Dueño de la Noche
Jimin se encontraba tomando un relajante baño de espumas en la tina, luego de haber cenado, lavado los trastes y dejado la cena de su esposo lista para cuando este llegara, necesitaba destensar su cuerpo y qué mejor que dicho baño. Durante el día se dedicó a realizar los quehaceres del hogar, incluso hizo un cambio en la sala que opina él “quedó perfecto” y luego realizó las compras para llegar a casa y preparar la cena junto a un exquisito flan de calabazas que sólo de mirarlo hacía agua la boca.
Ya eran alrededor de las diez con cuarenta de la noche y el rubio se encontraba realmente relajado, solo faltaba su esposo para realmente entrar en estado de éxtasis, pero lamentablemente aún no era tiempo de que este llegara, su trabajo consumía la mayor parte de su tiempo y aunque a veces Jimin se sentía descuidado, sabía que Yoon Gi lo amaba con locura.
Una sonrisa aparece en sus labios al pensar en el día que se conocieron, luego cuando comenzaron a salir y más tarde cuando el mayor le pidió matrimonio, para luego de tres meses contraer nupcias. Yoon Gi era un esposo cariñoso y detallista, nunca olvidaba las fechas importantes y siempre le tenía alguna sorpresa. Ya habían pasado cinco años desde que se conocieron y tres desde que son legalmente un matrimonio, pero su mayor nunca ha dejado de ser ese chico travieso e ingenioso que conoció hace años atrás.
Decide abandonar la tina y deja correr el agua de esta para que una vez más quede vacía, envuelve una toalla en su cintura y abre la puerta del baño para pasar a su habitación y secar su piel, la cual se encontraba sumamente suave gracias a las sales que usó. Mientras elimina todo rastro de agua sobre su piel, una idea pasa por su cabeza y siendo tan juguetón como siempre, deja la toalla en su lugar al terminar su tarea, y se mete a la cama así, desnudo, esperando a la llegada de su esposo, pasan los minutos y el rubio cae en los brazos de morfeo acurrucado bajo las mantas.
Yoon Gi llegaba del trabajo y Jimin dormía, el mayor siempre se acercaba en silencio a su esposo y acariciaba su dulce rostro con inmenso amor. El rubio despierta al sentir las caricias y se sobresalta, hasta que finalmente escucha su voz...
-Tranquilo amor, tranquilo... Duerme que soy yo mi vida. - Le susurró al oído el mayor y el rubio sonrió, sintió los finos labios de su esposo besar su frente y luego de unos segundos como abrían la regadera para tomar una ducha.
Jimin se acomodó boca abajo con la pierna derecha algo encogida, inclinado levemente hacia el lado de la cama que usa su esposo, y su trasero dando una increíble vista apenas este corriera las mantas para acurrucarse junto a él. Esperó por varios minutos a que el mayor terminara en el baño y al sentirlo abandonar este sonrió sin que Yoon Gi lo viera, pues supuestamente se encuentra dormido.
-Joder - Dijo Yoon Gi al retirar las mantas para acostarse junto al rubio, sinceramente nunca imaginó que tendría una vista tan placentera a esas horas y, por tal sorpresa, en cuestión de segundos su miembro se volvió tan duro como una roca.
Jimin sintió como un suave beso era dejado en su cuello y sonrió ante su travesura, gimió bajito al sentir como el mayor mordía este mientras una mano se aventuraba a acariar cuanta piel pudiese y de a poco su cuerpo fue tomando calor.
-Al parecer, alguien se siente travieso hoy. - Susurró el azabache sobre la nuca del rubio y acto seguido besó esta, para ir bajando de a poco por toda su columna dejando besos húmedos y lametones, hasta finalmente llegar a su bien formado trasero y morder una de sus nalgas mientras aprieta la otra con una de sus manos, arrancando un audible gemido de los labios del menor. - Juguemos entonces cariño.
