𝙼 𝙴 𝚃 𝙰 𝙽 𝙾 𝙸 𝙰
ーEspero que disfruten.
Abrió los ojos de forma abrupta. Gotas de sudor corrian por su rostro y, junto a la desincronizada respiración, daban un panorama de tensión. Se sentó y mientras llevaba una mano a su corazón observó su habitación. Primero la desordenada cama, luego las esparcidas zapatillas, escaló la vista por las paredes y finalizó con el amplio techo que comenzaba a tener telas de arañas. Aún así no encontró nada que fuera aterrador o un peligro que lo pusiera en alerta hasta despertarlo.
Entonces se analizó a sí mismo. No estaba asustado ni tenía un mal sabor en la boca, por el contrario, sentía ーde hechoー su cuerpo emocionado.
Trató de hacer memoria sobre lo que había soñado. Sin embargo parecía que las imagenes ya se habían esfumado por completo de su memoria, a excepción de las sensaciones en su cuerpo que permanecían aún muy vívidas.
Lo pensó un poco, quizá soñó con un gran partido y eso le puso los pelos de punta.
Miró entonces su cuerpo y fue consciente de algo más.
Tal vez fue un partido muy muy bueno...
Tal vez.
Se sonrojó y se encerró con esa idea. Decidido a no darle más vueltas se levantó y tan rápido como tomó la iniciativa de bañarse con agua helada eligió un par de prendas para ponerse luego.
Al pasar por el espejo del baño pudo ver su rostro. Su mandíbula marcada, producto de arduos entrenamientros, sus facciones maduras y el comienzo de un par de pelos que en un futuro no tan lejano podrían formar una barba ーpero por ahora, y mientras tanto, solo eran un par que debía encargarse de eliminar cada vez que se acordabaー. Tenía sentido. Ahora tenía diecisiete, aunque si le preguntabas desprevenido él respondería que su edad es de trece años. Así se sentía y no comprendía en qué instante la vida había avanzado.
No entendía cómo él podía jurar ser un preadolescente, pero su cuerpo demostrara que eso era algo del pasado. Fue al verse en el reflejo y unir lo que veía con los recuerdos de esa misma mañana que obtuvo su primer golpe con la realidad.
Él ya no era un niño.
Se dio paso bajo la ducha e intentando dejar aquel tema atrás se dedico a bañarse. Pero su mente, necia como lo había sido siempre, no abandonó sus dudas y se las hizo saber.
¿Los demás también habían crecido tanto como él?
Claro que lo habían hecho. En altura, peso y mente. Algunos tenían un par de cicatrices que ni el tiempo podría borrar. Otros habían dejado de jugar a su lado. Sin embargo, él sentía que en el fondo todos seguían siendo los mismos ーaunque Kidō últimamente estuviera de malhumor y Gōenji, ocasionalmente, tambiénー.
¿A qué se debía ese estado de ánimo?
Cerró los ojos y tratando de conectar sus recuerdos buscó una respuesta. Llegó así a su mente una deducción. Ellos no habían sido los únicos en crecer, las chicas también habían cambiado, y ahora Haruna con sus dieciséis años tenía un par de ojos encima.
Recordó a Gōenji calmando a Kidō cuando un chico intentó, de forma muy descarada, coquetear con Haruna en público. Y luego Gōenji puso el mismo rostro asesino cuando un nene le regaló un par de flores recién cortadas a su hermanita. Kidō se rió en su rostro.
Después de eso recordó a Natsumi, quien claramente estuvo enviando indirectas a alguien ー¿Podría ser a Gōenji? Aunque cuando presentó esta idea a sus amigos, ellos lo miraron como si él estuviera sin darse cuenta de un detalle importante y obvio. Raro. Pero incluso así él estaba casi convencido de que las indirectas iban para Gōenji y no hacia alguien másー. La castaña había dado un buen estirón. Últimamente usaba un perfume fuerte, muy acorde a ella, y su ropa hacía juego con sus zapatos y carteras.
Exactamente lo contrario a... Aki.
La imagen de ella le produjo una sensacion extraña y agradable en el pecho. Una sonrisa ocupó su rostro y motivado por esta reciente felicidad indagó en más recuerdos.
Recordó pequeños detalles, como que dejó crecer su cabello unos cuantos sentimetros sobre debajo de su hombro, la ropa que usaba estaba lejos de ser ajustada, y por supuesto que los años encima surgieron efecto en ella.
No tardó en sentirse culpable y más cuando recordó haberle mirado el busto (y quedarse sorprendido, en silencio, sobre cuánto había crecido), al igual que la vez que la vio correr y él tuvo un llamativo panorama de atrás.
