One More Night
But baby there you go again, there you go again, making me love you
Yeah I stopped using my head, using my head, let it all go
Got you stuck on my body, on my body like a tattoo
And now I'm feeling stupid, feeling stupid crawling back to you
—One More Night, Maroon 5
—¡Eres un completo imbécil!
Y ahí estaban de nuevo.
—¡Por lo menos soy un imbécil con más de un metro!
—¡Mido un metro sesenta, idiota!
Esquivó un jarrón, que se estrelló con la pared del fondo.
—¡Lo mismo me da! Sigues siendo un enano.
Chuuya ni siquiera se inmutó para esquivar el vaso que Dazai le había lanzado, este cayó por su propio peso —es decir, con el de la gravedad— al suelo, a unos metros de su objetivo.
El rojo inundó la habitación entera, y a cualquiera le hubiese asustado esa reacción de uno de los miembros más poderosos de la Port Mafia. A cualquiera menos a Dazai Osamu, su excompañero.
Dazai hacía y deshacía a su antojo todas las cosas que podrían ser razón de enfado de Chuuya. Le encantaba verle enfadado, más aún cuando el pelirrojo siempre amenazaba con algo que nunca iba a cumplir. Bien por sus chantajes, bien porque le tenía un cierto aprecio.
Dazai optaba por lo primero.
—Y yo que pensaba que me había deshecho de ti al fin.
—¿No me vas a decir que me extrañabas? —sonrió mientras esquivado una lámpara.
—¿A ti? ¡En tus sueños! —le lanzó un jarrón, que también esquivó—. ¿Para qué se supone que has vuelto? ¿Para amargarme la noche?
—¿Yo? Qué va. Solo quería hacerte una visita por los viejos tiempos.
—¿Destruyendo parte de mis vinos? —arqueó una ceja. Dazai atrapó la maceta que le lanzó.
—¡Ya dije que fue un accidente!
—No te creo ni lo que comes —arqueó las cejas.
Tenía motivos para ello. Dazai no era la persona más confiable, y Chuuya debería ser el que menos lo hiciera. Ambos eran opuestos. Incompatibles. Dazai en el suelo y Chuuya en el cielo, traición y lealtad, antigravedad y anulación. Su relación había sido más una guerra constante que una amistad. Ni siquiera llevaba la cuenta de cuántas discusiones habían tenido a lo largo de su relación.
Pero Dazai no podía evitar volver a él. Había millones de personas en el maldito mundo y siempre escogía regresar con el que menos compatibilidad tenía.
Y aún así, le confiaría su propia vida. Una que recientemente había empezado a apreciar.
Y lo peor es que no sabes por qué, ¿verdad? La lógica no puede resolverlo todo.
—En fin, estoy ocupado, así que lárgate.
La gravedad volvió a los objetos de la sala y Chuuya le dio la espalda, entrando en su habitación y cerrando de un portazo. Dazai hizo una mueca a esto, y empezó a amañar la cerradura.
¿A dónde se suponía que iba tan tarde? Bien, no era asunto de Dazai, ya no era parte de la Port Mafia, pero aún así se había asegurado de ir a molestar a Chuuya en su día libre.
¿Es porque esperabas algo más?
Chuuya había previsto sus movimientos, y había puesto una cómoda en la puerta para que esta no se abriera.
—¡Que te largues te he dicho!
Dazai había escuchado ese tono antes. Ese ligero toque agudo que le daba a sus palabras cada vez que se burlaba de él. Cada vez que planeaba una treta en la que estaba dispuesto a que Dazai cayera como fuera.
Por la pequeña rejilla que pudo abrir haciendo todo el esfuerzo que pudo, distinguió la figura de Chuuya de espaldas a él, atándose el cabello rojo en una coleta alta. Se estaba cambiando de ropa.
—¿Vas a salir, Chibi? Ya es muy tarde para los de tu altura.
—¡No te importa!
Otra vez. Ese tono que seguramente iba acompañado a una pequeña sonrisa en su rostro, a unos ojos azules divertidos y chispeantes.
De repente, la cómoda se quitó de en medio y, debido a la repentina falta de soporte, Dazai casi caía contra el suelo. Afortunadamente recuperó el equilibrio antes de ello.
Igualmente casi se volvía a caer al ver a Chuuya.
Su compañero se había girado hacia él, apenas dedicándole atención mientras tecleaba en su móvil. La única mirada que le dio fue de pura y falsa incredulidad mientras Dazai intentaba recuperar su don de la palabra.
Estaba guapo. Demasiado. Y lo sabía. Una chaqueta negra que le caía por los hombros, dejando ver su sudadera amarilla. Lo mejor y lo peor de esa prenda era que dejaba ver absolutamente toda la parte de su abdomen, perfectamente trabajada debido a su intenso entrenamiento como mejor artista marcial. Sus pantalones negros largos con rayas blancas era lo de menos, Dazai se había detenido mucho más arriba.
