía que Pacifica era mi novia. – Menciono el mayor con sornes en su voz. – Pensé que era mi mejor amiga. – Soltando una risa.
- Deja de reírte. – Ladeando su mirada. – Vi que te dio un regalo de San Valentín.
- ¡Oh eso! – Dijo el chico pensando un poco. – Sí, me dio uno. Al igual que le dio uno a Mabel, a Bill, a Tío Stan, a tío Ford, a Soos, sus amigos y también a ti.
- ¿A mí también? – Abriendo de sorpresa sus ojos. - ¿Yo también recibí uno?
- Sí... pero dejando eso de lado. – Colocando una sonrisa. – Estoy esperando el mío.
- Él... ¿Él t-tuyo? – Tartamudeo un poco sintiendo el rostro del chico cerca.
- Sí, el mío. – Dijo. – Espero el tuyo Wendy, como cada año.
- No tengo uno. – Recordando que lo había destruido y tirado a la basura.
- Que lastima. – Llevando una mano a posarse sobre el mentón de la fémina. – Me había parecido verlo con mi nombre en el bote de la basura.
- ¡Lo buscaste! – Sonrojándose avergonzada. – Lo siento mucho... pero no pensé que... ¡Pensé que Pacifica y tú eran pareja! Los vi muy juntos hace un momento y... pensé que no te gustaba el chocolate. ¡Bill me dijo que no te gusta el chocolate! Siempre se lo recordabas a tu hermana para evitar que te hicieran regalos con chocolate.... Y....
- Wendy. – Callándola con un dedo sobre sus labios rosados. – No me gusta el chocolate.
Llevo su mano a la sudadera café de la pelirroja tanteando al costado sin quitar la mirada de la chica, adentro su mano en el bolsillo encontrando esa cajita de caramelo macizo sabor cereza que comía la menor cada tarde después del trabajo. Saco uno de la cajita y lo coloco en los labios de la menor.
- Esto es de lo que traía ganas – Sello sus labios con los suyos en un beso suave y dulce, la cual la pelirroja sintió su piel erizarse ante su contacto.
Era tal como se imaginaba su primer beso sobre el tejado de aquella cabaña, en su base secreta. Claro sin el dulce de por medio, pero es algo que no podría negárselo al mayor. De todos modos le había encantado ese beso.
Sus movimientos eran bruscos y rápidos sobre sus delicados labios, pero se acoplaban a su ritmo. Ella llevo tímidamente sus manos sobre su cuello envolviéndolo y apegándose a su contacto. Él mayor la sujeto de su delgada cintura y la acerco obligándola a sentarse sobre su regazo.
Una pequeña lucha en sus bocas sobre la dominación del beso, la chica abrió su boca sintiendo la lengua del mayor empujar los trocitos del dulce de cereza. Profundizando el beso y acariciándose sus lenguas los pequeños gemidos y suspiros eran notorios. Dipper tiro accidentalmente varios de esos caramelos que se fueron rodando por el tejaban de la cabaña. Sujeto a la menor en su agarre teniéndola cerca.
Sus respiraciones iban en aumento y el calor de sus cuerpos se acoplaba al frío de la noche. Rompieron momentáneamente el beso, jadeando y teniendo sus miradas centradas en ellos. La pelirroja acaricio su rostro tocando los mechones castaños y levantando el flequillo para mostrar aquella marca de nacimiento de la "Osa Mayor" le gustaba mucho, no dudo en colocar un beso en la sien y dirigirse a susurrar en el oído del chico.
- Te quiero. – Menciono la chica sollozando de la felicidad en su corazón. – Dipper siempre me gustaste.
Dipper sonrió con gusto de saber esa declaración tan inocente de la pelirroja, estaba contento de saberlo, abrazo a la adolescente sintiendo que sus corazones latían con fuerza.
- Yo también te quiero, mi linda rosa. – Beso sus labios nuevamente siendo correspondido por la pelirroja.
