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El polvo del desván hizo estornudar a la joven Nayeon, había subido a buscar unas cosas para su experimento escolar,
cuando se encontró con un viejo cofre empolvado con la cerradura abierta,
al parecer su antiguo dueño lo había dejado sin llave.
Al abrir el cofre se encontro con un viejo libro lleno de telarañas, el forro estaba deteriorado por el pasar del tiempo con las hojas roidas y desgastadas, pero su caligrafía aún estaba intacta, al hojear la primera página se encontró con el título que decia 'El legado del amor"
y una pequeña dedicatoria en la esquina inferior.
<< Te amaré cuando nuestro pelo se vuelva gris
Tendremos una caja de cartón de retratos de la vida que hicimos
Y dirás, realmente fuimos eternos..>>
La chica a pesar que había vivido en aquella casa desde su infancia, jamás había subido al desván, y mucho menos había curioseado las cosas antiguas que allí se encontraban.
Pero Nayeon era amante de la literatura,
desde pequeña disfrutaba los cuentos que su padre le leía antes de irse a dormir.
El libro que llegaba a sus manos era toda una aventura para ella.
Acerco un sofá viejo que se encontraba cerca de la ventana, donde se podía apreciar el hermoso cielo azul otoñal, sacudio un poco los vestigios de polvo que se encontraban en el.
Al leer las primeras hojas pudo darse cuenta que se trataba de una historia de romance en el siglo XV, un príncipe omega era obligado a casarse con el monarca de otra cuidad para fortalecer alianzas y poder darle herederos al reino.
Los reyes habían muerto en un trágico accidente, dejando huérfanos a sus dos pequeños hijos, el mayor Kim Taehyung y el menor de nombre Kim Jimin.
Cuando los miembros del consejo consideron que él principe Kim había cumplido la mayoría de edad, decidieron que debía casarse con el principe Min Yoongi, un alfa apuesto y de carácter apacible con su pueblo.
-Su alteza no creo que sea prudente recorrer el pueblo de esa manera tan irresponsable, además los lugareños podrían notar su presencia- hablo el sirviente preocupado.
-No me importa estoy aburrido de permanecer en el palacio, de igual manera me casare muy pronto con un alfa que ni conozco, así que déjame ser feliz mis últimos días de libertad-espeto el principe Kim con autoridad.
Al sirviente no le quedó más remedio que acatar las órdenes del principe.
El omega real se disfrazó de un subdito más del reino, despojandose de sus finas prendas sustituyendolas por ropas de telas sencillas que suelen usar la mayoría de los aldeanos de la clase baja.
El principe se escapó del pueblo escoltado por su sirviente, al bajar al mercado principal se quedó maravillado con el lugar, habían ventas de todo tipo, frutas, verduras, granos, telas costosas y baratas, puestos de mariscos y utensilios varios.
Para el joven príncipe todo era increíble ante sus ojos, desde que había nacido nunca había salido del palacio y no había tenido la oportunidad de apreciar el pueblo, sus aldeanos y sus ventas.
Siguió caminando pasando desapercibido por los lugareños quienes no habían notado su presencia, y se detuvo a contemplar un puesto de herrería.
El joven omega se quedó observando como uno de los herreros forjaba el metal de una espada, al acercarse un poco más noto al alfa que estaba entretenido haciendo su trabajo, el tipo era alto corpulento y sus cabellos negros cayendo hasta sus hombros.
El herrero no se había percatado de la existencia del principe, hasta que el omega dejó caer accidentemente un arco que había tomado entre sus manos.
Cuando sus miradas se encontraron, aquella chispa ámbar se encendió en sus ojos y la sutil llama del amor brotó desde lo más profundo de sus corazones.
-¿Puedo servirles en algo?- hablo el alfa con una voz gentil y gruesa.
-Solo estamos observando- se precipitó hablar el sirviente al notar que el joven príncipe se había quedado estático contemplando al herrero.
