𝐒𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭𝐨𝐬 𝐏𝐫𝐨𝐡𝐢𝐛𝐢𝐝𝐨𝐬 𝐄𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐍𝐨𝐬𝐨𝐭𝐫𝐨𝐬

Advertencia: Lectura para mayores de 18 años en adelante, contiene situaciones de tema erótico y sexual. Lenguaje adulto ofensivo y vulgar. Fanfic no recomendado para gente sensible, ni feminismo. Se los voy avisando que la historia tiene temas fuertes.

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Capítulo 02: Secretos Prohibidos Entre Nosotros

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- Regreso en una semana. – Dijo Mabel despidiéndose de sus tíos abuelos y su hermano mayor. - ¡Recuerden alimentar a Pato!

- Lo haremos Mabel. – Dijo Dipper.

- ¡Bill cuida a Mabel! – Grito Ford preocupado de que su sobrina nieta se asustara mucho de la dimensión de su amigo.

- Tranquilo Fordsie – Tomando la mano de la chica para evitar que cayera mientras cruzaban el portal. – La cuidare tanto, no dejaría que nada malo le pase mí adorable Estrella Fugaz.

En cuanto vieron a la pareja irse, los Pines soltaron un suspiro de alivio de que Mabel no se cayera al cruzar el portal dimensional. Stan entro a la casa para dirigirse a ver la tele, en cambio Ford aún estaba preocupado por la chica.

- ¿Qué sucede tío Ford? – Acercándose al señor mientras le daba un codazo. – Tranquilo, Bill la cuidara. Cumplirá con su promesa ese Dorito.

- No es eso. – Dijo Ford pensativo. – Se me hace raro que Bill actúe de esa manera con Mabel, como si... como si la quisiera cortejar.

- Jajajaja – Se soltó riendo el castaño. - ¿Bill cortejar a mi hermana? Sí ella lo ha puesto en el periódico y lo anuncio en la radio como el soltero más urgido de Gravity Falls. – Menciono Dipper. – Todos en el pueblo saben que Bill es un demonio, y nadie se atrevería a salir con él. Por lo mismo, es muy frío, odioso, sarcástico y de seguro pésimo con las mujeres.

- Sí, pero conozco a Bill. – Dijo Ford. – Sé que fue malo decirle a Mabel que es de la familia, diciendo que es su tío perdido de no sé qué, y que le hemos inculcado que le diga tío aun cuando no hay lazos sanguíneos. – Dijo el mayor. – Bill es un demonio de los sueños, sería raro que en la familia tuviéramos un demonio. – Soltó una risa. – Aparte Bill me ayudado mucho en cuidar de Mabel, cuando tiene que ir a llevarla a un evento o estar presente en ceremonias familiares.

- Cierto, nos ha sacado de apuros. – Dijo Dipper. – Yo también recuerdo que le decía tío, hasta que me di cuenta ya de adolescente que era muy raro tener un tío como demonio. – Menciono el castaño. – Ese árbol genealógico que hice en la secundaria estuvo raro.

- Jaja. – Golpeando la espalda del chico. – Solo espero que Mabel siga tratándolo como de la familia.

- Eso espero o se molestara mucho.

- Bill no es estúpido para decirle; te mentí no soy tú tío. – Dijo Ford entre risas. – Mabel se enojaría mucho, más si hizo esos proyectos de árbol genealógico en la secundaria y la prepa.

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PV Bill

En cuanto llegamos a la dimensión de las pesadillas, tuve que sujetar a Mabel de su cintura para evitar que cayera por la gravedad del lugar. Escuchaba su corazón ir deprisa y su respiración acelerada; estaba nerviosa y no la culpo. Es la primera vez para la mortal entrar en este mundo y lo desconocido asustaría a cualquiera.

- Mabel, vamos a descender. – Le avise antes de llevarla caminando por el aire y aterrizar suavemente en la entrada de mi castillo. Mis guardias hicieron reverencia y abrieron los portones pesados dando la entrada a la recepción del pasillo. - ¿Lista?

- S-Sí... - Asintió siguiéndolo aferrada a su brazo.

- ¿Estas temblando?

- Solo que me aterra... las alturas. – Iba voltear atrás, pero sintió una mano bloquear su vista.

- Te recomiendo que no mires atrás. – Dijo el rubio. – Tengo otro guardia que le gusta desollar a los que temen su destino.

- De acuerdo.

- Ven. – La guío por el pasillo viendo las velas iluminadas en fuego azul y los adoquines oscuros con la apertura en color prisma intenso como el arcoíris.

Mabel miraba maravillada la estructura del pasillo, casi triangular y espacioso. Se sentía como en el interior de un juego de Zelda. En cuanto llegaron a la habitación principal noto un gran salón con una alfombra rojiza de terciopelo fino, que dirigía a un trono de oro macizo con la estructura recta y el respaldo triangular, atrás estaba un vitral tan enorme que cubría la pared de diez metros. Su estructura era tan victoriana y en medio del vitral estaba el símbolo del ojo de la providencia.

- Increíble. – Viendo la sala de trono. – Es enorme.

- Solo es una parte. – Dijo un tanto orgulloso el demonio. – Aquí traigo a mis súbditos y también formo tratos con unos clientes del multiverso.

- Eres como un genio. – Dijo Mabel. – Que concede deseo.

- No, yo soy un demonio de los sueños. – Le aclaro. – Y no son deseos, son peticiones y uso de magia oscura con costo.

- Costos... ¿Malos? – Pregunto dudosa.

- Es un intercambio – Dijo. – Pídeme algo y yo pongo las condiciones del precio de tu petición.

- Mmm... ¿Si quisiera aprender rápido matemáticas sin tener que estar horas estudiando? ¿Qué costo tendría? – Pregunto la joven.

- Aprenderás, pero yo te quitare la habilidad de creatividad. – Menciono. – Ya que tu deseo es egoísta.

- ¿Mi habilidad de creatividad?

- Solo pensaras en números y cálculos, pero que hay de tú imaginación, tus pensamientos... solo serias una persona común con frustraciones para relajarte.

- ¿Y si quisiera como novio uno de los famosos de la TV? – Pregunto la castaña.

- No tendrás hijos. – Respondió. - Estas pidiéndome amor de uno, a cambio de entregar tú herencia y legado. Eso también aplica en riquezas, fama y fortuna.

- Eso no es justo. – dijo la chica cruzando los brazos. - ¿Si quiero un sándwich de pavo?

- No tendrá queso y el pavo sabrá seco. – Dijo Bill.

- ¿Si quiero un bebé? – Pregunto ella. - ¿Alguien te ha pedido eso?

- Sí. – Respondió. – El cambio equivalente es la vida del ser amado. Un intercambio de vida y muerte.

- Vaya.

- ¿Algo más?

- ¿Qué trato harías conmigo tío Bill? – Pregunto curiosa.

- Te haría reina, te daría todo lo que desearas, serias la chica más rica en el multiverso y poseedora de tú propio universo. – Menciono el demonio. – A cambio de que fueras mi pareja y... me dejaras hacer un Raromagedón en tu mundo.

- Tío Bill... ya te dije que no puedo ser tú novia. – Soltando una risa. - ¿Y que es un Raromagedón?

- Algo espectacular. – Sonriendo con malicia. - ¿Aceptas?

- No. – Dijo Mabel. – No caigo en la misma trampa dos veces. – Recordando sus tratos. – La otra vez me pusiste a limpiar la tienda del tío Stan y no pude salir con ese chico lindo.

- Nada tonta, tú eres muy lista. – Dijo. – Pero te gano la tentación de esa barra de chocolate que te comiste.

- Sabía a gloria y me arrepentí cuando limpie las bolas de nieve.

- Ves. – Dando un aplauso. – Ese es una consecuencia del trato.

- Jeje. – Viendo el salón.

- Ven te llevare a recorrer lo demás.

- Ya quiero conocer el resto del castillo. – Sonando alegre en su voz. Mientras cargaba la mochila.

- Dame eso. – Quitándole la mochila y chasqueando los dedos para desaparecerla. – No quiero que cargues cosas pesadas.

- Gracias.

Caminando por los extensos pasillos de mi castillo Fearamid, veía a esa adorable adolescente de cabello largo de color chocolate brilloso y sedoso, caminar a pasos alegres y dar pequeños brincos delante de mí. Como si su andar fuera una invitación a que la siguiera en atraparla en mis brazos y jamás dejarla ir, lo cual no estaba lejos de mis planes.

Yo solo la seguía a mi ritmo, no tan rápido ni tan lento manteniendo mi distancia en ella, sin interrumpir su paso. Quería disfrutar cada minuto de nuestro tiempo juntos.

Estábamos a mediados de vacaciones de verano cuando decidí llevarla a mi dimensión, cuando llego no pude llevarla de inmediato, tenía que darle su espacio para que viera sus amistades y conviviera con sus tíos. Pero hemos aquí en el reino de las pesadillas, disfrutando de los siguientes días juntos.

Mi viejo amigo Stanford Pines me dijo que tuviera cuidado con ella, temía de que ella se asustara con las temibles criaturas y monstruos que pudieran hacerle daño. Yo le prometí que la cuidaría durante su estadio en mi dimensión. Y que ninguno le tocaría un solo cabello de su cabeza.

La adolescente había insistido desde hace varios días, meses en ir a visitar el mundo donde habitaba. No era la primera vez que lo pedía, pero siempre se lo negaba.

Tan curiosa y ajena en donde vivía. Y todo este pequeño gesto egoísta empezó, porque su hermano mayor había ido con su tío Stanford a visitar su dimensión dejándola a ella sola en casa el resto de sus vacaciones de verano.

Aun lo recordaba fue un año entero en que la gemela estaba siempre triste, celosa y no paraba de llorar cada vez que su hermano Mason le enseñaba alguna fotos o le contaba anécdotas de su viaje. Yo también me deprimí al no tenerla conmigo, no ver su adorable rostro de ángel y no disfrutar ni un solo día con ella.