Los besos no se hicieron esperar en la pareja, pequeños roces de labios combinados con lamidas y mordiscos. La menor se aferraba a su espalda y presionaba su cuerpo con el suyo. El castaño podía sentir el frágil y delgado cuerpo de la adolescente acomodarse en su torso y regazo. Acariciaba con sus dedos su espalda y con un brazo lo envolvía alrededor de sus caderas.
El castaño no podía negar que le gustaba desde hace un tiempo aquella adolescente rebelde de cabello vivaz y rojizo. Más su hermana y su mejor amiga le habían advertido que tuviera cuidado con la chica ya que estaba en una etapa en que todo chico que se le cruzara podría ser un simple enamoramiento. Incluso aunque fuera cruel le puso límites a la pelirroja, para evitar que su simple relación de amistad se rompiera.
Pero ahora se encontraba escuchando la confesión de aquella dulce leñadora y aventurera adolescente, disfrutando de sus besos que anhelaba probar sobre aquellos delicados y carnosos labios rosados.
Y es que Wendy para ser una adolescente de 15 años tenía un atractivo cuerpo que llamaba la atención de muchos hombres. Ahora ya entendía un poco porque Robbie el amigo de Wendy se molestaba tanto con él. También se pondría celoso si viera que alguien coqueteara con la chica que le gustaba y lo traería loco.
Dipper pensó un poco en la situación actual: aquella chica despertaba mucho el deseo de cualquier hombre, más estando ella en secundaria y que pronto comenzaría la preparatoria en agosto. Sin olvidar que cumpliría en septiembre 16 años y atraería una horda de chicos atrás de ella.
Saliendo de su trabajo tendría que recogerla a la salida de su escuela, trataría de evitar que ningún chico tratara de invitarla a salir o tocarle de forma lasciva. Tendría que modificar sus descansos, venir a Gravity Falls cada fin de semana o cuando tuviera día libre, adelantar trabajos y pasar las vacaciones de verano e invierno lo más cerca de ella...
Sí es posible le compraría un anillo para evitar las declaraciones de otro chicos; un momento.... ¿estoy hablando de boda?, por Dios ya hasta parezco Bill.
Pensó el mayor dándole un respiro a la chica que había dejado de besar. – Wendy – Acariciando su cabello largo – Sabes que esto será... ¿Diferente?
- Diferente – Menciono la chica. – ¿En qué sentido?
- Serás mi novia. – Dijo firme en su decisión.
- ¿S-Sí... me ves como tú novia? – Dijo sonrojada de las mejillas.
- ¡Por supuesto! – Besando su mejilla. – Lo eres.
La chica no podía dejar de sonreír era grande su felicidad que abrazo con fuerza al castaño. Lo beso reanudando aquel toque adictivo de sus labios, los roces entre sus manos y las caricias.
- Wendy... todos los días iré... a recogerte – Besando entre momentos cortos sus labios.
- Todos los días... ¿lo dices enserio? – Dijo ella – No se te olvide o me enojare mucho.
- Cuando trabajes en la cabaña de mi tío. – Besado su quijada y por debajo del mentón. – Nada de miradas a otros.
- Solo a ti. – Gimiendo suavemente.
- 7 y media aquí. – bajando a su cuello donde fue colocando besos y mordidas suaves. – En nuestra base secreta. Yo te llevare a tú casa.
- S-Sí – Abrazando su espalda y curvando su cuello.
- Fin de semana tú y yo... en el bosque. – Menciono mientras lamia por su clavícula. – Acamparemos, procura una bolsa de dormir.
- Mmm... Me llevaras por fin de campamento. – Dijo ella revolviendo sus cabellos marrones.
- Sí, ya hablare con tú padre. – Abrazando la cintura de la menor. – Sabes que... olvida la bolsa de dormir, dormirás en la mía.