No estaba demás decir que el príncipe se había quedado anonadado con el porte y la belleza masculina y rústica de aquel alfa, la profundidad de su mirada y aquellos músculos bien definidos, hizo que el joven suspirara y su corazón latiera desbocado.
Y para el herrero el sentimiento fue similar, la belleza del principe era irreal y la majestuosidad de sus ojos azules como el mar, le había quitado el aliento.
- Creo que debemos marcharnos alteza- hablo de sirviente sin pensar, llevándose las manos a la boca por su imprudencia.
Y fue allí que el humilde herrero, noto que aquel bello omega era el principe del reino.
- ¿Como te llamas?-interrogo el principe con la voz entre cortada por el nerviosismo que le hizo sentir el apuesto alfa.
-Mi nombre es Jeon Jungkook su majestad- dijo el alfa haciendo una pequeña reverencia, y el omega se tenso al sentirse descubierto.
-Tranquilo príncipe, no le diré a nadie de su presencia-sonrio alfa ampliamente, y el omega juraría que ningún amanecer se comparaba con aquella bella sonrisa, que el alfa le había obsequiado.
El sirviente le insistió al monarca que se marcharán y así lo hicieron, pero aquella cálida ilusión ya se había instalado en el corazón de ambos.
Y aunque era un amor prohibido ese no iba ser obstaculo para amarse, sus almas se habían reconocido al instante.
En complicidad con su sirviente, el príncipe omega frecuentaba a escondidas a su alfa destinado, en una vieja cabaña cerca de un hermoso bosque.
-No soy digno de amar a un omega tan hermoso y puro como tú- hablo el alfa con sus manos temblorosas acariciando el sedoso rostro del principe.
- Claro que lo eres, soy tuyo alfa, desde aquel día en el pueblo supe que estaba destinado a pertenecerte en cuerpo y alma-murmuro el principe tomando las asperas y gruesas manos del herrero.
El alfa le regaló una hermosa sonrisa cargada de amor y deseo, amaba a su omega como a nada en el mundo, y
a pesar que eran de distintas clases sociales y su amor estaba prohibido, había un lazo invisible que los unía desde su nacimiento, que ni el tiempo, ni la muerte, ni la adversidades de la vida lo iban a romper jamás.
Esa misma noche bajo un manto de estrellas y la luna como testigo, ambos amantes se entregaron en cuerpo y alma, reconociéndose de vidas pasadas.
Y aunque Jeon no pudo marcar a su amado omega porque el príncipe ya estaba inevitablemente destinado a otro alfa.
Aun así le quedó el consuelo y la satisfacción que la marca ya estaba hecha en lo más profundo de sus corazónes y en la piel de su omega que fue colmada de besos y caricias.
Al siguiente dia, cuando el frío de la madrugada y el canto de la aurora despertó a los amantes envueltos en una frazada, unas gruesas lágrimas amenazaron con brotar en los ojos del omega, la hora de despedirse había llegado, debería regresar al reino ya que esa misma noche sería su inevitable boda.
-No quiero casarme, y mucho menos con un hombre que yo no amo alfa- sollozo el omega en los brazos de su amado.
- Lo sé mi amor, yo tampoco concibo verte en los brazos de otro alfa, desearía poder robarte y llevarte muy lejos, donde podamos ser muy felices y amarnos libremente-acaricio al joven príncipe tratando de mostrarse fuerte auque por dentro la tristeza y la impotencia lo estaba carcomiendo.
Pero el principe Kim sabía que eso era imposible, si el alfa lo secuestraba y se lo llevaba muy lejos del reino, sería perseguidos hasta el cansancio, y Jeon recibiría la pena de muerte por traición a la corona.
Y él no se expondria a que su alfa corriera ese cruel destino, preferíria no verle nunca más, pero al menos tendria el consuelo que su alma gemela, el amor de su vida estaría a salvo.