Pocas veces era tiempo que teníamos para disfrutar de convivencia y a través de estos años nuestra relación iba adelgazando.

Pero esta vez ella estará conmigo la mitad de sus vacaciones de verano, aquella humana que la había apodado con ternura y cariño: Estrella fugaz, porque ella era una, un destello de luz hermoso y brillante que desaparece del cielo, algo imposible para muchos verlo. Porque claro un demonio debe tener un lindo apodo a que dirigirse a su futura esposa y llamarla cada vez que quiera demostrar su afecto.

- ¡Tío Bill! – Grito la chica de orbes avellanados acercándose al rubio para abrazarlo de la cintura. – Vi algo moverse al fondo del pasillo y no creo que sea una rata. – Señalo a una esquina oscura del pasillo apenas iluminado por las velas.

El demonio dirigió su mirada a las criaturas que se encontraban escondidas en la esquina de uno de los pilares del castillo, su tamaño las delataba y más si soltaban murmullos audibles para el demonio de los sueños.

- Se me hace una falta de respeto y muy molesto de su parte el interrumpir e invadir mis dominios. – Sonando severo en su voz. – Kriptos, Key Hole y Pyronica dejen de esconderse o los elimino.

- Señor Bill – Dijo Kriptos reverenciándolo y mirando a la humana con extrañez. – No quisimos interrumpirlo pero...

- Es que el olor a humano nos abrió el apetito. – Dijo Key Hole. - ¿Es una nueva rehén que obtuvo? ¿algún aperitivo? Es raro ver otro humano y más del género femenino. – Admirando a la adolescente. – Escuche que su carne es tan suave y su sangre tan caliente y deliciosa cuando brota de las heridas frescas.

- ¿Podemos jugar con ella? – Hablo un súcubo de color rosado, mientras posaba su mano en el pelo de la chica dando vueltas sus mechones cafés para terminar de acariciarlo. – Prometemos no romperla completamente. Hay cosas que me gustaría hacerle y tal vez podríamos tener unas noche de chicas.

- ¿Noche de chicas? – Le agradaba la idea de una fiesta de pijamas.

- Sí, querida. – Menciono Pyronica. – Donde jugaremos mis juguetes jeje.

- Suena divertido.

- No es esa clase de noche de chicas, que quiero que Estrella fugaz experimente de primer momento. – Dijo Bill.

Un golpe seco le dio a la mano de la peli rosada para apartar su toque de la adolescente. Tomo a la castaña entre sus brazos y le dirigió una mirada llena frivolidad y temible a sus secuaces dementes que insistían en hacerle daño a su amante. Su agarre era tan fuerte que Mabel pensó que le rompería de los hombros.

- Estrella fugaz es mi invitada. – Espeto molesto por la actitud de sus súbditos. – Si vuelven a tocarla, estarán cavando sus tumbas por el resto de la eternidad en el abismo de la perdición, ¿eso quieren?

- No señor Bill. – Dijo temerosa la súcubo al ver el ojo de su amo oscurecerse de su esclerótica. – Perdónenos por nuestra osadía y por la falta de respeto a la humana.

- ¿Quiénes son? – Dijo la adolescente al ver el demonio de cabello rosado, luciendo un provocativo vestido traslucido que mostraba la aureola de sus senos. Pero poco le importo puesto que la tela brillaba como diamantes rosados.

- Molestas criaturas de las pesadillas, entre otros seres de rango no tan inferior. – Menciono Bill en un refunfuño. – Que por cierto, ya se iban ¿o no? Tienen asuntos que atender. Como vigilar el castillo.

- Amo Bill – Llamo Pyronica olfateando a la adolescente hasta comprobar algo que levanto sus sospechas. - ¿Es su novia? No es alguien... – Olfateando un poco antes de ver al rubio con una mirada de desaprobación, ya que olía cierto aroma de su amo en ella, muy leve pero lo suficiente para dar señal. – Señor si usted quiere compañía, yo misma podría traerle unas cuantas chicas....

- Alguien quiere aparecer colgada en la mazmorra y sin su cabeza. – Menciono el demonio. – ¿Quieres ir? Tengo un lugar disponible con tu nombre.

- No señor. – Dijo la rosada temerosa por sus palabras. – Disfrute de su velada con su noviecita.

- No lo interrumpiremos. – Dijo Key Hole un poco nervioso de lo que fuera hacer su jefe si seguían más tiempo indagando en el problema.

- Su cabeza tiene forma de candado. – Acercándose la castaña a tocarlo. - ¿Podrías tener una llave como decorativo?

Bill solo fulminaba con la mirada al monstruo, claramente no le gustaba que su pequeña protegida tocara a sus secuaces.

- Suficiente – Apartándola de él. - Lárguense criaturas inferiores – Dijo el demonio.

Una mancha oscura de alquitrán apareció por debajo de ellos, llegándose a hundir y desaparecer del pasillo. En cuanto desaparecieron la joven vio de forma curiosa la mancha de alquitrán viendo cómo se consumía antes de quedar el piso intacto.

- Se fueron. – Apartándose de su agarre para examinar el lugar por donde había aparecido la mancha. – No está sucio, ¿Cómo hiciste eso? No lo mato ¿Cierto? No serias....

- Estrella fugaz, ven aquí. – Le llamo el rubio tomando su mano mientras la llevaba por los pasillos, podía sentir que temblaba y no la culpaba había presenciado algo inusual que sucedería en el pueblo. Era rara la veces que le mostraba sus poderes y que tan peligroso podría ser. – ¿Asustada?

- Un poco. – Dijo la chica aferrándose a su mano. Todo a su alrededor se volvía más oscuro y lúgubre en la decoración del castillo. – Tío Bill, no es por decirlo pero... tengo miedo.

- Descuida mi pequeña señorita. – Diciendo en tono amoroso. – Estas conmigo yo te protegeré.

- Sí - Abrazándose al rubio. – Quieres... que te muestre el jardín.

- Me gustaría. – Menciono ella. – Quisiera saber de dónde traes esos ramilletes de flores tan hermosas para las citas de Dipper.

- Entonces vayamos. – Dijo. – Aunque sé que te gustara mucho ese lugar.

La lleve al invernadero tal como le había prometido, ella tenía curiosidad de saber de dónde sacaba las flores que le llevaba cada vez que iba a visitar su mundo. Era una oportunidad perfecta para poner en marcha mi plan.

La jovencita se acercó a los rosales de tono rosado y naranja, olfateando y pasando la punta de sus dedos en los pétalos de la flor.

- Es muy bonita. – Viendo como el demonio cortaba una rosa y la colocaba con cuidado atrás de su oreja. – La cortaste...

- No hay problema estrella. – Acariciando su mejilla. – Una flor bonita queda en un hermoso rostro como el tuyo.

La castaña se ruborizo completamente de las mejillas antes de soltar una risa nerviosa y darle una sonrisa al demonio rubio.

- Mabel – Sonriendo de forma seductora, llevando su mano a tomar la suya. – Sabes que te quiero.

- Sí – Apartando su toque rápidamente, ya que sintió su corazón latir rápidamente. – Me suda la mano. – Riéndose de forma nerviosa. – Perdón.

La castaña miraba las flores antes de recordar que Bill había mencionado de una novia, porque sus ánimos bajaron un poco al decepcionarse de que este jardín podría ser de esa mujer.

- Tiene suerte de encontrarte, tío. – Menciono ella.

- ¿Quién?

- Tú novia... - Le recordó la plática de anoche. – Eso significa que la quieres demasiado. – Viendo el invernadero.

- Sí, mi novia es linda. – Menciono dando pequeñas pistas a la menor y poco distraída castaña. – Tan hermosa como estas flores. Y cada una es una expresión de mis sentimientos hacia ella.

- ¿Cuándo la conoceré? – Pregunto un poco desanimada de su voz. Tenía curiosidad en saber quién era la mujer que cautivo a su tío y le robo su corazón. Aunque en cierta parte no quería conocerla, era muy ilógico lo que cambiaba de sus pensamientos a sus sentimientos. En si tenía celos de esa mujer.

- Muy pronto la conocerás. – Acercándose a la pequeña y besando la coronilla de su cabeza. – Recolectemos algunas flores, creo que necesito algunas para colocar en ciertas áreas del castillo.

- ¿No te molesta? – Viendo las flores de aspecto perfecto en sus colores y estructura. – Digo... son las que les das a ella.

- No, no me molesta. – Juntándose con ella e inclinándose para ayudarla a cortar cada rosa y flor que crecía en su invernadero. – Te diré algo Mabel. – Sonriendo. – Todas son tuyas, todo te pertenece mi preciada Estrella Fugaz.

- Entonces... no cortemos muchas. – Dijo la chica con una sonrisa devuelta y su corazón latiendo. – Ya que son mías y me gustaría cuidar este invernadero.

- Son tus deseos mi querida Mabel. – Colocándose detrás de ella y ayudando a cortar los tallos de los rosales evitando que se pinchara los dedos.

- Tío Bill... - Sintiendo las manos del rubio tocar las suyas y entrelazarlas.

- Es nuestro jardín. – Tomando una de las rosas para colocarla en el canasto. – Puedes tener las flores que tú desees.

- Sí.

Esa tarde pasaron el día recolectando flores en una canasta de diversos tipos, ya que a petición del demonio le había dicho que irían a colocarlas en floreros. Terminando de recolectar las flores, Mabel se sacudió las manos y tomo el dobladillo de su falda purpura para limpiar los restos de tierra. Aunque en el proceso se ensucio el rostro y parte de su ropa. En cambio Bill al ver esta reacción lanzo un suspiro y le dio un golpecito en su cabeza por hacer eso.

- Señorita no se ensucia la ropa. – Le regaño el demonio. – Mírate nada más, toda sucia incluso le ganas a tú cerdito Pato. Me das asco. – Sonando en tono burlón.

