─ 002 ─

─ 𝐼𝐼 ─
《𝐸𝑙 𝐴𝑛𝑖𝑙𝑙𝑜 𝑑𝑒 𝐿𝑎𝑣𝑎𝑛𝑑𝑎》

Lax abrió la puerta de su casa para entrar y luego cerrarla de golpe, estaba completamente asustado, se tocaba el pecho mientras se mantenía rígido y con la espalda cerca de la puerta de su casa.

La casa de la flor no era tan grande, pero tampoco estaba en pésimas condiciones, de hecho, era un lugar de apariencia algo rústica, generaba tranquilidad ese pequeño lugar.

Seguía preguntándose que fue todo eso.

Cuando el sol por fin salió, volvió a la mansión donde estuvo la noche anterior, para ahí tocar la puerta, esperando pacientemente a ver a alguien que podría ayudarlo.

Quería buscar a Botch.

─ ¿Qué tal jovencito? ¿Buscas algo? ─

La flor se sorprendió al ver al duque, Dunce, parado en la puerta con sus finas ropas, le confundía pues este nunca se dejó ver desde que compró la mansión.

Era una historia simple, Dunce adquirió la mansión hace no mucho tiempo, y, además de considerarla su hogar, decidió convertir algunos lugares de este como centros de entretenimiento tanto para él, como para otras personas. Dando la libertad de entrar a cualquiera, incluso si estos no eran de la clase alta como Lax.

─ Buenos días señor ─ Dijo la flor de inmediato, haciendo una referencia ─ ¿Sabe dónde puedo encontrar a un hombre de cabello verde y ropas cafés? ─

─ Oh... No lo sé... ─ Respondió con molestia, al saber que lo buscaban para encontrar alguien más ─ Tal vez lo encuentres aquí esta noche, después de todo, este lugar está abierto para todos ─

─ Está bien, gracias ─

Lax volvió a hacer una reverencia, con desilusión, dándose la vuelta para irse. Todo esto mientras sostenía en todo momento un ramo de varias flores, todas muy buen cuidadas y coloridas.

Él es florista, trabajando en un negocio junto a otros dos chicos: 𝑆𝑡𝑢𝑝𝑒 𝑃𝑙𝑎𝑛𝑒 y 𝐷𝑖𝑚𝑤𝑖𝑡 𝑊𝑎𝑟𝑛𝑎, su relación con ellos es buena, aunque Lax no suele acompañarlos en sus ventas.

Su rutina diaria es ir por las calles del pueblo para así vender las flores, la gente es muy amigable con él, pues al siempre presentar un alma cálida y pura, hace que los demás deseen tener sus flores.

No tiene que quejarse, después de todo, a él y a sus compañeros les va bastante bien en el negocio, aunque a veces Dimwit y Stupe hagan una que otra competencia de quien vende más flores, algo en lo que él no está involucrado.

Solo se dedica a vender las flores que su jefe le entregaba, estas eran vendidas a personas interesadas de todas las edades.

Aunque, al igual que sus compañeros, vendía las flores de su país, su especialidad eran las lavandas, el jefe del chico siempre le da lavandas para que las venda a un módico precio, dando más oportunidad de que tenga éxito, muchos dicen que las lavandas le quedan muy bien.

Incluso las personas afirmaban que tenía un aroma a lavanda, parecía que eso atraía a la gente para que así puedan comprar, vendiéndolas como pan caliente, Lax no presta mucha atención a aquellos halagos, solo se enfoca en sus ventas.

─ Oh, mi querido Lax, sabía que te encontraría aquí ─

Esa voz, a la flor se le hacía muy familiar, algo de brillo en sus ojos se intensificó como el sol en su punto máximo.

¿Sera que está ahí?

Volteó de inmediato para ver a Botch, con su característica máscara, pero su ropa ahora era de un azul marino.

─ ¿Qué haces aquí? ─ Preguntó un poco desconcertado al ver al chico enfrente suyo.