En una dolorosa e injusta despedida ambos amantes se abrazaron por última vez con lágrimas en los ojos y la tristeza haciendo estrago sus corazónes.
-Que injusta es la vida alfa, ni la corona ni las riquezas me importan si no tengo la dicha de estar a tu lado, ojalá hubiese nacido en una humilde cuna-sollozo el príncipe por última vez, aferrándose a las ropas de su amado con los puños cerrados.
El alfa lo abrazo con más fuerza, y luego de unos segundos tomo el mentón del omega haciendo que lo viera a los ojos,
estos estaban humedecidos por tantas lágrimas pero aún así no carecían de la belleza y el ámbar en sus ojos que no había desaparecido en ningún momento.
-Tu y yo estábamos destinados a encontrarnos mi amado omega,
incluso si nuestras vidas hubiesen sido diferentes, hubieras sido mío, hubieramos sido eternos.
El omega sonrió ante las bonitas palabras de su alfa.
-¿Siempre seremos eternos alfa?.
- Siempre lo seremos amor, si en esta vida no puedo estar contigo, te prometo que te buscaré en la siguiente- dándole un último beso en sus suaves labios.
Con profunda pena y dolor en sus corazones ambos amantes se despidieron, y el principe regreso a su reino donde una boda estaba por celebrarse.
Cuando la noche llego y los sirvientes estaban ajustando su traje, el omega quiso salir corriendo de aquel castillo, que para él no era más que una triste jaula de oro, pero tuvo que contenerse porque como monarca debía cumplir con sus obligaciones.
Al fin la boda se celebró, y cuando el omega estuvo con el alfa Min en el lecho real, se quebro en llanto, y se tiró al suelo desconsolado, sabía que debía cumplir con sus obligaciones como esposo pero no queria entregar a su cuerpo a nadie más que no fuese su alfa.
El rey Min al verlo desconsolado comprendio lo que sucedía.
Levantó al omega del suelo, y lo sentó en la cama.
-Tranquilo hermoso omega, no llores más, no te tomaré si tú corazón y tu cuerpo le pertenecen a alguien más- sonrió el alfa con gentileza, secando sus lágrimas.
Y así el tiempo transcurrio, ambos estaban casados pero no compartían intimidad, ni dormían en el mismo lecho nupcial, el alfa Min era bueno y condescendiente con el príncipe y lo respeto en todo momento.
Luego de un tiempo tuvieron que viajar a tierras extrajeras, por negocios reales.
Pero en todo momento el rey Taehyung
jamás perdio contacto con su alfa, aquel humilde herrero que lo hechizo desde el primer encuentro.
Y curiosamente el rey Min era su complice, había notado el inmenso amor que el omega tenía por su alfa destinado y de como el lazo de ellos era inquebrantable y fuerte, a pesar de estar separados.
Taehyung jamás dejo de recibir aquellas cartas que le enviaba Jungkook, y sonreia muy enamorado cada vez que las leía y siempre terminaba deslizansose más de alguna cristalina lágrima por sus mejillas.
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La joven adolescente se conmovió al leer aquella estrofa del libro, ¿si su amor era eterno y puro porque no podian estar juntos?. La joven omega tenía un novio el cuál llevaba un año de relación y eran muy felices y se preguntó que hubiera pasado si ella y su alfa si hubieran conocido en otra vida, en otra época como lo hicieron el principe y el herrero.
Y se vino a su mente el rostro de su amado novio, de quién estaba muy enamorada.
<<Si hubiera nacido hace mil quinientos años, allá por una tierra desconocida.
Y me hubieran obligado a casarme con otro hombre.
Aún así habrias sido mío
Habríamos sido eternos,
Habría leido tus cartas de amor, todas y cada una de las noches y hubiera huido y dejado todo atrás.>>
A Nayeon se le estrujo el corazón al
saber que pasaría si ella y su novio no les permitieran estar juntos.