- No es cierto. – Dijo Mabel con las mejillas infladas infantilmente cuando se molestaba por algo, mientras se sobaba la cabeza. – No tenías que pegarme. – Viendo la apariencia de Bill. – Tú también estás sucio. – Señalándolo.

- Yo me limpio fácilmente con tan solo chasquear los dedos. – Dijo en tono presumido. – ¿Acaso tú tienes poderes?

- No. – Dijo ella de forma retadora. – Pero si los tuviera, también lo haría.

- Pero no los tienes – Menciono – Eres solo una mortal y una mera bolsa de carne.

- ¡Y tú un Dorito feo con complejo de rubio oxigenado! – Le insulto creyendo ganar la discusión.

- Bueno si un chico te viera, parecerías todo menos una señorita. Así no lograras que llegue el amor de verano, Mabel Pines. – Recibió una bofetada por parte de la chica.

- No me importa. – Tomando la canasta con sus manos antes de pasarse un brazo por el rostro y tallarse. – Quiero irme... - Suspirando de tristeza, al escuchar eso del rubio y más por abofetearlo. – Olvida esto, lo dejare. No discutiré más.

- ¿Estas llorando? – Dijo para conseguirla enfurecer, viendo que ella lo ignoraba. – ¿Solo por tener tierra y andar sucia? Vaya forma de rendirse la pequeña llorona. – Dijo – Mí novia es más linda y valiente, jamás lloraría por un simple juego de palabras como este. – Recordando sus peleas que tenía con la castaña cuando limpiaban patio trasero de la cabaña o la tienda y terminaban ensuciados burlándose el uno al otro. Ahora era extraño que su protegida actuara de esa manera. – Vas a aplicarme la ley del hielo, pequeña mortal.

- Cállate tuerto feo. – Caminando unos pasó delante de él para salir del invernadero. – Sí tú novia te quiere, pues vete de una vez con ella y déjame sola.

- Nadie me llama tuerto feo – Sonando molesto. – ¡Mabel! – Viendo que la chica avanzaba en su paso. - Vuelve aquí.... ¡Mabel!

- ¡No! – Tirando de la puerta antes de soltar un sollozo y un gimoteo en su respiración. Se pasó numerosas veces la mano por los ojos, intentando parar las lágrimas. – Te odio... fue un error venir.

Joder era terriblemente adorable cuando hacia esos berrinches... tanta inocencia pura, que me gustaría corromper. Maldita adolescente caprichosa que me tiene a sus pies. No la dejaría ir.

Me acerque a ella caminando de prisa y la sujete de su cintura para levantarla, colocándola a mi altura. Se sentía ligera y tan fácil de cargarla. Mabel seguía cubriéndose el rostro con sus delicadas manos para evitar que la viera llorar, era su forma de esconderse de mí.

- Mabel – Hablo suavemente el demonio.

- No – Repitió ella llena de tristeza por su comportamiento infantil. No quería actuar de esa forma con él.

- Lo siento por la discusión, creo que estábamos inestables en esa pelea. – Soltando una risa burlona. – Pensé que terminaríamos riendo, como siempre. Pero creo que me lo merecía.

- No soy una sucia señorita. – Diciendo entre lágrimas en los ojos. – Solo fue un accidente al no darme cuenta que tenía aun tierra en las manos. – Menciono. – Tienes razón fui descuidada, es costumbre sacudir mis manos en mi falda. Creo que merezco que digas que doy asco.

- No, no lo eres – Quitando las lágrimas con mi pulgar. – Mabel.... ¿Me odias? – De tan solo pensar que la chica lo odiaba sentía una opresión en el pecho.

- Tío Bill... yo lo siento. – Abrazando su cuello. – No, no te odio. – Llorando la chica sobre su hombro, aferrándose a su camisa y dejando que la consolara como cuando pasaba algo malo y era una pequeña. – Jamás te odiaría... lo siento por golpearte.

- Mi linda princesa ¿no quieres limpiarte? – Acariciando su espalda suavemente. – Mírame yo también soy un asco. – Comento soltando una risa. – Creo que yo le gano a tu cerdito y a ti. – Viendo que la adolescente lo miraba con esos ojos cristalinos y acuosos. - ¿Quieres asearte?

- Sí, sí quiero. – Asintió con su cabeza aferrándose al demonio. – No quiero ensuciar tu castillo.

- Bien. – Menciono bajándola de su agarre.

- Bill las flores...

- Tranquila. – Tomando el canasto. – Luego nos encargaremos de eso. – Chasqueando los dedos para desaparecerlas. – Son las que necesitaba.

- ¿A dónde fueron?

- Es un secreto.

PV Normal

Caminando por los pasillos de la Fearamid, llegaron al baño personal del demonio. En todo el camino Mabel se cubrió los ojos pues había criaturas que rondaban por los pasillos y le miraban feo, en cambio Bill le daba palmaditas en su espalda para calmarla.

Entrando a la habitación el demonio iba dejarla sola para que se aseara, pero ella lo detuvo colocando una mirada acuosa en sus ojos.

- Bill no me dejes. – Hablo bajo pero lo suficiente para que lo escuchara.

- Vamos necesitas limpiarte en privado. – Dijo el demonio. – No quieres que vea tú cuerpo desnudo, Seis dedos me mataría si mirase ahora que eres... una señorita, dama aparte tiene tiempo que no lo hacemos.

- ¿Y si los monstruos entran? – Aferrándose de su brazo. – Bill tengo miedo.

- Mabel soy un demonio. – Se señaló así mismo. – Yo inflijo más temor, ¿no crees que tú deberías temerme?

- No – Sonriendo. – Porque tú me proteges de todo.

- Maldición – Musito – De acuerdo.

Se acercó a abrir la bañera y llenarla de agua caliente y fría, mientras que Mabel iba retirándose la ropa; quitándose su suéter purpura y su falda tableada de color azul celeste. Quedando con su blusa de tirantes y ropa interior de color rosa pastel con bordado a los lados y un moño pequeño en el centro.

El demonio miraba embobado la figura de la adolescente, varios pensamientos lascivos e impropios despertaban su deseo y su libido de profanar a la chica en ese momento. Pero pudo ver perfectamente que su sobrina cambio mucho... claro que ya no era una plana mocosa, puesto que con la adolescencia y la ausencia de estar a su lado, dieron el brote de su juventud; curvas y llenita de algunos lugares hicieron resaltar su figura coqueta y atractiva.

Luciendo esa piel nacarada y blanquecina con un tono rosado en sus mejillas, sus perfectos senos cubiertos por el brasier y su abdomen plano que invitada a dejar varios besos.

La castaña se retiró lo que restaba de su ropa tirando de su blusa, calcetas, bragas y brasier. Quedando desnuda enfrente del rubio y tomando la toalla antes mirarlo a los ojos con un rubor en sus mejillas. La toalla apenas cubría su redondo pecho desnudo, mas sus nalgas estaban al descubierto dando una vista de atrás a su vulva. Ella se acercó emocionada al ver la tina honda y lanzarse al agua.

- Yey, ¡al agua pato! – Grito la adolescente comenzando a nadar en la honda tina cubierta de burbujas. – Ven Bill.

- Porque Satanás me sonríe. – Musito el demonio con una sonrisa llena de malicia, antes de quitarse la ropa, sacándose de su camisa blanca y tirando de los pantalones negros junto con su ropa interior. Si la chica quería jugar a tentar, lo estaba haciendo bien. Se adentró nadando hasta la pequeña adolescente sujetándola de la cintura antes de que ella le lanzara burbujas al rostro. - ¿Qué es esto? Andas muy de coqueta.

- Bill tengamos una guerra de agua. – Aventándole al rostro. – Como en los viejos tiempos.

El demonio le aventó una gran cantidad sin medir su fuerza, llegándola a mojar completamente. – Soy algo brusco en estos juegos estrellita.

- Bill tienes muchos tatuajes – Acariciando sus hombros. – Solo había visto los de tus brazos. Aunque ayer... tenías más.

- Entonces si echaste un vistazo ayer a mi cuerpo. – Fingiendo vergüenza. – Pervertida.

- Aja, no te pases Dorito. – Soltando una risa.

- Dime Estrella fugaz – Acercándose a su rostro a centímetros que quedaban casi rozando. – ¿No soy atractivo?

- Sí... si lo eres – Dijo ella con las mejillas rojas. – Pero no tanto como el vocalista de Sev'ral Timez – Alzando sus manos de forma contenta.

- Y ese saco de carne insignificante ¿Quién es? – Sonando celoso.

- Creggy G – Sonando enamoradiza. – Mi "No" novio aun. – Soltando una risita. – El tío Stan me llevara a su concierto al término del verano. Ya compre mi camiseta, Candy y Grenda vendrán conmigo.

- Espera... no ibas a pasar tú verano conmigo. – Atrayéndola en un abrazo – Pediste venir aquí a la dimensión de las pesadillas, ¿lo recuerdas? Puedes quedarte aquí conmigo.

- Es que siento... que desde que llegue, todos se han molestado contigo. – Dijo ella. – Incluso no han parado de decirme que soy comida y la verdad no quisiera terminar devorada por una de esa criaturas. – recordando a las criaturas que se toparon en el pasillo.

- No eres comida. – Dijo Bill. – Eres mi invitada especial.

- Pero si quiero ir al concierto. – Dijo ella entusiasmada. – Dicen que hará un dueto con BTS y Sentencia de Amor. Mis grandes amores estarán ahí.

- Parece que no logro convencerte. – Colocando un gesto de fastidio.

- Descuida Bill, mi no novio y yo te enviaremos una postal de nuestra boda. – Dijo ella ilusionada en su imaginación.

- ¿Boda? – Sonando en especie de gruñido. – Que hay de mí, ¿no te gusto?

