ꨄ︎𝐶𝑎𝑝. 40ꨄ︎

Theo

Brisa fresca se sentía al tener la ventana del auto abajo, el tiempo en Ámsterdam estaba frío, eran tiempos de navidades.

Viajábamos en silencio, veía los árboles pasar, el cielo nublado y unas cuantas gotas caer en mi cara, esto se hacía una vez al año.

Hacia 10 años que había vuelto aquí, a Ámsterdam con Hobie a ayudarlo con su tienda de antigüedades, de Boris desde el día que escapé de aquel lugar de Las Vegas, sabía solo en este día.

El aniversario de la muerte de Kati.

Solemos venir juntos, a su tumba, para dejar flores y mentalmente hablar con ella.

Se que aunque no lo demuestre, Boris la extraña, anhela sentir de nuevo su fresco aroma, ver su sonrisa y escucharla hablar de cosas banales, decir chistes tontos y pasear por aquel desierto por las noches.

Era algo que añorabamos desde hace tanto tiempo.

Aunque nos veíamos en estos días del año, Boris y yo éramos unos completos desconocidos.

Después de enterarnos de la muerte de aquella dulce chica, todo se había derrumbado, de una manera tan abrupta y poco prevista que dolió.

Llore como nunca ese día, había perdido a mi madre y en ese momento... La perdí a ella.

Yo no soportaba estar ahí, ya no más, trate de convencer a Boris de venir conmigo, pero el tenía asuntos que resolver y se quedó.

De él no supe por 3 largos años, donde me sentía demasiado solo, pero después, le encontré en su tumba, mirándola con nostalgia.

Allí decidimos entonces llegar a visitarla juntos.

La madre de la chica había entrado en una depresión, hacia pocos meses perdió a su esposo, un hombre queda viudo al perder a su esposa y viceversa, pero... Perder a una hija, eh de suponer era mucho más doloroso, más de lo que yo pude experimentar quizá. La mujer se había sumergido en un alcoholismo y drogadicción grave, no tenía a nadie, lo había perdido todo, y fue entonces que a los 6 meses de su pérdida.

Ella falleció.

La tristeza solía inundar siempre aquel auto negro estos días en específico, pero ya no, aquello había quedado atrás, ya no nos entristecia pensar en ella. Siempre veníamos a visitarla y presentía...

Que esta era la última vez.

Se como suena, yo también lo pensaba, ¿Cómo alguien que decía amar a aquella persona puede superarla? ¿Cómo puede reír así después de todo? También creía que aquellos era egoístas, crueles, por deshacerse de aquellos recuerdos o ya no volver a visitar su cuarto abandonado.

Pero no, no somos crueles o malas personas, no los olvidamos a ellos, olvidamos aquel dolor de no tenerlo, lo superamos, superamos el sentimiento de dolor y culpa, no por que ya no lo amemos, si no por que conservamos aquellos vívidos días de alegría y calidez, conservamos aquella memoria de la persona más dulce e inocente que haya existido. Dejamos ir, dejamos ir el sufrimiento que nos deterioraba, que nos carcomia y nos sumergía en un abismo de depresión infinita, en cambio....

La teníamos grabada en el corazón.

El auto se detuvo en aquel sombrío panteón, la tierra estaba mojada y podía olerse la humedad, los árboles ya no tenían hojas, en cambio aquellas adornaban el suelo con sus colores rojizos y amarillos.

-Vamos Potter–Dijo mientras bajaba con un ramo de flores en sus manos.

Yo baje sosteniendo aquella chaqueta marrón y desgastada, aquel pedazo de ella que abrazaba por las noches de pesadillas, la cual tenía como apoyo en aquellos momentos donde deseaba tenerla cerca.

Caminamos en dirección a aquella lápida grisácea, estaba en buenas condiciones, limpia, pero se notaba lo vieja que era.

Nos detuvimos en frente, contemplando el lugar donde descansaba aquella persona que llegamos a amar con todo el corazón y a quien dejaríamos ir después de tantos años.

Oh Kati, no sabes cuánto deseo regresar el tiempo, pero ya no es posible, tengo que seguir con mi vida.

Debía superarla, esta etapa que nunca olvidaré, ella fue una sagrada parte de mi vida, tanto ella como Boris, aquel chico dejo el ramo de flores allí, y se levantó, guardando sus frías manos en los bolsillos de su abrigo negro largo.