La recordó sonreir y tuvo que admitir para dentro de sí que le pareció la chica más hermosa del mundo. De pronto sintió un par de punzadas... abajo. Ese instante fue la segunda vez que choco contra la realidad. Él ya pensaba, miraba y sentía de forma muy distanta a como lo hacía con trece años.
La culpa lo asecho aún más por las reacciones que estaba sintiendo sobre Aki. Apretó los ojos con fuerza, frunciendo así su rostro, y apoyó su cabeza contra la pared.
Claro, de ella iba el sueño de anoche y tantos otros.
Pero no iba admitirlo jamás.
Dio un pequeño golpe y maldijo pensando en que quizas el agua fria no estaba tan fria. Ya daba igual. La reguló hasta que quedase tibia y tratando de disipar su mente se dispuso a ponerse shampoo. Al tomar el pote sintió un aroma suave, el mismo que había notado en Aki.
Mierda. Ni siquiera eso le ayudaba.
Entonces una idea se cruzó en su camino. Sucumbir, solo por esta vez, en sus deseos. Nadie tenía por qué enterarse. Y tal vez hacer eso le quitase por fin las ganas que estaba acumulando, de tal modo que podría olvidarse por completo del asunto.
Con el corazón latiendole fuerte inició.
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Fuera del baño, ya cambiado, se reprochaba internamente por lo ocurrido. El plan no funcionó ーy, aparte, tuvo el efecto exactamente contrarioー. En busca de qué comer llegó hasta la heladera, eligió algo rápido que pudiera servir como desayuno y salió de casa. Seguro dar una vuelta le vendría bien.
Caminó hasta la cancha donde solía entrenarse con los de primaria. Le pareció divertido encontrarlos de nuevo jugando, pensó que ese sería el futuro del Raimon cuando él ya no estuviera. No quiso interrumpir, por alguna extraña razón, y se marchó de ahí. Estuvo tan absorto que no notó que sus pies lo habían dirigido hacia una casa que no era la suya. Supo de ello cuando la encontró barriendo en la entrada. Era Aki. Vaya que era traicionera la mente.
¿Cómo se supone que podría mirarle la cara después de lo ocurrido en el baño?
Pensó por primera vez en huir, pero ella lo divisó antes de que él tomara una desición. Alegre, como se recibe a una visita grata y que uno no espera, lo saludó. Le pareció que el mundo se reducía a ellos, a ese momento y nada más aunque seguro para ella era un instante más.
Con valor que no supo de dónde salió se autoinvitó a la casa de ella. Ingresaron y no le sorprendió ver la casa sola como tantas otras veces. No hizo espera en llevar la charla, con total naturalidad, a la habitación de joven. Práctica ciertamente normal en ellos, pues encontraban el lugar cómodo y normal para una situación así.
Fue cuando se echó en la cama y su mente hizo foco en algo que no había notado antes. Él ya no era un niño para comportarse sin vergüenza ante tales acontecimientos. No era debido ingresar a una casa y acostarse en la cama del dueño, menos si esta era una chica.
Quizás ese instante fue la tercera vez en el día que la realidad lo golpeaba.
ー¿Pasa algo?
ーNo, nada ーella asintió y durante un buen rato la observó hablar desde la silla. Se notaba animada y eso le produjo paz.
Olvidandose de toda regla social, palmeando la mano sobre la cama, la invitó a tomar lugar junto a él. La sorpresa momentanea de ella le hizo entender sus acciones y se ruborizó, mas cuando estuvo por decirle que no era necesario que lo hicera si no quería, ella se acercó y reposó su cuerpo al lado del suyo.
El corazón le bombeó con fuerza y creyó quedarse sin aliento por un momento. Las esmeraldas verdes conectaron con ambos mundos café. Sintió de pronto un fuerte deseo de acariciarla, como quien logra tener entre sus manos el ser más suave, frágil y lindo. Antes de que el ambiente se rompiera por alguna acción suya, él intentó continuar con la charla.
ーEntonces ¿Quién te regaló esas flores?
ーIchinose, en el aeropuerto antes de volver a Estados Unidos.
Habían estado hablando del futuro del equipo, de las próximas ligas, los amistosos, lo famosos que se habían vuelto y... de los regalos que estuvieron recibiendo. Ahora se arrepentía de preguntar. Sus labios perdieron de manera gradual la sonrisa, aunque los de ella no. Parecia, de hecho, ajena a todo lo que él estaba experimentando.
ー¿Y cuándo piensa regresar?