- Eres mi tío Bill. – Dijo ella. – Te quiero, al igual que el tío Stan, tío Ford, Dipper y Soos.

- Claro, sigo siendo tú tío. – Dijo enfurecido.

- Descuida yo te presentare linda chicas, así como le conseguí novia a Soos y una novia a Pato. - Sonando orgullosa. – Porque Mabel Pines es la mejor casamentera.

- No necesito una. – Dijo el rubio. – Ya tengo alguien especial – Sonriendo. – Te lo he dicho y seguiré diciéndolo.

- Cierto... tú novia.

- Pronto la conocerás.

Mabel se separó para acercarse a lavar su cabello tomando una cantidad de shampoo que estaba en un bote de color lila, comenzó a tallarse antes de sentir los dedos del demonio.

- Mabel – Le llamo con cariño, mientras le ayudaba a tallar su cabello. – Eres mi adorable mocosa preferida, eso jamás cambiara.

- Sí. – Sintiendo sus mejillas colorearse. – Me lo dices siempre.

- Entonces deja de jugar conmigo pequeña. – Colocando un beso en su mejilla, mientras terminaba de enjuagar el jabón de su cabeza. – Acabemos el juego.

- Tío Bill... - Tragando nerviosa ante lo que dijo. – ¿Yo te gusto?

- Conoces la respuesta. – Pasando sus manos atrás de su nuca y dando una leve caricia por sus hombros. – Eres mi preferida.

- Tío... - soltó un pequeño gemido ante su toque.

- Me gustas. – Susurro cerca de su oído. La castaña se había recargado en su pecho dejando que continuara tocando esas zonas que eran completamente nuevas para ella. Sus dedos delinearon sus senos de tamaño mediano y redondo.

- Tío Bill – Llamo la chica con la mirada entrecerrada, le gustaba como su adorado tío la tocara y tallara su piel. Pero en su mente se decía... que no podían hacer eso.

La castaña no dijo nada más continuo su baño junto con el demonio, sabían que ese tipo de conversaciones no lo habían tenido desde el verano ante pasado. Pero eso no impido que su relación se rompiera. Ella lo había conocido desde que tenía cuatro años, desde entonces no se había separado de él. Todo lo hacían juntos; salir, ir de compras, ir al cine, comer en sus lugares favoritos, bañarse, dormir y jugar cartas.

Pero en sus últimos veranos se empezó a distanciar de él, por una pelea que tuvieron antes de que ella regresara a California. No fue una conversación agradable ni tampoco habían hecho bien las pases, estaba siendo egoísta en querer pasar más tiempo pero simplemente ese verano habían peleado mucho. Más por los celos de que su hermano mayor y su tío abuelo Ford pasaban tiempo con el demonio, dejándola de lado. Aun recordaba la noche que lloro en el hombro de la pelirroja. Decía su amiga Wendy que lo más seguro era porque entraba a la adolescencia y sus hormonas le hacían una mala jugada. Solo eran celos de adolescente y que posiblemente a su tío Bill lo estaba viendo con interés, como un posible amor de verano.

La castaña recordó esa conversación y se sonrojo completamente, de tan solo pensar que tenía sentimientos muy grandes hacia su tío.

- Mabel ¿te encuentras bien? – Viendo a la chica sonrojada hasta los oídos. - ¿Tienes fiebre?

- No... - Viendo al rubio terminar de enjugar su cuerpo. – Solo estaba muy caliente el agua.

- Casi terminamos. – Comento. - ¿Quieres ayudarme a lavarme el cabello?

- ¡Sí! – Tomando la botella de shampo creando una cantidad enorme de espuma en el demonio. Las risas resonaron en la habitación mientras que Bill arrastraba a la castaña dentro del agua.

Mabel vio a su tío dentro sin problemas para respirar, ya que él facilitaba el uso de poder para evitar que se asfixiara. La adolescente ignoro sus pensamientos un momento y dejo de preocuparse. Por lo que decidió pasar tiempo con él, como lo hacían cada verano. No dejaría que su mar de sentimientos la confundieran. No quería arruinarlo.

En cuanto terminaron el baño, Bill conjuro ropa para ambos mientras se secaban. La castaña se colocó su camisón de pijama rosa vaporoso con encaje y su ropa interior con moñitos, tomando las pantuflas de unicornio felpudas que tanto adoraba. En cambio el rubio solo opto por una camisa gris ceñida a su torso musculoso y unos pantalones oscuros de chándal y unas pantuflas cómodas.

- ¡Fiesta de pijamas! – Dijo emocionada la castaña dando brincos. – Tío Bill gracias por la ropa, me gusta... es muy bonita. – Aunque noto que resaltaba mucho su pecho.

- ¿Tienes hambre?

- Sí – Asintió la chica.

- Pide lo que quieras.

- ¿Esto no es un trato? – Pregunto.

- No, recuerda que eres mi invitada.

- Quiero Pizza.

- ¿Pizza? – Viendo a la pequeña sonreír inocentemente. – Pensé que había dejado a Pino y a Seis dedos en casa.

- Por favor... mamá y papá me obligaron a comer brócoli, ensalada y pollo a la parrilla todos los días. – Dijo ella. – Aparte la pizza es la regla en todas las pijamadas. Es muy sagrada y sin pizza no hay fiesta.

- Tú ganas. – Dijo el rubio. – Solo porque queremos diversión.

Fueron directo a la cocina antes de ver a Bill que traía un plato con charola y una tapa. Mabel se apresuró a sentarse en la barra de la cocina, ya que estaba acostumbrada a ver como el demonio hacia aparecer la comida.

- Nada por aquí – Dijo, mostrando la charola. – Nada por acá. – Mostrando la tapa, antes de cerrar. - ¿Qué crees que aparezca?

- Mm... una pizza de pepperoni y champiñones. – Dijo ella. – Y con extra queso, por favor.

- ¡Taran! – Abriendo la tapa haciendo aparecer un monstruo de pizza.

- ¡AHH! – Empujando la charola de forma asustada.

- Nunca falla, es un clásico. – Soltando una carcajada.

- Tío Bill tonto, tonto. – Cruzándose de brazos. – Quiero mi pizza, no una rareza mutagénica.

- De acuerdo. – Picando su nariz con ternura. – La humana quiere una pizza. – Movió su mano antes de chasquear los dedos y abrir la tapa mostrando una pizza humeante y con todas las peticiones de la pequeña. Excepto por una cosa...

- ¡Pimiento! – Dijo ella viendo con desagrado.

- Hice un trato con Fez y me pidió que en tus comidas hubiera verdura. – Colocando una sonrisa llena de malicia. – Y te lo comerás sin pretextos.

- Te doy un beso, si lo eliminas. – Dijo ella de forma coqueta sabiendo que el demonio no se resistirá a la petición. – En los labios, y me estoy arriesgando. Esa es mi oferta.

- Trato hecho. – Definitivamente era débil ante la adolescente.

La chica se subió a la mesada para acercarse y colocar sus manos en el rostro del rubio, posando sus labios en los de él. Aunque el demonio no desaprovecho la oportunidad, para besar sus labios un poco más de tiempo. La sujeto de su espalda y nuca evitando que se separaran. Moviéndolos suavemente y lento disfrutando de sus tersos labios nínfula. Eso la hizo sorprenderse y encogerse de la acción del rubio.

Mabel sentía derretirse ante ese contacto, calor y su corazón palpitaba con fuerza. Necesitaba separarse o esto se tornaría un problema.

La castaña rompió el contacto llegándose a escuchar el rugido de su estómago, separándose del rubio con algo de vergüenza. Soltó un leve jadeo y ladeo sus rostro.

- Mejor comamos. – Dijo él. – Tú estomago ruge de hambre.

- S-Sí. – Sonando nerviosa.

Durante la cena se la pasaron conversando acerca de cómo le había ido a la pequeña en sus clases, y de sus amigos en Piedmont. A pesar de haber cumplido en agosto del año pasado dieciséis años, y estar lejos por diez meses, ella había crecido un poco más de estatura y se había desarrollado en ciertas áreas de su cuerpo.

Bill se había fijado en todo detalle de su protegida, era muy observador y sabía lo que le gustaba y no le gustaba. Estaba acostumbrado esperar 6 meses para verla cada verano, ya que en diciembre venia de visita pero se quedaba uno o dos días. Pero su navidad pasada no pudo pasarla con ella por su reciente pelea. Quería que se calmara el asunto.

Pero el demonio estaba dispuesto a emendar las paces con su protegida y pasar este tiempo junto con ella. La había esperado y estaba dispuesto avanzar en sus sentimientos, quería hacerle entender que ella era la única humana que podía llevarse su corazón.

Terminando de comer se dirigieron a la habitación principal del demonio de los sueños. Mabel no dejaba de ver a las criaturas ocultas mirarla con desprecio y mostrando sus dientes. Ella se aferró al brazo de Bill sin llegar a soltarlo.

Llegaron ambos aquella área que no estaba permitida para los secuaces de Bill, sabiendo la regla de no interrumpirlo en sus descansos. En cuanto entraron, la chica miro asombrada la habitación en tonos rojizos de color guinda, una enorme cama con doseles oscuros de madera fina y cortinas de seda color blanco perlados tipo gasa que creaban una perfecta sombra de las siluetas suyas; el colchón estaba revestido con fundas negras y blancas con toques dorados, al igual que los almohadones. Había una mesita de noche enseguida con un jarrón y flores siendo unas camelias blancas con rojo. Enseguida había un sillón con un estante de libros. Y en otro lado una mesa con botellas y copas perfectamente ordenadas.

La pequeña se acercó admirando el lugar, curioseando todo lo que tenía entre varios libros con títulos extraños.

- Es muy grande a comparación con la habitación de Dipper en Piedmont. – Acercándose a un ventanal de forma triangular, que tenía una vista al abismo. – Tío Bill es sorprendente tu castillo.