—¿Te ha comido la lengua el gato, Dazai?
Un gato seguramente no, pero lo que no daría porque lo hiciera esa divinidad que estaba delante de él.
Chuuya guardó el móvil en su bolsillo y se acercó a él torturosamente lento. Dazai no se atrevió a moverse, porque sabía que en cuanto lo hiciera lo que recibiría sería una patada donde menos quería en esos momentos.
—¿Y bien? —cuando estuvo lo suficientemente cerca, le tiró de su colgante azul, dejándole a su altura—. ¿No me vas a responder?
Quizás aún esperas algo más, porque eres un idiota.
Dazai sabía a qué juego estaba jugando. Chuuya le conocía, de pies a cabeza. De los dos, el que más implicado emocionalmente con el otro estuvo en su tiempo fue Chuuya.
Fue Dazai quien se marchó, y Chuuya solo quería vengarse. Porque sabía que no se podía resistir a él. No cuando le tenía a pocos metros, cuando fingía no saber cuando era perfectamente consciente de lo que provocaba. Sabía el efecto que tenía en él.
O quizá sabía el efecto que tenía en todo aquel con dos dedos de frente.
Eso ya había pasado antes. Muchas veces antes. Durante esos cuatro años, desde que Dazai había abandonado la Port Mafia. ¿Alguna vez había podido negarse?
¿Alguna vez lo harás? Lo dudo.
La primera fue la única y última vez que Chuuya le buscó, a los diecinueve. No sabía si por aquel entonces seguía habiendo algo de lo que en algún momento denominaron amor en el interior de Chuuya, pero de cualquier manera Dazai no pudo resistirse. Incluso cuando sabía que con eso se jugaba la poca confianza que el gobierno tenía sobre él.
Todas las demás veces, incontables, fue Dazai quien buscó a Chuuya. A veces con copas de más, otras perfectamente sano. Chuuya no necesitaba el alcohol ni buscarle para que él regresase por su cuenta y riesgo.
Era como si estuviese grabado a fuego en su piel. Como si fuera magia. Si no fuera porque las habilidades no funcionaban contra él, juraba que había alguna de por medio.
Y Chuuya le conocía tan bien que siempre parecía saber cuándo volvería. Parecía ser él quien decidía la fecha y hora para que Dazai regresase a su lado como un buen perrito, y limpiaba su agenda para entonces.
—¿Para qué has venido, Dazai?
Sus labios estaban tan, tan cerca... Podía sentir su aliento contra su piel, y sus manos temblaban deseosas de tocarle, de tenerle más y más cerca. Pero Chuuya no sería el que le besaría. Oh, no. Esa era su dulce tortura. Peor que todas las que Dazai pudiese imaginar.
Dejaría que Dazai le besara, para darle la falsa sensación de que tenía alguna clase de control sobre él cuando era perfectamente consciente de que era totalmente al revés.
Le dejaría hundirse en su más dulce desesperanza por propia voluntad.
Dazai sabía todo eso y más, porque conocía a Chuuya como este conocía a Dazai. Porque su compañero podía ser la persona más leal, pero ya no tenía piedad con quien le traicionaba. Había pasado por mucho en esos años, lo suficiente como para hacer a su corazón soportar más de lo que cualquiera en su lugar.
Pero no mataría a Dazai. Librarse de la vida era lo que Dazai quería, y Chuuya lo sabía. Por eso hacía todo eso. Por eso le hacía replantearse sus decisiones, le incitaba a arrepentirse de haberle dejado atrás, le hacía ver lo que había perdido.
Le hacía ver todo lo que podría haber tenido, y nunca tendría.
El teléfono empezó a vibrar dentro del bolsillo del pelirrojo, y este sonrió. Le dio una suave caricia sobre su mejilla y se dispuso a contestar.
O a fingir que lo haría. Sabía que Dazai no le iba a dejar marcharse. No cuando estaba a escasos centímetros de él. No cuando sabía que Chuuya podría tener a quien quisiera y estaba aún ahí. Aun después de tantos años, no se había cansado de él.
O tal vez simplemente quiero seguir jugando contigo. Es divertido ser quien tiene las cuerdas, ¿verdad?
Su pensamiento no evitó lo inevitable.
Cuando sus labios se juntaron, el mundo se deshizo en su sabor a humo y alcohol. Podía notar su sonrisa. Podía sentir su diversión cuando enredaba sus dedos en su cabello y dejaba que Dazai le tocase como quien recibe agua en medio del desierto.
Desesperación. Deseo. ¿Podía llegar a calificarlo de amor?