Fue ahí cuando la expresión de Aki se entristeció. Se mantuvo muda duranto unos segundos, mirando el techo y casi sin parpadear. Endō volvió a sentir que eligió una pregunta equivocada.
ーEndō, hay algo de lo que tenemos que hablar o que debes saber. ーÉl no dejó de mirarla. Incluso en aquella expresión afligida le pareció que nadie la igualaba en belleza. Escuchó atentamente lo que tuviera que decirleー Yo... tal vez me vaya a Estados Unidos.
¿Qué?
La información fue un baldazo de agua helada al cuerpo. No hizo esfuerzo alguno en ocultar la desesperación en su voz.
ー¿Por qué?
ーHe estado pensando, desde que Ichinose me lo propuso en el aeropuerto, irme a vivir allá.
En cambio él no se había planteado antes la idea de que ella en algún momento no estuviese a su lado. Lo estuvo desde que crearon el club y se mantuvo incluso en los peores momentos.
ー¿Y qué pasará con el equipo?
ーEstarán bien. Haruna, Fuyuka y Natsumi podrán encargarse perfectamente de cubrirme.
ーPero eres la gerente con más experiencia, la que se encarga de la cocina, limpieza, la que mejor maneja las situa...
ーEllas lo harán bien.
En el pecho se guardaron todas las palabras que no pudieron salir y prontamente se formó un nudo doloroso.
ーAki... ¿Por qué?
El lugar no le pareció tan brilloso e iluminado como antes.
ーNo es la primera vez que esta oportunidad se presenta y la verdad es que no puedo seguir así.
ー¿Así? ¿Así cómo?
ーFingiendo que estoy bien siendo amiga del chico que me gusta ーse detuvo para volver a mirarlo y en susurros continuóー cuando claramente siempre he querido algo más. Duele. Y estoy harta de eso.
¿El chico que le gusta?
¿Ichinose?
Si las flores y la noticia de que posiblemente ya no se vieran más eran tragos amargos para él, sumarle esto terminó por despertar el estado de celos que tanto estuvo esforzandose por controlar.
ーEntonces ¿Qué? ¿Te irás allá a estar con él, ser novios, casarse y comer perdices?
ー¿De qué estás...?
Se sentó abruptamente en la cama en disposición de abandonar el lugar cuánto antes.
ーSi tanto te gusta entonces ve. Te deseo suerte.
ー¡Alto! ーseguidamente se sentó mientras él se paraba y le tomo la manoー Hablaba de ti.
Él se giró aturdido sin entender las palabras que oía.
ー¿Qué?
ーMe refería a ti cuando dije que alguien me gusta ーno fue consciente de que las lágrimas formaban caminos en su mejilla hasta su voz estuvo a punto de quebrarー. El chico que siempre quise que me mirara como algo más que una amiga, que me sonriera de forma única y con el que deseo pasar cada segundo de mi vida. La persona que quiero alentar en cada partido, a quien quiero darle chocolates cada catorce de febrero y prepararle el almuerzo, no es nadie más que tú.
Agachándose colocó sus manos en el rostro de la chica y limpiandole las lágrimas en discupa de cómo reaccionó se atrevió a preguntar:
ー¿Desde hace cuánto...?
ーMucho tiempo. Desde que en el equipo no eran ni once personas.
Eso bastó para que él la besara.
Fue el choque de labios más profundo del que alguna vez supieron. Los segundos más eternos y mágicos que tuvieron. Al separarse tocaron sus frentes.
ーTambién me gustas mucho ーguió las manos de ella los hombros de él y con la voz gruesa que le aparecía en cada ocasión que susurraba procuró calmarlaー, perdón por como te he hecho sentir todo este tiempo.
La abrazó permiendose sentir el perfume de ella que tan loco lo traía últimamente. Se había vuelto su aroma favorito. No hizo falta que abriera los ojos para saber que ella lo miraba con llena de sorpresa.
Sonriendo volvió a besarla, esta vez su cuerpo anhelaba movientos y, como si ambos pensaran lo mismo, sus labios se acoplaron en una danza sincronizada que dio paso de manera paulatina a que sus lenguas jugaran entre sí.
Así se dió el siguiente beso, de manera tan calmada que todo daba la sensación de estar en un suave sueño, hasta llegar al tercero donde la confianza rompió cualquier barrera y permitió que la velocidad aumentase. Apacionado, voraz, y totalmente hambriento de más.
ー¿Estás... ーbesoー se- mmm...ーotroー -guara de esto?
Jadeó sintiendo que los labios no eran lo único que le palpitaban.
ー¿Realmente te gusto?
ーDesde hace mucho.