- Lo es. Aunque falta muchos lugares por enseñarte. – Dijo, mientras aplaudía cambiando el juego de luces a una tenue.

- Está un poco iluminado. – Dijo ella viendo la habitación y recordándole aquellas películas románticas en que un chico y una chica estaban solos y tenían su primera relación. – Ahora parece un cuarto de hotel, como en las novelas de mi tío Stan que ve en la televisión.

- Ven aquí. – Sentándose en la cama y dando un golpecito a su lado.

- Espera. – Dijo ella. - ¿Puedes traer mi mochila?

- ¿Por qué? – Pregunto ante la petición de la castaña.

- Es una sorpresa. – Jugando con sus dedos.

El demonio en cuestión de segundos le hizo aparecer su mochila rosada, a lo que ella corrió y saco del equipaje una cajita envuelta en papel color dorado y con un listón rojo.

- Para ti. – Dijo ella. – No lo abras aun. Todavía no es el día.

- Un regalo – Sonriendo. – Supiste como hacerme desesperar, sabes que tengo curiosidad.

- Te gustara. – Dijo. – Es por tu cumpleaños, aunque falta unas semanas. Quería dártelo pero... Solo no lo abras aun.

- Siempre me gusta todo lo que haces. – Dijo, acercando a la castaña por los hombros. – Ven.

La chica se subió a la cama comprobando lo mullida y suave que se sentía el colchón, tan delicioso al contacto como si de una nube se tratara. Se estiro un poco viendo como su adorado tío sacaba un paquete de cartas con el forro oscuro.

- ¿Una partida?

- Sí – Dijo ella medio aliviada, mientras se acomodaba a jugar con él.

- Si yo te gano en póker, tú jugaras conmigo ajedrez.

- Pero no se jugar ajedrez. – Dijo ella. – No es justo. – Haciendo un puchero.

- Eso es lo divertido del asunto, Estrella fugaz. – Sacando una bolsa de dulces. – Pero mira el lado divertido, si tú ganas te llevas esto.

- ¿Viene mis gomitas? – Enarcando una ceja.

- Las que tú desees. – Dijo con una voz sutil. – Incluso vienen las de sabores especiales.

- ¡¿Qué estamos esperando?! – Sonando emocionada por el juego. – ¡Barajea!

La castaña coloco una sonrisa ante su desafío, animándose a su juego.

- Vas a perder Dorito. – Sonrió viendo como su tío repartía las cartas.

- Eso lo veremos mocosa.

Estuvieron la mitad de la hora jugando entre risas y bromas, y apodos que solo se decían entre ellos. Mabel había perdido en la séptima ronda cuando hizo un mal movimiento en sus jugadas. Bill no perdió el tiempo y empujo las cartas al suelo, llegando a chasquear sus dedos y sacar un ajedrez de cristal, con finas piezas talladas de las figuras principales.

- ¿Quieres subir la apuesta? – Menciono Bill.

- No traje nada. – Comiendo un dulce. – Mi cartera la deje en casa.

- Descuida cobrare mi recompensa al final del juego. – Sonando con una voz profunda. – Dame uno. – Abriendo la boca para que ella depositara la gomita.

- Sí yo gano... ¿Qué me darás? – Dijo ella. – Ya tengo esta bolsita de gomitas jeje.

- Caramelos. – Lanzando una sonrisa. – Infinitos tantos que no sabrás que hacer con ellos.

- De acuerdo. – Dijo animada la chica. - ¿Todos los que quiera?

- Todos los que desees.

- Acepto.

"Cayo en la trampa mi adorable e inocente sobrina"

•| ⊱✿⊰ |•

Bill se había levantado de su posición en la cama, habían jugado toda la noche a las cartas y le había tratado de enseñar a la pequeña a jugar ajedrez. Claro apostando cosas inofensivas, como dijo caramelos, aunque había momentos en que el ganaba pedía algunos besos cortos en sus labios. Claro con el punto de calmar sus deseos, pero simplemente los empeoro. La joven adolescente había perdido tantas veces, que Bill ya la tenía endeudada.

Dirigió su mirada a la joven castaña que dormitaba entre las sabanas de seda, dejando a la vista su trasero cubierto por unas bragas de estampado de bordado fino y moñitos.

Su mente se debatía entre solo admirarla o poner en movimiento la siguiente fase de su plan de pasar el tiempo con su adorable protegida. Aunque ahora podía dejar la falsa de ser su tío y contarle la verdad a ella.

- Vaya, vaya, vaya – Pasando su mano sobre sus nalguitas redondas y alzadas. – Joder este deseo me mata. – Se acercó a rozar sus labios humedecidos a la piel de sus muslos, apartando un poco las mantas y sabanas. – Es tiempo de cobrar mi victoria de anoche.

La castaña se removió para darse la vuelta y cubrir su trasero mientras lanzaba una patada al rostro del rubio, estando dormida y con una sonrisa en sus labios.

- Te burlas de mi – Sonriendo con malicia en sus labios ante su pequeña travesura. – Es hora de que pruebe la miel de mi linda princesa.

Abrió las sabanas colándose debajo y acercándose a sujetar con delicadeza sus piernas tan suaves, consiguiendo lamer lentamente su piel blanda y tersa. Tan fresca con la sangre caliente corriendo bajo su piel. Mabel soltó una risita y se aferró un poco a las sabanas, frotando sus muslos.

Bill continuo besando y lamiendo hasta llegar arriba de su línea femoral, siendo un toque cosquilludo para la joven. Una zona tan sensible y erógena. Coloco sus dedos en el elástico de sus bragas llegando a tirarlas suavemente y con rapidez de sus piernas delgadas y esbeltas.

Miro sus pliegues lisos y levemente rosados demostrando que era una adolescente muy cuidadosa en su higiene femenina, una adorable chica que era una mujer muy atractiva. Una lamida en su pequeña hendidura de su vagina recorrió tocando su perla que le hizo sobresaltarse y despertarla de su sueño. Paso nuevamente por ese punto deleitándose con sus dulces sonidos de protesta.

Su lengua tocando parte de su clítoris y recorriendo lo rellenito de sus labios de diosa, escuchando sus suspiros bajos y un gemido que aumentaba de volumen. Parecía que lo disfrutaba el sexo oral matutino.

- ¡Ah! Uhh... ¡ah!... ¡Ahhh! – Soltó un grito cuando sintió las lamidas húmedas de una lengua azulada en su intimidad. - ¿Q-Qué...sucede? – Dijo somnolienta tallándose sus ojos. – ¿Tío Bill?

Levanto la manta viendo un orbe ambarino afilado y la cabellera rubia dorada de forma rebelde y desordenada, mientras su lengua azulada daba lamidas en su sexo con lentitud hasta avanzar dentro de su canal vaginal. Dando un largo recorrido y de forma lenta para que lo observara en lo que hacía. Llevo sus manos empujándolo evitando que siguiera.

- No, Tío Bill está sucio. – Se quejó la joven sonrojada y pensando que se tratara un sueño. – No hagas eso. – Sintiendo sus mejillas arder. – Tío por favor... no lo hagas...yo.

Pero en vez de apartarlo el demonio aumento su ritmo hundiéndose un poco más en su sexo, moviendo su lengua a los lados y de forma profunda, se acercó a su clítoris rosado y sello sus labios chupando con avidez; antes de soltarlo y lamer más profundo en su pequeño canal, llegando a penetrar su lengua su entrada. La adolescente se agarró de la manta y lanzaba una risa y suspiros cortos.

- Me haces cosquillas... – Dijo ella aferrándose a la manta. Antes de lanzar un chillido y una risa aguda. – Tío... Bill... me está palpitando mucho... mmm – Apretando la tela y sus tobillos aferrándose al colchón. – D-Detente... ahh... ahh... ahg.... T-Tíooo

La lengua del demonio recorría lentamente sus labios humedecidos, dando lamidas en sus pliegues lisos y pasando su lengua húmeda sobre su perla de forma rápida e insistente. Agarro sus nalgas acercándola en su contacto, bajo un poco más a su entrada y rosando el anillo de su ano. De forma circular robándole uno que otro gemido de sus labios rosados.

- T-Tíoo.... B-Bi... ¡Bill! – Grito apretando sus piernas e intentando cerrarlas pero, el demonio la sostuvo con delicadeza antes de hundir su lengua dar lamidas intensas en su entrada en forma de penetración. – Bill me haré pipi... si sigues así, no, por favor... déjame. – El rubio no hizo caso omiso a su ruego sintiendo sus manos tirar de su rubio cabello. Sello sus labios en su clítoris y chupo moviendo su lengua con agilidad sobre su perla rosada. – Detente... por favor ah, ah, ah. – Dijo la pequeña adolescente antes de aferrarse a las mantas que había soltado y lanzar un grito alto; su cuerpo temblaba con intensidad y se estremecía de un calor en su cuerpo que le hicieron soltar un líquido cristalino, el cual el rubio lamio y bebió probando su orgasmo. Era abundante y levemente dulce.

- Delicioso - Colocando besos en su pequeño monte de venus sin dejar rastro. – Buenos días, Estrella fugaz. – Sonriendo coquetamente mientras se pasaba la lengua relamiendo sus labios. Como si hubiera gozado de un delicioso desayuno.

La joven no paraba de llorar mientras intentaba acallar su llanto. – Perdón... pero te dije que pararas. – Dijo la castaña con las mejillas rojas y las lágrimas saladas corriendo por su rostro. – Moje... tú cama. – Viendo el desastre ya que era la primera vez que sentía eso. – La ensucie.

- No llores mi adorable Estrella fugaz. – Besando su frente con dulzura. – No te mojaste, solo tuviste un orgasmo, mi inocente estrella. – Acariciando sus mejillas húmedas. – ¿Te gusto el sexo oral en la mañana?

- ¿Qué es eso? – Dijo hipando mientras tallaba sus ojos. Lo había escuchado pocas veces en el baño de la prepa, pero poco conocía del sexo oral. Solo sabía que tener la primera vez de una chica era algo importante. - ¿Qué es sexo oral?