- Buena suerte con lo de mi padre y sobre la bolsa.... Mabel tiene una grande que usa con Bill. – Soltando una risita, antes de sentir el bulto debajo de su intimidad el cual balanceo sus caderas robando un gemido ronco del chico. – Ahh... ¿Solo en el bosque?
- Fin de semana... en mi apartamento en Portland. – Atrayendo a la chica a pegar su entrepierna con su erección. – Lleva ropa extra, la necesitaras.
- ¿Podré dormir en tú cama o en el sofá? – Sintiendo la fricción de los empujones del mayor mientras acariciaba a la chica por debajo de su suéter en la base de sus pechos.
- Los dos. – Comento excitado. – Ese mismo día... incluso en mi estudio. – Apretando y masajeando los senos de la adolescente. – Diablos... necesitaremos preservativos.
- ¿Preservativos? – Sintiendo su cara enrojecer – No tenemos uno para esto.
- No – Gimió frustrado el chico sintiendo las caderas de la chica balancearse del frente hacía atrás de forma lenta. – Mal momento para tener ganas de coger.
- Es San Valentín. – Se excusó colocando una mirada melosa al chico. – Es mi primera vez, ¿Qué haremos?
- Shh... - Besando sus labios y llevando sus manos a desabotonar el pantalón de la chica bajándolo hasta por debajo de sus rodillas dejándola con sus bragas rosas. Desabrocho el cinturón mientras abría el cierre y bajaba a la mitad su pantalón dejando expuesta su erección. – Tendremos sexo seco.
- No sé qué sea eso... pero si esto alivia las ganas de hacerlo, adelante. – Apoyándose sobre el pecho del mayor. – Dipper... - Sintiendo como la guiaba a sentarse a horcajas sobre su miembro recubierto en el bóxer.
- Muévete hermosa. – Sintiendo como balanceaba sus caderas aquella silueta femenina que se abrazaba a la helada noche de febrero. Escuchándola gemir suavemente y ruborizarse de su rostro pecoso.
- Mmm... Dipper – Ella movió su intimidad humedecida entre aquel bulto sintiendo la deliciosa fricción que golpeaba sus labios y su clítoris sensible. – Ahh... se siente bien.
- Wendy – Dipper atrajo el rostro de la menor a reanudar sus besos calientes, disfrutando aquellos momentos íntimos. Embistió sus caderas sobre su ropa entre las caricias que solo animaban a crear más tensión sexual en ellos.
- Dipper... ¡Ahh! – Apretó con fuerza su camisa aumentado su balanceo, sus alientos mezclados y sus respiraciones aceleradas.
- Te amo. – Repitió el chico.
- Yo también.... – Viendo al mayor sacar un momento su pene erecto y rosado de la punta. – Dipper... -Tocando su pene y ladeando su braga un poco. Froto entre sus pliegues cerrando los ojos y disfrutando de restregarse contra la virilidad masculina del mayor.
- Wendy... - Sintiendo el líquido resbaladizo de la menor. – No te muevas mucho. – Cubriendo la intimidad de ella. – Listo.
- Dipper.
- No resistiría hacerlo de una vez. – Acercándola más a la fricción y aumentando los movimientos.
- Mmm... - Jadeando la menor. –Dipper... yo... siento.
- También yo. – Jadeo ronco.
Unos cuantos empujones sobre su intimidad ambos llegaron a su orgasmo anhelado, expulsando chorros de semen en las bragas de la chica. Aunque él sabía que eso no calmarían su calentura de esta noche. Los besos se hicieron más propensos y animados. Hasta que de repente una voz contenta y cínica los llamo.
- ¿Oigan y sus Hot Dogs cómo lo quieren? – Dijo Bill con una sonrisa ladina y con el rostro apoyado en un puño, mientras miraba a la pareja ruborizada del color de un tomate muy maduro. – Si querían coger esta noche, en la mesita de noche que está a lado de la cama de Estrella fugaz guarde preservativos y lubricante sabor fresa salvaje. Digo por si te hace el agujero de ella muy pequeño. – Comento Bill viendo divertido que el chico lo disfrutaba bien. – Claro que... ella es menor y pues, la pedofilia está a la orden del día... mejor llamémoslo: Sugar Daddy y ella es tú beneficiaria, o mejor lolita.