Ella sonrió y luego de un beso corto contestó:
ーEntonces ahí tienes tu respuesta.
Cuidando de no ser brusco, con las rodillas separó las piernas de ella y lentamente la acostó. Al unir los labios una vez más, y esta vez con toda seguridad, ella le rodeo la cadera.
Con la respiración pesada el siguiente beso se dirigió al cuello de la chica, quien gimió y clavó sus uñas en los hombros de él al sentir una corriente electrificante ーque nacia desde esa zonaー expandirse por todo su cuerpo.
Ahora Endō sabía cuál era su sonido favorito.
Aki colocó una de sus manos en el cabello de él y jugó acariciarlo mientras sentía como los dedos de él se abrían paso por debajo de su remera, recorrían su ombligo, y llegaban hasta su pecho. Asintió, ansiosa, dandole permiso.
En su estado olvidó el miedo a no ser suficiente, a que él eligiera algo más, y a ser dejada de lado por ser una desilusión. Consideraba que afuera había chicas mucho más hermosas, más desarrolladas y que podrían satisfacerle mejor, pero nada de eso se le cruzó por la cabeza en ese momento.
Él se separó para poder quitarse la remera, que empezaba a pegarsele en el cuerpo, y luego con un poco de ayuda quitó la de ella. Verla en ropa interior le produjo una sensación de ternura y excitación por igual.
Entendió que no bastaba con la ropa de arriba y prontamente se deshizo del pantalón y la falda.
Sonrieron como dos adolescentes divertidos, de esos que haces travesuras, y volvieron a besarse.
Kino se permitió viajar por la espalda de él mientras una mano fuerte, ancha y aspera le recorría la pierna, el muslo, y la levantaba para unir dos zonas que aún tenían delgadas telas encima.
Estando así cerca se cuestionaron cuánto aguantarían hasta mandar a volar la ropa interior.
Le fascinó sentirlo de esa forma ーy más cuando un gemido ronco, cargado de deseo, escapó de los labios del chicoー, de hecho, ya quería que toda la ropa desapareciera. Es por eso que le ayudó a que pudiera sacarle la única prenda de arriba.
Fue suficiente con que la boca de él se posicionara en los pechos, sensibles e hinchadls por la excitación, de ella para que los jadeos aumentaran su volumen. Cuando sintió como la lengua dejaba dejaba de jugar con sus pezones y comenzaban a ser succionados, movió sus caderas razondo ciertas zonas que pedían a gritos atención. Lo quería ya definitivamente. Estaba mojada y en una mezcla de fuertes suplicas y lujuria gimió el nombre «Mamuro».
No hizo falta decir nada más. Impulsado por el pedido y por la reciente idea de que si no la hacía suya ella se iría lejos, en un abrir y cerrar de ojos, las últimas prendas se perdieron en algún rincón de la habitación.
Él entró y al oir el ahogado grito de Aki se detuvo. El lugar se sintió apretado, pero no volvió a moverse hasta que este se hubiera acostumbrado a su cuerpo y ella le diera luz verde para continuar.
Le preocupó que algo hubiera hecho mal cuando vio las lágrimas en los ojos de la joven, pero ella al hablar solo soltó una vez más su nombre entremezclado con gemidos. Esa era la señal. Inició lento, disfrutando del movimiento, y de los sonidos.
Se sintió pleno, totalmente realizado, al unirse a ella y más cuando lo atrajo hacia sí y comenzó a devorarle los labios. Su instinto le dijo que su boca explorara más y se dirigió primero hasta el lóbulo de la oreja, donde le surruró un par de cosas, y por último bajó nuevamente hasta el cuello.
ー¡Mamoru! ーapretó sus uñas en la espalda de élー Más... más...
Aki no sabía exactamente qué estaba pidiendo más, pero era todo lo que lograba pronunciar. Sin embargo quedó muy satisfecha cuando la velocidad y fuerza de las embestidas aumentaron.
ーAki... ーjadeo.
Ella sintió que el agua de escapaba de su boca y las piernas comenzaban a temblarle mientras sentía un liquido caliente salir disparado dentro suyo hasta llenarla. Ambos experimentaron internamente una sensación similar a una explosión.
Al separarse, totalmente cansados, él se echó a su lado y, temiendo despertar y perderla, la abrazó. Compredieron cosas distintas, pero igual de importantes, ella que la cómoda seguridad que le ofecieron esos brazos no la hallaría en otros, y él que no quería nada de ese modo con otra persona.
(✨Significado✨)
ーMetanoia: del griego. Proceso que cambia la forma de sentir, pensar o vivir de alguien.
→Meta: más allá.
→Noia: de la mente.
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