- Una caricia agradable de un amante que le hace a su chica. – Dijo. – Quería darte una, ¿no te gusto?

- Se... sentía bien. – Cubriendo su rostro. – Muy bien. – Sonando avergonzada de escuchar su voz levemente ronca. – Creo que estaba un poco asustada... de no saber que sucedía si seguías... lamiendo ahí. – Coloreándose de su rostro. - ¡Por Dios! ¿Por qué lo hiciste. – Cubriéndose el rostro con sus manos.

- El punto es que te haga sentir muy bien al terminar. – Menciono mientras acariciaba su mejilla. – Y veo que te corriste muy bien. Para ser tu primera vez.

- Tío Bill – Abrazo al rubio del cuello. – ¿No estás enojado?

- No lo estoy, jamás lo estaría contigo. - Se acostó enseguida de la cama atrayéndola hacia él. – ¿Quieres desayunar en la cama?

- ¿Se puede? – Mabel no quería admitir que tenía miedo de salir al pasillo para ir al comedor.

- Lo que ordene la princesa. – Hizo un movimiento con su mano antes de chasquear los dedos y hacer aparecer una mesita con los alimentos. – Lo que gustes.

- Todo parece delicioso. – Dijo la chica emocionada por ver la comida. – Tío Bill... eso que hiciste.

- Adelante desayuna. – Sonriendo.

Se acercó a la mesita tomando los cubiertos antes de encajar el tenedor en los Hot cakes bañados en miel de maple, comenzó a comer su desayuno saboreando el dulce y lo salado. Aunque el demonio no podía dejar de admirar a la mujer disfrutar de sus alimentos.

Bill desde hace tiempo comenzaba a sentir apego a la adolescente. Fue un grave error que su amigo Seis dedos le permitiera tener a la chica, quedarse la mitad de sus vacaciones de verano en la dimensión de las pesadillas fue lo mejor que pudo suceder para él.

- Estrella fugaz. – Le llamo.

- Sí.

- Mientras estés aquí, te prohíbo decirme o llamarme tío. – No le agradaba que la chica mencionara ese estúpido parentesco, cuando no compartían lazos sanguíneos.

- Pero...

- Dime solamente Bill.

- De acuerdo. – Sonrojándose. – Bill – Musito su nombre.

- Me gustas mucho Mabel. – dijo, abrazando a la castaña. – Me gustaría hacer cosas contigo, estando a solas y mostrarte el cariño que te tengo y el deseo que me he guardado para ti.

- ¿Qué hay de mis tíos? ¿Dipper? – Dijo ella. – Somos familia.

- Pequeña adolescente caprichosa, ¿acaso no me quieres? – Pregunto con su voz profunda. – ¿No te gusto?

- Sí te quiero. – Dijo tímida. – Pero... eres mi tío, si ellos saben que estoy contigo haciendo cosas que no debo. No me dejarían verte, no soy tonta Bill. – Dejando los cubiertos y su plato a medio comer.

- Descuida Mabel. – Besando su mejilla. – Es nuestro secreto.

- ¿Te gusto? – Dijo viendo al demonio que solo seguía sonriendo con ese rostro atractivo.

- Eres mi mayor deseo. – Menciono. – Hay días en que quisiera tenerte para mí, que seas mi novia y querer darte más de mi cariño.

- ¿Novia? Dijiste que tenías una. – Dijo ella. – No puedes ser infiel a ella.

- Mabel – Sacando un espejo. - ¿Qué miras aquí?

- Soy yo.

- Y mi novia es... - Señalando el espejo.

- ¿Tú novia? – Sonrojándose.

- Lo eres. – Dijo – Y quiero hacer cosas contigo.

- ¿Qué clase de cosas?

- Besarte, acariciar tú cuerpo, darte nuevamente ese placer que te di hace rato.

- ¿Tener relaciones? – Dijo apenada. – ¿Tú quieres tener sexo conmigo?

- Sí. – Acariciando su cabello. – Si deseo tener relaciones, hacerte mía.

- Lo dices enserio. – Diciendo nerviosa. – Bill... es mi primera vez y yo... ¿Hablas enserio?

- Claro.

- Yo también quisiera... - Dijo ella ruborizada. – Es mi primera vez.

La adolescente aparto la parte del desayuno antes de voltearse y mirar fijamente a su querido Tío, se acercó a su rostro tomándolo por sorpresa, llegando a pegar sus labios con los suyos. Ese pequeño contacto duro un poco, pero lo suficiente para ver al rubio regresarle su beso de forma suave y lenta.

Ella llevo sus manos envolviéndolas en su cuello y acercándose al demonio. Él no perdió el tiempo e hizo desaparecer el desayuno con un chasquido, dirigió sus manos a su cadera y parte de su espalda media, llegándola acariciar con la yema de sus dedos.

Entre el beso se hizo más febril y caluroso cuando comenzó a lamer sus labios y chupar su labio inferior mordiendo un poco y probando la miel de maple restante de su desayuno. La castaña era nueva en besar a un chico, a pesar de los poco chicos de su escuela que conoció. Pero el demonio le tuvo paciencia a que ella cediera y se acoplara a sus movimientos. Entre caricias y besos cortos y juguetones; poco a poco ella entre abrió sus labios dándole el acceso al rubio para adentrar su lengua y jugar con la suya, explorando su cavidad húmeda.

Roces y caricias en la que sus lenguas jugaban y peleaban por el pequeño dominio de sus besos.

Sus pantalones iban apretando un poco rozando su tela, su erección iba creciendo ante los afectos que se daban. Atrajo a la adolescente en su regazo, sentándola en horcajas con sus piernas a un lado de su cintura. Se inclinó por la diferencia de alturas, para evitar romper el contacto de sus labios.

Mabel gemía entre el beso llevando sus manos acariciar el cabello rubio y sedoso del demonio, tirando suavemente las hebras doradas. Se apartaron rompiendo el beso y jadeando fuertemente entre los dos. Un tinte rojizo como la granada adorno sus mejillas desviando su mirada del orbe amarillo de su tío.

- Tío Bill... - Sonando agitada en su respiración. - ¿Es correcto hacerlo?

- Sí, descuida. – Besando su mejillas. – Pero recuerda no decirme tío, no lo soy preciosa.

- Pero...

- Dime Bill. – Acomodando sus mechones achocolatados. – Quiero escucharte decir mi nombre.

- ...Bill – Diciendo con voz tímida.

- Mabel – Sonando en un tono lujurioso y seductor que infligía en la chica. - ¿Sabes lo que te haré?

- Sí – Asintiendo con vergüenza.

- ¿Quieres que sea yo? – Dijo. – Sé que es tú primera vez. – Menciono. – Pero a lo mejor estas confundida y me estás viendo todavía como parte de tú familia, y solo lo haces porque te lo digo y tenemos deseos.

- Candy y Grenda, decían que esto es incesto. – Dijo ella deprimida al recordar la conversación de sus amigas. – Porque... yo... una vez estuve enamorada. – Agachando la mirada.

- ¿Enamorada?

- De ti. – Sonando triste. – Pero me dijeron que entre familia es imposible. Wendy incluso me dijo que un tío y una sobrina está mal visto. Por eso... yo quise evitarte, ese era mi plan. – Dijo. – Pero no quiero separarme de ti.

- Mi adorada Estrella fugaz. – Tomando su mentón para levantar su rostro y ver sus ojos avellana. – Tal vez Seis dedos y Fez tuvieron la culpa, cuando nos presentaron. – dijo. – Cuando yo llegue a Gravity Falls, digamos que no tenía un lugar donde quedarme. Tú tío Ford y yo somos mejores amigos, aunque no lo parezca.

- Pero Dipper te dice tío Bill. – Enarcando una ceja. – Siempre lo ha dicho.

- Pino se le quedo porque, lo escucho de Stan. – Comentando. – Cuando tú llegaste a la cabaña, teniendo tan solo cuatro años inmediatamente me tomaste como parte de tu familia. – Soltando una sorna risa. – No somos familia Mabel, ni compartimos lazos sanguíneos o ¿acaso no se te hizo extraño que hubiera un demonio en tu familia?

- Tengo primos políticos por parte del tío de mi mamá. – Dijo ella. – Son familia.

- No soy de tu familia, solo fue un engaño. – Colocando una mirada seria. – No tenemos lazos sanguíneos y deja de llamarme tío.

- Entonces... eres Bill – Sintiéndose nerviosa. – Un hombre el cual conocí en mi infancia.

- Sí. – Dijo. – Y tu pequeña me gustas y me estas volviendo loco con esta conversación.

- Bill – Llevando sus manos al pecho del rubio. – Entonces no está mal. – Sonando más calmada. - Quiero hacerlo contigo.

- Quieres que sea yo.

- Sí, quiero que me hagas el amor. – Abrazándolo. – Yo te quiero mucho. – Dijo la chica. – Quiero que también seas mi primera vez.

- Yo también te quiero.

El demonio se acercó a besar su cuello y levantar su camisón viendo como la joven arqueaba su espalda y levantaba sus brazos, ayudándole a retirar la prenda, dejándola desnuda ante él. La adolescente se quejó al ver que estaba desnuda y él aun con ropa.

- Bill no es justo. – Inflando sus mejillas, tomando las sabanas para cubrirse. – No mostrare más hasta que tú... también estés.

- No te desesperes, estrellita. – Quitándose la camiseta gris y dejando ver su pecho fuerte y musculoso de sus brazos y su abdomen cincelado. – Cierra la boca pequeña adolescente, que se te cae la baba.

Mabel ladeo su rostro rojo, su corazón golpeaba fuertemente ya que no había visto a su tío de esa manera de forma sexual. El demonio tomo su mano y la llevo a que tocara su abdomen, sintiendo sus músculos y piel.

