||12||
Abrí los ojos por el sonido de unas personas hablando, confundida.
—Eso es porque estás loco — me incorporé sobresaltada al reconocer esa voz.
—Claro. Mantén el buen espíritu.
Ash miró por encima del hombro de Arthur y me sonrió. No era una de sus sonrisas ladeadas, como la que dedicaba al rubio frente a él segundos antes, sino una tranquilizadora. Una que se imaginaba por lo que había pasado los últimos días y llevaba consigo una promesa de salvación.
Arthur notó que su atención ya no estaba puesta en él y se giró, recorriendo con su mirada mi demacrado cuerpo de arriba a abajo.
—Vaya, vaya... Parece que la bella durmiente por fin se despertó.
Antes de que pudiera continuar burlándose, las puertas de la habitación se abrieron y por ellas entró un grupo de 3 científicos. Uno de ellos, el de pelo naranja, empezó a hablar con otro de los prisioneros, cuya existencia no había notado hasta ese momento.
—Cállate la boca. Mejor date prisa y empieza. No me avergüences delante de nuestros invitados especiales.
Sentí como la rabia volvía a invadirme al ver a Golzine admirando el espectáculo desde un balcón, con su traje perfecto y su sonrisa de superioridad. Me guiñó un ojo, obligándome a reprimir una arcada mientras apretaba mis puños con fuerza como método de autocontrol.
—No lo haré.
El científico se giró, topándose con la cara de Ash. Automáticamente su expresión pasó a reflejar el terror más puro, como si hubiera visto un fantasma.
—Abraham Dawson, ¿verdad? —el hombre se sobresaltó, empezando a hiperventilar— Utilizaste a soldados en Irak como ratas de laboratorio y los mataste — ya recompuesto del shock inicial, aunque todavía alterado, caminó en dirección al rubio.
—Sí, porque todos se reían de mí. Me llamaban rata, cobarde... Fue una venganza justificada. Griffin era un buen chico, pero sospechaba de lo que estaba haciendo, así que... No tuve elección.
—Entonces supongo que yo tampoco tengo elección sobre matarte a ti. Es una venganza justificada, ¿no?
—¡Cierra la maldita boca! Vas a morir aquí mismo —antes de que Ash pudiera responderle, un cuerpo entró a la sala arrastrando los pies.
El sudor adornaba todo su cuerpo y resbalaba por sus abdominales, que se encontraban al descubierto. Su pelo desordenado se despeinaba más con cada paso que daba, moviéndose sin control. Levantó la cabeza, aunque su mirada se encontraba perdida. Era como mirar unos ojos vacíos, unos ojos sin vida.
—¡Shorter!
Un escalofrío recorrió mi cuerpo al verle en ese estado. ¿Qué le habían hecho?
Él consiguió acercarse a Ash. Pese a su estado, parecía mantener la cordura, al menos por ahora.
—Me alegra ver que estás bien —me mordí la lengua para no decir una tontería delante de todos los idiotas que nos miraban. No creía que "bien" fuera la palabra correcta para definirle en estos momentos.
—Lo siento.
—No te preocupes. No es tu culpa.
—No, no eso. No... No puedo... No puedo más —la expresión de Ash se llenó de confusión, aunque pronto volvió a cambiar a iluminarse al ver a Eiji entrar arrastrado por un par de guardias.
—¡Ei-chan!
—¡Estás vivo!
Como si su simple presencia fuera el interruptor que Shorter necesitaba para terminar de volverse loco, empezó a retroceder con miedo. Se agachó, llevándose las manos al pelo para tirar de este. Tragué con fuerza, comenzando a entender el porqué de su estado.
—No puede ser...
—Sí, lo es. Es banana fish.
Con los segundos, el asiático se encogía más sobre sí mismo, hundiéndose en su propio tormento. Arthur, que parecía disfrutar la situación, agarró a Eiji del cuello de la camiseta y le tiró al suelo.
—Ash, déjame enseñarte algo divertido. Shorter, ¿te acuerdas de él? — él elevó la mirada del suelo, pero, nada más hacer contacto con los ojos negros del contrario, retrocedió abruptamente.
—¡Aléjate!
—Sí, eso es. Es tu enemigo. ¡Mátale! Ahí tienes.