También su corazón se sintió triste y acongojado por la hermosa historia de amor que estaba leyendo.
Y aunque le provocaba temor saber cómo terminaría la historia, estaba dispuesta a leerla hasta el final.
Con impaciencia paso la siguiente hoja del libro.
El tiempo transcurria sin detenerse, así como las hojas maduras caían al suelo al llegar el otoño, el omega Kim había caído en una profunda depresión a causa de estar lejos de su amado alfa.
Aunque habían regresado al reino del joven omega, este estaba decaído, no quería alimentarse y raras veces salía a los jardines a tomar el sol.
Y aunque Kim amaba las flores de cerezo ya que eran sus favoritas, verlas encendidas en plena primera afuera del castillo, ya no le causaba alegría como antes.
Jungkook se encontraba leyendo la última carta que su bello omega le había enviado, el joven rey había depositado un pétalo de flor de cerezo en su interior, sonrió como tonto al recordar él rostro del omega, y la dulzura de sus feromonas,
ya que estan tenían el mismo olor de una flor de cerezo, dulce y sutil, con un toque frutal.
El herrero estaba absorto en sus pensamientos cuando, escucho a los aldeanos decir que el monarca Kim, se encontraba muy enfermo y que los medicos no podían hacer nada por él.
A Jungkook le dolió el corazón saber que su dulce omega estaba enfermo, pero lo que más le dolía era que no podía entrar al palacio y estar con su amado.
Esa misma tarde el rey Min al regresar de caceria, le informaron que el rey omega estaba enfermo, y el alfa comprendio a que se debía, ya que el lazo del omega se estaba debilitando al estar lejos de su verdadero alfa.
Así que tomo una sabía decisión, ideó un plan para que el joven omega pudiera ser feliz en los brazos del amor de su vida.
Primero fue a visitar al herrero Jeon
quién le contó parte del plan y le dio instrucciones de lo que debia hacer,
luego hablo con el omega y le dijo que le ayudaría a estar con su alfa y que no se preocupara por él.
Taehyung se echo a llorar en los brazos del alfa, agradecido por todo lo que estaba haciendo por él.
A la mañana siguiente los doctores del palacio dieron la triste noticia que el Rey Kim había muerto, sucediendo su trono su hermano menor Jimin.
El funeral se llevó a cabo, y los aldeanos y los del consejo estaban impactados por la triste noticia.
Cuando la noche cayó, Jungkook estaba muy ansioso, no pasó mucho tiempo cuando el ruido de un carruaje se escucho.
Era el Rey Kim quién iba acompañado de su fiel sirviente, su corazón dio un vuelco de alegría al saber que volvería a ver nuevamente a su amado omega.
Corrio de prisa y abrazo al joven rey lleno de felicidad por tenerlo nuevamente en sus brazos, se besaron como nunca, como si hubiesen estado separados por siglos,
y se andentraron en la cabaña.
Estuvieron abrazados por un buen rato dándose mimos, hasta que Jungkook le dijo que debían marcharse a otra ciudad muy lejana antes que la mañana llegase.
-Estoy tan feliz de tenerte en mi brazos mi amor, mi bello omega, mi rey- exclamó Jungkook besándolo con dulzura.
-Ya no soy más tu rey, soy solamente tú omega- sonrió Taehyung besándolo nuavemete.
Y así ambos enamorados partieron a tierras lejanas, donde hicieron una nueva vida, tuvieron un par de hermosos hijos y vivieron felices por muchos años.
El rey Min fue un alfa extraordinario y lleno de bondad, al idear el plan exitoso que consistio en pagar una gran fortuna a los doctores para que dieran la noticia que el omega había fallecido.
Y lo que nadie supo excepto por el rey Min y uno de sus generales de confianza, que el día del entierro del rey omega el féretro iba vacío.
Un año después del "supuesto" fallecimiento del rey omega Kim Taehyung el rey viudo Min Yoongi desposo a su hermano menor Jimin.