- Pon las manos donde puedas tocarme, Estrella fugaz. – Sonando lujurioso sintiendo los dedos de la chica recorrer cada centímetro de su cuerpo. – Tú solo sigue tocando.

- Es muy marcado para un hombre que trabaja en la cabaña. – Sonriendo. - ¡Oh vaya! – Lanzo un chillido entre risas. – Bill es muy suave y duro, como las marcas de tú cuerpo triangular cuando te transformas en un Dorito. – Frotando sus abdominales.

- Lo disfrutas. – Llevando sus manos a bajar sus pantalones mostrando la V marcada en el nacimiento de su miembro. Un bulto grande se asomaba, el cual llamo la atención de la castaña. Sintiendo los dedos de la chica tocarlo.

- Creció. – Posando sus manos y siguiendo la longitud de bulto.

- ¿Quieres tocar más? – Bajando por completo sus pantalones junto con su bóxer. Llegando a sorprenderla. Sujeto entre sus manos el miembro viril y las movió llegando a masturbarse enfrente de ella de una forma lenta que pudiera admirar.

- ¡Bill! – dijo ella sorprendida con un rojo cereza y cubriendo un poco su mirada.

- Puedes ver. – Le aviso. – Sin pena linda.

La joven miraba al rubio como movía su mano de arriba hacia abajo, acariciando su pene. Tirando de la carne sensible y parte del frenillo de la cabeza de su glande, acariciando sus testículos a su paso. Se sonrojo a ver uno, pues sus amigas habían comentado de eso en sus pijamadas, cuando hablaban de chicos. Pero nunca se habían metido mucho más del tema del sexo, solo lo superficial que venía en las revistas o artículos de internet. Pero de algo estaba segura y esa "cosa llamada pene" podía embarazarla, por lo que rápidamente se cubrió sus piernas con la sabana.

- Tío Bill... no. – Dijo ella. – Creo que nos detenemos. – Sonando nerviosa. – Me vas a embarazar y como que quedar redonda a mitad de prepa como que no es bueno.

- No me digas tío. – Le reclamo molesto y entre suspiros fuertes.

El demonio miro a la inseguridad de la adolescente y comprendiendo la situación, se acercó a ella quedando cerca de su rostro.

- ¿Sabes cómo quedan embarazadas? – Pregunto.

- Vamos Bill... se tienen relaciones. – Menciono ella roja de las mejillas. – Dieron esa plática en secundaria y apenas en mi escuela, por cuestiones de que el siguiente semestre iniciaremos lo del preparativo de graduación y el festival deportivo.

- Ya veo. – dijo en tono comprensivo. – Descuida tendremos sexo, pero no te embarazare. – Acercándose a la mesita, abrió el cajón sacando un paquete de condones que tenía reservado. Saco un preservativo mostrándoselo. – Lo pondremos cuando sea el momento, así que puedes estar tranquila. – Dijo sonriente. – Vamos a calmar esto primero.

- ¿Calmar? – Viendo como la mano de él no dejaba de tocarse su miembro. – Pero solo te veo masturbándote.

- ¿Quieres ayudarme? Estrellita. – Llevando sus manos a que tocaran su miembro erecto.

- Esta durito. – Dijo ella, apretando suavemente su cuerpo y la cabeza rosada de su glande. – Parece un honguito si lo ponemos de esta forma. – Picando con su dedo. – Muy largo y recto.

- Frótalo. – Sonando su voz cargada de deseo.

- ¿Así? – Moviendo sus manos de arriba abajo jalando parte de su surco y el frenillo, provocando un gruñido gutural del rubio. - ¿Te duele? Bill... - Escuchando más gemidos agudos. – Bill ¿Te incomoda? ¿Lo hago mal? dime.

- No. – Apoyándose en el respaldo de la cama teniendo a la chica cerca de su regazo, viendo mover sus manos en su pene. – Joder... ve más rápido, Estrella fugaz.

- Sí. – Aumentando el ritmo de sus movimientos en su mano, apretó y tiro suavemente masajeando el tallo de su pene. Tan caliente y venoso que palpitaba en sus palmas. Toco con una mano los testículos del rubio de un aspecto suave y levemente endurecido y firme. Casi inflados. – Bill... - Llamo la joven sintiendo su rostro enrojecer de tan solo escucharlo. – ¿Te gusta?

- Sí... ah, ah.... Sigue mi pequeña Estrella fugaz. – Jadeando al sentir las delicadas manos de su amante. – No pares en ningún momento.

La castaña siguió moviendo su palma viendo como una gota salía de su orificio, la toco antes de cubrirse sus dedos y conseguir un efecto más resbaladizo. Sintió en su mano como palpitaba cada vez más acelerado y fuerte, como si tuviera su corazón; caliente y vibrante. Una curiosidad la llevo a otra cuando paso su lengua lamiendo la longitud de su cuerpo hasta llegar al pliegue de la cabeza y la punta del glande, probando las gotas pre seminal que salían del orificio. Bill vio toda la escena erótica y le acerco su miembro a sus labios, el cual la chica lo vio sonrojada.

- Lámelo – Le ordeno con voz gruesa y cargada de lujuria con su ojo entrecerrado. – Chupa esta paleta, princesa. – Sonando ronco. - Te gustara.

- ¿Se siente bien? – Lamiendo como si fuera una paleta de helado su miembro, su lengua húmeda pasaba lentamente y chupaba en porciones su tallo.

- No sabes al dulce paraíso que me llevas, Estrella fugaz. – Soltando gemidos roncos. – Mete tú boca... ahh... joder.

Hizo caso y metió la punta a su boca llegando a chupar suavemente del orificio y besar alrededor del borde del glande, dando lamidas y succionando. Lo escuchaba gruñir y jadear alto. Froto un poco más entre sus manos, tan duro, cuando sintió que palpitaba antes de llegar a correrse en su rostro y arrojar su líquido caliente y espeso de color blanco. Era abundante lo que soltaba el rubio que parecía una pequeña fuente. Corría ese líquido por su mano, manchando las sabanas y cayendo un poco en el abdomen fuerte del rubio.

- Bill. – Limpiándose los chorritos de semen en la comisura de sus labios. - ¿Qué es esto? Es mucho, no me digas que es...

- Perdón linda, es semen. – invocando un pañuelo para limpiarla de las mejillas. – Se sintió bien, un poco inexperta pero descuida para que me haya corrido. Eso fue bastante bueno.

La pequeña adolescente recogió un poco que tenía en su pecho, lo lamio enfrente de él. Bill se deleitó con esa escena erótica e inocente de su castaña.

- Salado y un poco agrió. – Dijo ella colocando una expresión levemente inconforme.

- Tratare de comer fruta, para que sepa muy dulce la próxima vez. – Colocando un beso en sus labios. – Por Satán, me estas provocando.

- Sigue hinchado. – Señalo Mabel tocando el miembro del rubio con su mano. – Pensé que bajaría.

- Solo fue el calentamiento. – Sonriendo.

El demonio tomo el preservativo abriendo la bolsita y tomando el aro de latex, colocando el condón en la punta de su pene llegando a cubrirlo completamente, bajando el elástico.

- Mabel. – Colocando un beso en su sien. – Acuéstate preciosa.

- ¿Así? – Sonando nerviosa.

- En esta posición no te dolerá mucho.

- De acuerdo. – Alineándose en la cama matrimonial. – Bill...

Ella se acomodó en la cama entre las almohadas, aunque inmediatamente el rubio se colocó encima de ella, cubriendo su cuerpo grande con el suyo. Sentía su corazón latir fuertemente. Bill le retiro la sabana dejándola desnuda. Poso sus labios húmedos en su cuello dejando una serie de besos suaves y lamidas a su alrededor, sus manos se dirigieron a su sexo llegándola acariciar de su monte de venus hasta su perla rosada.

- Bill... - Suspirando fuerte sintiendo sus dedos tocarla en su intimidad de manera delicada.

- Te estoy preparando. – Descendiendo a su pecho donde lamio sus senos medianos aun en desarrollo, chupando sus pezones rosados. Tan tierno y endurecidos por el placer del momento. Entre pequeñas mordidas suaves, se prendió en un pezón amamantándose y dejándolos rojos y erectos. Aumento el ritmo de sus dedos llegando a conseguirla húmeda de sus labios vaginales.

- Ahh, ahh... no tan rápido. – Apretando sus manos a las almohadas y sabanas. – Bill... Bill.. mmm... ahh

- Mabel... ya estás muy húmeda, preciosa. – Soltando un suspiro. – Voy a entrar en ti y te aseguro que después de esto no me detendré. ¿Aunque quieres que sea el primero?

- Sí... sí. – Afirmo sonrojada. – Bill por favor... hazme tuya.

- Con gusto. – Aseguro el demonio colocándose entre su entrada, rozando sus labios con su miembro erecto.

- Bill – Soltando un gemido. – Es muy grande, no va caber en mi entrada – Susurro entre gemidos cortos ansiados.

- Descuida – Colocando un beso en su mejilla. – Se unirá a ti. – Empujando su miembro abriéndose pasó sobre sus pliegues llegándolos a estirar a su paso. Escuchaba a la gemela Pines soltar sollozos y gritar, cuando fue rompiendo la barrera de su himen, esa delgada membrana de virginidad, estirándose. La mitad solo consiguió meter. Saco un poco para volver a meterlo viendo los hilos de sangre que aparecieron tras la primera penetración.

- Duele... - Se quejó la chica entre lágrimas. – Bill duele...

- Tranquila. – Colocando besos suaves en sus labios. – Iremos lento. – Apretando sus manos. – Aun es muy pronto para que me recibas.

- ¡AAH! – Colocando una mano en el brazo masculino del mayor. – B-Bill...