Sus órdenes hicieron mella en la poca conciencia que le quedaba, provocando que el terror desapareciera de su rostro, siendo sustituido por una incontrolable ira.
—¡Shorter, no!
Ignorando las plegarias de Ash, agarró el cuchillo que le acababa de tirar Arthur, quien dejó caer otro al lado de Eiji.
—Toma, para que contraataques si no quieres morir.
—Shorter, soy yo. ¡Shorter!
—¡Corre!
El de pelo violeta trató de abalanzarse sobre él, aunque Eiji consiguió esquivarle en el último momento gracias a la advertencia del rubio, que empezaba a desesperarse, sin saber cómo salvarlos a los dos.
—¡Arthur, si lo que quieres es matarme, hazlo!
—Claro, sería un placer, pero después de todos los demás. Me gusta guardar lo mejor para el final.
—¡Cuidado!
Shorter volvió a lanzar un ataque, que, por suerte, también fue esquivado. Arthur le acercó su cuchillo a Eiji de una patada y la pelea continuó bajo los ánimos de los mafiosos. Éramos conscientes de que ya no podíamos salvarle. Incluso aunque consiguiéramos sacar a ambos con vida de aquí, él jamás volvería a ser el que era. Banana fish corría por sus venas y, por mucho que lo intentáramos, jamás seríamos capaces de eliminar el rastro que había dejado en ellas.
—¡Shorter!
El nombrado se quedó inmóvil repentinamente. El rubio volvió a llamarle, con la renovada esperanza de ser capaz de pararlo todo. Sentí como algo en mi interior se rompía. Él sabía mejor que todos nosotros que no era posible curarle. Él había estado junto a su hermano, junto a alguien a quien banana fish dominó. Y a pesar de conocer mejor que los demás el pozo en el que se encontraba hundida su mente, continuaba luchando por salvarle.
—Ash... No..., no puedo más. Libérame... Es demasiado sufrimiento...
Pude ver como su fe se terminaba de derrumbar, degenerando en sufrimiento y terror.
—¡Shorter! Tu enemigo está aquí, vamos.
Arthur había aprovechado la conversación para agarrar a Eiji y llevarlo hasta ellos. Shorter volvió a perder el control, eliminando todo rastro del chico agradable que había conocido días antes para volver a dejar paso a esa versión psicótica que habían construido a base de drogas Golzine y su equipo. Ash volvió a llamarle, aunque sus palabras ya no parecían tener efecto.
Eiji esquivó otro golpe, mas su cuerpo comenzaba a tener varios cortes. Si no parábamos esto pronto, era posible que no consiguiéramos salvar a ninguno de los dos.
De repente, Arthur sacó un revólver de su bolsillo y lo colocó frente a Ash.
—Solo tienes un disparo, no lo olvides —sin añadir nada más, dejó la pistola a sus pies.
En ese momento entendí el porqué Golzine me había permitido mantener mi cuchilla conmigo. Llevé mi vista hacia él, observándome con aires de superioridad desde su balcón inalcanzable. Sentí como mi rabia aumentaba al saber que iba a hacer lo que él quería. Aun así, me obligué a mi misma a calmarme. Si quería tener éxito, necesitaba estar lo más relajada posible.
Con toda la discreción que fui capaz de conseguir, saqué mi arma y corté las cadenas que me mantenían prisionera por el punto débil. Las coloqué con cuidado sobre mi cuerpo de manera que pudiera levantarme con rapidez sin mucha dificultad, pero sin que se pudiera saber que estaban sueltas a simple vista.
Shorter logró tirar a Eiji al suelo y colocarse sobre él agarrándole el cuello con su mano libre. Elevó la que sostenía el cuchillo sobre su cabeza para reunir más fuerza.
—¡No!
Arthur bajó una palanca que se encontraba en una de las columnas, provocando que las cadenas de Ash se aflojaran lo suficiente como para permitirle moverse. Rápidamente me puse en pie y corrí hacia el revólver. Era ahora o nunca.
Conseguí llegar a él antes que el rubio y disparé el gatillo. Vi como la bala atravesaba el pecho desnudo de Shorter y su sangre salpicaba la cara de Eiji. El cuchillo resbaló de sus manos mientras la vida abandonaba lentamente su cuerpo. Había apuntado al corazón, se merecía una muerte rápida, sin más sufrimiento. Una lágrima resbaló por sus mejillas mientras caía inerte sobre el de pelo negro, quien continuaba en anonadado.
