45. La verdad no oculta

El perfecto cuerpo de Jimin descansaba sobre mí cama una vez más. No era tan común que lo dejase dormir aquí pero hoy quería que fuera diferente. 

Por hoy quería dejar toda nuestra mierda de lado y poder apreciarlo bien. Era tan precioso y perfecto, estaba agotado después de las horas que habíamos pasado en aquella habitación, su cabello lucia muy revuelto y sus labios tan rojos e hinchados por culpa de todas las veces que nos besamos sin control.

Sin duda su cuerpo era tan delicado e impecable, lograba encajar a la perfección con el mío. Pero, sus ojos claros se perdían en una maraña de pensamientos. Veía fijamente el techo.

Yo permanecía quieto y en silencio a su lado pero ese silencio era horriblemente más ensordecedor que nada.

Me sentía ansioso, irritado como se lo había dicho antes. Había comprobado que aún poseía control sobre su persona y eso había sido muy satisfactorio para mí sin embargo,  aún tenía algo importante por hacer.  Aquello que rondaba mi mente y no aplacaba mi atormentado corazón.

Quería a Jimin para mí completamente,  quería aferrarme a él como un día desee aferrarme a la vida.

Cuando todo esto acabara quería que Jimin se quede conmigo. Él dijo que sólo soy su peón pero yo deseo mucho más que eso.

     —¿Qué tanto me observas Yoongi? —Preguntó dejando de ver hacia el techo y mirándome ahora fijamente. 

Sus ojos estaban impregnados en una fina capa de agua cristalina, parecía que en cualquier momento soltaría a llorar. Me incorporé un poco para poder apreciarlo mejor.

     —¿Qué fue lo que viste en mí que te hizo creer que seria la solución a tu infierno?

Él ladeó un poco sus labios en un gesto confuso no sabía si de molestia o una sonrisa. Miró al techo una vez más.

     —Lo vi en tus ojos Min, vi aquel vacío y la ausencia de algo, era un niño de 15 años pero había aprendido tanto a esconder mis emociones y fingir que era tan feliz que lo reconocí al instante,  me vi en tí.

Me quedé en completo silencio por un instante  repasando su respuesta.

     —¿Por qué esperaste tanto tiempo? ¿Por qué no me pediste ayuda en ese instante?

   —Solo fueron 3 años no es tanto, y si quieres saberlo, quería envolverte completamente tanto que no dudaras en hacer lo que te pedía. Aunque no tenía idea que eras ya un asesino experto Min, sabes engañar muy bien.

Solté una risa ronca acomodando mi cabeza sobre mis brazos flexionados mirando para el techo también. 

     —Tú eres el que estudia Psicología muñeco, debes saber muy bien las diferencias entre un psicópata y un sociópata.

     —Por supuesto que lo sé,  y no estudio, estudiaba... me tienes aquí sin salir.

Volví a sonreír mirándolo de reojo. Era la primera vez que hablábamos así sin otras intenciones de por medio.

     —Eres un psicópata Min, manipulador a tiempo completo, te atraen las personas sumisas, por eso te fijaste en mi alter ego sumiso y temeroso. Eres frío y calculador y no te importa en lo mínimo hacer daño, no sientes culpa ni  miedo y tienes un excelente trabajo y una reputación pulcra ante la sociedad.

Era verdad lo que Jimin decía, yo sabía que era un psicópata, los psicópatas como yo solemos pasar desapercibidos ante los demás y parecemos personas gentiles y encantadoras pero solo es.una máscara. Los sociópatas no tratan de esconderse, les gusta ser notados.

Para los psicópatas, nuestra sonrisa era nuestra mejor máscara, por eso Jimin y yo no éramos tan  distintos. Él solía disfrazar su dolor con sonrisas.

     —Eso nos hace ser más cercanos mu dulce muñeco —Susurré cerca de su oído.

Me miró un momento,  parecía que luchaba internamente con algo en su interior.  Percibía en él algo muy grande. Finalmente lo soltó y fue mi fin.

     —Cuando todo termine debes dejarme ir Min.

Sus palabras fueron un golpe duro para mi orgullo, una lanza en el centro de mi corazón.  Dolía como la mierda. Él quería irse no quería estar conmigo.

Lo intuía y lo temía.

Yo estaba consciente de este amor enfermizo que tenía por él, también estaba muy consciente de que él no sentía por mí más que necesidad.  Me necesitaba, por eso estaba aquí conmigo,  por nada más. Al principio creí que me odiaba, que me temía. Era solo su manera de engañarme y hacerme creer que lo tenía bajo mi control. 

Sabía lo que me gustaba controlarlo,  sabía lo que me encantaba torturarlo, sus jadeos dolorosos eran para mí dulces acordes de un arpa celestial y el muy maldito lo sabía, lloraba solo para complacerme y así envolverme más y más.  Pero hasta ahí era solo por una cosa.