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Al día siguiente Jimin se hallaba intranquilo, pues en la mañana había recogido las prendas que habían en el cesto de la ropa sucia para lavarlas y se percató de que la camisa que su esposo había usado el día anterior tenía impregnada una fragancia que ninguno de los dos usaba.
La verdad, se decía a sí mismo que sería incapaz de dudar de Yoon Gi, pero sin proponérselo ya lo estaba haciendo. En su mente imaginaba escenarios en los que podría haberse quedado impregnada esa fragancia, pero todo lo que obtenía lo dañaban demasiado. Finalmente decidió dejarlo pasar, su esposo no era de esos que engañaban y nunca antes le había dado motivos para dudar, así que una vez más se dispuso a terminar los quehaceres y prepararle una rica cena al azabache.
Al caer la tarde, el rubio recibió la llamada de su esposo explicándole que tardaría en llegar, pues se presentó un problema en la empresa y debían de solucionarlo ya, se despidió del menor con un “Te amo” y cortó la llamada sin tan siquiera darle tiempo a responder.
-No pasa nada, son sólo problemas en la empresa. - Se repetía Jimin una y otra vez intentando convencerse a sí mismo, no quería creer que su marido lo engañaba pero era demasiada casualidad que justo cuando este llega oliendo a alguien más, al día siguiente lo llama para decirle que tardará en el trabajo más de lo normal.
Las horas continuaron su curso y ya había caído la noche, como siempre, el rubio dejó la cena de su esposo preparada y tapada antes de dormir, y se dirigió a la cama que compartían a descansar. Intentó dormir, realmente lo intentó, y en cambio nunca lo logró, sólo venían a su mente imágenes de su esposo en compañía de alguien más, y en un impulso por demostrarse a sí mismo que no debía desconfiar, llamó a la empresa preguntando por su esposo, pero grata fue su sorpresa cuando se le explicó que este ya había partido hace alrededor de una hora y media, casi dos horas ya.
Las lágrimas no tardaron en caer y sus manos comenzaron a temblar de impotencia, no podía creer que realmente lo estuviera engañando, y le dolía más que todo porque eso significaba sólo una cosa... Ya no lo amaba.
Los sollozos de Jimin eran tan profundos y dolidos que destrozaban el corazón de quien lo escuchara, se preguntaba qué había hecho mal para merecer algo así y aun entre lágrimas suplicaba que todo fuese un error suyo, que halla malinterpretado la situación y simplente estuviese equivocado. No supo en qué momento se durmió, lloró por tanto tiempo que finalmente el sueño lo venció, y una vez más despertó al sentir a su esposo llegar, obteniendo como siempre esas dulces palabras del mayor.
-Tranquilo amor, tranquilo... Duerme que soy yo, mi vida.
El rubio sintió un nudo crecer en su garganta y las lágrimas amenazaron con caer en el momento en que su esposo se acercó a besar su frente y esa jodida fragancia de origen desconocido llegó a él, haciéndo su estómago revolverse en cuestiones de segundos.
Yoon Gi se percató de las lágrimas secas en el rostro del menor y se preocupó, le preguntó a este que sucedió como para que terminara llorando y Jimin contestó de forma simple “Estaba con una crisis de gastritis, sólo eso”, y claro que el mayor se lo creyó, pues su amado nunca le mentía.
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Ya dos semanas habían pasado y, Jimin, a pesar de querer olvidar lo que sucedía, no podía, se le hacía imposible a su mente y a su corazón dejar pasar algo así. Su esposo no tenía idea alguna, pues él se encargó de ocultar su dolor bastante bien, pero eso sólo lo dañó más. Su mente no lo dejaba descansar, le decía constantemente que esas caricias y palabras que el azabache le dedicaba no eran sólo suyas, que todo ese tiempo que nunca le daba, las veces en que no llegaba sólo de él se reía, y más que nada le recordaba que él era el dueño de sus noches, pero no de su vida... Era todo mentira.