- ¡BILL, LARGO! – Dijo el gemelo subiendo los pantalones a la chica y cubriéndola.
- No me dijeron ¿cómo quieren el hot dog? – Dijo el demonio. – Mabel los trajo.
- ¡ES ENSERIO VETE! – Grito Wendy avergonzada.
- Le diré a Estrella fugaz que con mayonesa y kétchup – Dijo cerrando la compuerta.
- Joder – Dijo Dipper arreglándose su ropa y removiéndose los cabellos. – Maldito demonio.
- ¿Nos escuchó?
- Lo dudo.
Dipper bajo junto con Wendy hasta donde se encontraba Mabel y Bill con una caja de gatitos y hot dogs que trajeron de una carreta. El castaño miro un poco malhumorado al rubio antes de ver a su hermana con una sonrisa radiante.
- ¿Adivina quién está comprometida? – Mostrando una sortija.
- Adivina quién se quedara soltera y con un novio difunto. – Menciono el castaño mirando a Bill de forma molesta. - ¿Qué no iban a estar a afuera? Toda la noche.
- Ya lo estuvimos. – Dijo Bill. – Que Estrella fugaz se emocione con la propuesta y corra por cinco cuadras con los gatitos en la mano y traiga perros calientes para cenar y celebrar, no significa que van a hacer Dry humping en el tejado, mi estimado y calenturiento Pino.
- ¡BILL! – Gritaron al mismo tiempo Wendy y Dipper con el rostro sonrojado.
- Por cierto te dije que tendría bebés. – Dijo Bill a Wendy mientras tomaba a los mininos.
- ¡BILL! – Le regaño con el rostro rojo Mabel.
- ¿Qué? Tú dijiste que son nuestros bebés. – abrazando a los gatitos. – Pato ya tiene hermanitos cuando lleguemos a casa, acomodaremos el cuarto para los pequeños.
- Llegando a casa te ira muy mal. – Dijo ella.
- No enfrente de los pequeños. – Dijo Bill acariciando un gato. – Pero... En el cuarto sí, trátame como tú desees, que caminaras como ciervo a la mañana siguiente.
- Bueno... eh mmm. – Carraspeando su voz el gemelo menor. – Felicidades por su compromiso.
- También felicidades a la nueva pareja. – Dijo Mabel levantando un pulgar a la pelirroja.
- Enserio se quedaran con todos ellos. – Dijo Wendy viendo a los gatitos maullar. – ¿Son cinco? Mucho gato.
- A Bill no le importa.
- Bueno pueden quedarse con ellos excepto a este. – Tomando un gato de mancha café y anaranjado con el cuerpo blanco. – Este es mío.
- Algo me decía que se lo quedarían. – Dijo Mabel. – Es perfecto para ustedes.
- Este día no salió tan mal. – Dijo Wendy dándole mimos al minino.
- Por cierto Dipper. – Dando un mordisco a su hot dogs. – ¿Cómo le explicaras al padre de Wendy de llevártela los fines de semana a Portland? sin que te parta la cara, solo para esos encuentros. – Dijo Mabel.
- Carajo... – Dijo Dipper sonrojado y golpeándose con la mesa.
- Sí escucharon... - Dijo Wendy más roja que una granada. – Trágame tierra.
- ¡¿Y a mí me acusaban de espiar?! – Dijo Bill indignado y ofendido viendo a la pareja. – La próxima vez lárguense a un hotel.
- ¡BILL CALLATE! – Gritaron Wendy y Dipper.
Segundo One Shot, aquí quise hacerlo light todo el asunto :D recuerden que esta historia no tiene conexión con otros fic. Ni se molesten en buscarlo okey.
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