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Habían pasado cuatro días desde el rescate y, desde entonces, había vuelto con mi pandilla. No tenía pensado renunciar a la investigación con Ash, Eiji, Ibe y Max; pero mi grupo me necesitaba, y yo, un descanso. Seguía sin poder andar sin la ayuda de una muleta, y dudaba que pudiera hacerlo hasta dentro de un tiempo. No obstante, mi garganta había mejorado y pudimos limpiar bien las heridas para evitar una infección que las empeorara, por lo que no estaba tan mal en ese sentido.

Por mucho que mi cuerpo se estuviera recuperando, mi mente era más lenta. Cada noche me despertaba entre pesadillas, incapaz de dormir más de dos horas seguidas. Algunas eran más abstractas y otras recuerdos del infierno que habían supuesto esos días en cautiverio. Con todo, por diferentes que fueras, todas tenían una cosa en común: Golzine.

Salí de mi habitación a paso lento. Era consciente de que no estaba preparada para viajar aún, pero podía realizar pequeños trayectos. Habíamos asustado al mafioso, le habíamos mostrado nuestro poder, por lo que dudaba mucho que hiciera algún nuevo movimiento por ahora. Además, vi en las noticias como Ash había incendiado varias salas después de que huyéramos, así que estaba segura de que tenía mucho trabajo pendiente.

Me escondí tras una esquina al escuchar unas voces. En cuanto dejé de oírlas, avancé con cuidado de no hacer ruido. Después de lo que había pasado, los chicos se habían vuelto mucho más sobreprotectores. Me seguían todo el rato, fuera a donde fuera. El único momento del día en el que me dejaban sola era cuando dormía. Llevaba desde que volvimos rogándoles que me dejaran ir a ver a Ash y a Eiji para asegurarme de que estaban bien, pero no me lo permitían.

—Deberías llevarte el Peugeot, la furgoneta va a llamar demasiado la atención —me giré sobresaltada, viendo mi plan desmoronarse frente a mis ojos.

—Alex...

—Tranquila, no voy a delatarte.

Nos quedamos en silencio, mirándonos desde la distancia. Él era el único que no me había seguido desde el incidente, sino que llevaba desde el trayecto de vuelta en el coche sin hablarme. Tras unos minutos, suspiró.

—Vamos —Alex empezó a andar hacia el aparcamiento.

—¿Eh?

—Conociéndote ibas a intentar conducir con la muleta y a acabar peor de lo que ya estás, eso si no te matabas en un accidente de tráfico. Camina antes de que venga alguien y nos pille —asentí siguiéndole. 

Nos mantuvimos callados hasta llegar al coche blanco. Una vez estuvimos unos metros alejados de la base, me permití respirar tranquila y me giré hacia él.

—¿Por qué me ayudas? Creía que tú también estarías en contra de que saliera —vi como sus músculos se tensaban, aunque mantuvo la mirada fija en la carretera.

—Ya te lo he dicho, no quería que te mataras al intentar conducir así.

—La verdad, Alex —él apretó las manos, sujetando con una fuerza excesiva el volante. Aun así, tras unos minutos en silencio, suspiró.

—Realmente te gusta, ¿verdad? —me miró rápidamente por el rabillo del ojo mientras sentía como mis mejillas se teñían de rojo.

Pese a querer a ambos por igual, era más extraño que tuviera este tipo de conversaciones con Alex. Normalmente, el que asumía ese rol era Luck, aunque ahora él fuera mi mayor acosador y la persona que más se esforzaba por tenerme retenida en la base.

Finalmente, asentí despacio. Alex aparcó en un lado de la carretera. Contra todo pronóstico, sonrió ampliamente y me abrazó.

—Pues entonces no hay nada más que decir. Empezabais a parecer una especie de Romeo y Julieta actuales, y no me apetece ver como acabáis cometiendo un doble suicidio. Venga ya, me estaban agobiando incluso a mí solo de ver como te trataban. Además, a mí también me apetece ver a Ash —me quedé unos segundos en shock, sin decir ni hacer nada—. ¿Qué? ¿Sorprendida? ¿En serio creías que iba a dejar que mi hermanita se fuera con un cualquiera de la noche a la mañana? Llevo desde que os fuisteis a Cape Cod hablando con él diariamente. Me cuenta como estás y, de paso, charlamos un rato. Te conozco lo bastante como para saber que podrías estar moribunda y nos seguirías diciendo que estás bien, así que simplemente busqué una fuente de información fiable —reí ligeramente mientras correspondía el abrazo, saliendo de mi ensimismamiento.

—Eres idiota.

—Puede, pero así me quieres. Vamos, el edificio es este. Será mejor que entremos antes de que los demás se den cuenta de que no estamos y vengan a buscarnos —asentí saliendo del vehículo. 

Llamé a la puerta y, tras unos segundos, Ash abrió con una pistola en la mano. Al vernos, se quedó completamente quieto, paralizado por la sorpresa. Eiji llegó por detrás y saltó emocionado al verme.

—¡______!