─ Solo doy un paseo ─ Respondió ─ Por lo que veo, eres muy trabajador ─

─ Gracias ─ La flor miro a otro lado, algo apenado, colocando una de sus manos en su cabello.

Botch miro con ternura a Lax, para luego mirar abajo, viendo las flores que traía consigo.

─ ¿Cuánto cuestan las lavandas? ─

─ Están a cuarenta dólares ─ Respondió el florista, para luego soltar pequeñas risitas ─ Y ese precio está para todos, incluyéndote a ti ─

─ Está bien, después de todo yo no pido precios bajos ─ Contestó, dándole cien dólares, para agarrar la lavanda.

─ Ok, deja te doy... ─

─ No, quédate con el resto ─ Interrumpió Botch, aun tomando aquella lavanda comprada ─ Y quédate aquí, quiero darte algo ─

El alce tomó una de las ramas de aquella flor y empezó a enroscarla.

Luego de eso, tomo la mano de la flor, para hacer un movimiento y luego soltarla, así, dándole a Lax un anillo improvisado con la rama de lavanda en su dedo medio.

Lax lo miro con brillo, completamente impresionado de lo hecho por el alce, deseando que esto no sea de sus sueños.

Solo observo con detenimiento y ternura aquel lindo detalle de parte de Botch, para luego mirarlo.

─ Está muy bonito ─ Dijo con algo de emoción ─ Muchas gracias, Botch ─

─ Siempre a tu servicio, mi dulce flor ─

─ ¿Vas a seguir con tus coqueteos...? ─ Preguntó un tanto avergonzado.

─ Ahora no, se ve que estas ocupado... ─ Respondió ─ Te veré en la esta noche en la mansión 𝑃𝑒𝑛𝑔𝑒 para seguir platicando y continuar con la prueba ─

─ ¿La mansión 𝑃𝑒𝑛𝑔𝑒? ─ Lax estaba aterrado ─ ¿Y qué hay de lo que vimos ayer? ─

─ Ya veremos eso estando ahí, mi amor, no te preocupes ─ Respondió, dándole un beso en su mano ─ Te veo en la noche, 𝑚𝑖 𝑙𝑖𝑛𝑑𝑎 𝑙𝑎𝑣𝑎𝑛𝑑𝑎 ─

Lax estaba completamente rojo y halagado de tales muestras, sostenía las flores en su pecho, suspirando por el enmascarado.

Como si le robará su corazón.

Volvió a la florería donde trabaja, viendo a sus dos compañeros para luego llamar a alguien.

¡𝐷𝑢𝑚𝑚𝑘𝑜𝑝𝑓 𝐸𝑙𝑒𝑡𝑡𝑟𝑖𝑐𝑖𝑡𝑎! ─ Llamaba la flor a su jefe.

─ Siempre llegas aquí antes que nosotros, Lax ─ Dijo Stupe ─ ¿Dónde andabas? ─

─ En mis ventas, como siempre ─

─ ¿Y qué es eso en tu dedo? ─ Preguntó curioso Dimwit, tomando la mano de la flor para verlo ─ Que lindo, ¿Es un anillo? ─

─ Es improvisado, pero si ─ Contestó Lax, completamente colorado.

─ ¿Tú o hiciste? ¿O quién te lo hizo? ─

─ Me lo hizo un cliente ─ Respondió.

Tanto Dimwit como Stupe se miraron un tanto incrédulos, sabían del reconocimiento a Lax, pero... ¿Qué alguien le haga un regalo usando su mercancía?

─ Un regalo de un cliente ─ Comentó el llamado 𝐷𝑢𝑚𝑚𝑘𝑜𝑝𝑓, quien, con su acento fuerte, se acercó a los muchachos para ver el anillo ─ Espero y eso no te provoque alergias ─

─ No lo creo ─ Contestó Lax ─ No se preocupe señor ─

─ Bien... ¿Y ustedes dos ya vendieron lo suyo? ─

─ Claro, señor Elettricita ─

Lax solo sonrió, con tranquilidad.

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