Necesitaba de mí.

Me dolía y enojaba en partes iguales porque yo si desarrollé sentimientos hacia él, enfermos eso nadie lo puede negar, pero yo lo amaba. Lo amaba tan mal y tan perversamente.

     —¿Por qué querrías irte? —me atreví a preguntar a sabiendas que su  respuesta no iba a gustarme.

     —Ya lo he dicho, no somos iguales... no podemos seguir juntos después de todo esto. Es... es enfermo todo. Así que nuestros caminos se van a separar. No pretendes que vivamos un romance extraño ¿No? Tú no sientes más que  una oscura obsesión por mí y yo... y-yo solo te usé.

Me incorporé repentinamente asustandolo en el acto porque él también lo hizo, ambos sentados en la cama.

     —Yo te amo Jimin —Sus ojos se agrandaron en el acto.

Busqué su mano, cálida y delicada temblorosa ante mi tacto. Mi confesión lo había tomado por sorpresa. Pero no podía negar aquello que sentía por él desde hace tanto.

     —¿Q-que dices?, es ridículo no es cierto.

     —No te atrevas a cuestionar mis sentimientos sin conocerlos. Si, te amo y suena ridículo y enfermo lo sé pero es lo que siento.

     —Un amor enfermizo...

     —Pero es el amor que puedo ofrecerte —casi le supliqué—. El único y más real que cualquiera te haya entregado.

Jamás había suplicado tanto como a Jimin que me diera una sola oportunidad. Y era hasta irónico porque yo nunca antes había amado pero sabía que así se sentía. Era la verdad que no había ocultado nunca, lo amaba.

Sus ojos volvían a estar enpañados por las evidentes ganas que tenía de llorar. Retiró su mano de la mía y agachó la cabeza.

     —Es que, yo no te amo, no sé cómo sentir esas cosas es... algo que jamás quise sentir. Después de vivir aterrado por el monstruo  dentro de  mi armario, creo que no aprendí sobre el amor. Él me quitó eso.

Tragué saliva ahogando mis lágrimas que querían salir, pero me hice el fuerte.

¿Cómo podían dos seres sin alma sentir amor? ¿Era a caso posible? ¡Debía serlo! Yo estaba seguro de sentir que lo amaba. Malo y retorcido como quieran pero lo amo. Lo quiero a mi lado aún si él no es capaz de amarme a mí.

     —Jiminie mírame —mi mano tomó suavemente su rostro y lo elevó para que pudiera verme —Él  mató tu niñez y tu orgullo, no tu capacidad para amar y sentir, vamos levanta la cabeza Jimin. Ya ganaste, el monstruo está en su jaula.

Giró una vez más su rostro hacia otro lado y sollozaba por lo bajo.

     —Jiminie, no me rechaces ahora, no lo hagas cuando sé que en el fondo tú sientes algo no me logras engañar del todo.

     —¡TENGO MIEDO!

Su grito hizo eco en las paredes de mi corazón estrujado y adolorido.

     —¿Por qué? ¿Me tienes miedo?

Me miró y le vi negar, sus ojos estaban rojos por las lágrimas.

     —Es que nunca he sentido esto que siento aquí, toda mi vida se basó en temer, en huir, en maldad. Tengo miedo de ser destruido una vez más.

Le tomé entonces de los hombros y lo abracé fuerte como nunca antes.

     —No te haría daño cariño,  a menos que tú lo pidas, ya lo dije te amo solo quiero protegerte de todo el mal que te rodea, quiero hacerte conocer mucho más que el miedo y el dolor.

Seguía negando y llorando entre mis brazos. Debía encontrar la manera de hacerle entender que no iba a lastimarlo.

     —Yoongi no... eres tan... se lo que intentas y no va a funcionar, no pretendas mostrarme las puertas de un paraíso que estan cerradas para mi definitivamente.

     —No están cerradas Jiminie en todo caso... están cerradas para ambos pero, si ya nos negaron el cielo, no nos pueden negar las caricias en el infierno. 

Se separó de mí aun con sus ojos abnegados en llanto, tenía un puchero en sus labios y su entrecejo fruncido levemente.

     —Muéstrame entonces —Susurró mirándome fijamente. Creí que moriría ante aquella bella e insegura mirada—.  Muéstrame cómo es el amor y convenceme de ello.

Senti que algo que jamás había habitado en mí tomaba posesión de mi cuerpo, ¿Alma se llamaba? Porque adentro de mi, se regocijaba por completo. 

Sonreí un poco recostando su cuerpo suavemente sobre la cama.

Comencé por besar castamente sus labios y su rostro de ángel demonio.

Jamás había hecho el amor con nadie, seria la primera vez pero estaba seguro que sabía lo que hacía.

Le enseñaría el amor pasional y completamente sincero.

¿Podían dos seres sin alma sentir amor? Lo íbamos a averiguar ahora.



Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top