Su contacto fue el impulso que necesitó para volver a la realidad y empezó a agitar su cuerpo, como si eso fuera a devolverle a este mundo. Me giré hacia Ash, quien seguía con la vista fija en el cadáver. Finalmente la desvió hacia mí, concretamente, hacia mis manos, que aún sostenían la pistola. La apoyé en el suelo, provocando que, finalmente, observara mis ojos.
—Estás loco si creías que me iba a quedar ahí mirando y a permitir que mataras a tu mejor amigo. Siento no haber podido impedir esto, pero, ya que no fui capaz de evitarlo, al menos quería librarte del peso de la culpa de haberlo hecho con tus propias manos. Además, le prometí a Eiji que iba a protegerle, sin importar lo que pasara, y lo mismo va para ti —me forcé a mi misma a esbozar una débil sonrisa, aunque mis ojos se encontraran cristalizados.
Quise gritar, disculparme, consolarle, decirle mil cosas más; sin embargo, un nudo se había hecho presente en mi garganta y era consciente de que, por pequeña que fuera, esa sonrisa iba a reconfortarle más que cualquier palabra dicha entre lágrimas.
—¿¡Qué has hecho, zorra!?
Arthur se acercó furioso a mí y sus hombres me levantaron, sujetándome por las axilas. Le dediqué una última mirada significativa a Ash, antes de fijar mi atención en el capullo que me gritaba enfadado. Tragué con fuerza, no podía llorar ahora.
—¿Qué pasa? ¿Vas a llorar porque estropeé tus locos planes? Oh, seguro que te pasaste cientos de noches despierto intentando pensar en métodos de tortura para llegar hasta aquí.
—Serás... —llevó una mano a mi cuello, aunque Golzine le frenó antes de que pudiera hacer fuerza.
—Déjala. Yo me encargo de ella.
No me había dado cuenta del momento en que había bajado, pero ahí se encontraba, sujetando el brazo de Arthur y giñándome un ojo. Contuve una arcada por segunda vez en el día mientras él les hacía un pequeño gesto con la cabeza, indicándoles que me sacaran de ahí.
Dirigí mi vista una última vez hacia Ash, tratando de memorizar cada detalle de su rostro. No sabía cuando iba a volver a verle o si iba a hacerlo. Después de todo, nada les impedía inyectarme banana fish y obligarme a atacar a Eiji hasta que el rubio tuviera que pegarme un tiro.
Dando un último vistazo a esos ojos verdes que ahora derraman lágrimas, moví los labios para gesticular una frase. Aun sin la seguridad de si iba a lograr entenderlo, especialmente con lo nublada que debía encontrarse su vista por las lágrimas, las palabras escaparon de mi boca sin que pudiera controlarlas.
Porque en todo este tiempo desde que le había conocido, había hecho aflorar en mí sentimientos que jamás creí que podría sentir. En apenas unos meses, había llegado a mi mente para invadirla y devolverme la esperanza cuando creía que estaba todo perdido. Porque, sin siquiera notarlo, el rubio que había conocido en la situación más extraña se había convertido en una parte tan importante de mi día a día que ya no era capaz de imaginarme mi vida sin él. Por esos y por mil motivos más, fue que dejé a un lado el tormento que se encontraba en mi mente para dar paso a mi corazón y decírselo, con temor de que fuera mi última oportunidad para hacerlo.
Te quiero.
Y así, antes de que pudiera ver siquiera su reacción, cerraron la puerta, volviendo a levantar la barrera que nos separaba. Alguien me golpeó en la nuca con un objeto contundente, haciendo que, poco a poco, volviera a perder el conocimiento mientras otros brazos me arrastraban rumbo a mi próxima tortura.
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Holaaaa.
Antes de que me matéis por haceros llorar, permitidme informaros de que yo también lo estoy haciendo :'). Perdonad por no subir cap estos días. Me fui a un campamento y no tenía acceso a internet más de unos minutos diarios. Me voy a ir a otro el 21, por lo que trataré de actualizar otra vez antes de irme o dejar algo preparado para subir en un segundo cuando esté allí.
Espero que os gustara el cap a pesar de las desgracias de este y que tengáis un buen día/noche. Os quiero <3.
Bai <3.
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