Y así ambas parejas vivieron plenas y felices por muchas décadas.
Nayeon se sintió satisfecha al terminar
de leer la última página, y no puedo evitar soltar una lágrima de la emoción al saber que la historia tuvo un final feliz.
Y cuando iba guardar nuevamente el libro en el cofre donde lo había encontrado, noto que habia algo más en el fondo, una vieja fotografía de sus padres cuando eran jóvenes.
Sonrió cuando la vio, y al darle vuelta noto que había una fecha escrita en ella.
1958 encerrada en un corazón.
Ya había anochecido y Nayeon no supo cuando tiempo transcurrio en aquel viejo desván.
Tomo el libro y la antigua fotografía y bajo a la sala donde sus padres estaban preocupados porque no sabian nada de ella.
-Nayeon- hablo su padre alfa- nos tenías preocupados cariño, ¿Adonde te habías metido?.
La adolescente sonrió y les confesó que había estado en el desván leyendo el viejo libro.
El alfa le contó que ese antiguo libro
era un legado familiar, que había pertenecido a la familia de su omega por muchas y muchas décadas.
Al parecer los ancestros del padre omega de Nayeon, habían servido a la corona real en la época Joseon y fue el mismo rey de aquellos tiempos quién escribió esa hermosa historia y le entrego el libro al más fiel de sus sirvientes, como muestra de afecto por su lealtad y fidelidad incondicional.
La joven también le mostró a su padre la vieja fotografía de ellos, abrazados en un baile de preparatoria en el año 1958.
-Amor ven aquí- alzó la voz el alfa, llamando a su pareja omega.
-Mira amor, nuestra hija encontró la antigua fotografía de nosotros, ¿Te acuerdas de aquel baile? ¿y la horrible corbata verde que llevaba puesta ese día?-exclamo soltando una carcajada.
-El omega Kim sonrio ampliamente al rememorar aquellos dorados años cuando se conocieron por primera vez y el flechazo entre ellos fue al instante,
y cuando su ahora actual esposo le pidió que fueran juntos al baile de graduación.
-Claro que lo recuerdo amor, como olvidar ese día-sonrio ampliamente con aquella bella sonrisa cuadrada que siempre lo caracterizaba- pensé que se había perdido en la mudanza, la llevaré mañana a la tienda de antigüedades- dandole un corto beso a su esposo en la mejilla.
Nayeon sonrió al ver a sus padres cariñosos y felices, desde que ella era solo una pequeña omega su niñez había sido muy dichosa, al nacer en una hogar donde sus padres la amaban mucho,
y ellos siempre se mostraban muy enamorados, no podía pedirle más a la vida.
Luego de cenar los tres, se dispusieron a a dormir y fue a la mañana siguiente cuando el alfa se preparo temprano para ir a su empresa, no sin antes pasar dejando a su esposo a la tienda de antigüedades propiedad del omega.
Cuando el omega abrió la tienda, se dispuso a colocar la foto en un cuadro donde pudiera ser apreciada por los clientes.
-No puedo creer que portará esa fea corbata de mal gusto- hablo el alfa sonriendo tomado a su esposo de la cintura delicadamente.
-No estaba tan fea amor, fue peor cuando derrame el ponche en mi traje- sonrió avergonzado recordando aquel momento en el baile escolar
-Te amo mucho amor, soy tan feliz de haberte conocido- exclamó el alfa, dándole un tibio beso en el cuello a su esposo
-Yo te amo más esposo mío- correspondio el omega dejándose llevar por las caricias de su amado.
-¿Te acuerdas del primer día que nos conocimos?- exclamó el alfa dándole la vuelva a su esposo quedando de frente, donde el brillo ambar se hacía presente cuando estaban en esos momentos de intimidad a solas.
-Claro que lo recuerdo cariño, como olvidar ese día.
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