Hubo un tiempo en el que sí. Cuando tenían dieciséis, y Chuuya le sonreía con la sinceridad que ya nunca volvió a ver tras su marcha. Esa sonrisa que volvía a hacer su mundo un poquito más valioso en aquella época.
Hubo un tiempo en el que sí, pero Dazai no lo supo ver, o más bien, apreciar. Y Chuuya ya no era un muchacho ingenuo, ya no creía en ninguna de sus palabras.
Hubo un tiempo en el que sí lo hacía. En el que confió en él. Dazai rompió esa confianza cuando se fue.
No se arrepentía porque no podía arrepentirse. Porque había hecho una promesa que esta vez, por primera vez en toda su vida, pensaba cumplir.
Tenía que hacerlo... Pero era difícil.
Era tan difícil no extrañarle, y siempre tan sencillo caer en sus brazos, arrodillarse a sus pies. Si Chuuya le pidiese cualquier cosa mientras Dazai apresuradamente le llevaba hacia el gran colchón que Chuuya usaba para él solo, Dazai diría que sí.
Le vendería su alma de ser necesario. Siempre corría ese riesgo cuando se encontraba con él. Chuuya era un peligro para todo lo que representaba estar en el lado bueno.
Si le dijera que se quedase por siempre con él, que volviera a su lado, Dazai aceptaría sin dudarlo. Incluso sabiendo que a la mañana siguiente se sentiría terriblemente culpable. Sabiendo que se odiaba a sí mismo, por no poder ser capaz de mantener su palabra.
De hecho, ya había pasado. Esa primera vez, a los diecinueve años, Chuuya con dos copas de más y un corazón roto acudió a él y simplemente le besó. Le rogó que volviera con él.
Dazai aceptó, pero a la mañana siguiente Chuuya había desaparecido.
No se acordaba de ello, y Dazai lo agradecía, pero eso solo demostraba lo fácil que se rompía ante el pelirrojo. Solo demostraba que el error de cálculo más grande que había tenido en su vida había sido subestimar sus sentimientos hacia su compañero, y peor: subestimarle a él.
Chuuya no tardó en quitarle la mayoría de capas que cubrían la parte superior de su cuerpo, mientras Dazai se peleaba por no dejar de besarle. El móvil siguió sonando, pero Chuuya ya había encontrado algo más interesante que hacer.
Eres un idiota, Dazai. Siempre juego contigo y siempre vuelves a mí.
Sus reflexiones sobre toda esa situación no habían sido pocas. Siempre intentaban advertirle cuando gran parte de su mente estaba nublada por Chuuya. Cada vez. Todas con la voz burlona de su compañero.
Y siempre las ignoraba.
—Te he extrañado —susurró en su oído, mientras Dazai desataba su cabello una vez se liberó de la sudadera.
Mentira. Siempre te miento, y tú me conoces. Lo sabes, y te mientes.
—Solo esta vez —dijo, apartándole un poco para ver sus ojos azules. Brillantes, deseosos, burlescos—. Te juro que solo será una noche más.
La sonrisa de Chuuya fue amarga y divertida al mismo tiempo. No hizo falta que hablase para saber lo que quería decirle aunque su boca dijese otra cosa.
—Claro —rio con sarcasmo, y su sonrisa pasó de nuevo a ser la arrogante de siempre.
Ya me has jurado millones de cosas antes, Dazai. Ya has dicho esto millones de veces. Ya no te creo.
—Solo... —el aire faltó cuando el pelirrojo se inclinó, creando más fricción entre ambos—. Solo déjame quedarme una noche más.
Chuuya volvió a reír y le calló con un beso. Un beso que le dijo todo y le hizo perderse en él, traspasando los límites que se había autoimpuesto.
Como siempre.
No te mientas. Nunca es solo una noche más, Dazai.
So I cross my heart, and I hope to die
That I'll only stay with you one more night
And I know I said it a million times
But I'll only stay with you one more night
—One More Night, Maroon 5
Canciones, canciones, canciones 😂
En fin. Solo tengo que decir que me APASIONA esta canción. No sabéis el tiempo que he estado queriendo escribir de esta canción con la otp es que es mi VIDA lo juro akskdn.
De verdad, debería dejar de escuchar canciones. Pero soy débil 😭 Prometo que en algún momento haré lo que tengo que hacer (si la canción de 5SOS deja de acosarme...)
Creo que no tengo mucho que decir al respecto, excepto de que me encanta el concepto de un Chuuya vengativo. Alguien que guardaría rencor a la gente que le ha fallado tras haber confiado en ellos porque está cansado de ser herido. Escribiré más sobre eso seguramente 👀
Y bueno, espero que os haya gustado :)
¡Nos leemos!
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