Ú̶n̶i̶c̶o̶

Eran las 2:45 de la mañana del jueves, ahí me encontraba yo de nuevo, como siempre en tu espera.

Habías llegado a casa totalmente ebrio, dirigiendote al sanitario para sacar todo el maldito alcohol que habías ingerido; me hallaba sentado en el blanco sofá con el televisor encendido, para así disimular que no estaba molesto y que como otras veces no me afectaba verte llegar así, me había cansado de llorar.

Anteriormente había derramado muchas lágrimas por ti, pero esta vez estaba exhausto de sentirme de esa manera, más cuando sabía que como mis amigos me habían dicho:

'Jamás cambiarás'.

Esperé con la poca paciencia que ya tenía a que llegaras a mi lado, parecías tan coordinado a todo lo que pensaba en ese instante y así era, cumplías con la rutina.

Me mantuve cambiando los canales de la televisión con el control remoto, mientras sentía el asiento del sofá hundirse, tu brazo pasar por mi cintura,formando un abrazo que disfrazaba la escena como algo tierno, como tal acto de amor.

-Bebé,te amo-Susurraste en mi oído, con una amplia sonrisa .

Una sonrisa brillantemente falsa, porque eras un perfecto mentiroso,pues yo sabía que solías cambiar tu forma de ser conmigo la mayor parte de las veces, aún así me casé contigo cuando aún éramos unos tontos de 20 años, nunca quise hacer caso a los consejos de mis amigos, de mi familia, todos me indicaban que no eras bueno para mi; siempre te defendí porque te amaba tanto como para cegarme y no pensar en mí mismo.

Y sí, dije te amaba, aunque no quiere decir que mágicamente dejé de hacerlo ahora.

-¿Enserio?-cuestioné con seriedad respondiendo a lo que habías dicho.

Volviste a sonreír y acariciaste mi rostro como si fuese la cosa más brillante del mundo,acercaste tu rostro al mío mirándome a los ojos, sintiendo tu aliento a alcohol, sentí una vez más aquel dolor en el pecho por verte así, destruido y falsamente enamorado.

-Nunca lo dudes,mi amor por ti es lo más valioso que tengo

Dijiste en un vano intento por seducirme y despojar mi atuendo.

Sin decir nada más, permití que me hicieras el amor; aunque sabía que sólo estabas lastimando mi autoestima y mis pocas ganas de seguir amándote.

Aquella fue la última vez que la situación continuaría así.

Al amanecer pude ver nuevamente tu rostro serio y tu inconforme personalidad,tu arrogancia dirigida totalmente hacia a mi, solamente para mi.

Porque era así; nunca lo entendí, pero solamente cuando estabas sin una gota de alcohol podías tratarme como basura, humillarme y lastimarme.Disfrutabas tanto de golpearme y en ocasiones difamarme como según tu 'lo iluso que era'.

Aunque la peor parte de nuestra situación no era esa, la peor era cuando llegabas a casa con tantas copas de más, sólo para decirme que me amabas y hacer conmigo lo que jurabas demostraba tu amor por mi.

Muchas veces,intenté hacerte ver que debías pedir ayuda y que lo que hacías estaba totalmente mal.

Siempre dijiste que era ridículo, que estabas avergonzado de que tus amigos te vieran a mi lado,entonces seguía preguntándome ¿por qué no podías amarme cuando estabas sobrio?.

Habías sido mi más grande amor, pero también mi maldita ruina.

Un día como hoy, había preparado mis maletas; para ser honestos, no te encontrabas,sabemos el motivo.

Eché una última mirada al que alguna vez, fue nuestro feliz hogar. Llené de aire mis pulmones antes de abrir la puerta y salir.

Por supuesto, no me había olvidado de dejar esta carta para ti, sólo para recordarte que mi amor por ti si fue sincero y que a pesar de que me voy amándote, jamás en la vida desearía volver a verte.

-Park Jimin

Jeon Jungkook había llegado del trabajo, con un hermoso ramo de rosas rojas y un regalo para su amado; iba tan sonriente, aquella tarde por fin había decidido cambiar, luego de tantos años.

Había pensado que lo intentaría, estaba dispuesto a ser una persona diferente.

Abrió la dichosa cerradura para adentrarse con discreción a la casa, encontró todo en perfecto orden, incluso más impecable que otras veces, recordó que tenía un esposo muy valioso y responsable, así como también paciente.

-¡Jiminnie!-lo llamó felizmente, mientras se dirigía por el pasillo hasta la que era su habitación, seguramente su precioso amado estaba arreglándose aunque no le hacía falta, pues él siempre estaba radiante y hermoso.

-¡Jiminnie!-repitió, abrió la puerta de la habitación para encontrar el vacío lugar, igualmente ordenado que las demás partes de su hogar.

Su sonrisa se borró completamente, cambiando su rostro por uno de preocupación,miedo y desesperación.

Comenzó a revisar cada parte de la casa, comenzando a temer y a pensar en lo que menos quería.

Fue en el instante en el que abrió el armario que antes solía estar lleno de ropa de Park, para darse cuenta de que todo se había acabado.

Comenzó a sollozar de ira y desesperación,molesto consigo mismo recordando todo por lo que le hizo pasar. Al dirigirse hacia su cama pudo ver aquel sobre blanco en el que leía aquella carta, aquello que Park Jimin había decidido darle como despedida.

Porque lo había amado pero no lo suficiente,no correctamente; nunca verdaderamente. Siempre estuvo tan al pendiente de cumplir las expectativas de los que lo rodeaban lastimando a la única persona que realmente lo amaba y lo apreciaba por quien era, ese mismo a quien maltrató y quien esperaba por él. Siempre le dio falsas promesas de que cambiaría, pero eso simplemente cuando había sido preso de la bebida.

Sabía que estaba más solo que nunca,sin su Jiminnie.

Y por eso mismo cuando desesperado en su búsqueda conducía hacia el aeropuerto de la ciudad de Seúl; no pudo ser cuidadoso al acelerar y ahora saber que los frenos del auto no respondían.

Entonces,¿por qué nunca confió en su pareja?,¿por qué en los demás sí?, ¿por qué solo lo amaba cuando estaba con unas copas de más?.

Das ist alles

ありがとござぃます

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