—Holi —agité la mano a modo de saludo. Ash por fin reaccionó, abrazándome con fuerza —. Yo también me alegro de volver a verte, rubio —le rodeé con mi brazo libre, puesto que necesitaba el otro para apoyarme en la muleta.

En cuanto me soltó, Eiji se acercó para imitar su gesto.

—Estábamos muy preocupados por ti —el asiático se separó y pude ver como un par de lágrimas resbalaban por sus mejillas, aunque rápidamente se las limpió.

—Tranquilos, estoy bien.

—Dijo la que necesita una muleta para caminar.

—¡Alex! —él y Ash empezaron a reírse mientras Eiji me agarraba el brazo para impedir que les pegara con la vara de metal.

—Es un placer conocer por fin a mi cuñado en persona —le guiño un ojo al rubio, antes de girarse hacia el otro chico presente—. Tú debes de ser Eiji. _____ también me habló mucho de ti.

Alex abrazó al asiático con mucho entusiasmo, aunque él lo correspondiera con una pequeña sonrisa incómoda. Ash me miró por encima del hombro de mi compañero cuando repitió lo mismo con él. No pude evitar sonrojarme levemente al recordar nuestra conversación en el coche, aunque rápidamente aparté esos pensamientos de mi mente. Estaba demasiado feliz por saber que estaban bien como para preocuparme por las tonterías Alex.

—Pasad, si queréis. 

—En realidad, deberíamos volver ya. Al menos si no queréis que Luck se presente aquí pistola en mano y nos mate a todos —ambos miraron confundidos a mi acompañante, aunque él me señaló con la cabeza, haciendo que desviaran la vista hacia mí. Me aclaré la garganta antes de hablar.

—Bueno... Digamos que es posible que nos escapáramos sin permiso.

—¿No eras tú la líder?

—Y lo soy, pero desde el accidente se han vuelto insoportables y no quieren que haga nada. Dicen que podría empeorar y hacerme más daño. Son como una manada de hermanos mayores sobreprotectores que no me dejan ni ir al baño sin que nadie me acompañe —los tres empezaron a reírse—. Eso, burlaros de mi desgracia. Al menos yo tengo a alguien cerca para pasarme papel si no queda —mi comentario no hizo más que aumentar sus risas.

Vi como la pantalla del móvil de Alex brillaba a través de su pantalón y se lo señalé. Él lo sacó del bolsillo para ver quién le llamaba. Nada más encender la pantalla, se pudo ver como el terror reflejado en su expresión.

—Mierda. Es Luck. Tengo otras cuatro llamadas perdidas y treinta y seis mensajes. 

—¿¡Por qué no le pusiste el volumen al móvil!? 

—¡Porque me estresa escucharlo! —rodé los ojos.

—Da igual. Vamos antes de que venga a por nosotros.

—Muy tarde —sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo al escuchar su voz. Alex y yo nos giramos lentamente bajo la mirada de Ash y Eiji, quienes presenciaban divertidos la escena.

—Luck, sabes que te queremos mucho, ¿no? —sonreí inocentemente, aunque su expresión se mantenía implacable.

—Corred.

—Pero...

—Co-rred —hicimos lo que nos dijo, moviéndonos lo más rápido que podíamos hacia el coche. 

Luck suspiró y se dirigió a Ash y a Eiji. Ambos se tensaron, creyendo que era su turno de huir, Nuestro compañero les sonrió amablemente.

—Perdonad por las molestias. Me alegra saber que estáis bien —ellos asintieron lento, aún con miedo—. Ya nos vamos —antes de que se alejara, Ash le agarró del brazo.

—No molestan. Pueden venir cuando quieran —dirigió su mirada a mí, que veía todo apoyada en la puerta del coche, y me guiñó un ojo.

—Claro, gracias. Ha sido un placer conoceros. Hasta pronto.

—Lo mismo decimos. Que tengáis un buen viaje de vuelta.

—Adiós —me despedí feliz mientras entraba en el coche.

Al llegar a la base, tras una hora escuchando a Luck gritarnos, me tumbé en mi cama. Me dolía todo el cuerpo, probablemente por haber hecho esfuerzo físico después de tanto tiempo sin moverme apenas. Pese al dolor, no podía dejar de sonreír. Por fin había podido verles y, aunque solo hubieran sido unos minutos, ahora sabía que estaban bien, y eso era suficiente para hacerme feliz.


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Holaaaaa.

Perdón por llevar casi un mes sin actualizar y porque había dicho que iba a subir la portada de Anónimos la semana pasada y aún no lo hice, pero en mi defensa diré que organizar todo es mucho más difícil de lo que parece y tuve que irme de manera improvisada 5 días a un lugar en el que no podía trabajar en nada de esto. Aún así, siento no haber podido cumplir con mi palabra e intentaré subirla lo antes posible y volver a actualizar pronto. Gracias por todo el apoyo que recibe tanto esta historia como todos mis anuncios relacionados con Anónimos. Os quiero muchito <3. Cuidaos mucho y tomad awuita.

Bai <3.

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