El demonio no se movió quedándose dentro de ella, esperando que su amada se acostumbrada al tamaño y aminorada un poco su dolor. Fue colocando besos en su quijada y parte de su cuello hasta su pecho, donde prosiguió a lamer y chupar sus senos para distraerla del dolor. Mordiendo suavemente su piel y tomando sus botones rosados contra sus labios, sintiendo lo firmes y erectos que estaban bajo su lengua. Succiono y los recubrió un poco con su saliva.

Ella soltaba gemidos y sentía agradable su caricia, un suspiro fuerte le hicieron volver a la realidad cuando el demonio comenzó a moverse para sacar y meter nuevamente, siendo un vaivén lento.

Entre embestidas lentas y caricias la adolescente fue sintiendo un calor en su vientre impulsándola a moverse junto con él. Sus caderas se balanceaban tratando de obtener ese contacto agradable que se generaba poco a poco entre ellos.

- Bill...

- Aprietas muy bien, querida – Besando sus labios. – Te quiero.

- Yo... también... - con una sonrisa y su respiración rápida. – Puedes... puedes moverte.

Ambos suspiraban y sus alientos chocaban rozando sus labios el uno contra el otro, dando pequeños besos íntimos y cortos. El demonio adentro su lengua a su cavidad saboreando el dulce que ella había comido de su desayuno, una pequeña lucha entre sus bocas y sus lenguas jugando por el dominio los incitó hacer el beso más profundo. Sus manos entrelazadas y colocadas sobre los lados de su cabeza. Se separaron por falta de aire y con un hilo de saliva conectando sus labios.

Bill gemía y entre murmullos, le decía cosas tiernas entre palabras de afecto, el cual su protegida escuchaba atentamente con el rostro ruborizado. Aumento un poco el ritmo de sus empujes viendo la expresión rojiza de ella. Una escena muy inocente y sexy para él.

- Te gusta – Susurre contra su oído.

- S-Sí... - Diciendo con vergüenza. – Se mueve mucho en mí.

- Estrella fugaz... - Murmuro cerca de ella cerrando su orbe. – Mi dulce estrella.

Continuaron en ese ritmo disfrutando sin tanta prisa de las caricias, Mabel se soltó del agarre de sus manos para tocar su pecho y pasar por detrás de su torso. Su cuerpo pequeño siendo aprisionado por el cuerpo del mayor. Sintió las manos del rubio subir por sus piernas y tomarlas con delicadeza para colocarlas envolviendo parte de su cintura y torso. Provocando que su contacto fuera más cercano e intimó. El demonio introdujo completamente su miembro llegando a robarle un grito doloroso de ella. Fue algo nuevo para la adolescente ese placer cuando su miembro golpeaba un punto que la hacía gemir un poco más alto, que hace unos minutos.

- Bill... me gusta. – Dijo ella con una voz entrecortada.

- Oh... parece que toque tú punto dulce – Dijo el rubio de forma lasciva, lamiendo su labio inferior como indicando que estaba a punto de devorarla. – Te gusta cómo se siente, apuesto que sí. – Haciendo lentos sus movimientos para burlarla y provocar una pequeña agonía en ella.

- Bill, no... - Moviendo sus caderas para buscar más contacto. – Por favor... no lo hagas lento.

- ¿Por qué no? – Tratando de molestarla. – Veo que te gusta lento.

- No Bill, quiero más – Suplicando. – Por favor más.

- ¿Quieres más? – Dando una embestida profunda y fuerte. – ¿Cómo esto? – Golpeando un poco su pelvis a su cadera siendo un empujón fuerte. - ¿Te gusta?

- Más... más fuerte... por favor. – gimiendo la castaña absorta del placer.

- Claro que lo haré fuerte. – Brillando su orbe oscuro y dorado.

La sujeto de su trasero y tomo sus manos juntándolas para alzarlas colocándolas en el respaldo de la cabecera. Acelero sus movimientos en su pelvis enterrándose por completo en ella llegándole a robar un grito de sus labios rosados, aumento sus empujes llegándola a penetrar más rápido y más duro que antes. La chica se estremeció y tembló de placer sintiendo su pene golpear cerca de su útero.

- ¡Bill! – Grito ante las embestidas que rozaban mucho sus genitales. – Dios... ah, ah, ah.

- Vaya estas tan roja como una cereza. – Acercándose a centímetros de su rostro. – Gime cerca de mi oído.

- Tú pene... golpea mi vientre. – Dijo viendo sus sexos conectados. - ¡Ah!... B-Bi..ll... es muy... grande. – Berreando de placer y gimotendo. - ¡Bill!

- Tan estrecha y apretada. – Sonrió ladinamente colocando besos en su cuello. – Escuchas como nuestros sexos se une, mi Estrella fugaz.

- ¡S-Sí! – Dijo ruborizada. – ¡Bill! Ah, ah, ah, ah....

- Eres mía.

La castaña no paraba de gemir alto y apretar sus tobillos contra la espalda baja del demonio, sus embestidas eran fuertes que rozaban contra sus paredes y su clítoris. Siendo la fricción más placentera y deliciosa entre ellos.

Sus testículos golpeaban sus nalgas entre cada empuje. Su cuerpo se erizo por completo sintiendo derretirse y temblar ante su toque.

Los sonidos de la cama golpeando la pared, el colchón moviéndose a mecer de sus movimientos y sus gemidos y jadeos llenando la habitación. Sus cuerpos se rozaban tocándose y cubriéndose con el calor y el sudor de su piel. Las paredes de ella abrazaron el miembro del rubio haciendo sus roces más sensibles y placenteros, provocando que sus gemidos fueran más fuertes y sonoros, entre gruñidos de placer y lujuria.

El juego de luces en la habitación solo hacía la escena más romántica y erótica atrás de las cortinas solo dejando pasar la cúpula de luz arriba de los doseles, creando la silueta de sus sombras. En sí su mañana se había hecho especial en su relación.

Bill sentía que estaba por llegar a su clímax, cuando la pequeña adolescente ya llevaba más de tres a cuatro orgasmos seguidos. Su cuerpo temblaba en su agarre y su corazón latía intensamente. Se acercó a su rostro para besarla apasionadamente moviendo sus labios ágilmente y siendo correspondido por la menor, acallando algunos gritos que ella soltaba en su acto. Unos cuantos empujes y se enterró liberando su semen caliente dentro del preservativo, llenando con su semilla. Se quedó quieto un momento, jadeando antes de ver a su compañera respirando de forma acelerada.

Dio unas cuantas embestidas más en su interior, disfrutando de la sensación suave de su vagina apretando su miembro. Salió lentamente de ella viendo el rastro de sus fluidos cristalinos y sangre, combinado con sus previos orgasmos anteriores. Las sabanas manchadas de su inocencia y la virginidad que había arrebatado a la joven.

- Eres mía – Dijo en forma posesiva colocándose encima de ella, colocando un casto beso en sus labios hinchados.

- Bill... - Sonando ronca de su voz de tanto gritar y gemir su nombre.

- Estrella fugaz, mi linda princesa. – Atrayendo su cuerpo hacia él, abrazándola y cubriéndola con la sabana de la cama. – ¿Te arrepientes?

- No – Diciendo sonrojada. – Quería hacerlo.... Deseaba esto.

- Te amo – Besando sus labios, no podía dejar de besarlos habiendo probado el dulce pecado.

- Bill te quiero – Dijo la castaña apoyándose sobre su pecho con la sabana cubriéndolos. – Cielos... mi primera vez... fue fascinante. – Dijo apenada. – Jeje, no puedo creerlo.

- Vaya me ganaste las palabras. – Dijo. – Yo iba decir eso mi Estrella fugaz. – Sujetando sus manos. – ¿Lo disfrutaste?

- Sí – Asintiendo algo jadeante del cansancio. – Bill...

- Mabel... - Tocando su rostro. – ¿Quieres casarte conmigo?

- ¿Casarme? – Dijo sonrojada. – Bill yo... sí quiero pero... – Aferrándose a su cuello. – Pero... aún tengo 16 años.

- Vamos dentro de un mes cumplirás 17 y en un año, que no es mucho tiempo. – Sonando en tono calmado. – En cuanto menos lo veas, tendrás 18 años.

- Tienes razón. – Besando sus labios. – Me gustaría.

La adolescente jugaba con sus dedos sobre las sabanas, mientras que el demonio aprovechaba para eliminar con cuidado el preservativo, pero fue inútil ya que cayó un poco sobre su miembro.

- Yo lo limpio. – Dijo ella lamiendo su pene lentamente saboreando el semen restante de su eyaculación, hasta no dejar rastro. – Sabes... en cierto sabe un poco delicioso cuando es un poco más. – Sonriendo.

- Levanta tú rostro – Sujeto su mentón besando sus labios de forma apasionada, hasta que la joven adolescente soltó un gimoteo.

- Bill. – Dijo ella.

- ¿Qué sucede?

- Estoy sangrando. – Sonando asustada. – Sigue saliendo.

- Es normal preciosa. – Besando su frente. – Me diste un buen regalo al darme tú primera vez y yo lo aprecio. Solo que... siendo tú primera es difícil adaptarse al pene de tu amante.

- Me duele mis piernas. – Sobándose sus pies. – ¿Está bien? Leí en una revista que se entumecen.

- Es normal linda. – Besando sus labios. – Durmamos un poco.

- Bill – Acercándose a su odio. – Te amo mucho.

- Igual yo.

Mabel se acercó a Bill pidiéndole que abriera su regalo, el cual el demonio se levantó perezoso pero tomo la cajita viendo dentro una pulsera que posiblemente tuviera un juego ya que vio una segunda pero que ambas tenían un dije con la mitad de un corazón.

- ¿Y esta mitad?

- Para tú novia... - sonrojándose.

- Mmm... - Sonriendo y uniéndose a la castaña en la cama. – Mi novia está aquí, es la chica más hermosa de este multiverso. – Besando a la adolescente.

- Bill. – Mirando su rostro.

- Te amo demasiado Mabel Pines. – Volviendo a besarla con ternura.

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