Mientras más pensaba era peor, intentaba entretenerse en las tareas del hogar, o simplemente dormía para intentar olvidar, pero realmente era inútil, pues era tan grande y tan profundo su amor por él que no se adaptaba a saber que lo engañaba aún luego de sentir esa fragancia cada día en su ropa y en su piel, provocando así que todo ese dolor explotase de la peor manera.
Yoon Gi llegó una vez más tarde del trabajo con ese característico aroma, Jimin para variar no dormía, todo lo contrario, lo esperaba en silencio, el azabache se acercó al menor para dejar como siempre una dulce caricia en su rostro, e inmensa fue su sorpresa al entender lo que sucedía, pues su amado en ese momento con su vida acababa.
El rubio lo había estado esperando con un cuchillo bajo su almohada, ya su mente no se encontraba tan lúcida como antes, solamente pensaba en su dolor, en que su gran amor lo engañaba y se burlaba de él, por lo que decidió hacerle saber cuánto dolía de la peor forma. No supo en qué momento ya se había abalanzado sobre su esposo y sin remordimientos con el cuchillo había perforado su piel, los gritos y forcejeos de su gran amor no lo detuvieron y al terminar su cometido, al percatarse de lo que había hecho, sólo quedó sentado a su lado, llorando y rezando una vez más por que nada fuese real, con su cuerpo tintado de sangre y el cuchillo en sus manos.
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Había transcurrido alrededor de un mes desde lo sucedido, minutos después de Jimin haber acabado con la vida de su esposo llegó la policía a buscarlo, pues los vecinos al sentir los gritos del azabache decidieron llamar por ayuda y al llegar encontraron al rubio, ahí sentado junto a su víctima y compañero de vida, temblando y llorando.
Jimin se encuentra actualmente en un centro psiquiátrico recibiendo allí su condena, su peor castigo... Cada noche al acostarse escucha la voz de su amado, lo siente hablarle como siempre lo hacía “Tranquilo amor, tranquilo... Duerme que soy yo, mi vida”, las lágrimas no tardan en caer para luego volverse una sonora carcajada, pues con el tiempo descubrió que su esposo nunca lo engañó. Las llegadas tardes se debían al hermano del azabache, quien estaba en problemas y necesitaba de su ayuda, Yoon Gi tenía terminantemente prohibido hablar sobre eso y a pesar de que no le gustaba mentirle a su amado debía hacerlo, y el perfume en su ropa era producto de los incontables abrazos que le brindó a su hermano en apoyo ya que este realmente estaba pasando un momento difícil... Sí, todo fue una confusión, Jimin si era el único dueño de su vida, y él ya no vivía.
Las consultas con el psicólogo eran lunes, miércoles y viernes, ya Jimin lo tenía todo planeado... Se reuniría una vez más con su esposo.
Era miércoles, como siempre, lo fueron a buscar a las diez con treintena de la mañana para su cita, a él ya no lo tenían con camisa de fuerza ni nada que pudiese impedir su movilidad porque pese a que cometió asesinato no era agresivo, además de que siempre lo mantenían dopado, claro, no sabían que luego de darle las pastillas Jimin se obligaba a vomitarlas.
Iba caminando por uno de los corredores del centro con un guardia a su lado, cuando al pasar junto a uno de los retratos colgados en la pared, dejó un fuerte golpe en este provocando que los cristales se rompiesen y tomase uno de estos, para terminar cortando profundamente sus venas hasta desangrarse, quedando sólo su cuerpo inerte rodeado de sangre en medio del blanco espacio, y logrando así su cometido, reencontrándose con su amado y recibiendo a cambio un cálido abrazo y sus dulces palabras.
“Tranquilo amor, tranquilo”
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Y así termina “Dueño de la Noche”, espero les halla gustado tanto como a mí. Pido disculpas por el final tan trágico pero la canción es así, además de que ambos debían morir, lo bueno es que se reencontraron. Besos.
Autora : Ar_Jiminnie93
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