-Kotenok–Murmuró–Ha pasado ya tanto tiempo–El vaho salía de su boca–He de confesar que te extraño demasiado–Solto una risa amarga, cargada de sentimiento–Pero es hora de irme–Sorbio su nariz.

Era cierto, tanto él como yo, la dejaríamos ir, no solo sentimentalmente, si no física también.

El se iría de aquí, se iría a Rusia, para seguir trabajando en lo que hace ahora, nos separaremos el y yo, y ya no nos volveríamos a ver.

Jamás...

Yo por otro lado, conseguí un trabajo en New York, no está tan lejos de aquí, pero estaba lo suficiente para ya no tener tiempo de venir aquí.

Suspire, apretando la chaqueta entre mis dedos, aquella estaba fría, tan fría como la había encontrado aquel día.

-Kati, tanto tiempo–Solte una risilla nerviosa–¿Sabes? Eh pensado mucho las cosas y... Creo que suena bien irme de aquí, dejaría todo atrás, tantos buenos como malos recuerdos, se que en algún momento prometí traerte aquí y vivir los tres juntos–Mis ojos picaban, no me gustaba despedirme–Pero eso ya no es posible, bueno... Tengo que despedirme de ti, mi vuelo sale en una hora–Trague duro cuando una lágrima resbaló por mi mejilla y rápido la limpie, me agache en la lápida y pose la chaqueta allí, cubriéndola totalmente, como si estuviera abrazandola, allí arrodillado susurre–Kati, esto es un adiós... Uno definitivo y espero que en donde sea que estés... Seas feliz–Me levante mirando aquella lápida por última vez.

Un aire nos golpeó con delicadeza, no era frío, ni cálido, pero se sentía reconfortante, un aire que me daba paz.

Y así era ella, paz, daba saltitos, riendo, sonriendo y alegrando la vida, despreocupada y siendo un alma libre, riéndose de los chistes con doble sentido de Boris, abrazandonos, irradiando luz y haciendo nuestras vidas más alegres e interesantes, esa era ella, una chica con una gran personalidad, una risa encantadora, dulce, con trocitos de tristeza, que a veces lloraba tiñendo sus ojos y mejillas de rojo, colapsando y destrozandose, con un sabor agridulce, así era ella.

Como una mermelada de cereza

Era hora de decirle adiós, lo sé, es lo más correcto, ya no me aferraria a aquellos recuerdos, a sus caricias y sus bellos ojos, a las noches de risas y secretos, a todos aquellos momentos que nos quedaba por vivir...

Kati, todo aquello ya no será posible.

Boris posó su mano en mi hombro y asintió con la cabeza, dándome ánimos, nos sonreímos y comenzamos a caminar fuera de aquel sombrío panteón, dejando atrás todo aquel recuerdo y vida que llevé en Las Vegas con él y con ella.

Y después de mucho tiempo nos vimos por última vez, ya no éramos los mismos; éramos dos extraños con solo una cosa en común: Un recuerdo.

Nos dimos un último abrazo, uno lleno de calidez y ánimos, nos volvimos a sonreír, el caminó hasta su auto negro, la puerta fue abierta por su chófer y el entro.

Me miró por la ventana y cuando el auto comenzó a marchar, me despidió con la mano, hice lo mismo, hasta que el auto ya no se veía más.

Solté aire sonriendo, ya no me sentía triste o culpable, ya no me dolía mi pecho como solía, era libre, totalmente libre, y fue ahí cuando comencé a caminar rumbo el aeropuerto, con una sonrisa y una dulce chica esperándome allá.

Tu que lees esto, nunca dejes de vivir la vida, jamás pienses en el que fue o que será, solo disfruta tu vida como si fuera el último día, por que nunca sabes cuando terminara, la vida es prestada y no hay tiempo que perder, recuerda.

Deseo que tengas una alegre y larga vida...

Una como la que ella no tuvo.






















































































































































































SWEETGIRL

¡Hola! Ay, estoy re feliz por que ya se acabo, pero algo triste por que este fue mi primer fanfic y jamás creí que tendría tantas vistas.

Muchas gracias por eso, de verdad, nada de esto sucedería sin ustedes ;3.

Datos random:Planeaba dejar viva a Kati, pero con un tipo de muerte cerebral, eso se produce por grandes cantidades de droga y por ser su primera vez, pero eso sería muy cruel, estar muerta en vida es peor que estarlo en realidad.

En fin, bai uwu.

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